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    From astrygutierreztoribio521@gmail.com@21:1/5 to All on Fri Mar 25 21:49:18 2016
    El viernes, 22 de enero de 2016, 22:52:11 (UTC-6), vala...@hotmail.com escribió:
    Sábado, 23 de Enero, 2016 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica

    (Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)

    SÓLO LA CARNE DE SU YESHUA (JESÚS) ESTÁ ENTRE TÚ Y DIOS PARA BENDICIONES:

    My pacto de vida contigo es de carne sagrada, nuestro Padre celestial le manifestó a Abraham, porque él estaba listo para entregarle no solamente a su Hijo el Rebbe Yeshua HaMoshiach (Jesucristo) como el templo de su nombre santísimo, pero también
    su vida santísima escrita que lo llevaría sumamente justificado al monte santo de Jerusalén, para alcanzar la salvación. Éste es el nacimiento de su Hijo Jesucristo como Isaac del vientre estéril de Sarah, por los poderes asombrosos del Espíritu
    Santo, porque nuestro Padre celestial necesitaba establecer el templo de su nombre bendito en la tierra, para que no solamente Abraham sea salvo, pero también sus incontables retoños por nacer, como su familia my preciada entre las naciones, para
    siempre.

    Sin embargo, para que ésta familia maravillosa, que nuestro Padre celestial buscaba que nazca en la tierra por medio del pacto de vida que jamás morirá en esta vida y en la venidera, del nuevo reino angelical, entonces ésta familia celestial tenia
    que nacer de su Hijo Jesucristo como Isaac, y de los poderes asombros del Espíritu Santo, también. Esta fue la razón del porque nuestro Padre celestial le dijo firmemente a Abraham: Nuestro Pacto de vida es de la carne sagrada, que nacería
    milagrosamente del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, para no solamente la vida eterna nazca en la tierra por vez primera, pero también la perfección y la justicia sin fin para la humanidad entera.

    Puesto que, ésta era la familia que nuestro Padre celestial necesitaba establecer, para que su Hijo Jesucristo no solamente nazca como el templo de su nombre santo, pero también como Isaac vestido de la carne sagrada, de los huesos inquebrantables y
    de la sangre reparadora, que no solamente daría vida a Jacobo como primogénito de Dios, pero también a todo Israel. Ya que, éste es el pacto que nuestro Padre celestial había establecido con Abraham, dado que, él no deseaba tener otros dioses
    ajenos o ídolos o reyes entre Abraham, los hijos en la tierra y él, como Dios, en el cielo, pero únicamente la carne sagrada de su Hijo, mediando entre todos, porque sólo él es el templo de su nombre bendito.

    Y esto era algo muy importante para nuestro Padre celestial establecer en la tierra con Abraham y con su familia divina en el cielo que es él primeramente, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo junto con todas las naciones de las huestes angelicales,
    creados inicialmente para bendecir su nombre bendito sobre el monte santo de Jerusalén en perfecta santidad, para siempre. Por ello, nuestro Padre celestial estableció un pacto muy santo con Israel, y esto fue de que ellos no podían mezclarse con las
    gentes de otras naciones, porque ellos los llevarían a adorar a sus reyes, dioses, e ídolos, y quien sabe que otra cosa más, porque Satanás con gentes impías entonces él puede hacer cualquier cosa para ofender a Dios, grandemente.

    Esto nos dice, que Satanás con sus secuaces que pondría ante nuestro Padre celestial e Israel no solamente sus reyes y con sus gentes de carne que han fallado en establecer un pacto de vida con Dios en el cielo, ni menos conocen a su Hijo Jesucristo
    como templo de su nombre bendito, impidiendo así bendiciones que entren a Israel, causándoles ruinas. Además, porque Israel ha estado ciego a esta verdad siempre, entonces Satanás no solamente a puesto reyes con gente impía y con carne que jamás
    han establecido un pacto con nuestro Padre celestial, y mucho menos han conocido la importancia de la carne sagrada de su Hijo Jesucristo en Israel, entonces, por eso han caminado sin saber en situaciones muy terribles.

