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All on Fri Aug 13 22:49:50 2021
Sábado, 14 de Agosto, 2021 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica
(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)
Espigas feas son sus hijos nacidos para comer espigas divinas: pan y vino del Padre (su Hijo Jesucristo):
Misericordiosamente, familias de las naciones habÃan ya nacido en la tierra y nuestro Padre celestial deseaba comer y beber con ellos de su fruto, del árbol de la vida, en el epicentro del paraÃso, por el cual Él habÃa llamado a Adán y a Eva a
comer de él, comiendo asà con ellos vida que trae amor, glorias y honor a su santo nombre fuegos. Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba comer con sus hijos, como Adán y Eva junto con sus hijos, de su alimento siempre compartido con su Hijo
Jesucristo y su EspÃritu Santo, como su familia divina perfectamente conocida en la gloria angelical, y asÃ, Él crecer con ellos con grandes riquezas nunca antes vistas por nadie, y ya era el tiempo para conquistarlas todas ellas.
Además, nuestro Padre celestial añoraba comer con sus hijos de su misma gloria siempre vivida con su Hijo Jesucristo y con su EspÃritu Santo junto con las huestes angelicales, pero esta vez, Él buscaba un mayor reino, en donde Él será amado y
enriquecido por sus Hijos en toda una tierra nueva, que solamente come y bebe de Él toda una eternidad entera. Realmente, una vez que nuestro Padre celestial le habÃa dado vida a Adán y luego a Eva junto con los hijos, e inmediatamente fueron llamados
todos a comer del fruto de vida con Él en lugar del fruto prohibido, porque sólo Él necesitaba comer con ellos de su misma vida, como el pan y vino siempre celebrado con su Hijo y con su EspÃritu.
Definitivamente, nuestro Padre celestial estaba listo para crear nuevas cosas jamás antes vistas (ni pensadas también), reemplazando las antiguas, contaminadas por Lucifer y un-tercio de los ángeles rebeldes en contra de su santo nombre fuegos de la
gloria celestial, por ello, Él necesitaba crear un reino nuevo, en donde sus hijos comerÃan siempre de Él, sin jamás conocer el pecado toda una eternidad entera. Realmente, esto empezarÃa un reino nuevo, en donde cada creación suya, como
angelicales y de cada hombre, mujer, niño y niña nacida de su imagen y de su alma santÃsima, comerÃan de su pan y vino, porque no hay pecado posible alguno en su vida, su misma vida santÃsima saliendo de su corazón victorioso sobre todo enemigo y
lleno de su santidad perfecta siempre.
Realmente, esta es una vida gloriosa, nacida del corazón santÃsimo de nuestro Padre celestial, vivida ya con su Hijo Jesucristo y con su EspÃritu Santo, en donde no hay pecado posible jamás, porque no hay tinieblas posibles en Él, sus hijos y sus
huestes angelicales, por ende, no hay dolor, enfermedades, o sentimientos malos, sino solamente amor enriqueciéndonos a todos nosotros siempre toda una eternidad. Por cuanto, esta es la vida, que tu corazón siempre ha buscado vivirla sin jamás
encontrarla en este mundo, por razones de la presencia de brujerÃas que las gentes siempre hacen sin entender jamás el mal que se están haciendo ellos mismos (o hacia otros), por ello, tú has fallado en encontrarla hasta que tú renaces del agua,
entrando enteramente en ella finalmente.
Entendiendo que, nosotros nacimos de la imagen de nuestro Padre celestial, su alma santÃsima y su corazón santÃsimo, en donde el pecado jamás existió en la eternidad hasta encontrarlo en el corazón malvado de Lucifer, que necesitaba poseer su santo
nombre fuegos para lograr su voluntad de tinieblas con poderes que solamente emanan del Padre hacia la tierra entera, alegrando su corazón santÃsimo siempre. Ciertamente, nuestro Padre celestial te entregó esta vida gloriosa por amor a su Hijo
Jesucristo y su EspÃritu Santo, alegrando tu corazón muchÃsimo, porque no hay pecado en él, y que solamente existe en ti, cuando vives en el Lugar SantÃsimo, asà como su corazón santÃsimo vive en él: amándote a ti únicamente para conocer
riquezas, paz, prosperidad y alegrÃas interminables toda una vida entera.
