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    Sábado, 11 de Junio, 2022 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica


    (Cartas escritas por Iván Valarezo)


    El Padre te ha declarado a ti ya ser su voluntad perfecta e imborrable en tu país—bautizado en agua—enriqueciéndote a ti continuamente:


    El día llegó, cuando nuestro Padre celestial necesitaba empezar a hacer su voluntad perfecta sobre la tierra entera, entonces, Él necesitaba a Abraham, caminado en Canaán, que Él mismo le ensenaría a él para vivir allí con su esposa Sarah y con
    su familia, dado que, Él lo haría grande a él, es decir, una bendición a otros en todos sus días de vida. Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba a su familia divina naciendo en Canaán, considerando que, Él estaba dispuesto no solamente a
    bendecir a Abraham junto con sus amados, incluyendo vecinos y amistades; aún más, Él necesitaba bendecir a cada hombre, mujer, niño y niña de familias de naciones antiguas y modernas, en necesidad de renacer únicamente de Él, viendo vida
    nuevamente para siempre.


    Definitivamente, nuestro Padre celestial necesitaba empezar a salvar a sus hijos, al ejecutar su voluntad perfecta en Canaán, empezando con Abraham, y Sarah que tenia su vientre estéril, que daría eventualmente vida a Isaac, pero igualmente a las
    familias del mundo entero, en necesidad de vivir nuevamente, pero todos regresando a vivir en la gloria angelical y el paraíso por medio de Canaán últimamente. Seriamente, aquí llego el día, que nuestro Padre estaba esperando, y esto fue de tener su
    voluntad perfecta derramándose enteramente sobre la tierra, esto fue algo, que Él solamente lo lograría con su semilla santa, que es su Hijo Jesucristo como Isaac, en Canaán, pero igualmente por todo Israel y en las naciones antiguas y modernas,
    enriqueciendo así la humanidad entera finalmente siempre.


    Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba establecer su voluntad perfecta con su Hijo Jesucristo naciendo como Isaac del vientre estéril de Sarah, en Canaán, para Él no solamente perdonar pecados, pero igualmente rescatarlos a todos ellos del
    desierto de Sinaí para ver vida nuevamente, renaciendo en Canaán sobre la cruz del monte de Sion, destruyendo el pecado, estableciendo finalmente Él mismo su reino de amor infinitamente. Por lo tanto, fue importante para nuestro Padre celestial
    enriquecer a Abraham hasta que él diga: Señor, dales riquezas a otros también, porque yo ya he recibido mucho de ti hasta hoy—y Abraham necesitaba ser enriquecido mas que todos en sus días, entendiendo que, él estaba entrando en Canaán para
    recibir con riquezas a su hijo Isaac—y este eres tú hoy.


    Honestamente, nuestro Padre celestial necesitaba a su Hijo Jesucristo naciendo como Isaac del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, rodeado de riquezas cotidianas siempre, porque tú recibirás estas riquezas también, en Isaac y en su Espí
    ritu Santo en tu país, por ende, enriqueciendo a Abraham fue necesario para enriquecerte a ti continuamente, para glorias de su santo nombre, en su reino venidero. En otras palabras, nuestro Padre celestial necesitaba enriquecer a Abraham, porque él
    necesitaba entrar a Canaán para enriquecer no solamente a su único hijo Isaac, pero igualmente toda la casa de Israel junto con familias de naciones antiguas y modernas, para recibir sus cosas santísimas del cielo arriba con grandes riquezas sobre la
    tierra finalmente, como su santo nombre fuegos y su palabra vida.


    Además, nuestro Padre celestial necesitaba entregar riquezas no solamente a Abraham, pero igualmente a la humanidad entera, entendiendo que, Él necesitaba enriquecer a todos del cielo arriba y de riquezas cotidianas de Canaán jamás tocadas por el
    pecado, mirando siempre hacia adelante para enriquecer su nueva tierra, como su nuevo reino de amor eterno, en donde sus hijos vivirán nuevamente, eternamente enriquecidos por Él. Ya que, esta es la voluntad perfecta de nuestro Padre celestial sobre la
    tierra junto con la humanidad entera, empezando en Canaán, y esto de enriquecer a sus hijos naciendo de Israel y de naciones antiguas y modernas, y así, su nuevo reino de amor eterno crezca hacia la eternidad, sin detenerse jamás, conquistando
    postreramente nuevas riquezas, glorias y poderes nunca antes vistos por nadie.


