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    Sábado, 05 de Noviembre, 2016 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica

    (Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)

    MILAGROS PARA TI HOY EN EL CONVENIO DE CARNE CON DIOS: BAUTIZÁNDOTE EN AGUA:

    Cuando Abraham y su hijo Isaac alcanzaron el monte de que nuestro Padre celestial le afirmó, de que lo llevaria a él, para que recueste a su hijo sobre el altar, en donde él arderá como en un sacrificio santo hacia él en el cielo, entonces él tomó
    el leño y el fuego para encenderlo con el amor prehistórico, para siempre. Abraham siempre le había creído a Dios, de que él siempre haría maravillosas cosas en su vida, por eso, tenia confianza en su corazón, de que lo que Dios iba a hacer con é
    l y con su hijo era más allá de sus sueños: por ello, él estaba listo para cortar con el cuchillo a su hijo, como el sacrificio del día.

    Ciertamente, nuestro Padre celestial estaba probando su fe, por ello él mismo lo llevaba hacia el monte Sión, descansando sobre el monte Moriah, para que él sea quien arregle la madera y el fuego de que una vez encendido sobre el altar, que él jamás
    había conocido antes: entonces éste fuego ardería perpetuamente con el bautismo redentor de todos sus hijos. No obstante, Abraham falló en entender que era lo que nuestro Padre celestial estaba listo para hacer con su vida y la de su hijo Isaac,
    porque él lo seguía por el camino hacia el monte desconocido: para levantar el altar que el Padre siempre había buscado divinamente hasta que encontró a su amigo (Abraham), listo para ejecutar su voluntad más sobrecogedora.

    Nuestro Padre celestial estaba listo para ver si Abraham hacia lo impensable aunque él le había dado a su hijo Isaac de su familia divina que es su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo: y ahora estaba llamado a ejecutarlo como en un sacrificio de
    ofrenda ardiendo, que jamás cesara de ser en la tierra y en el reino angelical, para siempre. Ciertamente, nuestro Padre celestial sabia perfectamente, de que aquel que había llamado a hacer su voluntad jamás lo decepcionaría a él, porque él sabia
    perfectamente cuanta fe Abraham había acumulado en su corazón por él: por ende, él estaba listo para ejecutar su voluntad sin quejarse jamás, y esto era de sacrificar aquel que había aprendido a amar grandemente en su corazón.

    Nuestro Padre celestial jamás había llamado a Abraham a hacer nada tan difícil para él y su esposa Sarah, porque a todo lo que él lo llamaba a hacer desde el cielo entonces él lo ejecutaba sin quejarse jamás, pues, sin darse cuenta, él estaba
    siendo preparado por el Padre mismo, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo ha hacer lo imposible. Y esto seria algo que nuestro Padre celestial postreramente tendría que hacer no solamente para salvarlo a él junto con su esposa Sarah del pecado, pero
    también a sus hijos prometidos por nacer en generaciones futuras: porque lo que él tendría que hacer para salvarlos del pecado, Satanás, la muerte y el infierno, entonces seria de sacrificar a su unigénito, ¡Jesucristo!

    Además, esto seria algo que nuestro Padre celestial haría para convertir a cada hombre, mujer, niño y niña no solamente de Israel pero también de las familias de las naciones, porque él no podía permitirle a Satanás y a sus ángeles caídos
    reinar en la carne pecadora, que había comido del fruto prohibido, del árbol de la ciencia del bien y del mal. Por eso, es que era importante para nuestro Padre celestial sentarse con Abraham y con sus 318 discípulos que eran sus hijos adoptados,
    comprados de extranjeros por dinero, dándoles así un hogar de familia con su esposa Sarah: para que juntos todos ellos comer del pan y vino, servido diariamente por su Hijo Jesucristo a los que aman a Dios, perpetuamente.

