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All on Fri Sep 25 19:34:50 2020
Sábado, 26 de Septiembre, 2020 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica
(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)
BAUTIZADOS en agua, TODOS somos SEMILLA SANTA del PADRE llena de amor, prosperidad y riquezas siempre en la toda TIERRA:
El tiempo habÃa llegado, cuando nuestro Padre celestial estaba listo para transferir el sacrificio continuo de su Hijo Jesucristo que habÃa tomado lugar en la gloria celestial y ante sus huestes angelicales, pero ahora, Él lo necesitaba en su tierra,
que Él mismo habÃa escogido, para que sus hijos nazcan, para empezar su nueva tierra con ellos, en Canaán, su paraÃso moderno. Y este es el árbol de la vida, que es su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, en donde Adán y Eva habÃan fallado en
comer de él, para que tengan vida abundante para vivir con nuestro Padre celestial y junto con su santo nombre fuegos en su dulce hogar, y asÃ, Él conquistar nuevas glorias nunca antes vistas para la eternidad venidera.
Aquà es cuando, nuestro Padre celestial encontró a Abraham creyendo en su palabra de vida, que Él mismo se la habÃa entregado para ver si él era digno de amor, servir y glorificarlo a Él con su Hijo Jesucristo que iba a nacer en Canaán, como su ú
nico hijo Isaac, y asÃ, él venga a ser el árbol de vida para las naciones siempre. Puesto que, esta es la familia divina de nuestro Padre celestial, que es su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, como el árbol de la vida, dando vida no solamente a
Adán, pero igualmente a Eva y a sus hijos viviendo en generaciones futuras, porque ellos vivirán en su perfecta santidad eternamente, conquistando asà nuevas riquezas en su nueva tierra por una eternidad entera.
Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba transferir el sacrificio continuo de su Hijo Jesucristo, empezado ante sus huestes angelicales del cielo, como testigos del evento celestial, porque ahora Él lo necesitaba instalar en el corazón de Canaán,
como el corazón de la tierra, y asÃ, sus hijos renazcan en su nuevo reino de amor eterno, santificados en su naturaleza divina—su simiente santa. Verdaderamente, nuestro Padre celestial tenia que tener a Abraham recibiendo su roca de salvación,
porque él tenia que sacrificar tres carneros con sus mitades opuestas una a otra junto con dos aves sin cortar, salpicadas con sangre expiatoria, porque Él regresarÃa al sacrificio con su árbol de vida, que son sus hijos de cada generación, llenando
la tierra entera con vida eterna postreramente.
Est es el árbol de la vida, que estuvo en las manos de nuestro Padre celestial, ardiendo en fuegos sobre él, porque su Hijo Jesucristo iba a nacer del vientre estéril de Sarah, por poderes del EspÃritu Santo, junto con sus hijos de Israel y de las
familias de las naciones igualmente, formado asà su nuevo reino de amor eterno y de riquezas sin fin. Ciertamente, este es el nuevo reino de nuestro Padre celestial de su amor eterno por sus hijos de Israel y de las naciones: en donde el amor de padres
regresa al amor de los hijos, y el amor de los hijos al amor de padres, amando, sirviendo y alabando su santo nombre fuegos diariamente sobre el monte Sion, en Canaán, por una eternidad entera.
Por lo tanto, nuestro Padre celestial necesitaba expiar, juzgar y cubrir todo pecado con los tres carneros, que Él mismo habÃa llamado a Abraham a ejecutarlos sobre la roca de salvación, salpicando sangres expiatorias, para Él mismo caminar entre sus
mitades con sus hijos, liberándolos asà del pecado con su naturaleza divina al fin para toda la eternidad venidera. Considerando que, nuestro Padre celestial ya habÃa tenido a su Hijo Jesucristo inmolado desde ante de la fundación del mundo, porque É
l necesitaba empezar su vida eterna con sus hijos en la tierra, y asÃ, Él no solamente descender a vivir con ellos por siempre amado en su naturaleza divina, pero igualmente todo su reino angelical descenderá con él finamente a Canaán.
