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    From ivanvalarezo@gmail.com@21:1/5 to All on Sun Aug 28 18:56:09 2016
    Sábado, 27 de Agosto, 2016 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica

    (Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)

    (TEMLOBRES EN ITALIA: Deseamos expresar nuestro amor, condolencias y oraciones a cada una de todas las familias italianas, que en estos días han sufrido temblores terribles de la naturaleza—temblores, que han destruido todo lo que tenían, llevándose
    a muchos de sus muy amados y con ciudadanos. Ellos se encuentran en la gloria celestial de nuestro Padre celestial, porque su Hijo Jesucristo es el Cordero de salvación para sus almas vivientes, ya que su sangre reparadora fue derramada por ellos sobre
    el altar del amor prehistórico, descendido del cielo, para que asciendan a la vida eterna, perpetuamente justificados por nuestro Dios mismo. Nosotros seguiremos orando ante nuestro Padre celestial por cada uno de ellos, para que su Hijo Jesucristo no
    solamente consuele sus vidas con su gracia infinita y sus muchas riquezas del cielo, pero también el Espíritu Santo los llene con sus poderes y dones, para volver a vivir sus vidas con todos los suyos. ¡Amén!)

    EL PADRE SÓLO TE ACEPTA EN LA CARNE DE SU JESUCRISTO: PARA ENRIQUECERTE:

    Nuestro Padre celestial le dijo a Abraham: Deja tu tierra y la casa de tu padre, por la tierra que yo te mostrare, porque te haré el padre de una gran nación y de muchas más naciones también, porque yo bendeciré a todas las familias por ti: y los
    que te bendigan serán benditos, más los que te maldigan serán maldecidos. Ciertamente, nuestro Padre celestial estaba listo para salvar al mundo entero, cambiándolo con el comienzo de una nueva vida que es su Hijo, el Rebbe Yeshua HaMoshiach (
    Jesucristo), nacido del vientre estéril de Sarah como Isaac, por el Espíritu Santo, para que su siervo Abraham tenga a su Hijo amado, descendido del cielo, lleno del amor redentor para salvarlo del mal.

    De otra manera, nuestro Padre celestial no podría tener jamás a su siervo Abraham redimido, por eso, él tenia que sentarse con él a la Mesa del SEÑOR, para que coma con él y junto con sus 318 discípulos el pan y vino, que diariamente son servidos
    por su Hijo Jesucristo, a los ángeles del cielo y a las familias de la tierra. Y éste seria la cena del SEÑOR, que nuestro Padre celestial junto con Abraham y sus discípulos comerían del pan y vino de su Hijo Jesucristo, como su perfecta SANTIDAD en
    el cielo con los ángeles y en la tierra con la humanidad entera, para que él nazca en la familia humana como su salvador, lleno de la salvación para todos, perpetuamente.

    Éste es el pacto de vida que nuestro Padre celestial necesitaba sellar con la humanidad entera, ya que no lo logro con Adán y Eva en el paraíso, para que no solamente ellos aprendan a comer y beber de él el pan y vino de vida, pero también los hijos
    por nacer, para que su vida eterna llene el mundo entero, perpetuamente. Éste era el único camino en que nuestro Padre celestial no solamente podía empezar su vida prístina en el mundo, ya que Adán y Eva nacieron de su imagen para vivir conforme a
    la semejanza de su Hijo Jesucristo, pero, visto que ambos comieron del fruto prohibido, del árbol de la ciencia, del bien y del mal, entonces ambos perdieron su amor divino.

    Esto nos dice, que al Adán y Eva abandonar el paraíso, porque ambos habían desobedecido a nuestro Padre celestial cuando comieron del fruto prohibido, sorprendentemente su amor divino ya no estaba con ellos para seguir viviendo en la gloria celestial
    junto a él, para que aprendan a amar, servir y alabar su nombre bendito, entonces su amor tenia que regresar a ellos, milagrosamente. En otras palabras, al Adán y Eva abandonar el paraíso entonces descendieron a la tierra, para vivir sus vidas sin el
    amor divino, en que no solamente nacieron de la imagen santa de nuestro Padre celestial, para vivir conforme a la semejanza de su Hijo Jesucristo, por el Espíritu Santo, pero también sus hijos estaban destinados a nacer sin conocer su amor.

