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Sábado, 23 de Diciembre, 2017 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica
(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)
Feliz Navidad a todas nuestras familias por toda nuestra Gran América y así también a todas nuestras familias de todas las naciones hermanas de la tierra. Que nuestro Padre celestial las enriquezca grandemente, por medio de la gracia salvadora de su
Hijo Jesucristo y los dones maravillosos de su Espíritu, que descienden a cada hora desde sus lugares santísimos, como desde donde por siempre habitaremos con Él, su Hijo Jesucristo, su Espíritu Santo y sus huestes angelicales, para amarnos,
bendecirnos y enriquecernos por toda una eternidad. Felices Fiestas Navideñas y un Próspero Año Nuevo 2018 a todos.
Happy Hanukkah to the entire house of Israel within Canaan and the nations where they may live these days, so they may finally find the Holy Spirit and the amazing daily unfailing love from the altar of Abraham and Isaac, located over Jerusalem as always
to receive you with our heavenly Father’s arms wide opened for you never to let you go again. Baptized in water in His name, His Son and His Spirit you are His Temple of the Holy Spirit and His home-sweet-home into eternity, living in His perfect
endless love with every one of His children from Israel and the families of the nations around the world—Marry Christmas!
EL LUGAR SANTISMO BAJO CON EL PADRE CELESTIAL PARA VIVIR CONTIGO EN TU CASA:
Nuestro Padre celestial estaba listo para introducir en el mundo su tabernáculo de reunión junto con su Lugar Santísimo, porque Él tenía que expiar los pecados de todas las familias de las naciones antiguas, que murieron sin pacto de vida con Él,
su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo. Mucho menos sus corazones jamás ofrecieron ante Él y sobre su altar del amor prehistórico de la gloria celestial su fe: el derramamiento de la sangre expiatoria de corderos, para cubrir los pecados de sus vidas,
y así Él pueda perdonarlos, sanarlos y bendecirlos con su perfecta y eterna salvación.
Esto es algo que nuestro Padre celestial tenía en mente hacer con Adam y Eva en el paraíso, porque Él tenía que establecer su altar sobre la tierra y así su santo nombre fuego con sus hijos, para que Él pueda empezar su nuevo reino de sus sueños:
en donde su perfecta voluntad florece grandemente con su vida eterna y bendiciones cotidianas. Ahora, nuestro Padre celestial necesitaba establecer su altar de su amor prehistórico junto con su santo nombre fuego sobre la tierra, porque aquí es en
donde Él había tomado un puñado del polvo para vestir el alma viviente no solamente de Adán y Eva, pero igualmente de cada uno de sus hijos por nacer en miles de generaciones venideras.
Por ende, nuestro Padre celestial tenía que establecer su altar de su amor eterno sobre la tierra con su santo nombre fuego, flameando sobre sus hijos que nacerán en las generaciones futuras, formando familias y naciones que le rendirán gloria, honor,
poder y exaltación a su santo nombre fuego, así como sus ángeles en el cielo desde la eternidad. Ya que, éste es su nuevo reino que nuestro Padre celestial tenía que formar y establecer en la tierra, pero tenía que ser con su altar antiguo, junto
con su tabernáculo y con su Lugar Santísimo, para que su santo nombre fuego pueda ser amado, servido, alabado y exaltado por sus hijos, nacidos de Adán y Eva, por todas las generaciones venideras.
Puesto que, nuestro Padre celestial jamás pensó nuevamente crear más ángeles para reemplazar a Lucifer y la tercera parte de los ángeles que pecaron en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, al intentar de tomar su santo nombre
fuego, algo en que jamás fueron llamados hacerlo así, porque esto está reservado únicamente para sus hijos por nacer aún. No obstante, nuestro Padre celestial aún necesitaba empezar un nuevo reino que será mejor que el antiguo, pero esta vez, tení
a que ser un reino naciente de su altar de su amor prehistórico junto con su tabernáculo de reunión y con su Lugar Santísimo a todo fuego de santidad eterna, para conquistar así glorias nunca antes divisadas por nadie todavía.
