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All on Fri Aug 28 17:55:01 2020
Sábado, 29 de Agosto, 2020 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica
(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)
La CARNE de Isaac es del PADRE para ti: viviendo TÚ su vida sin pecado cada dÃa en la tierra siempre:
Realmente, nuestro Padre celestial se sentÃa lejos de su dulce hogar sin sus hijos, porque Lucifer engañó a Eva por la serpiente del Edén, haciéndola comer del fruto prohibido, del árbol de la ciencia del bien y del mal, algo que nuestro Padre
celestial les avisó jamás hacer, porque cuando coman de él, morirÃan, y desde aquel dÃa los extraña mucho siempre. Amorosamente, nuestro Padre celestial inmoló a su Cordero escogido, que es su Hijo Jesucristo, desde antes de la fundación del
mundo, porque Él necesitaba crear un reino nuevo, en donde Él continuarÃa viviendo su vida eterna, asà como siempre lo ha hecho con su familia divina, que es su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, en donde el pecado no existió jamás entre ellos.
A tiempo, con gran cuidado: Nuestro Padre celestial creó el cielo y la tierra con su Hijo Jesucristo, como epicentro de su sacrificio continuo, porque después de crear la tierra, entonces, Él deseo poblarla con sus hijos nacidos de su imagen para
vivir a semejanza de su Hijo Jesucristo, que es su carne sagrada, en donde no hay pecado por una eternidad entera. Además, nuestro Padre celestial habÃa aprendido no solamente a amar a Adán y a Eva junto con sus hijos de generaciones futuras, llenando
la tierra con familias y naciones, pero igualmente, Él habÃa aprendido a vivir con ellos, gozando grandemente de su relación con ellos en la gloria celestial, como el paraÃso, por ende, Él los querÃa de regreso a Él inmediatamente.
Dándose cuenta, nuestro Padre celestial, que él necesitaba continuar viviendo con Adán y Eva junto con sus hijos de generaciones venideras, porque Él los veÃa a ellos amándolo a Él, asà como Adán y Eva junto con su Hijo Jesucristo y su EspÃritu
Santo lo han amado a Él y su santo nombre fuegos siempre, y hasta que Él vio a sus hijos pecar. Visto que, esta es una relación gloriosa de nuestro Padre celestial con Adán y Eva, compatible con Él, asà como su relación inseparable que Él siempre
ha gozado con su Hijo Jesucristo y con su EspÃritu Santo, deseando siempre más del amor de sus hijos, como nunca antes, porque Él realmente siente su relación de su familia divina con ellos en el paraÃso infinito.
Ciertamente, nuestro Padre celestial ha extrañado el amor asombroso de sus hijos, como Adán y Eva nacidos de su imagen para vivir conforme a semejanza de su Hijo Jesucristo, como la carne sagrada y la sangre expiatoria llena de vida infinitamente,
llenando asà la tierra entera de sus hijos amorosos, invitándolo a Él y con su reino entero a vivir con ellos amado nuevamente. Sin embargo, no importa realmente cuanto Él ame a sus hijos, como Adán y Eva junto con sus hijos viviendo en generaciones
futuras en la tierra, entonces, Él sigue fallando para descender a ellos, por culpa de haber comido del fruto prohibido, dado que Él es extremadamente santo, pero Él tenia un plan para descender a vivir con ellos, como antes en el paraÃso.
Verdaderamente, nuestro Padre celestial lloraba por verlos regresar a Él, porque ellos habÃan nacido de su imagen y de su alma santÃsima, por ello su corazón santo deseaba tenerlos de regreso para vivir esta vida maravillosa, que ellos la habÃan
empezado a vivir en largos dÃas y eternos del paraÃso, pero el pecado fue la barrera que tenia que ser removida enteramente pronto. Ciertamente, nuestro Padre celestial pasaba su tiempo, buscando, cómo Él podÃa hacer que sus hijos regresen a Él
nuevamente, porque Él extraña esa vida maravillosa, vivida ya por Él junto con ellos en el paraÃso hasta que Lucifer con la serpiente engañó a Eva para destruir a Adán y a sus hijos, destruyendo sus vidas que habÃan aprendido a amarlo a Él para
siempre.
