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All on Fri Nov 10 01:21:15 2017
Sábado, 11 de Noviembre, 2017 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica
(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)
ISRAEL ESCAPÓ EGIPTO: LIBERANDO NACIONES ANTIGUAS DEL CAUTIVERIO DEL INFIERNO:
Nuestro Padre celestial le manifestó a Abraham, asegurándole, de que sus hijos nacerÃan en una tierra extranjera, siendo esclavizados por cuatrocientos años, porque ellos serian los que nacerÃan de los poderes del EspÃritu Santo que le dio vida
inicialmente a su Hijo Jesucristo como Isaac del vientre estéril de Sarah, absorbiendo asà los pecados del mundo entero, para destruirlos en su bautismo. Y estas eran palabras que nuestro Padre celestial tenÃa que manifestarlas, porque Abraham mismo
habÃa entrado con Él, con su Hijo Jesucristo y con el EspÃritu Santo en un pacto de vida, que introducirÃa en la humanidad entera: la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre reparadora, derramando toda su vida eterna sobre toda la
tierra, empezando por todo Canaán.
Por eso, es que nuestro Padre celestial habÃa llamado a Abraham inicialmente a sacrificar a tres carneros, separándolos por sus mitades, y asÃ, ponerlos enfrente de ellos mismos sobre la roca en que han sido sacrificados junto con una tórtola y un
pichón, pero sin cortar las aves, más bien, rociar todo con la sangre y hasta que él regrese en la tarde. Atentamente, Abraham habÃa obedecido a nuestro Padre celestial al sacrificar los tres carneros sobre la roca indicada por Él, y solamente debÃ
a esperar por su regreso atardeciendo aquel dÃa: porque Él tenÃa que caminar entre las mitades opuestas una a otra sobre la roca salpicada con la sangre, y asà bendecirlo a él con todos sus hijos por nacer en futuras generaciones.
Nuestro Padre celestial tenÃa que tener a Abraham sacrificando los tres carneros sobre la roca, salpicada con la sangre junto con los pichones, pero sin ser cortados, para Él poder caminar entre las mitades de los carneros sacrificados con su antorcha
ardiendo con su santo nombre fuego, para Él poder finalmente dejarle saber cómo sus hijos nacerÃan en toda generación venidera. Habiendo nuestro Padre celestial informado a Abraham como en donde sus hijos iban a nacer en el periodo de cuatrocientos aÃ
±os, entonces Él le dejo saber que finalmente los visitarÃa para juzgar aquella nación que los haya tratado mal, liberándolos, para entregarles la tierra prometida, para que eventualmente ellos vivan con Él en paz eterna.
Éste fue el comienzo de los tres carneros sacrificados sobre la roca con sus mitades separadas y opuestas una a otra, en donde nuestro Padre celestial necesitaba manifestarle a Abraham en donde sus hijos iban a nacer, pero igualmente dejarle saber qué
les iba a suceder en los cuatrocientos años, y asà empezar su liberación y de las naciones del mundo pecador. Esto es básicamente lo que nuestro Padre celestial le podÃa manifestar a Abraham, porque vendrÃa a ser el padre de una gran nación, pero
igualmente de muchas más mundialmente, por razones de los carneros sacrificados sobre la roca, y separados de sus mitades opuestas una a otra, y asà caminar entre las mitades para confirmar sus palabras para los postreros dÃas.
Estos fueron los tres carneros sacrificados sobre la roca con sus mitades separadas entre ellas que no solamente confirmarÃan su palabra para con Abraham y sus hijos por nacer en generaciones futuras en tierra extranjera, pero asimismo, éste serÃa el
sacrificio/holocausto protegiéndolos a todos constantemente en todo momento, con su Hijo Jesucristo y con el EspÃritu Santo, y sus abundantes bendiciones cotidianas. En otras palabras, nuestro Padre celestial hizo que él sea el padre de los tres
sacrificios sobre la roca con sus mitades cortadas y opuestas una a otra, para luego regresar sobre la roca y con sus sacrificios dispuestos, prometiéndole no solamente a Abraham el nacimiento de sus hijos numerosos, pero igualmente dejarle saber en qué
condiciones vivirán por esos cuatrocientos años.
