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Sábado, 30 de septiembre, 2017 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica
(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)
LA VOLUNTAD PERFECTA DEL PADRE DE T ESTÁ EN SU JURAMENTO A ISAAC SOBRE JERUSALÉN:
Nuestro Padre celestial llamó a Abraham muy de mañana, porque Él tenía que llevar a su único Hijo Yeshua jaMashíax (Jesucristo) como Isaac, al que había aprendido amar más que su vida a la tierra del Moriah, en donde Él estaría esperando por é
l para sacrificar a su único hijo Isaac, como un sacrificio ardiendo en su amor inagotable, para siempre. Porque el tiempo había llegado para que nuestro Padre celestial establezca un pacto de vida con Abraham, que empezara con su Hijo Jesucristo como
Isaac sobre el monte santo de Jerusalén, descansando sobre el monte Moriah, llenó de su vida eterna y con cada promesa cotidiana y de riquezas interminables, para que sus hijos llenen la tierra, enriqueciendo su Gran Reino venidero.
Éste es el altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y con su Espíritu Santo, que Abraham jamás había conocido antes, pero ahora porque él había vivido ya muchos años con su único hijo Isaac desde que nació del vientre esté
ril de Sarah, por el poder del Espíritu Santo, entonces estaba listo para subirlo, descansando sobre el monte Moriah perfectamente. Éste era un importante Juramento que nuestro Padre celestial tenía en mente hacerlo desde que creó el cielo y la
tierra y con toda su humanidad, pero siempre falló de encontrar la persona apropiada para hacerlo, hasta que finalmente encontró a Abraham, que le entregó a su único Hijo Jesucristo para que nazca de él maravillosamente, por los poderes del Espí
ritu Santo.
Porque solamente por medio de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo es que Él podía empezar su obra divina que necesitaba hacer en la tierra y con la humanidad entera, para que todos renazcan por medio de la gracia y misericordia de su Hijo
Jesucristo junto con el Espíritu Santo, para que la vida eterna sea posible en toda su Creación. Nuestro Padre celestial encontró lo que buscaba entre todas las familias de las naciones, y sólo hasta que vio cómo Abraham y Sarah cuidaban
diligentemente de los necesitados, aunque ellos no tenían hijos de sí mismos, porque el vientre de Sarah estaba estéril y Abraham había envejecido considerablemente, por lo tanto, el poder para tener su propio hijo era demasiado tarde ya.
Nuestro Padre celestial vio en Abraham y en Sarah la pareja que siempre busco por todo el paraíso y en toda la tierra, porque Él necesitaba tener una familia humana en donde Él podía descender a vivir entre ellos con su amor prehistórico, que
postreramente vendría a ser su altar del sacrificio continuo en Canaán, para vivir con sus hijos legítimos perpetuamente. Por ello, cuando nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo estaban listos para encontrarse con Abraham,
para entonces Él mismo ofrecerle a su unigénito a que nazca del vientre estéril de Sarah como su hijo legítimo, ciertamente fue para hacer su Juramento a Isaac, garantizando así por todo bautismo no solamente vida eterna, pero igualmente protección
y riquezas inagotables.
Por medio de éste Juramento, que nuestro Padre celestial establecería con Isaac, seria para postreramente confirmado con su primogénito Jacobo en todo Israel, para establecerlo eternamente con sus hijos nacidos del Espíritu Santo en generaciones
futuras, así como su Hijo Jesucristo nació como Isaac primeramente, estableciendo así vida eterna en la humanidad entera para gobernar a todas las naciones, perpetuamente. Nuestro Padre celestial necesitaba establecer su misma vida eterna mundialmente
con Abraham y con Sarah al nacer su Hijo Jesucristo como Isaac, por los poderes del Espíritu Santo, para finalmente poder conquistar su tierra escogida, en donde Él establecerá sus ciudades y su dulce hogar para casarse con Israel y con las familias
de las naciones, bañados todos en su amor eterno.
