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All on Fri Jul 7 19:14:33 2017
Sábado, 08 de Julio, 2017 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica
(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)
EL BAUTISMO EN AGUA ABRE LOS CIELOS: ENRIQUECIENDO TU VIDA CADA DÃA:
Nuestro Padre celestial respondió desde el cielo (como desde su Lugar SantÃsimo, del tabernáculo de reunión que Moisés e Israel no habÃan recibido aún), y Él dijo: ¡Por qué clamas a mÃ! Ya sabes lo que tú tienes que hacer con todo Israel,
recuerda lo que hablamos sobre el monte Sina×éste bautismo es del cielo. Toma el cayado que tienes en tu mano y levántalo sobre el Mar Rojo, para partirlo en medio, con dos paredes de agua y con su suelo secó hacia el otro lado, para que Israel lo
cruce hacia su lugar seguro, en donde empezara a servir a Dios y a su Cordero Escogido con toda su alma, mente, cuerpo y espÃritu humano.
Éste es el momento que nuestro Padre celestial habÃa esperado por cuatrocientos años, porque éste es el dÃa en el que no solamente hará que Israel tire todos los pecados, enfermedades, maldiciones y heridas de las familias de las naciones, pero
igualmente, salvarlos del holocausto que venia de Satanás y de sus ángeles caÃdos, que estaban desesperados por destruirlo. Además, nuestro Padre celestial necesitaba abandonar en el fondo del mar la carne pecadora que ya Él mismo ya la habÃa
condenado, por medio de Adán y de Eva, que regresen al polvo, visto que habÃan comido del fruto prohibido, del árbol de la ciencia del bien y del mal, por lo tanto tenÃan que regresar a la tierra sin más tardar.
Ya que, del polvo los habÃa tomado, pues a él tenÃan que regresar, y es aquà cuando Adán y Eva descendieron del paraÃso a la tierra para seguir viviendo sus vidas normales, pero con un dÃa de muerte esperando por ellos, incluyendo a sus hijos por
nacer en las generaciones venideras, a no ser que se bauticen antes que la muerte llegue. Ahora, nuestro Padre celestial necesitaba que Moisés bautizase a la casa de Israel en el mar, caminando por tierra seca, porque Él ya le habÃa dado su santo
nombre y el de su Hijo Jesucristo junto con el EspÃritu Santo, para que tengan poder, para cambiarse de la carne pecadora a la carne sagrada, para que le sirvan en su amor eterno.
Puesto que, nuestro Padre celestial tenia en mente a levantarlos a su monte Sión, para bautizarlos a todos ellos con su horno maravilloso de los fuegos de su grande gracia, de su grande misericordia, de su grande verdad y de su grande justicia divina,
para que sean renacidos como sus hijos legÃtimos asà como Moisés fue para él con poderes para servirle. Éste bautismo fue muy importante para nuestro Padre celestial que Israel lo lograra, por los poderes asombrosos de su santo nombre y el de su
Hijo Jesucristo junto con el del EspÃritu Santo, porque seria aquÃ, en donde su perfecta santidad desconecta cada alma viviente del espÃritu de error del fruto prohibido, para servir al Padre perpetuamente ungido de su EspÃritu Santo.
Visto que, éste es el único lugar, en donde nuestro Padre celestial puede remover el espÃritu de error y la carne pecadora de cada hombre, mujer, niño y niña no solamente de Israel, pero igualmente de todas las naciones, para que sean llenos del EspÃ
ritu Santo y de sus dones asombrosos, necesarios para vivir su vida poderosa de nuestro Padre celestial. Aquà es cuando, cada uno puede ser bautizado en agua al invocar al Padre, al Hijo y al EspÃritu Santo, y solamente entonces, poderosas santidades
bañan no solamente el alma viviente de cada hombre, mujer, niño y niña pero también el corazón, mente, alma, cuerpo y espÃritu humano para que lo amen, le sirvan y le glorifiquen a Él todos los dÃas.