Además, el amor infalible de nuestro Padre celestial por sus hijos, como Adán y Eva junto con sus hijos viviendo en generaciones futuras, era inmenso, que su corazón santÃsimo se derramaba por ellos, llamándolos continuamente desde la gloria
angelical, para que oigan su voz de Padre, llamándolos a que regresen a su hogar inmediatamente, pero no oÃan su voz por culpa del pecado. El pecado de Lucifer continuamente bloqueaba el llamado del corazón santÃsimo de nuestro Padre celestial por
sus hijos a que regresen a su dulce hogar, porque su amor seguÃa creciendo hacia ellos, y extrañándolos grandemente, por ello, Él los querÃa cerca de Él, viviendo esa vida gloriosa ya empezada en el paraÃso, y vivirla nuevamente juntos con su Hijo
y con su EspÃritu Santo.
Realmente, la voz de nuestro Padre celestial solamente puede oÃrse en la carne sagrada y en la sangre expiatoria, dada no solamente a Adán y a Eva y sus hijos por generaciones futuras, pero porque comieron del fruto prohibido, entonces, ellos no oyen
su voz jamás, por ende, Él envió a su Hijo Jesucristo en su carne sagrada para ser oÃdo por ellos siempre. Considerando que, esta relación maravillosa que nuestro Padre celestial habÃa tenido con Adán y Eva, conocÃa que Él tendrÃa luego esta
misma relación con sus hijos, entonces, Él se gozaba de ella siempre cada dÃa en el paraÃso, porque ellos vivÃan en su imagen y a semejanza de su Hijo Jesucristo, que es la carne sagrada y su sangre expiatoria llena de vida eterna.
Por lo tanto, nuestro Padre celestial necesitaba derramar de su amor infalible sobre sus hijos, porque su corazón lloraba, gimiendo en el reino angelical, buscándolos a ellos, como buscándote a ti hoy, que Él tuvo que derramarlo enteramente por fin,
pero no en su carne pecadora—por ello su Hijo Jesucristo como Isaac necesitaba vivir en Canaán, y asÃ, ellos oigan su voz siempre. Ciertamente, nuestro Padre celestial no solamente necesitaba a su Hijo Jesucristo nacido en Canaán como Isaac del
vientre estéril de Sarah, pero igualmente, Él necesitaba su corazón santÃsimo, amándolos apasionadamente, instalado debajo de Canaán, porque Él desciende últimamente con su reino angelical a vivir con sus hijos, amándolo a Él nuevamente, pero
amándolo únicamente a Él con su corazón santÃsimo, en donde jamás pecaron.
Por eso, fue importante para nuestro Padre celestial sentarse a su Mesa santa a comer del pan y vino, que no solamente es servido por su Hijo Jesucristo a las huestes angelicales para mantenerlos santos y perfectos siempre, pero igualmente, él
necesitaba servirle a Abraham para que Sarah dé a luz a Isaac finalmente en Canaán con la carne sin pecado. Ya que, esta es la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre expiatoria llena de vida eterna, reemplazando la carne pecadora y el
espÃritu de error, y asÃ, Él poderle hablar a sus hijos, empezando con Adán y Eva, teniendo asà con ellos una relación perfecta, oyendo ellos su voz, en su carne sagrada, en su Hijo, en donde no hay pecado jamás.
Además, nuestro Padre celestial necesitaba derramar de su amor infalible de su corazón santÃsimo, como cuando su Hijo Jesucristo fue inmolado desde la fundación del mundo ante huestes angelicales, dándole vida a su nuevo reino, en donde no hay
pecado jamás, pero Él necesitaba derramarlo enteramente sobre la carne sin pecado de Isaac, y asÃ, tú seas enriquecido cada dÃa junto con tus amados. Entendiendo que, en donde el pecado no existe entonces tú gozaras riquezas cotidianas de nuestro
Padre celestial, entregadas ya por Él no solamente a Adán y a Eva y a cada hijo suyo de Israel y de las familias de las naciones, y asÃ, ellos vivan una vida enriquecida, honrándolo a Él y su santo nombre sobre el monte santo de Jerusalén, en Canaá
n.