Éste es el amor prehistórico que siempre ha existido en la gloria celestial con nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo para vivir en armonía con todas las naciones creadas de ángeles, arcángeles, serafines, querubines, y
demás seres celestes que desconocemos, porque son ángeles sin conocer aún porque son extremadamente santos, para ser contemplados por nosotros los humanos. Sin embargo, cuando somos bautizados en agua en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo, entonces habremos abandonado el espíritu de error que regresa al fruto prohibido, del árbol de la ciencia del bien y del mal, para recibir su Espíritu Santo, para finalmente renacer de su imagen y de su alma viviente por el bautismo del Espí
ritu Santo.
Aquí es cuando estaremos listos no solamente para ver a nuestro Padre celestial en persona en el Lugar Santísimo, del altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y con el Espíritu Santo, pero igualmente tendremos los poderes perfectos
de santidad para encontraremos con cada ángel, dado a nosotros por el Padre celestial. Ya que, estos son ángeles importantes, que necesitamos ser administrados por ellos, como con los siete años de riquezas que vendrán a nosotros de parte del Padre
y de su Lugar Santísimo, porque habremos obedecido a su llamado de ser bautizados en agua, invocando la perfecta santidad de su santo nombre, finalmente para ser bautizados y renacidos en su imagen santísima, perpetuamente.
Sólo entonces nosotros seremos verdaderamente sus hijos legítimos, porque ya no estaremos viviendo en el espíritu de error y en la carne pecadora, porque ahora vestiremos de su Espíritu Santo y de su carne sagrada, en donde su vida eterna es
finalmente posible en nosotros, viviéndola gloriosa y maravillosamente en la tierra y en el cielo, conquistando glorias para su santo nombre. Por eso, es que una vez su Hijo Jesucristo nació del vientre estéril de Sarah como Isaac, entonces Él podía
finalmente establecer su Espíritu Santo junto con su carne sagrada, para que los huesos inquebrantables y la sangre reparadora sea posible en la humanidad entera, para Él mismo vivir su vida personal no solamente en Canaán, pero por el mundo entero,
perpetuamente.
Ahora, cuando nuestro Padre celestial le dijo a Abraham que lleve a su único hijo Isaac al monte que Él le enseñaría, entonces fue para establecer su Juramento con su unigénito como Isaac nacido del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo,
para Él mismo enriquecerte con su amor perfecto e inagotable que te llevara a la vida eterna del cielo. Y es aquí, en donde nuestro Padre celestial mientras Abraham ponía a su hijo Isaac sobre el madero y listo para el sacrificio como ordenado
inicialmente, derramando de la sangre reparadora sobre el madero y fuego como en un sacrificio en su proceso normal, complaciendo al Padre celestial, entonces fue de pronto detenido por una voz divina, diciéndole que deje al niño.
Nuestro Padre celestial finalmente llegó el lugar del monte santo, en donde Él necesitaba estar con Abraham y con su único Hijo Jesucristo nacido como Isaac, para que éste evento glorioso tomase lugar, en donde Él levantaría sus manos santas sobre
su altar del amor prehistórico y su santo nombre fuego, Juramentando a Isaac su vida eterna y sus riquezas inagotables, perpetuamente. Aquí es cuando, nuestro Padre celestial le prometió a Isaac y a todos sus hermanos y hermanas de jamás falsear su
palabra salida de su boca como de gracia, misericordia, verdad y justicia divina que Él personalmente había Juramentado mantenerlas firmes, destruyendo así todo pecado, enfermedades, problemas, conflictos, guerras, holocaustos y muertes para que vivan
su vida eterna hasta lo máximo, siempre.