Absolutamente, nuestro Padre celestial estableció su misma vida sobre la tierra entera, bendiciendo a sus hijos caÃdos en el pecado de Lucifer, como cuando Eva y luego Adán creyeron en la serpiente, haciéndolos comer del fruto prohibido, para que
ellos jamás amen, sirvan y honren su santo nombre fuegos en la Creación; sin embargo, nuestro Padre siempre tuvo poderes para hacernos vivir nuevamente. Por lo tanto, para que esto suceda, entonces nuestro Padre celestial empezarÃa a comer con cada
hombre, mujer, niño y niña de su pan y beber de su copa de vino, que es su maná del cielo arriba y su sangre expiatoria con poderes quitando pecados, pero igualmente entregarnos vida abundante con amor y riquezas nuevamente, y asÃ, sus hijos regresen
a vivir nuevamente.
Además, nuestro Padre celestial necesitaba empezar a comer de su pan y vino, que es su Hijo Jesucristo nacido en la tierra, naciendo en una familia dispuesta a obedecer su voz, y este fue Abraham con su esposa Sarah y con su vientre estéril sin darle
un hijo; por ello, ellos necesitaban ayuda de Él, para lograr el hijo que siempre esperaron verlo llegar. A tiempo, nuestro Padre celestial pudo decirle a Abraham, que su esposa Sarah tendrÃa un hijo en el siguiente año, que él se sorprendió de oÃr
que un niño ya venia finalmente a su familia, después de haber esperado tanto por él, que él ya sentÃa que grandes dÃas venÃan hacia él y sus amados, porque ahora si tendrÃa un heredero para sus fortunas.
Visto que, nuestro Padre celestial fue complacido por Abraham al tener a su esposa Sarah con su vientre estéril sanado, por poderes del EspÃritu Santo, y asÃ, su mismo EspÃritu entre en su vientre, convertido en su corazón santÃsimo para que su
Hijo Jesucristo nazca con el pan y vino, que sus hijos participaran de él siempre con Él por generaciones venideras. Realmente, este fue el pan y vino, dándole vida no solamente a Isaac, pero igualmente a Jacobo con los doce patriarcas israelÃes, que
necesitaban nacer en algún lugar de la tierra, porque necesitaban descender a Canaán para vivir allà hasta que Satanás los ataque a ellos con hambruna, porque Satanás necesitaba empezar a establecer su reino de tinieblas con mucha hambre en aquellos
dÃas.
Ciertamente, este seria un hambre eterna, afligiendo a toda vida humana en la tierra no con las familias de aquellos dÃas, pero igualmente a sus hijos de generaciones venideras, porque Satanás necesitaba establecer su reino de tinieblas, ofendiendo a
su santo nombre fuegos siempre; sin embargo, nuestro Padre celestial tenÃa a Israel trayéndonos riquezas, enriqueciendo la humanidad entera para su reino de amor eterno. Además, nuestro Padre celestial necesitaba establecer su amor asombroso e
infalible siempre sentido por su Hijo Jesucristo y por su EspÃritu Santo en la eternidad, que huestes angelicales desde que fueron creadas entonces ellos han aprendido a vivirla, conociendo amor, poderes y riquezas sin fin hasta hoy, y asÃ, ellos amen,
sirvan y honren su santo nombre fuegos con perfecta santidad siempre.
Asà es como. Lucifer junto con un tercio de ángeles caÃdos aprendido del santo nombre fuegos de nuestro Padre celestial y de sus poderes asombroso, desplegándose cuando necesario, que ellos quedaron impresionados poderosamente aun más allá de sus
imaginaciones más salvajes, por las cosas que se lograrÃan con él, sintiendo ellos asà la necesidad de poseerlo, creando seguidamente su reino de tinieblas para controlar el reino angelical siempre. Empero, el santo nombre de nuestro Padre celestial
no se aparta de Él ni de su Hijo Jesucristo ni de su EspÃritu Santo para ser de huestes angelicales, porque es propiedad de su familia divina, por ello, Adán nació para que Eva y sus hijos poseerlo, creando nuevas tierras para su reino de su amor
inagotable, poderes y de riquezas por una eternidad entera.
