=?UTF-8?Q?=28IV=C3=81N=29=3A_EL_=C3=81RBOL_DE_VIDA_EST=C3=81_EN_TU_TEMP
From
IVANIVAN555@aol.com@21:1/5 to
All on Sat Jan 21 05:11:02 2017
Sábado, 21 de Enero, 2017 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica
(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)
(MAY GOD BLESS THE NEW AMERICA!
We would like to thank our heavenly Father, in the name of His Son Jesus Christ, for the peaceful transition of power that took place on Friday at the White House the nation’s capital as former president Barack Obama was relieved of his duties by
Donald Trump as new elected president of the people of the United States of America. We surely thank our heavenly Father for the presidential work that Mr. Obama executed for our heavenly Father and His people’s best interests for two-terms, but we
also thankful for Donald Trump as the new president to do His divine will, in the name of His Son, until the entire nation is enriched with His Holy Spirit outpouring of daily blessings. Amen!)
EL ÁRBOL DE VIDA ESTÁ EN TU TEMPLO LOCAL Y SU ALTAR CON TU PAN Y VINO COTIDIANO:
Nuestro Padre celestial le dijo a Adán y Eva: ustedes pueden comer de todos los frutos de los árboles, del Jardín del Edén, pero jamás del fruto prohibido del árbol, de la ciencia del bien y del mal. Porque del día que comieren de su fruto,
entonces, todos ustedes morirán, por cierto, conociendo solamente tinieblas, separados del paraíso y de sus bendiciones cotidianas de la gloria celestial, abandonando así toda esperanza de caminar con Dios y disfrutando de sus deleites celestiales y
eternos.
Por lo tanto, ustedes están llamados a comer solamente del árbol de su Hijo, que es la carne sagrada y la sangre reparadora sobre el altar de vida eterna, llena de bendiciones cotidianas que serán perpetuamente posibles en todos ustedes y sus muy
amados, incluyendo sus amistades: para que todos vivan una vida llena de riquezas abundantes de su Padre y Creador. Puesto que, ésta es la vida gloriosa que nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo te han entregado ya, para que
la disfrutes a lo máximo cada día, y la encontraras siempre sobre el árbol de vida del altar de tu templo del barrio, cerca, en donde vives, enriqueciéndote instantáneamente, por amor a su nombre bendito y palabra viva.
Ciertamente, que nuestro Padre celestial quería que Adán y Eva viviesen siempre gozando de lo mejor de la vida eterna, que ya había sido entregada a ellos y sus hijos, por inicio: porque habían nacido de su imagen, por el poder del Espíritu Santo,
para que vivan en la semejanza de su Hijo Jesucristo, llenos de su Espíritu Santo, perpetuamente. Por eso, es que nuestro Padre celestial expresamente les dijo que podrán comer de los árboles del Edén, incluyendo del árbol de la vida, que es la
carne sagrada y la sangre reparadora de su Hijo Jesucristo en el pan y vino, servido diariamente: para que todos vivan con él, gozando de la bendición del convenio de vida de cada día, perpetuamente.
Además, nuestro Padre celestial necesitaba que Adán y Eva comiesen de su pan y vino, para que reciban sus nutrientes de cada día que él mismo consume ante su Hijo Jesucristo, el Espíritu Santo y sus huestes angelicales, para que ellos vivan con él
en perfecta santidad así como él lo ha vivido plenamente en toda la eternidad y para siempre. Es decir, que nuestro Padre celestial necesitaba asegurarse que ellos puedan vivir con él, su Hijo Jesucristo, su Espíritu Santo y sus huestes angelicales
siempre gozándose en su perfecta santidad, que trae gloria y honor a su nombre bendito cada día en el cielo y por toda su Creación, como la tierra: entonces sólo con su comida él quería alimentarlos inicialmente, y siempre.