Aquí es en donde nuestro Padre celestial se bautizó con su Espíritu Santo de su grande Gracia, de su grande Misericordia, de su grande Verdad y de su grande Justicia Divina, bendiciendo así a su unigénito y a su Espíritu Santo con cada hombre,
mujer, niño y niña de Israel y de las naciones para glorias venideras de su nuevo reino celestial. Esto nos dice también que nuestro Padre celestial al levantar sus manos sobre Isaac y su santo nombre fuego sobre el altar del amor prehistórico,
entonces Él lo hizo, para jamás falsear sus promesas, para que toda su vida eterna sea finalmente posible sobre toda la tierra junto con sus bendiciones y riquezas cotidianas para sus hijos bautizados en su Espíritu Santo.
Puesto que, éste es el Lugar Santísimo que nuestro Padre celestial había traído al mundo cuando su Hijo Jesucristo nació como Isaac del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, para que Él sea el primero no solamente de bautizarse de él,
pero igualmente hacer su Juramento a Isaac para bendecir a sus hijos continuamente con su vida eterna, y riquezas. Ciertamente, éste es el comienzo del nuevo reino angelical de nuestro Padre celestial que desea establecer en el mundo entero, empezando
en Israel, la tierra prometida, porque esto no es solamente lo que quería hacer desde la rebelión angelical en contra de su santo nombre fuego, lanzándolo a todo ángel rebelde al infierno, pero igualmente desea cumplir todas sus promesas a Abraham.
Éste es el nuevo mundo que nuestro Padre celestial ha empezado con Abraham cuando ascendió al monte santo de Jerusalén, descansando sobre el monte Moriah, manifestado a él para sacrificar a su único Hijo Jesucristo como Isaac, para que su amor
divino finalmente empiece a regarse desde su familia de generaciones futuras y hasta alcanzar las naciones con su voluntad perfeccionada, perpetuamente. Éste es el nuevo mundo que nuestro Padre celestial ha preparado desde su altar del amor prehistó
rico, descendido del cielo con Isaac y con su Espíritu Santo, en donde Él fue el primero en ser bautizado con su gracia, misericordia, verdad y justicia divina, para que Abraham y sus hijos por nacer aún sean bautizados igualmente con su perfecta
voluntad, y salvación.
Éste es el mundo maravilloso que nuestro Padre celestial siempre soñó obtener con sus hijos renacidos del bautismo en agua, invocando su santo nombre fuego junto con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo, finalmente para renacer de su imagen en
su nuevo mundo angelical, complaciente grandemente con toda su verdad y su justicia infinita hacia toda la eternidad venidera. Ya que, éste es el mundo que nuestro Padre celestial siempre soñó en su asombrosa mente, corazón, alma, fuerza y vida,
incluyendo a cada hombre, mujer, niño y niña descendientes de Adán y Eva, porque desde aquí todo empieza nuevamente y sin Lucifer que ofende a su santo nombre fuego, para vivir con sus hijos renacidos de su imagen y alma viviente, perpetuamente.
Además, todo empezó en el hogar de Abraham cuando Sarah parió a su unigénito Jesucristo como Isaac, introduciendo así el cuerpo glorificado que se necesitaba para vivir la vida eterna en Canaán y ante la mirada de sus hijos yaciendo en el Valle de
los huesos secos y junto con las naciones antiguas del infierno, porque murieron sin pacto y sin sacrificio. Ciertamente, fue importante para nuestro Padre celestial que Abraham sacrificase a sus tres carneros partidos en sus mitades y opuestas entre
ellas sobre la roca, salpicada con sangre, para Él regresar con su antorcha y su santo nombre ardiendo y caminando entre los sacrificios, iluminando las tinieblas de Abraham, porque su hijo sacrificado, transformara la tierra eventualmente en un Gran
Reino Celestial.