Dado que, después de los cuatrocientos años transcurridos, entonces Él mismo visitarÃa a la nación extranjera para juzgarla por todo lo que hayan hecho a los hijos del pacto, para entonces Él llevarlos con su santo nombre fuego, ardiendo sobre su
antorcha a otro altar de tres sacrificios sobre la roca, pero esta vez seria en la tierra de Canaán. Esta vez, nuestro Padre celestial es el Padre de estos tres sacrificios sobre la roca con sus cuerpos opuestos uno al otro, y Él caminando entre ellos,
salpicando la sangre reparadora de su Hijo Jesucristo sobre todo el monte Sión, y asÃ, eventualmente, darle abundante vida eterna a sus hijos, renacidos todos ellos por su Hijo Jesucristo y por su EspÃritu Santo mundialmente.
Por eso, es que nuestro Padre celestial invitó a Abraham a sacrificar tres carneros sobre la roca con sus mitades opuestas una a otra con la sangre salpicada sobre todo el lugar, para caminar entre las mitades de los sacrificios, prometiéndole asà a
sus hijos que nacerÃan en futuras generaciones, pero que nacerÃan en cautiverio acumulando los pecados del mundo entero. Sin embargo, con nuestro Padre celestial visitando a Israel en cautiverio entonces juzgarÃa a la nación extranjera que los ha
cautivado, juzgándolos, con grandes juicios del santo nombre fuego, dado a Moisés, cuando ascendió el monte SinaÃ, para ser bautizado instantáneamente en el horno de su grande Gracia, de su grande Misericordia, de su grande Verdad y de su grande
Justicia Divina.
Porque al nuestro Padre celestial juzgar, aquella nación en donde sus hijos han sido cautivados por cuatrocientos años, con los poderes asombrosos de su santo nombre fuego, entonces Él podÃa llevarlos al Mar Rojo para ser bautizados en agua,
finalmente para dejar atrás perpetuamente a Egipto junto con el espÃritu de error, la carne pecadora y los pecados del mundo entero. Ya que, nuestro Padre celestial necesitaba a los hijos de Abraham renacidos del bautismo en agua, después de invocar
la perfecta santidad de su santo nombre fuego, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, y asà Él mismo llevarlos a su altar, dándoles vida eterna a sus hijos ascendiendo al cielo, perpetuamente justificados, de Israel y de las familias de las
naciones.
Visto que, en el dÃa que nuestro Padre celestial liberó a Israel del cautiverio Egipto entonces fue cuando nuestro Padre celestial verdaderamente empezó la liberación de todas las naciones del mundo entero, y estas son las naciones del pasado, del
presente y del futuro: porque su voluntad es de recuperar a todos sus hijos sobre el altar del Lugar SantÃsimo: con salvación eterna. Ya que, esto era lo que nuestro Padre celestial le dijo a Abraham y sobre sus hijos por nacer por los poderes
cotidianos del EspÃritu Santo en generaciones futuras, para que su semilla (los hijos nacidos del EspÃritu Santo asà como su Hijo Amado nació como Isaac inicialmente), bendiciendo a las naciones con su misma vida eterna: la sangre reparadora
finamente derramada.
Ya que, éste es el reino glorioso de sus hijos nacidos de su imagen y de su alma viviente, pero igualmente nacidos de su amor eterno, que aunque vivieron sus vidas sin su pacto de vida ni el cordero sacrificado para derramar la sangre cubriendo sus
pecados, por cuanto los sigue amando grandemente, liberándolos de la muerte y del infierno tormentos, perpetuamente. Por eso, es que fue importante para nuestro Padre celestial de dejarle saber a Abraham, que él tenÃa que sacrificar sus tres corderos
sobre la roca, incluyendo a dos pichones con ellos, pero sin partirlos jamás como los carneros: para Él caminar entre las partes y la sangre salpicada, entregándole asà a Abraham los hijos que Él eventualmente los liberarÃa del pecado.
