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Sábado, 10 de Octubre, 2020 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica
(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)
La TIERRA entera bautizada contigo en agua es el TEMPLO de su santo nombre para siempre:
El dÃa llego, cuando nuestro Padre celestial decidió vivir con sus hijos ya existiendo en Él, como su imagen, su alma santÃsima, su vida eterna y alegrÃas asombrosas de su corazón santÃsimo, creando finalmente el cielo y la tierra, para Él darles
vida a ellos, y luego, vivir con ellos la felicidad sin fin de su amor infalible por ellos y su santo nombre fuegos. Aquà es cuando, nuestro Padre celestial empezó a pensar en ti, tus amados, vecinos y amistades, que los bendijo antes de la fundación
del mundo, porque Él necesitaba empezar su vida eterna con un nuevo reino llenó de su amor asombroso por sus hijos, y esta es la tierra contigo hoy en dÃa junto con la gloria celestial enteramente y con sus muchas riquezas también.
Realmente: Este es un nuevo mundo lejos de Lucifer y de sus ángeles caÃdos, que lo desafiaron a Él, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, porque él necesitaba junto con sus espÃritus inmundos controlar su santo nombre fuegos, que siempre habÃa
existido en su familia divina toda una eternidad únicamente por sus hijos, como tú y yo, heredarlo para siempre, como hoy. Verdaderamente, nuestro Padre celestial jamás pensó para entregar su santo nombre fuegos a sus ángeles creados, porque ellos
siempre fallaran en entenderlo, por ende, solamente puede permanecer en su familia divina, que es su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, y ahora sus hijos nacidos de Él, como Adán y Eva junto con sus hijos para conquistar glorias jamás antes vistas.
Estas son glorias que jamás han sido vistas por las huestes angelicales, que llenaran la tierra entera con amor sin fin, alegrÃas, riquezas y glorias para su santo nombre fuegos sobre el monte santo de Jerusalén, en Canaán, porque Él necesita
conquistar glorias nuevas y honores contigo, que Lucifer intentó destruir en su rebelión angelical en la gloria celestial. Ya que, están son glorias, honores y riquezas insondables de su amor asombroso que ha emergido de su corazón santÃsimo, que
solamente sus hijos pueden conquistarlos eternamente, porque ellos nacieron de su imagen, su alma santÃsima, su vida eterna que realmente las pueden obtener en toda su Creación para siempre, empezando contigo y conmigo en la tierra, de hoy en dÃa.
Categóricamente, las huestes angelicales, sin importar cuán poderosas y gloriosas sean, fallaran en conquistar estas glorias, riquezas de alegrÃas sin fin para nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, que Él tuvo que crear el
cielo y la tierra, haciéndolo asà todo posible con sus hijos nacidos de su corazón santÃsimo, asà como el amor es nacido de Él cada dÃa. Incondicionalmente, nuestro Padre celestial es amor, que Lucifer junto con sus ángeles caÃdos jamás conoció
en sus dÃas en la gloria celestial, como siervos de su Hijo Jesucristo y de su EspÃritu Santo, porque ellos siempre protegÃan su santo nombre fuegos con el amor asombroso del Padre, su amor haciendo que extraños estén siempre lejos de su familia
divina por una eternidad entera, hasta hoy.
Por eso, Lucifer junto con sus ángeles caÃdos falló en tomar el santo nombre de nuestro Padre celestial, intentándolo con lo mejor de sus habilidades, sin ellos conocer jamás poderes asombrosos de su amor infalible por su Hijo Jesucristo, su EspÃ
ritu Santo y luego de sus hijos, que heredaron riquezas sin fin de su nombre todopoderoso sobre el monte santo de Jerusalén, en Canaán. Estas son glorias y riquezas sin fin que Lucifer junto con sus ángeles caÃdos les hubiese gustado tenerlos, para
crear su reino que complace su corazón malvado para siempre en la eternidad, pero, nuestro Padre celestial tuvo su santo nombre siempre reservado para que sus hijos lo gocen por toda una eternidad, empezando contigo y tus amados, vecinos y amistades de
nuestros dÃas.
