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Sábado, 07 de Noviembre, 2020 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica
(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)
Semilla santa es la CRUZ, nacida de nuestro Padre celestial: salvándote a ti y las naciones con riquezas cotidianas de Canaán:
Por su gracia: nuestro Padre celestial necesitaba transferir desde la gloria celestial su cruz, que siempre ha existido en Él, porque con ella, siempre ha mantenido su santo nombre fuegos en perfecta santidad con su Hijo Jesucristo, su EspÃritu santo y
sus huestes angelicales, porque ahora Él la necesitaba con sus hijos nacidos de su imagen y de su alma santÃsima, empezando con Adán. Verdaderamente, nuestro Padre celestial necesitaba establecer su cruz en Canaán, porque Él realmente necesitaba
establecer a su Hijo Jesucristo y a su EspÃritu Santo en la tierra, con su unigénito ya inmolado desde la fundación del mundo, ya que su arcángel principal, Lucifer, se habÃa rebelado en contra de Él y su santo nombre fuegos, entonces, Él
necesitaba crear un nuevo lugar para su cruz.
Aquà es cuando. Nuestro Padre celestial pensaba en ti, tus amados, vecinos y amistades, para que ellos renazcan de su imagen y de su alma santÃsima en su carne sin pecados y con vida eterna, derrotando a Satanás, ángeles caÃdos, la muerte ya en la
rebelión angelical en contra de Él y su santo nombre, y asÃ, tú lo ames a Él con su roca de salvación siempre. Visto que, nuestro Padre celestial te habÃa llamado a ti a amarlo a Él y su santo nombre fuegos en su perfecta santidad, emanando de É
l: como su semilla santÃsima, su Unigénito como Isaac, haciéndote asà a ti uno con Él y su Hijo Jesucristo, la cruz, sobre el monte Sion, en Canaán, eternamente victorioso sobre pecados, Satanás, demonios, muerte y el infierno tormentoso.
Por eso, nuestro Padre celestial creó cielos y la tierra con dulzuras interminables, para establecer su semilla santa en ella, que es su cruz, tomando pecados de sus hijos hacia su bautismo en agua, recogiéndolos asà con su semilla santa a todos ellos
del corazón de la tierra, para ser plantada en Canaán, y asÃ, sus hijos vean vida eterna en el paraÃso, eternamente justificados. Visto que, esta es la cruz de nuestro Padre celestial, que siempre ha existido en su gloria angelical, llevando su santo
nombre fuegos con perfecta santidad hacia sus huestes angelicales y hasta que Lucifer quiso controlarlo, dado por las poderosas bendiciones emanando siempre hacia los ángeles, por ende, él lo querÃa todo para él y para sus ángeles caÃdos.
Históricamente, nuestro Padre celestial necesitaba transferir su sacrificio continuo del reino angelical a Canaán, y asÃ, Él poder tener su cruz junto con su santo nombre fuegos, derrotando a Satanás y sus huestes angelicales rebeldes junto con la
muerte, pero esto tenia que suceder en la tierra y entre las familias de las naciones, quitando asà el pecado del infierno tormentoso perpetuamente. Empero, para que esto sea posible: su cruz junto con su santo nombre fuegos, como Dios de Abraham, Dios
de Isaac y Dios de Jacobo, entonces no solamente tenia que haber derrotado a Satanás, ángeles caÃdos, familias brujas y la muerte, pero igualmente, tenÃa que haber quitado el pecado del corazón de la tierra, en donde el infierno sostenÃa a sus
hijos en perdición eterna.
Es decir, que nuestro Padre celestial tenia que derramar de su corazón santÃsimo sobre Canaán, para que sus hijos tomen su cruz junto con su santo nombre fuegos al corazón de la tierra, en donde el Valle de los huesos secos estaba junto con otros
infiernos, atormentando familias de naciones, perdidas eternamente: porque ellos murieron en sus pecados, eternamente condenados. Visto que, nuestro Padre celestial necesitaba tocar el corazón de la tierra con su corazón amoroso, quitando asà el
pecado del mundo infinitamente, pero igualmente enriquecer corazones de sus hijos con sus almas vivientes perdidas en el pecado, y asÃ, ellos regresen a vivir nuevamente, pero esta vez: amándole, sirviéndole y alabándole a Él con su santo nombre
fuegos elevado sobre la tierra entera.
Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba cambiar el corazón de la tierra con su corazón amoroso, y asÃ, Él consolar los corazones de sus hijos, porque Él estaba haciendo todo el trabajo necesario para quitar el pecado de sus almas vivientes,
pero igualmente de la tierra entera, para que todos ellos vivan nuevamente: amando, sirviendo y amando su santo nombre fuegos por una eternidad. Y esto es: exaltando su santo nombre fuegos desde el corazón de la tierra, como el Valle de los huesos secos,
que fue puerta al infierno, hacia Canaán y sus riquezas interminables, poderes y glorias, protegiendo perpetuamente familias de las naciones desde lo alto de Satanás, infierno y la muerte, y asÃ, su nueva tierra nazca con sus hijos, gozando: amor,
poderes y riquezas.
Además, nuestro Padre celestial necesitaba cubrir la tierra entera junto con sus hijos naciendo de familias de las naciones de trampas de Satanás, ángeles caÃdos, la muerte y del infierno tormentoso, y asÃ, ellos regresen nuevamente a vivir en su
nueva tierra perpetuamente bendecidos por Él, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo: pero Él tenia que empezarlo todo en Canaán con todos ellos. Por consiguiente, nuestro Padre celestial llamó a Abraham, su amigo, a abandonar a sus padres y
amistades por la tierra que Él le mostrarÃa a él, porque él iba a vivir una nueva vida, que la tierra entera jamás a conocido, y esta es la semilla santa de su vida eterna, que necesitaba nacer en Canaán, convirtiéndose en su cruz en los últimos
dÃas.
Abraham fue obediente al llamado de nuestro Padre celestial para vivir una vida gloriosa en Canaán con su esposa Sarah y su nieto Lot, complaciéndolo a Él y a su Hijo Jesucristo en EspÃritu y en Verdad por toda la tierra, y asÃ, las familias de las
naciones conozcan esta vida gloriosa, naciendo desde Canaán para destruir a Satanás y la muerte para siempre. Esta es la vida eterna de nuestro Padre celestial, emanando de Él, como semilla santa, dándole vida a su Hijo Jesucristo como Isaac del
vientre estéril de Sarah, por el EspÃritu Santo, que necesitaba ser parte no solamente de hijos prometidos a Abraham, pero igualmente de las familias de las naciones, empezando con los que ya yacÃan en el infierno tormentoso, culpables de haber pecado.
Ya que, este fue nuestro Padre celestial descendiendo con Israel antiguo, como su semilla santa, la cruz, tomando no solamente puertas enemigas y con sus ciudades de las familias de las naciones antiguas para ser una sola semilla santa, plantada en Canaá
n por su diestra, finalmente manifestándose Él mismo con sus hijos purificados del pecado perpetuamente, como su cruz, en Canaán. Legalmente, nuestro Padre celestial necesitaba vestir a cada hombre, mujer, niño y niña con su semilla santa, saliendo
de Él, como Isaac, por el EspÃritu Santo, aunque ya ellos yacÃan en el infierno tormentoso, condenados por pecar, porque con ellos vistiendo su semilla santa, que es la carne sin pecados, entonces ellos jamás pecaron en sus vidas: por ende, ellos
pueden vivir nuevamente para siempre.
Realmente, esta es la cruz de nuestro Padre celestial, emanando de Él, porque siempre ha existido en su naturaleza divina por una eternidad y únicamente su Hijo Jesucristo la podÃa manifestar para las familias de las naciones, empezando con la familia
de Abraham, por el EspÃritu Santo, y asÃ, Él quitar el pecado para que sus hijos vivan nuevamente en la gloria angelical perpetuamente justificados. Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba un lugar en la tierra con sus hijos ya bendecidos no
solamente por su semilla santa, como su cruz, con su santo nombre fuegos clavados a ellos perpetuamente, derrotando asà siempre a Satanás, ángeles caÃdos, la muerte y el infierno tormentoso desde la gloria angelical, por ende, ellos vivan
cotidianamente amados y enriquecidos solo por Él, empezando en Canaán.