Estos fueron los tres sacrificios que Abraham tenÃa que cortar en sus mitades para tenerlos opuestos uno al otro, porque nuestro Padre celestial expiarÃa por los hijos dados a él y a las familias de las naciones, y todo junto con los dos palominos sin
cortar, representando los maderos y su salvación volando hacia las naciones para liberar de todo cautiverio, instantáneamente, siempre. Ahora, las alas de las aves sin cortar, porque representaban los maderos, en donde su Hijo Amado seria clavado a la
casa de Israel por sus manos y pies, liberando asà toda alma viviente del Valle de los huesos secos, para que Israel junto con las familias de las naciones, y últimamente los santos ángeles (no los caÃdos), puedan limpiarse del pecado.
Además, nuestro Padre celestial necesitaba a los hijos de Abraham no solamente que nazcan y vivan en cautiverio con la necesidad de ser liberados de toda opresión, pecado y muerte, pero igualmente de ser bautizados en el Mar Rojo: en donde Él los
limpiarÃa de todos los pecados de las familias de las naciones, al ministrar ante Él como sus sumos sacerdotes. Ya que, nuestro Padre celestial necesitaba que su Hijo amado empezara la liberación de las naciones que habÃan vivido y muerto en pecado
del pasado, del presente y del futuro, pero Él sólo podÃa empezar a liberarlos, si es que Él podÃa hacer que su Hijo nazca en una de las familias que tiene pacto de vida con Él hacia la eternidad.
Dado que, al tener a su único Hijo Jesucristo nacido de una de las familias escogidas por Él, asà como fue con Abraham y Sarah, al comer del pan y vino de su Hijo Jesucristo, y que es servida diariamente a los ángeles del cielo para que continúen
siendo perfectamente gloriosos, sirviendo a su santo nombre fuego sobre su altar antiguo, perpetuamente. Entonces nuestro Padre celestial tenÃa que hacer lo mismo con todas las familias de las naciones no solamente liberándolas del pecado, muerte y el
infierno tormentoso, pero igualmente, mantenerlos santos, perfectos y gloriosos asà como su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, para que sean hechos sus hijos legÃtimos, llenos de su amor entrañable, sirviendo a su santo nombre fuego, siempre.
Por eso, es que cuando nuestro Señor Jesucristo nació del vientre estéril de Sarah como Isaac, por los poderes asombrosos cotidianos del EspÃritu Santo, entonces Él podÃa tener los hijos nacidos en la tierra del EspÃritu Santo para venir a ser
como su Hijo amado y como su EspÃritu Santo son en su presencia santÃsima, en el Lugar SantÃsimo y hacia la eternidad. Seguramente, cuando Isaac nació entonces nuestro Padre celestial por fin asentó su pie en tierra y en la humanidad entera,
empezando a tener sus hijos nacidos del vientre estéril de Sarah en cada generación, por el poder cotidiano del EspÃritu Santo, y asÃ, tenerlos con los mismos poderes y privilegios que su familia divina a liberado las familias de mundos antiguos, ú
ltimamente.
Evidentemente, nuestro Señor Jesucristo nació como Isaac del vientre muerto de Sarah, por los poderes del EspÃritu Santo, entonces nuestro Padre celestial podÃa tener a Jacobo nacido como su primogénito, estableciendo el pacto de vida con su EspÃ
ritu Santo: porque solamente su EspÃritu será el motor divino haciendo que sus hijos nazcan para finalmente establecer su vida eterna sobre la tierra, perpetuamente. Por eso, es que cuando los cuatrocientos años habÃan pasado, entonces nuestro Padre
celestial estaba listo para descender sobre ellos con poderes, porque habÃan nacido todos ellos al número que Él necesitaba ver para descender sobre ellos con su altar del amor prehistórico, para reinar sobre ellos con su santo nombre fuego, y los
poderes libertadores, llenos de su vida prÃstina, perpetuamente.