Legalmente: nuestro Padre celestial tenia que haber tenido a Abraham sacrificando tres carneros sobre la roca de salvación con sus mitades opuestas una a otra junto con dos aves sin cortar, porque sus hijos venÃan a Canaán con su naturaleza divina,
empezando con Isaac, poseyéndola infinitamente, como simiente santa, conociendo asà únicamente su amor infalible por ellos toda una eternidad, empezando en tu hogar. Ciertamente, fue importante para nuestro Padre celestial no solamente sentarse con
Abraham junto con sus 318 hijos adoptados, comprados con dinero de extraños, porque Él necesitaba comer del pan y vino de su Hijo Jesucristo y de su EspÃritu Santo, que son su árbol de vida en el epicentro del paraÃso para los ángeles y para sus
hijos en la tierra también, Canaán.
Consiguientemente, nuestro Padre celestial necesitaba tener su árbol de vida naciendo del vientre estéril de Sarah como Isaac, por el EspÃritu Santo, y asÃ, él sea el fruto de vida, la semilla santa, como el pan y vino de Él y de sus hijos,
comiendo de Él por su naturaleza divina, dándole asà vida a todos sus hijos sin pecado en Canaán, empezando con Isaac. Verdaderamente, una vez que nuestro Padre celestial hubo comido del pan y vino con Abraham y con sus hijos adoptados, siempre
servido por su Hijo Jesucristo, porque él es el Cordero de Dios inmolado desde la fundación del mundo, entonces, él podÃa nacer como Isaac junto con sus hermanos y hermanas, incluyéndote a ti hoy en dÃa—porque tú: deberÃais estar ya en Canaán
ahora mismo.
Y esto es de renacer de la semilla santa de nuestro Padre celestial, que es la carne sin pecados y la sangre expiatoria de Isaac, repleta de su vida eterna, derrotando a Satanás, pecados, maldiciones, enfermedades, pobrezas, muertes y el infierno junto
con el mundo entero, y enemigos que tengas en él, y asÃ, tú vivas nuevamente cada dÃa con riquezas insondables de Canaán. Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba a sus hijos naciendo sin relación alguna al pecado en Canaán, su dulce hogar,
y asÃ, Él poder vivir con cada uno de ellos su vida eterna, que está llena de riquezas asombrosas nacidas de su corazón santÃsimo y amoroso por cada uno de ellos, riquezas reales y sin fin jamás vistas por huestes angelicales hasta nuestros dÃas.
Ciertamente, una vez que nuestro Padre celestial tuvo a su Hijo Jesucristo naciendo como Isaac del vientre estéril de Sarah, por poderes del EspÃritu Santo, entonces, su naturaleza divina empezó a existir en la tierra nuevamente, destruyendo toda obra
de Satanás y de los ángeles caÃdos junto con el ángel de la muerte, que habÃa llevado ya a la humanidad entera al infierno tormentoso. Realmente, nuestro Padre celestial ahora tenia poderes de su naturaleza divina viviendo en la tierra,
especialmente en Canaán, en donde Él podÃa vivir su vida eterna, como en el cielo, victoriosa en contra de Satanás y la muerte, pero igualmente, Él podÃa vivir su vida eterna con sus hijos de cada generación de las familias de las naciones,
empezando con Israel.
Legalmente, nuestro Padre celestial necesitaba saber si Él encontrarÃa pecado en sus hijos, al vivir Él su vida eterna con Abraham y con sus hijos adoptados, en Canaán, finalmente encontrando que el pecado falla en existir en ellos de las familias de
las naciones junto con hijos prometidos a Abraham, hijos renaciendo en futuras generaciones, conociendo únicamente su amor asombroso por ellos para siempre. Por eso, es que fue importante para nuestro Padre celestial vivir su vida eterna con Abraham y
con sus hijos de Israel y de las familias de las naciones, en Canaán, y asÃ, Él conocerlos enteramente por las cosas que necesitarÃan en su diario vivir, y asÃ, suplirles a ellos con el amor de su corazón santÃsimo y con riquezas insondables de
Canaán siempre.