    Por eso, es que después que Adán y Eva descendieron al mundo entonces la violencia se regó descontroladamente como fuego salvaje, porque cuando Abel y Caín nacieron y se hicieron personas maduras, entonces conflictos se despertaron entre ellos: Caín
    aborrecía a Abel, porque su ofrenda del fruto del suelo fue rechazada cuando Dios aceptó el sacrificio ensangrentado de su hermano. Por eso, es que era importante para nuestro Padre celestial sentarse a la Mesa con Abraham, para que él no solamente
    coma con él el pan y vino de las manos de su Hijo Jesucristo, porque solamente él es el amor de su vida prístina en toda la Creación junto con el Espíritu Santo, pero también comer con los hijos adoptados: bendiciéndolos.

    Por ello, al nuestro Padre celestial comer con todos a la Mesa del SEÑOR el pan y vino, servido por su Hijo Jesucristo, entonces todos juntos comían el acuerdo del nacimiento de su vida divina, descendida del cielo por su único Hijo amado, manifestado
    en la vida de Abraham como Isaac, para que él sea redimido junto con sus hijos por nacer aún. Visto que, al Isaac nacer del vientre estéril de Sarah, entonces su vida divina no solamente restauraba toda vida humana del mundo, sino que se preparaba
    para regresar al paraíso perpetuamente justificado, pero también la carne sagrada estaba lista para derramar la sangre reparadora y llena de vida eterna para todos, regresando así a la única vida divina que los ama perpetuamente.

    Por ello, al Isaac nacer del vientre estéril de Sarah, entonces el amor prehistórico de nuestro Padre celestial que Adán y Eva perdieron en el paraíso, comiendo del fruto prohibido, entonces instantáneamente, renacieron hacia una vida sin amor para
    vivirla lejos del cielo, y sólo en la tierra, ya que Satanás había sido despedido del cielo para vagar por toda la Creación. Sin embargo, aunque nuestro Padre celestial había pasado juicios en contra de la carne pecadora, pero jamás hacia sus almas
    vivientes, entonces él les dijo que regresarían al polvo de donde él los había llevado inicialmente para hacerlos seres humanos, formados en su imagen, para vivir conforme a la semejanza de la carne sagrada de su Hijo Jesucristo, y llenos del Espí
    ritu Santo.

    Adán y Eva fueron enviados a vivir en la tierra junto con sus hijos, porque ya no podían vivir sus vidas en la presencia de nuestro Padre celestial del paraíso, visto que, ambos ya no podían sentir mucho menos vivir su amor prehistórico, de donde é
    l no solamente les había dado vida, pero también a los hijos por nacer en generaciones venideras. Todos ellos tenían que abandonar la carne pecadora que había comido del fruto prohibido, que nuestro Padre celestial les había ordenado que jamás
    coman de él, porque cuando coman de él entonces morirían: visto que su amor divino fallara en vivir en ellos para ayudarles a vivir sus vidas normales hacia toda la eternidad venidera, del nuevo reino de los cielos.

    Firmemente, nuestro Padre celestial los llamó a que se bauticen en agua, y hacerlo todo en la tierra, porque de aquí él había tomado un puño de polvo, para cubrir el alma viviente de Adán junto con el de Eva y los hijos por nacer aún, para que
    sean renacidos algún día de la perfecta santidad de su nombre bendito, para siempre. Además, ésta es la tierra que nuestro Padre celestial la llenó de agua, para que la humanidad entera tenga abundante liquido para bautizarse en la perfecta santidad
    de su nombre bendito, de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, para desconectarse de la carne pecadora, retomando la carne sagrada para regresar al paraíso en cualquier día, y llenos de su Hijo Jesucristo.