    Por eso, nuestro Padre celestial siempre llamó a Israel a que jamás se mezclen con naciones, porque el pacto que él ha establecido con Abraham ante la roca de la salvación de Israel es siempre de la carne sagrada de su Hijo Jesucristo, al Isaac
    nacer del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, como el templo de su nombre bendito. Por ello, nuestro Padre celestial no solamente bendecirá a Israel o a quien sea por esta misma razón, en donde sea que él haga que su nombre bendito esté
    , y esto es en la carne y en la sangre reparadora de su Hijo Jesucristo, que han existido siempre con él y con su Espíritu Santo en el cielo como su familia divina.

    Por eso, Abraham vino a ser bendecido por nuestro Padre celestial, porque él inmediatamente fue invitado por nuestro Padre no solamente para ser perfecto y santo como él siempre lo ha sido en el cielo ante las huestes angelicales, pero también lo
    invitó, por medio de su Hijo Jesucristo, para que se siente a cenar con él sobre la Mesa del SEÑOR. Ciertamente, mientras ellos se sentaron a la Mesa, entonces su Hijo Jesucristo, como el Rey de Salem (Jerusalén antigua) y Justicia divina, sirvió el
    pan y vino que lo haría nacer a él mismo por medio del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, como el templo de la carne sagrada para Abraham y sus hijos por nacer en generaciones futuras.

    Ya que, esto era exactamente lo que nuestro Padre celestial necesitaba hacer con Abraham y con el vientre estéril de Sarah, para hacer nacer a su Hijo Jesucristo como Isaac, porque él es el único que no solamente podía introducir su nombre santo en
    la humanidad, pero también el cuerpo glorificado, para vestir a cada uno eternamente en perfecta santidad divina. Puesto que, ésta es la carne sagrada de su Hijo Jesucristo nacido en la familia de Abraham como el hijo que él siempre ha esperado, y
    hasta que finalmente nació milagrosamente, por el Espíritu Santo, para ser su perfecta santidad necesitada para ascender el monte santo de Jerusalén, para establecer la carne sagrada del pacto de vida entre él y nuestro Padre celestial.

    Por eso, es que Isaac nació del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, entonces Abraham vino a ser un nuevo hombre en la tierra, y esto fue algo que él jamás había experimentado, porque él había recibido en su familia la vida preciosa
    que necesitaba no solamente para ascender el monte santo, pero también para entrar en la gloria celestial. Abraham estaba muy alegre al ver a su nuevo hijo nacido como Isaac, ya que, él era algo muy especial para su alma viviente, porque nuestro Padre
    celestial le había requerido de que él sea tan perfecto y santo así como él siempre lo ha sido delante de las huestes angelicales, para él ascender ante su presencia santísima, y eternamente justificado.

    Ciertamente, que Abraham vino a ser un nuevo hombre al recibir a su hijo Isaac, ya que, sólo él es la santidad de nuestro Padre nacido en su familia, del vientre estéril de Sarah, para que él reciba la vida maravillosa que siempre amara a nuestro
    Padre, pero también a él y a sus hijos por nacer como la nación Israelí. Puesto que, éste es el amor que nuestro Padre celestial siempre ha buscado a través de la eternidad con las huestes angelicales, pero él jamás podía encontrarla lejos de su
    Hijo y del Espíritu Santo, hasta que él estableció personalmente un pacto de vida con Abraham y, entonces, al comer el pan y vino, inmediatamente el templo con su nombre santo descendió.

    Visto que, éste es el templo de su nombre bendito lleno del amor infalible que él siempre ha disfrutado con su Hijo y con el Espíritu Santo, expandiéndose por toda la eternidad y sobre todas las huestes angelicales, pero nunca a tal grado en que é
    l ha soñado vivir en éste amor maravilloso hasta que Isaac nació en la familia de Abraham. Ya que, éste es su unigénito nacido con la carne sagrada y con la sangre reparadora, ascendiendo al monte santo de Jerusalén, porque nuestro Padre celestial
    necesitaba su Cordero con la sangre reparadora delante de él y de Abraham y con sus hijos por nacer, para tener una comunión perfecta con él siempre por medio de la oración y adoración a su nombre.