Éste es el mundo que nuestro Padre celestial tiene que siempre expandirlo desde su Lugar Santísimo de su amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y con su Espíritu Santo, porque este es el Lugar Santísimo en donde Él levantó sus manos
primeramente hacia su santo nombre fuego Jurándole a Isaac de transformar toda vida y el mundo en su Gran Reino Angelical. Es decir también que quienquiera de Israel y de las familias de las naciones se bautice en agua, invocando la perfecta santidad
de su santo nombre fuego junto con su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo, entonces su Gran Reino estará expandiéndose por todos los lugares de la tierra y hasta que sea visible ante las naciones por completo, hacia la eternidad.
Por eso, después de que nuestro Padre celestial se dio cuenta que Israel había nacido por completo en cautiverio egipcio, y que habían acumulado los pecados de todas las familias de las naciones por cuatrocientos años, entonces Él estaba listo para
bautizarlos en el mar Rojo, y Satanás estaba listo para pasarlos por sus siete años de hambre, y del holocausto fatal. Porque Satanás necesitaba que Israel muriese aun viviendo en el espíritu de error y en la carne pecadora, en donde jamás resucitar
an de la muerte como reyes, sacerdotes, jueces y templos a su santo nombre fuego sobre el monte santo de Jerusalén, en donde su santo nombre fuego tiene que crecer así como su población crece, conquistando maravillosamente el mundo entero,
perpetuamente.
Puesto que, éste es el Plan de Salvación de nuestro Padre celestial para las naciones junto con toda la tierra, porque al establecer su altar sobre el monte Sión cuando su Hijo Jesucristo nació como Isaac, entonces Él pudo proceder con su Juramento
hacia a Isaac de bendecir a sus hijos legítimos, para que su Gran Reino crezca por el mundo entero. Es decir, que cuando quienquiera en Israel y en las naciones renace del agua, invocando la perfecta santidad de su santo nombre fuego junto con su unigé
nito y su Espíritu, entonces su nuevo reino se expande mundialmente, empujando así a Satanás y a sus ángeles caídos hacia el infierno, en donde Él finalmente los lanzara en el lago de fuego, la segunda muerte.
Legalmente, fue importante siempre para Israel bautizarse en agua y en el Espíritu Santo, invocando a su santo nombre, a su unigénito y a su Espíritu, porque ésta es la expansión del pacto de vida de nuestro Padre celestial establecido con Abraham,
para que ellos crezcan junto con su Espíritu Santo y con su unigénito, conquistando así el mundo para su Reino angelical. No obstante, Satanás logró sagazmente no solamente de mantener a Israel alejado del pacto de nuestro Padre celestial, que lo
había Juramentado con sus manos alzadas sobre su santo nombre fuego de su monte santo de Jerusalén, prometiéndole a Isaac y a sus hermanos y hermanas vida eterna con bendición cotidiana de riquezas asombrosas, pero igualmente los mantuvo indiferentes
a sus bautismos.
Bautismos que salvan vidas, en donde nuestro Padre celestial lo puede todo con su Juramento a Isaac, entonces Él remueve toda carne pecadora con el espíritu de error, vistiendo a sus hijos de su Espíritu Santo y de la carne sagrada de su unigénito,
en donde su vida eterna es posible siempre terrenalmente y celestialmente, enriqueciendo así su Nuevo Reino Angelical, para siempre. Ya que, ésta es la perfecta voluntad de nuestro Padre celestial con cada ángel del cielo y con cada hombre, mujer, niñ
o y niña de Israel y de las familias de las naciones, porque el Juramento hecho a Isaac no solamente de vida eterna y el bienestar de sus hijos, pero también de conocer como conquistar nuevas glorias nunca antes conquistadas aún.
Ésta es la voluntad perfecta de nuestro Padre celestial hecha en la tierra, y solamente por aquellos bautizados en agua, invocando su santo nombre fuego, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo, que trae a la humanidad entera por medio del Lugar Santí
simo: Su Gran Reino del cielo para establecerlo con sus hijos de Israel y de las familias de las naciones. Las gentes siempre han creído que la perfecta voluntad de nuestro Padre celestial está en el cielo con las huestes angelicales, pero realmente É
l la ha perfeccionado en las alturas del cielo azul de Jerusalén, en donde su altar del amor prehistórico está establecido con su Lugar Santísimo, recibiendo a sus hijos bautizados ya en su santo nombre en todas las naciones.