    Definitivamente, fue importante para nuestro Padre celestial, enriquecer a Abraham junto con los demás, porque su Hijo Jesucristo naciendo del vientre estéril de Sarah seria Isaac, por el Espíritu Santo, sin su santo nombre, entendiendo que, la tierra
    entera era pobre por el pecado de Adán y Eva, al haber comido del fruto prohibido, del árbol de la ciencia del bien y del mal. Consiguientemente, nuestro Padre celestial falló al entregarle su santo nombre a Isaac, y a Jacobo luego al pedírselo al Á
    ngel por él, porque la tierra estaba empobrecida para recibirlo, además, Él solamente podía entregárselo a Jacobo, cambiándole su nombre por Israel perpetuamente, visto que, Israel es enriquecido por el nacimiento del Mesías, enriqueciéndolo
    finalmente sobre la tierra entera, en la vida de todos, para siempre.


    Ciertamente, al nuestro Padre celestial tener a su Hijo Jesucristo naciendo como Isaac del vientre estéril de Sarah, por su Espíritu Santo, con cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de naciones antiguas y modernas en necesidad de recoger sus
    pecados, por el cautiverio egipcio de cuatro siglos, para el bautismo del Mar Rojo, sólo entonces, Él podía entregarles su santo nombre infinitamente. Ya que, nuestro Padre celestial necesitaba enriquecer la humanidad entera con su Hijo Jesucristo
    naciendo como Isaac con cada uno de naciones antiguas y modernas, enriqueciendo finalmente su santo nombre fuegos, para establecerlo en Jerusalén, su ciudad escogida, en Canaán, y así, Él mismo finalmente crecer con cada familia, pero creciendo
    establemente con riquezas interminables, honrando su santo nombre toda una vida entera siempre.


    Además, nuestro Padre celestial necesitaba a todos de las familias antiguas y modernas, renaciendo en Canaán del vientre estéril de Sarah con su Hijo Jesucristo como Isaac, y así, Él mismo empezar a enriquecerlos a ellos junto con sus países
    natales, y con sus amados también; entendiendo que, Él les entregaría finalmente su santo nombre, poseyéndolo siempre con riquezas interminables hacia la eternidad venidera. Puesto que, nuestro Padre celestial tuvo a su Hijo Jesucristo naciendo como
    Isaac del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, con cada hombre, mujer, niño y niña de la humanidad entera, renaciendo en Canaán, en donde no hay pecado jamás, renaciendo así con poderes para recoger pecados en el cautiverio egipcio
    junto con poderes para abandonarlos en el Mar Rojo finalmente.


    Legalmente, esto fue el único camino posible, para nuestro Padre celestial destruir no solamente el pecado en cada hijo suyo de naciones antiguas y modernas junto con Israel entero, pero igualmente, Él estaba destruyendo para siempre a Satanás junto
    con ángeles caídos, incluyendo la muerte y el infierno, enriqueciendo finalmente la tierra con glorias de su santo nombre fuegos. Ahora, nuestro Padre celestial llamó a Abraham a Canaán con sus amados, porque es allí, en donde su Hijo Jesucristo
    seria Isaac infinitamente desde el vientre estéril de Sarah con la humanidad entera, entregándoles así poderes no solamente para recoger pecados en el cautiverio egipcio, y luego abandonarlos en el Mar Rojo, pero igualmente, poderes para conocer
    riquezas inagotables en sus países natales, para siempre.