Este es Canaán en la tierra de hoy, a donde nuestro Padre celestial llamó a Abraham a vivir allÃ, porque él iba a engrandecerse, por ende, reconocido en toda la tierra, porque en Canaán Él lo reconocerÃa a él para ser perfecto y santo, asà como Ã
‰l lo es siempre en la eternidad, pero igualmente sus hijos prometidos, incluyendo las naciones de futuras generaciones. Realmente, únicamente en Canaán nuestro Padre celestial no solamente reconocerÃa a Abraham, pero igualmente a sus hijos prometidos
de generaciones venideras junto con las familias de las naciones, incluyendo aquellas ya yaciendo en el infierno tormentoso, porque ellos fallaron en lavarse de sus pecados, al no bautizarse en agua y en su santo nombre, para escapar del infierno
tormentoso: conociendo únicamente riquezas de Canaán diariamente.
Ya que, esta es la tierra gloriosa que nuestro Padre celestial escogió para vivir con su Hijo Jesucristo, su EspÃritu Santo, ángeles, pero igualmente, con cada hijo suyo de Israel y de las familias de las naciones lejos del pecado de Lucifer, porque ú
nicamente Él los conoce a ellos en persona por una eternidad, empezando con su bautismo en agua, invocando su santo nombre, siempre. Realmente, únicamente en Canaán con su vida eterna en cada hijo suyo de Israel y de las naciones, nuestro Padre
celestial los conocerá personalmente a ellos, porque todos renacidos en su bautismo en agua, ellos serán perfectos y santos, asà como Él lo es infinitamente: Porque ellos estarán viviendo en su semilla santa, nacida de Él por su Hijo Jesucristo y
por su EspÃritu Santo.
Definitivamente, nuestro Padre celestial es perfecto y santo únicamente conociendo a su Hijo Jesucristo, y únicamente su Hijo conoce al Padre, por ende, bautizado en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, como Dios de Abraham, Dios de Isaac
y Dios de Jacobo, instantáneamente tú serás reconocido por Él en su carne sin pecados en la gloria angelical junto con sus huestes angelicales infinitamente enriquecido. Francamente, esta es la semilla santa de nuestro Padre celestial, su Hijo
Jesucristo nacido como Isaac del vientre estéril de Sarah, por el EspÃritu Santo, para que Abraham viva su vida eterna en Canaán con su único hijo Isaac; por ello, Abraham fue llamado al monte Sion, descansando sobre el Moria, reconocido perfecto y
santo en el cielo, asà como nuestro Padre lo es perpetuamente.
Dignamente, nuestro Padre celestial tuvo a su Hijo Jesucristo naciendo como Isaac del vientre estéril de Sarah, por su EspÃritu Santo, reconociéndolo a Abraham perfecto y santo ante Él, asà como Él lo es infinitamente, porque esto fue lo que Él le
dijo a él inicialmente: tú tienes que ser santo y perfecto, asà como Yo siempre, y entraras en la gloria angelical, eternamente justificado. LegÃtimamente, Abraham fue declarado perfecto y santo sobre el monte Sion, descansando sobre el Moria, porque
él habÃa vivido con su único hijo Isaac: clavado a su carne sin pecados y sangre expiatoria en sus manos y en sus pies, para ser declarado santo y perfecto infinitamente, asà como el Padre lo es siempre, y asÃ, él entre en la vida eterna,
eternamente justificado.
Verdaderamente, nuestro Padre celestial tuvo a su Hijo Jesucristo nacido como Isaac del vientre estéril de Sarah, por su EspÃritu Santo, porque Él mismo es la cruz, como semilla santa, dándole vida a Isaac, pero igualmente a Jacobo y los patriarcas
israelÃes junto con los hijos prometidos por generaciones venideras, convirtiéndose en cruz sobre el monte Sion, en Canaán, salvando la tierra entera finalmente. Asà es: como nuestro Padre celestial conocerá a cada hombre, mujer, niño y niña de
Israel y de las naciones, porque bautizados en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, entonces, tú mismo serás su semilla santa, asà como su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, reconociéndote a ti finalmente, cuando tú mismo vivas con Ã
‰l por una eternidad entera, empezando en Canaán.