    Ya que, nuestro Padre celestial necesitaba sentarse con Abraham y sus hijos que había comprado por dinero de extranjeros, para darles no solamente casa y familia que habían perdido por la violencia de sus tierras, pero también entregarles el amor que
    siempre buscaron por todos lados: y lo encontraron, cuando conocieron a Abraham y a su familia llena de amor. Abraham tenia verdadero amor para todos, y por ello él era especial para el corazón de nuestro Padre celestial, para llevar acabo su voluntad
    perfecta sobre el monte Sión, al recibir a su Hijo Jesucristo nacido del vientre estéril de Sarah como Isaac, por el Espíritu Santo: para que su semilla divina se integre en todas las familias de las naciones, perpetuamente.

    Nuestro Padre celestial tenia en mente salvarlos, al ser Adán y Eva engañados por las mentiras de Lucifer, por medio de la serpiente del Jardín del Edén al comer del fruto prohibido: para que el corazón de Adán y el de sus hijos pierdan el amor a
    Dios y hacia su nombre perpetuamente en el cielo, para conocer solamente tinieblas, para siempre. Sin embargo, nuestro Padre celestial tenía un Plan de Salvación, que Satanás falló en descifrarlo, porque es tan grande y glorioso como su grande gracia,
    su grande misericordia, su grande verdad eterna junto con su amor y justicia divina en el cielo y, en nuestros días, en todas las familias de las naciones igualmente, desde que su Hijo Jesucristo nació como Isaac.

    Nuestro Señor Jesucristo había introducido en el espíritu humano de la familia de Abraham y, por ende, en toda familia de las naciones el Espíritu Santo de su amor prehistórico, que siempre existió en su familia divina, que es su Hijo Jesucristo y
    su Espíritu Santo junto con las naciones angelicales, creadas para amarlo, servirle y glorificarlo a él divinamente, siempre. Nuestro Padre celestial quería bendecir a cada hombre, mujer, niño y niña de cada familia no solamente de la familia de
    Abraham pero también de todas las familias de las naciones, porque Satanás continuaba atacándolo a él, a su Hijo Jesucristo y a su Espíritu Santo por medio de toda familia: por tanto, su corazón sufría de la manera más cruel.

    Satanás estaba vengándose de nuestro Padre celestial, de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo por haberlo despedido a él y a su tercera parte de los ángeles caídos de los lugares celestiales de amor, gloria, paz y de felicidades inagotables, que
    siempre fallaran en volver a conocer lejos de la presencia santísima de nuestro Padre celestial, para siempre. Puesto que, Satanás conoce que es amor, servicio y gloria hacia nuestro Padre celestial por medio de su Hijo Jesucristo y por el Espíritu
    Santo, y él lo quería todo para él, para que los ángeles lo amen, le sirvan y lo adoren a él en vez de su Creador: y él falló en obtenerlo todo, porque es imposible robarle a Dios.

    Es decir, que si tan sólo nuestro Padre celestial lo otorga todo por medio de su unigénito y por el Espíritu Santo, y esto es precisamente lo que él hizo con Adán y con sus hijos nacidos del vientre de Eva, porque Adán y Eva nacieron de su imagen
    para vivir conforme a la semejanza de su Hijo Jesucristo, llenos del Espíritu Santo. Y esto era lo que Satanás estuvo buscando en el cielo, por ende él pensó que podía obtenerlo con la ayuda de los ángeles caídos, si es que él podía hacer que lo
    siguiesen rebeldes todos en contra del Padre y de su nombre que vive en perfecta santidad de la carne, huesos inquebrantables y sangre reparadora de su Hijo Jesucristo.

    Por eso, es que Satanás siempre ha peleado a través de los tiempos para encontrase más alto que el nombre de nuestro Padre celestial, derrotando a su Hijo Jesucristo, ya que únicamente él lleva su nombre en perfecta santidad, entonces si él puede
    vencerlo, ciertamente que ha vencido el nombre bendito: y por eso él continua atacando al hombre por doquier. Ahora, Satanás triunfa al atacar a la gente por todo el mundo, ya que él logró engañar a Eva junto con Adán también cuando ambos comieron
    del fruto prohibido, que había contaminado la imagen del Padre en cada uno de nosotros: y esta es la carne pecadora que siempre nos tiene conectados a él, y sólo hasta que nos bauticemos en agua.