Aun asÃ, para los hijos de nuestro Padre celestial poseer su santo nombre fuegos con todos sus asombrosos poderes cotidianos, desplegándose por milenios por toda la tierra, entonces, ellos tenÃan que haber comido ya de su árbol de la vida, que es su
pan y vino, que sólo su Hijo Jesucristo puede servÃrselos a ellos sobre su Mesa santa por generaciones venideras. Por lo tanto, era importante para nuestro Padre celestial tener a su EspÃritu Santo entrando en el vientre estéril de Sarah, emergiendo Ã
‰l del vientre sin vida, sanándolo, como su corazón santÃsimo finalmente entregarnos a Isaac con la carne sin pecados y su sangre expiatoria, reiniciando asà su vida eterna en la tierra, empezando en Canaán, y sus hijos vean vida pronto, siempre
enriquecidos.
Francamente, nuestro Padre celestial necesitaba no solamente a Abraham y a Sarah comiendo de su pan y vino de su Mesa santa, servida siempre por su Hijo Jesucristo a sus huestes angelicales del cielo, viviendo asà una vida gloriosa, complaciendo a su
corazón santÃsimo para bendecir, honrar y exaltar su santo nombre fuegos, pero también para bendecir la tierra entera para siempre. Evidentemente, para nuestro Padre celestial no solamente necesitaba tener a hijos prometidos a Abraham naciendo para é
l del vientre estéril de Sarah, sanado, como su corazón santÃsimo para que Isaac nazca en Canaán, pero ahora, Él también lograrÃa tener a sus hijos de las naciones renaciendo de su carne sin pecados y su sangre expiatoria, bautizándose en agua,
invocando la perfecta santidad de su nombre.
Concluyentemente, nuestro Padre celestial necesitaba a hijos de Abraham, naciendo de Isaac, como Jacobo en Canaán y luego los once patriarcas israelÃes naciendo en Padan-Aram, llamándolos finalmente para que todos regresen a vivir en la tierra, en
donde Jacobo nació, para empezar a recibir riquezas de Canaán, porque ellos tenÃan que llevarlas a una tierra extranjera, Egipto, enriqueciendo la tierra entera últimamente. FÃsicamente, nuestro Padre celestial necesitaba empezar a enriquecer la
tierra, porque Lucifer estaba decidido a empobrecerla con una hambruna, un hambre que borrarÃa toda vida humana y animal igualmente de la humanidad entera, por ello, Él debÃa ya tener su carne sin pecados viviendo en Canaán y gozando de riquezas
cotidianas, para enriquecer una nación extranjera que destruirÃa la gran hambruna de Satanás siempre.
Aquà es cuando, nuestro Padre celestial tenia que tener ya a José abandonando Canaán, vendido por sus once hermanos a una caravana de extranjeros Ismaelitas por veinte piezas de plata, que luego ellos lo venderÃan a Potifar, un egipcio de la guardia,
por treinta piezas de plata probablemente, y asÃ, él, pasando los años, sea el segundo en mando ante Faraón de Egipto. Entendiendo que, nuestro Padre celestial necesitaba a José, como segundo en mando en Egipto ante Faraón, porque Satanás estaba
decidido a empobrecer la humanidad entera, destruyendo asà todo rasgo de Él, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo en cada hombre, mujer, niño y niña de las familias de las naciones, logrando asà su reino de tinieblas con hijos de Dios perdidos en
pecados.
Realmente, Satanás tenÃa planes destructivos para los hijos de nuestro Padre celestial en la humanidad entera, destruyendo asà toda carne: porque una carne bautizada en agua, milagrosamente invocando la perfecta santidad de su nombre, entonces, recibe
un lavado poderoso no solamente del cuerpo entero, pero igualmente de su corazón, alma, mente y espÃritu humano, haciéndola perfecta y santa, asà como Él lo es eternamente. Visto que, esto es lo que nuestro Padre celestial le aseguraba a Abraham,
que él necesitaba ser perfecto y santo, asà como Él lo es en la vida eterna para vivir con Él, por lo contrario, él siempre fallarÃa en ver vida con sus hijos en generaciones venideras, y esto fue el llamado al bautismo en agua para todos nosotros
alrededor del mundo hasta hoy.