    De seguro, nuestro Padre celestial llamó a Abraham a Canaán con Sarah para dar a luz a su perfecta permanente voluntad sobre la tierra entera, porque Isaac es su Hijo Jesucristo siempre ejecutando su perfecta voluntad con ángeles, por ello, Él lo
    necesitaba renaciendo como Isaac contigo, amados, vecinos y amistades en Canaán, en donde no hay pecados jamás, enriqueciéndote así grandemente siempre postreramente. Ahora, nuestro Padre celestial tuvo a su Hijo Jesucristo naciendo como Isaac
    contigo del vientre estéril de Sarah, por su Espíritu Santo, y con tus amados, vecinos y amistades de la humanidad, en Canaán, tierra santa sin pecados, entendiendo que, tierra y cielos fueron creados por Él con Canaán, una tierra del reino
    angelical, para Él ser uno con sus hijos nuevamente finalmente siempre.


    Consecuentemente, nuestro Padre celestial le dijo a Abraham, asegurándole, que él necesitaba ser perfecto y santo, así como Él lo es eternamente en la gloria celestial, y esto es bautizarse en agua junto con sus hijos no solamente de Israel, pero
    igualmente de las naciones, renaciendo con Él como Isaac del vientre estéril de Sarah, por su Espíritu Santo, viendo vida nuevamente en Canaán. Entendiendo que, bautizándote, entonces tú abandonaras el mundo pecador accediendo al mundo de nuestro
    Padre celestial, en donde Él te conoce como Isaac su único hijo en su familia divina del reino angelical, y en la tierra con las naciones, entendiendo que, bautizado entonces tú serás perfecto y santo, así como Él lo es infinitamente en Canaán, en
    donde el pecado no existió jamás.


    Consiguientemente, ahora, tú puedes acceder instantáneamente a riquezas cotidianas de Canaán continuamente en tu país natal, porque tú naciste ya inicialmente con su Hijo Jesucristo del vientre estéril de Sarah como Isaac, por el Espíritu Santo,
    entonces, al tú bautizarte en tu bañera hogareña, piscina, río o playa, inmediatamente, tú habrás renacido con Él en riquezas interminables de Canaán, enriqueciendo su santo nombre fuegos siempre. Así es como, nuestro Padre celestial tuvo que
    traer no solamente a Abraham y a sus hijos para renacer de su Hijo Jesucristo como Isaac del vientre estéril de Sarah para recoger sus pecados en el cautiverio egipcio, abandonándolos luego en el Mar Rojo, rojo por su sangre expiatoria complaciéndolo
    a Él al destruir pecados infinitamente, y así, tú entres a Canaán ahora mismo: justificado.


    Además, nuestro Padre celestial necesitaba entregar su tierra santa, en donde no hay pecado jamás, a sus hijos de Israel y de naciones antiguas y modernas, para Él no solamente destruir pecados, pero igualmente a Satanás, ángeles caídos, la muerte
    y el infierno con sus brujerías (que destruyen toda vida), y así, Él finalmente enriquecer la tierra contigo viviendo en Canaán con Él, eternamente enriquecido. Legalmente, nuestro Padre celestial necesita enriquecer la tierra con la humanidad
    entera desde la gloria angelical ya manifestada en Canaán, al tener a su Hijo Jesucristo naciendo como Isaac contigo, amados, vecinos y amistades del vientre estéril de Sarah, para luego renacer del corazón de la tierra hacia su Lugar Santísimo, como
    su dulce hogar: amoroso, poderoso y enriquecido, enriqueciéndote a ti toda una vida entera.


    Realmente, nuestro Padre celestial necesita enriquecer la tierra entera, enriqueciéndote a ti con su dulce hogar, su Lugar Santísimo, porque esta es la tierra, en donde Él ha soñado vivir con sus hijos de Israel y de las naciones antiguas y modernas,
    renaciendo todos con Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, en Canaán, en donde el pecado no existió en ti jamás. Definitivamente, nuestro Padre celestial tuvo a Canaán instalado sobre la tierra, para hacerlo crecer con su Hijo Jesucristo y
    con su Espíritu Santo de sus riquezas cotidianas no solamente para enriquecer a Israel, pero igualmente a cada hombre, mujer, niño y niña de la humanidad entera, y vivir su reino dorado del amor eterno contigo, amados, vecinos y amistades toda una
    vida entera siempre.