    Visto que, solamente por el bautismo en agua nosotros invocamos su nombre bendito y el de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo y, al instante, por los asombrosos poderes de la perfecta santidad de su nombre invocado entonces vendremos a ser
    extremadamente santos ante Satanás y su carne pecadora, que inmediatamente tiene que soltarnos, vistiéndonos así de la gloria divina, perpetuamente. Además, es aquí en donde nuestro Padre celestial es que puede verdaderamente empezar a bendecirnos
    con su nombre todopoderoso y con el de su Hijo Jesucristo y con la santidad perfecta del Espíritu Santo, que solamente puede descender sobre nosotros del altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y el Espíritu Santo, para que Sataná
    s nos suelte para siempre.

    De otro modo, si Satanás no nos suelta de su agarre que él tiene en nosotros, porque hemos nacido por inicio de la carne pecadora de Adán y Eva, contaminada con el fruto prohibido que desafía cada día, cada tarde y cada noche al nombre bendito de
    nuestro Padre celestial, entonces nuestro Dios fallara en bendecirnos grandemente cada día, para enriquecernos poderosamente. Además, nuestro Padre celestial amaría en bendecirnos a cada uno de nosotros así como lo hizo cuando nacimos de su imagen y
    alma viviente, para vivir conforme a la semejanza de su Hijo Jesucristo, que lleva su nombre bendito en perfecta santidad por la eternidad: pero, primero él tiene que liberarnos de Satanás y de sus mentiras, maldiciones, y carne enferma, perpetuamente.

    Por ello, nuestro Padre celestial nos dio vida a cada uno de nosotros en su imagen, naciendo por los asombrosos poderes de su Espíritu Santo para vivir conforme a la semejanza de su Hijo Jesucristo, que le complace grandemente en toda verdad y en toda
    justicia, para que vivamos finalmente en su gloria eterna, manifestada en nosotros solamente al amarlo a él. Es decir también que nuestro Padre celestial nos dio vida a cada uno de nosotros, empezando por Adán y por Eva, porque él quiere manifestar
    sus poderes de cada día en nuestras vidas, ya sea que todos vivamos en la tierra o en el cielo: en cualquier caso, él quiere desplegar su amor asombroso que arde continuamente en su corazón por nosotros, perpetuamente.

    Sin embargo, nuestro Padre celestial fallara en bendecirnos como él lo desea siempre, en todo momento, porque Adán y Eva comieron del fruto prohibido que Lucifer lo destinó para ellos, por medio de la serpiente antigua, para que coman de sus mentiras
    llenas de tinieblas y de maldiciones terribles de enfermedades, infecciones, pobreza y muerte, descendiendo al infierno, perpetuamente condenados. Por ende, al comer del pan y vino servido sobre la mesa del SEÑOR por su Hijo Jesucristo como su Santidad
    Personal en la tierra con las naciones y en el cielo con las huestes angelicales, entonces al comer con Dios, así como Abraham y sus hijos lo hicieron en su día: milagrosamente comeremos de la carne sagrada, derrotando así a Satanás perpetuamente.

    Por ello, nuestro Padre celestial descendió con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo no solamente para alimentar a Abraham y a su familia pero también a todas las familias de las naciones, el pan y vino de la carne sagrada y de la sangre
    reparadora de su Hijo Jesucristo, borrando así el fruto prohibido para derrotar a Satanás, siempre. Nuestro Padre celestial derrotó ya el pecado, la maldición, las enfermedades, la pobreza y la muerte de Satanás al nacer su Hijo Jesucristo como
    Isaac del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, para que Abraham viva su vida llena de amor, paz, prosperidad y felicidad junto con sus hijos, empezando con Sarah, pero también las familias del mundo entero.

