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    From ivanvalarezo@gmail.com@21:1/5 to All on Fri Oct 13 06:35:05 2017
    Sábado, 14 de Octubre, 2017 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica

    (Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)

    (Recordando en éste 9 de octubre pasado, cuando se celebraba la Independencia de Guayaquil, y Bolívar junto con José de San Marti acordaron integrar al Ecuador a Venezuela y Nueva Granada, formando así la Republica de la Gran Colombia, para que
    seamos grandes en amor, en unión y en progreso constante en nuestras Américas, perpetuamente. Que nuestro Padre celestial los siga bendiciendo cada día con su grande amor infinito, manifestado por medio de su Hijo Jesucristo hacia cada uno de sus
    hijos e hijas de todo nuestro Gran Guayaquil, dentro de nuestras tierras y fuera de ellas, para que andemos constantemente guiados por su Espíritu Santo y sus dones maravillosos, que nos enriquecen grandemente, siempre. ¡Amén!)

    EL PADRE SÓLO TE VE EN SU VOLUNTAD PURA (JURADA A ISAAC): PARA ENRIQUECERTE YA:

    Nuestro Señor Jesucristo le pido su nombre a Jacobo mientras luchaban aquella noche hasta rayar el alba, porque Jacobo había decido que no lo dejaría hasta que le entregue su bendición. Y él le respondió diciéndole, mi nombre es Jacobo. Pero
    Jacobo inmediatamente le preguntó por su nombre también: por favor dímelo, le decía. Y el Señor le dijo, ¿por qué preguntas por mi nombre? Entonces el Señor lo bendijo a él allí en Peniel, porque Jacobo dijo: E visto a Dios cara a cara y aún
    así me perdonó, porque estimo grandemente y con mucho aprecio mi vida y de todos los míos delante de sus ojos.

    Éste es el día cuando nuestro Señor Jesucristo descendió del cielo arriba para encontrarse con Jacobo, porque él estaba regresando a la tierra de donde nació de la casa de su padre Isaac, para volver a empezar su familia con sus parientes que
    habitaban en la tierra de Canaán. Y en su camino a Canaán, nuestro Señor Jesucristo se le apareció a Jacobo para bendecirlo, pero él empezó a luchar con él con grande fuerza humana, visto que una gran bendición venia sobre toda su vida, pero
    igualmente para todo su hogar que incluía a sus hijos prometidos a su padre Abraham, que nacerían en las generaciones venideras.

    Además, porque Jacobo siempre había buscado de su bendición de parte del Señor a través de los años, entonces esta fue la noche que sintió que la recibiría, por ende, él empezó a luchar con Él con todas sus fuerzas para que se la entregara
    antes que rayara el alba: porque él tenía que ser enriquecido con los suyos entrando a Canaán. Aquí es cuando Jacobo le pidió por su nombre a nuestro Señor Jesucristo, pero inmediatamente le respondió con otra pregunta a que él le declare su
    nombre más bien: porque Él le estaba bendiciendo cuando le daba su nombre a él, es decir, que cuando Jacobo dijo mi nombre es Jacobo entonces el Señor Jesucristo le entregó un nombre nuevo y perpetuo.

    Aquí es cuando nuestro Señor Jesucristo le reveló a Jacobo su nombre, porque él le había pedido por su nombre que es grande y admirable, y que nadie lo puede comprender jamás: pero cuando Jacobo le entregó su nombre, entonces el Señor le dijo que
    su nombre no sería más Jacobo, pero Israel será; porque tú has peleado con los hombres y Dios, ganando. Aquí es cuando nuestro Padre celestial estaba realmente dando a conocer el nombre de su Hijo Jesucristo, que sería conocido no solamente por
    Jacobo, pero igualmente para poseerlo perpetuamente: ya que Jacobo le había pedido por su nombre, y al pedirle por su nombre, entonces su nombre le fue cambiado a Israel, porque éste es el nombre de su Hijo amado, perpetuamente.

