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    From IVANIVAN555@aol.com@21:1/5 to All on Sat Jul 8 00:59:03 2017
    Sábado, 08 de Julio, 2017 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica

    (Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)

    EL BAUTISMO EN AGUA ABRE LOS CIELOS: ENRIQUECIENDO TU VIDA CADA DÃA:

    Nuestro Padre celestial respondió desde el cielo (como desde su Lugar Santísimo, del tabernáculo de reunión que Moisés e Israel no habían recibido aún), y Él dijo: ¡Por qué clamas a mí! Ya sabes lo que tú tienes que hacer con todo Israel,
    recuerda lo que hablamos sobre el monte Sinaí—éste bautismo es del cielo. Toma el cayado que tienes en tu mano y levántalo sobre el Mar Rojo, para partirlo en medio, con dos paredes de agua y con su suelo secó hacia el otro lado, para que Israel lo
    cruce hacia su lugar seguro, en donde empezara a servir a Dios y a su Cordero Escogido con toda su alma, mente, cuerpo y espíritu humano.

    Éste es el momento que nuestro Padre celestial había esperado por cuatrocientos años, porque éste es el día en el que no solamente hará que Israel tire todos los pecados, enfermedades, maldiciones y heridas de las familias de las naciones, pero
    igualmente, salvarlos del holocausto que venia de Satanás y de sus ángeles caídos, que estaban desesperados por destruirlo. Además, nuestro Padre celestial necesitaba abandonar en el fondo del mar la carne pecadora que ya Él mismo ya la había
    condenado, por medio de Adán y de Eva, que regresen al polvo, visto que habían comido del fruto prohibido, del árbol de la ciencia del bien y del mal, por lo tanto tenían que regresar a la tierra sin más tardar.

    Ya que, del polvo los había tomado, pues a él tenían que regresar, y es aquí cuando Adán y Eva descendieron del paraíso a la tierra para seguir viviendo sus vidas normales, pero con un día de muerte esperando por ellos, incluyendo a sus hijos por
    nacer en las generaciones venideras, a no ser que se bauticen antes que la muerte llegue. Ahora, nuestro Padre celestial necesitaba que Moisés bautizase a la casa de Israel en el mar, caminando por tierra seca, porque Él ya le había dado su santo
    nombre y el de su Hijo Jesucristo junto con el Espíritu Santo, para que tengan poder, para cambiarse de la carne pecadora a la carne sagrada, para que le sirvan en su amor eterno.

    Puesto que, nuestro Padre celestial tenia en mente a levantarlos a su monte Sión, para bautizarlos a todos ellos con su horno maravilloso de los fuegos de su grande gracia, de su grande misericordia, de su grande verdad y de su grande justicia divina,
    para que sean renacidos como sus hijos legítimos así como Moisés fue para él con poderes para servirle. Éste bautismo fue muy importante para nuestro Padre celestial que Israel lo lograra, por los poderes asombrosos de su santo nombre y el de su
    Hijo Jesucristo junto con el del Espíritu Santo, porque seria aquí, en donde su perfecta santidad desconecta cada alma viviente del espíritu de error del fruto prohibido, para servir al Padre perpetuamente ungido de su Espíritu Santo.

    Visto que, éste es el único lugar, en donde nuestro Padre celestial puede remover el espíritu de error y la carne pecadora de cada hombre, mujer, niño y niña no solamente de Israel, pero igualmente de todas las naciones, para que sean llenos del EspÃ
    ­ritu Santo y de sus dones asombrosos, necesarios para vivir su vida poderosa de nuestro Padre celestial. Aquí es cuando, cada uno puede ser bautizado en agua al invocar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, y solamente entonces, poderosas santidades
    bañan no solamente el alma viviente de cada hombre, mujer, niño y niña pero también el corazón, mente, alma, cuerpo y espíritu humano para que lo amen, le sirvan y le glorifiquen a Él todos los días.