La voluntad perfecta de nuestro Padre celestial se estableció universalmente cuando le Juró a Isaac sobre el monte Sión, descansando sobre el Moriah, y con sus manos levantadas sobre su santo nombre fuego, toda su vida eterna a Isaac y a todos sus
hijos renacidos del agua y del Espíritu Santo, asegurándoles así su vida misma y con todo amor eterno, perpetuamente. Además, nuestro Padre celestial tenía que hacer su Juramento con sus manos levantadas sobre su santo nombre fuego mientras Isaac
estaba tendido sobre el madero, que Abraham había preparado diligentemente para el sacrificio ardiendo en fuego de su único hijo, complaciendo así toda verdad en la tierra y justicia en el cielo, para que toda salvación humana sea posible
mundialmente, para siempre.
Por ende, con su Juramento a Isaac sobre el altar del monte Sión y del Lugar Santísimo mientras Isaac yacía sobre el madero que ardería en fuego continuamente, entonces Él lloró desconsoladamente y llenó de su amor inmenso por ellos, incluyendo a
las familias de las naciones, entregó así su misma vida eterna llena de su perfecta voluntad, que jamás los abandonara. Ahora, nuestro Padre celestial tenía que hacer éste Juramento mientras Isaac yacía sobre el madero listo para ser encendido como
el sacrificio de Abraham que tenía que ser llevado acabo inmediatamente, porque Él tenía que establecer su perfecta voluntad en la humanidad así como en el cielo con sus huestes angelicales, haciendo así que su Gran Reino Angelical nazca al fin
mundialmente.
Además, éste es el pacto de vida que nuestro Padre celestial tenía que establecerlo con la humanidad entera, y Él empezó con Adán y Eva, si es que querían obedecer su palabra al no comer jamás del fruto prohibido del árbol de la ciencia del bien
y del mal, pero desobedecieron, muriendo, para postreramente encontrar a Abraham y Sarah listos para obedecerle. Evidentemente, porque Abraham y Sarah obedecieron a su palabra, entregada a ellos divinamente, entonces Él estaba listo para sentarse a la
Mesa del SEÑOR a comer del pan y vino, y que siempre ha sido su Hijo Jesucristo sirviéndoles diligentemente a las huestes angelicales del reino celestial, para que vivan en perfecta gloria siempre sirviéndole a su santo nombre fuego sobre su altar.
Además, porque Sarah y Abraham obedecieron a nuestro Padre celestial al comer con Él de su pan y de su vino, servido por su Hijo Jesucristo como Melquisedec, rey de Salem y su Santidad para con la humanidad entera de la tierra y de la eternidad,
entonces Él estableció su Juramento con Isaac, que es su voluntad perfecta, que ángeles santísimos desconocían. Por ende, los santos ángeles jamás habían realmente conocido su perfecta voluntad como la que nuestro Padre celestial Juró
abiertamente a Isaac sobre su altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y con su Espíritu Santo, porque Lucifer había empezado una rebelión angelical que su confianza hacia todos ellos cayó considerablemente hacia niveles nunca
antes posibles así.
Según nuestro Padre celestial, aún los ángeles siguen contaminados desde de la rebelión angelical en que Lucifer lo ofende con su santo nombre fuego, que únicamente su Hijo Jesucristo podría limpiarlos, purificarlos y santificarlos nuevamente, por
toda la obra salvadora, cuando fue clavado junto con el santo nombre fuego sobre el madero, quitando así todo pecado de toda la Creación, para siempre. Ciertamente, éste Juramento de nuestro Padre celestial hacia Isaac solamente se establecería en su
Creación con Abraham y Sarah, porque los ángeles santos estaban contaminados con la rebelión de Lucifer en contra de su santo nombre fuego, y Adán con Eva habían caído, engañados, al comer del fruto prohibido, contaminándolos, pero con Abraham y
Sarah encontró a su Hijo amado como Isaac.
