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Sábado, 15 de Agosto, 2020 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica
(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)
El PADRE clavó su corazón santo: amándote a ti junto con su Hijo JESUCRISTO sobre su CRUZ: enriqueciéndote al instante infinitamente:
Afectuosamente: Nuestro Padre celestial creó los cielos y la tierra, porque Él necesitaba vivir con sus hijos en su nuevo reino, en donde el pecado no existe infinitamente, por ende, Él inmolo a su único Hijo Jesucristo, como su Cordero, desde antes
de la fundación del mundo, y asÃ, Él derramar su vida eterna victoriosa sobre Satanás, la muerte y el pecado perpetuamente. Por eso, es que cuando Adán y Eva pecaron en contra de Él y su santo nombre fuegos, porque ellos comieron del fruto
prohibido, del árbol de la ciencia del bien y del mal, entonces, Él tenia que transportarlos del paraÃso a vivir en la tierra, como desde donde Él tomo un puñado de polvo para cubrir sus almas vivientes con carne.
Realmente, nuestro Padre celestial creó los cielos y la tierra con sangre expiatoria de su Hijo Jesucristo, llenando asà la tierra con su vida, dándole vida a sus hijos, pero igualmente, creó las cosas amorosamente, y asÃ, ellos las gocen todo con
dulzura: Dulzura tornando no solamente el corazón de la tierra en su amor eterno, pero también en su dulce hogar eterno, en Canaán. Sin embargo, Lucifer junto con sus ángeles caÃdos siempre observaban, cómo ellos no solamente atacarÃan a nuestro
Padre celestial pero también a su Hijo Jesucristo y a su EspÃritu Santo al atacar a sus hijos nacidos de su imagen, para vivir conforme a semejanza de su Hijo, que es la carne sagrada, como Templo para su santo nombre fuegos en la tierra para siempre.
Además, nuestro Padre celestial tenÃa que haber tenido a su Hijo Jesucristo inmolado antes de la fundación del mundo, y asÃ, Él derramar su sangre expiatoria sobre él, tierra creada, poblándola con sus hijos nacidos de su imagen, viviendo a
semejanza de su Hijo, como el cuerpo glorificado honrando su santo nombre fuego eternamente y con sus Diez Mandamientos entregados últimamente a ellos por Moisés. Por lo tanto, Lucifer tenÃa conocimiento hasta cierto grado, de cómo nuestro Padre
celestial crearÃa sus nuevos ángeles, pero él falló en conocer realmente cómo, empero, él podÃa ver que Adán y Eva habÃan sido creados y eso seguirÃa el nacimiento de sus hijos, por ende, su nuevo reino estaba siendo formado—y él tenÃa que
bloquearlo o ser parte de él.
Ciertamente, Lucifer habÃa engañado a un tercio de las huestes angelicales, además, hizo que Eva creyese en la serpiente, como amiga, para comer del fruto prohibido, pecando asà ante nuestro Padre celestial y su santo nombre fuegos, y asÃ, su Hijo
Jesucristo y el EspÃritu Santo junto con huestes angelicales fieles fallen en honrarlo, por la presencia del pecado en el cielo. Sin embargo, aunque Lucifer hizo que no solamente Eva y Adán junto con sus hijos coman del fruto prohibido, para que ellos
vivan eternamente en pecado en contra de nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, pero, él falló en entender su corazón santÃsimo, repleto e su amor infalible, además, listo para derramar su misma vida por ellos, si fuese
necesario.
No obstante, Lucifer estaba decidido no solamente a contaminar la gloria angelical con sus pecados y rebelión, pero igualmente la tierra entera, empezando en el paraÃso, y asÃ, nuestro Padre celestial falle en tener su reino, que soñaba gozarlo en el
futuro, libre del pecado para siempre vivir con sus hijos con su amor asombroso, gozos, paz y alegrÃas sin fin en la eternidad. Aunque Lucifer habÃa contaminado con pecado y rebelión a Adán y a Eva en el paraÃso junto con la tierra entera, porque de
ella, Él tomó un puñado de polvo para cubrir sus almas vivientes con carne, entonces, él decidió contaminarla con sangre también, para que la tierra sea una maldición hacia sus hijos esperando por Él descender con su reino últimamente.