Ciertamente, Adán y Eva tenían que comer y beber lo que nuestro Padre celestial consume en el cielo por donde sea que vayan por toda su Creación, por eso, tenían que aprender a comer del árbol de la vida que es su Hijo Jesucristo, siempre
impartiendo a las huestes angelicales de su pan y vino: para que vivan llenos de su santidad, perpetuamente. Y en el cielo, todos pueden comer de todos los árboles del Edén, pero también tienen que comer de su Hijo Jesucristo, porque sólo él es el
que lleva su nombre bendito en perfecta santidad, alimentando cada corazón de todos en el reino angelical, incluyendo cada hombre, mujer, niño y niña, para que su santidad prevalezca por la toda eternidad, siempre.
Por eso, nuestro Padre celestial quería tener a Adán y Eva comiendo y bebiendo de su fruto de vida, que realmente es su Hijo Jesucristo sobre el Monte Sión, su dulce hogar, porque ésta es una familia que él junto con su Hijo y con su Espíritu sigue
engrandeciéndose progresivamente, y Adán con Eva tenían que comer lo servido para permanecer santos. Y esta es la razón del porque nuestro Padre celestial tenia que establecer su dulce hogar que es el Monte Sión en Jerusalén, en Israel, porque aquí
es donde su templo está establecido para que las naciones oren, para que él les dé de comer de su pan y vino, para que su santidad siempre corra libremente en todas sus vidas.
Es decir también que nuestro Padre celestial espera de que tú te acerques a su dulce hogar sobre su Monte Sión, en donde su altar que se lo dio a Abraham e Isaac para que ofrezcan su ofrenda encendida de su amor prehistórico está establecido
permanentemente, descendido del cielo con Isaac y su Espíritu Santo, para que todos coman de su comida. Además, tú tienes que comer de nuestro Padre celestial, de su Hijo Jesucristo y de su Espíritu Santo así como los ángeles del cielo comen cada d
a: porque él necesita que tú no solamente te goces de su comida de cada día para que permanezcas santo ante él y su nombre bendito, pero también, puedas conquistar nuevas glorias en perfecta santidad. (Y estos son milagros de cada día en tu vida y
en los tuyos igualmente.)
Por ello, nuestro Padre celestial necesita que tú regreses a tu estado espiritual así como cuando naciste inicialmente de su imagen y de su alma viviente, para vivir conforme a la semejanza de la carne sagrada y de la sangre reparadora de su Hijo
Jesucristo: para que seas como él de pies a cabeza, porque eres rey, sacerdote y templo, perpetuamente. Por eso, es que cuando tú comes de su árbol de vida, que es su Hijo Jesucristo, entonces estás comiendo su comida que él come diariamente: porque
ésta es la comida de reyes, sumos sacerdotes, templos a su nombre bendito y jueces (juzgando ángeles), para que su perfecta santidad y gloria siempre prevalezca en sus muy amados constantemente hacia toda la eternidad.
Ciertamente, nuestro Padre celestial alimenta a sus ángeles con el mismo pan que le ofreció a Adán y a Eva inicialmente, porque así él siempre los mantendrá santos: amándole, sirviéndole y glorificándole a él y a su nombre bendito sobre su
Monte Sión al comer de él para permanecer en perfecta santidad, y aún así jamás podrán ser como él es eternamente. Es decir, de que las huestes angelicales jamás podrán ser como nuestro Padre celestial o como su Hijo Jesucristo o como su Espí
ritu Santo, porque ellos son seres creados que no podrán ser como Dios jamás en sus deberes como Dios soberano, Rey, sumo sacerdote y templo a su nombre bendito: pero sus hijos si pueden, al renacer de su Espíritu Santo.
Porque no importa jamás cuanto coman las huestes angelicales del árbol de la vida que es su Jesucristo, siempre fallaran en ser como Dios es el Todopoderoso, Dios soberano, sumo sacerdote, juez y templo del nombre bendito, sin embargo, sus retoños si
pueden como Adán y Eva con todos sus hijos: porque ellos nacieron de su imagen y de su alma viviente. Por todo ello, cuando nuestro Padre celestial le dijo a Adán y a Eva de que ellos podrán comer de todos los árboles del Edén junto con el árbol de
la vida, pero jamás del fruto prohibido, porque sólo entonces él los podría ver renacer como él mismo es perfecto y glorioso, conquistando siempre nuevas glorias para su nombre santísimo, para siempre.