Por eso, nuestro Padre celestial después de haber perdido a Adán y a Eva por el fruto prohibido, del árbol de la ciencia del bien y del mal, del epicentro del paraíso, cuando lo comieron, engañados por la serpiente antigua enviada por Lucifer,
entonces fue cuando Él pensó en su nuevo reino llenó únicamente de su Hijo Jesucristo y de su Espíritu. Ésta es la familia del sueño de nuestro Padre celestial que vendrá a ser una conglomeración de naciones mundialmente, invadiendo el cielo
como el paraíso, la Nueva Jerusalén celestial y muchos lugares celestiales nunca antes vistos por los ángeles ni menos por el hombre hasta hoy: porque están reservados para aquellos que lo aman a Él en Espíritu y en Verdad, siempre.
Aquí es cuando nuestro Padre celestial pensó en ti y en los tuyos, incluyendo a tus amistades, porque Él necesita hacer acercarte a Él, pero por tu propia voluntad y por medio de su altar del amor prehistórico, en donde Él siempre ha vivido con su
Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo en perfecta armonía de vida eterna, en la eternidad. Sin embargo, habiendo nuestro Padre celestial perdido no solamente un gran número de ángeles santísimos que Él había aprendido a amar en la eternidad,
porque cuando los creó, entonces fue para amar, servir, alabar, y exaltarlo a Él junto con su santo nombre fuego sobre su altar de amor eterno, pero le fallaron con pecado y maldades terribles en sus corazones.
Los ángeles santos, en sus diferentes rangos de poderes y glorias, le fallaron a Él y a su santo nombre fuego sobre su altar de su amor eterno, porque Lucifer pensó por su sabiduría y perfección, entonces, que él podía exaltarse con su nombre
sobre el Padre celestial y santo nombre fuego, incurriendo así en pena de muerte con los ángeles caídos. En medida que, nuestro Padre celestial jamás había permitido a nadie en su Lugar Santísimo que siempre obra rituales y ceremonias de santidad
perfecta que hace el corazón, espíritu, mente y todo el cuerpo creado, como ángeles en sus diferentes rangos de poderes gloriosos para amar, servir y alabarlo a Él eternamente, y así honrando y gloriando su santo nombre fuego, perpetuamente.
Por ende, Lucifer junto con una tercera parte de los ángeles pecaron en contra de nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, al rebelarse en contra de su santo nombre fuego que siempre ha sido amado, servido y alabado por las
huestes angelicales eternamente, sin incidentes que recordar—porque el pecado jamás se encontró hasta que Lucifer fue creado. Además, por la rebelión de Lucifer junto con la tercera parte de los ángeles caídos en contra de nuestro Padre celestial
y su Espíritu Santo, entonces Él decidió que lo mejor que se debía hacer, fue de crear un nuevo reino y así separarse, alejándose, del reino antiguo, en donde todo pecado había nacido del corazón de Lucifer y de sus secuaces.
Por eso, es que la tierra fue el lugar ideal para nuestro Padre celestial empezar su nuevo reino, en donde su altar de su amor perfecto junto con su tabernáculo de reunión y su Lugar Santísimo seria instalado para dar a luz a sus hijos, al ser
bautizados en agua instantáneamente en su santo nombre, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo. Sin embargo, aunque Lucifer pudo engañar a Adán y Eva al hacerles comer del fruto prohibido, de la mano de la serpiente antigua del Jardín del Edén,
entonces, nuestro Padre celestial estaba listo para empezar su nuevo pacto de vida no tanto con los ángeles, pero con sus hijos nacidos en el paraíso y en la tierra, glorificando su santo nombre, perpetuamente.
En este tiempo, no solamente Adán y Eva junto con toda la tierra habían sido tomados por Lucifer y sus ángeles caídos, pero igualmente la tierra que nuestro Padre celestial había escogido para establecer su altar del amor prehistórico junto con su
tabernáculo y su Lugar Santísimo: en donde sus hijos podrían renacer del Espíritu Santo con su vida eterna, para siempre. Más aún, para conquistar la tierra junto con su tierra escogida y las familias de las naciones, viviendo ya por todo el mundo,
entonces, Él tenía que sentarse con Abraham y sus 318 hijos adoptados para comer del pan y vino, que es diariamente servido por su Hijo Jesucristo a las huestes angelicales del reino celestial, para mantenerlos por siempre perfectamente santísimos.
