La Masonería no está bajo el dominio del mundo profano.
Entre nosotros los ciudadanos del Siglo 21, herederos de las Cultura Grecolatina, la palabra, el discurso, el debate, ocupan un lugar de privilegio en nuestras vidas. Al hablar o escribir estamos
convencidos de que estamos remitiéndonos a la realidad misma. Las instituciones que dirigen la vida pública y privada de nuestras
naciones, y esto es igualmente válido para todas las Universidades
del Mundo, que no son sino un mal almacén desordenado de datos y
jerarquizado por palabras y palabras; cada institución de nuestro
mundo representa un aspecto distorsionado de nuestro operar a base de engaños. Así tenemos, por ejemplo, las instituciones religiosas, los
poderes públicos, las instituciones militares, las universidades e instituciones docentes, los sindicatos y los gremios profesionales,
en
fin, la banca, el comercio.
Por lo que vemos, la vida del mundo moderno gira en torno al
convencimiento de que la palabra es representante legítima de la
realidad. La gente para resolver sus problemas recurre al orden
establecido, vale decir, a las instituciones. Pareciera como si no
hubiese otra manera de existir para el hombre y la mujer, es decir,
teniendo que tomar a las palabras como el guía principal de la vida,
porque para nosotros la vida transcurre en una conversación, que
luego
muchas veces transcribimos a un papel o a una página de Internet. Por ejemplo, nuestro nombre propio no es más que la conversación entre
algunos individuos, que a su vez la hacen saber a los demás, para
luego asentarla en un acta firmada por un profano notario público.
Otro ejemplo: las Fronteras entre países, líneas imaginarias, que
por
alguna razón son respetadas por millones de seres humanos y que los
que las infringen son sancionados arbitrariamente; estas fronteras se establecieron por un acuerdo verbal al principio, luego transcrito a
un papel firmado, y luego haciendo una labor de convencimiento al
mundo de lo que es inconvencible. Pero ejemplos como estos hay
muchos,
incluidas las nacionalidades y los credos.
En cambio, la vida del masón contrasta ostensiblemente frente a este
imperio irrestricto de la institucionalización del comportamiento irrazonable. Y aunque una tendencia absurda a ver a la Masonería como
una Institución cuando no , no lo es. Es una Asociación libre, sí
Libre, Libre de esas atrocidades profanas de sugestión en masa, que
nos tratan de convencer que debemos sujetarnos al poder de las
palabras. El masón se separa, rompe con las instituciones profanas
y se sujeta a la Razón Humanista; ve la ineficiencia y la trivialidad
de las palabras, y resueltamente se adentra en la Verdad en forma
más
que directa.
Si es cierto que el masón abandona el mundo profano para ponerse en
contacto directamente Con Dios, al que llama Gran Arquitecto del
Universo, no quiere decir que no continúe conviviendo con aquéllos
con los cuales antes compartía el mundo profano; al contrario la
relación con estos se estrecha fraternalmente más; pero ya el vivir
del masón es totalmente diferente. Luego que se inicia masón da el
salto a la Verdad y aprende a ser un servidor de la Humanidad, su
retorno al mundo profano es, en buena medida y por lo general, para
rescatar a aquéllos librepensadores que están aun atrapados por la
vida profana, ya en las religiones o en las instituciones académicas.
Por eso, la figura del masón es vista siempre como sospechosa por el
mundo al cual había pertenecido antes, y de manera general el masón
es
sospechoso de controlar a la humanidad para estos fines.
Cristo el Tekton dijo: Mi reino no es de este mundo; si mi reino
fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera
entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí
Evangelio de Juan 18:36
http://groups.google.com/group/SECRETO-MASONICO
La Masonería no está bajo el dominio del mundo profano.
Entre nosotros los ciudadanos del Siglo 21, herederos de las Cultura Grecolatina, la palabra, el discurso, el debate, ocupan un lugar de privilegio en nuestras vidas. Al hablar o escribir estamos
convencidos de que estamos remitiéndonos a la realidad misma. Las instituciones que dirigen la vida pública y privada de nuestras
naciones, y esto es igualmente válido para todas las Universidades
del Mundo, que no son sino un mal almacén desordenado de datos y
jerarquizado por palabras y palabras; cada institución de nuestro
mundo representa un aspecto distorsionado de nuestro operar a base de engaños. Así tenemos, por ejemplo, las instituciones religiosas, los
poderes públicos, las instituciones militares, las universidades e instituciones docentes, los sindicatos y los gremios profesionales,
en
fin, la banca, el comercio.
Por lo que vemos, la vida del mundo moderno gira en torno al
convencimiento de que la palabra es representante legítima de la
realidad. La gente para resolver sus problemas recurre al orden
establecido, vale decir, a las instituciones. Pareciera como si no
hubiese otra manera de existir para el hombre y la mujer, es decir,
teniendo que tomar a las palabras como el guía principal de la vida,
porque para nosotros la vida transcurre en una conversación, que
luego
muchas veces transcribimos a un papel o a una página de Internet. Por ejemplo, nuestro nombre propio no es más que la conversación entre
algunos individuos, que a su vez la hacen saber a los demás, para
luego asentarla en un acta firmada por un profano notario público.
Otro ejemplo: las Fronteras entre países, líneas imaginarias, que
por
alguna razón son respetadas por millones de seres humanos y que los
que las infringen son sancionados arbitrariamente; estas fronteras se establecieron por un acuerdo verbal al principio, luego transcrito a
un papel firmado, y luego haciendo una labor de convencimiento al
mundo de lo que es inconvencible. Pero ejemplos como estos hay
muchos,
incluidas las nacionalidades y los credos.
En cambio, la vida del masón contrasta ostensiblemente frente a este
imperio irrestricto de la institucionalización del comportamiento irrazonable. Y aunque una tendencia absurda a ver a la Masonería como
una Institución cuando no , no lo es. Es una Asociación libre, sí
Libre, Libre de esas atrocidades profanas de sugestión en masa, que
nos tratan de convencer que debemos sujetarnos al poder de las
palabras. El masón se separa, rompe con las instituciones profanas
y se sujeta a la Razón Humanista; ve la ineficiencia y la trivialidad
de las palabras, y resueltamente se adentra en la Verdad en forma
más
que directa.
Si es cierto que el masón abandona el mundo profano para ponerse en
contacto directamente Con Dios, al que llama Gran Arquitecto del
Universo, no quiere decir que no continúe conviviendo con aquéllos
con los cuales antes compartía el mundo profano; al contrario la
relación con estos se estrecha fraternalmente más; pero ya el vivir
del masón es totalmente diferente. Luego que se inicia masón da el
salto a la Verdad y aprende a ser un servidor de la Humanidad, su
retorno al mundo profano es, en buena medida y por lo general, para
rescatar a aquéllos librepensadores que están aun atrapados por la
vida profana, ya en las religiones o en las instituciones académicas.
Por eso, la figura del masón es vista siempre como sospechosa por el
mundo al cual había pertenecido antes, y de manera general el masón
es
sospechoso de controlar a la humanidad para estos fines.
Cristo el Tekton dijo: Mi reino no es de este mundo; si mi reino
fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera
entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí
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