    Éste es el momento, cuando el espíritu de error, que viene del fruto prohibido y que hace que la carne sea pecadora ante nuestro Padre celestial y ante su familia divina de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, es que finalmente es removido
    completamente junto con todo pecado y, por tanto, cada pecado manifestado en toda vida de cada día: muere. Por eso, es que fue importante para nuestro Padre celestial de bautizar a Israel en el mar por Moisés, que estaba allí, porque él tenia los
    poderes de su santo nombre fuego junto con el de su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo, para que Israel pise finalmente la vida que siempre buscó, sin encontrarla jamás, hasta aquel día especial y de bautismo.

    Visto que, esta vida asombrosa y llena de las bendiciones cotidianas de nuestro Padre celestial y junto con sus glorias antiguas de su santo nombre, de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, entonces aquella alma viviente de cada hombre, mujer, niño
    y niña no solamente conocerá y recibirá riquezas del cielo ya preparadas por Él, para gozarlas siempre, pero será salvo, finalmente. Por razones de que al ser bautizados en agua al su santo nombre ser invocado junto con su Hijo Jesucristo y el Espí
    ritu Santo, entonces todos los males del fruto prohibido se alejaran, para no regresar jamás: porque el Espíritu Santo junto con la carne sagrada estará en control total de cada hombre, mujer, niño y niña para gloria del Padre celestial.

    Éste bautismo de agua fue muy importante para que siempre exista en Israel como nación, que nuestro Padre celestial había enriquecido poderosamente con su Espíritu Santo y con su Hijo Jesucristo nacido antes que ellos naciesen del vientre estéril de
    Sarah como Isaac: porque éste bautismo es la madre de todos los bautismos mundialmente y hasta que su reino entre en Canaán. Dado que, cada vez que los hijos de los israelitas que abandonaron el cautiverio Egipto junto con los gentiles, que vivieron
    con ellos, se bautizaron en sus días, invocando al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, entonces ellos recibieron instantáneamente la misma liberación del espíritu de error y de la carne pecadora como los antiguos cuando pasaron en seco el Mar Rojo.

    Es decir también de que cuando uno es bautizado en agua, invocando el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, entonces esta persona estará recibiendo no solamente la liberación del espíritu de error que entró en el alma viviente de Adán y
    de Eva cuando comieron del fruto prohibido, pero instantáneamente recibirán la carne sagrada y sus bendiciones cotidianas, siempre. Puesto que, éste es el Espíritu Santo, y el cuerpo glorificado de su Hijo Jesucristo en Abraham y en Sarah al nacer
    como Isaac con la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre reparadora, quitando todo pecado para que su gracia, misericordia, verdad y justicia divina fluyan en el alma viviente ya bautizada en agua, para bautismo final del Espíritu Santo.

    Por lo tanto, éste fue un bautismo de agua que nuestro Padre celestial le entregó a Moisés inicialmente para Israel poseerlo siempre, porque después de haber sido bautizado en el mar, entonces ellos estaban supuestos a vivir una vida gloriosa,
    preparada por Él mismo para ellos y sus hijos para generaciones futuras, pero todos fallaron en cumplir fielmente con nuestro Padre celestial. Puesto que, después de que ellos fueron bautizados en agua entonces ellos simplemente ignoraron el Mar Rojo o
    el bautismo que habían experimentado completamente como nación ante el Padre celestial, para que abandonen la carne pecadora de esclavitud en el fondo del mar, caminando por el Camino de la Santidad, en donde sólo sus hijos renacidos transitan siempre
    por él hasta hoy.

    Israel simplemente nunca miró el bautismo de agua nuevamente como cuando lo hicieron en el mar con Moisés como su líder con todos los poderes asombrosos del nombre santo del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo que los había liberado del pecado,
    maldición, enfermedades, pobreza y muerte del infierno tormento para siempre, porque ahora habían recibido una vida sumamente poderosa. Es decir también de que Israel jamás se dio cuenta de que sus hijos que habían nacido de ellos, entonces
    igualmente necesitaban el ser bautizados en algún cuerpo de agua abundante del desierto del Sinaí, porque había lugares en donde Israel podía encontrar agua, para bautizar a sus hijos y así liberarlos del espíritu de error y de la carne pecadora de
    siempre.