Ahora, desde que Adán y Eva comieron del fruto prohibido, porque Lucifer logró engañarlos por medio de la serpiente del Edén, entonces la esperanza de que él vea a Adán y a sus hijos llegar a ser tal como él siempre ha sido Rey, sumo sacerdote,
templo y juez (juzgando a los ángeles por la eternidad), fue contaminado y perdido temporalmente. Además, porque ambos le desobedecieron al comer del fruto prohibido que había destruido temporalmente su plan para crear su nuevo reino angelical de sus
hijos nacidos de su imagen y de su alma viviente, por los poderes del Espíritu Santo, entonces él tuvo que juzgar la carne pecadora: y esto es que Adán y sus hijos volverían a ser del polvo nuevamente.
Visto que, él mismo había vestido su alma viviente en ellos, del polvo de la tierra que se había vuelto lodo, barro, en sus manos santas, para que sean hechos seres vivientes y humanos y con todas las capacidades de ser perfectos, gloriosos y eternos
ante sus huestes angelicales, para por siempre conquistar nuevas glorias a su nombre bendito hacia la eternidad. Por ende, aunque Adán y sus hijos habían pecado al comer del fruto prohibido, aún así ellos continúan teniendo el potencial de renacer
de su imagen para vivir conforme a la semejanza de la carne, de los huesos inquebrantables y de la sangre reparadora de su Hijo Jesucristo, dándoles no solamente vida eterna pero también él ser como Dios es, perpetuamente.
Y como los hijos de nuestro Padre celestial nacidos de su imagen, por el Espíritu Santo, habían pecado, entonces él ya no solamente había pasado juicio en contra de Adán y Eva para que regresen al polvo, puesto que ellos contaminaron la tierra con
pecado: pero también, porque ahora él tenia que transferir su dulce hogar a ellos, para renacer de su imagen. Es decir, también de que Adán y Eva habían fallado en comer del árbol de la vida, pero, sin embargo comieron del fruto prohibido, contamin
ndose así ambos con tinieblas que los hizo renacer hacia la tierra, abandonando instantáneamente la vida gloriosa del paraíso, para luego algún día regresar a nuestro Padre celestial renacido de su Espíritu en la semejanza de su unigénito.
En otras palabras, cuando Adán y Eva comieron del fruto prohibido entonces ellos renacieron, pero hacia el polvo de la tierra, porque ellos fallaron en complacer el nombre y la palabra de nuestro Padre celestial, ahora para regresar a Dios, tienen que
renacer del Espíritu Santo, regresando al paraíso y sellados con la sangre reparadora de su Hijo Jesucristo para salvación eterna. Además, para que nuestro Padre celestial tenga de regreso a Adán y Eva al paraíso y a su vida eterna que ya se las
había otorgado, porque ambos nacieron inicialmente de su imagen santísima, por ende son sus hijos legítimos: pues entonces, él tenia que transferir su árbol de vida al mundo para que coman de su fruto de vida, salvándolos perpetuamente.
Y éste es el pan de vida que nuestro Padre celestial siempre los llamó a comer de su Hijo Jesucristo, que es el pan y vino, servido diariamente sobre la Mesa del SEÑOR, para que ellos tengan no solamente sus pecados removidos por la carne y la sangre
reparadora de su unigénito, pero igualmente renacidos de su Espíritu hacia el paraíso instantáneamente. Dado que, cualquiera que fallezca, creyendo en el nombre santo del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, además bautizado en agua, entonces
ascenderá hacia el paraíso para comer del pan y vino que nuestro Padre celestial llamó a Adán y a Eva inicialmente a comer del árbol de vida, de su unigénito: porque sólo él es la santidad salvadora, que permanece siempre.