En donde nuestro Padre celestial finalmente pudo encontrar su altar llenó de su grande amor nacido directamente del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, en donde Él levantó sus manos creadoras sobre su santo nombre fuego, y su Lugar Sant
simo, estableciendo así su perfecta voluntad para ser obedecida y seguida fielmente por sus hijos bautizados en agua, empezando con Abraham. Realmente, nosotros sabemos que la voluntad perfecta de nuestro Padre celestial está establecida sobre el
altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y con su Espíritu, porque su unigénito nació del vientre virgen de la hija de David, por el Espíritu Santo, entonces el santo nombre fuego entró en Jerusalén, quedándose en donde se
sienta Dios en su Lugar Santísimo.
Aquí es donde, nuestro Padre celestial se sienta sobre su Silla de la Misericordia, del Arca del Pacto, para hablar con sus hijos que han sido bautizados en agua, invocando la perfecta santidad de su santo nombre, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo,
para dejarles saber con un abrazo eterno, que ahora sabe muy bien que lo aman a él, grandemente. Verdaderamente, es sobre su altar de su amor prehistórico establecido sobre los cielos azules de Jerusalén, en donde nuestro Padre celestial se está
gozando de las bendiciones de su pacto enriquecedor, que Él mismo lo Juramento hacia Isaac para que su voluntad perfecta se extienda y abrace a cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las naciones, enriqueciéndoles perfectamente.
Ciertamente, nuestro Padre celestial siempre le dijo a Israel que Él los enriquecerá con su Juramento a Isaac en donde Él haría que su santo nombre fuego descanse, y está finalmente descansando sobre el monte Sión y sobre su ciudad escogida, porque
será allí en donde vivirá perpetuamente con sus hijos bautizados en agua y en el Espíritu Santo del Lugar Santísimo. Por eso, es que cuando tú eres bautizado en agua, invocando la perfecta santidad de su santo nombre fuego, su Hijo Jesucristo y el
Espíritu Santo, entonces tú eres dirigido hacia los cielos azules de Jerusalén, su ciudad santa, en donde su santo nombre fuego espera para abrazarte con los brazos del Padre celestial para dejarte saber cuánto te ama, para siempre.
Indiscutiblemente, tú jamás te equivocaras en amar, servir y alabar al santo nombre fuego de nuestro Padre celestial sobre su altar del amor prehistórico, que está descansando finalmente sobre los cielos azules de Jerusalén, para prontamente
abrazarte con su perfecta voluntad, que solamente se encuentra en ella, y en donde vivirás sin la influencia del pecado, maldición, pobreza y muerte, para siempre. Además, tú conocerás en tu corazón que estarás amando a nuestro Padre celestial en
el lugar que Él mismo escogió, para que su perfecta voluntad viva no tanto con sus huestes angelicales del reino celestial, pero contigo y con tus amados, porque su santo nombre fuego descendió cuando su unigénito nació en Belén de Judea, quedá
ndose en su voluntad perfecta por ti.
Aquí es cuando nuestro Señor Jesucristo entró en Israel naciendo del vientre virgen de la hija de David al romper su virginidad, bañado por su misma sangre del pacto de vida, que hizo que el santo nombre fuego de nuestro Padre celestial descienda
para vivir en el corazón del Juramento a Isaac, gozándose así de su voluntad perfecta siempre hacia ti, perpetuamente. Ya que, aquí era en donde nuestro Padre celestial necesitaba establecer su santo nombre fuego y sobre su altar del amor prehistó
rico, descendido del cielo con Isaac y con su Espíritu Santo, para recibir a sus hijos bautizados en agua, invocando su santo nombre todopoderoso, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, renaciendo así con ellos de su misma imagen santísima,
perpetuamente.