    Por ende, fue la voluntad de nuestro Padre celestial de tener a sus hijos bendecidos por él mismo junto con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo, invocando ellos la perfecta santidad, que descenderá instantáneamente del altar del amor prehistó
    rico, descendido del cielo, para cambiar su carne pecadora por la carne sagrada, enriquecida para recibir las bendiciones del Padre, siempre. De otra manera, nuestro Padre celestial fallara en bendecir a cualquiera de Israel y de las naciones, porque el
    convenio de vida que él empezó con Abraham junto con su esposa Sarah es de la carne sagrada introducida en el mundo, por el nacimiento de su Hijo Jesucristo como Isaac, manifestando abundantemente amor puro para salvar toda alma viviente del pecado,
    perpetuamente.

    Por eso, es que nuestro Padre celestial pudo bendecir a Abraham, que él mismo lo hizo el hombre más rico de la tierra en todos sus días, porque Abraham podía acumular cada bendición que descendía abundantemente directamente de la gloria celestial:
    por ello, él estaba siendo enriquecido cada día, por recibir la carne sagrada del convenio por medio de Isaac su hijo. Presentemente, lo que nuestro Padre celestial te pide que hagas fundamentalmente es lo mismo, así como Abraham lo hizo en sus días,
    y esto es de recibir la carne sagrada de su Hijo Jesucristo, para que así entregarte cada bendición dada a los ángeles del cielo y para todos en la tierra que lo aman, por medio de su Hijo inmolado, ¡Jesucristo!

    Éste es el convenio de prosperidad que nuestro Padre celestial ha establecido con Abraham y con su familia y con todos los demás que quieran obedecer éste convenio, para que sus bendiciones desciendan sobre ti y los tuyos, incluyendo a tus amistades:
    porque él quiere que todos conozcan que él es el Dios del convenio activo, para con los que lo aman. Por eso, es que era importante para nuestro Padre celestial encontrarse con Abraham listo para sacrificar a su único hijo Isaac, el que él ya había
    empezado a amarlo junto con su esposa Sarah y los hijos adoptados, incluyendo a sus amistades de cerca y de lejos igualmente: porque Isaac fue su convenio de vida, que él tenia que mantenerlo activo, siempre.

    Nuestro Padre celestial tenia que verlo a Abraham poner a su hijo Isaac sobre el madero listo para arder como en un sacrificio eterno de vida, al derramar la sangre sobre el altar de madera: porque él tenia que bendecirlo junto con toda su familia de
    hijos adoptados, para que todos ellos vivan sus vidas bendecidos desde el cielo cada día. Abraham había sido llamado por nuestro Padre celestial ha hacer lo impensable, y esto es de ir más allá de lo imposible, honrando su convenio de vida
    establecido con él y con toda su casa, que vendría a ser tan larga y espaciosa como las estrellas del cielo e incontables hacia la eternidad: para disfrutar lo mejor de su vida maravillosa, siempre.

    Abraham tenia que obedecer a nuestro padre celestial en todo en lo que había sido llamado, y esto fue en creerle igualmente en lo impensable como sacrificar a alguien que había amado en lo profundo de tu corazón y que jamás lastimaría aquella
    persona, ya que ésta persona es todo para él en esta vida y en la venidera, y para siempre. Aquí, Abraham estaba caminando en el reino de lo imposible, porque nuestro Padre celestial tenia que encontrarse con él ahí y con su hijo Isaac, para que se
    lo ofrezca en un sacrificio encendido hacia la eternidad: porque el Padre lo necesitaba junto con su hijo amado a creer en él en el reino de lo imposible, para hacerlo todo posible, siempre.