    Nuestro Padre celestial ciertamente necesitaba tener a su Cordero precioso con la sangre reparadora para remover el pecado, establecido perpetuamente sobre el monte santo de Jerusalén, y el único que podía hacer esto para él, era Abraham con su muy
    amado Isaac, porque sólo él es el templo de su nombre santísimo, para siempre con los ángeles y con la humanidad entera. Pero, primeramente nuestro Padre celestial necesitaba no solamente que Abraham viviese con su nuevo amor encontrado, pero tambié
    n cada uno de su familia, porque nuestro Padre necesitaba ver cuanto éste amor único de su Hijo Jesucristo crecería y se regaría por el mundo, tocando las vidas y almas vivientes de las familias de las naciones, para reconciliación y salvación
    eterna.

    Además, mientras Isaac vivió con Abraham y Sarah entonces la gente viviendo en su casa y alrededor del área instantáneamente empezaron a amar a Isaac, como si él fuese uno de los suyos, como su familiar que siempre han conocido, y esto complació
    grandemente a nuestro Padre celestial, porque ésta relación personal fue lo que él siempre buscó a través de la eternidad. Ya que, nuestro Padre celestial deseaba establecer su amor santo de entre él y su Hijo Jesucristo en la familia humana, y
    esto era con Abraham y con Sarah su esposa, el comienzo de su nuevo reino angelical en la tierra, que se compondría no sólo de su Hijo y del Espíritu Santo, pero también de sus hijos en sus millares incontables.

    Hijo nacidos nuevamente del poder del Espíritu Santo, para que sean sus hijos, vistiéndose del cuerpo glorificado de su Hijo Jesucristo, que está compuesto de la carne sagrada, los huesos inquebrantables y de la sangre reparadora, para que sean sus
    hijos llenos con su amor infalible, para amarlo a él y a su nombre bendito sobre el monte santo de Jerusalén. Por eso, nuestro Padre celestial llamó a Abraham a ascender el monte santo de Jerusalén con su hijo Isaac, que él había aprendido a amar
    por años, porque nuestro Padre celestial estaba buscando por el sacrificio eterno de su amor infalible, que emana constantemente de la carne sagrada, huesos inquebrantables y sangre reparadora de Isaac, como el pacto de vida, para siempre.

    Por ello, Abraham obedientemente llevó a su hijo Isaac con dos muchachos montados sobre sus mulas a donde nuestro Padre celestial le hablaría del monte santo de Jerusalén, ya que, Abraham no conocía el monte de Dios, en donde Isaac iba a ser el
    sacrificio santo del cielo ni menos conocía en donde él llegaría a ser justificado por Dios, para siempre. Nuestro Padre celestial necesitaba que Abraham ascienda al monte santo con su hijo Isaac, porque éste es el lugar en donde finalmente le
    revelaría a él, que ahora si sabe perfectamente que él le ama, porque ya no le vera más en la carne pecadora, pero solamente por la carne sagrada de su hijo Isaac, y éste es su Hijo Jesucristo, perpetuamente.

    Esto nos dice también que como nuestro Padre celestial vio a Abraham ascender con Isaac al monte santo, entonces él no fue más visto por él y por el Espíritu Santo con la carne pecadora en la que nació en el mundo, pero ahora él fue visto por
    todos en el cielo, en la carne sagrada del pacto de vida eterna. Esto significa que, cuando nuestro Padre celestial le dijo a Abraham: Ahora yo sé que me amas, entonces él le estaba hablando a Abraham por medio del pacto de vida de la carne sagrada,
    huesos inquebrantables y de la sangre reparadora de su Hijo Jesucristo, que no solamente le habían dado vida, pero también a sus hijos por nacer en sus millares.