Una vez que nuestro Padre celestial había comido del pan y vino con Abraham y sus hijos adoptados, entonces Él podía permitir que su Espíritu Santo descienda sobre el mundo para conquistarlo para gloria de su santo nombre fuego, flameando sobre su
altar del amor antiguo perpetuamente: pero Él mismo tenía que hacerlo todo por el vientre estéril de una mujer. El vientre estéril de una mujer lo haría todo perfectamente, porque fue Eva que fue engañada por la serpiente antigua para comer del
fruto prohibido, que destruyó finalmente su vientre, dando a luz a hijos esclavizados al pecado, maldición, enfermedades, pobreza, conflictos, guerras, holocaustos y muerte: por ende, nuestro Padre tenía que conquistar todo lo perdido, por un vientre
sin vida alguna.
En otras palabras, nuestro Padre celestial junto con su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo tenía que reentrar en la humanidad por el vientre muerto, en donde su esposa haya pactado con Él, al comer del pan y vino de su Hijo Jesucristo, para que el
Espíritu Santo descienda a la vida humana, conquistando la tierra escogida y el mundo entero eventualmente. Efectivamente, ya que nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo habían reemplazado no solamente la carne humana pero
igualmente su espíritu, entonces Él perfectamente podía conquistar Canaán junto con las familias de las naciones mundialmente: dándole vida a su Hijo amado por un vientre virgen, reconquistando así el cielo eventualmente, para glorias interminables
de su nuevo reino venidero.
Ahora, nuestro Padre celestial necesitaba su único Hijo amado naciendo del vientre virgen de la hija de David esta vez, porque todo Israel ya había nacido de los poderes del Espíritu Santo del vientre estéril de Sarah, recibiendo no solamente la roca
y su agua viva, pero igualmente los Diez Mandamientos de su vida prístina, colocándolos en su Lugar Santísimo, para siempre. Ciertamente, nuestro Padre celestial había ya establecido entre las naciones no solamente la carne sagrada de su Hijo junto
con su Espíritu cuando Isaac nació como el sacrificio de Abraham sobre el monte Sión, descansando sobre el Moriah, pero igualmente Él llevó a sus hijos del cautiverio egipcio hacia el desierto, reencontrándose así con las naciones antiguas con su
nica salvación posible.
Efectivamente, por el desierto del Sinaí nuestro Padre celestial tenía que tener a la casa de Israel ministrando como sus sumos sacerdotes rituales y ceremonias de santidades perfectas y únicas, que las familias de las naciones antiguas fallaron en
conocer y en cumplir ante Él para salvarse, porque vivieron sin conocer su santo nombre fuego y Cordero sobre su altar del amor eterno. Por ende, nuestro Padre celestial tenía que empezar a destruir todas las obras malvadas que Satanás había logrado
en contra de sus hijos, nacidos todos ellos de su imagen y de su alma viviente, al nacer por las generaciones de Adán y Eva, contaminados con la mancha del fruto prohibido, que ambos comieron en el paraíso, alejándose así de su amor entrañable,
perpetuamente.
Por eso, es que nuestro Padre celestial tenía que reconquistar a Adán y a Eva junto con los hijos por los poderes de la carne sagrada de su Hijo Jesucristo y por su Espíritu Santo, vistiendo a cada hombre, mujer, niño y niña con perfecta santidad,
por medio del nacimiento divino, del vientre virgen de la hija de David, en el mundo. Por cuanto, al Satanás mentir por la serpiente engañó a Eva, contaminando así su vientre para dar a luz a hijos, rebeldes a nuestro Padre celestial, su Hijo y su
Espíritu en el paraíso, entonces Él tenía que tener a su Hijo amado nacido del vientre virgen en Canaán, para restaurar por su Espíritu Santo toda vida y obediencia sobre la humanidad entera.
Por eso, es que una vez que nuestro Padre celestial había hecho que su Hijo Jesucristo nazca del vientre virgen de la hija de David, bañado en su sangre que está llena del Espíritu Santo y de su vida eterna, entonces toda gloria de su santo nombre
fuego podía ser restaurada al fin, desde la rebelión angelical del cielo y hasta siempre. Esto era algo que nuestro Padre celestial tenía que hacer con su santo nombre fuego sobre su altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y con
su Espíritu Santo, no solamente para bautizar a Abraham y sus hijos por nacer en generaciones venideras, pero igualmente su mismo santo nombre fuego y con muchas glorias eternas nunca antes vistas por ángeles.