Puesto que, éste es el gozo del corazón de nuestro Padre celestial, que siempre buscó encontrar en Adán y en Eva junto con sus hijos nacidos de generaciones futuras, porque ahora él los podrá tener no solamente viviendo con él en el paraíso en
perfecta santidad que complace toda verdad y justicia, pero igualmente conquista nuevas glorias hacia la eternidad, para siempre. Por ello, nuestro Padre celestial les mando diligentemente a Adán y a Eva a que coman del fruto de la vida, que su Hijo
Jesucristo siempre está listo para proveerles abundantemente, es decir, si se hubiesen acercado a él antes de ser engañados por la serpiente para comer del fruto prohibido: sin duda, en obediencia, nuestro Padre celestial los hubiese bendecidos
grandemente.
Porque nuestro Padre celestial solamente puede bendecir realmente a sus muy amados, ya sean ellos ángeles o hombres o mujeres o niños o niñas por la perfecta santidad de su Hijo Jesucristo que estaría en ellos poderosamente, provisto de que hayan
comido de su pan y vino, enriqueciéndoles así con asombrosas glorias que descienden desde lugares celestiales para alegrarlos con grandes felicidades. Ahora, cuando nuestro Padre celestial estableció un convenio de vida con Abraham y Sarah, entonces
fue sentado a la Mesa del SEÑOR, comiendo del pan y vino, que él mismo llamó a Adán y a Eva a comer con él, para que juntos entren en la perfecta santidad que llena su corazón santísimo con alegrías asombrosas así como con sus amados angelicales.
Visto que, cuando Abraham comió del pan y vino con nuestro Padre celestial sobre la Mesa del SEÑOR, sentados juntos con sus 318 hijos adoptados, entonces esto fue el comienzo de la carne sagrada, de los huesos inquebrantables y de la sangre reparadora
de su Hijo Jesucristo en la tierra, dándole vida no solamente a Abraham pero igualmente a los hijos por nacer. Por eso, es que el Hijo de nuestro Padre celestial nació por los poderes del Espíritu Santo del vientre estéril de Sarah, para que no
solamente Abraham sea bautizado sobre el Monte Sión y el altar del amor prehistórico, levantado por él y su hijo Isaac, pero todos los demás podrán bautizarse igualmente con el cumplimiento del Espíritu Santo de los Diez Mandamientos.
Puesto que, nuestro Padre celestial le había dicho a Abraham: Tú tendrás que ser perfecto y santo así como siempre lo he sido por la eternidad ante las huestes angelicales, para que él no solamente ascienda a la gloria celestial eternamente
justificado, pero igualmente sus hijos y todos los demás de las familias de las naciones, estableciendo así su nuevo reino eternal. Por ende, no existe ninguna posibilidad para que Abraham junto con sus hijos y las familias de las naciones sean hecho
perfectos y santos así como nuestro Padre celestial siempre lo ha sido eternamente ante las huestes angelicales a no ser que su Hijo Jesucristo nazca del Espíritu Santo como el salvador de amor y gracia, para que todos regresemos al paraíso.
Por eso, es que nuestro Padre celestial tuvo que enviar a su Hijo Jesucristo ha nacer del vientre estéril de Sarah, por los poderes del Espíritu Santo, para que él traiga al mundo, el amor y la gracia que faltaban, manifestada mundialmente al fin por
la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre reparadora derramada sobre el Monte Sión, para salvación de muchos. Por ende, al Isaac nacer entonces nuestro Señor Jesucristo pudo vivir con Abraham y Sarah como el amor de sus vidas no
solamente bendiciéndolos con amor y gracia abundante, pero igualmente a las familias que los rodeaban, tocando así sus vidas con bendiciones asombrosas nunca vividas antes desde la fundación del mundo: porque era Dios mismo viviendo con la humanidad
entera, finalmente.