Esto es correcto: Esto fue el llamado de nuestro Padre celestial a renacer para ver vida nuevamente con Él, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, porque solamente él con sus hijos prometidos, serán su Israel eterno, pero igualmente las naciones
prometidas a él, porque los gentiles fallarán en ver vida a no ser que todos ellos obedezcan al llamado a bautizarse en agua. Por lo tanto, Satanás necesita parar a cada hombre, mujer, niño y niña de bautizarse en agua, empezando con Abraham y sus
hijos prometidos, empobreciendo asà la tierra entera antes que ellos despierten a la verdad para obedecer el llamado de nuestro Padre celestial a bautizarse todos, establecido con Abraham inicialmente, haciéndolo perfecto y santo instantáneamente, asÃ
como Él lo es en la eternidad.
Empobrecer la tierra significa que Satanás junto con sus ángeles caÃdos estaba dispuesto a parar el flujo de agua por doquiera, causando asà hambruna, y sembrÃos fallen, logrando que las gentes sufran la necesidad de agua y comida, y vidas humanas y
animales igualmente cesen de existir eventualmente; consiguientemente, no agua para ningún bautismo a no ser que vayan a la playa cercana. Sin embargo, nuestro Padre celestial necesitaba a José interpretando sueños de Faraón: las siete vacas gordas y
hermosas junto con las que eran feas y flacas, tragándose no solamente las hermosas y gordas, pero igualmente a familias de las naciones, matando asà a toda vida humana y animal igualmente para empezar su reino de tinieblas, deshonrando finalmente su
santo nombre fuego con hambre eterna.
Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba una fuerza, deteniendo a Satanás, ángeles caÃdos y la muerte de empobrecer la tierra, porque él estaba dispuesto a destruir a cada hombre, mujer, niño y niña, haciéndolos sufrir la necesidad de sus
cosas esenciales además de agua y alimentos, por ende, ellos se inclinarÃan a él y su nombre inicuo, en lugar de su santo nombre fuegos en Canaán. Realmente, nuestro Padre celestial tenÃa a Canaán llena de riquezas siempre, riquezas jamás antes
vistas en la gloria angelical ni por la humanidad entera en la tierra ni menos por Satanás y sus ángeles caÃdos, que destruirán a Satanás y su reino de tinieblas, estableciendo asà su grande reino de su amor eterno, enriqueciendo la Creación
enteramente, como jamás ella ha conocido riquezas antes.
Por cierto, nuestro Padre celestial necesitaba a José, como la carne sin pecados y la sangre expiatoria, viviendo ya en Egipto, interpretando los dos sueños de Faraón, que uno fue de siete vacas hermosas y siete feas saliendo del rio, bautizados en
agua, las vacas hermosas se bautizaron en el santo nombre fuegos mientras que las feas y flacas en el nombre de la bestia. La bestia que necesita destruir la tierra entera con hambre, ordenada por Satanás y la muerte, ciertamente empobreciendo las
naciones, destruyendo asà al hombre y animales igualmente, y nuestro Padre celestial no establezca su carne sin pecados y la sangre expiatoria, que realmente enriquece diariamente a la humanidad, porque sus riquezas descienden continuamente desde el
cielo arriba sobre cada hijo suyo, bautizado ya en agua.
Igualmente, nuestro Padre celestial necesitaba el segundo sueño de Faraón interpretado sobre los siete granos creciendo en la rama, tornándose feos y secos por el viento solano, que es tan caliente como el infierno, sin embargo, de la misma rama
emergieron buenos granos, devorados por los granos feos; ambos sueños tenÃan la misma interpretación de pobreza y de destrucción para la humanidad entera. Ciertamente, el primer sueño significo que nuestro Padre celestial iba a tener a Israel
antiguo abandonando el cautiverio egipcio, bautizándose en el Mar Rojo, invocándolo a Él, como Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacobo, entrando asà al desierto de Sinaà para encontrarse con la humanidad entera ya perdida, tornándose en una
semilla santa con todos ellos milagrosamente.