    Por ello, cuando Abraham estaba listo para sacrificar a su único hijo Isaac, como una ofrenda quemada hacia nuestro Padre en el cielo, entonces oyó una voz que le hablaba desde las nubes, diciéndole: Abraham, no hiera al niño, porque ahora mi Padre
    sabe que tú jamás le negarías a tu único hijo, el que tú amas mucho, y para siempre. Ahora, mi Padre sabe perfectamente que lo amas por medio de la carne sagrada de tu hijo Isaac, y por cuanto tú has hecho esto en su presencia santísima, y no le
    has negado a tu único hijo, entonces él te entrega la tierra que ya te la había ofrecido y con los hijos que jamás serán contados, le aseguraba la voz celestial.

    Aquí es donde nuestro Padre celestial no solamente conocerá si Abraham lo ama por medio de la carne sagrada, huesos inquebrantables y sangre reparadora de su Hijo Jesucristo, pero también con cada uno de los hijos por nacer en el mundo para formar
    la gran nación israelí, complaciendo así a su corazón santísimo hacia la eternidad, sobre el monte santo de Jerusalén. Por razones de que nuestro Padre celestial le dijo a Moisés: Tú y todo Israel regresaran a este monte santo de Jerusalén,
    descansando sobre el Monte Sinaí, para que lo amen, sirvan y glorifiquen a él y a su nombre bendito, para que las familias de las naciones vengan también a servirle grandemente, para que bendiciones sean posibles entre ellos, eternamente.

    De otro modo, las familias de las naciones jamás conocerán a nuestro Padre celestial y a su nombre santo, para amarlo, servirle y glorificarlo eternamente sobre el monte santo de Jerusalén, para que las bendiciones que Israel recibirá, entonces
    ellos también las reciban igualmente, conquistando así nuevas glorias a su nombre santísimo, que jamás han sido conquistadas por nadie hasta hoy. Por eso, es que es importante para nuestro Padre celestial y para Israel también de amarle a él y a su
    nombre bendito, por medio de la carne sagrada del cuerpo glorificado de su Hijo Jesucristo, que es el pacto que él empezó con Abraham sobre el monte santo de Jerusalén, para que la bendición de todos sea posible al fin.

    Esto significa que, cada vez que tú te acerques a nuestro Padre celestial y a su monte santo de Jerusalén, entonces tú tienes que hacerlo por el pacto de vida de Abraham, y esto es de la carne sagrada del Cordero de Dios, para lavarte de pecado y as
    vestirte perpetuamente con gloria, para que estés delante de Dios, infinitamente intachable. Puesto que, éste es el propósito principal del pacto de vida entre nuestro Padre celestial y Abraham, y esto es que la carne sagrada de Isaac en sus días,
    y en nuestros días la misma carne de su Hijo Jesucristo está entre Dios y nosotros, para que Dios nos vea siempre por la carne sagrada: perfectos y santos, y así nos bendiga abundantemente.

    Ahora, ésta es la carne sagrada que nuestro Padre celestial llamó a Abraham para que la deje arriba sobre el monte santo de Jerusalén, como la carne del Cordero y de la sangre reparadora entre Dios y los hijos por nacer, para que ellos sean vistos
    constantemente por medio de ella y de su perfecta santidad, siendo así aceptados para bendiciones. Entonces Abraham subió al monte santo de Jerusalén, para depositar la carne sagrada del pacto en su lugar, como el Cordero de Dios, que será el
    mediador entre nuestro Padre celestial y cualquier hombre, mujer, niño y niña listo para estar delante de Dios, y recibir: perdón de pecados, sanidad, bendición, prosperidad, y salvación eterna, para entrar al reino angelical eternamente redimido.