Desde entonces, Abraham junto con todos los demás gozaba del grande amor recibido de Israel su único hijo, porque éste es el amor y la gracia que nuestro Padre celestial estaba hablando cuando le aseguraba que él tenia que ser perfecto y santo como é
l es en la eternidad ante sus ángeles, para que entonces él pueda entrar a la gloria celestial. Por eso, es que era importante para Abraham no solamente esperar años y hasta que él y su esposa envejecieron, para que Isaac nazca: porque solamente él
es el amor y la gracia que ambos necesitaban junto con todos los demás alrededor del mundo para ser salvos del pecado y la muerte, después de haber sido bautizado, sobre el altar del amor eterno.
Puesto que, éste es el altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y el Espíritu Santo no solamente para arder apasionadamente sobre el monte Sión, manifestando mundialmente el amor, gracia, verdad y justicia divina del Padre
celestial, pero igualmente el bautismo que salva y cumple con el Espíritu Santo de los mandamientos de los que entran al cielo, eternamente justificados. Visto que, éste era el altar que nuestro Padre celestial necesitaba establecer en la tierra entre
l y Abraham, para que no solamente él sea bautizado con el bautismo del cumplimiento del Espíritu Santo de los mandamientos por toda la tierra, pero igualmente para el cielo para vivir eternamente bendecidos: conociendo únicamente su bondad infinita
que complace su corazón santísimo, para siempre.
Ahora, cuando Isaac estaba listo para ascender el altar del amor prehistórico, descendido del cielo con nuestro Padre celestial, el Todopoderoso, y el Espíritu Santo, entonces él dijo abiertamente: Tráeme a tu hijo amado, al que tú amas mucho al
monte del cual siempre te hablare de él, para que me lo ofrezcas como un sacrificio encendido y continuo hacia mí. Aquí es cuando Abraham tomó a su único hijo Isaac que era un niño al Monte Sión, descansando sobre el Monte Moriah, para la ofrenda
encendida que empezara el sacrificio continuo en Israel que no solamente bautizara a Abraham con el cumplimiento de los mandamientos eternos, pero igualmente para todos los demás que aman a Dios y a su nombre bendito.
Además, nuestro Padre celestial esperaba pacientemente por Abraham que comenzara su camino de tres días hacia el Monte Sión, descansando sobre el Monte Moriah, para que Abraham ofrezca a su hijo Isaac y, simultáneamente, ofrecer a toda la casa de
Israel como el sacrificio supremo y encendido que llevara los pecados del mundo entero, entregándonos finalmente al salvador: ¡Su Hijo Jesucristo! (Por ello, cuando Juan el Bautista vio a nuestro Señor Jesucristo, caminando hacia él y vio también el
Espíritu Santo reposar sobre él, así como el Padre le había manifestado de que cuando vea a su Jesucristo recibir la paloma descendiendo del cielo—entonces él dijo: Éste es el Cordero escogido que quita el pecado del mundo en un día, para
siempre.)
Ahora, cuando Abraham ascendió al monte entonces él estaba arriba para matar a su único hijo Isaac, porque esto fue precisamente lo que el Padre lo había llamado a hacer para la gloria de su nombre santísimo, para que él acueste a su hijo Isaac
sobre el madero y así empezar el fuego del amor prehistórico, bautizando a todo creyente con salvación. Allí estaba Abraham con su hijo Isaac, acostado sobre el madero que nuestro Padre celestial junto con el Espíritu Santo y su Hijo Jesucristo
oraba, derramado lagrimas de amor sobre Isaac, ofrendado y, juntamente, orando por todos en Israel: porque habían sido llamados para ser el Cordero de Dios que suben los pecados de las naciones sobre su altar del amor eterno.