    Por eso, es que era importante para nuestro Padre celestial de establecer un nuevo pacto de vida con la familia humana, pero, esta vez, seria con Abraham al sentarse con él a su Mesa, para comer del pan y vino de su Hijo Jesucristo, que realmente es la
    carne sagrada y la sangre reparadora, entregándole así vida eterna a todo creyente, por doquier. Es decir también que nuestro Padre celestial empezó a hacer con Abraham y Sarah lo que Adán y Eva fallaron en hacer por él en el paraíso, cuando los
    llamaba a comer del fruto, del Árbol de la vida, que es Jesucristo, pero, jamás del fruto prohibido, Lucifer, que causa rebelión, maldiciones y muerte en todo desobediente a su palabra viva.

    Nuestro Padre celestial necesitaba no solamente a Adán y a Eva, pero también a los hijos viviendo en la perfecta santidad de la carne sagrada y la sangre reparadora de su Hijo Jesucristo, que siempre ha cumplido y glorificado el Espíritu Santo de los
    Diez Mandamientos en la Creación, para que Dios pueda finalmente vivir con el hombre en perfecta paz, perpetuamente. Puesto que, ésta es la única carne sagrada con los huesos inquebrantables y la sangre reparadora, que nuestro Padre celestial siempre
    conoció en el cielo y con sus ángeles, y él necesita seguir conociéndola en cada hombre, mujer, niño y niña nacido en el paraíso y en la tierra, para que toda verdad y justicia sea cumplida en toda su Creación, perpetuamente.

    Por eso, es que nuestro Padre celestial llamó a Adán y a Eva a comer del fruto de vida, que realmente es su Hijo Jesucristo y siempre sirviendo el pan y vino sobre la Mesa del SEÑOR para los ángeles del cielo y para cada hombre, mujer, niño y niña
    de todas las familias de las naciones, que están listos para obedecerle, perennemente. Además, éste es el mismo llamado que nuestro Padre celestial, que no solamente lo ha hecho con Abraham y su familia pero también al mundo entero, porque él
    necesita rehacer a toda la tierra, al crear una nueva tierra con cielos gloriosos y espaciosos, pero primero tiene que hacer que todos coman del pan y vino que les da vida eterna, continuamente.

    Ciertamente, seria imposible para nuestro Padre celestial no solamente de crear una gran nación, nacida de la carne sagrada y la sangre reparadora de su Hijo Jesucristo como Isaac, que realmente es Israel, pero también imposible de tener a cada familia
    de las naciones, comiendo de él, para que sus hijos renazcan con él en la carne sagrada destinada al cielo, siempre. Puesto que, éste es un gran reino del cielo, uniendo perpetuamente al mundo entero con un flamante cielo glorioso y espacioso, en
    donde sus hijos renacidos con él en su imagen santa, sobre el altar del amor prehistórico, descendido del cielo, vivirán con él y con sus huestes angelicales para amar, servir y glorificar su nombre bendito, para siempre.

    Éste es el nuevo reino que nuestro Padre celestial siempre soñó poseer, vestido con la carne sagrada y su gracia abundante de su Hijo Jesucristo para con cada hombre, mujer, niño y niña no solamente de Israel pero también de todas las familias de
    las naciones, porque únicamente de éste cuerpo glorificado él recibirá glorias, complaciendo así toda verdad y justicia, perpetuamente. Estos son los reyes, sacerdotes, templos a su nombre bendito y jueces, juzgando ángeles por la eternidad entera,
    para que nuestro Padre celestial tenga ley y orden en las naciones angelicales y de la humanidad entera también, que serán redimidas eventualmente para amar, servir y glorificarlo a él y a su nombre bendito, enriqueciendo así a su nuevo reino
    angelical, como nunca antes.