Verdaderamente, nuestro Padre celestial necesitaba su corazón santÃsimo muriendo cada dÃa: oÃr y ver por el bienestar de sus hijos, pero era imposible, porque ellos vivÃan en la carne pecadora y en el espÃritu de error, cuando ellos necesitaban
estar en la carne sagrada y en su EspÃritu Santo, para oÃr el llamado a que sus hijos amados regresen a la gloria celestial pronto. Ciertamente, fue importante para nuestro Padre celestial inmolar a su Hijo Jesucristo desde la fundación del mundo ante
glorias angelicales, derramándolo enteramente luego sobre Canaán últimamente, porque las naciones necesitaban ver, cómo Él sufrió con su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo ver a Adán y a sus hijos abandonando su corazón herido en el paraÃso,
para que todos regresen a casa a consolarlo.
Considerando que, nuestro Padre celestial necesitaba a sus hijos de Israel y de las familias de las naciones regresando a Él y su dulce hogar, como el paraÃso, pero ellos tenÃan que hacerlo asà únicamente en la carne sagrada, que su Hijo Jesucristo
nacido como Isaac del vientre estéril de Sarah—de otro modo, es imposible para sus hijos ver vida nuevamente con Él. Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba a sus hijos, empezando con Adán y Eva, regresando a su dulce hogar por su corazón
santÃsimo y grandes bendiciones, que jamás dejo de amarlos, mas bien, su amor por ellos creció mucho más que antes, que Él gime por tenerlos de regreso a Él nuevamente, cuanto antes mejor, y asÃ, Él jamás verlos alejarse de Él.
Sin embargo, para nuestro Padre celestial hacerlo todo posible, entonces, Él necesitaba a su Hijo Jesucristo nacido en Canaán del vientre estéril de Sarah, por el EspÃritu Santo, porque Él definitivamente derramarÃa del amor infalible de su corazó
n santÃsimo por sus hijos sobre su carne sagrada, que jamás pecarÃa, ofendiéndolo, además, Él necesitaba llenar a Canaán con sus riquezas asombrosas—enriqueciéndote a ti siempre. Riquezas, poderes y glorias nacidas del corazón santÃsimo de
nuestro Padre celestial, herido por ver a Adán y Eva con sus hijos vivir en una tierra diferente al paraÃso, porque el deseo de su corazón fue siempre vivir con sus hijos glorias de su vida eterna, en donde dulzuras de su corazón santÃsimo por todos
ellos pueden manifestarse grandemente, como nunca antes.
Ya que, nuestro Padre celestial aun puede recordar esas glorias de dÃas eternos y gloriosos de su vida eterna vivida con Adán y Eva junto con la esperanza de vivir con sus hijos naciendo en el paraÃso, como ángeles santÃsimos, porque Él necesitaba
reemplazar a los que Lucifer habÃa engañado, siguiéndole a él en su rebelión en contra de su santo nombre fuegos. Estos hijos que iban a nacer de Adán y Eva, serian ángeles santÃsimos, perfectos y amorosos, asà como Él lo es siempre,
reemplazando los ángeles que Lucifer habÃa hecho que pequen en contra de su santo nombre fuegos, y estos hijos naciendo como ángeles eres tú con los tuyos para amarlo a Él por poderes de su corazón santÃsimo siempre, empezando ahora mismo—
bautizado.
Por eso, es que tú tienes que bautizarte en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, como Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacobo, en donde tú renacerás perfecto y santo, asà como Él lo es siempre en la gloria celestial, amándote
con su corazón santÃsimo que jamás te ha abandonado hasta hoy, a pesar de tus muchos pecados. Visto que, nuestro Padre celestial amarÃa vivir contigo y con tus amados esos dÃas gloriosos del paraÃso, en donde Él realmente vivió su vida eterna,
amando a sus hijos grandemente, que no solamente son Adán y Eva, pero tú también junto con tus amados, vecinos y amistades de las familias de las naciones, que necesitan todos ellos regresar a su dulce hogar ahora mismo.