    Además, nuestro Padre celestial le había manifestado ya de que era imposible que su esposa Sarah tuviese un hijo, porque su vientre estaba estéril, sin embargo, obedeciendo su voz entonces había recibido milagrosamente a su Hijo Jesucristo como Isaac
    que lleva su nombre santísimo, y el amor prehistórico para amarlo, perpetuamente, entregándole así a muchos hijos aún por nacer en generaciones futuras. Justamente, nuestro Padre celestial le había manifestado a Abraham y a Sarah junto con todos de
    su casa, de que, por su Hijo Jesucristo haber nacido como Isaac, llevando su nombre y el amor puro para amarlo perpetuamente junto con sus hijos por nacer aún, de que todo es posible: sólo, cuando él es creído en su convenio de la carne sagrada.

    Además, por razones de éste convenio de vida, que nuestro Padre celestial había empezado con Abraham, tendiendo a su hijo Isaac sobre el madero listo para arder apasionadamente, y éste es el fuego del amor prehistórico ardiendo perpetuamente,
    bautizando a todo creyente en el Padre capaz de convertir lo imposible en posible, para que toda vida sea bendecida milagrosamente, para siempre. Entonces Abraham alcanzó lo inalcanzable, y esto fue de que él vino a ser redimido milagrosamente, al
    cumplir con el Espíritu Santo de los Diez Mandamientos, que él jamás había recibido: empero, él vivía su vida con su esposa Sarah todos juntos con sus hijos adoptados como si los hubiese recibido divinamente así como los recibió Moisés del Sinaí
    , poseyéndolos Israel, perpetuamente.

    Por ende, al Abraham encender el fuego ya que había preparado la madera y a su único hijo Isaac que había amado toda su vida así como jamás amó a nadie antes, además de nuestro Padre celestial, de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, entonces
    fue provisto con el cordero reemplazando a Isaac sobre el altar, para encender el sacrificio continuo. Instantáneamente, al nuestro Padre celestial hablarle a él por medio de su Hijo Jesucristo desde el cielo, llamándolo a que libere a su hijo, sin da
    arlo, entonces Abraham abandonó la daga: porque ahora el cielo conocía de que él jamás le negaría a su único hijo al Padre celestial, aún sacrificándolo si fuese necesario, para cumplir con toda verdad y justicia, siempre.

    Milagrosamente, había un cordero agarrado por los cuernos de dos árboles juntos que representaban a Adán y a Eva sobre el monte alto, ofreciendo al cordero para derramar la sangre reparadora por el pecado de haber comido del fruto prohibido, del cual
    nuestro Padre celestial les avisó jamás comer de él, porque morirían si lo hacían, pecando contra él y la tierra. Visto que, Adán y Eva comieron del fruto prohibido, entonces ellos no solamente pecaron en contra del Padre, del Hijo Jesucristo y
    del Espíritu Santo, pero también en contra de toda la tierra: porque su mano llena del polvo, que vistió el alma viviente que había nacido de su imagen y de su alma santísima, subió de la tierra.

    Por eso, es que la tierra se contaminó con el pecado de Adán y de Eva, porque el polvo que vistió sus almas vivientes se originó de la tierra, por ende todo reino animal fue contaminado igualmente con el pecado que había contaminado la humanidad
    entera: por ello los animales se volvieron salvajes y violentos destruyéndose asimismo, y el hombre, cuando posible. Es decir, desde que Adán y Eva regresaron a la tierra después de pecar en contra del Padre, al no comer del fruto de vida, que es la
    semejanza de la carne sagrada y de la sangre reparadora de su unigénito, y que pudieron haber gustado de él, si sólo comían del pan y vino, entonces se convirtieron en comida para animales salvajes.

    Por eso, es que a veces hemos oído de gente que han sido devorados por animales salvajes, sean estos animales del campo abierto, océanos, ríos, lagos o del aire, entonces es por el fruto prohibido que Adán y Eva comieron, contaminando el cuerpo
    humano de todo hombre, al nacer en la tierra del vientre de sus madres, por ejemplo. En otras palabras, los animales de los campos abiertos atacaran y continuaran siempre atacando a cualquier ser humano, porque pueden sentir el juicio de Dios en contra
    de la carne pecadora que hemos heredado de Adán y Eva: entonces el veredicto se llevara acabo, destruyendo no el alma viviente, pero si la carne pecadora, para cumplir con toda verdad y justicia finalmente.