    Divinamente, nuestro Padre celestial tuvo a Canaán descendiendo del cielo arriba, porque pertenece allá arriba con el paraíso y La Nueva Jerusalén celestial junto con otros lugares celestiales, que nosotros deberíamos conocerla, como un lugar
    glorioso del cielo arriba, siempre imposible de ascender a él—pero Él lo bajo sobre la tierra, y así, tú vivas en Canaán con Él toda una vida entera, siempre enriquecida. Amorosamente, nuestro Padre celestial lo hizo todo posible para tú
    ascender a Canaán, bautizándote, entendiendo que, bautizado en agua entonces tú abandonaras la carne pecadora y el espíritu de error nacido en la tierra para recibir la carne de Isaac y su Espíritu Santo nacido en la gloria celestial, como en Canaá
    n, en donde el pecado no existirá en ti hasta ver su reino llegar.


    Considerando que, bautizado, entonces tú abandonaras la carne pecadora y el espíritu de error nacido en la tierra pecadora, en donde Satanás te ataca, para recibir la carne sagrada y el Espíritu Santo, en donde nuestro Padre celestial te ve perfecto
    y santo, así como Él eternamente, para enriquecer tus días siempre, porque tú eres ahora su perfecta permanente voluntad en la tierra, eternamente enriquecido. Ya que, bautizado en agua entonces tú lo habrás invocado a Él, como Dios de Abraham,
    Dios de Isaac y Dios de Jacobo al emerger de tu bañera hogareña en riquezas cotidianas, poderes, paz, prosperidad y con tu corazón infinitamente feliz de Canaán, porque ahora tú pertenecerás a su nuevo mundo del cielo arriba, aunque tú aun sigas
    viviendo con tus amados en tu país.


    Realmente, nuestro Padre celestial le entregó a Israel: todo Canaán, por amor a sus hijos de naciones antiguas y modernas, renaciendo con ellos allí en su vida gloriosa, rebosando océanos de amor, paz, alegrías, gozos y otras riquezas cotidianas,
    como conocimiento del Señor, sabiduría, inteligencia, sanidad junto con leche y miel del día, y así, tú vivas siempre enriquecido hasta ver su reino venir finalmente. Si se dijera la verdad, entonces, tú entenderías que nuestro Padre celestial ha
    bajado a Canaán desde el paraíso y de La Nueva Jerusalén celestial, pavimentada con calles de oro, llevándote a tu mansión, hecha de oro y plata junto con piedras preciosas, y así, tú vivas: amándolo, bendiciéndolo y exaltándolo a Él y su
    nombre con riquezas asombrosas, llegando siempre hacia ti de Él.


    Divinamente, nuestro Padre celestial obra todos los días incesantemente para enriquecerte, así como Él siempre lo ha sido por sus amados toda una eternidad con su gloriosa vida, ya entregada a ti y a tus amados, vecinos y amistades, porque Él
    realmente necesita enriquecer a todos sin fallarle a nadie, enriqueciendo fielmente la tierra con su santo nombre, enriquecido todo por ti, como siempre. Ciertamente, nuestro Padre celestial creó cielos y tierra con riquezas asombrosas, gozándolas Él
    mismo contigo junto con tus amados en tu país natal, al tú invocarlo a Él, como Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacobo, atrayendo así riquezas hacia ti para enriquecer su santo nombre fuegos: conquistando nuevas glorias, poderes y alegrías
    inagotables en la eternidad, empezando en tu hogar contigo.


    Evidentemente, nuestro Padre celestial hará que riquezas escondidas en la tierra y en el cielo, vengan hacia ti y a tus amados, dado que, Él necesita enriquecerte a ti, cuando Satanás desea empobrecerte a ti y a los demás en tus contornos, y así, su
    santo nombre fuegos falle en ser amado, exaltado y glorificado en la tierra, así como en el cielo con los ángeles. Puesto que, fue la voluntad perfecta de nuestro Padre celestial para que Isaac nazca contigo junto con tus amados, vecinos y amistades,
    para recoger tus pecados, llevándote siempre hacia la muerte, al descender eternamente condenado al infierno tormentoso únicamente conociendo hambruna, sed y pobreza eternamente, cuando tú ya has sido amado, bendecido y enriquecido con su santo nombre
    fuegos continuamente, clavándolo contigo sobre su cruz.