Este fue el Juramento a Isaac, que nuestro Padre celestial necesitaba derramar sobre la carne sin pecados y sangre expiatoria de Isaac, por los hijos de Israel y de las naciones, gozando del amor infalible de su corazón santÃsimo, igualmente, vistié
ndolos Él mismo a todos ellos con riquezas sin fin, haciéndolos enteramente perfectos y santos, asà como Él lo es en la gloria celestial perpetuamente. Sin embargo, primero nuestro Padre celestial necesitaba que Abraham viva su vida eterna no
solamente con Él y con su EspÃritu Santo, pero igualmente, Él necesitaba vivirla enteramente con cada hijo suyo de Israel y de las naciones, y asÃ, Él conocerlos a todos ellos junto con sus necesidades especiales, que ellos siempre necesitaran en
sus dÃas, y asÃ, Él suplirles progresivamente siempre.
Esto es algo, que nuestro Padre celestial necesitaba hacerlo con Abraham y con cada hijo suyo de Israel y de las naciones en Canaán, porque Él solamente los puede conocer en tierra santa, su dulce hogar eterno, cuna de su naturaleza divina, en donde el
pecado no existió en la eternidad, empezando asà su nuevo reino de su amor sin fin por sus hijos. Realmente, fue importante para nuestro Padre celestial tener a su Hijo Jesucristo naciendo como Isaac del vientre estéril de Sarah, por el EspÃritu
Santo, en Canaán, y asÃ, Él tener a cada hijo suyo renaciendo de generaciones futuras en su naturaleza divina, regresando asà a Él y a su vida eterna de glorias insondables, riquezas y perfecta santidad por una eternidad entera.
Ya que, esta es Canaán escogida por nuestro Padre celestial, como cuna de su nueva tierra, en donde sus hijos renacerán por el bautismo en agua y por el bautismo del EspÃritu Santo, invocando la perfecta santidad de su nombre instantáneamente, y asÃ,
ellos regresen a Él y a su amor infalible de su corazón santÃsimo por cada hijo suyo por toda la eternidad. Asà es como nuestro Padre celestial tendrá a sus hijos regresando a su naturaleza divina, como desde donde ellos nacieron inicialmente de su
imagen para vivir conforme a semejanza de su Hijo Jesucristo, que es su carne sin pecados, sus huesos inquebrantables y sangre expiatoria, conociendo únicamente su amor infalible, que Él siempre ha sentido por toda ellos en toda la eternidad hasta hoy.
Además, asà es como: nuestro Padre celestial filtrara también la imagen y naturaleza de Lucifer y de sus ángeles caÃdos, que Adán y Eva habrán recibido al comer del fruto prohibido, del árbol de la ciencia del bien y del mal, para que ellos
vuelvan a ser sus hijos renacidos de su imagen, perfectos y santos, asà como Él lo es en la eternidad. Ya que, nuestro Padre celestial necesita a cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las naciones renacidos de la carne sin pecados y de la
sangre expiatoria de su Hijo Jesucristo, y asÃ, ellos vivan en su naturaleza divina, para que sean aceptados y reconocidos por Él, por su EspÃritu Santo, pero igualmente por las huestes angelicales, como sus hijos legÃtimos.
Realmente, tú renacerás bautizado, sumergiéndote en la bañera de tu hogar, llena de agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, como Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacobo, entonces, tú intercambiaras la carne pecadora y el espÃritu
de error por la carne sin pecados y el EspÃritu Santo, haciéndote perfecto y santÃsimo, asà como el Padre lo es infinitamente. Presentemente, nuestro Padre celestial busca tener un nuevo reino lleno de su amor infalible, añorado grandemente en su
corazón santÃsimo por su Hijo Jesucristo y por su EspÃritu Santo, pero igualmente, por sus hijos nacidos de su imagen y de su alma viviente, empezando con Adán y Eva, para que ellos entren en su nueva tierra viviendo su santidad perfecta con Él para
siempre.