Ya que, cuando sus hijos de Israel o de las familias de las naciones se bautizaban en agua, confesando su santo nombre, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, entonces su santo nombre fuego sobre su altar del amor eterno es bautizando con nuevas
glorias que continuaran a través de toda eternidad, complaciendo a nuestro Padre celestial en Espíritu y en Verdad, siempre. Por ello, nuestro Padre celestial envío a su Hijo Jesucristo a nacer del vientre virgen de la hija de David, porque Él tenía
que conquistar a la humanidad entera y la tierra de toda mentira, maldición de Satanás, y de terribles decepciones de muertes infernales, no solamente por el vientre virgen de la hija de David, pero igualmente desde su Lugar Santísimo.
Considerando que, nuestro Padre celestial tenía que tener a su Hijo Jesucristo nacido del vientre estéril de Sarah, por su Espíritu Santo, para entrar en cada familia, empezando con Abraham y sus hijos adoptados, comprados con dinero de extranjeros, d
ndoles a ellos su hogar y familia: pero igualmente, reconquistar su tierra escogida y su dulce hogar por el vientre virgen, hija de David. Éste es el momento que nuestro Padre celestial esperó por un milenio, porque Él necesitaba a Satanás derrotado
por su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo, cuando ambos salieron del vientre estéril de Sarah con el único hijo de Abraham, Isaac, conquistando no solamente a cada familia del mundo, pero igualmente su gran Canaán: en donde Él vivirá con sus hijos
eternamente feliz.
Nuestro Padre celestial necesitaba derrotar a Satanás y sus mentiras por el camino, verdad y vida de su Hijo Jesucristo, al nacer del vientre virgen de la hija de David, pavimentando así el camino de su santo nombre fuego para que descienda, y así
entrar gloriosamente a poseer su dulce hogar, en donde será bautizado junto con sus hijos con glorias eternas. Ya que, al casi nuestro Padre celestial contaminarse no solamente con la rebelión de Lucifer y ángeles caídos, y mentiras y decepciones
ante su Hijo Jesucristo, su Espíritu Santo y cada ángel fiel, entonces Él tenía que limpiar su santo nombre fuego con su bautismo de su dulce hogar, cada vez que sus hijos lo adoran, conquistando así glorias nunca antes vistas.
Es decir también que nuestro Padre celestial necesitaba conquistar no solamente el desierto y las familias de las naciones antiguas muertas, pecadoras, porque ellos fallaron en conocer como amar, servir y alabarlo a Él por la carne sagrada de su Hijo
Jesucristo y su Espíritu Santo, pero igualmente conquistó su tierra: bautizando su santo nombre fuego con almas renacidas de sus hijos. Visto que, nuestro Padre celestial necesitaba bautizar su santo nombre fuego sobre su altar antiguo y en su tierra
escogida para vivir perpetuamente con sus hijos renacidos de su Hijo Jesucristo y de su Espíritu Santo por el bautismo de agua, para que Él entre en su nuevo reino con sus hijos junto con su santo nombre completamente bautizados con perfecta santidad.
Además, esto es algo que nuestro Padre celestial necesitaba hacer con sus ángeles santísimos que jamás pecaron en contra de Él ni de su santo nombre fuego, cuando Lucifer y una tercera parte de los ángeles creyeron en él, sin embargo, se
contaminaron, postreramente fueron bautizados con potencias de santidades resucitadoras finalmente cuando Israel renació del Valle de los huesos secos, redimido. Una vez que nuestro Padre celestial terminó de clavar a su Hijo sobre el madero del Israel
antiguo que en vida fue la carne nacida del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, para vivir cautivado en egipcio, acumulando pecados de naciones antiguas yaciendo en tumbas eternas, para que sean bautizados en el Mar Rojo, entonces fueron
todos liberados del infierno, finalmente.
Entonces cuando nuestro Padre celestial había terminado de bautizar a cada hombre, mujer, niño y niña de Israel que habían escapado del cautiverio egipcio, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo,
inmediatamente todos fueron bautizados en agua milagrosamente para escapar toda muerte en el Mar Rojo, abandonando todo pecado en el lecho marino, para siempre. Habiendo nuestro Padre celestial lanzando en bautismo todo pecado de las familias de las
naciones antiguas que habían cometido en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo: entonces, Él tenía que darles de beber a sus hijos del agua de la roca viva finalmente para que coman diariamente de su boca, el mana de su Mesa santa,
del reino angelical.