    Indiscutiblemente, nuestro Padre celestial ahora necesitaba a sus hijos de Israel y la humanidad entera, ejecutando su voluntad perfecta por el desierto, conquistando finalmente al infierno ante Satanás, ángeles caídos, y la muerte igualmente con su
    cuerpo glorificado, que ellos no solamente lo recibieron bautizado del Mar Rojo, pero también, descendió directamente del cielo arriba, expulsando diablos de la tierra entera finalmente para siempre. Misericordiosamente, nuestro Padre celestial
    necesitaba a Israel junto con naciones antiguas y modernas en la carne de Isaac no solamente para recibir sus Diez Mandamientos de Israel y Moisés, cumpliéndolos todos ellos cabalmente, destruyeron el reino de tinieblas de Satanás sobre la tierra
    entera finalmente, pero igualmente, Él los necesitaba a ellos, construyendo su tabernáculo con su Lugar Santísimo, en el desierto de Sinaí.


    Consiguientemente, después que Israel cumplió con su estadía en el cautiverio egipcio de cuatro siglos, recogiendo pecados de naciones antiguas y modernas, entonces, Moisés ascendió al pie de la cruz del monte de Jerusalén, descansando sobre el
    Sinaí, para recibir su santo nombre para el bautismo de todos en el Mar Rojo, recibiendo finalmente su cuerpo glorificado sin pecados, eternamente enriquecido sobre la tierra entera. Ahora, nuestro Padre celestial necesitaba a Israel antiguo junto con
    Moisés: bautizando no solamente a cada hombre, mujer, niño y niña de naciones antiguas y modernas, pero igualmente, todos necesitaban convertirse en la carne sagrada de Isaac y su sangre expiatoria, para comer de su maná y beber de su roca de salvaci
    n, para entrar victorioso sobre el pecado, en cada vida humana, para siempre.


    Visto que, nuestro Padre celestial ahora necesitaba a sus hijos de Israel y de naciones antiguas y modernas, ejecutando su voluntad perfecta por el desierto, conquistando el infierno delante de Satanás, ángeles caídos y la muerte igualmente con su
    cuerpo glorificado, recibido por ellos no solamente bautizados del Mar Rojo, pero igualmente, descendió directamente de cielo arriba, expulsando diablos de la tierra entera perpetuamente. Entendiendo que, nuestro Padre celestial necesitaba a Israel
    junto con naciones antiguas y modernas en la carne de Isaac no solamente recibiendo sus Diez Mandamientos de Israel y Moisés, cumpliéndolos cabalmente infinitamente al destruir el reino de tinieblas de Satanás sobre la tierra entera finalmente, pero
    igualmente, Él necesitaba verlos construir su tabernáculo de reunión con el Lugar Santísimo, por el desierto de Sinaí.


    Amorosamente, nuestro Padre celestial necesitaba crecer no solamente con Moisés e Israel antiguo, ejecutando rituales y ceremonias de perfecta santidad con sacerdotes levíticos cada día caminando hacia conquistar Canaán, pero igualmente, Él
    necesitaba conquistar postes del infierno con sus hijos, vistiendo todos ellos con su cuerpo glorificado, que había descendido del cielo arriba, como maná y agua de la roca de salvación. Por cuanto, nuestro Padre celestial tendría a Moisés e Israel
    antiguo encaminados hacia postes infernales, en necesidad de ser conquistados por sus hijos, que habían participado de su maná y de su agua de la roca, y finalmente mordidos por serpientes venenosas, derramaron su sangre rebelde, ofendiéndole a Él y
    su santo nombre fuegos sobre el desierto, sin poder ver vida nuevamente jamás.