Seguramente, nuestro Padre celestial necesitaba a Israel antiguo clamando por agua ya dentro del desierto de SinaÃ, después de caminar por tres dÃas, sin encontrar ninguna hasta que quejaron ante Moisés, como quejándose ante nuestro Padre celestial
y su Hijo Jesucristo, a que se les den agua; y el Señor le dijo a Moisés sÃgueme hacia un árbol yaciendo cerca de aguas amargas de Mara. A Moisés le dijo el Señor toma el árbol con tus manos y camina con él hacia las aguas amargas, endulzándolas,
al tirarlo él en ellas, porque las aguas amargas eran las naciones antiguas y modernas, amargadas por el pecado, pero ellos pudieron ser endulzados por el árbol, para Israel antiguo poderlos beber enteramente, convirtiéndose instantáneamente con
todos ellos en una semilla santa perpetuamente.
Amorosamente, nuestro Padre celestial necesitaba a Israel antiguo junto con las naciones, bebidas enteramente por todos ellos, como aguas endulzadas, comiendo ahora de su pan, el maná del cielo arriba, pero igualmente beber de la roca de salvación, asÃ
ellos jamás tengan ni sed ni hambre nuevamente, porque ellos serán un árbol eterno, su cruz, llevando su santo nombre fuegos para siempre en Canaán. Realmente, estos fueron dÃas, que nuestro Padre celestial siempre espero vivirlos con sus hijos de
Israel junto con antiguas y modernas familias de las naciones, al comer y beber con ellos de su pan y vino del cielo arriba, y asÃ, todos ellos juntos vean vida nuevamente pronto en Canaán, para glorias de su santo nombre fuegos en toda la tierra
entera finalmente.
Infaliblemente, nuestro Padre celestial necesitaba enriquecer a cada hombre, mujer, niño y niña de las familias de las naciones con la casa de Israel desde el cielo arriba, su maná, que Él mismo come normalmente con su Hijo Jesucristo y con su EspÃ
ritu Santo sobre su Mesa santa, porque todos ellos estaban por entrar al paraÃso sin pecado alguno, a su Lugar SantÃsimo, en Canaán. Ya que, nuestro Padre celestial habÃa recogido cada pecado del pasado y del futuro de las familias de las naciones
con su Israel antiguo, naciones que ya yacÃan en el infierno tormentoso, pero igualmente de sus hijos, viviendo en generaciones futuras para descender maldecidos por el pecado y el mal sin ver vida nuevamente, sino solamente muerte y pobreza toda una
eternidad entera.
Visto que, nuestro Padre celestial habÃa bautizado a Israel antiguo, después de recoger pecados cometidos en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo de generaciones pasadas y futuras, entonces, Él logró reducir los siete años de
riquezas descendiendo del cielo arriba, combatiendo los siete años de hambre, emergiendo del infierno, para que la tierra entera sea salvada finalmente con riquezas cotidianas siempre. Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba reducir riquezas de su
corazón santÃsimo, derramadas sobre la carne sagrada y sangre expiatoria de Isaac desde postes del infierno a ascender a postes del reino angelical y su Lugar SantÃsimo, en Canaán, porque su Sábado eterno que enriquece la tierra entera necesitaba
ser celebrado en Sábados venideros hasta ver su reino de amor, poderes y riquezas interminables manifestarse finalmente.
Definitivamente, nuestro Padre celestial necesitaba a la tierra entera enriquecida desde postes del infierno, como el Valle de los huesos secos, con Israel esperando y la humanidad clavados sobre la cruz del Rey MesÃas, que una vez yacÃa cerca de aguas
amargas, endulzadas por Moisés, finalmente entrando al paraÃso y la gloria angelical, como el Lugar SantÃsimo, su Templo, Casa de oración para las naciones. Amorosamente, nuestro Padre celestial habÃa ejecutado lo necesario, removiendo pecados de la
humanidad entera y su tierra, porque Él necesitaba a Israel antiguo con hijos de las naciones antiguas y modernas entrando al paraÃso y la gloria angelical, por el Lugar SantÃsimo, porque el pecado empezó allá arriba hacia Él y su santo nombre
fuegos; entonces, Él necesitaba el pecado removido primero allá arriba.
Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba el pecado removido del cielo primero, siguiendo al paraÃso, porque Lucifer se rebeló en contra de su santo nombre fuegos con un tercio de ángeles, además, la serpiente del Edén, engañó a Eva, engañ
ando a Adán e hijos al comer del fruto prohibido, fallando asà todos en amar, servir y honrar su santo nombre con riquezas interminables del cielo arriba. Indiscutiblemente, Lucifer empezó su rebelión sobre nuestro Padre celestial y su santo nombre
fuegos, y asÃ, falle siempre en ser amado, servido y honrado por sus hijos nacidos de su imagen y de su alma santÃsima, por medio de su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, porque cuando Él le daba vida entonces dijo: creámoslo, para que sea asÃ
como uno de nosotros siempre.
Ya que, nuestro Padre celestial no querÃa crear más ángeles, más bien, Él deseaba tener a sus hijos naciendo de su imagen y de su alma santÃsima, y asÃ, ellos amen, sirvan y honren su santo nombre fuegos con su perfecta santidad, conquistando asÃ
riquezas, glorias y poderes nunca tocadas por el pecado allá arriba y en su Creación entera, como la tierra, por ejemplo. Evidentemente, Lucifer necesitaba remover al hombre de la gloria angelical, y asÃ, ellos fallen siempre en ser perfectos y santos,
asà como Él lo es con su Hijo Jesucristo y con su EspÃritu Santo, porque Él realmente dijo: creámoslo, asà como uno de nosotros, conociendo el bien y el mal, poseyendo nuestro santo nombre con sus asombrosos poderes cotidianos de toda una vida
eterna.
Por ende, nuestro Padre celestial necesitaba a Israel antiguo no solamente recogiendo pecados de cada hombre, mujer, niño y niña de las naciones, pero igualmente, Él los necesitaba bautizados del Mar Rojo, invocando la perfecta santidad de su nombre,
integrándose a la humanidad entera, perdida ya en el desierto de SinaÃ, esperando regresar al cielo para amar, servir y honrar su santo nombre infinitamente. Realmente, cuando nuestro Señor Jesucristo fue clavado sobre la cruz del monte Sion, en Canaá
n, entonces cada hijo suyo de generaciones pasadas y futuras entró a su Lugar SantÃsimo con nuestro Padre celestial sobreponiendo su rostro santÃsimo sobre su Hijo Jesucristo, sanándolo a él, sanando seguidamente a todos instantáneamente, declará
ndolos finalmente: perfectos y santos en la vida eterna sin pecado alguno y eternamente justificados.
Naturalmente, nuestro Padre celestial necesitaba la sangre purificadora de su Hijo Jesucristo derramándose sobre la cruz del monte Sion, en el Lugar SantÃsimo, porque Él necesitaba no solamente que su Hijo amado sane junto con sus hijos de la
humanidad entera, pero igualmente, Él necesitaba derramarla, derrotando a Satanás, la muerte y el infierno, al velo del Lugar SantÃsimo rasgarse de arriba hacia abajo. Esto significa, que nuestro Padre celestial no solamente recibió la sangre
expiatoria de su Hijo Jesucristo sobre la cruz en el Lugar SantÃsimo, quitando asà el pecado del cielo, como la gloria angelical y el paraÃso y demás lugares, pero igualmente, Él necesitaba su sangre reparadora en su forma escrita (sus Diez
Mandamientos), corriendo por la tierra entera con riquezas interminables para su reino venidero últimamente.
Es decir, también que nuestro Padre celestial tuvo la sangre expiatoria de su Hijo Jesucristo, salpicando en su Lugar SantÃsimo, que fue su santuario, su Templo, su sinagoga, en donde Él empezó a celebrar sus Sábados con Israel antiguo llevando la
humanidad entera con él, pero igualmente con huestes angelicales, entonces riquezas empezaron a derramarse sobre la tierra entera para su reino venidero. En otras palabras, al nuestro Padre celestial tener a su Hijo Jesucristo clavado sobre la cruz,
como Israel antiguo y con la humanidad entera de generaciones pasadas y futuras, entonces, el pecado fue quitado, enriqueciéndolos asà a todos juntos continuamente, además, declarándolos perfectos y santos inmediatamente la cortina del Lugar SantÃ
simo cayó hacia abajo, liberando riquezas, y la tierra entera reciba su reino venidero finalmente.