    Por eso, que camino a Canaán junto con sus mujeres e hijos que llevaban lo que poseía, entonces nuestro Padre celestial le entregó a Jacobo a que lleve el nombre de su único Hijo Jesucristo, así como siempre lo ha conocido a él en la eternidad, y
    este es el nombre de Israel: ya que Jacobo es su primogénito entre las naciones. Además, Jacobo iba en camino a empezar a recibir a sus hijos que nuestro Padre celestial le había prometido a su padre Abraham a que los tenga en las generaciones
    venideras, porque todos ellos vendrían a ser una familia de naciones, llevando su santo nombre fuego hacia lo alto del monte Sión, que Él había escogido para establecer su voluntad perfecta, perpetuamente.

    Por ende, Jacobo tenía que ser renombrado por nuestro Padre celestial a través de su Hijo Jesucristo, que había descendido para bendecirlo grandemente con su nombre propio del cielo, que es Israel, para que sus hijos entonces nazcan así como Isaac
    nació del vientre estéril de Sara, por el Espíritu Santo en Canaán, a que sea su nación amada, establecida como Israel. Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba a su primogénito en la tierra, que es Jacobo, para que no sea llamado más
    Jacobo, pero Israel legalmente: porque éste es el nombre de familia de su Hijo Jesucristo en que siempre ha sido conocido en su reino, y porque Jacobo regresaba a Canaán entonces su nombre tenía que ser Israel, para complacer al Padre, siempre.

    Consecuentemente, Jacobo regresó a Canaán con el nombre de su Hijo Jesucristo, porque nuestro Padre celestial necesitaba a su primogénito Jacobo que sea conocido por las familias de las naciones del mundo entero como Israel, ya que al nombrar a Jacobo
    como Israel: entonces también estaba renombrando a Canaán como Israel, porque allí será en donde vivirá con su Hijo amado, perpetuamente. Éste es el día, cuando nuestro Padre celestial empezó a tener a Jacobo renombrado así como su Hijo
    Jesucristo es, y éste es Israel, porque no solamente Jacobo seria renombrado Israel pero igualmente la tierra escogida soberanamente por Él mismo, para que su Hijo amado nazca junto con todos sus hijos levantando su santo nombre en gloria eterna, sobre
    el monte Sión.

    Evidentemente, esta es Canaán, escogida por nuestro Padre celestial no solamente para que su Hijo Jesucristo nazca del vientre virgen de la hija de David, bañado en su propia sangre del Juramento a Isaac, para atraer hacia Israel su santo nombre fuego
    alumbrando sobre su vida eterna, vivida por su Hijo amado, pero igualmente vivirla por todos nosotros en Israel y las naciones. Ya que, nuestro Padre celestial necesitaba que su Juramento a Isaac sea establecido y cumplido perpetuamente con su Hijo
    Jesucristo y con sus hijos de Israel y de las familias de las naciones, sobre el monte santo de Jerusalén: para que su santo nombre fuego brille sobre sus vidas individuales, ya sea que vivan redimidos en la tierra o en el cielo.

    Por ende, éste es el lugar que nuestro Padre celestial escogió para que toda alma humana renazca milagrosamente del bautismo de agua y del bautismo del Espíritu Santo, porque cuando se sumergen en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre
    bendito, entonces se levantan del bautismo hacia el monte Sión y su Lugar Santísimo perpetuamente justificados, con vida eterna y salvación. Estos son los santos del monte Sión que han venido a ser sus hijos, renacidos del agua y del Espíritu Santo,
    para que sean instantáneamente no solamente sus hijos bendecidos grandemente, pero igualmente sus reyes, sus sacerdotes y templos a su santo nombre fuego para reinar con Él sobre las familias de las naciones, perpetuamente con su santidad perfecta.