    Además, nuestro Padre celestial tendría a Isaac renaciendo de la hija virgen de David con cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de naciones antiguas y modernas, para vivir en Canaán con Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo su vida
    eterna, enriqueciéndolos grandemente, bautizados del río Jordán por Juan el Bautista, para vivir nuevamente en la gloria angelical, eternamente bendecidos. Ahora, para nuestro Padre celestial lograr todo esto con Israel y naciones antiguas y modernas,
    entonces, Él necesitaba su tabernáculo de reunión con su Lugar Santísimo, operando por el desierto: expiando, juzgando, al cubrir todo pecado con sangre expiatoria de carneros, que necesitaban ser derramados diariamente delante de Él para perdón,
    bendición, vida, paz, prosperidad y riquezas para la tierra entera finalmente, para siempre.


    Además, nuestro Padre celestial necesitaba su Casa de Oración para las Naciones construido en Canaán por sus hijos, que habían derrotado al pecado, Satanás, ángeles caídos, naciones brujas, familias brujas, la muerte y el infierno tormentoso, para
    Él vivir en él con su santo nombre fuegos, oyendo cada oración de Israel y de las naciones para ejecutar finalmente su perfecta voluntad en la humanidad entera siempre. En vista que, nuestro Padre celestial pondría en el corazón de David el
    construirlo, para Él mismo vivir allí con sus hijos, sin embargo, él fallaría en construirlo apropiadamente, por él haber derramado mucha sangre de naciones brujas, enemigos a Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, mas bien, su hijo Salomón,
    como rey de Israel, lo lograría conforme a su corazón santísimo postreramente.


    Ya que, esta Casa gloriosa de Oración, construyéndola Salomón, fue para que nuestro Padre celestial ponga su santo nombre fuegos en él, y así, sus hijos le oren a Él, invocándolo todos ellos desde Israel y de las familias de las naciones,
    contestando cada oración con su perfecta voluntad, manifestada en su Templo cubierto de oro puro por dentro y por fuera de él. Visto que, nuestro Padre celestial finalmente recibiría su arca del Convenio instalada en su Lugar Santísimo, de la Casa de
    Oración para las Naciones con dos querubines bañados en oro puro cada uno de ellos, y con sus dos alas extendidas tocando las paredes en ambos lados, y con sus otras dos alas extendidas también tocándose entre los dos para ser uno una santidad eterna.


    Ciertamente, nuestro Padre celestial tuvo que entregarle a Israel grandes riquezas, como toneladas de oro y toneladas de plata junto con materiales sin número, además de piedras preciosas, para construir su Casa de Oración para las Naciones, con dos
    querubines bañados en oro con sus alas tocándose entre ellos sobre el Arca del Convenio, tocando las paredes en ambos lados con sus otras dos alas. Esto representaba perfecta santidad, la cruz, que nuestro Padre celestial necesitaba tener a los dos
    querubines, tocándose entre ellos con sus alas sobre el Arca del Convenio para tocar con sus otras dos alas las paredes en ambos lados, mirando con sus rostros maravillados: la misericordia, gracia y poderes entregados a sus hijos sobre la tierra entera,
    aunque ellos habían pecado en contra de Él.


    Estos dos querubines con gran asombro sobre sus caras, miraban hacia abundante eternas misericordias, gracia y poderes, que nuestro Padre celestial les había entregado a sus hijos de Israel y de naciones antiguas y modernas, para ver vida nuevamente en
    Canaán con riquezas sin fin, que enriquecerán finalmente la tierra entera, para su reino venidero de amor y sin fin alguno en la eternidad. Realmente, estos dos querubines representan al hombre pecador, que pecaran en contra de Él, su Hijo Jesucristo
    y su Espíritu Santo de Israel y de las naciones antiguas y modernas, y Él poder verlos a ellos como sus hijos del mundo israelí y del mundo gentil, benditos, finalmente volver a verlos nuevamente en un solo ángel, que vendrá delante de Él
    postreramente, en Canaán.