Éste es el momento, cuando el espÃritu de error, que viene del fruto prohibido y que hace que la carne sea pecadora ante nuestro Padre celestial y ante su familia divina de su Hijo Jesucristo y del EspÃritu Santo, es que finalmente es removido
completamente junto con todo pecado y, por tanto, cada pecado manifestado en toda vida de cada dÃa: muere. Por eso, es que fue importante para nuestro Padre celestial de bautizar a Israel en el mar por Moisés, que estaba allÃ, porque él tenia los
poderes de su santo nombre fuego junto con el de su Hijo Jesucristo y el EspÃritu Santo, para que Israel pise finalmente la vida que siempre buscó, sin encontrarla jamás, hasta aquel dÃa especial y de bautismo.
Visto que, esta vida asombrosa y llena de las bendiciones cotidianas de nuestro Padre celestial y junto con sus glorias antiguas de su santo nombre, de su Hijo Jesucristo y del EspÃritu Santo, entonces aquella alma viviente de cada hombre, mujer, niño
y niña no solamente conocerá y recibirá riquezas del cielo ya preparadas por Él, para gozarlas siempre, pero será salvo, finalmente. Por razones de que al ser bautizados en agua al su santo nombre ser invocado junto con su Hijo Jesucristo y el EspÃ
ritu Santo, entonces todos los males del fruto prohibido se alejaran, para no regresar jamás: porque el EspÃritu Santo junto con la carne sagrada estará en control total de cada hombre, mujer, niño y niña para gloria del Padre celestial.
Éste bautismo de agua fue muy importante para que siempre exista en Israel como nación, que nuestro Padre celestial habÃa enriquecido poderosamente con su EspÃritu Santo y con su Hijo Jesucristo nacido antes que ellos naciesen del vientre estéril de
Sarah como Isaac: porque éste bautismo es la madre de todos los bautismos mundialmente y hasta que su reino entre en Canaán. Dado que, cada vez que los hijos de los israelitas que abandonaron el cautiverio Egipto junto con los gentiles, que vivieron
con ellos, se bautizaron en sus dÃas, invocando al Padre, al Hijo y al EspÃritu Santo, entonces ellos recibieron instantáneamente la misma liberación del espÃritu de error y de la carne pecadora como los antiguos cuando pasaron en seco el Mar Rojo.
Es decir también de que cuando uno es bautizado en agua, invocando el nombre del Padre, del Hijo y del EspÃritu Santo, entonces esta persona estará recibiendo no solamente la liberación del espÃritu de error que entró en el alma viviente de Adán y
de Eva cuando comieron del fruto prohibido, pero instantáneamente recibirán la carne sagrada y sus bendiciones cotidianas, siempre. Puesto que, éste es el EspÃritu Santo, y el cuerpo glorificado de su Hijo Jesucristo en Abraham y en Sarah al nacer
como Isaac con la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre reparadora, quitando todo pecado para que su gracia, misericordia, verdad y justicia divina fluyan en el alma viviente ya bautizada en agua, para bautismo final del EspÃritu Santo.
Por lo tanto, éste fue un bautismo de agua que nuestro Padre celestial le entregó a Moisés inicialmente para Israel poseerlo siempre, porque después de haber sido bautizado en el mar, entonces ellos estaban supuestos a vivir una vida gloriosa,
preparada por Él mismo para ellos y sus hijos para generaciones futuras, pero todos fallaron en cumplir fielmente con nuestro Padre celestial. Puesto que, después de que ellos fueron bautizados en agua entonces ellos simplemente ignoraron el Mar Rojo o
el bautismo que habÃan experimentado completamente como nación ante el Padre celestial, para que abandonen la carne pecadora de esclavitud en el fondo del mar, caminando por el Camino de la Santidad, en donde sólo sus hijos renacidos transitan siempre
por él hasta hoy.
Israel simplemente nunca miró el bautismo de agua nuevamente como cuando lo hicieron en el mar con Moisés como su lÃder con todos los poderes asombrosos del nombre santo del Padre, del Hijo y del EspÃritu Santo que los habÃa liberado del pecado,
maldición, enfermedades, pobreza y muerte del infierno tormento para siempre, porque ahora habÃan recibido una vida sumamente poderosa. Es decir también de que Israel jamás se dio cuenta de que sus hijos que habÃan nacido de ellos, entonces
igualmente necesitaban el ser bautizados en algún cuerpo de agua abundante del desierto del SinaÃ, porque habÃa lugares en donde Israel podÃa encontrar agua, para bautizar a sus hijos y asà liberarlos del espÃritu de error y de la carne pecadora de
siempre.