Ahora, para que esto suceda, empezando en Canaán, nuestro Padre celestial tenÃa que haber tenido ya a su Hijo Jesucristo inmolado desde la fundación del mundo en el cielo y delante de sus ángeles, porque él tenia que descender como el árbol de la
vida, que sus hermanos y sus hermanas necesitaban comer del pan y vino, entrando asà a su vida eterna, eternamente enriquecidos. Legalmente, nuestro Padre celestial necesitaba tener a su Hijo Jesucristo establecido como el árbol de vida en Canaán,
naciendo del vientre estéril de Sarah con la carne sin pecados y la sangre expiatoria, derrotando asà a Satanás y la muerte no solamente en su dulce hogar, pero igualmente en el corazón de la tierra únicamente con su naturaleza divina para la
eternidad venidera.
Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba su árbol de vida dándole de comer del fruto de vida, que es el pan y vino a sus hermanos y a sus hermanas, de Israel y de las naciones, para que tengan sus pecados perdonados, pero igualmente, escapen del
infierno tormentoso, entrando asà a su vida eterna infinitamente bendecidos con su naturaleza divina desde la gloria celestial. Por eso, fue importante para nuestro Padre celestial tener a Abraham sacrificando tres carneros con sus mitades opuestas una
a otra junto con dos aves sin cortar sobre la roca redentora, salpicadas con sangre expiatoria, porque Él tenia que caminar entre sus mitades divididas: expiando, juzgando y perdonado cada pecado de la humanidad entera con su cruz, sus hijos, como tú y
yo hoy.
Si dijéramos la verdad: Este es el árbol de vida eterna a donde Adán y Eva fueron llamados a comer del fruto de vida, para que ambos continúen viviendo su vida eterna con nuestro Padre celestial en el paraÃso, porque llamados fueron a amar, servir y
glorificarlo a Él y a su santo nombre fuegos sobre el monte Sion, en Canaán, para una eternidad angelical. Este es el árbol de vida de su naturaleza divina, como su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, porque su Hijo fue primero naciendo como Isaac
del vientre estéril de Sarah, por poderes del EspÃritu Santo, entonces últimamente, él renace de la hija virgen de David con su santo nombre fuegos, en Canaán, para que sea amando, honrado y glorificado perpetuamente por sus hijos.
En nuestra historia, tú ya estabas en el madero junto con Israel y las naciones que necesitaban caminar con nuestro Padre celestial entre mitades de los tres carneros sacrificados por Abraham sobre la roca redentora, salpicados con sangre expiatoria, y
asÃ, tú tengas tus pecados perdonados eternamente únicamente conociendo de su amor infalible, poderes y riquezas inagotables con toda su naturaleza divina en ti. En otras palabras, nuestro Padre celestial ya te tenia a ti junto con tus amados, vecinos
y amistades, caminando con Él y con su antorcha encendida, como el árbol de vida: expiando, juzgando y perdonado tus pecados ya sobre la roca salvadora, y asÃ, tú comas del pan y vino, como su naturaleza divina enteramente, haciéndote asà a ti
perfecto y santo toda una vida.
Legalmente, tú tienes que renacer, bautizándote en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, como Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacobo, porque tú lo recibirás a Él asÃ, como semilla sagrada nacida de Él, como carne sin pecados
y sangre expiatoria, recibiendo finalmente su perfección y santidad enteramente, conociendo únicamente su amor, prosperidad y riquezas en todos tus dÃas. Ciertamente, esta es la cruz, como el árbol de vida en el paraÃso, pero ahora, está sobre el
monte Sion, en Canaán, eternamente victorioso sobre Satanás, pecados, maldiciones, conflictos, pobrezas y muertes, y asÃ, tú jamás mueras, conociendo solamente vida, porque ahora tú eres su hijo renacido de su carne sin pecados, que es Isaac, su
semilla santa, bendiciéndote a ti con tus amados siempre.