Considerando que, nuestro Padre celestial estaba listo para usar a Israel como sus sumos sacerdotes ministrando sobre cada hombre, mujer, niño y niña que habían extraído sus pecados del mismo infierno, cuando vivieron en el cautiverio Egipto, para
postreramente abandonarlos en el Mar Rojo, en un gran bautismo que destruyó no solamente cada obra malvada en ellos, pero igualmente a todo enemigo, perpetuamente. Ahora, una vez que nuestro Padre celestial había hecho que toda la casa de Israel beba
de su roca viva, además comió del maná del cielo, entonces Él finalmente podía entregarles su tabernáculo de reunión con su Lugar Santísimo y con su Hijo Jesucristo, ministrando como el Cordero escogido y sumo sacerdote por el desierto del Sinaí
y sobre las naciones antiguas.
Además, nuestro Padre celestial le dijo a Moisés que Él no iría con Israel por el desierto hacia la tierra prometida, porque ellos podrían pecar en su contra, así como al pie del Monte Sinaí, en donde Él casi los mata para reemplazarlos con gente
nueva nacida de Moisés, finalmente para conquistar su tierra escogida para gloria de su santo nombre fuego. Aquí es cuando nuestro Padre celestial dijo que Él le estaba dando a Israel a su Ángel (Jesucristo) que lleva su santo nombre fuego en su
cuerpo sagrado con perfecta santidad y eterna gloria, por ende, ellos fueron avisados de mantenerse santos ante él, porque él tiene poder para juzgarlos y castigar sus pecados y rebeliones que cometan camino a Canaán.
Esto fue lo planeado por nuestro Padre celestial que tenía que hacer por el desierto del Sinaí, y esto no es solamente que la casa de Israel había tirado todo pecado en el Mar Rojo, pero igualmente ellos habían bebido de la roca y comido de su maná
cotidiano de su Mesa celestial, para que así ministren ante Él perfecta santidad, siempre. Visto que, ahora nuestro Padre celestial con su Espíritu Santo y su Hijo amado ministraban santidad cotidiana con la casa de Israel por el desierto y sobre cada
hombre, mujer, niño y niña de las naciones antiguas yaciendo en sus celdas infernales, pagando por sus culpas eternamente, entonces Él podía limpiarlos de sus pecados y culpas: finalmente regalándoles así salvación eterna abundantemente.
Puesto que, nuestro Padre celestial podía ahora por su Lugar Santísimo y su Hijo Jesucristo con su santo nombre fuego junto con el Espíritu Santo y sus dones asombrosos, entonces Él ministrar libremente a cada alma sufriendo en el tormento culpable
de sus pecados, finalmente para liberarlos con perfecto rituales y ceremonias de santidades redentoras y así postreramente regresen al paraíso pronto. Además, esto fue algo que nuestro Padre celestial necesitaba hacer con toda la casa de Israel por
cuarenta años (una generación entera) para salvar a los perdidos del infierno tormentoso, destruyendo todo pecado con el derramamiento de la sangre de corderos sobre ellos, que ya habían sido abandonados en el lecho marino del Mar Rojo, para que sus
hijos obtengan salvación eventualmente.
Por cierto, nuestro Padre celestial no paro su obra salvadora, salvando a los perdidos del infierno, cubriendo cada pecado, previamente tirados en el Mar Rojo cuando Israel se bautizaba, al cruzar en seco y con paredes de agua en ambos lados hacia el
lugar de seguridad, para encontrarse con el SEÑOR en persona, pero Él siguió aún salvando hasta llegar a ti. Ahora, una vez que nuestro Padre celestial cubrió cada pecado con Israel ayudándolo, y su Hijo Jesucristo ministrando con su santo nombre
fuego en el tabernáculo y su Lugar Santísimo, entonces Él tenía el camino libre para conquistar a Canaán: porque Él tenía que establecer su santo nombre junto con su vida eterna sobre su altar, bautizando a sus hijos con salvación perfecta.
Por cuanto, nuestro Padre celestial necesitaba no solamente a su Hijo nacido en Canaán, por los poderes de su Espíritu Santo del vientre virgen de la hija de David, para establecer su santo nombre fuego sobre su altar del amor prehistórico, descendido
del cielo, pero igualmente Él necesitaba su misma vida vivida ya por su Hijo amado por todo Israel, destruyendo pecados, eternamente. Puesto que, el vientre virgen que nuestro Padre celestial llamó a Moisés a construir con Israel antiguo en el
desierto, entonces fue para construirlo sobre cada hombre, mujer, niño y niña yaciendo ya en el infierno, por sus pecados, para que todos ellos reciban rituales y ceremonias de santidades perfectas, para postreramente renacer de ellos, pero en su Lugar
Santísimo, y en Canaán.