Por ello, fue que nuestro Padre celestial pudo descender sobre todo Israel aun mientras estaban cautivos en egipcio, entonces no fue solamente porque el tiempo se habÃa cumplido, estipulado por Él para con Israel, habiendo acumulado los pecados,
enfermedades, maldiciones, problemas y muertes de todas las familias de las naciones, pero igualmente habÃan crecido para cumplir con el Juramento a Isaac finalmente. Por eso, es que al nuestro Padre celestial entregarle su santo nombre fuego a Moisés
para que lo posea Israel perpetuamente, al empezar a invocarlo ante su presencia santÃsima por las generaciones futuras, entonces Él podÃa tener sus maravillas manifestada no solamente en Israel, pero asimismo entre todas las familias de las naciones
y con su salvación eterna para todo creyente, siempre.
Ciertamente, cada Israelita hombre, mujer, niño y niña invocando la santidad perfecta de su santo nombre, por donde sea que fueren por el desierto y aún más allá de Canaán entre las naciones, entonces Él manifestarÃa sus maravillas cotidianas de
su nombre todopoderoso, entregando asà su gracia, su misericordia, su verdad y su justicia divina para liberación de sus hijos cautivados universalmente. Por eso, lo primero que nuestro Padre celestial hizo, después de haber liberado a Israel de las
garras de Faraón y de Satanás, fue bautizarlos: porque Satanás estuvo allà en aquellos dÃas peligrosos con los egipcios, creando ya todo holocausto sobre los israelitas, para que mueran en la carne pecadora y en el espÃritu de error, eternamente
perdidos en el infierno.
Además, Satanás tenÃa al Faraón ordenando a las parteras egipcias que maten a todo niño que nazca, porque el Rey MesÃas venia y, por tanto, él tenÃa que pararlo antes de entrar en el mundo para salvar a las naciones, asà como nuestro Padre
celestial lo habÃa planeado inicialmente, estableciendo con las naciones redimidas su Gran reino sobre toda la tierra, postreramente. Sin embargo, con todos los esfuerzos de Satanás que puso sobre Faraón y sus oficiales para matar a los israelitas aun
cuando salÃan del vientre de sus madres, entonces él falló con su intento de matar a toda la casa de Israel con un holocausto masivo, que serÃa en secreto: porque Israel era desconocido entre las naciones, mientras vivÃa aún en cautiverio.
Por eso, es que Faraón ordenó matar a cada niño al nacer del vientre de su madre y antes que entre en su reino, y entonces la orden fue de lanzarlos al rÃo cercano, en donde se ahogarÃan en la carne pecadora y en el espÃritu de error, para que jamá
s se bauticen en agua para escapar liberados del poder del pecado. Y Satanás querÃa matar a todo israelita aún cautivos, para que jamás nadie sepa que ellos existieron en una nación de la tierra, y asà es como la voluntad perfecta de nuestro Padre
celestial, que es el Juramento a Isaac sobre el monte santo de Jerusalén, descansando sobre el Moriah, cuando Abraham subió a su hijo Isaac como su sacrificio, falle, perpetuamente.
Sin embargo, para que nuestro Padre celestial finalmente selle su Juramento a Isaac, entonces Él hizo que Moisés se apurase a llevar a la casa de Israel, incluyendo a sus ganados, a la playa más cercana para bautizarlos masivamente, en donde sellarÃa
su voluntad perfecta jurada sobre ellos, y asà tocar toda nación con su Juramento y bendiciones de vida eterna, perpetuamente. Mientras los hijos de Abraham cruzaban el lecho marino en seco, entonces nuestro Padre celestial junto con su Hijo Jesucristo
y el EspÃritu Santo los limpió de todo pecado de las naciones, acumuladas por cuatrocientos años: para Él mismo poderlos finalmente vestir de su vida eterna, que realmente es su EspÃritu Santo y la carne sagrada, alabando su santo nombre
continuamente, siempre.
Nuestro Padre celestial necesitaba que Israel derrotase a sus enemigos que los habÃan tenido cautivados por cuatrocientos años con simplemente bautizarse en agua, porque es debajo del agua, invocando la perfecta santidad de su santo nombre fuego, en
donde Él libertara a todo Israel y asà a ti también junto con tus muy amados de todo pecado, enfermedad, maldición, pobreza y muerte. Nuestro Padre celestial tenÃa que sacarlos a todos de este poderoso bautismo (como el tuyo que harás en estos dÃ
as en tu tina, bañera, rÃo, lago o playa), porque Él tenÃa que desvestirlos de la carne pecadora y del espÃritu de error: vistiéndolos, instantáneamente, de la carne sagrada de su Hijo y de su EspÃritu Santo, para beber de la roca, siempre.