    Ya que, nuestro Padre celestial creó no solamente a Israel pero también a las naciones, para que aprendan a amar, servir y glorificarlo a él y a su nombre santo sobre el monte santo de Jerusalén y por siempre, enriqueciendo así su gran reino de sus
    hijos legítimos con riquezas, santidades y glorias nunca antes conquistadas por los ángeles en la Creación. Además, éstas son riquezas, santidades y glorias que nuestro Padre celestial está buscando conquistar en cada uno de sus hijos legítimos,
    renacidos de su imagen santa sobre el monte santo de Jerusalén, para vivir conforme a la semejanza de la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre de su Hijo Jesucristo, complaciendo así toda verdad y justicia del Espíritu Santo,
    perpetuamente.

    Visto que, éste es su nuevo reino que está lleno de su amor prehistórico, que descendió de su familia divina, que realmente es su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo, para entregar amor, vida y bendiciones sin medir no solamente a Abraham pero tambi
    n a sus hijos por nacer en futuras generaciones, incluyendo a los hijos de las familias de las naciones. Por ende, nuestro Padre celestial está pensando en ti y junto con todos los tuyos y amistades, para que se acerquen a él en estos días, porque é
    l los llamó a bautizarse, invocando la santidad perfecta de su nombre bendito y el de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, finalmente para escapar del mal, entrando así en la carne sagrada bendecidos eternamente.

    Ya que, es aquí en donde nuestro Padre celestial vive muy contento contigo y con todos los demás listos a desconectarse de la carne pecadora y sus días malos de tormentos, al invocar la perfecta santidad de su nombre bendito, el de su Hijo Jesucristo
    y del Espíritu Santo, para conectarse para siempre con la carne sagrada que bendice toda vida siempre. Por eso, es que el monte santo de Jerusalén es el lugar en donde nuestro Padre celestial llamó a Abraham a ascender con su único hijo Isaac, porque
    su hijo era en si la casa de Israel que nacería en generaciones futuras, para él recibirles personalmente con sus oraciones y lagrimas llenas del amor prehistórico, porque él ya estaba listo para redimirlos.

    Ciertamente, al tener nuestro Padre celestial a Abraham subiendo con su hijo Isaac al altar del amor prehistórico, descendido del cielo y que estaba listo para ser encendido en fuego eterno, entonces Israel necesitaba acostarse sobre el madero como una
    ofrenda del eterno sacrificio, porque él los estaba preparando para ser clavados a la carne del pacto en su día señalado. Por ende, era importante para nuestro Padre celestial de tener a Isaac recostado sobre el madero del altar del amor prehistórico,
    para orar y llorar en su amor lleno de bendiciones en esta vida y en la venidera, porque él iba a clavar a las almas de Israel a la carne sagrada, derramando la sangre reparadora para fin del pecado sobre todos ellos.

    Sin embargo, antes de nuestro Padre celestial estar listo para tener a toda la casa de Israel y con sus huesos secos regados en el Valle de muerte para levantarlos al altar del amor prehistórico, descendido del cielo, para clavarlos a la carne sagrada
    que lo satisface a él perpetuamente, entonces él tenia que congregarlos de todo el mundo en el Sábado. Aquí es, cuando nuestro Padre celestial, después de haber sido liberados del cautiverio Egipto y bautizados en el mar Rojo al cruzar en seco,
    entonces, él estableció el Sábado en Israel, para congregarlos sobre su altar del amor prehistórico, en donde él mismo los clavaría eventualmente a la carne sagrada de su Hijo Jesucristo, para salvación de cada uno de ellos, perpetuamente.

    Ésta es la salvación que nuestro Padre celestial tenia que preparar a Israel al tener a Abraham subiendo a su único hijo Isaac al altar del amor prehistórico, para que él mismo recostarlo sobre el leño, representando a todo Israel, que
    postreramente seria clavado del Valle de los huesos secos a la carne sagrada de su Hijo Jesucristo para fin del pecado. Ahora, nosotros sabemos que Israel falló en ser redimido nacionalmente, porque por toda su vida terrenal continuamente fallaron en
    bautizarse en agua en la perfecta santidad de su nombre bendito y el de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, para que sean al fin desconectados de la carne pecadora, y así conectarse a la carne sagrada que va al cielo siempre.