Ya que, esos fueron dÃas maravillosos y gloriosos que nuestro Padre celestial nunca los olvidara, porque Él finalmente estaba viviendo con sus hijos nacidos de su imagen para vivir a semejanza de su Hijo Jesucristo, que es su cuerpo glorificado de la
carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre expiatoria, en donde su santo nombre fuegos es honrado por una eternidad entera. Ciertamente, estos dÃas fueron maravillosos y gloriosos, que nuestro Padre celestial le gustarÃa tenerlos de regreso
a Él, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo en su reino angelical, como el paraÃso, pero esto fue imposible inicialmente, porque Adán y sus hijos comieron del fruto prohibido, por ende, Él necesitaba rescatarlos de la carne pecadora, haciendo asÃ
que ellos regresen a Él sin pecado.
A tiempo, nuestro Padre celestial creó cielo y tierra, y asÃ, Él pueda tener a sus hijos regresando a Él, pero sin carne pecadora y sin espÃritu de error, que Adán y Eva les dieron a ellos, comiendo del fruto prohibido, por ende, Él escogió a
Canaán, en donde Él tiene a sus hijos regresando a vivir nuevamente esos dÃas maravillosos y gloriosos del paraÃso. Verdaderamente, Canaán es el paraÃso en la tierra, porque nuestro Padre celestial te necesita regresando al paraÃso en la gloria
celestial con tus amados, vecinos y amistades del mundo entero, pero esto es imposible, porque el paraÃso, en donde Adán y Eva vivieron con Él está lejos de ti, pero Canaán está cerca, bautizado en agua, tan cerca como la bañera en tu hogar.
Entendiendo que, nuestro Padre celestial ahora tenÃa que derramar su corazón santÃsimo enteramente sobre su Hijo Jesucristo nacido como Isaac del vientre estéril de Sarah, por poderes del EspÃritu Santo, y asÃ, Él derramar sobre su carne sagrada y
sangre expiatoria poderes del Juramento a Isaac, ayudando a sus hijos, como hoy en dÃa, regresándolos al paraÃso nuevamente, pero desde Canaán primero. Aquà es cuando, nuestro Padre celestial llamó a Abraham con Isaac al monte santo de Jerusalén,
descansando sobre el Moriah (como tres dÃas de camino, sobre una mula), ofreciendo a su único hijo Isaac, como ofrenda encendida a Él en la gloria celestial, porque Él estaba por derramar el sacrificio continuo de su Hijo Jesucristo en Canaán, y asÃ
, tú tengas salvación eterna siempre.
Definitivamente, poderes del corazón santÃsimo de nuestro Padre celestial, que nacieron en Él, por su amor infalible hacia Adán y Eva junto con sus hijos, nacidos de su imagen y alma viviente para amar, servir y adorarlo a Él y a su santo nombre
fuegos eternamente sobre el monte de Sion, en Canaán, conquistando asà Él mismo riquezas, glorias y poderes nunca antes vistas. Inicialmente, Canaán fue escogido, en donde no solamente nuestro Padre celestial se sentarÃa a su Mesa santa, comiendo
del pan y vino con Abraham y sus hijos adoptados (comprados de extraños por dinero), para que su Hijo Jesucristo sea Isaac con la carne sagrada y la sangre expiatoria con vida eterna, y asÃ, sus hijos regresen enriquecidos, como tú, comiendo de su pan
siempre.
Puesto que, nuestro Padre celestial necesitaba a sus hijos, como Adán y Eva e hijos viviendo en sus generaciones en la tierra, regresen a Él, pero que ellos regresen con su carne sagrada, huesos inquebrantables y sangre expiatoria llena de vida eterna,
y asÃ, ellos sean sus hijos legÃtimos, viviendo riquezas de su misma vida, victoriosos sobre Satanás, pecados y muerte en Canaán infinitamente. Considerando que, nuestro Padre celestial habÃa tenido la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la
sangre expiatoria nacidos de Él, por poderes del EspÃritu Santo, como Isaac del vientre estéril de Sarah y luego Isaac nuevamente y con su nombre Jesucristo de la hija virgen de David, y asÃ, tú sólo conozcas el amor infalible de su corazón santÃ
simo, prosperidad, alegrÃas y riquezas inagotables.