Categóricamente, nuestro Padre celestial siempre fallara en ver a cualquiera en Israel y en las naciones, porque ellos han comido del fruto prohibido, del árbol de la ciencia del bien y del mal, sin embargo, al tú participar de su pan y vino, nacido
de Él, como su semilla santa, por su Hijo Jesucristo y por su EspÃritu Santo, entonces, Él te reconocerá para siempre. Verdaderamente, en los últimos dÃas, personas se presentarán delante de Él, entonces, Él les preguntara: Como han llegado
hasta aquà arriba tan cerca de mà en el reino angelical, porque ellos habrán llegado a Él en la carne pecadora, por no haberse bautizado en agua, declarándoles a todos ellos injustos: apártense de mÃ, hacedores de maldad, nunca los conocÃ, Él
les dirá finalmente.
LegÃtimamente, nuestro Padre celestial te reconocerá a ti, como hijo suyo, bautizado en agua, invocando la perfecta santidad des su nombre para abandonar la carne pecadora y el espÃritu de error por la carne sin pecados y su EspÃritu Santo, en donde
reconocido serás, como obrero de su perfecta voluntad en la tierra finalmente, y asÃ, tú lograras tu lugar en el cielo, eternamente enriquecido. Considerando que, en la gloria angelical: nuestro Padre celestial solamente conoce a su Hijo, y su Hijo
solamente conoce al Padre, por consiguiente, Él entregó parte de Él mismo, como su semilla santa, por su Hijo Jesucristo y por su EspÃritu Santo, naciendo como Isaac y luego de la hija virgen igualmente, y asÃ, Él finalmente reconocerte a ti, como
hijo suyo en la tierra.
Verdaderamente, bautizado en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, como Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacobo, entonces, tú abandonaras la carne pecadora y el espÃritu de error por la carne sin pecados y el EspÃritu Santo,
reconociéndote asà a ti nuestro Padre celestial, como un hijo suyo, perfecto y santo, asà como Él lo es en la eternidad. Actualmente, esta es la semilla santa de nuestro Padre celestial, nacida de Él, como Isaac por su EspÃritu Santo, en donde tú
serás clavado a su cruz de sus manos y pies con clavados de bronce, para ser uno con Él por una eternidad entera, empezando en Canaán, en donde Él te enriquecerá a ti con riquezas del cielo y del mundo entero igualmente.
Consiguientemente, nuestro Padre celestial únicamente te necesita a ti, conociendo el amor asombroso de su corazón santÃsimo por ti, tus amados, vecinos y amistades, gozando cotidianamente asombrosas riquezas de Canaán, otorgadas a Abraham
inicialmente, bendiciendo asà a Isaac junto con Jacobo y los hijos prometidos por generaciones futuras: Enriqueciéndote a ti también asombrosamente, pero bautizado en agua, finalmente recibiendo su semilla santa en ti para siempre. Además, nuestro
Padre celestial siempre ha trabajado con su semilla santa por generaciones, y Él trabajara imparable con ella únicamente, porque Él la empezó con Abraham, enriqueciéndolo hasta que dijo: Señor, entrega tus riquezas a otros, enriqueciéndolos, asÃ
como a mÃ: empero, Abraham era enriquecido, porque por él y por su semilla santa, Él te enriquecerÃa a ti también con grandes riquezas, bautizándote en agua primero.
Ciertamente, esta es la carne sagrada y sangre expiatoria de Isaac, enriqueciendo tu vida, asà como él inicialmente enriqueció a Abraham, al derrotar a sus enemigos, amenazándolo a él, para que luego él sea declarado perfecto y santo, por nuestro
Padre celestial, sobre el monte Sion, descansando sobre el Moria, con Isaac clavado a sus manos y pies, como la cruz, salvándolo, enriqueciéndolo, como siempre. Bien, este es nuestro Padre celestial clavado a ti, a tus manos y pies: a tus manos porque
tú trabajaras con Él y con sus manos santas haciendo obras maravillosas para ti mismo, además, tú estarás clavado a sus pies, caminando siempre de victoria en victoria sin perder jamás ninguna bendición en toda tu vida, entrando finalmente a su
gloria celestial, eternamente justificado.