Por eso, habiendo Abraham vivido con Isaac unos años, entonces, nuestro Padre celestial lo llamó a él con su único hijo Isaac al monte Sion, descansando sobre el Moria, porque él ya habÃa gustado de su vida eterna, por ende, aprendió a amarlo a É
l toda una eternidad, y asÃ, él sea declarado santo y perfecto, asà como Él lo es eternamente en el cielo. Aquà es cuando, nuestro Padre celestial derramó todo su corazón santÃsimo sobre su cruz, que fue Isaac junto con la casa de Israel y las
familias de las naciones, que Israel necesitaba rescatar de Satanás y la muerte, y asÃ, ellos conozcan solamente su amor infalible por ellos en sus dÃas y hasta que su reino venga finalmente al mundo entero en los últimos dÃas.
Realmente, nuestro Padre celestial derramó su corazón santÃsimo sobre ti, tus amados, vecinos y amistades, para que tú vivas tus dÃas liberados de Satanás y la muerte, que envÃan siempre sus ángeles caÃdos, como espÃritus inmundos, tratando de
entrar en tu vida con mentiras, maldiciones, conflictos, enfermedades, pobreza y muerte; sin embargo, tú puedes destruirlos enteramente, bautizado en agua, invocando su santo nombre todopoderoso. Ahora que nuestro Padre celestial habÃa derramado
enteramente su corazón santÃsimo sobre la carne sin pecados y la sangre expiatoria de Isaac, entonces, Él podÃa tener a sus hijos naciendo del vientre estéril de Sarah, convertido en su corazón santÃsimo, empezando con Isaac, naciendo su
descendencia en Egipto, como su cruz recogiendo pecados del mundo para destruirlos en el bautismo del Mar Rojo eternamente.
Históricamente: Toda la casa de Israel necesitaba nacer en el cautiverio egipcio, para vivir allà por cuatrocientos años, recogiendo todos los pecados de las familias de las naciones pasadas y futuras finalmente para destruirlos en el bautismo del Mar
Rojo, que es tan rojo y abundante como la sangre expiatoria del Rey Medias, borrando pecados de la humanidad entera finalmente, para siempre. Verdaderamente, cuando nuestro Padre celestial llamó a Moisés al monte del Sinaà para entregarle su santo
nombre fuegos, como Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacobo, entonces, fue para bautizar su cruz con pecados del mundo entero, removiéndolos enteramente de cada hombre, mujer, niño y niña, para que conozcan solamente su vida eterna con
riquezas insondables en su semilla santÃsima.
En nuestra historia, este es Moisés recibiendo de nuestro Padre celestial su santo nombre fuegos, llevando su cruz, que necesitaba borrar los pecados del mundo entero en un solo dÃa en el Mar Rojo, para luego, en su dÃa, su Hijo Jesucristo nazca para
derramar su sangre expiatoria clavado a él junto con su santo nombre, salvando infinitamente a sus hijos del pecado. Y este eres tú junto con tus amados, vecinos y amistades, liberados del pecado, Satanás, la muerte y demonios, espÃritus inmundos
molestando siempre con sus obras escondidas, haciéndolas siempre en contra de ti, como problemas, conflictos, dificultades, enfermedades y hasta accidentes, y asÃ, tú jamás vivas en la naturaleza divina de nuestro Padre celestial, entregada a ti
enteramente ya bautizado en agua.
Realmente, bautizado del Mar Rojo, Israel antiguo salió liberado del cautiverio egipcio y de cada pecado recogido por cuatrocientos años de las familias de las naciones del pasado y del futuro, para que ellos reciban la carne sin pecados junto con
poderes del Juramento a Isaac, porque ahora ellos necesitaban recoger a las naciones en una semilla santÃsima, plantada en Canaán finalmente para siempre. Para la historia: Asà es como Israel antiguo fue bautizado por cada hombre, mujer, niño y niña
de las familias de las naciones ya yaciendo en el infierno tormentoso, pagando culpas de sus pecados y por no haberse bautizado en agua, en donde nuestro Padre celestial con su naturaleza divina hubiese quitado sus pecados—si solo se hubiesen bautizado
en agua en sus dÃas.