En verdad, desde cualquier punto de partida de entre el desierto del Sinaà Israel podÃa haber caminado hacia el Mar Rojo para bautizar a sus hijos, conmemorando asà el dÃa en que se bautizaron todos juntos, cuando el Faraón y su ejercito los perseguÃ
an, acercándose para regresarlos a Egipto como esclavos nuevamente, pero fallaron en hacerlo asà para gloria eterna del Padre celestial. Israel jamás volvió a mirar la posibilidad de bautizar a sus hijos en el agua, o a quienquiera bautizarse de las
naciones que conocieron en el desierto, que perfectamente pudieron ellos mismos bautizarlos, porque estas gentes, si hubiesen descubierto el bautismo de agua, entonces ellos hubiesen caminado hacia una vida nueva, gloriosa y poderosa que empieza en el
Camino de Santidad eterna.
Visto que, éste es el Camino de Santidad que lleva hacia al altar del amor prehistórico, que descendió del cielo con Isaac y con el EspÃritu Santo, para empezar el sacrificio continuo de su Hijo Jesucristo y llenó de los fuegos del horno de su
gracia, misericordia, verdad y justicia divina para Abraham y sus hijos, renacidos del bautismo en sus dÃas. Ya que, éste es el bautismo del EspÃritu Santo que nuestro Padre celestial te entrega a ti y a cada uno de los tuyos, incluyendo a tus
amistades del mundo entero, si te bautizas en agua primeramente: porque con el bautismo de agua serás liberado del espÃritu de error que vive en tu alma para abrazar finalmente al EspÃritu Santo, para siempre.
Y, es aquÃ, en donde tú mismo tiraras todos tus pecados, enfermedades, problemas, accidentes, pobrezas, conflictos, guerras, holocaustos (como Israel lo hizo inicialmente en el Mar Rojo), y a todo enemigo también será tirado allÃ: porque cuando
Israel cruzó el mar en seco, entonces las aguas cayeron sobre sus enemigos que los perseguÃan para atacarlos con Faraón y sus oficiales malvados. Ahora, nuestro Padre celestial necesitó destruir al ejercito egipcio en el fondo del mar al cerrar las
paredes de aguas sobre ellos, porque ellos no solamente perseguÃan a los israelitas para atacarlos, y probablemente matar algunos de ellos, pero igualmente, porque Él querÃa asegurarse de que jamás ellos se encontrarÃan con los que querÃan regresar
a Egipto, para seguir siendo (esclavos) como antes.
En otras palabras, nuestro Padre celestial destruyó a Faraón y a su ejercito para que él jamás esté disponible para los israelitas que siempre miraban regresar a Egipto, porque ellos encontraron que el desierto del Sinaà era un terrible lugar para
levantar a sus hijos, por tanto, si los egipcios hubiesen estado en su derredor (para ellos), entonces los hubiesen recibidos alegres. Es decir también de que si nuestro Padre celestial no hubiese ahogado al ejército egipcio en el fondo del mar,
entonces ellos hubiesen estado disponibles para que Satanás atacase a Israel muchas veces, además recibir a todos aquellos israelitas que querÃan regresar a Egipto: porque algunos de ellos si pensaban que morirÃan en el desierto junto con sus hijos,
si no regresaban.
Ahora, habiendo nuestro Padre celestial bautizado a Israel en el mar, además destruido la amenaza del ejercito egipcio de que podÃa regresar a los israelitas para llevarse con ellos a todos los que querÃan regresar al cautiverio nuevamente, entonces É
l los llevó por un paseo por el vasto desierto, como por donde no habÃa agua alguna a la vista para beber y refrescarse. Ciertamente, nuestro Padre celestial estaba probando a Israel para ver que harÃa entonces, porque estaban muy sedientos que no sabÃ
an que hacer seguidamente: por ello, acusaban a Moisés por haberlos puesto en el desierto junto con sus familias y animales (y sin agua a la vista para beber), de que empezaron seriamente a pensar en regresar a Egipto y sin él (Moisés).