    Entonces, para nuestro Padre celestial resolver éste problema, de que Israel falló progresivamente en bautizarse, invocando la perfecta santidad de su nombre santo y el de su Hijo Jesucristo y el del Espíritu Santo, para finalmente abandonar la carne
    pecadora que Dios odia perpetuamente, reconectándose a la carne sagrada que Dios ama intensamente, entonces él tuvo a su Hijo bautizado por ellos. Seguramente, que nuestro Padre celestial tuvo a Juan el Bautista nacido como profeta cuando su Hijo
    Jesucristo nacía del vientre virgen de la hija de David, por el Espíritu Santo, así como Isaac nacido del vientre estéril de Sarah, para que la carne sagrada sea bautizada en el río Jordán por todas las almas de Israel, satisfaciendo así verdad y
    justicia, perpetuamente.

    Aquí nos dice también, que cuando Juan bautizó a nuestro Señor Jesucristo en el Jordán, entonces nuestro Padre celestial tuvo a su Hijo junto con el Espíritu Santo descendiendo del cielo así como cuando el amor prehistórico descendió
    inicialmente de su gloria celestial, para bautizar a la carne sagrada para que todo Israel finalmente cumpla con toda verdad y justicia: para salvación eterna. En otras palabras, al nuestro Padre celestial clavar a su Hijo Jesucristo a Adán y Eva junto
    con todo Israel, tendido en el Valle de los huesos secos, entonces, él cumplió con su pacto de la carne sagrada iniciado con Abraham: clavando a todo hombre, mujer, niño y niña de Israel a la vida mesiánica de su Hijo, matando así la muerte.

    En éste día, nuestro Padre celestial no solamente clavó a cada hombre, mujer, niño y niña a la carne sagrada, huesos inquebrantables y sangre reparadora de su Hijo Jesucristo, salvándolos, pero también bautizo a cada uno de ellos en el Jordán con
    el mismo bautismo de su Hijo, cumpliendo así con toda verdad y justicia con él y con su Espíritu Santo. Esto nos dice, que nuestro Padre celestial no solamente proveyó el bautismo necesario a las almas del Valle de los huesos secos que jamás verían
    la vida, porque habían fallado en bautizarse en agua, invocando su nombre bendito y el de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, por ende, los bautizó a todos clavados con el bautismo de su Hijo Jesucristo.

    Ciertamente, nuestro Padre celestial con la gracia asombrosa de su Hijo Jesucristo y con sus misericordias renovadas cada mañana y junto con los poderes y dones del Espíritu Santo, lloviendo sobre la tierra, desde su altar del amor prehistórico para
    liberar a Israel, pero, esta vez, de toda muerte, amorosamente él hizo que regresen a él y a su vida eterna instantáneamente. Además, lo único que toda la casa de Israel tiene que hacer para regresar a la vida eterna, aunque fallaron en bautizarse
    en agua, invocando su nombre santísimo y el de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, un nombre santísimo dado a Moisés inicialmente sobre el monte Sión para salvación eterna: sólo tienen que creer, invocando su nombre santísimo en cualquier
    momento.

    Eso es todo lo que cada hombre, mujer, niño y niña del Valle de los huesos secos, de la casa de Israel, tiene que hacer para que nuestro Padre celestial los redima, restaurando sus vidas, resucitándolos: su resurrección que está a punto de suceder
    en cualquier momento, porque el tiempo para resucitar a Israel a la vida ya está en sus días. Ahora, nuestro Padre celestial lo hizo fácil todo inicialmente, para que la casa de Israel regrese no solamente a la vida eterna pero también a Canaán,
    para remover todo ídolo de adoración pagana y altares en que ofrecieron sus servicios a dioses de naciones ajenas, y que él se los prohibido hacer esto, para que puedan verlo a él pronto en santidad perfecta.