    Por eso, es que era importante para nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo de encontrarse con Jacobo, de regreso a Canaán con sus esposas y con sus hijos, cargando con las riquezas que había acumulado por veinte años
    trabajando por Laban, el padre de sus mujeres, para entonces renombrar a Jacobo junto con Canaán con su nombre reservado. Ya que, nuestro Padre celestial necesitaba que su primogénito Jacobo sea conocido mundialmente como Israel, pero igualmente su
    tierra, que Él mismo había escogido para establecer su santo nombre fuego sobre su monte santo de Jerusalén, cuando su Hijo Jesucristo viva su vida eterna victoriosamente sobre Satanás y sus ángeles caídos, finalmente destruyendo todo reino de
    tinieblas junto con la muerte, perpetuamente.

    Visto que, ésta es Canaán en la que nuestro Padre celestial derramaría su misma vida eterna sobre toda ella completamente, porque Él tenía que ungirla para su Hijo Jesucristo vivirla con su sangre derramada sobre su cuerpo, naciendo de la hija
    virgen de David, por el Espíritu Santo, postreramente conquistando a las naciones con su vida única emanando leche y miel mundialmente. Ya que, ésta es la leche y miel que las familias de las naciones finalmente comerán de nuestro Padre celestial,
    porque su Hijo Jesucristo nació bañado en su propia sangre de la hija virgen de David, introduciendo así hacia Israel su santo nombre, ardiendo sobre el monte santo de Jerusalén, pero igualmente, alumbrando sobre sus hijos renacidos del agua y del
    Espíritu Santo.

    Evidentemente, es la perfecta voluntad de nuestro Padre celestial en cada hombre, mujer, niño y niña a que renazca del agua en todas partes del mundo, como en donde sea que vivan, y así, sumergidos en agua, sueltan el espíritu de error y la carne
    pecadora, y sólo entonces podrán emerger del agua hacia su presencia santísima sobre el monte Sión, perpetuamente enriquecidos. Visto que, si algunos de sus hijos fallan en renacer del agua, invocando la perfecta santidad de su nombre bendito, de su
    Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, entonces ellos habrán fallado también de haber renacido del monte Sión y de su Lugar Santísimo, para que vengan a ser sus hijos legítimos, renacidos de su imagen santísima: como sus reyes y sacerdotes.

    Además, nuestro Padre celestial necesita llenar a todo su nuevo reino con sus hijos que Él empezó con Abraham, cuando lo llamó a que suba a su hijo muy amado Isaac al monte santo que le mostraría postreramente, para que lo ponga sobre el madero como
    el sacrificio encendido hacia su santo nombre fuego, para levantar su nuevo reino sobre las naciones. Y éste es el altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y su Espíritu, para entonces Él poder levantar sus manos sobre su santo
    nombre fuego clavado al madero, cuando Isaac permanecía tendido sobre el lugar del fuego, Juramentando así bendiciones sobre él y sus hijos por nacer, prometiendo abundante vida eterna y riquezas interminables en toda la tierra, perpetuamente.

    Por ende, aquí es donde nuestro Padre celestial estableció su santo nombre fuego finalmente cuando su Hijo Jesucristo fue bañado en su propia sangre, al nacer del vientre virgen de la hija de David, por los poderes del Espíritu Santo, sellando así
    su perfecta voluntad sobre el monte Sión para reinar sobre las naciones, incluyendo el reino angelical con santidad perfecta, eternamente. Es decir, que la perfecta voluntad de nuestro Padre celestial no está en el reino angelical como muchos piensan
    siempre, pero, la verdad es que Él mismo la estableció sobre el monte de Jerusalén perpetuamente, cuando su santo nombre fuego fue clavado primeramente sobre el madero y luego su Hijo Jesucristo derramando su sangre reparadora, quitando así todo
    pecado del mundo entero instantáneamente.

    En este lugar de la creación de nuestro Padre celestial ha llamado a su Hijo Jesucristo no solamente a que nazca de la hija virgen de David, bañado en su misma sangre bendita, para que su santo nombre fuego descienda del cielo, estableciéndose sobre
    el monte Sión, pero igualmente: Él ha llamado divinamente a cada hombre, mujer, niño y niña a salvarse. Visto que, aquí es donde su perfecta voluntad ha sido establecida perpetuamente, cuando su santo nombre fuego fue clavado al madero junto con su
    Jesucristo derramando su sangre reparadora, llena de vida eterna, para que todo Israel y las familias de las naciones la tengan como suya, gozándose siempre de su leche y miel, emanando de ella abundantemente, como prometió a Abraham antiguamente.