Éste es el dÃa que nuestro Padre celestial necesitaba tener a todo Israel en el medio del desierto desolador, en donde no hay agua, pero únicamente los rayos solares sobre ellos y quemándolos con los vientos calientes también que tocaban sus caras y
cuerpos débiles, para dejarles saber que habÃan llegado a su destino final (el Valle de los huesos secos). Y es aquÃ, en donde Israel clamó a Moisés para que encontrase agua, porque no tenÃan a quien concurrir que podrÃa ayudarles a conseguir la
tan preciada agua fresca para ellos y para sus animales, que caminaban juntos con ellos, sufriendo igualmente; y es aquÃ, que Moisés se llenó del poder de Dios: Y él mismo contestó el llamado israelita por agua.
Eso es todo lo que Moisés tenia que hacer cuando todo Israel se quejaba de estar sedientos, y de que tenÃan que tener agua para sus ganados pronto, porque si ellos tenÃan que continuar asà por otro dÃa más, entonces morirÃan ciertamente: pero el
corazón de Moisés se llenó de la gracia poderosa de Dios, que Dios mismo le suplió su necesidad abundantemente. Nuestro Padre celestial estaba observando a toda la casa de Israel camino por el desierto, por lo cual, los oyó claramente, cuando se
quejaban ante Moisés de la necesidad de beber agua en algún lugar: ¿pero, dónde en la inmensidad del desierto de sus montes de arena y con el calor del sol sobre ellos: y consumiéndose en su fuego cada vez más?
Nadie conocÃa la respuesta a esa pregunta, excepto nuestro Padre celestial, porque él le dijo a Moisés: Yo he oÃdo a la gente quejarse por agua, entonces tú tienes que venir conmigo y Yo te mostrare la roca en el desierto que fluye con agua viva en
abundancia, es decir, si le hablas con el nombre santo que te he dado. Éste fue todo el poder que Moisés necesito para llevar a todo Israel por el desierto del Sinaà hacia Canaán, y esto fue orando a nuestro Padre celestial en su santo nombre fuego,
de su Hijo Jesucristo y del EspÃritu Santo, porque hay poderes asombrosos cada vez que lo invocas en su santidad perfecta para hacer maravillas, como lo imposible, por ejemplo.
Es decir también que cuando oras, intercedes, alabas, bautizas en agua, bautizas en el EspÃritu Santo y asà haces todo lo que necesites hacer, para que vivas victorioso sobre los poderes de las tinieblas de Satanás y de sus ángeles caÃdos, porque
invocando su santo nombre fuego, entonces tú eres enriquecido milagrosamente directamente desde el Lugar SantÃsimo con abundantes poderes asombrosos, siempre. Puesto que, ésta es la razón de que nuestro Padre celestial le otorgó a Israel su santo
nombre fuego, de su Hijo Jesucristo y del EspÃritu Santo, para que siempre tengan estos poderes asombrosos obrando maravillas desde su altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y con el EspÃritu Santo, para trabajar por ellos y en
todo lo que necesiten.
Además, nuestro Padre celestial jamás le hubiese permitido a Moisés y a Israel de empezar su liberación del cautiverio egipcio, sin invocar la santidad perfecta de su santo nombre fuego, su Hijo Jesucristo y el EspÃritu Santo, porque aquà es donde
su divino poder de amor, gracia, misericordia, verdad y justicia divina residen para que sus hijos sean victoriosos sobre todo mal, siempre. Por cierto, fue porque su santo nombre fuego y el de su Hijo Jesucristo junto con el EspÃritu Santo que Moisés
tuvo los poderes necesarios para abrir el mar con sus paredes de agua, mostrando su tierra seca para que Israel lo cruce, abandonando la carne pecadora por la carne sagrada, para servir al Padre sobre su altar del amor eterno postreramente.