Por eso, Lucifer encontró a CaÃn, sin poder acercarse a Abel su hermano, para que CaÃn lo mate, asà como él habÃa presentado su cordero, ofreciéndolo hacia nuestro Padre celestial, entonces, la sangre recibida por nuestro Padre en el reino
angelical, inmediatamente, Él vea la tierra manchada por la sangre de Abel, maldecida junto con su humanidad entera por el pecado de CaÃn. Ahora, Lucifer tenÃa que haber tenido a CaÃn matando a su hermano Abel, por sacrificar un cordero ante nuestro
Padre celestial, buscando bendición para él en la tierra, asà como siempre lo hizo hasta aquellos dÃas, por ende, por la sangre ofrecida para bendecir la gloria angelical, inmediatamente, su propia sangre tenÃa que derramarse a tierra, maldicié
ndola para CaÃn y para la humanidad entera.
Eventualmente, Lucifer tenÃa que tener a CaÃn matando a Abel, porque él derramó la sangre del cordero, que realmente complació a nuestro Padre celestial y el reino angelical junto con su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, que Lucifer sintió, que
habÃa sido una victoria total en contra de él, entonces, derramando la sangre inocente del justo Abel, maldecirÃa la tierra por generaciones venideras. Esta fue venganza de Lucifer sobre Abel y aquellos ofreciendo sacrificios ante nuestro Padre
celestial, para que dejen de hacerlo más, porque Lucifer y sus ángeles caÃdos sentÃan derrota total, cuando la sangre expiatoria complacÃa el corazón del Padre celestial, porque: como nuestro Padre, Él fue herido ver a Adán y a Eva pecando
perpetuamente—por ello la sangre expiatoria calmaba su dolor para siempre.
Consiguientemente, Lucifer logró maldecir la tierra entera, cuando CaÃn derramaba la sangre justa de Abel en ella, convirtiéndolo todo en un sacrificio, que uno de los suyos habÃa llevado a cabo con su propia carne y sangre, tornando la tierra en una
maldición eterna no solamente para CaÃn y la humanidad entera, pero igualmente para que nuestro Padre celestial jamás logre su dulce hogar. Sin embargo, nuestro Padre celestial tenÃa un plan poderoso, que Lucifer falló en entenderlo, y esto es, que
su Hijo amado, Jesucristo, fue inmolado antes de la fundación del mundo, que lo único que Él tenÃa que hacer, era transferirlo desde la gloria angelical hacia la tierra, revertiendo asà la maldición de ella por CaÃn y la humanidad entera.
Francamente, nuestro Padre celestial llevaba en su corazón santÃsimo a su Hijo Jesucristo sacrificado desde antes de la fundación del mundo, que Él tenÃa que transferirlo a tierra: derramándolo enteramente sobre su altar en Canaán, y asÃ, Él
finalmente derrame de su corazón amoroso sobre sus hijos, resucitándolos a todos, viviendo nuevamente, pero con riquezas, glorias, poderes y santidades jamás tocadas por el pecado. Sin embargo, para hacerlo todo asÃ: entonces, nuestro Padre celestial
necesitaba encontrar a alguien dispuesto a oÃr y creer en sus palabras de vida, haciendo posible este proyecto poderoso en los últimos dÃas, y asÃ, Él salvar no solamente a CaÃn y la humanidad, pero igualmente la tierra entera, convirtiéndola en
tierras hermosas con paz y dulzuras sin fin para sus hijos vivir eternamente.
Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba convertir las maldiciones en la tierra, que CaÃn habÃa causado después de haber matado a su hermano Abel, porque Él necesitaba convertir la tierra entera en un lugar de grandes bendiciones, digno de
recibir su dulce hogar, y asÃ, vivir eternamente amado por sus hijos de Israel y de las familias de las naciones, empezando en Canaán. Considerando que, después que CaÃn habÃa derramado la sangre de Abel, entonces, nuestro Padre celestial oÃa la
voz de la sangre, llamándolo a Él para que haga justicia por él, perdonando a su hermano CaÃn por haberlo asesinado, haciendo que pecados, maldiciones y violencia invadan la tierra desde el infierno tormentoso, porque los demonios se alegraron de ver
sangre inocente derramarse a tierra.