Ya que, nuestro Padre celestial necesita un reino, en donde Él estará en cada uno de sus hijos, de las familias de las naciones pasadas y futuras, empezando con Israel, porque Él necesita que todos ellos sean perfectos y santos, asà como Él lo es en
la eternidad únicamente conociendo su asombroso corazón, amándolos siempre y sin fallarles jamás a todos ellos para siempre. Entendiendo que, esta será su propia vida: que nosotros estaremos viviendo con Él, su Hijo Jesucristo, su EspÃritu Santo y
sus huestes angelicales, en poderes del Juramento a Isaac, en donde el pecado fallará en existir infinitamente: conociendo únicamente su amor asombroso desde su corazón santÃsimo por nosotros, amándonos apasionadamente, conquistando asà nuevas
riquezas, glorias y santidades sin fin nunca antes vistas por nadie.
Realmente, una vez Israel bautizado en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, como Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacobo, entonces, poderes del Juramento a Isaac se manifestarán con grandes riquezas, glorias y santidades sin fin,
enriqueciendo cada alma humana de las naciones, porque la vida que recibiremos requiere riquezas para vivir ricamente cada dÃa en la eternidad. Amorosamente, esta es la vida eterna de nuestro Padre celestial viviendo ya en nosotros, renacidos del
bautismo en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, abandonando la carne pecadora y el espÃritu de error por la carne sin pecados y el EspÃritu Santo, conociendo únicamente riquezas, complaciendo diariamente su corazón amoroso por nosotros,
sólo entonces, conoceremos amor, paz y alegrÃas interminables siempre.
Verdaderamente, nuestro Padre celestial tenÃa que tener ya a su Hijo Jesucristo renacido como Isaac del vientre estéril de Sarah, por el EspÃritu Santo, convirtiéndolo en su corazón santÃsimo, como en su pecho, para que Isaac, Jacobo y los hijos
prometidos vivan, pero igualmente las naciones, creando asà un reino glorioso en la tierra, en donde el pecado fallara en existir por una eternidad entera. Ciertamente, esta es la vida gloriosa que tu alma viviente, tu corazón, tu mente, tu cuerpo y tu
espÃritu humano siempre han deseado tenerla, sin embargo, por culpa del pecado, entonces fue abandonada en el paraÃso con nuestro Padre celestial, su Hijo y su EspÃritu Santo, y porque Él nos amó tanto, nosotros la tendremos nuevamente en nuestros dÃ
as, bautizados en agua, invocando su santo nombre.
Realmente, esta es una vida gloriosa, que nuestro Padre celestial por su semilla santa, como su cruz, nacida en nuestras vidas, como su Hijo Jesucristo que se hizo Isaac del vientre estéril de Sarah, por el EspÃritu Santo, y asÃ, nosotros podremos
tenerla en nuestros dÃas, bautizados en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre: conoceremos, entonces, riquezas sin fin cada dÃa desde Canaán. Considerando que, fue en Canaán, en donde nuestro Padre celestial junto con su Hijo Jesucristo,
su EspÃritu Santo y familias hebreas fue poderoso sobre todo pecado, entonces, Él destruyó obras de Satanás, obras de la muerte y el infierno tormentoso, al bautizarse en el rÃo Jordán, milagrosamente empezó una vida gloriosa con milagros de cada
dÃa, en donde todo enemigo ya ha sido derrotado eternamente.