Por cierto, nuestro Padre celestial debía tener a su Hijo Jesucristo nacido del vientre virgen de la hija de David, por el Espíritu Santo, para Él poder vivir su vida eterna como su sumo sacerdote, que había ya ministrado a cada alma viviente
yaciendo en el infierno rituales y ceremonias de santidades cubriendo todo pecado, para que toda salvación sea posible finalmente. Realmente, nuestro Padre celestial tenía que alcanzar poderes asombrosos sobre cada pecado que cada hombre, mujer, niño
y niña ya yaciendo en el infierno había cometido durante su paso por la tierra en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, y sólo entonces Satanás fue destruido con su misma vida santísima vivida en Canaán, por el Santo de Israel,
Jesucristo.
Ya que, nuestro Padre celestial necesitaba destruir toda mentira, maldición y obra malvada que Satanás no solamente había hecho en contra de Adán y Eva, pero igualmente sus hijos ya en el infierno y, además, para todos ellos viviendo en Israel y en
las naciones: Satanás fue destruido con la vida misma santísima vivida por Jesucristo en el desierto, y postreramente en Canaán. Considerando que, al nuestro Padre celestial vivir su vida eterna con su Hijo y su Espíritu Santo sobre naciones antiguas
yaciendo en el infierno, entonces, ejecutando rituales y ceremonias de santidades inagotables con todo Israel antiguo, instantáneamente cada obra de Satanás en Canaán fue destruida--: conquistando así el altar de amor eterno por Israel y la humanidad
entera con salvación perfecta.
Puesto que, nuestro Padre celestial tenía que tener su vida eterna vivida por su Hijo Jesucristo y por su Espíritu Santo en Israel, al caminar con su santo nombre fuego y palabra viva por las calles de Israel encontrándose con cada hombre, mujer, niñ
o y niña destinada ya a oír su Juramento a Isaac palabra por palabra, para que todos vivan postreramente. Por cuanto, cada palabra que nuestro Padre celestial le había hablado a Isaac mientras él yacía sobre el madero listo para ser encendido por su
padre Abraham, porque él fue llamado para ofrecerlo a él como una ofrenda encendida, para entonces empezar una relación íntima y santísima no solamente con el Padre celestial, pero igualmente con los hijos por nacer en generaciones futuras.
Por lo tanto, estas son palabras que su Hijo Jesucristo siendo la carne sagrada y la sangre expiatoria que lleva su santo nombre fuego en perfecta santidad junto con su Espíritu Santo, entonces él mismo tenía que manifestarlas a cada hombre, mujer, ni
o y niña en Israel, para que sean todos ellos liberados de sus pecados, maldiciones muertes y del infierno, perpetuamente. Ciertamente, estas palabras tenían que ser habladas por todas las ciudades y calles de toda la tierra de Israel, porque nuestro
Padre celestial tenía que tocar y sanar a sus hijos, para que sean llenos de su Espíritu Santo que tenían que poseer, para entrar entonces no solamente al monte Sión, pero igualmente a su nuevo reino venidero sobre toda la tierra.
Estas son palabras de su amor de Padre para sus hijos así como con Isaac cuando yacía sobre el madero listo para ser una ofrenda encendida que Abraham fue llamado a conducirla, para que así se encienda el fuego de su amor eterno, dándoles vida a sus
hijos prometidos por generaciones venideras, y a su Hijo amado para su sacrificio continuo, últimamente. Por eso, nuestro Padre celestial tenía que caminar con su Hijo y con su Espíritu llevando su santo nombre con toda santidad, revelándole a cada
uno en Israel y por generaciones futuras las palabras de su Juramento a Isaac: para que todos sean bautizados mundialmente con sus palabras vivas y de vida eterna, que es la salvación perfecta de todos hoy en día.
Ciertamente, al hablarles nuestro Padre celestial a sus hijos, cuando su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo caminaban por las calles de Israel y a veces entraban juntos en los hogares, invitados por las gentes a comer y beber juntos, entonces los
enfermos eran sanados, lo cojos caminaban, los mudos hablaban, y aquellos destinados a morir eran liberados por sus poderes santísimos. Viendo que, nuestro Padre celestial tenía que entrar con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo en casi todos
los hogares de sus hijos, para Él poderlos bendecir junto con todos lo que poseían en sus tierras: porque Él tenía que establecer su palabra viva sobre su altar, quedándose con ellos con sus bendiciones, sanidades, protección y riquezas especiales,
para siempre.