Ahora, nuestro Padre celestial tenÃa que revertir estos pecados, maldiciones y violencias, que CaÃn habÃa causado al derramar la sangre de su hermano a tierra, causando problemas en las familias de las naciones, con solamente tener su Cordero inmolado
desde la fundación del mundo presente en Canaán, y para esto Él necesitaba a Abraham sacrificando tres carneros sobre su roca de salvación. Por eso, es que fue importante para nuestro Padre celestial tener a Abraham sentándose con Él a su Mesa
santa junto con sus 318 hijos adoptados (comprados con dinero de extraños), porque ellos tenÃan que comer de su Hijo Jesucristo el pan y vino, y asÃ, ellos reciban la carne sagrada que honra su santo nombre fuegos en la tierra por una eternidad entera.
Históricamente, Lucifer junto con sus ángeles caÃdos y la muerte atacaba a su santo nombre fuegos en la gloria celestial, y asÃ, controlar no solamente el reino angelical, pero igualmente sus hijos nacidos de su imagen para vivir conforme a semejanza
de la carne sagrada de su Hijo Jesucristo, como el cuerpo glorificado, el único Templo honrando su santo nombre por una eternidad entera. Realmente, cuando Eva junto con Adán y sus hijos comieron del fruto prohibido, entonces, ellos mataron a su
Cordero, abandonando su fruto de vida del paraÃso, haciendo que ellos desciendan a la tierra, además, Lucifer hizo que CaÃn matara a su único hermano Abel, incrementando asà pecados en contra del santo nombre de nuestro Padre celestial, para que
Canaán jamás sea su dulce hogar.
Legalmente, nuestro Padre celestial necesitaba revertir lo que Lucifer junto con sus ángeles caÃdos habÃa hecho no solamente en contra de Adán y sus hijos en el paraÃso, pero igualmente, Él necesitaba deshacer el pecado de CaÃn, cuando mataba a su
hermano justo Abel, contaminando la tierra, haciendo imposible que el Padre viva en su dulce hogar con sus hijos, eternamente enriquecidos para siempre. Por consiguiente, nuestro Padre celestial necesitaba sentarse a su Mesa santa para comer del pan y
vino de su Hijo Jesucristo, sirviéndolo él diariamente a los ángeles del cielo, manteniéndolos asà a todos ellos santos para gloria de su santo nombre fuegos, por ende, su Hijo amado tenia que hacer lo mismo con Abraham y las familias de las
naciones, empezándolo todo en Canaán.
Verdaderamente, nuestro Padre celestial necesitaba a su Hijo Jesucristo naciendo como Isaac del vientre estéril de Sarah, porque Él enviarÃa a su EspÃritu Santo a su vientre enfermo, convirtiéndolo en su corazón santÃsimo para que todo Israel
nazca, empezando con Isaac, porque su Cordero derramarÃa su sangre expiatoria, deshaciéndose asà del pecado de CaÃn en contra de su único hermano Abel en la tierra. Desdichadamente, CaÃn siendo malvado en contra de su único hermano Abel, atacá
ndolo a él, matándolo, para derramar su sangre inocente a tierra, contaminándola con su pecado para que nuestro Padre celestial falle en tener a sus hijos naciendo en su imagen y en su semejanza santÃsima del corazón de la tierra, entonces, Canaán
jamás seria asà su dulce hogar en la eternidad venidera.
Eventualmente, nuestro Padre celestial tendrÃa a sus hijos naciendo del vientre estéril de Sarah, convertido en su corazón santÃsimo, por el EspÃritu Santo, y asÃ, no solamente Israel antiguo nacerÃa en generaciones venideras, empezando con Isaac,
pero igualmente, Isaac nuevamente, como su Hijo Jesucristo y Cordero en Canaán, derramando su sangre expiatoria de vida eterna, para que sus hijos vivan eternamente enriquecidos postreramente. Realmente, nuestro Padre celestial seguirÃa teniendo a sus
hijos naciendo del vientre estéril de Sarah, por el EspÃritu Santo, porque: Isaac serÃa primero y ultimo por nacer en Canaán; y asÃ, por pecados de sus hermanos, rebeliones y cegueras derramarÃa su sangre expiatoria a tierra, deshaciéndose del
pecado de CaÃn en contra de su único hermano Abel, bendiciendo la tierra entera nuevamente por fin.