    Ciertamente, el comer del pan y vino no es lo único que nuestro Padre celestial nos ha dado por medio de su Hijo Jesucristo, para que todos nosotros entremos a su Juramento eterno a Isaac sobre el monte Sión y su Lugar Santísimo, pero igualmente a que
    comamos y bebamos de Él mismo que es su leche y miel dándonos vida abundantemente. Ya que, es la vida eterna de nuestro Padre celestial en la que su Hijo Jesucristo nació de la hija de David, por los poderes del Espíritu Santo, trayendo el santo
    nombre fuego sobre el monte santo de Jerusalén y su Lugar Santísimo, pero igualmente el derramamiento de su vida eterna como la leche y miel, alimentando a las naciones mundialmente, siempre.

    Por ello, ya que tú eres bautizado en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre bendito, de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo entonces tú habrás abandonado el espíritu de error y la carne pecadora, para empezar a comer y beber del Espí
    ritu Santo y de la carne sagrada su leche y miel que su misma vida prístina te entregó. Y esto es algo que nuestro Padre celestial jamás hizo con los ángeles ni menos en la tierra con el hombre, mujer, niño y niña de las naciones, excepto en Israel
    y con Isaac, porque éste es el lugar en donde no solamente ha establecido su voluntad perfecta perpetuamente, pero igualmente en donde sus hijos renacen con Él de su Espíritu Santo.

    Es decir también que la perfecta voluntad de nuestro Padre celestial no está realmente establecida en la gloria celestial con los ángeles pero, preferiblemente en las familias de la humanidad, empezando en Israel, porque fue con Abraham que Él se
    sentó a comer del pan y vino de su Hijo Jesucristo, para que él postreramente nazca como Isaac del vientre estéril de Sarah. Nuestro Padre celestial necesitaba que su Hijo Jesucristo nazca del vientre estéril de Sarah, por los poderes del Espíritu
    Santo, porque Él no solamente deseaba introducir su amor asombroso en Abraham y sus amados, pero igualmente Él necesitaba que su sangre reparadora de su vida eterna sea parte eterna de cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las naciones.

    Consiguientemente, era importante para nuestro Padre celestial de tener a su Hijo amado nacido como Isaac de Sarah, por el Espíritu Santo, para que Él tenga a su Hijo viviendo en su carne sagrada, huesos inquebrantables y sangre reparadora para
    establecer su perfecta voluntad y así su vida eterna y salvación sean posibles para la humanidad entera sobre el monte Sión ya. Ya que, era sobre el monte Sión, descansando sobre el monte Moriah, a donde nuestro Padre celestial llamó a Abraham a
    subir a su único hijo Isaac amado por muchos años en el seno de su hogar y de sus amados, como Sarah y sus hijos adoptados, porque era el tiempo ya para establecer su voluntad todopoderosa con Isaac: bendiciéndote grandemente hoy.

    Sin duda, nuestro Padre celestial necesitaba hacer su más importante Juramento en la tierra por medio de Isaac sobre el monte Sión y su Lugar Santísimo, descansando sobre el monte Moriah, porque Él necesitaba no solamente a sus hijos a nacer del Espí
    ritu Santo en las generaciones venideras, pero igualmente conquistar sus victorias eternas de su santo nombre fuego en la eternidad. Por eso, es que cuando el tiempo de Israel de haber vivido los cuatrocientos años en su cautiverio egipcio culminó,
    entonces nuestro Padre celestial descendió con su altar del amor prehistórico con Isaac y con su Espíritu Santo, para que Él finalmente entregar su santo nombre fuego a Moisés, de acuerdo al Juramento a Isaac, para que su voluntad perfecta florezca
    mundialmente.