    En verdad, desde cualquier punto de partida de entre el desierto del Sinaí Israel podía haber caminado hacia el Mar Rojo para bautizar a sus hijos, conmemorando así el día en que se bautizaron todos juntos, cuando el Faraón y su ejercito los perseguÃ
    ­an, acercándose para regresarlos a Egipto como esclavos nuevamente, pero fallaron en hacerlo así para gloria eterna del Padre celestial. Israel jamás volvió a mirar la posibilidad de bautizar a sus hijos en el agua, o a quienquiera bautizarse de las
    naciones que conocieron en el desierto, que perfectamente pudieron ellos mismos bautizarlos, porque estas gentes, si hubiesen descubierto el bautismo de agua, entonces ellos hubiesen caminado hacia una vida nueva, gloriosa y poderosa que empieza en el
    Camino de Santidad eterna.

    Visto que, éste es el Camino de Santidad que lleva hacia al altar del amor prehistórico, que descendió del cielo con Isaac y con el Espíritu Santo, para empezar el sacrificio continuo de su Hijo Jesucristo y llenó de los fuegos del horno de su
    gracia, misericordia, verdad y justicia divina para Abraham y sus hijos, renacidos del bautismo en sus días. Ya que, éste es el bautismo del Espíritu Santo que nuestro Padre celestial te entrega a ti y a cada uno de los tuyos, incluyendo a tus
    amistades del mundo entero, si te bautizas en agua primeramente: porque con el bautismo de agua serás liberado del espíritu de error que vive en tu alma para abrazar finalmente al Espíritu Santo, para siempre.

    Y, es aquí, en donde tú mismo tiraras todos tus pecados, enfermedades, problemas, accidentes, pobrezas, conflictos, guerras, holocaustos (como Israel lo hizo inicialmente en el Mar Rojo), y a todo enemigo también será tirado allí: porque cuando
    Israel cruzó el mar en seco, entonces las aguas cayeron sobre sus enemigos que los perseguían para atacarlos con Faraón y sus oficiales malvados. Ahora, nuestro Padre celestial necesitó destruir al ejercito egipcio en el fondo del mar al cerrar las
    paredes de aguas sobre ellos, porque ellos no solamente perseguían a los israelitas para atacarlos, y probablemente matar algunos de ellos, pero igualmente, porque Él quería asegurarse de que jamás ellos se encontrarían con los que querían regresar
    a Egipto, para seguir siendo (esclavos) como antes.

    En otras palabras, nuestro Padre celestial destruyó a Faraón y a su ejercito para que él jamás esté disponible para los israelitas que siempre miraban regresar a Egipto, porque ellos encontraron que el desierto del Sinaí era un terrible lugar para
    levantar a sus hijos, por tanto, si los egipcios hubiesen estado en su derredor (para ellos), entonces los hubiesen recibidos alegres. Es decir también de que si nuestro Padre celestial no hubiese ahogado al ejército egipcio en el fondo del mar,
    entonces ellos hubiesen estado disponibles para que Satanás atacase a Israel muchas veces, además recibir a todos aquellos israelitas que querían regresar a Egipto: porque algunos de ellos si pensaban que morirían en el desierto junto con sus hijos,
    si no regresaban.

    Ahora, habiendo nuestro Padre celestial bautizado a Israel en el mar, además destruido la amenaza del ejercito egipcio de que podía regresar a los israelitas para llevarse con ellos a todos los que querían regresar al cautiverio nuevamente, entonces É
    l los llevó por un paseo por el vasto desierto, como por donde no había agua alguna a la vista para beber y refrescarse. Ciertamente, nuestro Padre celestial estaba probando a Israel para ver que haría entonces, porque estaban muy sedientos que no sabÃ
    ­an que hacer seguidamente: por ello, acusaban a Moisés por haberlos puesto en el desierto junto con sus familias y animales (y sin agua a la vista para beber), de que empezaron seriamente a pensar en regresar a Egipto y sin él (Moisés).