Como está escrito: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que nos dio a su Hijo Jesucristo, para que todo aquel que en él crea no se pierda, sino que vea vida, viviendo siempre bendecido por su amor asombroso por su santo nombre fuegos, dado que, Él
envió a su Hijo a salvar al mundo con todos sus hijos mas no a condenarlo. Además, nuestro Padre celestial necesitaba salvar lo que se habÃa perdido por Lucifer y el pecado, estableciendo su santo nombre fuegos victorioso sobre sus enemigos, en Canaá
n: como Satanás y la muerte, restaurando asà su vida eterna en sus hijos, conquistando el corazón de la tierra por sus glorias venideras de su amor asombroso por su santo nombre fuegos en su reino de amor eterno.
Sin embargo, para nuestro Padre celestial hacer todo esto con sus nuevos cielos y su nueva tierra, creada por su reino de amor eterno, entonces, Él tenÃa que haber derramado todo su corazón santÃsimo sobre una familia, pero Él necesitaba hacerlo en
su familia divina, primeramente, que es su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, por ello, Él tenÃa que tener a Abraham sirviéndole ya. Verdaderamente, nuestro Padre celestial siempre ha tenido su corazón santÃsimo renovando su amor asombroso por
sus hijos nacidos de su imagen y de su alma santÃsima, y asÃ, ellos gocen glorias junto con riquezas interminables ya liberadas por su santo nombre fuegos, establecido sobre el monte Sion, en Canaán, que es su reino de amor siempre creciendo hacia
toda vida humana por una eternidad entera.
Legalmente, este fue la voluntad perfecta de nuestro Padre celestial que tuvo que derramarse desde su corazón santÃsimo sobre Canaán, especialmente sobre la carne sin pecados y la sangre expiatoria de Isaac, porque cada hombre, mujer, niño y niña
seria revestido de su cuerpo glorificado, en donde el pecado falla en existir y nuestro Padre celestial es amado por una eternidad con riquezas asombrosas. Fundamentalmente, es la vida de nuestro Padre celestial, derrotando a Satanás, demonios, la
muerte y el infierno en el corazón de la tierra, y asÃ, sus hijos renazcan de él con poderes asombrosos de su amor infalible siempre vivido en la eternidad: amando asombrosamente a su Hijo Jesucristo y a su EspÃritu Santo, para que tú lo ames
igualmente a Él, asà como ellos infinitamente.
Por lo tanto, fue importante para nuestro Padre celestial tener el sacrificio continuo de su Hijo Jesucristo transferido hacia las familias, inmolado desde la fundación del mundo, empezando en Canaán, porque su familia divina nacerÃa entre las
naciones, dándole vida a sus hijos para que gocen de su vida maravillosa con riquezas interminables de su corazón santÃsimo por una eternidad entera. Ciertamente, tú tienes vida eterna en nuestro Padre celestial, derramada desde su corazón santÃ
simo para que tú la goces, una vez que tú hayas renacido del bautismo en agua y del bautismo del EspÃritu Santo, porque es una vida maravillosa, pensando solamente en amarte a ti, tus amados con paz, glorias, salud y riquezas sin fin en la tierra,
empezando en tu tierra natal.
Aquà es cuando su Hijo Jesucristo nació del vientre estéril de Sarah, por el EspÃritu Santo, con la carne sin pecados, los huesos inquebrantables y la sangre expiatoria llena de vida eterna, derrotando a Satanás y la muerte perpetuamente, pero
igualmente, tú naciste con tus amados, vecinos y amistades, viviendo su vida eterna llena de riquezas insondables, gozadas por Él por una eternidad entera. Además, fue importante para nuestro Padre celestial tener a Abraham sacrificando tres corderos
con sus mitades opuestas una a otra junto con dos aves sin cortar sobre la roca de salvación, salpicada con sangres expiatorias, para que Él expÃe, juzgue y perdone cada pecado de la humanidad entera, y asÃ, su Hijo Jesucristo nazca en ti con
perfecta salvación—asÃ, como ahora mismo.