Legalmente, nuestro Padre celestial le entregó su santo nombre fuegos a Moisés sobre el Monte Sinaà para llevar a Israel antiguo al bautismo del Mar Rojo, abandonando pecados del mundo entero, pero igualmente remplazó la carne pecadora por la carne
sin pecados y el EspÃritu Santo, convirtiéndose asà en ciudadanos legÃtimos de Canaán, conociendo únicamente riquezas en sus dÃas—aun en el desierto del SinaÃ. Ahora, si tú estás viviendo en falta de las cosas siempre, entonces, esto
significa que tú no te has bautizado en agua para invocar la perfecta santidad de su nombre, abandonando el fruto prohibido que atrae espÃritus inmundos en tu diario vivir, recibiendo finalmente el fruto de vida que atrae bendiciones cotidianas de la
gloria angelical y de Canaán, como siempre, su naturaleza divina.
A tiempo: Nuestro Padre celestial tuvo a su Hijo Jesucristo renaciendo en Canaán, pero de la hija de David, porque esta vez él derramarÃa su sangre expiatoria nacida del vientre virgen para que su santo nombre fuegos descienda al monte santo de
Jerusalén, esperando por él que libere a Israel antiguo del Valle de los huesos secos con perfecta salvación al fin, para siempre. Asà como Moisés recibió de nuestro Padre celestial su santo nombre fuegos sobre el Monte Sion, liberando a Israel
antiguo del cautiverio egipcio, bautizándolos del Mar Rojo, entonces, su Hijo Jesucristo nacido de la hija virgen de David, salpicando sangre expiatoria para que su santo nombre libere a Israel del Valle de los huesos secos, bañándolos finalmente en
el mar rojo de su sangre expiatoria.
Además, nuestro Padre celestial necesitaba liberar a Israel antiguo del Valle de los huesos secos para convertirlo en su corazón santÃsimo, y asÃ, sus hijos renazcan instantáneamente al recibir la carne sin pecados y su sangre expiatoria victoriosa
sobre Satanás y la muerte, por poderes sobrenaturales de su naturaleza divina, para luego ver al Padre en perfecta santidad en el Tercer DÃa. Es decir, que toda la casa de Israel finalmente vio nuevamente vida para celebrar el Sábado y la Fiesta
Pascual, en el corazón de la nueva tierra, porque Isaac como el Rey MesÃas fue clavado a la cruz para derramar su mar rojo de su sangre expiatoria, porque asà fue cuanta sangre expiatoria ellos necesitaban para ver al Padre en el Tercer DÃa.
Realmente, cuando Israel antiguo renació del corazón santÃsimo de nuestro Padre celestial, establecido debajo de Canaán, por el derramamiento de la sangre expiatoria de su Hijo Jesucristo, clavado con clavos serpientes de bronce a todos ellos, la
cruz, entonces, él derramó abundantemente naturaleza divina y sangre expiatoria victoriosa sobre Satanás, pecados, pobrezas y muertes del infierno para que las naciones vean vida nuevamente pronto. Ya que, estas son familias de musulmanes, hindús,
budistas, cristianos y del mundo hebreo, y demás, porque nuestro Padre celestial con su cruz, como Israel antiguo expiando, juzgando y cubriendo pecados cometidos en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, entonces, ellos fueron hechos
perfectos y santos, asà como Él lo es en vida eterna para vivir en su nueva tierra por fin.
Pues, ellos necesitaban renacer, como semilla santÃsima, que es la cruz nacida inicialmente del vientre estéril de Sarah, transformado en su corazón santÃsimo, por el EspÃritu Santo, con todo Israel antiguo y las naciones; pero ahora, el corazón de
la tierra seria su corazón santÃsimo para que renazca cada hombre, mujer, niño y niña en su EspÃritu Santo y con su vida eterna, eternamente justificado. Ya que, es la voluntad perfecta de nuestro Padre celestial ver el amor de padres regresar al
amor de sus hijos, y el amor de hijos al amor de sus padres últimamente, y este es el Juramento a Isaac trabajando con poderes para hacerlo posible, porque todo Israel bautizado en agua es por fin su semilla santÃsima en la tierra entera para la
eternidad venidera.