    Por eso, en los días de Abraham, quien sea que estaba listo para pararse delante de nuestro Padre celestial y sobre su monte santo de Jerusalén, porque fue sobre él que Abraham dejó la carne sagrada y el amor que bendice su corazón grandemente,
    entonces Dios sólo le reciba en ésta carne sagrada, bendiciéndole en lo que sea que desease de él. Esto nos dice, que Abraham ascendió el monte santo de Jerusalén cuando nuestro Padre celestial lo llamó, para instalar la carne sagrada de su hijo
    Isaac, nacido del vientre estéril de su esposa Sarah, por los poderes del Espíritu Santo, para decirle abiertamente, que ahora él sabe perfectamente que lo ama a él y a su nombre santo, para siempre.

    En otras palabras, sea que fuese con Abraham, regresando al monte santo o cualquiera de los hijos de Israel o de las naciones, entonces: Nuestro Padre recibía, aceptaba a esa persona por la carne sagrada y el amor infinito de su Hijo Jesucristo, que
    Abraham había ofrecido inicialmente sobre el monte santo de Jerusalén con Isaac, como sacrificio continuo: removiendo así pecados progresivamente. Visto que, fue por medio de Isaac que Abraham no solamente recibió el templo del nombre santo, pero
    también el amor indestructible que siempre ha amado a nuestro Padre celestial y al Espíritu Santo en el cielo ante las huestes angelicales y, por tanto, cuando cualquiera ascendía, creyendo en la carne sagrada de Isaac y el amor infinito, entonces
    aquel era aceptado.

    Puesto que, éste es el sacrificio continuo que Abraham subió al monte santo de Jerusalén, dejándolo todo arriba, para que todo aquel que quiera que sus pecados les sean perdonados y así alcanzar bendiciones y eterna salvación de su alma viviente,
    para entrar a la vida eterna de la roca de Dios junto con los ángeles, entonces era eternamente bendecido y justificado. Por eso, es que después que Abraham presentó a su hijo Isaac, como el más alto amor de su corazón con las familias de las
    naciones, ante nuestro Padre celestial, entonces él dejó arriba para el creyente el amor maravilloso del Hijo de Dios, emanando: Perdón, sanidad, bendición, prosperidad y salvación, para que sean benditos todos, sobre su monte santo de Jerusalén.

    De otra manera, sin el sacrificio establecido de Abraham y de su hijo Isaac sobre el monte santo de Jerusalén, entonces nuestro Padre celestial jamás hubiese podido bendecir a ninguno, ni menos entregarle tan grande salvación a su alma viviente,
    perdonándole con la sangre del pacto, para vestirlo con la carne sagrada de su Hijo Jesucristo y así vivir justificado eternamente. Esto nos dice también, desde que Abraham ascendió el monte santo de Jerusalén, obedeciendo al llamado de Dios,
    ofreciendo así a su único hijo Isaac, como el más alto sacrificio para amarlo a él, al Hijo Jesucristo y al Espíritu Santo, entonces cualquiera ascendiendo el monte santo era visto por la carne sagrada y el amor maravilloso de Isaac, para perdón y
    salvación.

    Entonces éste fue un pacto maravilloso de vida que nadie podrá removerlo del monte santo de Jerusalén, y por eso es que nuestro Padre celestial enfatizó en sus Diez Mandamientos, que nadie debería tener ningún dios ajeno delante de él, porque la
    carne sagrada de Isaac y amor deberían estar siempre delante de él y de Israel para perdón, sanidad, bendición y salvación. Dado que, únicamente la carne sagrada de Isaac y su asombroso amor que su vida divina emana de él hacia Abraham, Sarah y
    los hijos, incluyendo a cada hombre, mujer, niño y niña de las naciones, decididos a amar, servir y glorificar su nombre bendito sobre el monte santo, podrán ser entonces perdonados, sanados, bendecidos y redimidos, para vivir la vida eterna.