Absolutamente, nuestro Padre celestial tenia que haber tenido ya a su Hijo Jesucristo nacido en Canaán del vientre estéril de Sarah, por el EspÃritu Santo, pero igualmente, Él tenia que haberte tenido a ti y los tuyos naciendo ya, pero victorioso
sobre Satanás y la muerte, gozando de vida eterna establecida sobre el monte Sion eternamente: recibiéndolo asà a él con salvación eterna finalmente. AquÃ, nuestro Padre celestial encontró a Abraham y a su único hijo Isaac, declarándolo perfecto
y santo eternamente, pero igualmente, Él te encontró a ti con su carne sin pecados y su sangre expiatoria, que Isaac usó para derrotar a Satanás, pecados, muerte y el infierno, declarándote a ti igualmente santo y perfecto: conociendo únicamente
vida, amor, bienestar, prosperidad y riquezas inagotables, empezando en tu casa.
Es decir, que al tú ser llamado por nuestro Padre celestial al bautismo en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, como Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacobo, entonces, será asà para que asciendas su monte santo de Jerusalén, en
donde tú encontraras la roca de salvación, salpicada con su sangre expiatoria de sus tres sacrificios también. Realmente, la salvación que nuestro Padre celestial le entregó a Abraham, cuando él sacrificaba tres carneros con sus mitades opuestas
una a otra junto con dos aves sin cortar sobre la roca de salvación, salpicadas con sangre expiatoria, entonces, tú eres llamado al mismo sacrificio para salvarte sobre el monte Sion, en Canaán, y asÃ, tú veas vida en la eternidad venidera,
eternamente enriquecido.
Consiguientemente, asà como Abraham fue llamado a sacrificar tres carneros con sus mitades opuestas una a otra junto con dos aves sin cortar sobre la roca de salvación, salpicadas con sangre expiatoria, para que su Hijo Jesucristo nazca como Isaac en
su vida en Canaán, para luego ascender al monte santo de Jerusalén, descansando sobre el monte Moria, entonces, tú debes hacer lo mismo. Similarmente, tú recibes la misma roca de salvación con tres sacrificios, salpicando sangre expiatoria, para ser
aceptado por nuestro Padre celestial en la gloria celestial, y este es su Hijo Jesucristo nacido de la hija virgen de David, pero igualmente, levantándose del corazón de la tierra, como cruz, escapando del infierno contigo, tus amados, vecinos y
amistades, conociendo asà únicamente amor, riquezas y vida siempre.
Verdaderamente, cuando nuestro Padre celestial llamó a Abraham con tres sacrificios y sus mitades opuestas una a otra junto con dos aves sin cortar sobre la roca salvadora, salpicadas con sangre, entonces, su Hijo Jesucristo nació como Isaac, su cruz
salvadora, del vientre estéril de Sarah convertido en su corazón santÃsimo, por el EspÃritu, levantándolo a él, Abraham, al monte Sion, en Canaán, eternamente aceptado. Considerando que, nuestro Padre celestial no solamente tuvo a su Hijo
Jesucristo naciendo como Isaac del vientre estéril de Sarah, que lo habÃa sanado, como su corazón santÃsimo en su pecho, por su EspÃritu, pero igualmente, Jacobo nació junto con los doce patriarcas de Israel, y asÃ, toda la casa de Israel nazca en
el cautiverio egipcio, recogiendo pecados del mundo entero.
Sinceramente, con la roca de salvación junto con tres carneros sacrificados y sus mitades opuestas una a otra y dos aves sin cortar sobre la roca de salvación, salpicados con sangre expiatoria, entonces, fue para que su Hijo Jesucristo nazca como su
cruz salvadora, que fueron realmente Isaac junto con Jacobo y sus hijos llevando todos los pecados al bautismo del Mar Rojo. Ya que, Israel antiguo habÃa nacido en el cautiverio egipcio, recogiendo pecados que habÃan maldecido a las familias de las
naciones pasadas y futuras en el infierno tormentoso, porque ellos tenÃan que pagar culpas por sus pecados, además, ser castigados por no haberse bautizado en agua, en donde nuestro Padre celestial los hubiese lavado: limpiándolos de pecados en un dÃ
a, si sólo hubiesen obedecido.