Además, nuestro Padre celestial necesitaba orar por cada uno en Israel cuando Isaac estaba recostado sobre el madero, que postreramente se convertiría por la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre de Isaac en el árbol de la vida,
descendiendo del cielo para establecerse sobre el Monte Sión con el nombre bendito clavado permanentemente: perdonando, sanando y salvando a las naciones. Igualmente, nuestro Padre celestial tenia que anunciarle a Abraham de que sus hijos que él
recibirá por medio de las generaciones venideras, entonces nacerían en cautiverio mayormente todos ellos, porque vivirían en esclavitud por cuatrocientos años, para luego él mismo visitarlos y liberarlos con grandes poderes y misericordias, pero la
nación que los cautive la juzgara en su día con justicia divina.
Ahora, nuestro Padre celestial hacía estas cosas con Abraham y con su hijo Isaac porque los traía al mundo, como el árbol de la vida, que es realmente la carne sagrada y la sangre reparadora de su Hijo Jesucristo, manifestada únicamente en Isaac y en
todo Israel, convirtiéndose así en su sacrificio continuo de su dulce hogar, ¡su altar antiguo del amor eterno! Así como lo había tenido que manifestar a Abraham entonces Jacobo descendió a Egipto con su familia de setenta miembros, porque su hijo
José era el segundo en mando, para refugiarlos y alimentarlos por el hambre que azotaría la tierra por siete años, convirtiéndose así en la nación del sueño de Dios que establecería su árbol de vida para las naciones, finalmente.
Toda la casa de Israel originalmente nació en cautiverio para conocer los pecados, maldiciones, enfermedades, heridas y muertes de todas las familias de las naciones, por más de cuatrocientos treinta años, porque nuestro Padre celestial tenia que
alistarlos para ascender a su altar del amor prehistórico y así ser perpetuamente su árbol de vida, llevando los pecados de todos para expiarlos. Entonces cuando el tiempo se había cumplido del cautiverio, inmediatamente nuestro Padre celestial
descendió con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo sobre el altar del amor prehistórico, descansando sobre el Monte Sinaí, para que él mismo llamar a Moisés para la obra que tenia para él, para que Israel escape del cautiverio con los
poderes maravillosos de su nombre bendito.
A tiempo, nuestro Padre celestial le entregó a Moisés su nombre santo que él jamás había tenido a nadie, familia, nación pronunciándolo ni menos poseyéndolo, pero ahora, él se lo entregaba a Moisés e Israel para que tengan los poderes para
escapar de la cautividad, pero también para bautizarse en el Mar Rojo, porque serian pronto parte de su sacrificio continuo, perpetuamente. Ya que, nuestro Padre celestial los llamaba a abandonar la cautividad egipcia para ir al desierto a celebrar sus
festividades (como la Pascua, los tabernáculos, el Sábado, etc.) y sacrificios sobre su altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y su Espíritu, para bautizar a Abraham y a todos los demás con el cumplimiento de los mandamientos
para salvación eterna.
Definitivamente, nuestro Padre celestial tenia que manifestar las glorias y plagas de su nombre santísimo, para que el Faraón deje ir a su pueblo al desierto a celebrar sus festividades e integrarse a su continuo sacrificio sobre su altar del amor
prehistórico que bautiza, sana, prospera, enriquece y salva toda alma viviente para entrar al cielo, eternamente justificado hacia la eternidad venidera. Éste es el altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y con el Espíritu Santo,
en donde nuestro Padre celestial no solamente bautizó a Abraham pero igualmente con el cumplimiento del Espíritu Santo de los mandamientos en cada hombre, mujer, niño y niña de todas las familias de las naciones, salvándose así todo creyente para
entrar en el cielo, eternamente enriquecido.
Por ende, inmediatamente después de toda la casa de Israel de haber nacido en cautiverio, conociendo solamente el sufrir de pecados, heridas, maldiciones, destrucción y muertes de las familias de las naciones por cuatrocientos años, entonces nuestro
Padre celestial estaba listo para bautizarlos en el Mar Rojo: porque éste bautismo es muy importante antes de entrar a su altar del amor eterno. Puesto que, es imposible para quienquiera ascender al altar del amor prehistórico sin el bautismo de agua
para ser bautizado por el Espíritu Santo del cumplimiento de los mandamientos y así ser redimido y listo para encontrarse con nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo: además, así es igualmente de imposible acceder al reino
angelical, sin ser antes bautizado.