    Éste es el día que nuestro Padre celestial necesitaba tener a todo Israel en el medio del desierto desolador, en donde no hay agua, pero únicamente los rayos solares sobre ellos y quemándolos con los vientos calientes también que tocaban sus caras y
    cuerpos débiles, para dejarles saber que habían llegado a su destino final (el Valle de los huesos secos). Y es aquí, en donde Israel clamó a Moisés para que encontrase agua, porque no tenían a quien concurrir que podría ayudarles a conseguir la
    tan preciada agua fresca para ellos y para sus animales, que caminaban juntos con ellos, sufriendo igualmente; y es aquí, que Moisés se llenó del poder de Dios: Y él mismo contestó el llamado israelita por agua.

    Eso es todo lo que Moisés tenia que hacer cuando todo Israel se quejaba de estar sedientos, y de que tenían que tener agua para sus ganados pronto, porque si ellos tenían que continuar así por otro día más, entonces morirían ciertamente: pero el
    corazón de Moisés se llenó de la gracia poderosa de Dios, que Dios mismo le suplió su necesidad abundantemente. Nuestro Padre celestial estaba observando a toda la casa de Israel camino por el desierto, por lo cual, los oyó claramente, cuando se
    quejaban ante Moisés de la necesidad de beber agua en algún lugar: ¿pero, dónde en la inmensidad del desierto de sus montes de arena y con el calor del sol sobre ellos: y consumiéndose en su fuego cada vez más?

    Nadie conocía la respuesta a esa pregunta, excepto nuestro Padre celestial, porque él le dijo a Moisés: Yo he oído a la gente quejarse por agua, entonces tú tienes que venir conmigo y Yo te mostrare la roca en el desierto que fluye con agua viva en
    abundancia, es decir, si le hablas con el nombre santo que te he dado. Éste fue todo el poder que Moisés necesito para llevar a todo Israel por el desierto del Sinaí hacia Canaán, y esto fue orando a nuestro Padre celestial en su santo nombre fuego,
    de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, porque hay poderes asombrosos cada vez que lo invocas en su santidad perfecta para hacer maravillas, como lo imposible, por ejemplo.

    Es decir también que cuando oras, intercedes, alabas, bautizas en agua, bautizas en el Espíritu Santo y así haces todo lo que necesites hacer, para que vivas victorioso sobre los poderes de las tinieblas de Satanás y de sus ángeles caídos, porque
    invocando su santo nombre fuego, entonces tú eres enriquecido milagrosamente directamente desde el Lugar Santísimo con abundantes poderes asombrosos, siempre. Puesto que, ésta es la razón de que nuestro Padre celestial le otorgó a Israel su santo
    nombre fuego, de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, para que siempre tengan estos poderes asombrosos obrando maravillas desde su altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y con el Espíritu Santo, para trabajar por ellos y en
    todo lo que necesiten.

    Además, nuestro Padre celestial jamás le hubiese permitido a Moisés y a Israel de empezar su liberación del cautiverio egipcio, sin invocar la santidad perfecta de su santo nombre fuego, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo, porque aquí es donde
    su divino poder de amor, gracia, misericordia, verdad y justicia divina residen para que sus hijos sean victoriosos sobre todo mal, siempre. Por cierto, fue porque su santo nombre fuego y el de su Hijo Jesucristo junto con el Espíritu Santo que Moisés
    tuvo los poderes necesarios para abrir el mar con sus paredes de agua, mostrando su tierra seca para que Israel lo cruce, abandonando la carne pecadora por la carne sagrada, para servir al Padre sobre su altar del amor eterno postreramente.