    De seguro, nuestro Padre celestial le dio a Moisés sobre el monte Sión, descansando sobre el monte Sinaí, su nombre santísimo jamás dado a nadie en la tierra, por ende, es el nombre más santo ardiendo sobre el altar del amor prehistórico,
    descendido del cielo con Isaac y el Espíritu Santo, para que Israel siempre tenga poder para escapar de todo juicio. Puesto que, éste es el nombre de nuestro Padre celestial que existe desde siempre sobre el altar del amor prehistórico, que no tiene
    principio ni fin en el cielo ni en la tierra como en Jerusalén, Israel, para que su poder santísimo siempre esté disponible para perdón, sanidad, liberación y salvación para quienquiera en Israel y en todas las familias de las naciones.

    Éste es el nombre más santo de nuestro Padre celestial en el altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y el Espíritu Santo, que Dios mismo descendió para encontrarse con Moisés y así entregárselo para quienquiera en las familias
    de Israel lo posea divinamente, para escapar del mal que han sufrido por cuatrocientos años, de cautividad egipcia. Ahora, Satanás los podía mantener en cautividad egipcia todo el tiempo en que ellos continuaban viviendo en la carne pecadora, porque
    fallaban en honrar el convenio de vida que habían establecido en Isaac sobre el monte Sión, descansando sobre el Moriah, para que vivan liberados de Satanás y de sus maldades, y hasta que el reino de Dios venga.

    Los israelitas estaban supuestos ha honrar en sus vidas, aunque hayan caídos cautivos ante el Faraón egipcio, el convenio de liberación que Dios había establecido ya con Abraham para que su familia viva bendecida abundantemente junto con sus hijos
    por nacer en generaciones futuras, puesto que, Dios mismo quisiera manifestar cada día sus copiosas riquezas y glorias en ellos, para siempre. Ya que, ésta era la manera en que él quería ser conocido por las familias de las naciones como el Dios de
    un gran convenio de liberación listo para bendecir no solamente a Abraham y a sus hijos, por nacer aún como las estrellas incontables del cielo, pero también para bendecir cada día a todo creyente por toda la tierra, progresivamente.

    Ciertamente, nuestro Padre celestial es un Dios de su palabra y que está listo no solamente para honrar su nombre bendito dado a Moisés sobre el altar del amor prehistórico, para que Israel posea poderes, pero también él está derramando su bendició
    n cotidiana sobre sus muy amados, incluyendo a los hijos de las familias de las naciones, si sólo permanecen en su convenio. Por eso, es que nuestro Padre celestial introdujo en la familia de Abraham su convenio activo de grandes riquezas, que realmente
    es su Hijo Jesucristo, nacido del vientre estéril de Sarah como Isaac, por el Espíritu Santo, para que Abraham renazca de su imagen sobre el fuego de la misericordia, pero también sus hijos por nacer aún, finalmente alcanzando salvación para las
    naciones.

    Ya que, el convenio que nuestro Padre celestial estableció con Abraham y con sus hijos está allí, ardiendo apasionadamente sobre el altar que empezó con su hijo Isaac, tendido sobre el madero, y listo para ser sacrificado como la ofrenda encendido
    para el Padre celestial: y ésta es la carne sagrada que perdona, sana, libera, enriquece y salva el alma viviente del creyente. Ciertamente, no hay otro camino posible en la tierra ascendiendo por gradas, para que tú entres en el convenio de la carne
    sagrada que está allí, ardiendo, con el Padre celestial y con el Espíritu Santo, esperando por cada hombre, mujer, niño y niña no solamente de Israel pero también de las naciones para ser enriquecido grandemente cada día, y para siempre.