Oportunamente, nuestro Padre celestial tuvo a su Hijo Jesucristo naciendo como Isaac de Sarah, por el EspÃritu Santo, convirtiendo su vientre en su corazón santÃsimo, naciendo asà Isaac primero y luego último del vientre virgen de la hija de David,
finalmente derramado su sangre expiatoria victoriosa sobre Satanás, la muerte y el infierno por sus hermanos y hermanas de Israel y de la humanidad entera. Legalmente, nuestro Padre celestial necesitaba limpiar la tierra del pecado, por dentro y por
fuera, es decir, convertir el corazón de la tierra santÃsimo, como el suyo no solamente para tener a todo Israel antiguo renaciendo en su carne sagrada, como el cuerpo glorificado de Isaac, que derrotó a Satanás y la muerte, pero igualmente, honra su
santo nombre fuegos por una eternidad entera.
Definitivamente, fue importante para nuestro Padre celestial que su Hijo Jesucristo nazca como Isaac del vientre estéril de Sarah, tornándolo en su corazón santÃsimo, por el EspÃritu Santo, naciendo de él sus hijos con carne sagrada, honrando su
santo nombre fuegos eternamente; además, Él derramó su juramento a Isaac, como su perfecta voluntad para con Israel y las naciones, bendiciendo la tierra entera nuevamente. Además, nuestro Padre celestial necesitaba derramar su perfecta voluntad de
su corazón santÃsimo sobre Isaac, que fue no solamente para Jacobo, como su primogénito en Canaán, y asÃ, sus hijos sean uno con él, como su primogénito también, pero renaciendo luego, como primogénito del corazón de la nueva tierra, convertida
como su corazón santÃsimo, entrando asà a vida eterna, eternamente justificados todos ellos.
Nuestro Padre celestial necesitaba derramar de su amor infalible de su corazón santÃsimo para con sus Hijos, entonces, naciendo Isaac para que Israel sea su nación dorada, viviendo en poderes, bendiciones y riquezas de su Juramento a Isaac, convirtié
ndolos en el pueblo más feliz para que glorias interminables de su santo nombre fuegos, desplieguen dulzuras cotidianas hacia las familias de las naciones siempre. Por lo tanto, cuando Isaac nació, entonces, el Templo del santo nombre fuegos de nuestro
Padre celestial fue establecido en Canaán para honrarlo grandemente, y asÃ, las familias de las naciones lo amen, sirvan y alaben, porque ellos deben adorar su santo nombre fuegos sobre el monte santo de Jerusalén, en Canaán, y hasta que el reino
celestial descienda finalmente, quedándose con nosotros eternamente.
Verdaderamente, nuestro Padre celestial necesita a cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las familias de las naciones, bautizados en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, y asÃ, ellos alaben su santo nombre fuegos en la carne
sagrada, que su Hijo Jesucristo victorioso sobre Satanás y la muerte, entonces, lograrÃan que la gloria celestial descienda a la tierra últimamente. Además, nuestro Padre celestial nos ha entregado poderes cotidianos en el Juramento a Isaac,
derramados enteramente en el cuerpo glorificado de Isaac, porque Él necesitaba descender al corazón de la tierra pronto no solamente, convirtiéndolo en su corazón santÃsimo, pero igualmente, deshacer la maldad de CaÃn, cuando mataba a su único
hermano Abel, asà como Israel lo harÃa postreramente con su único hermano Jesucristo.
Legalmente, nuestro Padre celestial necesitaba deshacerse del pecado de CaÃn, ejecutado en contra de su único hermano Abel, justo en su presencia santÃsima, maldiciendo la tierra entera por su muerte sangrienta, por ende, Él hizo que Israel mate a su
único hermano justo Jesucristo, derramando su sangre expiatoria revirtió el pecado de CaÃn en contra de Abel, tornando la tierra entera en dulzura eterna. Evidentemente, fue importante para nuestro Padre celestial no solamente tener a su Hijo
Jesucristo nacido como Isaac del vientre estéril de Sarah, por el EspÃritu Santo, pero igualmente sus hijos prometidos, y asÃ, Él pueda vivir con ellos de Israel y de las familias de las naciones, visto que Él necesitaba encontrar el pecado, si
existÃa alguno, pero no encontró ningún pecado jamás en ellos.