Por lo tanto, lo que nuestro Padre celestial logró con Israel antiguo y con las naciones, rescatadas del desierto de Sinaà de muerte eterna, teniendo a su Hijo Jesucristo con su EspÃritu Santo caminando con ellos hacia conquistas de postes del
infierno, comiendo maná y bebiendo de la roca, entonces, el pecado fue removido, bendiciendo la gloria celestial para derramar riquezas sobre la tierra entera siempre. Por todo ello, tú puedes ser bendecido hoy en dÃa junto con tus amados, vecinos y
amistades, ya sean musulmanes, islámicos, hindús, taoÃstas, sintoÃsmo, cristianos, hebreos y otros igualmente del mundo entero, enriqueciéndote tú asà con riquezas, nacidas contigo ya cuando salÃas de la imagen santÃsima de nuestro Padre
celestial para enriquecer su santo nombre fuegos, viviendo siempre enriquecido toda una vida entera.
Ahora, nuestro Padre celestial ha bendecido la gloria angelical con la carne y la sangre sin pecados de Isaac, emergiendo de Él mismo del vientre estéril de Sarah, por su EspÃritu Santo, haciendo que tus pecados salgan de tu vida enteramente, gozando
finalmente de riquezas descendiendo del cielo continuamente hacia ti, pero contigo bautizado en agua para recibirlas—de modo contrario, tú jamás conocerás riquezas. Riquezas descendiendo hacia ti desde dÃas de José en Egipto, cuando nuestro Padre
celestial le entregó dos sueños a Faraón, que necesitaban ser interpretados, liberando asà riquezas hacia ti junto con tus amados, vecinos y amistades, porque estas riquezas, poderes y glorias tú mismo estabas supuesto a gozarlas en la gloria
angelical para honrar su santo nombre fuegos, pero Santas te expulsó hacia la tierra.
Satanás logró removerte del paraÃso y de la gloria angelical enteramente, y tú no conozcas riquezas, poderes y glorias que te pertenecen a ti legÃtimamente, asà como cuando tú nacÃas de nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu
Santo, para ser uno con ellos, conociendo el bien y el mal, que son riquezas, poderes, glorias y alegrÃas sin fin una vida entera. Realmente, nuestro Padre celestial tuvo a Israel antiguo con la humanidad entera mordidos por serpientes venenosas sobre
postes infernales, esperando al MesÃas clavado sobre postes celestiales del Lugar SantÃsimo, en su Templo de Jerusalén, como el Sábado eterno de su sinagoga, en donde tú mismo entraste con tus amados, unido a Él con riquezas insondables, amando su
santo nombre nuevamente en su gloria angelical eternamente.
Es decir, también desde que Lucifer tuvo a la humanidad entera expulsada del paraÃso para que no gocen riquezas que nacieron consigo, como cuando ellos mismos salÃan de nuestro Padre celestial para amar, servir y honrar su santo nombre, entonces,
nosotros hemos recibido la carne sin pecados y con poderes del Juramento a Isaac para regresar al cielo, pero bautizados en agua, en Canaán. Amorosamente, nuestro Padre celestial necesitaba a Israel antiguo integrados ya con la humanidad entera, que con
ellos mismos habÃan vivido una generación por el desierto de SinaÃ, comiendo maná y bebiendo de la roca, entonces esto sucedió asÃ, viéndolos ya clavados a la cruz con el MesÃas entrando a la sinagoga de Jerusalén, celebrando este Sábado eterno
con riquezas interminables, enriqueciendo la tierra entera siempre.