Por eso, Moisés tuvo que caminar con Israel hacia el Mar Rojo, bautizándolos como una gran familia inseparable, porque iban a volverse en la madera del árbol de la vida que vestiría el altar del amor prehistórico de nuestro Padre celestial sobre el
Monte Sión, para finalmente sacrificar a su Hijo Jesucristo con clavados a ellos para salvación eterna de todo creyente. Indiscutiblemente, nuestro Padre celestial tenia que derramar la sangre de su Hijo Jesucristo sobre toda la casa de Israel que se
había convertido en madera para recibir con clavos a su nombre bendito y así también la carne sagrada y la sangre reparadora, para quitar el pecado del mundo en un día: salvando a todo creyente para establecer su nuevo reino celestial, perpetuamente.
Entonces al Israel cruzar el Mar Rojo, el altar del amor prehistórico estuvo con ellos, haciéndolos renacer, abandonando la carne pecadora por la carne sagrada que finalmente se convertiría en el árbol de la vida en Canaán, para ser parte integral
del altar del sacrificio continuo que salva del pecado a todo creyente, bautizado por el Espíritu Santo de los mandamientos cumplidos, perpetuamente. Ciertamente, Israel fue finalmente bautizado, es decir, que ya no vestía la carne pecadora pero ahora (
vestía) la carne sagrada que hizo que ellos caminaran con nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo en el Camino de Santidad eterna, llevándolos así siempre al bautismo del Espíritu Santo del cumplimiento de los mandamientos,
para salvación eterna hacia toda la eternidad.
Visto que, Israel se ha bautizado y viste la carne sagrada, entonces nuestro Padre celestial quería que bebiese de su roca de la salvación, y éste es el Monte Sión, en donde Abraham con Isaac y el altar del convenio del amor está regando
abundantemente del Espíritu Santo glorificado de los mandamientos y la bendición cotidiana para servir a Dios, para siempre. Ciertamente, Israel tenia que beber de la roca, en donde nuestro Padre celestial había ya inmolado a su Hijo Jesucristo desde
la fundación del mundo y sus cosas, incluyendo a Adán y a Eva en el paraíso (y ahora Israel), para él tener a su altar recibiendo a sus hijos con amor de cada día para perdón, sanidad, prosperidad y salvación eterna.
Sin embargo, después de que la casa de Israel bebió abundantemente de la roca, que es la sangre reparadora de su Hijo Jesucristo convertida en agua viva, entonces estaban listos para Canaán y ser el árbol de la vida satisfecha del agua necesaria no
solamente para servir a Dios como el madero, pero también sostener su nombre bendito con clavos, para siempre. En tanto que, el agua que nuestro Padre celestial les dio de beber de la roca no fue solamente la sangre de su unigénito convertida en agua
para ellos y las naciones, pero igualmente para seguir como el árbol de Dios sin tener sed jamás sobre el altar del amor eterno, llevando con clavos sobre lo todo lo alto su nombre glorioso.
Ahora, cuando Satanás se manifestó como el becerro de oro, entonces no fue solamente para detener a Israel de conquistar Canaán perpetuamente, pero también para detener el árbol de la vida de ser levantado por nuestro Padre celestial y su Hijo
Jesucristo sobre el Monte Sión: para que el mundo entero vea finalmente su obra maravillosa y las glorias interminables de su Espíritu Santo. Evidentemente, Israel pecó en contra de nuestro Padre celestial y de su Hijo Jesucristo, porque únicamente
su Hijo amado es el Cordero sobre el Monte Moriah, el Monte Sinaí y finalmente el Monte Sión en Jerusalén, Israel, por ello, él pensó seriamente en matar a Israel, porque él no podía ver jamás a su altar del amor contaminado con la adoración a í
dolos.