AquÃ, nuestro Padre celestial fue no solamente bautizado en el Mar Rojo, cuando Él tomó personalmente los pecados de las naciones pasadas y futuras, al Israel antiguo vivir en el cautiverio egipcio por cuatro siglos con poderes cotidianos del
Juramento a Isaac, pero igualmente, Él fue bautizado en el Jordán para que Israel finalmente derrote a todo enemigo en la tierra para siempre. Efectivamente, nuestro Padre celestial le dio vida a Israel, como su cruz, que es Él mismo llevando pecados
de toda nación, bautizándolos en el Mar Rojo, cuando Israel antiguo, invocándolo, como Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacobo, removÃa a familias satanistas de Canaán, y asÃ, sea Israel la tierra más hermosa del mundo entero, fluyendo
leche y miel por siempre.
Además, Israel antiguo nació con la carne sin pecados y sangre expiatoria, recogiendo pecados de la tierra entera para el bautismo del Mar Rojo de cada hombre, mujer, niño y niña de las naciones ya yaciendo en el infierno tormentoso, por no haberse
bautizado en agua para escapar de la muerte y de su perdición eterna, para últimamente ascender a vivir en el cielo. Entonces, después del bautismo, Israel antiguo abandonó la carne pecadora y el espÃritu de error por la carne sin pecados y el EspÃ
ritu Santo para ser ciudadanos legÃtimos de Canaán, recibiendo asà riquezas cotidianas de ella por el desierto del SinaÃ, en donde no hay vida, cumpliendo asà con obras de nuestro Padre celestial para entrar a Canaán y destruir el pecado en un dÃa.
Esto fue nuestro Padre celestial, como su cruz, con Israel antiguo tornándose en su semilla santÃsima en el corazón de la tierra, tomándose asà puertas enemigas y con sus ciudades de las naciones para ser uno con Él y con sus hijos, haciéndolos
regresar al paraÃso, pero esta vez a Canaán, su paraÃso moderno, en donde el pecado fue removido de la tierra entera finalmente. Además, nuestro Padre celestial deseaba plantar su semilla santa en Canaán, en donde Él estableció su vida eterna en
su dulce hogar para vivir con sus hijos su amor asombroso por ellos, porque Él siempre deseo vivir con ellos, aunque ellos ya habÃan abandonado el paraÃso por culpa del pecado: empero, ahora ellos vivirán con Él, como la cruz, eternamente
enriquecida, endulzada, hacia la eternidad venidera.
Actualmente, la cruz es la semilla santÃsima de nuestro Padre celestial, nacida del vientre estéril de Sarah, por el EspÃritu Santo, llevando pecados de las familias de las naciones pasadas y futuras al bautismo del Mar Rojo, entonces, vivió por el
desierto del SinaÃ, asimilando vida del infierno tormentoso con la carne sin pecados victorioso sobre el pecado para felicidad de la tierra entera finalmente. Verdaderamente, cuando nuestro Padre celestial, como la cruz con Israel antiguo, bautizado ya
del Mar Rojo, ejecutando rituales y ceremonias de perfecta santidad del Juramento a Isaac, entonces, Él pudo vestir no solamente puertas del infierno y ciudades enemigas de naciones muertas en sus pecados, pero igualmente, vistió la tierra entera con
su carne sin pecados, la semilla santa, quitando el pecado del hombre para siempre.
Por su gracia, no hay pecado en la tierra ni en su corazón, porque el pecado fue destruido con su semilla santa, bautizada del Mar Rojo inicialmente, removiendo pecados de las familias de las naciones, pero igualmente de la tierra entera, y asÃ, Canaá
n fluya con leche y miel, enriqueciendo cada alma de todo hombre, mujer, niño y niña, empezando con Adán y Eva. Empero, Satanás aún sigue con sus familias satanistas, haciendo brujerÃas, destruyendo asà la carne sagrada, que ha establecido
maravillosamente su santo nombre fuegos, clavado a su cruz, que son sus hijos de las naciones, bautizados del Mar Rojo, por Él mismo, pero igualmente, bautizados por su Unigénito del Jordán, conociendo únicamente: amor, prosperidad y dulzuras, como
leche y miel, endulzando la tierra entera infinitamente.