    Ya que, Israel necesitaba vestirse del nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo para que la carne sagrada se quede en el alma viviente de cada hombre, mujer, niño y niña de Israel, y así entren en el desierto del Sinaí en perfecta santidad de
    su nombre fuego, de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, conquistándolo así todo, finalmente. Además, ellos también tenían que entrar en Canaán con la santidad perfecta de su santo nombre fuego, de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo,
    pero todos fallaron: porque creyeron en el becerro de oro que fue fundido por Aarón en su horno, en donde él había tirado todas las joyas de oro recibidas de los egipcios la noche que huyeron del cautiverio.

    Por ende, nuestro Padre celestial jamás hubiese permitido que Israel entre en su tierra escogida con el becerro de oro inscrito en sus corazones, porque ellos creyeron y lo recibieron de Aarón como su sumo sacerdote: y en la tierra como en el cielo, el
    único sumo sacerdote conocido es su Hijo Jesucristo, que conquistó a Canaán para su santo nombre fuego. Por eso, es que cuando Israel se rebeló en contra de Moisés, entonces lo hicieron en contra del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y por
    culpa de éste pecado grande entonces serpientes venenosas emergieron de la arena por millones, mordiendo a los millares de Israel, porque pronto ya descenderían al Valle de los huesos secos para una larga estadía.

    Realmente, todo Israel había descendido al Valle de los huesos secos por culpa del becerro de oro, y jamás podían entrar a Canaán con el nombre de Satanás vestido como el becerro de oro de Israel, porque ésta es la tierra que glorificara
    grandemente su santo nombre fuego que su Hijo Jesucristo lo introduciría en su día, quedándose perpetuamente sobre sus hijos. Por eso, es que cuando su Hijo Jesucristo nació de la hija de David, bañado en su propia sangre del convenio, introduciendo
    en Canaán por vez primera el santo nombre fuego, en toda la historia de la humanidad entera, y esto era algo que los primeros israelitas, como primicia, debieron haberlo hecho así, pero fallaron por culpa del becerro de oro.

    Ahora, habiendo nuestro Señor Jesucristo introducido el santo nombre fuego de nuestro Padre celestial en Israel, porque él nació en Belén de Judea, entonces la noche entera se encendió en luz por todo Jerusalén e Israel, porque era su santo nombre
    fuego entrando en Canaán para ser clavado a toda la casa de Israel yaciendo en el Valle de los huesos secos. Sin embargo, primeramente nuestro Padre celestial tenia que ver junto con su Espíritu Santo a su Hijo Jesucristo vivir su vida perfecta, que é
    l personalmente la había escrito con su dedo ante Moisés sobre el Monte Sinaí cuando él ayunaba por cuarenta días y cuarenta noches, para que todo Israel viva su propia vida santísima del cielo, y perpetuamente justificados, para siempre.

    Por esta razón, cada palabra escrita de nuestro Padre celestial, en las dos tablas de los mandamientos, es sobre toda su misma vida eterna del reino angelical ante su Hijo Jesucristo, su Espíritu Santo y las huestes angelicales que él creó
    postreramente, para que Israel la viva y así sea finalmente aceptado en el Lugar Santísimo con salvación perfecta. Es decir también de que cuando alguien se salva, porque aquella persona ha sido bautizada en agua, invocando la santidad perfecta de su
    santo nombre fuego y el de su Hijo Jesucristo junto con el Espíritu Santo, entonces aquella persona recibe el Espíritu Santo y la carne sagrada que ha vivido ya en Israel la vida perfecta y victoriosa sobre Satanás, perpetuamente.