    Por eso, es que fue importante no solamente para nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo, pero también para Abraham y sus hijos, de tener siempre la carne sagrada y el amor maravilloso que había nacido en la familia humana,
    para que siempre esté en su lugar santo, removiendo pecados, sanando instantáneamente, entregando bendiciones y prosperando al creyente progresivamente. Así pues, siempre y cuando la carne sagrada y el amor introducido en el espíritu humano, por vez
    primera en las familias de la humanidad esté constantemente en su lugar ante nuestro Padre celestial y sobre su monte santo, como el sacrificio continuo que quita pecados, perdona, sana, bendice y prospera al creyente, recibiendo salvación, entonces
    nuestro Padre vivirá complacido cada día.

    Visto que, nuestro Padre celestial necesita a cada hombre, mujer, niño y niña, acercándose a él por medio de la carne sagrada de Isaac y del amor bendito que nació de él hacia Abraham y su familia, tocando las familias de las naciones, para que
    solamente Dios vea perfecta santidad, para que bendiciones sean siempre posibles para todos en todas las naciones. Por eso, es que era muy importante de que Isaac nazca, por el Espíritu Santo, del vientre estéril de Sarah, porque él es la carne
    sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre reparadora del templo del nombre bendito, que necesitaba subir urgentemente al monte santo de Jerusalén, para ser establecido eternamente por Abraham y sus hijos, y las familias de las naciones.

    Ciertamente, esto era algo que Abraham necesitaba hacer como el primer hebreo de Israel, pero también Isaac como el primer judío, para que de él nazca Jacobo y así los hijos por nacer del pacto de bendiciones del Espíritu Santo, para que Yeshua (
    Jesucristo) venga por el vientre virgen de la hija de David, conquistando así la salvación de todos, para siempre. Entonces al Isaac nacer de Abraham como el primer judío, mientras Abraham ya era el primer hebreo para Israel, porque después de que la
    carne sagrada de Isaac había sido establecida sobre el monte santo como el amor supremo, aceptado afectuosamente por Dios, entonces Yeshua nacería de la hija de David como Rey de los Judíos, sellando así la salvación de todos perpetuamente.

    Ahora, nuestro Padre celestial tenia que tener a su Hijo Jesucristo nacido del vientre virgen de la hija de David en la carne de Isaac y de la sangre reparadora, que inicialmente había nacido del vientre estéril de Sarah, como el templo del nombre
    bendito, para establecerse sobre el monte santo, pero, esta vez con un pacto mejor de salvación para todos. Puesto que, esta vez nuestro Señor Jesucristo iba a nacer con la misma carne sagrada, huesos inquebrantables y sangre reparadora, manifestando
    el amor maravilloso que nuestro Padre celestial siempre ha sentido por cada hombre, mujer, niño y niña, nacidos de Adán y Eva, y éste es Emmanuel (Dios con nosotros), para que nuestra salvación sea sellada con abundante santidad, para siempre.

    Diciéndonos así, que nuestro Señor Jesucristo nacido de la hija de David, entonces él definitivamente introdujo en Israel la vida eterna con la carne sagrada, huesos inquebrantables y sangre reparadora, que ciertamente no solamente destruirá toda
    obra de Satanás, pero también nos entrega el cuerpo glorificado, para vivir eternamente bendecidos en la ciudad de oro y de joyas preciosas. ¡La Nueva Jerusalén celestial! Puesto que, éste es el cuerpo glorificado que nuestro Padre celestial no
    solamente vistió a su Hijo Jesucristo, porque él mismo formó con sus manos el cuerpo para su Hijo Jesucristo, pero también el nuestro, para que nos vistamos con su gloria, poder y riqueza, para entrar en la ciudad de oro y de joyas preciosas, para
    gozar de la felicidad interminable.

    Esto significa que cada uno de nosotros es aceptado en la gloria celestial, siempre y cuando hayamos estado sobre el monte santo de Jerusalén y sobre la sangre reparadora de su Hijo Jesucristo, derramada sobre la cruz, en donde su nombre bendito está
    clavado, limpiándonos de pecado bajo la sombra de su nombre, arropándonos así con la carne sagrada, para vivir enriquecidos perpetuamente. Es decir, también que cuando asciendas al monte santo de Jerusalén, invocando su nombre bendito que está
    clavado a la cruz de Adán y Eva, porque nuestro Padre celestial tenia que clavarlo a los hijos para perdón, sanidad, prosperidad y salvación de sus almas vivientes, entonces él nos ve por la carne sagrada de su Hijo Jesucristo: asombrosamente tan
    santos como él es.