Consecuentemente, cumpliendo así con su mismo Juramento que le Juró a Isaac, porque después de todo lo hecho, dicho y prometido sobre Isaac mientras estaba tendido sobre el madero, que ardería como la ofrenda encendida del sacrificio, entregándoles
mundialmente perdón, sanidad, riquezas, bendiciones y salvación entonces Él tiene que abrasarlos con su amor asombroso, sellando así su Juramento a Isaac en ellos. Por eso, es que fue importante para nuestro Padre celestial de liberar a Israel del
cautiverio egipcio y del holocausto que Satanás presentaba en Faraón, cuando ordenaba a sus parteras que maten a los niños recién nacidos, para entonces Él mismo llevarlos con su santo nombre fuego al bautismo de paredes gigantes de agua, cruzando
en seco el lecho marino del mar.
Porque éste era el único lugar que nuestro Padre celestial tenia listo para que Israel se sumerja en su Juramento a Isaac, por los poderes de su nombre, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo, para tirar hacia el infierno tormentoso los pecados,
maldiciones, enfermedades, heridas, pobrezas, guerras, holocaustos y muertes, renaciendo así sus hijos de su Espíritu y de la carne sagrada. Visto que, Israel tenía que emerger del agua limpio de todo pecado de todas las familias de las naciones, para
que Él finalmente tenga a todo Israel caminando por el desierto del Sinaí con su vida eterna, viviendo en ellos, y escrita asimismo con su dedo en las dos tablas de los Diez Mandamientos, para derramarla por completo por todo el desierto.
Puesto que, Israel conocía de sus mandamientos santos, porque lo recibieron de Moisés descendiendo del monte Sinaí, en donde el Padre lo bendijo con su santo nombre fuego y junto con todo Israel, para que todos vivan amándole, sirviéndole y glorific
ndole a Él perpetuamente por la alabanza a su santo nombre, conquistando así finalmente mundos antiguos al derramar su misma vida sobre ellos. Por eso, es que Israel recibió no solamente su santo nombre fuego junto con las dos tablas de los
mandamientos santísimos para que asimilen su vida personal por siempre, entonces Él estaba listo para entregarles el tabernáculo de reunión con su Lugar Santísimo, para que sus rituales y ceremonias de perfecta santidad sean conducidas cada día por
todo el desierto del Sinaí.
Evidentemente, nuestro Padre celestial necesitaba derramar de su vida eterna, que está en la sangre reparadora de su Cordero escogido y con sus hijos nacidos del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, cuando su Hijo Jesucristo nació como
Isaac primeramente, cubriendo así todo pecado de las familias de las naciones antiguas yaciendo en los infiernos, pagando por sus pecados, perpetuamente. Nuestro Padre celestial necesitaba que toda la casa de Israel conduzca sus rituales y ceremonias de
santidad perfecta, por medio del tabernáculo de reunión y su Lugar Santísimo, cuando sus carneros de sacrificios derramaban sus sangres a tierra, como pacto y sacrificios de sangre reparadora de Él, para que las naciones antiguas tengan al fin
salvación en el día de la resurrección.
Puesto que, nuestro Padre celestial necesitaba cubrir todo pecado de las familias de mundos antiguos que habían cometido en contra de Él, su Hijo Jesucristo y de su Espíritu Santo, para que Él mismo finalmente, cubriendo los pecados del pasado, del
presente y del futuro por los poderes de su Juramento a Isaac, entonces poder enviar a su Hijo Jesucristo a Israel. En la medida en que, cubriendo todo pecado de todas las familias de las naciones yaciendo en el infierno tormentoso, entonces Él
realmente podía debilitar los poderes de Satanás y de los ángeles caídos que han hecho que los del pasado, presente y futuro pequen en contra del Padre, del Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo y de sus mandamientos eternos.