    Israel, aunque estuvo décadas tendido en el Valle de los huesos secos y sin esperanza alguna, nuestro Padre celestial finalmente los aceptó sobre el monte santo de Jerusalén y el altar del amor prehistórico, descendido del cielo, para que renazcan de
    su imagen por el Espíritu Santo, eventualmente para vivir con él y sus ángeles santos en el cielo, perpetuamente enriquecidos. Visto que, éste es el altar del amor prehistórico que finalmente él no solamente aceptó a Abraham con su hijo Isaac,
    para ser la nación hebrea lista para el sacrificio, como en una ofrenda de amor encendido con él y con su familia divina, pero también, recibió a los hijos de las naciones, para que renazcan en su imagen santa, perpetuamente justificados.

    Esto nos dice, que nuestro Padre celestial en su amor personal hacia Israel aunque no habían nacido aún, él los recibió de las manos de Abraham cuando ascendió con su hijo Isaac, para recostarlo sobre el madero del altar del amor prehistórico, para
    que él empiece el sacrificio continuo de la carne sagrada y de la sangre reparadora que jamás morirán. Ciertamente, éste es el continuo sacrificio especial, ardiendo apasionadamente, que nuestro Padre celestial llamó a Abraham a ejecutar sobre el
    monte Sión, porque éste es su dulce hogar, pero también en donde él y su nombre bendito son alabados por los ángeles y por cada hombre, mujer, niño y niña, renacido con él en su imagen, viviendo ya la vida perpetuamente justificados.

    Aquí es donde nuestro Padre celestial clavó a las familias de Israel a la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre reparadora que destruyo las obras de Satanás en todo Israel, matando así al ángel de la muerte, para que las puertas del
    cielo se abran para que sus hijos legítimos entren perpetuamente bendecidos y renacidos de su amor prehistórico. Esto nos dice también que para cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las familias de las naciones entrar a la gloria celestial,
    entonces todos tienen que ser clavados a la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre reparadora que mató al ángel de la muerte, para que perpetuamente sean parte del mismo continuo sacrificio en el cielo.

    Además, todos aquellos que pensaron que jamás podrían entrar en el reino de nuestro Padre celestial, porque fallaron en bautizarse en agua, invocando la santidad perfecta de su nombre y el de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, entonces, ellos
    podrán también acceder las riquezas de vida, ya que Jesucristo fue bautizado por Juan: cumpliendo con toda verdad y justicia hebrea, perpetuamente. Definitivamente, nuestro Padre celestial ha hecho muy fácil la salvación de todo Israel, tendido por
    todo el Valle de los huesos secos, que lo único que ellos tienen que hacer es simplemente creer en la carne sagrada y en la sangre reparadora vertida sobre todas sus almas aún vivientes sobre el altar del amor prehistórico, para que resuciten pronto
    sin morir jamás.

    Por eso, es que es sobre el altar del amor prehistórico desde donde nuestro Padre celestial llama a cada hombre, mujer, niño y niña no solamente de Israel pero también de las familias de las naciones, para que sean parte de su continuo sacrificio,
    ardiendo de la carne sagrada de su Hijo Jesucristo, clavado al Valle de los huesos secos de Israel. Ésta es una salvación gloriosa que nuestro Padre celestial elevó sobre el monte Sión, que realmente empezó con Abraham, al ser llamado a ascender con
    su único hijo Isaac para recostarlo sobre el madero, que arderá en llamas eternas del amor prehistórico, descendido del cielo, que jamás será apagado por ningún poder del enemigo.