En nuestra historia, este es Israel antiguo nacido de la carne sin pecados, huesos inquebrantables y sangre expiatoria de Isaac, recogiendo pecados de las familias de las naciones que habÃan descendido al infierno tormentoso, eternamente maldecidos, por
no haber removido sus pecados, invocando la perfecta santidad de su nombre en el bautismo en agua, escapando asà de la perdición del infierno tormentoso postreramente. Ciertamente, esta fue la cruz, tomando los pecados no solamente de las familias que
habÃan descendido al infierno tormentoso, perpetuamente maldecidos, pero igualmente, la cruz tomó los pecados de Abraham y de sus hijos por generaciones venideras, y asÃ, ellos sean lavados de todo pecado para vivir en su semilla santa, bendicié
ndolos asà con riquezas sin fin desde Canaán, como siempre.
Ciertamente, nuestro Padre celestial tuvo la cruz llevando los pecados de las familias de las naciones que habÃan descendido al infierno tormentoso eternamente maldecidas, fallando siempre en ver vida nuevamente por una eternidad, porque fallaron el
bautismo en agua para complacer toda verdad y justicia en la tierra, por ende, Israel antiguo, como la cruz, llevó nuestros pecados al bautismo del Mar Rojo finalmente. Cumpliendo con los cuatrocientos años de cautividad egipcia, entonces, Israel
antiguo, como la cruz, nacido del vientre estéril de Sarah tornado en el corazón santÃsimo, por el EspÃritu Santo, entonces, no solamente Isaac nació, pero igualmente la casa entera de Israel, llevando los pecados de Abraham y de las familias de las
naciones para salvación eterna del bautismo en agua del Mar Rojo.
Después de cuatrocientos años del cautiverio egipcio, entonces, nuestro Padre celestial tuvo a Moisés naciendo condenado ya por el Faraón de Egipto, por ser varón y probablemente el MesÃas Hebreo, por ende, abandonado por su madre a flotar por el rÃ
o Nilo, su bautismo en agua, pero su hermana lo seguÃa, representando a la hija virgen de David, dándole vida nuevamente en Canaán postreramente. Evidentemente, Moisés fue llamado por nuestro Padre celestial al Monte SinaÃ, porque él le darÃa a
Israel su santo nombre fuegos, invocándolo en su perfecta santidad para destruir tinieblas, deteniéndolos a ellos en cautiverio por más de cuatrocientos años; y ahora, ellos necesitaban llevar pecados de Abraham junto con los de las familias de las
naciones al bautismo del Mar Rojo, abandonándolos para siempre.
Este es Israel antiguo, como la cruz, llevando pecados de Abraham junto con los de las familias de las naciones hacia el bautismo del Mar Rojo, abandonándolos en el infierno tormentoso, en donde estos pecados finalmente soltaran toda alma perdida a
vivir: amando, sirviendo y alabando a nuestro Padre celestial y su santo nombre fuegos sobre el monte santo de Jerusalén, en Canaán. Entonces, Israel antiguo bautizado en agua pudo abandonar la carne pecadora y el espÃritu de error por la carne
sagrada y el EspÃritu Santo, porque la cruz necesitaba caminar por el desierto del SinaÃ: expiando, juzgando y cubriendo cada pecado, entendiendo que iba a recibir el mar rojo de sangre expiatoria del MesÃas, quitando el pecado del mundo en un dÃa
enteramente para la eternidad.
Además, la cruz necesitaba expiar, juzgar y cubrir cada pecado que Abraham junto con sus hijos y las familias de las naciones habÃan cometido en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, y asà recibir el santo nombre fuegos junto con el
mar rojo de la sangre expiatoria: llenando la tierra entera con vida eterna al fin, para siempre. Ya que, la cruz, como Israel antiguo, sediento por beber agua amargas en Mara del desierto del SinaÃ, pero ellas fueron endulzadas por la cruz, que fueron
ellos mismos, endulzándolas instantáneamente, porque estas aguas amargas bebieron las naciones en sus dÃas terrenales hasta que ellos descendieron al infierno, por no haber bebido de la roca de salvación agua de vida y salvación eterna.