    Dado que, cuando nuestro Padre celestial llamó a Abraham a traerle a él a su hijo amado Isaac, entonces fue para ponerlo sobre el madero y listo para arder como un sacrificio quemado, para las nuevas glorias de su santo nombre fuego que finalmente le
    entregaría a Moisés y a Israel sobre el mismo monte Sión, descansando sobre el monte Sinaí poderosamente. Además, nuestro Padre celestial necesitaba manifestar las glorias y poderes asombrosos de su Espíritu Santo a Israel por medio de su santo
    nombre facilitado a Moisés sobre el monte Sión y su Lugar Santísimo, descansando sobre el Sinaí: porque Él necesitaba que cada hombre, mujer, niño y niña lo confiese, y así sus asombrosos poderes de su perfecta voluntad se manifiesten finalmente.

    Porque cuando su santo nombre fuego fuese confesado por sus hijos en la tierra de Gosén, y listos para abandonar su cautiverio egipcio, entonces fue para que su perfecta voluntad Jurada a Isaac se manifieste con milagros, maravillas y señales en el
    cielo y en la tierra, para que salgan liberados por completo hacia las abundantes promesas de cada día, enriqueciéndolos, siempre. Ciertamente, cuando los israelitas confesaban la perfecta santidad de su nombre bendito, invocando al Padre, al Hijo y al
    Espíritu Santo entonces la perfecta voluntad Jurada a Isaac en el Lugar Santísimo se desplegó en cada hogar de las familias israelitas en Gosén, porque la sangre del cordero fue salpicada en cada puerta: saliendo inmediatamente hacia la libertad de
    su voluntad perfecta, finalmente.

    Ahora, nuestro Padre celestial no solamente los preparó al invocar la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo en Gosén, cuando veían los milagros asombrosos ser desplegados ante el Faraón y sus oficiales por Moisés y
    Aarón, pero igualmente, pudieron caminar hacia el mar Rojo, confesando su santo nombre todopoderoso con sus labios, escapando así del pecado, perpetuamente. Es decir también que nuestro Padre celestial tenía a cada hombre, mujer, niño y niña
    invocando la perfecta santidad de su santo nombre, su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo cuando se acercaban al mar, para que Él con su Hijo y con su Espíritu Santo bautizarlos para abandonar todo pecado, enfermedad, maldición, pobreza, conflicto,
    holocausto y muerte en el lecho marino, perpetuamente.

    Además, nuestro Padre celestial necesitaba enterrar cada uno de los pecados, enfermedades, maldiciones, conflictos, enemigos, guerras, holocaustos, pobreza y muertes de todas las familias de las naciones del mundo entero del pasado, del presente y del
    futuro, empezando por Israel, porque Él tenía que tener el pecado cubierto de agua, finalmente para levantar su santo nombre victorioso sobre su altar, en Canaán. Por eso, es que nuestro Padre celestial en el lecho marino se paró allí con Israel,
    protegiéndolos en todo momento, dividiendo con luz y tinieblas a sus hijos de los hijos del enemigo, porque en el lado de los israelitas había luz mientras del lado de los egipcios había tinieblas, que los dividía, para que no se mezclen nunca con
    las naciones.

    Además, nuestro Padre celestial tenía que hacer distinción entre sus hijos y los del enemigo, porque sus nuevas glorias venideras de su santo nombre fuego peligraban y, por tanto: Él tenía que hacer lo mejor para que la casa de Israel no se junte
    con las naciones por todo el desierto camino hacia la conquista de Canaán con su bendito nombre fuego. Por ende, cuando Israel emergió del lecho marino, cruzándolo en seco, hacia el desierto desolador del Sinaí, entonces nuestro Padre celestial con
    su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo fue muy celoso y protector de cada uno en Israel, porque habían renacido todos de su Espíritu Santo y de su carne sagrada del Juramento a Isaac, llenos de su vida eterna.