Ciertamente, Israel antiguo vivió nuevamente desde el Valle de los huesos secos, convertido en el corazón santÃsimo de nuestro Padre celestial, asà como el vientre estéril de Sarah lo fue por Isaac, para que Jacobo nazca con doce patriarcas israelÃ
es, en Canaán, y asÃ, sus hijos renazcan del corazón de la tierra tornado en su corazón santÃsimo también, por su EspÃritu Santo, viviendo nuevamente infinitamente. En buena hora, nuestro Padre celestial descendió con toda la casa de Israel, que
habÃa logrado su perfecta voluntad por todo el desierto del SinaÃ: expiando, juzgando y cubriendo pecados con un mar rojo de sangres expiatorias de carneros, sacrificados en la entrada del tabernáculo de reunión y su Lugar SantÃsimo, conquistando asÃ
finalmente el corazón de la tierra para Canaán, para siempre.
Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba descender con su cruz, que habÃa cumplido con rituales y ceremonias de perfecta santidad del Juramento a Isaac, mordido por serpientes venenosas, para que Él mismo conquiste finalmente el corazón de la
tierra, recogiendo sus naciones sobre puertas del infierno tormentoso para convertirlas en su semilla santÃsima, y luego plantarla con su diestra en tierra santa, Canaán, para siempre. Legalmente, nuestro Padre celestial necesitaba convertir puertas
enemigas y sus ciudades, que eran familias de las naciones pasadas y futuras en su semilla santÃsima, plantada por su diestra en Canaán, porque ellos necesitaban renacer en su vida eterna, clavados con serpientes de bronce su santo nombre fuegos junto
con su Hijo Jesucristo derramando su mar rojo de sangre santÃsima y victoriosa sobre todo mal.
Legalmente, nuestro Padre celestial necesitaba puertas enemigas convertidas en cruz, como puerta al cielo, que estaban abiertas para recibir familias de las naciones en el infierno tormentoso, por no haber invocado su santo nombre fuegos para salvación
en el bautismo en agua, en donde Él les hubiese ayudado instantáneamente con su naturaleza divina, que es su carne sin pecados bendiciéndoles como siempre. Realmente, nuestro Padre celestial convirtió el corazón de la tierra en su corazón santÃ
simo, cuando su Hijo Jesucristo derramaba de su sangre expiatoria sobre la cruz del monte Sion, en Canaán, como su vida eterna, derrotaba a Satanás, pecados y el infierno perpetuamente, entonces, el pecado murió en la tierra; sin embargo, el satanismo
con sus brujerÃas sigue destruyendo toda vida en las naciones hasta hoy.
Oficialmente, no existe el pecado en la tierra, porque el corazón santÃsimo de nuestro Padre celestial está en el corazón de la tierra para que sus hijos renazcan en su semilla santÃsima, que es la carne sin pecados y la sangre expiatoria de Isaac
con vida eterna, por ende, brujerÃas de satanistas siguen sirviéndole a Satanás, destruyendo toda vida sin misericordia alguna en las naciones. Verdaderamente, bautizado ya en agua, tú instantáneamente serás la semilla santÃsima de nuestro Padre
celestial, como carne sin pecados y la sangre expiatoria haciéndote perfecto y santo, asà como Él lo es en la gloria celestial y en la eternidad, conociendo solamente victorias en contra de todo enemigo, en donde tú serás llenado de poderes, glorias
y riquezas interminables jamás tocadas por el pecado.
Actualmente: Este es el árbol de vida, como la cruz, plantada en Canaán sobre el monte santo de Jerusalén, que ya no está abierta para recibir familias de las naciones descendiendo al infierno tormentoso por no haber invocado su santo nombre fuegos
en el bautismo en agua, pero está abierta para que todos desciendan a su corazón santÃsimo lleno de su amor asombroso e insondable. Legalmente, nuestro Padre celestial ha establecido su corazón santÃsimo en el corazón de la tierra, que una vez fue
el Valle de los huesos secos, para que las familias de las naciones que descienden a él, entonces entraran todos ellos a su corazón santÃsimo lleno de su sangre asombrosa y amor insondable que jamás dejo de amarlos en la eternidad hasta hoy.