Fundamentalmente, cuando Israel antiguo, la cruz bebió de aguas amargas de Mara, porque las familias de las naciones habÃan consumido agua en sus dÃas que eran amargas en la tierra comparadas con aguas dulces de la roca salvadora, por ello, la cruz
bebió abundantemente aguas vivas para las naciones yaciendo ya en el infierno, para jamás tener sed nuevamente en la tierra nueva para siempre. Ahora, después que Israel antiguo hubo consumido abundantemente aguas dulces de la roca de salvación,
entonces, la cruz estaba lista para ser establecida sobre el monte santo de Jerusalén, en Canaán, con el santo nombre fuegos junto el MesÃas clavados con clavos serpientes de bronce, derramando sangre expiatoria, aliviando asà a cada alma viviente en
el infierno y en la tierra entera para siempre.
Esta agua viva que Israel antiguo bebió abundantemente de la roca de salvación, fue parte de los cuerpos israelÃes por el desierto del SinaÃ, como la sangre expiatoria, por ende, ellos expiaron, juzgaron y cubrieron cada pecado, porque el MesÃas
finalmente derramarÃa su sangre expiatoria, que habÃa realmente trabajado enteramente con sus hermanos y hermanas, borrando pecados del mundo entero perpetuamente, en Canaán. Sin embargo, para la cruz ser finalmente establecida sobre el monte santo de
Jerusalén con el santo nombre fuegos de nuestro Padre celestial junto con el MesÃas perpetuamente victorioso sobre Satanás y la muerte, entonces, tenia que ser mordida por serpientes venenosas, descendiendo a puertas del infierno, convirtiéndose en
puertas al cielo junto con las naciones, y asÃ, toda alma perdida vea vida nuevamente.
Ciertamente, una vez que nuestro Señor Jesucristo fue clavado a la cruz, entonces, puertas del infierno fueron conquistadas por Israel antiguo que habÃa expiado, juzgado y cubierto cada pecado de las familias de las naciones con sangre animal,
recibiendo asà al MesÃas derramando un mar rojo de su sangre expiatoria, quitando el pecado del mundo, y asÃ, la tierra entera sea endulzada infinitamente eventualmente. Visto que, nuestro Padre celestial recibió a su Hijo Jesucristo clavado a la
cruz y con heridas en su cara, boca y cuerpo, porque soldados romanos lo golpearon, cuando decÃa que él era Hijo del AltÃsimo, por ende, él fue sanado de sus heridas junto con las familias de las naciones pasadas y futuras igualmente en un solo dÃa.
Asà es como, nuestro Padre celestial finalmente removió el pecado del mundo entero, sanando a su Hijo Jesucristo primero de sus heridas de su cara, boca y cuerpo, pero igualmente, uno a uno de cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las
familias de las naciones fueron sanadas, sanando asà la humanidad entera para recibir ya leche y miel para siempre. Es decir, también que ya no hay pecado en toda la tierra, porque nuestro Padre celestial sanó a su Hijo Jesucristo de sus heridas,
entonces, Él siguió sanando a cada hombre, mujer, niño y niña del pasado y del futuro, para que sean declarados perfectos y santos, y asÃ, todos ellos sigan viviendo con leche y miel toda una eternidad entera.
Esto es correcto. Nuestro Padre celestial ha sanado ya enteramente a cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las naciones pasadas y futuras, porque Él quitó el pecado del mundo entero en un dÃa, llenándolo asà con leche y miel, endulzando
su vida eterna progresivamente por todo su nuevo reino de su amor siempre creciente hacia toda vida humana—hacia ti y tus amados. Realmente, Israel antiguo fue huesos en el Valle de los huesos secos, clavado su Hijo Jesucristo a ellos, entonces, todos
recibieron la semilla santa del Padre, como carne sin pecados de Isaac infinitamente victoriosa sobre Satanás y la muerte, abandonando asà la muerte por puertas del infierno, convertidas en puertas del cielo, la cruz, en Canaán, viendo al Padre
celestial en el Tercer DÃa finalmente.