Ya que, al hacer nuestro Padre celestial que Israel beba de su roca viva, fluyendo agua viva para sus hijos y para toda la creación del cielo y la tierra, entonces Él podÃa tener a los hijos de Abraham bebiendo primero y hasta saciarse y asà las
familias de todas las naciones, empezando con los que yacen en el infierno ahora mismo. Por cuanto: cada hombre, mujer, niño y niña está clamando dÃa y noche por beber tan sólo un poco de agua de la roca, en donde nuestro Señor Jesucristo fue
inmolado desde antes de la fundación del mundo: por ende, al beber de ella, entonces jamás volverán a tener sed para siempre, en todo su reino, que viene ya sobre la tierra.
Ciertamente, cuando nuestro Padre celestial sacó a Israel del cautiverio egipcio por su santo nombre, entonces Él lo hizo todo, liberando a las familias de las naciones, que ya habÃan vivido sus vidas sin confesar su santo nombre, ni menos conocer el
sacrificio de gracia, misericordia, verdad y justicia divina de su Hijo Jesucristo, que nos lleva a su amor eterno, siempre. Nuestro Padre celestial sacó a Israel del cautiverio, para empezar la liberación no solamente de las familias ya muertas en sus
pecados, pagando por sus culpas continuamente en el infierno tormentoso, al tener a los hijos de Abraham derramando la sangre del cordero por el desierto, cubriendo todo mal eterno, y asà también para bendecirte a ti junto con los tuyos hoy.
Ya que, si nuestro Padre celestial hubiese fallado en bautizar a Israel en agua, destruyendo no solamente pecados cometidos de ellos mientras estaban cautivos, pero asimismo cubrir los pecados de las familias de las naciones, viviendo ya todos ellos sus
años de cautividad en el infierno, por haber muerto sin convenio alguno con Dios, entonces Él hubiese fallado igualmente en ayudarte hoy. Realmente, nuestro Padre celestial liberó a Israel del cautiverio egipcio por su santo nombre, entregado a Moisé
s sobre el monte SinaÃ, para que vallan todos al bautismo, en donde ellos resucitaran instantáneamente de su cautividad egipcia desde el lecho marino, abandonando atrás de ellos a todo enemigo, pero igualmente iban camino a liberar a las naciones
antiguas del cautiverio del infierno tormentoso.
Visto que, nuestro Padre celestial necesitaba a sus hijos nacidos constantemente del EspÃritu Santo que entró en el vientre estéril de Sarah, dando vida a su Hijo Jesucristo como Isaac inicialmente, y asà ellos sean los sumos sacerdotes: llevando su
santo nombre, vida eterna, carne sagrada, y el Lugar SantÃsimo, hacia las naciones clamando por liberación desde sus cautiverios del infierno tormentoso. Ciertamente, nuestro Padre celestial no solamente liberaba a Israel del cautiverio, por la
invocación poderosa de su santo nombre, dado a Moisés sobre el SinaÃ, pero también bautizo a todo Israel en agua, cubriendo los pecados de las naciones antiguas en el infierno ya allà todos ellos sufriendo sus culpas: y hoy tú tus pecados son
borrados por la misma sangre reparadora.
En otras palabras, si nuestro Padre celestial hubiese fallado en liberar a Israel del cautiverio para llevarlos a las aguas del bautismo, porque ellos tenÃan que abandonar todo pecado de las naciones del pasado, presente y futuro, entonces hubiese
fallado igualmente en cubrir los pecados de tus antepasados, que son las familias antiguas del infierno presentemente, y asà tus pecados de hoy, también. Visto que, nuestro Padre celestial jamás hubiese procedido a crear su nuevo reino angelical
uniendo el cielo y la tierra en un sólo nudo matrimonial, haciendo que su Hijo Jesucristo descienda a su tierra escogida junto con su santo nombre fuego, abandonando su lugar de gloria eterna entre las huestes angelicales, si Él hubiese fallado en
cubrir todo pecado primero mundialmente, perpetuamente.