Efectivamente, ya que Israel antiguo con la humanidad entera volvieron, celebrando la vida, el Sábado eterno y la Pascua, entonces, ellos lo lograron todo en la sinagoga de Jerusalén, celebrando asà cada Sábado siempre, enriqueciendo seguidamente la
tierra entera, como sus naciones natales, con riquezas nacidas con ellos mismos abundantemente de nuestro Padre celestial para gozarlas diariamente con sus amados siempre en la eternidad. Este gran Sábado, empezó con Israel antiguo y la humanidad
entera sobre postes infernales, mientras esperaban por el MesÃas, clavado sobre la cruz, postes del Lugar SantÃsimo, regresaron al cielo, entonces, fue todo posible con la sangre expiatoria de su Hijo Jesucristo, derramándola sobre tierra santa en la
sinagoga de Jerusalén, removiendo el pecado, entregándonos vida eterna, derrotando a Satanás, pecados y la muerte siempre.
Verdaderamente, nuestro Padre celestial necesitaba a su Hijo Jesucristo clavado sobre la cruz, llevándolos hacia su Lugar SantÃsimo, en donde Él mismo vive con su EspÃritu Santo, como la gloria angelical y el paraÃso, entonces, fue derramada la
sangre expiatoria en tierra santa, que habÃa derrotado a Satanás, pecados y su rebelión sobre el santo nombre fuegos, y sus hijos lo alaben, bendiciéndolo siempre. Efectivamente, al nuestro Padre celestial tener la sangre expiatoria de su Hijo
Jesucristo victoriosa sobre el pecado, Satanás y la muerte en tierra santÃsima del Lugar Santo, recibiéndolos nuevamente en el cielo angelical, entonces, Él lo hizo para tener su santo nombre fuegos amado, servido y honrado por sus hijos en el mismo
cielo, finalmente enriqueciéndolos grandemente hasta que su reino venga al mundo.
Sin embargo, como ya todos conocemos, que Satanás intentó derramar la sangre reparadora del MesÃas, poseyendo poderes del Juramento a Isaac para derrotarlo a él, pecados, ángeles caÃdos, la muerte y el infierno tormentoso no en el Lugar SantÃsimo,
como en el Templo, la sinagoga de Jerusalén, pero más bien el intentó derramarla en tierra de Canaán, en donde no hay pecados para remover. Seguidamente, Satanás llevó al MesÃas sobre lo alto de la sinagoga de Jerusalén, que es la sinagoga, en
donde el muy necesitado Sábado eterno emergerÃa de postes infernales con Israel antiguo y la humanidad entera: viviendo nuevamente no solamente para remover el pecado del cielo y del paraÃso, pero igualmente de la tierra entera, cuando la cortina del
Lugar SantÃsimo cayó a tierra finalmente.
Ahora, Satanás tomó al MesÃas sobre lo alto del Templo en Jerusalén, porque él necesitaba que el salvador derramase su sangre reparadora sobre tierra cananea, afuera de la sinagoga, desde donde el Sábado eterno seria celebrado por sus hijos hebreos,
bendiciendo grandemente familias de las naciones enteramente, porque él querÃa ver la sangre expiatoria salpicar afuera del Templo, en donde no hay pecado para remover. Satanás también tuvo a nuestro Señor Jesucristo sobre un monte muy alto
alrededor de Jerusalén con gente lista para empujarlo hacia el precipicio, salpicando su sangre salvadora con poderes para quitar el pecado del cielo y del paraÃso, la tierra y de sus hijos en tierra cananea, en donde no hay pecado para remover, y asÃ,
el Sábado eterno no sea celebrado cada semana jamás.
Legalmente, nuestro Padre celestial necesitaba remover el pecado del cielo, clavando a su Hijo Jesucristo sobre su cruz, saliendo de Él mismo, como semilla santa, regresando luego a Él en el Lugar SantÃsimo con sus hijos, llevándolos hacia glorias, y
el pecado abandone la gloria, en donde Lucifer pecó con ángeles caÃdos sobre su santo nombre, finalmente honrándolo a Él y a su nombre perpetuamente. Indudablemente, si Satanás logra que Jesucristo derrame su sangre reparadora desde lo alto del
Templo, porque diciéndole al MesÃas, si eres Hijo de Dios lánzate hacia abajo, salpicando sangre reparadora en tierra donde no hay pecado jamás, porque el pecado no es posible allà para siempre, además es el dulce hogar de sus hijos, entonces
riquezas Sabatinas hubieren fallado siempre sobre la tierra entera.
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