Ya que, Israel necesitaba vestirse del nombre del Padre, del Hijo y del EspÃritu Santo para que la carne sagrada se quede en el alma viviente de cada hombre, mujer, niño y niña de Israel, y asà entren en el desierto del Sinaà en perfecta santidad de
su nombre fuego, de su Hijo Jesucristo y del EspÃritu Santo, conquistándolo asà todo, finalmente. Además, ellos también tenÃan que entrar en Canaán con la santidad perfecta de su santo nombre fuego, de su Hijo Jesucristo y del EspÃritu Santo,
pero todos fallaron: porque creyeron en el becerro de oro que fue fundido por Aarón en su horno, en donde él habÃa tirado todas las joyas de oro recibidas de los egipcios la noche que huyeron del cautiverio.
Por ende, nuestro Padre celestial jamás hubiese permitido que Israel entre en su tierra escogida con el becerro de oro inscrito en sus corazones, porque ellos creyeron y lo recibieron de Aarón como su sumo sacerdote: y en la tierra como en el cielo, el
único sumo sacerdote conocido es su Hijo Jesucristo, que conquistó a Canaán para su santo nombre fuego. Por eso, es que cuando Israel se rebeló en contra de Moisés, entonces lo hicieron en contra del Padre, del Hijo y del EspÃritu Santo, y por
culpa de éste pecado grande entonces serpientes venenosas emergieron de la arena por millones, mordiendo a los millares de Israel, porque pronto ya descenderÃan al Valle de los huesos secos para una larga estadÃa.
Realmente, todo Israel habÃa descendido al Valle de los huesos secos por culpa del becerro de oro, y jamás podÃan entrar a Canaán con el nombre de Satanás vestido como el becerro de oro de Israel, porque ésta es la tierra que glorificara
grandemente su santo nombre fuego que su Hijo Jesucristo lo introducirÃa en su dÃa, quedándose perpetuamente sobre sus hijos. Por eso, es que cuando su Hijo Jesucristo nació de la hija de David, bañado en su propia sangre del convenio, introduciendo
en Canaán por vez primera el santo nombre fuego, en toda la historia de la humanidad entera, y esto era algo que los primeros israelitas, como primicia, debieron haberlo hecho asÃ, pero fallaron por culpa del becerro de oro.
Ahora, habiendo nuestro Señor Jesucristo introducido el santo nombre fuego de nuestro Padre celestial en Israel, porque él nació en Belén de Judea, entonces la noche entera se encendió en luz por todo Jerusalén e Israel, porque era su santo nombre
fuego entrando en Canaán para ser clavado a toda la casa de Israel yaciendo en el Valle de los huesos secos. Sin embargo, primeramente nuestro Padre celestial tenia que ver junto con su EspÃritu Santo a su Hijo Jesucristo vivir su vida perfecta, que é
l personalmente la habÃa escrito con su dedo ante Moisés sobre el Monte Sinaà cuando él ayunaba por cuarenta dÃas y cuarenta noches, para que todo Israel viva su propia vida santÃsima del cielo, y perpetuamente justificados, para siempre.
Por esta razón, cada palabra escrita de nuestro Padre celestial, en las dos tablas de los mandamientos, es sobre toda su misma vida eterna del reino angelical ante su Hijo Jesucristo, su EspÃritu Santo y las huestes angelicales que él creó
postreramente, para que Israel la viva y asà sea finalmente aceptado en el Lugar SantÃsimo con salvación perfecta. Es decir también de que cuando alguien se salva, porque aquella persona ha sido bautizada en agua, invocando la santidad perfecta de su
santo nombre fuego y el de su Hijo Jesucristo junto con el EspÃritu Santo, entonces aquella persona recibe el EspÃritu Santo y la carne sagrada que ha vivido ya en Israel la vida perfecta y victoriosa sobre Satanás, perpetuamente.