    Y éste es el momento cuando nuestro Padre celestial definitivamente perdonara tus pecados, bendiciéndote ricamente, sanándote de todas tus enfermedades, resolviendo tus problemas y así ayudarte a conquistar la gloria celestial, pero únicamente por
    medio del cuerpo glorificado de su Hijo Jesucristo, para que tú seas de pies a cabeza como su Hijo Jesucristo es eternamente santo, para siempre. Es decir, también que por donde sea que la vida te lleve en este mundo, entonces nuestro Padre celestial
    siempre te vera por medio de la carne sagrada, los huesos inquebrantables y sangre reparadora que están llenos de las bendiciones de la vida eterna, lloviendo sobre ti para enriquecerte con gloria, poder, y felicidades inagotables, porque eres
    definitivamente su hijo para la eternidad.

    Puesto que, tú eres su hijo que él siempre ha buscado, y que finalmente ha encontrado al tú nacer inicialmente de su alma viviente para vivir en la carne sagrada, huesos inquebrantables y sangre reparadora de su Hijo Jesucristo, que tiene escrita la
    memoria de su nombre bendito, y la vida bendita que te viste de gloria, amándote eternamente. Ésta es la verdadera vida que nuestro Padre celestial te concedió ya por la carne sagrada de su Hijo Jesucristo, que no solamente siempre ha estado entre tú
    y la roca de la salvación de Israel, pero también, está aquí contigo, por donde sea que vayas en la vida, arropándote con gloria, poder, y riquezas, porque eres su hijo, haciendo su voluntad siempre.

    Ya que, ésta es la vida que siempre ha existido con nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, y él nos la ha entregado a cada uno de nosotros, de todas las familias de Israel y de las naciones, es decir, si hemos ascendido
    primeramente al monte santo de Jerusalén, invocando su nombre bendito, purificándonos así con la sangre reparadora. Presentemente, esto es algo que nuestro Padre celestial hará por cada uno de nosotros, porque la carne sagrada y el amor maravilloso
    de su Hijo, que él mismo desplegó personalmente ante Dios y las familias de las naciones, está bajo la sombra de su nombre bendito, clavado a la cruz, para que vivas siempre en su gloria, poder, riquezas, y bendecido grandemente.

    Nuestro Padre celestial te limpiara de pecado, en un momento de oración y de fe, porque él tiene el poder para verte por medio de la carne sagrada de su Hijo Jesucristo, quitando todo pecado, solamente para que conozcas gloria, riquezas y poderes
    asombrosos, que él ya te entregó, para que los goces en la tierra y en el cielo, para siempre. Ahora, como nuestro Padre celestial te puede ver por la carne sagrada de su Hijo Jesucristo, entonces esto significa que tú tienes acceso a las riquezas,
    poderes y glorias del monte santo, que estarán siempre contigo, no importando por dónde vayas en la vida, para que hagas su voluntad, y esto es de decirle a todos cuan bueno es él contigo, siempre.

    Tú seguramente estarás caminando en la verdad y en la vida, que nuestro Padre celestial ha escrito ya para ti en esta vida, por la carne y sangre reparadora de su Hijo Jesucristo, derramada sobre la cruz del monte santo, para que no solamente vivas
    la vida milagrosa que te ama, pero también en el cielo para a su nombre bendito, perpetuamente. Por eso, es que tú no deberías tener jamás dioses ajenos delante de él, porque si los tienes, entonces tú nunca veras el monte santo de Jerusalén,
    bendiciéndote ricamente desde el cielo, porque la carne bendita y la sangre reparadora de su Hijo Jesucristo están siendo bloqueadas por otras cosas, como ídolos o lo similar, causándote que pierdas tus bendiciones cotidianas.