    Este tercer Ángel del Señor es Isaac, como nuestro Señor Jesucristo o el hijo de David, volviendo a nacer con sus hermanos y hermanas de Israel y de naciones antiguas y modernas de la hija de David, rompiendo su virginidad para acceder a vivir en Cana
    n, finalmente bautizándose en el Jordán para luego destruir a Satanás, ángeles caídos, la muerte y el infierno para siempre. Positivamente, este es el Ángel de nuestro Padre celestial, como su perfecta voluntad de su corazón santísimo para con
    los ángeles y ahora él es su voluntad perfecta en Canaán, bendiciendo a cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de naciones antiguas y modernas en el Lugar Santísimo de la Sinagoga de Jerusalén, al ellos bautizarse en agua y del Espíritu
    Santo.


    Visto que, el Hijo amado de nuestro Padre celestial dijo en Israel, que todo aquel que crea en él, aunque él o ella este muerto, entonces vera vida nuevamente, entendiendo que, solamente él es la vida y la resurrección para entrar a la gloria
    celestial hoy en día, eternamente justificado, conociendo únicamente amor, paz y alegrías sin fin toda una eternidad entera juntos con Él. Ciertamente, estos dos querubines en la Casa del Señor, eran dos criminales juzgados y encontrados rebeldes,
    por pecar en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, condenados, y perdidos en el infierno, sin jamás conocer vida en la eternidad, si el tercer Ángel del Señor no llega nunca a ellos, y este es el Mesías, Isaac, el hijo de David
    contigo justificado infinitamente.


    Ciertamente, este es el Hijo amado de nuestro Padre celestial, naciendo como Isaac, sirviendo pan y vino sobre la Mesa santa, como Melquisedec, rey de Salem (Israel antiguo) para Él, y para que Abraham sea padre de Israel y de las naciones en pecado,
    entendiendo que, nuestro Dios será siempre Padre de las naciones en Canaán, en su nuevo reino sin pecado toda una eternidad. Por cuanto, nuestro Padre celestial necesitaba a su Hijo Jesucristo naciendo en cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y
    de las naciones para vivir treinta años en Canaán antes del bautismo del Jordán por Juan, dado que, nosotros necesitábamos vivir los primeros diez de los treinta años para el Padre, los segundo diez para Isaac, y los últimos diez para su Espíritu
    Santo.


    Visto que, habiendo nosotros vivido nuestra nueva vida con nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo en Canaán, y sin pecar jamás nuevamente, entonces, el Mesías con nosotros fue bautizado en el Jordán por Juan; entendiendo que,
    nosotros necesitábamos personalmente derrotar a Satanás, ángeles caídos, la muerte y brujerías del infierno, para vivir nuevamente en su nuevo reino de amor eterno infinitamente. Inmediatamente, bautizado en agua ya entonces nuestro Señor
    Jesucristo fue llevado por Satanás al desierto de Sinaí, ayunando por cuarenta días y por cuarenta noches, dado que, nosotros necesitábamos derrotarlo nuevamente en el desierto, bautizados del Jordán, para empezar a destruir cada brujería hecha por
    él con familias brujas en contra de nosotros en las naciones de la tierra, hasta que su reino venga finalmente.


    Ya que, nuestro Padre celestial necesitaba recibir a cada hijo suyo de Israel y de familias de naciones antiguas y de familias modernas eternamente victoriosas sobre el pecado, Satanás, ángeles caídos y brujerías del infierno, entrando finalmente al
    Lugar Santísimo de la Sinagoga de Jerusalén, rompiendo la cortina que nos separaba a nosotros de su perfecta santidad para vivir eternamente enriquecidos, hacia la eternidad venidera. Por su gracia, nuestro Padre celestial necesitaba ver a cada hijo
    suyo, rompiendo la cortina con las manos y pies sangrando de su Hijo Jesucristo, clavado a nuestras manos y pies eternamente, y así, Él declararnos perfectos y santos, oficialmente convirtiéndonos en su perfecta permanente voluntad hecha en la tierra,
    así como con ángeles del cielo, llenando la tierra entera con su gloria continuamente.