Por eso, es que nuestro Padre celestial tenia que bautizar a Israel en el mar y en su nombre bendito y en el de su Hijo Jesucristo y del EspÃritu Santo, porque es en éste bautismo, en donde tú recibirás su vida perfecta, obedeciendo y cumpliendo
hacia la gloria celestial sus mandamientos, caso contrario, sin su cumplimiento nadie entrara al cielo jamás. Por ello, nuestro Padre celestial le decÃa a Abraham que él tenia que ser perfecto y santo asà como él siempre lo ha sido en la eternidad
ante su Hijo Jesucristo, su EspÃritu Santo y sus huestes angelicales, para vivir la vida eterna perpetuamente enriquecido asà como Él lo es, perpetuamente, para que él mismo viva su vida divina únicamente conociendo grandezas, siempre.
Ahora, Israel estaba haciendo todo muy bien en el desierto hasta que Moisés fue llamado al Monte SinaÃ, porque nuestro Padre celestial necesitaba entregarle las tablas de los mandamientos escritas con su dedo, porque nadie en el cielo puede escribir su
vida perfecta, excepto Él mismo: por ende, Él se las dio a Moisés, para que Israel las reciba como sus hijos. Consecuentemente, Israel estaba supuesto a vivir esta vida perfecta y gloriosa de nuestro Padre celestial porque ellos son sus hijos, nacidos
del vientre estéril de Sarah, por los poderes del EspÃritu Santo: Sin embargo, Él les dijo que ellos jamás podÃan vivir su vida santÃsima y cumplirla, porque es imposible para el espÃritu humano vivirla en perfecta gloria, perpetuamente.
Aún asÃ, los israelitas estaban llamados por nuestro Padre celestial a vivirla cada dÃa de sus vidas por el desierto del Sinaà y en Canaán, porque está supuesta a ser obedecida y cumplida en eterna gloria en su tierra escogida, para que le prueben
a Él que lo aman, para entrar a la vida eterna, por siempre justificados y con salvación perfecta. Pero los israelitas pecaron en contra del Padre, aceptando el becerro de oro que Aarón habÃa fundido en su horno que él habÃa preparado ya ante él,
para tirar en él las joyas de oro recibidas de los egipcios la noche que abandonaron su cautiverio, en busca de la tierra prometida, para finalmente servir al Padre sobre su altar del amor antiguo.
Sin embargo, cuando llegaron cerca de los limites entre Canaán y el desierto del SinaÃ, entonces ellos enviaron espÃas a explorar las tierras por poseer pronto, porque nuestro Padre celestial se las habÃa prometido a todos ellos como parte del
convenio de vida, establecido con Abraham su siervo, para que la conquisten como su dulce hogar eterno. Ya que, éstas son las mejores tierras del mundo entero que nuestro Padre celestial las habÃa escogido personalmente para vivir en ellas con sus
hijos, que habÃan recibido ya su perfecta y santÃsima vida escrita en las tablas de los mandamientos, para que las cumplan diariamente, aunque imposible de hacerlo asà por nadie entre ellos, excepto por el Rey MesÃas, ¡su Hijo amado!
Entonces cuando los diez espÃas regresaron a Israel, pues fueron recibidos por Moisés con un reporte malo que traÃan: porque su reporte decÃa que la tierra estaba ocupada por gigantes y gentes terribles que jamás habÃan visto antes, y que, era
imposible para que Israel la conquiste, porque ellos eran más fuerte que todos los enemigos que habÃan encontrado hasta aquel dÃa. Sin embargo, Caleb, y Josué, hijo de Nun, rechazó el reporte malo que hizo que toda la casa de Israel se desanimara
para entrar en ella, y tomarla para todos ellos, asà como nuestro Padre celestial se lo habÃa prometido ya, para que sea su tierra eterna y finalmente el dulce hogar de Dios, reinando sobre todas las naciones al fin.
De pronto, los israelitas se fueron en contra de Moisés y le demandaban regresar a Egipto inmediatamente, porque ahora sabÃan perfectamente que serian derrotados, si se atrevÃan a invadir esta tierra ocupada por gigantes y ejércitos numerosos y
poderosos, y que también temÃan que sus mujeres y niños serian esclavos nuevamente como en el cautiverio egipcio ya sufrido por más de cuatrocientos años. Efectivamente, nuestro Padre celestial se enojo por las palabras de los israelitas, porque Él
oyó todo el argumento en contra de Moisés, que Él estuvo apunto de derramar su ira sobre ellos como cuando casi lo hace al pie del Monte SinaÃ, por culpa del becerro de oro, pero Moisés intercedió nuevamente por ellos, para que Dios los deje vivir
con él.