    Efectivamente, caminando por el desierto del Sinaí, revestidos todos con el Espíritu Santo y con la carne sagrada, que es el Juramento a Isaac y llenó de la vida eterna personal del Padre celestial, en donde todos fallaran en morir condenados al
    infierno, entonces se volvieron sedientos como las familias antiguas de naciones ya olvidadas, pagando por sus pecados entre las llamas infernales. Aquí es donde necesitaba nuestro Padre celestial a toda la casa de Israel sedienta como cada hombre,
    mujer, niño y niña que había vivido su vida en la tierra para descender luego al infierno tormentoso, porque jamás ninguno de ellos conoció su santo nombre fuego ni menos pactó con sacrificio de cordero para cubrir sus pecados con la sangre,
    salpicada a tierra.

    Ahora, nuestro Padre celestial tenía a cada israelí hombre, mujer, niño y niña no solamente como su sumo sacerdote ministrando su santo nombre fuego y palabra viva ante Él, pero igualmente los tenía a todos ellos específicamente sobre los que yací
    an en sus huecos infernales, ministrándoles como sus sumos sacerdotes personales su nombre y palabra viva que jamás conocieron en sus días. Visto que, nuestro Padre celestial necesitaba a las naciones antiguas que sean enseñadas por sus hijos nacidos
    del Espíritu Santo del vientre muerto de Sarah, para que todos ellos vengan a conocer no solamente su santo nombre fuego y palabra para resurrección y salvación, pero igualmente que aprendan cómo vivir su vida eterna por su Hijo Jesucristo, vivié
    ndola él mismo, en Canaán.

    Además, nuestro Padre celestial necesitaba cubrir todo pecado, cometido en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, para Él permitirle a su único Hijo nacer de la hija de David, por el Espíritu Santo que le dio vida inicialmente a
    Isaac y a todo Israel por futuras generaciones, para que su santo nombre flamee victorioso sobre las naciones, perpetuamente. Por eso, es que cuando Israel entró en el desierto del Sinaí del todo, entonces nuestro Padre celestial tenía que tener a
    toda la casa de Israel sedienta por agua, así como las familias de naciones antiguas yaciendo en sus huecos del infierno tormentoso, pagando por sus pecados perpetuamente, para Él poderles dar a beber de su roca algún día ya pronto.

    Dado que, todo lo que nuestro Padre celestial hará por las naciones del mundo, incluyendo el Valle de los huesos secos y cada infierno que desciende al centro de la tierra, entonces Israel tenía que ser primero en levantarse, como cuando nacieron
    directamente de Isaac por el Espíritu Santo del vientre estéril de Sarah, llenando así la tierra con su Espíritu viviente. Entonces, Israel fue la primera nación nacida entre otra nación como servidores en Egipto, porque esto fue lo que el Padre le
    dijo a Abraham de sus hijos que nacerían de él, descendiendo de las estrellas e incontables como ellas mismas para que sea su familia y la nación de sus sueños dorados, haciendo su voluntad perfecta aún más allá de la eternidad.

    Entonces, habiendo acumulado los pecados de todas las familias de las naciones por cuatrocientos años, oportunamente nuestro Padre celestial descendió del cielo con su altar del amor prehistórico, en donde Él mismo había jurado su Juramento a Isaac
    para entregarle a Moisés su santo nombre fuego, algo que jamás lo hizo así con nadie antes en el cielo ni en la tierra. Además, nuestro Padre celestial le entregó a Moisés su santo nombre fuego primeramente, porque Él necesitaba no solamente para
    que Israel lo invoque para el bautismo de agua en el mar Rojo, pero igualmente para que se lo enseñe a las naciones antiguas yaciendo en sus huecos infernales, y así su Hijo Jesucristo descienda con su resurrección y abundante salvación para todos.

    Por eso, nuestro Padre celestial no solamente entregó su vida personal, escrita con su dedo en las tablas de piedra de los Diez Mandamientos, para que Israel lo reciba por primera vez, pero Él también les entregó su tabernáculo de reunión y con el
    Lugar Santísimo, en donde Él se sienta en la Silla de la Misericordia perpetuamente bondadoso con sus hijos. Visto que, nuestro Padre celestial necesitaba a cada hombre, mujer, niño y niña no solamente que tenga su vida eterna vistiendo sus almas
    vivientes con su Espíritu Santo y con su carne sagrada del Juramento a Isaac, pero igualmente tenían que caminar por el desierto del Sinaí, conduciendo sus festivales de rituales y ceremonias de perfecta santidad: salpicando sangre sobre todo pecado.