    Esto es algo, que nuestro Padre celestial necesitaba lograr con cada hombre, mujer, niño y niña de Israel de naciones antiguas y modernas, rescatadas del desierto de Sinaí y de postes infernales para abandonar la sangre rebelde, mordidos por
    serpientes venenosas, seguidamente ser mordidos por serpientes de bronce para recibir la sangre expiatoria de su vida preciosa, enriqueciéndonos siempre, hasta que su reino llegue postreramente. Consiguientemente, nuestro Padre celestial había logrado
    maravillosamente su perfecta permanente voluntad con Israel y con naciones antiguas y modernas juntas como uno, clavados a manos y pies de su Hijo Jesucristo, dado que, solamente Isaac accede su presencia santísima, entonces, clavándolo a nosotros,
    oficialmente Él nos recibió como sus hijos, su perfecta permanente voluntad lograda en las naciones, así como con los ángeles del cielo eternamente.


    Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba a su Hijo Jesucristo renaciendo con Israel y las naciones de la hija de David, logrando que sus hijos accedan Canaán, rompiendo su virginidad, vivieron con su Hijo los primeros diez años por Él, los
    segundo diez por Isaac, y los ultimo diez por su Espíritu, viviendo finalmente su perfecta voluntad, sellándola, bautizándolos en el Jordán, entonces, destruyó pecados eternamente. Así es como, nuestro Señor Jesucristo nos enseñó a orar,
    diciendo: Padre, que estás en los cielos, bendecido sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra, así como en el cielo—entonces, aquí nosotros entramos al Lugar Santísimo de la Sinagoga de Jerusalén, aceptándonos Él a nosotros
    como su voluntad perfecta permanente lograda en la tierra, así como en el reino angelical continuamente.


    Definitivamente, bautizándote, entonces tú serás su perfecta permanente voluntad en la tierra, así como con huestes angelicales, entendiendo que, tú habrás abandonado la carne pecadora y el espíritu de error por Isaac y el Espíritu Santo, en
    donde la carne de Isaac es siempre su perfecta voluntad con los ángeles una eternidad entera, pero igualmente, contigo, como Isaac, tú eres su perfecta permanente voluntad siempre. Considerando que, tú rompiste la virginidad de la hija de David, para
    tú vivir en Canaán su vida eterna, enriqueciéndote hasta ver su reino de amor eterno sobre la tierra últimamente, pero igualmente, tú tiraste la cortina del corazón virgen de nuestro Padre celestial, separándote a ti de Él, por culpa del pecado,
    salpicando su misma sangre expiatoria sobre ti, clavado a su Hijo Jesucristo.


    Esta es la verdad. Ciertamente, jamás permitas que alguien de diga lo contrario, entendiendo que, nuestro Padre celestial te hizo renacer con su Hijo Jesucristo no solamente como su semilla santa, plantada en Canaán para que su cruz crezca sin pecado,
    pero igualmente, fue plantada en la hija virgen de David, creciendo contigo sin pecado, logrando su perfecta permanente voluntad en Canaán, sellándolo, bautizándote del Jordán últimamente con su Hijo. Verdaderamente, nuestro Padre celestial
    personalmente te observó a ti, logrando su voluntad perfecta con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo para destruir el pecado, pero igualmente, destruiste a Satanás, ángeles caídos, la muerte junto con brujerías cotidianas del infierno, atacá
    ndote siempre sin misericordia alguna, para destruirte a ti y a tus amados, y así, tú jamás conozcas riquezas en toda tu vida entera.


    Definitivamente, nuestro Padre celestial te ha visto a ti, ejecutando su perfecta permanente voluntad en todo Canaán, al destruir tú junto con su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo cada obra, que Satanás había preparado en contra de ti junto con á
    ngeles caídos, familias brujas y el infierno, y así, tú vivas su vida gloriosa, enriqueciéndote grandemente, hasta ver su reino venir al mundo postreramente. Verdaderamente, al tú entrar al Lugar Santísimo de la Sinagoga de Jerusalén, clavado al
    cuerpo glorificado de su Hijo Jesucristo, entonces, Él te recibió a ti junto con tus amados, vecinos y amistades en su reino de amor y de riquezas inagotables, bañado en su sangre: entendiendo que, tú ya habías cumplido con su voluntad perfecta
    completamente en Canaán, inmediatamente, Él te puede enriquecer progresivamente siempre.



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