    Éste es un altar glorioso, en donde tú tienes que entrar, y esto es sólo posible bautizado en agua, invocando el nombre bendito de nuestro Padre celestial y el de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, para que camines por el Camino de Santidad que
    te lleva hacia el altar del amor prehistórico, en donde serás aceptado como su hijo amado. Y aquí tú renacerás de la imagen de nuestro Padre celestial así como cuando naciste de él en el cielo, viviendo conforme a la carne sagrada de su Hijo
    Jesucristo, y que es la misma carne sagrada que vistió a Abraham inicialmente, y que te vestirá en estos días para entrar a la vida eterna justificado: conociendo únicamente su vida enriquecida, perpetuamente.

    Éste es el único altar del amor prehistórico, descendido del cielo inicialmente con Isaac, para enriquecer no solamente a Abraham y a su familia, pero también a todas las familias de las naciones, para que tengas todos tus pecados perdonados
    perpetuamente, para conocer únicamente la vida y su bondad cotidiana, que te enriquecerá como jamás has sido enriquecido antes. Y es aquí, en donde tú empezaras a hacer muchas cosas que Jesucristo hizo en Israel, liberando así a los enfermos de sus
    aflicciones, para que vivan la vida que nuestro Padre celestial ya les otorgó para gozarla en la tierra, para finalmente bendecir y glorificar su nombre bendito sobre el monte santo de Jerusalén y del altar del amor prehistórico.

    Además, nuestro Señor Jesucristo le dijo a los que creen en su nombre y en sus palabras que salieron del Padre celestial por medio de su boca, y esto es de que ellos harán los milagros que él hizo con la gente de Israel, pero mayores cosas harán en
    su nombre, ya que está de regreso con el Padre en el cielo. Realmente, lo que nuestro Señor Jesucristo les estaba diciendo a Israel, era que él regresaba a su lugar intercesor sobre el altar del amor prehistórico, descendido del cielo, para continuar
    intercediendo por cada uno de ellos, que invocan su nombre en la presencia de nuestro Padre celestial cuando le piden, por medio de oraciones, de sus ricas bendiciones de cada día.

    Por eso, es que cada persona que cree en él y en su nombre, y esto es por el mundo entero, entonces ellos pueden orar a nuestro Padre celestial por cualquier cosa que necesiten de él, para que sus bendiciones caigan sobre ellos y sobre sus muy amados,
    incluyendo sobre sus amistades, y muchas cosas empezaran a manifestarse milagrosamente y sin cesar. Aquí es, en donde nuestro Padre celestial es glorificado grandemente, porque la gente creerá en él por su Hijo Jesucristo, que es el camino establecido
    del pacto, por medio de su carne sagrada y la sangre reparadora, derramada sobre el altar del amor prehistórico clavado a Adán y Eva y juntos con todo Israel, entonces el creyente recibe bendiciones cotidianas y sin cesar.

    Visto que, éste es el camino de fe que no solamente se acerca a nuestro Padre celestial, pero también va directamente hacia su corazón muy demandante por verdad y justicia perpetua, ya que su Hijo Jesucristo nació del vientre virgen de la hija de
    David, por el Espíritu Santo, y bautizado por Juan, satisfaciendo igualmente toda verdad y justicia para los ya muertos. Y complaciendo verdad y justicia para los que aún viven, como tú y yo presentemente, porque aún vivimos en la tierra, por ello,
    estamos llamados al bautismo en agua, invocando la santidad de su nombre y el de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, y renaciendo así de su carne sagrada somos justificados, pero también bautizados en su verdad y justicia, perpetuamente.

    Esto nos dice, que nuestro Padre celestial no solamente nos ha entregado una carne muy sagrada con sus huesos inquebrantables y su sangre reparadora, llena de vida, que derrotó a Satanás y a la muerte, pero también nos ha entregado la verdad perfecta
    y justicia divina, por el bautismo en agua de su Hijo Jesucristo, cuando Juan lo bautizó en el Jordán. Es decir, que todo Israel del Valle de los huesos secos junto con todos los demás serán unidos con clavos a la carne sagrada de su Hijo Jesucristo
    que derribó el reino de Satanás, restaurando las cosas perdidas de nosotros que se robaron de Adán y Eva los diablos, y nos lo regresa todo con su bautismo de verdad y de justicia, perpetua.