Soberanamente, nuestro Padre celestial tomó a Israel como sus sacerdotes para bombardear toda muralla satánica entre todas las familias de las naciones antiguas, para que sean sus fuerzas debilitadas junto con sus ángeles caídos, que amenazarían a
su Hijo Jesucristo naciendo del vientre virgen de la hija de David, por el poder del Espíritu Santo, para destruir finalmente todo pecado mundialmente, perpetuamente. Visto que, nuestro Padre celestial había finalmente cumplido con su voluntad de tener
a todo Israel antiguo como su Ejercito sacerdotal conduciendo sus rituales y ceremonias de perfectos sacrificios, derramando la sangre reparadora sobre las familias de las naciones antiguas yaciendo en los infiernos tormentosos: entonces Él estaba listo
para dejar a todo Israel bautizado en agua, descender al Valle de muerte.
Nuestro Padre celestial necesitaba que los israelitas descendiesen al Valle de los huesos secos, para continuar observando a la serpiente de bronce, que Moisés había formado a martillazos, clavándola y levantándola sobre la vara de Aarón en medio
del campamento israelita, en donde todos podían tener una mirada completa de ella, porque toda salvación perfecta venia sobre todos ellos con vida eterna. Nuestro Padre celestial quería que Israel vea a su unigénito nacer de la hija de David, por los
poderes del Espíritu Santo, y bañado en su sangre reparadora, que introdujo en Israel el santo nombre fuego para ser establecido sobre el monte Sión, para que su Juramento a Isaac sea finalmente consumado ante sus ojos y así crean en su salvación,
perpetuamente.
Todo Israel se tornó en huesos observando a la serpiente de bronce clavada a la vara de Aarón, consientes siempre de que su salvación vendría pronto, porque veían sus cuerpos tornarse en polvo y finalmente en árboles en la tierra prometida listos
para ser el madero recibiendo el santo nombre fuego junto con el Rey Mesías, para el día de la resurrección. Cada hombre, mujer, niño y niña de todo Israel yaciendo en el Valle de los huesos secos juntos con las naciones antiguas, muertas todas en
sus pecados y sufriendo justamente sus condenas en sus huecos infernales, vieron el santo nombre del Padre entrar en Israel victoriosamente, iluminando sus noches oscuras e infiernos igualmente, presenciando así su salvación eterna llegar a ellos,
finalmente.
El santo nombre fuego de nuestro Padre celestial había empezado a iluminar los infiernos tormentosos, empezando con el Valle de los huesos secos, observando a su Hijo Jesucristo llenó de vida eterna listo para vivirla en Canaán y en cada hombre, mujer,
niño y niña que la vivirá, para que la reciban ya así como prometida inicialmente en su Juramento a Isaac. Cada uno de toda la región del mundo de los muertos vio como la vida eterna de nuestro Padre celestial fue vivida por completo por su Hijo
Jesucristo en todo Canaán, removiendo así todo pecado, maldición, pobreza, enfermedad, herida y muerte para llenarlo todo con su maravilloso y asombroso Juramento hacia Isaac, de abundantes promesas cotidianas, para que Israel viva enriquecida,
siempre.
Todos del mundo de los muertos vieron a su Hijo Jesucristo vivir la vida eterna de nuestro Padre celestial en toda perfección bajo la luz de su santo nombre fuego, para que toda obra malvada de Satanás y de los ángeles caídos sea destruida con todo
pecado, maldición, enfermedad, holocausto, conflicto, pobreza y muerte, porque el Gran Reino Angelical descendió para quedarse. Por ende, el Israel antiguo vio como nuestro Señor Jesucristo taló sus árboles en el madero, en donde él sería clavado
junto con el santo nombre fuego, que tenía que retomar el corazón del Juramento a Isaac para reinar perpetuamente sobre toda la voluntad perfecta de nuestro Padre celestial en la tierra, así como en el cielo con sus huestes angelicales, perpetuamente.
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