Entendiendo que, el pecado falla en existir en poderes del Juramento a Isaac, por ende, Él puede vivir su vida eterna con sus hijos del pasado y del futuro, observando siempre su amor infalible siempre desarrollándose en ellos, además, ve glorias,
riquezas, santidades y alegrÃas asombrosas conquistadas ya, perpetuamente honrando, glorificando y enriqueciendo su santo nombre fuegos sobre el monte Sion, en Canaán. Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba ver a sus hijos de Israel y de las
naciones en carne sagrada, como el cuerpo glorificado de Isaac, pero, esta vez, nacido del vientre virgen de la hija de David: derrotando a Satanás, pecados, la muerte, el infierno sobre el monte Sion, derramando su sangre expiatoria últimamente, asÃ
como la sangre de Abel inicialmente, bendiciendo la tierra entera eternamente.
Ciertamente, fue importante para nuestro Padre celestial tener a Abraham e Isaac ascendiendo al monte santo de Jerusalén, descansando en el Moriah, porque Él necesitaba su vida eterna, vivida ya con cada hijo suyo, vivirla ahora con Él, su Hijo amado
y su EspÃritu Santo en la gloria angelical, entonces, bautizado tú entras a Canaán a vivir enriquecido para siempre. Puesto que, nuestro Padre celestial necesitaba empezar a gozar de su vida eterna, vivida ya con Abraham junto con su Hijo Jesucristo,
como Isaac y su EspÃritu Santo, y asÃ, Él mismo gozarla con sus hijos, sumergidos en agua, emergiendo inmediatamente del Jordán con Él y con su EspÃritu Santo, caminando hacia cada riqueza por una vida entera, empezando en tu hogar.
Realmente, nuestro Padre celestial tuvo a Abraham conduciendo tres sacrificios y con sus mitades opuestas una a otra junto con dos aves sin cortar sobre la roca de salvación, salpicados con sangre expiatoria, entonces, fue asÃ, para luego regresar con
su árbol, como sus hijos de Israel y de las naciones: expiando, juzgando y perdonando nuestros pecados, logrando asà una vida enriquecida grandemente siempre. Aquà es cuando, nuestro Padre celestial le manifestó a Abraham, que sus hijos vivirán en
una tierra extranjera, Egipto, porque ellos bendecirÃan a Egipto grandemente e igualmente las familias de las naciones, protegiéndolos por poderes del Juramento a Isaac y con sus siete años de riquezas, después de experimentar siete años de hambruna
de parte de Satanás, y hasta cumplir cuatrocientos años.
Legalmente, la casa entera de Israel iba a nacer en el cautiverio, para vivir allà por cuatrocientos años, recogiendo pecados de las familias de las naciones, que tenÃan que ser llevados al bautismo del Mar Rojo, invocando la perfecta santidad de su
nombre, abandonando asà todo pecado en el lecho marino, para no volverlos a ver jamás en la eternidad venidera. En otras palabras, lo que nuestro Padre celestial habÃa hecho con Israel antiguo, después de recoger pecados de las naciones, porque jamá
s se bautizaron en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, fue para bautizarse por ellos en el Mar Rojo: bautizados ya, Israelitas caminaron victorioso hacia el corazón de la tierra sobre Satanás, pecados y la muerte con salvación eterna
para todos.
Ya que, nuestro Padre celestial necesitaba hundir el pecado no solamente en el lecho marino del Mar Rojo, pero igualmente en el infierno tormentoso, porque Él estaba decidido a remover las familias de las naciones del sufrimiento de su culpa por sus
pecados y por haber fallado en bautizarse en agua, bautismo que los hubiera liberado de la perdición eterna del infierno. Empero, nuestro Padre celestial necesitaba ya a Israel antiguo viviendo en el cautiverio egipcio por cuatrocientos años,
recogiendo pecados, cometidos en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, bautizado Israel y con poderes del Juramento a Isaac alcanzó el corazón de la tierra, conquistando puertas del enemigo y sus ciudades, finalmente resucitando con
la humanidad entera en Canaán con salvación eterna.