Finalmente, la ira de nuestro Padre celestial se derramó sobre los espÃas que regresaron de Canaán con un reporte malo, y Él los mató por hablar mal de su dulce hogar, en donde su Hijo Jesucristo nacerÃa de la hija de David, bañado en su propia
sangre reparadora del convenio, haciendo asà que su nombre santo entre en Israel para quedarse, perpetuamente. Aquà es cuando, nuestro Padre celestial le dijo a Israel que jamás entrarÃa a la tierra prometida, por creer en el becerro de oro, además,
todos habÃan creÃdo en el reporte malo de los espÃas que Él tuvo que matar para honrar su dulce hogar, en donde Él finalmente vivirá con sus hijos perpetuamente felices hacia toda la nueva eternidad celestial.
Ciertamente, nuestro Padre celestial tuvo que matar a los espÃas para que ningún hablar mal de su tierra escogida prospere de ninguna manera posible en Israel o el enemigo, si es que quisieran usar el reporte malo de los espÃas infieles: porque Él
querÃa que Israel piense siempre de que su tierra que heredarÃan es la tierra de sus nuevas glorias venideras. Visto que, ésta es la tierra que Él mismo ha escogido para que su Hijo Jesucristo no solamente nazca con la carne sagrada, los huesos
inquebrantables, la sangre reparadora pero igualmente con sus mandamientos escritos en su sangre, para vivirlos debajo del fuego de su nombre bendito, para que Israel los cumpla, finalmente, para salvación y asà acceder a su nuevo reino venidero.
Además, el Israel antiguo no podÃa acceder jamás a Canaán, porque creyeron en el becerro de oro y en el reporte malo de los espÃas infieles, que debieron haber creÃdo inicialmente en sus promesas ya concedidas a sus siervos Abraham, Isaac y Jacobo
sobre la tierra escogida, en donde Él vivirá junto con sus hijos en su misma vida perfecta, para siempre. Sin duda, Israel estaba en pecado y tenÃan al becerro de oro como el cordero libertador del cautiverio egipcio y, además, ellos tenÃan también
el reporte malo de los espÃas infieles que fallaron en ayudarles a entrar en la tierra prometida, que tenÃan que ellos mismos conquistar finalmente, para que algún dÃa gocen de su leche y miel prometida a sus antepasados primeramente.
Oportunamente, nuestro Padre celestial le dijo a Moisés que él tampoco entrarÃa en su tierra prometida, por no honrarlo sobre la roca, cuando lo habÃa llamado a hablarle y no a pegarle asà como lo hizo ante la congregación de Israel para que vierta
el agua necesitada: por ende, él fue enterrado cerca de la frontera antes de entrar finalmente a Canaán. Además, a Israel le fue ordenado que regresase por el camino del Mar Rojo, porque su Ãdolo seguÃa siendo el becerro de oro, y el reporte malo de
los espÃas infieles aún estaban en sus mentes, corazones, almas, cuerpos y espÃritu humano, que Él no podÃa dejarlos entrar en Canaán, creyendo mentiras sobre Él y sobre su dulce hogar (de su santo nombre).
Sin embargo, aunque nuestro Padre celestial no le permitió a Moisés entrar a la tierra prometida, pero el tabernáculo de reunión si entró en él, porque éste es el Lugar SantÃsimo, en donde su Hijo Jesucristo entrarÃa en él, bañado en su sangre
reparadora sobre toda la casa de Israel del Valle de muerte, salvándolos, conquistando asà toda salvación humana mundialmente, perpetuamente. Visto que, Israel con el becerro de oro (el diablo bañado en oro) querÃa entrar a Canaán y al Lugar SantÃ
simo junto con ellos, gobernando a todo Israel en lugar del Padre celestial, su Hijo Jesucristo y el EspÃritu Santo asà como siempre fue, desde el primer dÃa del convenio de vida, establecido con Abraham y con el vientre estéril de Sarah.