Francamente, en la carne sagrada de Isaac, entregada a nosotros enteramente, es copia perfecta de lo que nuestro Padre celestial es de pies a cabeza, para que tú seas su hijo legÃtimo, bautizado ya en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre,
dejando asà tú de ser copia de la vida pecadora de Lucifer y de sus pobrezas interminables en la tierra. Realmente, bautizado en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, como Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacobo, entonces, tú será
s perfecto y santo, asà como nuestro Padre celestial lo es en la gloria angelical, retornando finalmente la copia de vida pecadora y de pobreza que tú habrás recibido de Lucifer, descendiendo siempre hacia el infierno tormentoso, eternamente maldecido.
Verdaderamente, bautizado en agua, entonces, tú habrás renacido de pies a cabeza como nuestro Padre celestial, es decir, que tú serás, asà como Él lo es en su imagen, alma viviente, mente, cuerpo y EspÃritu Santo junto con caracterÃsticas de Él,
como su sabidurÃa personal, inteligencia y otros poderes, creciendo en ti en tu vida, en la eternidad y en la gloria celestial infinitamente. Es decir, también que bautizado en agua, entonces tú habrás renacido no solamente en la carne sagrada y en
la sangre expiatoria que nacieron de Él como Isaac, por poderes del EspÃritu Santo, y asÃ, tú seas siempre una copia de Él perfecta en la tierra y en el cielo, pero igualmente, tú estarás viviendo en tierra santa infinitamente, como Canaán, su
paraÃso: ¡Enriqueciéndote!
Por ello, Canaán te reconocerá a ti, asà como nuestro Padre celestial es perfecto y santo en la gloria celestial y en la tierra, porque Canaán únicamente reconoce su carne sagrada y su sangre expiatoria, que tú habrás recibido de su Hijo
Jesucristo, que es Isaac, y asÃ, tú seas bendecido, prosperado y enriquecido, en donde sea que tú vivas en toda la tierra. Definitivamente, Canaán solamente reconoce los bautizados en agua, como musulmanes, budistas, hindús, taoÃstas, cristianos,
judÃos y toda religión terrenal, porque Canaán ignora toda carne o estilo de vida de las naciones, jamás compatibles con la carne sagrada y sangre expiatoria de nuestro Padre celestial, porque nacieron de Él, por el EspÃritu Santo, para que tú
seas increÃblemente rico, asà como Él lo es infinitamente.
Realmente, ya bautizado en agua, entonces, tú serás perfecto y santo, asà como nuestro Padre celestial lo es en la gloria celestial ante su Hijo Jesucristo, su EspÃritu Santo y huestes angelicales, porque tú empezaras a vivir su vida eterna en tu
tierra natal, y las riquezas de Canaán serán parte de tu diario vivir, bendiciéndolo todo en tu contorno siempre. Firmemente, nuestro Padre celestial derramó enteramente su corazón santÃsimo sobre el cuerpo glorificado de Isaac, como su carne sin
pecado, los huesos inquebrantables y la sangre expiatoria para que sus hijos regresen a su vida eterna nuevamente, pero vestidos con sus riquezas asombrosas: honrando, glorificando y exaltándolo a Él y a su santo nombre fuegos en Canaán y en toda la
tierra para siempre.
Es decir, que ya bautizado en agua, entonces, tú estarás ante nuestro Padre celestial en su carne sangrada y su sangre expiatoria, en donde Él siempre ha mantenido sus Diez Mandamientos en perfecta santidad, además, su santo nombre fuegos junto con dÃ
as Sabatinos estarán eternamente santificados, por ende, su perfecta voluntad florece en tus dÃas sin fallarte a ti jamás hasta la eternidad. Ciertamente, tú estarás haciendo su perfecta voluntad en tu diario vivir, asà como en el cielo, porque la
carne sagrada y la sangre expiatoria de nuestro Padre celestial no solamente es su personalidad enteramente en ti, de pies a cabeza, pero igualmente, es su perfecta voluntad en tu vida cumplidamente, ascendiendo hacia glorias celestiales, eternamente
justificado, haciendo ya su voluntad perfecta hacia la eternidad.