    Legalmente, nuestro Padre celestial tenía que expiar cada pecado de las familias de los mundos antiguos que habían muerto sin invocar su santo nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, además murieron sin pacto ni sacrificio de cordero ante É
    l, cubriendo sus pecados con la sangre reparadora, pero con los israelitas salpicando la sangre de corderos todo pecado murió, finalmente. Habiendo nuestro Padre celestial cubierto cada pecado del pasado, presente y de futuras generaciones, entonces su
    santo nombre fuego podía descender del cielo con su Hijo Jesucristo, cuando nacía del vientre virgen de la hija de David, para vivir por completo su misma vida santísima y única, mostrándoles a todos en el Valle de muerte y en las naciones antiguas
    como vivirla, perpetuamente.

    Por eso, fue importante para nuestro Padre celestial de tener a todo Israel actuando como sus sumos sacerdotes personales por el desierto del Sinaí, salpicando la sangre del cordero sobre la arena, porque Él estaba destruyendo todo pecado, para que su
    Hijo Jesucristo pueda vivir su vida eterna bajo la luz de su santo nombre fuego, descansando sobre el monte Sión gloriosamente. Además, esto fue posible finalmente porque después que Israel condujo sus rituales y ceremonias del tabernáculo de reunió
    n y de su Lugar Santísimo, invocando su santo nombre fuego junto con cada palabra que nuestro Padre celestial necesitaba comunicarle no solamente a Israel pero igualmente a las naciones antiguas, entonces Él podía derramar de su vida eterna en Canaán
    por su Hijo Jesucristo.

    Visto que, su Hijo Jesucristo nació bañado en su propia sangre, rompiendo la virginidad de la hija de David, entonces su vida eterna fue salpicada sobre su carne sagrada, para ser ofrecida, como un sacrificio incendiado sobre el monte Sión y su Lugar
    Santísimo, para que su vida eterna se derrame cuando su Hijo Jesucristo derramaba su sangre hasta la última gota. Esto fue algo que nuestro Padre celestial tenía que hacer en Canaán y sobre el monte Sión, victorioso sobre Satanás y la muerte,
    porque su misma vida eterna vivida por su Hijo Jesucristo, destruyó perpetuamente toda maldición que Satanás tenía en Israel, para Él poder levantar su santo nombre fuego sobre su altar de amor, reinando sobre las naciones en su santidad perfecta.

    Evidentemente, aquí nuestro Padre celestial recibió no solamente a Abraham pero también a Isaac su hijo amado como su sacrificio para remover sus pecados, para que la vida eterna sea posible en él y en su esposa Sarah junto con su hogar, pero
    igualmente para que sus hijos prometidos numerosos como las estrellas se gocen postreramente de su misma vida santísima, siempre. Visto que, al nuestro Padre celestial bendecir a los hijos de Abraham así como lo bendijo a él junto con su hijo Isaac,
    confesando su Juramento personal sobre él, entonces entregó vida eterna no solamente a sus hijos israelitas, pero igualmente a las familias de las naciones del pasado, presente y futuro, y así Él estaba conquistando la tierra para su reino venidero.

    Puesto que, éste es el nuevo reino que nuestro Padre celestial siempre amó, en donde su voluntad perfecta está establecida no solamente en cada uno de sus santos ángeles pero igualmente en cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las familias
    de las naciones, porque Él mismo le dijo a Abraham que en su semilla serian benditas las naciones. Éste es el reino, en donde nuestro Padre celestial te enriquecerá con sus poderes que Él mismo Juró a Isaac, para entregarles a sus hermanos y
    hermanas de Israel y de las familias de las naciones, y esto es de la misma vida eterna del Todopoderoso junto con cada bendición enriquecedora, emanando de su santo nombre fuego, al ser amado en ti continuamente.