    Sin embargo, tú perfectamente puedes entrar en el convenio de la carne sagrada, ardiendo apasionadamente con nuestro Padre celestial y con su Hijo Jesucristo en el amor prehistórico de su Espíritu Santo, descendido del cielo con Isaac cuando nació
    del vientre estéril de Sarah, únicamente invocando la perfecta santidad de su nombre dado inicialmente a Moisés, cuando te sumerges en aguas abundantes, ¡bautizándote! Visto que, descendiendo en las aguas e invocando la perfecta santidad de su
    nombre bendito y el de su Hijo Jesucristo junto con el Espíritu Santo, entonces perfecta santidad hará que la carne pecadora se desconecte de ti, dejándote desnudo completamente para vestir la carne sagrada llena de las asombrosas bendiciones
    celestiales, para que las goces con los tuyos y amistades, siempre.

    Evidentemente, bautizándote: e invocando la santidad de su nombre bendito y el de su Hijo Jesucristo junto con el Espíritu Santo, entonces, instantáneamente, tú serás liberado de la carne pecadora en donde Satanás reina aunque sea tu cuerpo propio
    de carne y de sangre, para que retomes milagrosamente de la carne sagrada, en donde nuestro Padre mismo reina con sus riquezas inagotables. Y, es aquí, en donde nuestro Padre celestial necesitaba tener a Abraham y a toda su familia, incluyendo a sus
    hijos por nacer en generaciones futuras e incontables como las estrellas del cielo, para que él pueda reinar libremente con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo sobre ellos, bendiciéndoles así cada día así como bendice a sus ángeles santos
    del reino.

    No obstante, cuando tú fallas en bautizarte e invocando su santidad perfecta de su nombre bendito y el de su Hijo Jesucristo junto con el Espíritu Santo, entonces tú fallaras igualmente de abandonar la carne pecadora en donde Satanás continuara
    desafiando a toda verdad y a toda justicia para hacer que Dios se enoje contigo, y así mueras en tus pecados: perpetuamente condenado. Además, nuestro Padre celestial junto con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo ha tratado a través del tiempo
    de hacer que Satanás deje de reinar en tu vida así como hizo que deje de reinar en Abraham y en los suyos, bautizándolo milagrosamente sobre el altar de su amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y con su Espíritu Santo.

    Presentemente, nuestro Padre celestial trabaja para que tú te sumerjas en el agua, bautizándote, para él poder hacer que Satanás te abandone con todos sus ídolos y sus espíritus inmundos que siempre vienen con todo mal, para que él deje de reinar
    en ti con sus problemas, dificultades, enfermedades, pobreza y muerte del infierno tormentoso para que no mueras jamás, perpetuamente maldecido. Como siempre, nuestro Padre celestial desea que tú goces de sus bendiciones cotidianas, que él mismo les
    entrega fielmente a sus ángeles santos, y lo mismo él hará por ti y los tuyos, incluyendo a tus amistades de todas las naciones, porque él te puso en la tierra para manifestar sus riquezas, glorias y poderes asombrosos sobre todo tu ser viviente.

    Sin embargo, para que esto suceda en ti, entonces tú tienes que hacer así como Abraham hizo antiguamente, y esto es de entrar en su convenio establecido ya con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo sobre el altar del amor prehistórico,
    descendido del cielo no solamente para Abraham pero también para sus hijos y todas las familias de las naciones. Esto significa, que nuestro Padre celestial tiene aún abundantemente de sus mismas bendiciones que él le otorgó inicialmente a Abraham,
    en todo momento, entonces para nuestros días él está listo para entregártelos a ti igualmente: porque él necesita enriquecer tu vida así como enriquece toda vida angelical, manifestándoles a todos las abundantes glorias escondidas en su nombre
    santísimo, cuando es invocado.