    Por eso, es que nuestro Padre celestial tenia que bautizar a Israel en el mar y en su nombre bendito y en el de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, porque es en éste bautismo, en donde tú recibirás su vida perfecta, obedeciendo y cumpliendo
    hacia la gloria celestial sus mandamientos, caso contrario, sin su cumplimiento nadie entrara al cielo jamás. Por ello, nuestro Padre celestial le decía a Abraham que él tenia que ser perfecto y santo así como él siempre lo ha sido en la eternidad
    ante su Hijo Jesucristo, su Espíritu Santo y sus huestes angelicales, para vivir la vida eterna perpetuamente enriquecido así como Él lo es, perpetuamente, para que él mismo viva su vida divina únicamente conociendo grandezas, siempre.

    Ahora, Israel estaba haciendo todo muy bien en el desierto hasta que Moisés fue llamado al Monte Sinaí, porque nuestro Padre celestial necesitaba entregarle las tablas de los mandamientos escritas con su dedo, porque nadie en el cielo puede escribir su
    vida perfecta, excepto Él mismo: por ende, Él se las dio a Moisés, para que Israel las reciba como sus hijos. Consecuentemente, Israel estaba supuesto a vivir esta vida perfecta y gloriosa de nuestro Padre celestial porque ellos son sus hijos, nacidos
    del vientre estéril de Sarah, por los poderes del Espíritu Santo: Sin embargo, Él les dijo que ellos jamás podían vivir su vida santísima y cumplirla, porque es imposible para el espíritu humano vivirla en perfecta gloria, perpetuamente.

    Aún así, los israelitas estaban llamados por nuestro Padre celestial a vivirla cada día de sus vidas por el desierto del Sinaí y en Canaán, porque está supuesta a ser obedecida y cumplida en eterna gloria en su tierra escogida, para que le prueben
    a Él que lo aman, para entrar a la vida eterna, por siempre justificados y con salvación perfecta. Pero los israelitas pecaron en contra del Padre, aceptando el becerro de oro que Aarón había fundido en su horno que él había preparado ya ante él,
    para tirar en él las joyas de oro recibidas de los egipcios la noche que abandonaron su cautiverio, en busca de la tierra prometida, para finalmente servir al Padre sobre su altar del amor antiguo.

    Sin embargo, cuando llegaron cerca de los limites entre Canaán y el desierto del Sinaí, entonces ellos enviaron espías a explorar las tierras por poseer pronto, porque nuestro Padre celestial se las había prometido a todos ellos como parte del
    convenio de vida, establecido con Abraham su siervo, para que la conquisten como su dulce hogar eterno. Ya que, éstas son las mejores tierras del mundo entero que nuestro Padre celestial las había escogido personalmente para vivir en ellas con sus
    hijos, que habían recibido ya su perfecta y santísima vida escrita en las tablas de los mandamientos, para que las cumplan diariamente, aunque imposible de hacerlo así por nadie entre ellos, excepto por el Rey Mesías, ¡su Hijo amado!

    Entonces cuando los diez espías regresaron a Israel, pues fueron recibidos por Moisés con un reporte malo que traían: porque su reporte decía que la tierra estaba ocupada por gigantes y gentes terribles que jamás habían visto antes, y que, era
    imposible para que Israel la conquiste, porque ellos eran más fuerte que todos los enemigos que habían encontrado hasta aquel día. Sin embargo, Caleb, y Josué, hijo de Nun, rechazó el reporte malo que hizo que toda la casa de Israel se desanimara
    para entrar en ella, y tomarla para todos ellos, así como nuestro Padre celestial se lo había prometido ya, para que sea su tierra eterna y finalmente el dulce hogar de Dios, reinando sobre todas las naciones al fin.

    De pronto, los israelitas se fueron en contra de Moisés y le demandaban regresar a Egipto inmediatamente, porque ahora sabían perfectamente que serian derrotados, si se atrevían a invadir esta tierra ocupada por gigantes y ejércitos numerosos y
    poderosos, y que también temían que sus mujeres y niños serian esclavos nuevamente como en el cautiverio egipcio ya sufrido por más de cuatrocientos años. Efectivamente, nuestro Padre celestial se enojo por las palabras de los israelitas, porque Él
    oyó todo el argumento en contra de Moisés, que Él estuvo apunto de derramar su ira sobre ellos como cuando casi lo hace al pie del Monte Sinaí, por culpa del becerro de oro, pero Moisés intercedió nuevamente por ellos, para que Dios los deje vivir
    con él.