    Así es como nuestro Padre celestial está planeando no solamente de restaurar la gloria, honor y alabanza de eterna adoración a su santo nombre fuego, que Lucifer junto con su tercera parte de los ángeles caídos se opuso en contra de él, tratando de
    conquistar y reinar todo el cielo y su Creación, pero igualmente nuestro Padre conquistara nuevas glorias nunca antes vistas. Efectivamente, nuestro Padre celestial ha escogido la tierra como su dulce hogar, porque aquí es donde Él le ha Jurado amor
    eterno a Isaac y a cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las familias de las naciones, perfeccionando así su voluntad personal perpetuamente: restaurando alabanza, honor y gloria a su santo nombre fuego sobre el monte Sión, sempiternamente.

    Por ello, nuestro Padre celestial sacó a Israel del cautiverio egipcio, perdonando todo pecado cometido por ellos mismos junto con los de las familias de las naciones, bautizándolos a todos juntos en el lecho marino, porque es únicamente en el
    bautismo de agua que Él limpia a cada alma viviente del fruto prohibido, restaurándola a la vida eterna, al renacer del Espíritu Santo. Solamente que, cada uno se bautice en agua invocando la perfecta santidad de su santo nombre, de su Hijo Jesucristo
    y del Espíritu Santo entonces instantáneamente toda alma es desvestida del espíritu de error y de la carne pecadora, vistiendo del Espíritu Santo y de la carne sagrada del Lugar Santísimo sobre el monte Sión como ciudadano de la Nueva Jerusalén
    celestial.

    Por eso, es que cuando nuestro Padre celestial llamó a Abraham con su hijo Isaac hacia el Moriah, entonces fue no solamente para hacer su Juramento a Isaac, para establecer su perfecta voluntad sobre el monte santo de Jerusalén y su Lugar Santísimo, y
    así Abraham y sus hijos se bauticen obligadamente, pero seguidamente para hacerlos ciudadanos de su Gran Reino venidero. Además, desde entonces acá, nuestro Padre celestial ha bautizado a cada hombre, mujer, niño y niña de todas las familias del
    mundo, queriendo siempre ellos renacer de su Espíritu Santo sobre su monte Sión, en donde los abraza, aceptándolos como sus hijos legítimos, vistiéndolos con sus vestiduras reales de reyes, sumos sacerdotes y templos a su nombre sobre su altar del
    amor eterno.

    Puesto que, así es que nuestro Padre celestial empezó a aceptar ciudadanos a su Gran Reino establecido perpetuamente sobre su monte Sión y su Lugar Santísimo, cuando Isaac se acostó sobre el madero e hizo su Juramento de perdonar y de salvar con
    abundante vida eterna junto con riquezas interminables para sus hijos en la tierra y en La Nueva Jerusalén celestial. Ya que, ésta es la única manera en que nuestro Padre celestial te recibirá a ti en estos días sobre su monte Sión y su Lugar Santí
    simo, en donde Él renacerá contigo de su imagen y de su alma viviente, por el Espíritu Santo, haciéndote así su hijo legitimo y ciudadano con derechos a vivir en su Gran reino angelical y mundial.

    Consiguientemente, con su Juramento a Isaac sobre el monte Sión, descansando sobre el Moriah, entonces nuestro Padre celestial ha establecido su perfecta voluntad en Israel, manifestado en ti y en la humanidad entera del pasado, presente y futuro,
    bautizado en agua, invocando la perfecta santidad de su santo nombre fuego, entregándote así su cuerpo glorificado para vivir su vida eterna, perpetuamente enriquecido. Porque una vez tú bautizado en agua, invocando la perfecta santidad de su santo
    nombre fuego junto con su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, entonces tú renacerás sobre el monte Sión y su Lugar Santísimo, en donde tú serás hecho su hijo legitimo y ciudadano con todo derecho de su Nueva Jerusalén celestial, para vivir
    enriquecido en su vida eterna, perpetuamente.


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