Esa fue la mayor preocupación de nuestro Padre celestial de que él ya no podía usar más a la casa de Israel como el árbol de vida, llevando los pecados de todos sobre el Monte Sión, su dulce hogar, y entonces tenia que destruirlos al pie del Sinaí,
pero Moisés intercedió para que no deshonre su nombre bendito al destruirlos por completo. Porque las naciones dirían que él sacó a Israel del cautiverio egipcio para matarlos en el desierto ya que no podía lidiar con ellos, y esto deshonraría su
nombre bendito entre las naciones: por ende él tenia que alejarse de su ira para buscar una solución al problema presente que lo agobiaba hasta ver su nombre clavado sobre el madero, para siempre.
Misericordiosamente, Dios decidió dejar a Israel vivir, porque le aclaró a Moisés que el alma que pecare en contra de él, entonces él borrara su nombre del libro: postreramente, él dejó que Israel continué por el camino a poseer la tierra
prometida, para que sean sus hijos los que se conviertan en el árbol que necesitaba sobre su altar del amor eterno. Desdichadamente, por el camino a Canaán Israel continuó rebelde hacia nuestro Padre celestial y Moisés, que él hizo que serpientes
venenosas salieran de entre la arena en grandes cantidades abrumadoras para castigarlos con mordeduras en sus tobillos, manos y tórax, que los hacían sangrar profusamente, haciendo que desmayen en el desierto—y nuevamente Moisés clamó al cielo, por
la ayuda del Padre.
Con gracia, nuestro Padre celestial respondió a Moisés, diciéndole, de que él debería formar una culebra de bronce a golpe de martillo y clavarla sobre la vara de Aarón, para levantarla sobre toda la casa de Israel en el desierto, y todos que la
vean: entonces serán sanados de las mordeduras de las serpientes venenosas instantáneamente, para que sigan caminando hacia Canaán. Aquí, a los israelitas mirar a la culebra de bronce moldeada a martillazos y clavada a la vara de Aarón, para ser
vista por ellos y así sanen del veneno de las serpientes, escapando de la muerte segura: entonces estaban admitiendo su voluntad divina sobre ellos de convertirse en el árbol de vida, vistiéndose sobre su altar con la carne sagrada, perpetuamente.
Finalmente, los hijos de los israelitas antiguos del cautiverio egipcio terminaron como el polvo, cumpliendo con el juicio de nuestro Padre celestial hacia Adán y de Eva en el paraíso cuando dijo que del polvo los tomé al polvo volverán: por ende,
toda la carne israelí se hizo polvo y semilla del árbol de vida, recibiendo el sacrificio supremo de su Jesucristo. Puesto que, todas las almas israelíes habían descendido al Valle de muerte, convirtiéndose su carne en polvo entonces postreramente
regresan a la vida, pero como árbol de vida que nuestro Padre celestial necesitaba con los pecados, maldiciones, heridas de las naciones para que su Hijo Jesucristo sea clavado a ellos, y la semilla divina salpique, matando todo pecado en un día,
perpetuamente.
En tanto que, la profecía de nuestro Padre celestial tenia que cumplirse cuando dijo que reinaría sobre Israel con manos de hierro y brazos extendidos, derramando la sangre reparadora de su Hijo Jesucristo sobre el madero, poniendo así fin al pecado
en un día, además ungió el Monte Sión y su altar del amor eterno con su semilla divina, salvando sus hijos, finalmente. Y es sobre su altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y el Espíritu Santo, en donde nuestro Padre celestial
esperó por Abraham y por su hijo Isaac, y él espera aún que asciendan todos sus hijos: porque él está listo para bendecirlos con el bautismo del Espíritu Santo, que cumple con los mandamientos y riquezas diarias de vida eterna.
[continued in next message]
--- SoupGate-Win32 v1.05
* Origin: fsxNet Usenet Gateway (21:1/5)