Nuestro Padre celestial necesitaba cubrir todo pecado, echándolos todos ellos en su gran bautismo de agua del lecho marino, por eso, es que una vez que Israel habÃa tomado los pecados, maldiciones, enfermedades, pobreza, guerras, conflictos,
holocaustos y muertes en cautividad, entonces Él los libertaria con su bautismo para liberar postreramente a las familias del mundo entero, para su nuevo reino venidero. Por ello, una vez que nuestro Señor Jesucristo habÃa nacido cubierto con su
propia sangre reparadora, y no de corderos sacrificados, pero por la sangre libertadora que traÃa a Israel y a las familias de las naciones la vida eterna de nuestro Padre, bendiciendo con perfecta salvación a cada hombre, mujer, niño y niña del
mundo entero, entonces su legÃtimo reino crece.
Entonces nuestro Padre celestial estaba listo para tener a sus tres sacrificios asà como tuvo a Abraham ejecutando sus tres carneros sobre la roca junto con dos aves, pero sin cortarlas asà como los carneros en sus mitades opuestas, para Él darle
abundantemente vida eterna a sus hijos legÃtimos de su nuevo reino venidero de reyes y de sacerdotes, para la eternidad. Definitivamente, éste fue su altar de amor eterno de nuestro Padre celestial finalmente manifestándose con sus tres sacrificios
opuestos en Canaán y, además, con las dos aves sin cortar sobre la roca: porque las aves representan los dos testigos oculares del sacrificio salvador en su desarrollo aquà y allá, y asimismo Él volando entre los sacrificios, expiando pecados por
sus hijos, finalmente.
Ya que, estos son los hijos que nuestro Padre celestial siempre soñó tener todo un reino mundial de ellos, compuestos de reyes, sumos sacerdotes, jueces, templos para su santo nombre fuego, renacidos de su imagen, alma viviente y amor eterno, para Él
tener a su santo nombre alabado diariamente hasta alcanzar nuevas glorias nunca antes vistas ni por toda su creación angelical. Éstas son glorias asombrosas que los ángeles siempre fallaron en conquistarlas, por la rebelión de Lucifer junto con la
tercera parte de los ángeles caÃdos, desafiando a nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y el EspÃritu Santo, tomándose su nombre ilegalmente y sin autoridad alguna, para empezar a conquistar glorias que solamente sus hijos renacidos por su EspÃ
ritu Santo las conquistaran, postreramente.
En otras palabras, Lucifer y sus ángeles caÃdos pusieron sus manos en el santo nombre fuego de nuestro Padre celestial sin autoridad alguna para hacerlo asÃ, fallando completamente en su intento desde el comienzo sin saber hacia dónde ir
posteriormente: porque esta obra redentora solamente su Hijo y su EspÃritu Santo con sus hijos renacidos podÃan hacerlo legalmente, complaciendo al Padre, siempre. Dado que, por medio del liderazgo de nuestro Padre celestial, trabajando con su Hijo
Jesucristo y su EspÃritu Santo no solamente sacó a Israel del cautiverio egipcio, que su santo nombre fuego manifestó con asombrosos poderes cotidianos en el bautismo de agua y por todo el desierto, pero igualmente Israel se convirtió en sacerdotes
del Padre, trabajando productivamente, en el Lugar SantÃsimo.
Por razones de que nuestro Padre celestial pudo llevar a Israel hacia el desierto del Sinaà totalmente sediento, como los sedientos de las naciones antiguas yaciendo ya en sus huecos del infierno tormentoso, pagando por la culpa de sus pecados,
perpetuamente: porque murieron sin conocer el santo nombre fuego ni menos cubrieron sus pecados con la sangre reparadora del Cordero escogido de Dios. Y, además, nuestro Padre celestial junto con su Hijo Jesucristo y el EspÃritu Santo pudo liderar a
todo Israel como sumos sacerdotes, ministrando en el Lugar SantÃsimo rituales y ceremonias de perfecta santidad, cubriendo con la sangre derramada los pecados de las familias de las naciones, que los israelitas ya las habÃan echado en el fondo del Mar
Rojo en el bautismo.