Visto que, estos son poderes que ya están operando constantemente en el altar de Abraham e Isaac y que arden siempre en su horno de su grande Gracia, de su grande Misericordia, de su grande Verdad y de su grande Justicia Divina, para que sus hogares y
con todo lo que poseen sean bendecidos con su Espíritu Santo y palabra viva. Esto fue algo que nuestro Padre celestial tenía que hacer con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo no solamente en cada hogar israelita, pero igualmente por sus calles,
porque Él ha escogido a Canaán como su dulce hogar eterno junto con sus hijos—por ende, Él tenía que escribir su misma vida santísima—su Juramento a Isaac sobre su tierra.
Por eso, es que Satanás se vio derrotado junto con sus ángeles caídos, porque fue siempre nuestro Padre celestial que hablaba por su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo a cada hombre, mujer, niño y niña que Él se encontró en Canaán, llenándolos
con su voluntad perfecta, y listo para Él mismo descender a vivir con todos ellos en su nuevo reino. Así fue como, nuestro Padre celestial pudo destruir cada obra escondida que Satanás había hecho en Israel a través de muchas generaciones, engañ
ando a sus hijos con sus ídolos y altares que están siempre llenos de amores terribles del infierno y de tinieblas profundas para robar, matar y destruir a quien sea que se acerque o entre en ellos, al servirles ciegamente.
Esto fue un caminar por todo Israel y de su tierra que nuestro Padre celestial tenía que ejecutar con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo, rescribiendo su Juramento a Isaac palabra por palabra por todo Canaán, que Él mismo escogió para vivir
con sus muy amados, de Israel y de las familias de las naciones, para que Satanás finalmente desaparezca, perpetuamente. Así como nuestro Padre celestial tenía que haber tenido a su Hijo Jesucristo caminando con toda la casa de Israel por el desierto,
creando rituales y ceremonias de perfecta santidad del Lugar Santísimo, en donde cada uno de sus hijos tiene que renacer de su Espíritu Santo para entrar al cielo eternamente justificado, entonces, Él tenía que hacerlo nuevamente todo en Canaán.
Considerando que, nuestro Padre celestial necesitaba salvar a cada uno de sus hijos de la casa de Israel y de las familias de las naciones, al confirmar su Juramento a Isaac, cuando Él personalmente con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo
vivieron todo el Juramento en Canaán, pero con su santo nombre fuego muy en alto sobre el monte Sión. Por eso, nuestro Padre celestial junto con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo pudo ejecutar grandes milagros que bendecían a todos en Israel,
sanando a todo enfermo, y sacando a todo ángel caído que estaba afligiendo sus vidas, para que por fin todos vivan sus vidas bendecidas por su presencia santísima, y listos todos para ascender al cielo en cualquier día.
Efectivamente, así fue como nuestro Padre celestial realmente destruyó cada obra de Satanás y de sus ángeles caídos, que Él mismo finalmente le dijo al ángel de la muerte en sus palabras de juicio final, que hicieron eco por todas las calles y en
cada hogar de Israel, asegurándole al diablo finalmente, diciéndole, ¡Muerte, Yo soy tu muerte hoy y para siempre! Aquí es cuando no solamente todo Israel que yacía en la boca del infierno finalmente fue liberado, porque nuestro Padre celestial no
los podía liberar de todo pecado, maldición y muerte del Valle de los huesos secos hasta que Él mismo había pronunciado su Juramento a Isaac en todo Canaán, destruyendo así a Satanás junto con el ángel de la muerte, perpetuamente.
Una vez que nuestro Padre celestial terminó su obra que necesitaba hacer en Israel junto con su Hijo y con su Espíritu Santo, entonces Él permitió que su Hijo amado tome el madero para caminar con él hacia el monte santo de Jerusalén: porque ahora
l si estaba listo para derramar su sangre expiatoria y llena de vida eterna para sus hijos, mundialmente. Nuestro Padre celestial necesitaba tomar a su Hijo Jesucristo junto con su Espíritu Santo y con cada ritual y ceremonia de santidad perfecta
ejecutada por el desierto del Sinaí y sobre las familias de naciones antiguas que necesitaban ser liberadas, para que Él finalmente lleve también toda su obra hecha en los hogares y calles de Israel hacia el Lugar Santísimo, para siempre.
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