    Esto no dice, que nosotros no podemos vivir sin bautizarnos, cuando lo podemos hacer en cualquier momento en la tierra, pero, en verdad deberemos cumplir con toda verdad y justicia divina, invocando la santidad perfecta de su nombre bendito y el de su
    Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, porque en Jesucristo recibimos el verdadero bautismo en agua, complaciendo al Padre celestial, perpetuamente. Aquí nos dice también, que place a nuestro Padre celestial que recibamos el cuerpo glorificado y la
    sangre reparadora de su Hijo Jesucristo, cubriendo todas las almas de Israel en el Valle de los huesos secos, por ende, él los ha levantado ya juntos con Adán y Eva, clavándolos a la carne del pacto, pero también los bautizó con verdad y justicia
    divina.

    Así nos dice también, que nuestro Padre celestial se preparó con Abraham e Isaac el perfecto sacrificio continuo de su Hijo Jesucristo, que al entregarle a Isaac a él, representando a todo Israel, entonces él pudo unirlos a Adán y Eva, clavándolos
    a la carne sagrada y el perfecto bautismo de toda verdad y justicia divina, complaciéndolo así a él en todo, perpetuamente. En otras palabras, con la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre reparadora de nuestro Señor Jesucristo,
    derramada para cubrir pecados, clavados a Adán y Eva y junto con todo Israel, del Valle de los huesos secos, entonces todas estas almas que fallaron en bautizarse en agua son finalmente bautizados sobre el monte Sión, cumpliendo con toda verdad y
    justicia divina.

    Es decir, que nuestro Padre celestial que clavó a su Hijo Jesucristo a Adán y a Eva junto con Israel no solamente son atribuidos a ellos la perfecta vida, santidad, victorias sobre Satanás, la destrucción de la muerte y el infierno, pero también el
    bautismo que él recibió de Juan con el Espíritu Santo que bajo, para reposar sobre él y todo Israel. Por eso, es que los muertos del Valle de los huesos secos cantan victoria sobre Satanás y la muerte, porque cuando nuestro Padre celestial clavó la
    carne del pacto de su Hijo Jesucristo a todos ellos, entonces él mismo derramó la sangre reparadora, cubriéndolos perpetuamente, para fin del pecado, cuando su Hijo Jesucristo oró, diciendo: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.

    Dado que, fue en éste instante, cuando su Hijo Jesucristo derramaba su sangre reparadora y cubría a Adán a Eva y a todo Israel, del Valle de los huesos secos, entonces, mientras la sangre estaba caliente limpiando a toda alma viviente del espíritu
    humano, a tiempo la intercesión de su Hijo Jesucristo fue aceptada y honrada para fin del mal por nuestro Padre celestial. Éste fue el momento más importante en Israel para vivos y muertos y junto con todas las familias de las naciones, cuando nuestro
    Padre celestial oía y aceptaba la oración intercesora de su Hijo Jesucristo, destruyendo el pecado con su sangre reparadora, cubriendo males en cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y del mundo entero, para que la vida prístina prevalezca,
    perpetuamente.

    Por eso, es que por donde nuestro Señor Jesucristo iba en Israel, entonces él les decía a las multitudes que solamente él es el camino, la verdad y la vida, y que nadie puede jamás entrar a ver al Padre si no vienen por él primero—visto que, só
    lo él es el altar del amor prehistórico ardiendo apasionadamente para salvarlos, perpetuamente. Por ende, cuando respondemos al llamado de nuestro Padre celestial al monte Sión y su altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac, para
    ser bautizados en su fuego de amor, entonces, esto significa que nosotros debemos sumergirnos en sus aguas, invocando la perfecta santidad de su nombre, para caminar por el Camino de Santidad y el altar de su vida prístina.


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