Verdaderamente, en su carne sin pecados y su sangre expiatoria nacida de nuestro Padre celestial, por poderes del EspÃritu Santo, entonces, Él será el SANTÃSIMO, como tu Padre natal, viviendo en ti, porque únicamente Él logra su voluntad perfecta
en ti, asà como con ángeles del cielo, porque es Él siempre haciendo: milagros, maravillas y señales en los cielos y en la tierra siempre. Además, nuestro Padre celestial necesita enriquecerte a ti con su carne sin pecados y su sangre expiatoria
llena de vida eterna, que es únicamente amor, riquezas, glorias y prosperidad para ti, tus amados, vecinos y amistades, porque Él está decidido a enriquecerte para enriquecer la tierra entera, dado que Él descenderá pronto para quedarse contigo y
con sus riquezas que siempre van creciendo infinitamente.
Además, estas son riquezas, poderes, glorias y honores jamás tocadas por el pecado de Lucifer y su rebelión, porque han nacido del corazón santÃsimo de nuestro Padre celestial, únicamente para ser gozadas por su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo,
que es en cada hombre, mujer, niño y niña, renacidos todos ellos del bautismo en agua, viendo vida nuevamente en Canaán, como ahora mismo. Puesto que, nuestro Padre celestial junto con poderes de su Juramento a Isaac, derramados sobre la carne
sagrada y sangre expiatoria de Isaac, igualmente Él derramó aquellos dÃas maravillosos y gloriosos y eternos que Él habÃa vivido personalmente con Adán y Eva en el paraÃso, para luego Él vivirlos nuevamente con sus hijos, pero bautizados junto
con sus amados, empezándolo todo nuevamente en Canaán.
Ya que, estos dÃas maravillosos y gloriosos y eternos, que nuestro Padre celestial vivió con Adán y Eva, y esperanzado que Él mismo los vivirÃa también nuevamente aquellos dÃas contigo y con tus amados, porque estabas supuesto de haber nacido en
el paraÃso, entregándole asà diariamente a Él amor, gozos, alegrÃas y riquezas de tu corazón, heredas de Él en ti, bautizado en agua. Verdaderamente, estos dÃas maravillosos y gloriosos y eternos, que nuestro Padre celestial vivió, gozándolos
con Adán y Eva enteramente, mientras, aún cuando eran ellos perfectos y santos, asà como Él siempre lo ha sido en la eternidad con su Hijo Jesucristo, su EspÃritu Santo y sus ángeles, entonces Él va a vivirlos nuevamente contigo también, aquellos
dÃas gloriosos, pero en Canaán, bautizado en agua.
Sin duda, estos son dÃas maravillosos y eternos del paraÃso, que nuestro Padre celestial amarÃa grandemente vivirlos contigo, tus amados, vecinos y amistades mundialmente, asà como Él los vivió con Adán y Eva en su perfecto amor, santidad, alegrÃ
as y salud interminable, porque Él ya ha restaurado la salud de sus hijos sobre el monte Sion, en Canaán, sanando a su Hijo Jesucristo primero. Realmente, cuando su Hijo Jesucristo fue clavado a Israel antiguo, convertido en un árbol con las familias
de las naciones del pasado y del futuro, entonces, Él quitó el pecado del mundo, con él, entregándonos perfecta salud para ser distribuida en cada hombre, mujer, niño y niña al invocar su santo nombre fuegos, clavado al madero sobre el monte Sion,
en Canaán, eternamente.
Si la verdad se dijera: nosotros tenemos ya perfecta salud de nuestro Padre celestial con su Hijo Jesucristo clavado a su cruz, porque: sanó a Israel antiguo junto con las naciones del pasado y del futuro, entonces, nosotros podemos gozar de perfecta
salud igualmente, asà como ángeles y familias del reino angelical, y asÃ, le sirvamos a Él siempre libres del mal, empezando hoy. Obviamente, fue importante para nuestro Padre celestial tener a Abraham sacrificando tres carneros con sus mitades
opuestas una a otra junto con dos aves sin cortar sobre la roca de salvación, salpicadas con sangre expiatoria, porque regresarÃa con su antorcha encendida, ardiendo en sus manos, y asÃ, quitar el pecado de Canaán y del mundo entero, porque sus hijos
regresarÃan a casa nuevamente postreramente.