Por ende, nuestro Padre celestial le ordenó a Israel regresar por el camino del Mar Rojo, para ser bautizados todos, y esto no fue para los israelitas antiguos ya bautizados inicialmente, pero para sus hijos que los sobrepasaban en numero: ellos, si
necesitaban bautizarse, para remover el espÃritu de error y la carne pecadora, para entrar a Canaán con la carne sagrada. Puesto que, ésta es la carne sagrada que nuestro Padre celestial honra junto con su EspÃritu Santo, vistiendo el alma viviente
de cada hombre, mujer, niño y niña entrando a Canaán para poseerla perpetuamente: porque ésta es la carne sagrada del EspÃritu Santo que obedece sus mandamientos eternamente, sólo para conocer toda felicidad celestial con todos sus hijos de todas
las naciones.
Nuevamente, Israel falló en entrar en el Mar Rojo para bautizar a sus hijos, en vez, caminaron por todo el desierto del Sinaà por cuarenta años, que hizo que nuestro Padre celestial extendiera su ira aún más hacia ellos, porque fallaban siempre en
bautizar a otros para conmemorar el bautismo de agua recibido al cruzar el mar hacia la seguridad del desierto desolador. Los israelitas olvidaron que nuestro Padre celestial les habÃa liberado del cautiverio, de un holocausto seguro (que estaba ya en
su desarrollo), del espÃritu de error, de la carne pecadora y del ejercito egipcio (que los perseguÃa listo para regresarlos al cautiverio antiguo), para jamás volver a escapar de Egipto probablemente, por culpa de falta de amor hacia su amor eterno.
Sin embargo, si Israel hubiese declarado dÃa de fiesta por el bautismo recibido al cruzar el mar en seco hacia la seguridad del desierto, al bautizar a sus hijos no bautizados aún desde que nacieron, entonces el dolor de nuestro Padre celestial e ira
hacia ellos, por culpa del becerro de oro y del reporte malo de los espÃas infieles, hubiesen aplacado. Por lo contrario, ellos agravaron la ira del Padre a más, porque continuaron rebeldes hacia Moisés, que hizo que las serpientes venenosas del Valle
de los huesos secos emergieran para recibirlos antes de tiempo, porque el becerro de oro con el reporte malo de Canaán aún estaba en ellos, entonces tenÃan que morir hasta que crean en su Hijo Jesucristo, como redentor.
Además, la única manera en que Israel iba a creer en su Hijo Jesucristo como el Rey MesÃas, seria destruyendo el becerro de oro fundido por Aarón con todas las joyas recibidas de los egipcios, entonces es cuando él realmente vivirá para ellos en
Canaán el EspÃritu Santo de los mandamientos hasta cumplirlos totalmente bajo los poderes asombrosos del santo nombre fuego. Aquà es cuando, nuestro Señor Jesucristo vivió el EspÃritu Santo de los mandamientos en Israel por cada hombre, mujer, niñ
o y niña no solamente del Israel antiguo yaciendo en el Valle de muerte, pero igualmente para todos los demás, incluyendo las familias de las naciones, para que todos tengan ya su vida perfecta, y vivida en Canaán, para ascender justificados al cielo.
AsÃ, cuando nuestro Señor Jesucristo ascendió al monte Sión para ser clavado al madero del Israel antiguo yaciendo en el Valle de muerte, entonces con los colmillos de las serpientes venenosas, hiriéndole mortalmente, él recibió los clavos y las
espinas en su cabeza, manos y pies para extender su ultimo aliento de vida hacia Isaac para que regrese a la vida nuevamente. Visto que, ésta era la única manera en que el Israel antiguo iba a entrar a la tierra prometida con su Hijo Jesucristo,
integrado a ellos con la carne sagrada y el EspÃritu Santo de los mandamientos eternamente cumplidos y glorificados en Israel asà como en el cielo, para que vivan para amar, servir y glorificar su santo nombre fuego, para siempre.
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