    Puesto que, esto es exactamente lo que nuestro Padre celestial hizo por los profetas, cuando los enviaba para hacerle saber a Israel, de que ellos abandonaban su convenio establecido con Abraham y con su hijo Isaac para encender el fuego de su amor
    prehistórico que los bautizara con poderes asombrosos de su nombre bendito, para que vivan bendecidos por él: ¡ya bautizados! Ya que, nuestro Padre celestial necesitaba que Israel sea conocido como la nación del convenio listo para bendecir a cada
    alma viviente de las naciones, es decir, si ellos son bautizados en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre y de su Hijo Jesucristo junto con el Espíritu Santo, para que vivan sus vidas liberadas de todas las pobrezas de Satanás.

    Por eso, es que nuestro Padre celestial siempre tenia a sus profetas hablándole a Israel constantemente, pero también estaban con ellos para bautizarlos en agua, invocando su nombre bendito y el de su Hijo Jesucristo junto con el Espíritu Santo:
    porque es únicamente por el bautismo en que pueden poseer la carne sagrada, abandonando la carne pecadora para el infierno, ya condenada, eternamente. Finalmente, nuestro Padre celestial envíó a Elías de regreso a Israel manifestado como Juan el
    Bautista, porque él tenia que preparar la venida del Rey de Reyes y Señor de Señores, y éste fue su Hijo Jesucristo nacido como el hijo de David, de una de sus hijas vírgenes, para cumplir cabalmente con el Espíritu Santo de los mandamientos de
    Israel.

    Ahora, Juan bautizaba a todos en Israel, incluyendo gentiles, para que no exista conflicto alguno al encontrarse con el Señor Jesucristo, manifestándose como el Hijo de Dios, el Santo de Israel, y el Gran Rey Mesías que venia a ellos para redimirlos
    con los poderes asombrosos del derramamiento de su sangre sobre la carne sagrada, establecida inicialmente con Abraham, para salvación eterna. Ciertamente, que Juan tuvo que nacer meses antes del Santo de Israel, porque él no solamente lleva el nombre
    bendito del Padre celestial, pero también la carne sagrada del convenio establecido con Abraham para derramar la sangre reparadora sobre sus hijos tendidos en el Valle de los huesos secos, resucitándolos con grandes misericordias sobre el altar del
    amor prehistórico, ardiendo apasionadamente, perpetuamente.

    Además, era importante para todos en Israel bautizarse ya sea por Juan o sus discípulos o por los apóstoles y discípulos de Jesucristo, para que abandonen la carne pecadora debajo de las aguas que la tiran al infierno, vistiéndose de la carne
    sagrada compatible con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, para perdón, sanidad, enriquecimiento, y salvación de sus almas vivientes. Éste bautismo de agua era importante para todo Israel, y en nuestros días para cada hombre, mujer, niño y niña
    de todas las familias de las naciones, porque el perdón, los milagros, sanidades, liberaciones, prosperidad y salvación son posibles en el convenio de la carne sagrada de Dios, para que la sangre derramada como su semilla limpie a todos del pecado,
    perpetuamente.

    Por eso, es que su Hijo Jesucristo pudo hacer grandes milagros por todas partes de Israel: las familias israelitas eran liberadas del pecado, enfermedades, infecciones, posesiones diabólicas, y muchos resucitaron de la muerte, porque creían en la carne
    sagrada para salvación, pactada inicialmente con Abraham y con su hijo Isaac sobre el altar del amor prehistórico, ardiendo apasionadamente sobre el monte Sión. Sin embargo, aquellos que fallaron en bautizarse en agua, porque no entendieron éste
    mandamiento directo del Padre celestial, y la importancia de cumplirlo, entonces continuaron caminando en la carne pecadora, oponiéndose siempre a la carne sagrada de su Hijo Jesucristo, en que Abraham pactó inicialmente con Dios sobre el monte Sión,
    cuando Isaac mismo lanzó el sacrificio continuo hacia la eternidad.


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