Ciertamente, esta es la nueva tierra, que nuestro Padre celestial habÃa soñado siempre tenerla con su santo nombre fuegos, clavado a su semilla santa, que es Isaac, dándole vida a Jacobo y a los hijos prometidos, pero igualmente, se tornó en semilla
santa nuevamente, renacida del corazón de la tierra con naciones del pasado y del futuro, conquistando la tierra entera para su nuevo reino venidero. Por ende, fue importante tener a Israel antiguo, recogiendo pecados de mundos pasados y futuros, bautizÃ
¡ndolos en el Mar Rojo, como la cruz que necesitaba llevar su santo nombre fuegos por el desierto del SinaÃ, asimilando infiernos, victorioso sobre el pecado para las naciones, descendiendo al corazón de la tierra, mordidos por serpientes venenosas,
como semilla santa, viviendo vida nuevamente en Canaán para siempre.
Históricamente, esto fue lo que nuestro Padre celestial le dijo a Moisés para entrar a Canaán con Israel antiguo, removiendo a Satanás y naciones satanistas, ejecutando brujerÃas en contra de su perfecta voluntad, y asÃ, Él jamás tenga a su Hijo
Jesucristo y a su EspÃritu Santo junto con Israel finalmente honrando su santo nombre sobre el monte Sion, descansando en Canaán, como siempre. Sin embargo, ya que Israel antiguo hizo que Moisés peque en contra del Señor ante su roca de salvación en
el desierto, cuando estaba por fluir agua, satisfaciendo toda sed, incluyendo de las manadas que sacaron de Egipto, entonces, Moisés se olvidó de honrarlo a Él ante la congregación, por ende, fue negada su petición para entrar a Canaán con Israel
antiguo.
Ya que, nuestro Padre celestial habÃa escogido a Josué para poseer a Canaán para Él y su santo nombre fuegos, clavado al madero sobre el monte Sion, finalmente estableciendo su nueva tierra, como su reino de su amor eterno por sus hijos, conquistando
nuevas riquezas, glorias y santidades nunca vistas por nadie con su siempre creciente poderes del Juramento a Isaac, establecidos en ellos infinitamente. Efectivamente, Israel antiguo murió en el desierto: conquistando el corazón de la tierra para el
corazón de nuestro Padre celestial, dándoles vida nuevamente a sus hijos, cuando su Hijo Jesucristo fue clavado a su cruz junto con su santo nombre fuegos sobre el monte Sion: pero igualmente, sus hijos fueron bautizados del Jordán por el MesÃas,
retomando a Canaán del reino satánico al instante.
Ahora, los hijos de los israelitas antiguos, que habÃan ya fallecido en el desierto del Sinaà para conquistar con sus muertes postes del infierno y sus ciudades de naciones pasadas y futuras, convirtiéndose en la semilla santa de nuestro Padre
celestial, plantada por su diestra en Canaán, entonces, Josué falló en conquistar Canaán enteramente para siempre: porque sus hijos fallaron en bautizarse en agua. En nuestra historia: el ejército israelà destruyó muchas naciones satanistas,
ocupando a Canaán para Satanás y la muerte, porque ellos fueron bautizados en agua, como cuando cruzaron el Jordán para limpiarla de toda maldad, y asà fluya leche y miel para nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, viviendo
en Canaán, como su dulce hogar, amado infinitamente por sus naciones.
Además, nuestro Padre celestial necesitaba conquistar a Canaán por el ejército israelà finalmente para establecer su santo nombre fuegos sobre el monte santo de Jerusalén victorioso siempre sobre obras de Satanás, como pecados, maldiciones,
enfermedades, conflictos, guerras, pobreza e infiernos tormentosos, y asÃ, Canaán fluya leche y miel en cada hogar familiar: amándole, sirviéndole y adorándole a Él y a su santo nombre para siempre. Sin embargo, Josué con el ejército israelÃ
falló en remover el resto de naciones satanistas, haciendo brujerÃas en Canaán, porque ellos se retiraron para que sus hijos tomen el ejercito y terminen con la obra que Moisés fue llamado a lograrla en Canaán para su santo nombre fuegos, pero:
desafortunadamente ellos fallaron en remover las naciones enemigas restantes, por no haberse bautizado en agua.