Además, la casa de Israel pudo abandonar el Valle de los huesos secos, porque cuando su Hijo Jesucristo fue clavado al madero, entonces, ellos recibieron la semilla santa del Padre, que es la carne sin pecados de Isaac nacida de Él, por del EspÃritu
Santo, del vientre estéril de Sarah convertido en su corazón santÃsimo para salvar a todo Israel con salvación perfecta finalmente. Realmente, con el MesÃas clavado a la cruz con clavos de serpientes de bronce en sus manos y pies de sus hermanos y
hermanas, entonces, todos recibieron el bautismo del Jordán que habÃa derrotado a Satanás y la muerte en Canaán infinitamente, además, conquistaron enemigos del corazón de la tierra, por ende, liberados ya celebraran siempre cada Sábado y Pascua
por una eternidad entera.
AquÃ: Nuestro Padre celestial no solamente sanó heridas de la cara y cuerpo de su Hijo Jesucristo, pero igualmente a la humanidad entera, incluyéndote a ti, tus amados, vecinos y amistades, honrando asà su santo nombre fuegos en la tierra finalmente,
porque bautizado en agua: tú honoras su santo nombre, sus Sábados, sus Diez Mandamientos de Israel y de Moisés por una eternidad entera. Verdaderamente, bautizado en agua, invocando la perfecta santidad de su santo nombre fuegos, como Dios de Abraham,
Dios de Isaac y Dios de Jacobo, entonces, Satanás fallara siempre en acusarte de pecado, porque en el bautismo en agua tú los abandonaste, honrando asà para siempre su santo nombre fuegos, sus Sábados (ya seas Hebreo o Gentil) y sus mandamientos
santos enteramente por una eternidad.
Realmente, tú serás tan perfecto y santo, asà como Él lo es en la gloria angelical ante su Hijo Jesucristo, su EspÃritu Santo y sus huestes angelicales, porque su semilla santa, que es la carne sin pecados y la sangre expiatoria de Isaac estará
llena de su amor infalible por ti y por tus amados, incluyendo riquezas ya gozadas por Él en la eternidad. Ahora, nuestro Padre celestial los gozara contigo, asà como ha gozado sus riquezas asombrosas, felicidades, alegrÃas y amor, creciendo siempre
en la eternidad con la roca de salvación, que tú poseerás perpetuamente, porque es un amor prÃstino jamás tocado por el pecado, y será por su amor infalible siempre creciente, en donde lo conoceremos a Él, asà como Él es infinitamente en
nuestras vidas.
En semilla santa de nuestro Padre celestial, todos nosotros somos sus hijos nacidos de Él, asà como su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, amándolo siempre a Él y a su santo nombre fuegos con su amor infalible y maravilloso, que Él siempre siente
en su corazón santÃsimo por nosotros, recibiéndonos como hijos legÃtimos, heredando toda riqueza de Él en la eternidad, hasta hoy. Empero, nosotros tenemos que ser perfectos y santos, asà como Él lo es eternamente con su Hijo Jesucristo y su EspÃ
ritu Santo, y asÃ, nosotros gocemos riquezas de su amor maravilloso, derramadas ya sobre la tierra entera, empezando en Canaán, y asÃ, nosotros las gocemos enteramente siempre con Él mismo, viviendo en nosotros, y este es su nuevo reino de su amor
sin fin.
Históricamente, nuestro Padre celestial creó cielo y tierra, empezándolo todo con su amor asombroso e infalible, que siempre ha existido en su corazón santÃsimo por su Hijo Jesucristo y por su EspÃritu Santo, enriqueciéndonos con su amor
insondable hacia nosotros por una eternidad entera, empezando nuestras vidas nuevamente con Él, bautizados en agua, llenando finalmente la nueva tierra con glorias, poderes y alegrÃas sin fin. Verdaderamente, este es el Templo glorioso del santo nombre
fuegos de nuestro Padre celestial, conquistándolo sus hijos legÃtimos, porque Él mismo ha hecho de la nueva tierra su Templo de nuevas glorias, enriqueciéndolo a Él, su santo nombre fuegos y sus hijos por una eternidad, por ende, Él nos integró ya
a su Hijo Jesucristo y a su EspÃritu Santo—bautizados todos ya en agua.