    Finalmente, la ira de nuestro Padre celestial se derramó sobre los espías que regresaron de Canaán con un reporte malo, y Él los mató por hablar mal de su dulce hogar, en donde su Hijo Jesucristo nacería de la hija de David, bañado en su propia
    sangre reparadora del convenio, haciendo así que su nombre santo entre en Israel para quedarse, perpetuamente. Aquí es cuando, nuestro Padre celestial le dijo a Israel que jamás entraría a la tierra prometida, por creer en el becerro de oro, además,
    todos habían creído en el reporte malo de los espías que Él tuvo que matar para honrar su dulce hogar, en donde Él finalmente vivirá con sus hijos perpetuamente felices hacia toda la nueva eternidad celestial.

    Ciertamente, nuestro Padre celestial tuvo que matar a los espías para que ningún hablar mal de su tierra escogida prospere de ninguna manera posible en Israel o el enemigo, si es que quisieran usar el reporte malo de los espías infieles: porque Él
    quería que Israel piense siempre de que su tierra que heredarían es la tierra de sus nuevas glorias venideras. Visto que, ésta es la tierra que Él mismo ha escogido para que su Hijo Jesucristo no solamente nazca con la carne sagrada, los huesos
    inquebrantables, la sangre reparadora pero igualmente con sus mandamientos escritos en su sangre, para vivirlos debajo del fuego de su nombre bendito, para que Israel los cumpla, finalmente, para salvación y así acceder a su nuevo reino venidero.

    Además, el Israel antiguo no podía acceder jamás a Canaán, porque creyeron en el becerro de oro y en el reporte malo de los espías infieles, que debieron haber creído inicialmente en sus promesas ya concedidas a sus siervos Abraham, Isaac y Jacobo
    sobre la tierra escogida, en donde Él vivirá junto con sus hijos en su misma vida perfecta, para siempre. Sin duda, Israel estaba en pecado y tenían al becerro de oro como el cordero libertador del cautiverio egipcio y, además, ellos tenían también
    el reporte malo de los espías infieles que fallaron en ayudarles a entrar en la tierra prometida, que tenían que ellos mismos conquistar finalmente, para que algún día gocen de su leche y miel prometida a sus antepasados primeramente.

    Oportunamente, nuestro Padre celestial le dijo a Moisés que él tampoco entraría en su tierra prometida, por no honrarlo sobre la roca, cuando lo había llamado a hablarle y no a pegarle así como lo hizo ante la congregación de Israel para que vierta
    el agua necesitada: por ende, él fue enterrado cerca de la frontera antes de entrar finalmente a Canaán. Además, a Israel le fue ordenado que regresase por el camino del Mar Rojo, porque su ídolo seguía siendo el becerro de oro, y el reporte malo de
    los espías infieles aún estaban en sus mentes, corazones, almas, cuerpos y espíritu humano, que Él no podía dejarlos entrar en Canaán, creyendo mentiras sobre Él y sobre su dulce hogar (de su santo nombre).

    Sin embargo, aunque nuestro Padre celestial no le permitió a Moisés entrar a la tierra prometida, pero el tabernáculo de reunión si entró en él, porque éste es el Lugar Santísimo, en donde su Hijo Jesucristo entraría en él, bañado en su sangre
    reparadora sobre toda la casa de Israel del Valle de muerte, salvándolos, conquistando así toda salvación humana mundialmente, perpetuamente. Visto que, Israel con el becerro de oro (el diablo bañado en oro) quería entrar a Canaán y al Lugar Santí
    simo junto con ellos, gobernando a todo Israel en lugar del Padre celestial, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo así como siempre fue, desde el primer día del convenio de vida, establecido con Abraham y con el vientre estéril de Sarah.