Nuestro Padre celestial necesitaba a su Hijo Jesucristo nacido del vientre virgen de la hija de David, salpicado con su propia sangre del pacto Juramentado a Isaac inicialmente, que es su perfecta voluntad sobre todo su cuerpo y de sus hijos igualmente
del pasado, presente y futuro, para que su nuevo reino exista inmediatamente, glorificando su santo nombre en perfecto amor, perpetuamente. Ya que, este es un reino como jamás visto uno igual por las huestes angelicales, llenó de sus nuevas glorias,
maravillas, señales en el cielo y en la tierra, emanando de su santo nombre fuego, alabado progresivamente por sus hijos renacidos por el EspÃritu Santo de Israel y de las familias de las naciones, estableciendo asà su vida eterna en toda su Creación.
Visto que, nuestro Padre celestial está listo para tornar la tierra de Israel en un perfecto paraÃso, como el Edén, sobrepasando al reino de los cielos, como conocemos el paraÃso, la ciudad de oro y de piedras preciosas y otros lugares divinos de su
creación: porque estas serán glorias, descendiendo, para quedarse, formando su nuevo reino en la tierra, empezando por Israel. Además, todas estas maravillosas glorias con sus grandes señales en los cielos, descendiendo sobre toda la tierra para
formar su nuevo reino de sus sueños de sus hijos renacidos de acuerdo a la semejanza de su Hijo Jesucristo y del EspÃritu Santo, que empezara a manifestarse mundialmente, cuando todo Israel renazca del bautismo en agua y del bautismo Espiritual del
Lugar SantÃsimo, finalmente.
Visto que, el Juramento que hizo nuestro Padre celestial a Isaac es su última voluntad perfecta y testamento eternal establecido sobre cada hombre, mujer, niño y niña nacido del EspÃritu Santo que entró en el vientre estéril de Sarah y que van
naciendo en las naciones, con su perfecta voluntad establecida sobre ellos, para que sea cumplido instantáneamente para su nuevo reino venidero. Por eso, es que Israel es una nación bendecida desde el comienzo del pacto de vida que nuestro Padre
celestial empezó con Abraham y el vientre estéril de Sarah, cuando ambos comieron junto con los hijos adoptados sobre su Mesa bendita el pan y vino, servido todo por su Hijo Jesucristo, como Santidad y Rey de su nuevo reino venidero sobre la tierra.
Para que la voluntad perfecta de nuestro Padre celestial nazca sobre la tierra por el vientre estéril de Sarah, por el EspÃritu Santo, entonces fue realmente por ti hoy, porque cuando su Hijo nació como Isaac, no solamente Abraham recibió
abundantemente amor eterno, eventualmente dando vida a su nuevo reino, pero igualmente a sus hijos y de las familias de las naciones. Dado que, nuestro Padre celestial le dijo a Abraham que en su simiente serán benditas todas las familias de las
naciones por generaciones venideras: porque su voluntad perfecta, que es su Juramento a Isaac que está establecido, está escrito, y está por ser cumplido ya por la casa de Israel, bautizándose todos ellos en agua y en el EspÃritu Santo últimamente,
universalmente.
Dado que, al ser bautizados en agua, entonces ellos emergerán en el Lugar SantÃsimo, en donde su santo nombre está clavado al madero, que una vez fue la carne y cuerpo de toda la casa de Israel en Egipto y por todo el desierto, en donde murieron
bautizados y lavados por Moisés, para resucitar con su Hijo Jesucristo en el Tercer DÃa. Sin duda alguna, al nuestro Padre celestial hacer que todo Israel muera en el desierto del SinaÃ, mordidos por las culebras venenosas saliendo de entre la arena
para atacarlos por rebelarse en contra de su perfecta voluntad, que es su Juramento a Isaac, establecido sobre todos ellos como pacto perpetuo para bendecir las naciones, entonces lo hizo para resucitarlos en su Gran DÃa.