Porque el madero que nuestro Padre celestial llevaba en sus manos era para expiar, juzgar y perdonar cada pecado que las naciones cometieron en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, para que sus hijos nazcan sin pecado alguno, como á
ngeles santos, empezando con Isaac, porque Él estaba decidido a vivir nuevamente esos dÃas gloriosos del paraÃso en la tierra postreramente. Entendiendo que, con estos tres carneros sacrificados, que nuestro Padre celestial llamó a Abraham a
sacrificarlos sobre la roca de salvación con sus mitades opuestas una a otra junto con dos aves sin cortar, salpicados con sangre expiatoria, fue para tener a sus hijos, empezando con Isaac, naciendo en Canaán sin pecado, como Jacobo su primogénito
junto con los patriarcas de Israel e hijos.
Por eso, bautizado en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, como Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacobo, entonces, tú instantáneamente renaces con la carne sagrada y con el EspÃritu Santo lleno de vida eterna junto con poderes
del Juramento a Isaac para que su perfecta voluntad sea en tu vida siempre—enriqueciéndote asà progresivamente, empezando hoy. Por ende, los hijos de Jacobo nacieron lejos de Canaán, como en tierra extrajera, Egipto, porque: ellos iban a seguir
naciendo para recoger los pecados de las familias de las naciones del pasado y del futuro; entendiendo que, al cumplirse los cuatrocientos años, entonces, ellos serÃan liberados para caminar hacia el Mar Rojo, bautizándose en agua: Entonces ellos
abandonaron pecados del mundo entero, eternamente.
Visto que, al cumplirse los cuatrocientos años, entonces, nuestro Padre celestial llamó a Moisés desde el Monte Sinaà para recibir su santo nombre fuegos, como Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacobo, porque ahora ellos tenÃan que ir al
bautismo en agua del Mar Rojo, abandonando los pecados del mundo entero en el lecho marino para siempre. Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba abandonar la carne pecadora y el espÃritu de error por la carne sagrada y el EspÃritu Santo, en donde
Él vive con ellos siempre, ejecutando poderes disponibles a Él, logrando asà grandes milagros, maravillas y señales por el desierto del SinaÃ, conquistando el corazón de la tierra y Canaán finalmente, convirtiendo la tierra entera en su nuevo
reino venidero.
En el Mar Rojo, Israel antiguo abandonó todos los pecados de las familias de las naciones del pasado y del futuro: entendiendo que, ellos necesitaban no solamente recogerlos con poderes del Juramento a Isaac, pero igualmente, ellos tenÃan que ser
bautizados con ellos, abandonando asà todo pecado en el lecho marino para no verlos jamás en la humanidad entera por una eternidad entera. Visto que, este es el bautismo, que nuestro Padre celestial necesitaba a Israel antiguo ejecutarlo, que habÃa
recogido no solamente los pecados de las familias de las naciones del pasado y del futuro, como tus pecados y los de tus amados, por ejemplo, y asÃ, ellos mismos abandonarlos todos en el Mar Rojo, luego destruirlos enteramente en un dÃa de Canaán,
para siempre.
Por ende, bautizados del Mar Rojo, entonces, Israel antiguo abandonó la carne pecadora por la carne sin pecados, que necesitaba pasar por el desierto del SinaÃ, ejecutando rituales y ceremonias de perfecta santidad del Juramento a Isaac: expiando,
juzgando y cubriendo cada pecado con sangres de corderos, pecados abandonados por ellos debajo del agua, para que las naciones vivan nuevamente, pero sin pecar jamás. Por el desierto del SinaÃ, Israel antiguo recibió de nuestro Padre celestial el
tabernáculo de reunión con su Lugar SantÃsimo para expiar, juzgar y cubrir cada pecado abandonando en el bautismo del Mar Rojo por ellos mismos, para descender luego al corazón de la tierra, que era el Valle de los huesos secos, rescatando la tierra
entera últimamente de su muerte eterna.