Históricamente: Nuestro Padre celestial siempre buscó su Templo en la eternidad, que David querÃa construirlo, pero su hijo, el rey Salomón, lo lograrÃa finalmente, fracasando, por no complacerlo a Él en su santidad, porque solamente su semilla
santa lo complace a Él siempre, y este es Israel viviendo en su semilla santa, nacida de Él, como su Templo en la tierra infinitamente, empezando en Canaán. Realmente, fue importante para nuestro Padre celestial tener su semilla santa, naciendo del
vientre estéril de Sarah como Isaac, por su EspÃritu Santo, introduciendo asà su amor, riquezas, glorias y poderes para levantar Templo a su santo nombre fuegos en la tierra, tornándose todo Israel en su cruz con las familias de las naciones,
honrando enteramente su santo nombre fuegos en Canaán, para siempre.
Definitivamente, nuestro Padre celestial necesitaba a Israel antiguo, como su cruz, recogiendo pecados del mundo entero en cautiverio egipcio de cuatrocientos años, abandonándolos en el bautismo del Mar Rojo, pero igualmente, la cruz tenia que
descender al Valle de los huesos secos, conquistando puertas enemigas y sus ciudades, como una semilla santa con las naciones para honrar su santo nombre fuegos en Canaán, perpetuamente. Históricamente, la semilla santa de nuestro Padre celestial es la
cruz, que Israel antiguo fue recogiendo pecados del mundo entero, abandonándolos, bautizados del Mar Rojo, invocaron su santo nombre fuegos, para caminar por el desierto del Sinaà victoriosos sobre pecados, mordidos por serpientes venenosas vencieron
al infierno tormentoso, luego honraron su santo nombre fuegos, mordidos por clavos serpientes de bronce conquistaron Canaán para siempre.
Además, nuestro Padre celestial necesitaba conquistar con Israel antiguo, como su cruz, el Valle de los huesos secos y puertas enemigas con sus ciudades y familias de las naciones, renacidas todas, como su cruz, llevando su santo nombre fuegos
perpetuamente honrado por ellos, y asÃ, conquistar la tierra entera para su Templo eterno lleno de glorias, poderes, riquezas y alegrÃas sin fin para la eternidad. Legalmente, nuestro Padre celestial necesitaba conquistar Canaán con su cruz, que una
vez fue puertas del infierno, recibiendo familias de las naciones perdidas eternamente, que necesitaban regresar a vivir nuevamente, pero sólo por su naturaleza divina, su cruz, recibiéndolos finalmente a ellos perpetuamente justificados en su nueva
tierra, siempre creciendo hacia la eternidad con su amor infalible y sin fin únicamente por sus hijos legÃtimos.
Verdaderamente, nuestro Padre celestial necesitaba limpiar a Canaán de las familias satanistas, que estaban haciendo brujerÃas en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, para que ellos jamás desciendan a la tierra para vivir con sus
hijos nacidos para honrar su santo nombre fuegos, ya que los ángeles caÃdos junto con Lucifer fallaron en honorarlo, cuando fueron santos ante Él. Históricamente, Adán y Eva comieron del fruto prohibido, del árbol de la ciencia del bien y del mal y,
desde entonces, Lucifer bloquea a nuestro Padre celestial, su Hijo y su EspÃritu para que no entren a Canaán, ejecutando obras salvadoras para con Israel, reino de su amor eterno: además, conquistar la tierra entera con su humanidad sólo con su amor,
riquezas, poderes y glorias.