    Ahora, si tú no quieres que esto suceda contigo o con los tuyos, incluyendo a tus amistades, entonces tendrás que rechazar a todos los dioses ajenos inmediatamente, por medio de la oración y fe, en el nombre de su Hijo Jesucristo, para que sean
    removidos instantáneamente de sobre ti, para que únicamente la carne sagrada esté sobre ti para recibir bendiciones. Ciertamente, tú tendrás que rechazar a Satanás y a sus mentirosos que estén sobre ti, entre tú y el monte santo de Jerusalén que
    siempre está listo para derramar el amor del Cordero con la sangre reparadora de la cruz, para que recibas tus bendiciones cotidianas, que será perdón de pecados, para que disfrutes de su gloria, riquezas y grandes poderes.

    Es decir, ya que hayas rechazado las mentiras de Satanás y de sus decepciones, que estaban sobre ti, entre la roca de salvación de Israel y de la carne sagrada del Cordero divino, que estaba siempre protegiéndote del mal, para que recibas tus
    bendiciones cotidianas, enriqueciéndote así tu vida con gloria y poderes, entonces nuestro Padre celestial descenderá sobre ti, bendiciéndote mucho más. Por eso, es que es muy importante para tú orar delante de nuestro Padre celestial, rechazando
    todos estos males de reyes, ídolos, vírgenes y lo similar, que estarían como obstáculos entre tú y el Cordero santo con la carne sagrada, que te limpia de todo pecado, por el Espíritu Santo, que está siempre listo y fresco para enriquecerte con
    muchas más bendiciones.

    Además, una vez que rechaces dioses ajenos por la oración ante nuestro Padre, invocando a su Hijo Jesucristo, entonces todos estos diablos entre tú y la roca de salvación, que es la dulce Casa de Dios, listo para darte de comer de la leche y miel
    prometida inicialmente, entonces todo estará limpio entre tú y la roca para recibir bendiciones cada día. Puesto que, nuestro Padre celestial necesita ver cada día la carne sagrada de su Hijo entre tú y su monte santo de Jerusalén, para que las
    bendiciones de amor, paz, gloria, poder, riquezas, prosperidad, alegrías y salvación, que él ya ha pronunciado en tu favor, entonces descenderán automáticamente en ti, para que goces de tu vida como deba de ser eternamente.

    De otra manera, si eres negligente en remover estos dioses ajenos entre tú y el pacto de nuestro Padre celestial con Abraham, que no solamente es la carne sagrada de Isaac y su amor maravilloso, nacido de su vida santísima, pero también la sangre
    reparadora de su Hijo Jesucristo, derramada sobre el monte santo, entonces los diablos jugaran contigo hasta que mueras. Por eso, es que nuestro Padre celestial espera siempre asegurarse que ya tienes la carne sagrada y la sangre reparadora de su Hijo
    Jesucristo sobre el monte santo de Jerusalén, como mediador entre tú y él en el cielo, para que tus oraciones y peticiones siempre lleguen a él, para ser contestadas instantáneamente, para gloria de su nombre bendito, para siempre.

    Puesto que, éste es el único camino, verdad, y vida en que nuestro Padre celestial no solamente oyó a Abraham y a los demás sobre su monte santo, porque él ofreció a su hijo Isaac y con amor sobre el altar, para que Dios siempre lo vea a él y a
    sus hijos por la carne sagrada del primer Judío, y éste es Jesucristo. Por eso, es que tú necesitas limpiar el camino de dioses ajenos que estarían de seguro sobre tu cabeza, deteniendo, rompiendo, las bendiciones que descienden del monte santo de
    Dios, porque nuestro Padre celestial ha determinado bendecirte con su gloria, poder y riquezas, pero únicamente por la carne sagrada de su Hijo Jesucristo, para que vivas cada día una vida maravillosa. ¡Amén!

    ONLY HIS SON'S FLESH IS BETWEEN YOU AND JERUSALEM'S HOLY HILL FOR BLESSINGS:


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