Realmente, nuestro Padre celestial trabajo con Israel antiguo por el desierto, haciendo de todo, para expiar, juzgar y cubrir pecados cometidos por las naciones en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, porque desde el corazón de la
tierra, ellos se tornarÃan en una semilla, plantada en Canaán para ser el árbol santificando su santo nombre fuegos en perfecta santidad infinitamente. Esta semilla, en la diestra de nuestro Padre celestial fueron sus hijos prometidos de Israel
cautivos de Egipto por cuatrocientos años, bautizados del Mar Rojo, entonces en ciudadanos legÃtimos de Canaán se convirtieron, caminando asà por el desierto para descender luego a otra cautividad nuevamente, pero esta vez a postes del infierno,
congregaron las naciones para Canaán con perfecta salvación finalmente para siempre.
A tiempo, Israel antiguo tenia que descender al Valle de los huesos secos victorioso en contra de mentiras, maldiciones, pobreza, enfermedades y muerte de Satanás, conquistando puertas enemigas y ciudades de las familias de las naciones del pasado y del
futuro también, convirtiéndose en una semilla, como árbol, como la cruz santificando su santo nombre fuegos sobre toda la tierra eternamente. Francamente, nuestro Padre celestial tuvo a Israel antiguo renaciendo del Valle de los huesos secos, como
hijos legÃtimos para entrar al reino angelical y a su vida eterna, eternamente justificados y enriquecidos con su roca de salvación, entregada a Abraham inicialmente para sacrificar tres carneros con dos aves sin cortar, salpicadas con sangre
expiatoria, y asÃ, Isaac nazca sin relación al pecado en Canaán.
Por lo tanto, Isaac nació sin pecado, entonces, la casa entera de Israel igual, porque ellos nacen con vida eterna junto con los mandamientos de Israel y de Moisés en su estado virgen, para regarlos entre las familias de las naciones, pero únicamente
cuando están bautizados en agua, llenando asà la tierra entera con poderes, dulzuras y glorias sin fin para siempre. Por lo cual, todo Israel fue llamado por nuestro Padre celestial a amarlo a Él siempre con su santo nombre fuegos sobre el monte santo
de Jerusalén, en Canaán, y asÃ, Él finalmente bendecirlos, enriqueciéndolos con riquezas interminables de su EspÃritu Santo, que Él mismo ya derramó sobre Isaac, y asÃ, ellos sean el gozo de su corazón santo en la tierra para siempre.
Realmente, al tener nuestro Padre celestial a Abraham conduciendo tres sacrificios junto con dos aves sin cortar sobre la roca de salvación, entonces, fue por Isaac, Jacobo y los patriarcas de Israel nazcan luego—sin embargo, para que Israel antiguo
entre a Canaán, entonces, ellos necesitaban pasar por tres sacrificios igualmente, pero esta vez, fue Isaac sacrificado sobre ellos, naciendo asà la nueva tierra. Mejor dicho, Isaac nació en Canaán por Jacobo y doce patriarcas israelÃes luego, por
los tres sacrificios de Abraham sobre la roca de salvación junto con dos aves sin cortar, salpicadas con sangre expiatoria, empero: Israel antiguo nació en cautiverio egipcio para pasar postreramente por tres de sus hermanos condenados sobre el monte
Sion, entrando finalmente liberados a Canaán por la sangre expiatoria del MesÃas.
Por eso, hoy en dÃa, una vez tú bautizado en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, como Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacobo clavado a su cruz sobre el monte santo de Jerusalén, en Canaán, entonces, su EspÃritu Santo te
levantara a ti hacia allá arriba a recibir tu salvación, declarándote: ¡santo y perfecto para siempre! Realmente, tú te habrás convertido en hijo de nuestro Padre celestial, porque tú bautizado: recibirás su carne sin pecados y su sangre
expiatoria, nacidas exclusivamente de Él para ti, amándote apasionadamente, por poderes del EspÃritu Santo, regresando asà a Él: conociendo de su amor infalible, gozos y alegrÃas interminables con tus amados en la tierra y en la gloria angelical
por una eternidad entera. ¡Amén!
Isaac’s SACRED-FLESH was born from our FATHER for you to see eternal life without sin on earth forever:
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