Considerando que, cuando nuestro Padre celestial creó cielo y tierra, entonces, Él lo hizo con perfecto amor y dulzuras inacabables, endulzando vidas de sus hijos en todos sus dÃas sin conocer jamás el mal de Lucifer, y esto es que nuestro Padre
celestial llenó Canaán con riquezas nacidas de su corazón santÃsimo, conociendo únicamente vida eterna con alegrÃas, riquezas, poderes jamás tocadas por pecados. Realmente, nuestro Padre celestial nos ha entregado su semilla santa, como Israel con
las familias de las naciones pasadas y futuras, eternamente salvadas y bendecidas con poderes interminables de su amor infalible por ellos, pero igualmente, Él nos entregó su salvación con todo conocimiento de Él, sabidurÃa, inteligencia, sanidad,
leche y miel junto con dulzuras sin fin para gozarlas toda una vida eterna siempre.
Ciertamente, esta es la vida, en la que nosotros inicialmente nacimos de nuestro Padre celestial para vivirla en la tierra (tu nación), pero, como Adán y Eva comieron del fruto prohibido, entonces, tú fallaras en conocerla junto con su amor, riquezas,
poderes, bienestar y alegrÃas hasta que tú renazcas, bautizado en agua, en su semilla santa, viviendo eternamente enriquecido por riquezas cotidianas de Canaán. Históricamente, nuestro Padre celestial ha llenado a Canaán entero con conocimiento de É
l y con su salvación inagotable, entregada a nosotros por su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo junto con su sabidurÃa, inteligencia, sanidad, leche y miel y otras riquezas, creciendo hacia todas las naciones cada dÃa sin cesar jamás, si nosotros
solamente mantenemos a Israel lejos de destrucción total, como holocaustos pasados.
Entendiendo que, después que nuestro Padre celestial terminó con su obra salvadora, ejecutada con su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo victorioso sobre Satanás, ángeles caÃdos, muerte y el infierno, entonces, Satanás y sus secuaces lo único que
han hecho ellos, es atacar a Israel con holocaustos horrendos, haciéndole creer al mundo que el pecado no ha sido removido de la humanidad entera. Satanás trabajando con sus ángeles caÃdos y la muerte actúan con familias sin corazón humano,
bloqueando estas glorias, poderes y riquezas insondables, conquistadas ya por nuestro Padre celestial, su Hijo y su EspÃritu, para que las naciones jamás las gocen: como la salvación, sanidad, sabidurÃa, conocimiento del SEÑOR, inteligencia, poderes,
leche y miel y otras dulzuras, bendiciendo el alma humana toda una vida entera.
Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba estas grandes bendiciones nacidas con su obra salvadora, cumplidas por su Hijo Jesucristo, como el Cordero escogido que quita el pecado del mundo, y asÃ, su EspÃritu Santo las distribuya a familias de las
naciones, para que vivan su gloriosa vida eterna, derrotando a Satanás, ángeles caÃdos y la muerte en toda la tierra, empezando en Canaán. Históricamente, nuestro Padre celestial ya ha quitado el pecado del mundo, primeramente: sanando a su Hijo
Jesucristo de sus heridas en su cara y cuerpo junto con cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las familias de las naciones pasadas y futuras, y asÃ, Él llene la tierra entera con dulzura y muchas conquistas, enriqueciendo finalmente su nueva
tierra para siempre.
Realmente, después que Israel fallaba en informar al mundo de su gran obra salvadora, conquistada sobre el monte Sion y su cruz con su Hijo Jesucristo derramando su sangre expiatoria eternamente victoriosa sobre Satanás, ángeles caÃdos, la muerte y
el infierno, entonces, Él llamó al Ejercito Romano para destruir sus ciudades y Templo, para que cada familia hebrea lleve su salvación hacia las naciones finalmente. Aquà es cuando, nuestro Padre celestial tuvo a las familias israelÃes junto con
las judÃas huyendo hacia las naciones del mundo entero, anunciándoles de la gran obra salvadora de su Hijo Jesucristo sobre el monte santo de Jerusalén, destruyendo a Satanás, ángeles caÃdos, la muerte y el infierno perpetuamente, y asÃ, ellos
gocen ahora de sus dulzuras asombrosas, poderes y riquezas sin fin.
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