Visto que, éste es el dÃa, cuando nuestro Padre celestial finalmente será el Padre no solamente de sus hijos nacidos de toda la casa de Israel, pero igualmente de todas las familias de las naciones, que vendrán a renacer del agua, al ser bautizados
invocando la santidad perfecta de su santo nombre fuego, y de los dones enriquecedores del EspÃritu Santo, perpetuamente. Ciertamente, estos son los hijos emergiendo de los tres sacrificios sobre el monte Sión, el Calvario, cuando Él clavó al madero
a su Hijo nacido de la hija de David, bañado con la sangre reparadora, porque es su sangre llevando vida eterna no solamente salpicada sobre los hijos de Abraham, pero igualmente sobre las familias de las naciones, enriqueciendo asà su nuevo reino
venidero.
Por eso, es que cuando toda la casa de Israel volvió a nacer del agua, habiendo invocado la santidad perfecta de su nombre fuego, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, entonces, instantáneamente, nuestro Padre celestial empezó a trabajar con cada
uno de ellos con sus manos, para que su voluntad perfecta se manifieste en Israel y en las naciones mundialmente, postreramente. Dado que, la manifestación de la voluntad perfecta de nuestro Padre celestial, establecida en los hijos de Abraham, como
pacto eterno, hará que nuevas glorias, maravillas y señales en los cielos, desciendan sobre la tierra, haciendo no solamente de Israel un paraÃso terrenal, fluyendo con leche y miel cada dÃa, prometida inicialmente a Abraham, para que las naciones
coman hasta saciarse, siempre.
Estas son glorias, maravillas y señales en los cielos, descendiendo sobre la tierra, jamás vistas por las huestes angelicales, para quedarse sobre la humanidad entera, empezando por Israel: porque nuestro Padre celestial busca que las familias de las
naciones lo vean a Él por medio de sus hijos nacidos del vientre estéril de Sarah, y por los poderes cotidianos del EspÃritu Santo. Y, es aquÃ, en donde Israel crecerá grandemente para jamás ser atacado y conquistado por Satanás y por sus gentes
engañadoras, porque ahora estarán todos viviendo sus vidas saturadas por su EspÃritu Santo y por la carne sagrada de su Hijo Jesucristo: en donde Él ha establecido su voluntad perfecta para ser conocida mundialmente por sus glorias, maravillas y señ
ales descendiendo para quedarse.
Además, estas son glorias, maravillas y grandes señales, descendiendo del cielo, para quedarse sobre toda la tierra, y será como si todo el reino de los cielos descendiera con sus huestes angelicales para quedarse a vivir en la voluntad perfecta del
Padre ya establecida, y que finalmente se manifestara de lleno primeramente con todo Israel, para que las naciones sean benditas grandemente, postreramente. Ya que, nuestro Padre celestial le dijo a Abraham que en su simiente las familias de las naciones
serán benditas, y esto no es solamente la bendición del dÃa para ti y los tuyos, incluyendo tus amistades por doquier, pero igualmente, bendecidos todos para vivir en su nuevo reino establecido en el mundo, recibiendo aún las naciones antiguas
yaciendo en el infierno.
Visto que, es la voluntad perfecta de nuestro Padre celestial, destruyendo los pecados del mundo entero con su Hijo Jesucristo nacido para vivir su vida eterna en Canaán, para que él no solamente derrote a Satanás, la muerte y el infierno tormentoso,
pero igualmente, morir sangrado sobre el madero del Israel antiguo, para levantarlos como sus hijos legÃtimos en el Tercer DÃa. Dado que, nuestro Padre celestial necesitaba a todo Israel antiguo numeroso como la arena del mar mundialmente, tomando sus
posesiones de gloria, dignidad y honor sobre su altar prehistórico, en donde su santo nombre fuego está clavado a sus cuerpos que se tornaron en madera, llevándolo en su perpetua gloria, para pronto alcanzar poderes necesarios para recibir a las
naciones antiguas, postreramente.
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