Sin embargo, bautizado en agua, invocando al Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacobo para abandonar la carne pecadora y el espÃritu de error por la carne sin pecados y el EspÃritu Santo, que es su vida eterna, ya entregada a ti, entonces tú
descenderás a su corazón santÃsimo debajo de Canaán lleno de su amor asombroso por ti y tus amados. En tu ultima hora: cuando estas listo para abandonar este mundo, porque tus dÃas han terminado, entonces, renacido del bautismo en agua, invocando la
perfecta santidad de su nombre, en vez de pasar por las puertas del infierno tormentoso, instantáneamente tú descenderás por la cruz a su corazón santÃsimo, esperando por ti debajo de Canaán, recibiéndote con su amor infalible, conociendo ú
nicamente alegrÃas interminables siempre.
Amorosamente, nuestro Padre celestial ha convertido puertas enemigas con sus ciudades en su cruz, por poderes del Juramento a Isaac y su naturaleza divina nacida del vientre estéril de Sarah, como Isaac, para tenerte a ti pasando en vez por puertas del
infierno hacia la perdición, entonces, tú pasaras por su dulce cruz al cielo eternamente justificado, conociendo sólo su amor infalible por ti infinitamente. Por consiguiente, nuestro Padre celestial ha llamado a las familias de las naciones del mundo
entero, empezando por Israel, al bautismo en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, como Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacobo, porque Él ya te tiene a ti y a los tuyos integrado en su cruz, gozando de dulzuras del monte Sion, en
Canaán, siempre.
Considerando que, puertas del infierno tormentoso que estaban supuestas a recibir a familias perdidas en el corazón de la tierra, entonces, Él las convirtió en su cruz, porque tú ya estás integrado en ella junto con Israel antiguo y todos los tuyos
del pasado y del futuro, por ende, abandonando este mundo—tú entraras a la gloria celestial eternamente amado por dulzuras sin fin. Aquà es: en donde nuestro Padre celestial ya ha endulzado tu alma enteramente, porque Él quiere que tú vivas
perpetuamente en su naturaleza divina, que es su semilla santÃsima nacida de Él, por poderes del EspÃritu Santo, del vientre estéril de Sarah y últimamente de la hija virgen de David, y asÃ, tú conozcas únicamente victorias sobre Satanás,
enemigos, la muerte y espÃritus inmundos.
Visto que, bautizado ya en agua, entonces, tú estarás viviendo en su vida eterna en tu tierra natal junto con tus amados, vecinos y amistades, porque Él necesita enriquecer tu vida enteramente, y asÃ, tú solamente conozcas riquezas que Él ya te ha
entregado abundantemente para que las goces cada ida de tu vida y hasta que su reino venga al mundo. Realmente, nuestro Padre celestial ha derrotado tus enemigos del infierno tormentoso junto con la muerte y ángeles caÃdos, que siempre están alrededor
de ti, tratando de entrar en tu vida con sus males, que los estarán haciendo en contra de ti en las calles: como conflictos, peleas, robos, accidentes y otros males, afectando tu vida negativamente, para que tú jamás conozcas su dulce presencia.
Estos espÃritus inmundos, que siempre estarán rondando tu barrio desaparecerán enteramente en tu vida hogareña, tu comunidad, ciudad, lugares de trabajo y en cualquier otro lugar que tú siempre frecuentaras, porque en el Juramento a Isaac tú serás
perfecto y santo, asà como nuestro Padre celestial lo es eternamente, haciendo que tus enemigos huyan de ti, derrotados todos ellos, como siempre. Realmente tú sentirás paz permanente en tus contornos siempre, como en tu hogar, oficina y otros lugares
en donde tú normalmente trabajas o visitas, porque espÃritus inmundos huirán de ti, bien lejos, por razones de santidades perfectas en ti, como la carne sin pecados, semilla santÃsima del Padre en ti, por ende, caminaras siempre en Canaán, en donde
su cruz derrotó a Satanás para siempre.
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