Inicialmente, Israel antiguo fue bautizado para bautizar a sus hijos en agua, invocando el santo nombre fuegos de nuestro Padre celestial, como Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacobo, para que poderes del Juramento operen, favoreciéndolos a
ellos en sus dÃas, limpiando asà su tierra santa enteramente de familias satanistas, haciéndola fluir leche y miel para su nuevo reino venidero postreramente. Entendiendo que, Israel antiguo falló en conquistar todo Canaán, porque Israel bautizado
del Jordán se retiró después de victorioso sobre naciones satanistas, de todas maneras, ellos fallaron en conquistarla enteramente, porque sus hijos jamás se bautizaron, para quitar el mal de Canaán para siempre: Haciéndola fluir leche y miel para
su nueva tierra venidera con su santo nombre fuegos victorioso sobre todo pecado infinitamente.
En nuestra historia, los hijos israelÃes jamás se bautizaron, invocando la perfecta santidad de su nombre, como Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacobo, por ende, enfrentados a sus enemigos en batallas, fallaron en tener poderes para vencerlos;
por ello, Canaán no fue conquistado enteramente, para liberarla de todo mal, haciéndola finalmente fluir leche y miel para su nueva tierra venidera. Nuevamente, nuestro Padre celestial tuvo a su Hijo Jesucristo naciendo de la hija virgen de David,
introduciendo su carne sin pecados y la sangre expiatoria para ser bautizado en el Jordán por Juan el Bautista, removiendo asà a Satanás, ángeles caÃdos, la muerte y familias satanistas de Canaán para siempre: finalmente Canaán fluirá leche y
miel para su reino venidero sobre la tierra postreramente.
Después que, nuestro Señor Jesucristo fue bautizado en el Jordán, entonces, Satanás lo atacó, porque él habÃa despertado poderes del Juramento, que nuestro Padre celestial habÃa derramado sobre él en Canaán, quitando asà a Satanás, ángeles
caÃdos, pecados, enfermedades, maldiciones, pobrezas, muerte, familias satanistas y el infierno de Canaán y finalmente fluya leche y miel para su reino venidero en la tierra entera últimamente. Gloriosamente, nuestro Señor Jesucristo nació en Belén,
en Israel, para terminar lo que nuestro Padre celestial habÃa empezado con Israel antiguo, recogiendo pecados del mundo para bautizarse con ellos, abandonándolos en el lecho marino del Mar Rojo, cruzándolo en seco para quitar todo mal de Canaán para
siempre, haciéndola fluir leche y miel, y asÃ, su dulce hogar florezca por una eternidad entera siempre.
A tiempo, al nuestro Señor Jesucristo nacer en Belén de Judea, entonces, él estaba en gran peligro, porque los tres reyes del Este habÃan entrado en Jerusalén, buscándolo, porque ellos habÃan seguido su estrella, llevándolos a encontrarse con
Herodes, inquiriendo de su nacimiento, como el Rey MesÃas, pero nadie sabia de él, excepto las Escrituras, profetas y Levitas. Herodes llamó a los sacerdotes y escribas, inquiriendo de ellos sobre el nacimiento del prometido Rey MesÃas JudÃo,
entonces, al buscar en las Escrituras, ellos leÃan que el MesÃas iba a nacer en un pueblo no muy importante, llamado Belén de Judea, de donde nadie reconocido habÃa nacido en esa ciudad jamás, por ello, todos estaban asombrados que él nacerÃa allÃ
.
Entonces, los tres sabios del Este, guiados por una estrella, caminaron hacia Belén hasta llegar a la puerta de la casa en donde el Rey MesÃas habÃa nacido ya, cuidándolo su madre y otros alrededor de él, inmediatamente los sabios entraron a verle y
a adorarle a él, regalándole oro, incienso y mirra, enriqueciendo asà su ministerio mesiánico para que empiece pronto. Sin embargo, después que los tres reyes del Este estaban dispuestos a regresar a Herodes, entonces, fueron avisados en sus sueños
por un ángel a regresar a sus tierras natales por un camino diferente, porque ellos estarÃan en peligro al regresar Herodes para informarle en donde ellos habÃan encontrado al recién nacido MesÃas, porque él habÃa ya decidido quitarle su vida con
violencia.
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