    Por ende, nuestro Padre celestial le ordenó a Israel regresar por el camino del Mar Rojo, para ser bautizados todos, y esto no fue para los israelitas antiguos ya bautizados inicialmente, pero para sus hijos que los sobrepasaban en numero: ellos, si
    necesitaban bautizarse, para remover el espíritu de error y la carne pecadora, para entrar a Canaán con la carne sagrada. Puesto que, ésta es la carne sagrada que nuestro Padre celestial honra junto con su Espíritu Santo, vistiendo el alma viviente
    de cada hombre, mujer, niño y niña entrando a Canaán para poseerla perpetuamente: porque ésta es la carne sagrada del Espíritu Santo que obedece sus mandamientos eternamente, sólo para conocer toda felicidad celestial con todos sus hijos de todas
    las naciones.

    Nuevamente, Israel falló en entrar en el Mar Rojo para bautizar a sus hijos, en vez, caminaron por todo el desierto del Sinaí por cuarenta años, que hizo que nuestro Padre celestial extendiera su ira aún más hacia ellos, porque fallaban siempre en
    bautizar a otros para conmemorar el bautismo de agua recibido al cruzar el mar hacia la seguridad del desierto desolador. Los israelitas olvidaron que nuestro Padre celestial les había liberado del cautiverio, de un holocausto seguro (que estaba ya en
    su desarrollo), del espíritu de error, de la carne pecadora y del ejercito egipcio (que los perseguía listo para regresarlos al cautiverio antiguo), para jamás volver a escapar de Egipto probablemente, por culpa de falta de amor hacia su amor eterno.

    Sin embargo, si Israel hubiese declarado día de fiesta por el bautismo recibido al cruzar el mar en seco hacia la seguridad del desierto, al bautizar a sus hijos no bautizados aún desde que nacieron, entonces el dolor de nuestro Padre celestial e ira
    hacia ellos, por culpa del becerro de oro y del reporte malo de los espías infieles, hubiesen aplacado. Por lo contrario, ellos agravaron la ira del Padre a más, porque continuaron rebeldes hacia Moisés, que hizo que las serpientes venenosas del Valle
    de los huesos secos emergieran para recibirlos antes de tiempo, porque el becerro de oro con el reporte malo de Canaán aún estaba en ellos, entonces tenían que morir hasta que crean en su Hijo Jesucristo, como redentor.

    Además, la única manera en que Israel iba a creer en su Hijo Jesucristo como el Rey Mesías, seria destruyendo el becerro de oro fundido por Aarón con todas las joyas recibidas de los egipcios, entonces es cuando él realmente vivirá para ellos en
    Canaán el Espíritu Santo de los mandamientos hasta cumplirlos totalmente bajo los poderes asombrosos del santo nombre fuego. Aquí es cuando, nuestro Señor Jesucristo vivió el Espíritu Santo de los mandamientos en Israel por cada hombre, mujer, niñ
    o y niña no solamente del Israel antiguo yaciendo en el Valle de muerte, pero igualmente para todos los demás, incluyendo las familias de las naciones, para que todos tengan ya su vida perfecta, y vivida en Canaán, para ascender justificados al cielo.

    Así, cuando nuestro Señor Jesucristo ascendió al monte Sión para ser clavado al madero del Israel antiguo yaciendo en el Valle de muerte, entonces con los colmillos de las serpientes venenosas, hiriéndole mortalmente, él recibió los clavos y las
    espinas en su cabeza, manos y pies para extender su ultimo aliento de vida hacia Isaac para que regrese a la vida nuevamente. Visto que, ésta era la única manera en que el Israel antiguo iba a entrar a la tierra prometida con su Hijo Jesucristo,
    integrado a ellos con la carne sagrada y el Espíritu Santo de los mandamientos eternamente cumplidos y glorificados en Israel así como en el cielo, para que vivan para amar, servir y glorificar su santo nombre fuego, para siempre.


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