Visto que, nuestro Padre celestial necesitaba tener a Israel antiguo nacido ya en el cautiverio egipcio de cuatrocientos años, caminando por el desierto del SinaÃ, después de haber abandonado pecados del mundo entero en el bautismo del Mar Rojo,
porque ahora ellos eran ciudadanos legÃtimos de Canaán, poseyendo riquezas, enriqueciendo asà el corazón de la tierra enteramente, convirtiéndolo en su nueva tierra insultantemente bendecida. Además, nuestro Padre celestial necesitaba el Valle de
los huesos secos, conocido como puertas del infierno también, que recibió de CaÃn la sangre justa de su único hermano Abel, tornándolo en su corazón santÃsimo, recibiendo asà la sangre expiatoria del hermano único de Israel (nacido del vientre
virgen) Jesucristo, revertiendo finalmente la maldición de la tierra en bendición, poder y riquezas por ti hoy.
Por eso, nuestro Padre celestial puede recibir a cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las familias de las naciones por el bautismo en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, como Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacobo,
recibiéndolos Él mismo en Canaán, renacidos en la carne sagrada, en donde Él ya ha perdonado todo pecado. Realmente, nuestro Padre celestial ha perdonado tus pecados de todo Israel y de las naciones, y lo único que debes hacer para recibir estas
bendiciones, riquezas, sanidad y poderes asombrosos de alegrÃas interminables, entregadas a ti ya enteramente de Él, es por el bautismo en agua, renaciendo instantáneamente en su mundo que no morirá en la eternidad, y este es Canaán hoy en dÃa.
Ya que, esta es la carne de Isaac que nació en Canaán del vientre estéril de Sarah, convertido en su corazón santÃsimo, por poderes del EspÃritu Santo, y asÃ, tú tengas un cuerpo glorificado, bautizado en el rÃo Jordán, pero también, ha
derrotado a Satanás, ángeles caÃdos y la muerte, para que tú vivas sus riquezas por una eternidad, empezando en Canaán. Considerando que, cuando nuestro Señor Jesucristo le dijo a Israel: nadie conoce al Padre excepto el Hijo y nadie conoce al Hijo
excepto el Padre—por lo tanto, la carne de Isaac junto con su sangre expiatoria y llena de vida eterna, descendió a Canaán, y asÃ, tú poseyéndola vivas su misma vida, enriquecida ya, conociendo únicamente su amor infalible, riquezas y alegrÃas
insondables.
Verdaderamente, nuestro Padre celestial desde la gloria celestial observa a Canaán, sentando en su Silla Misericordia, cerca de la cruz, en donde su Hijo Jesucristo clavado a Israel y las naciones su santo nombre fuegos fue honrado infinitamente—por
ende, porque la cruz recibió el cuerpo glorificado para Israel y la humanidad, entonces, su nombre es honrado en ellos, en ti y en la eternidad. Ciertamente, tú ya has honrado su santo nombre fuegos, asà como tus antepasados junto contigo, como sus
hijos de generaciones futuras, fuiste parte de la semilla, plantada por nuestro Padre celestial en Canaán, y asÃ, tú nazcas para recibir su santo nombre clavado a ti junto con su Hijo Jesucristo, derramando su sangre expiatoria sobre la cruz, honrá
ndolo infinitamente en carne sin pecados siempre.
Sin embargo, para que tú recibas bendiciones de nuestro Padre celestial hoy, porque Él ya te ha bendecido junto con tus amados, como los del pasado y del futuro en su cruz, entonces, tú debes bautizarte en agua, invocando su santo nombre, abandonando
la carne pecadora y el espÃritu de error por la carne de Isaac, y asÃ, tú vivas diariamente enriquecido, enriqueciéndote infinitamente. Definitivamente, nuestro Padre celestial está mirando a Canaán, para amarlo, bendecirlo y enriquecerlo, pero
igualmente, Él sigue observando a sus hijos, como tú y yo bautizados en agua al invocar la santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo para abandonar la carne pecadora por la carne sagrada, en donde su santo nombre es honrado
infinitamente, empezando en tu casa hoy.
Esto significa, que nuestro Padre celestial se preocupa por ti, tus amados, vecinos y amistades desde la gloria celestial, porque Él está siempre observando a Canaán, para amarlo, bendecirlo y enriquecerlo, pero igualmente, Él está constantemente
asegurándose, que tú siempre seas amado, bendecido y enriquecido por Él, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo con sus huestes angelicales, enviadas a ti permanentemente. Además, esto siempre será posible para que nuestro Padre celestial
constantemente observe a Canaán y a ti también junto con tus amados, vecinos y amistades del mundo entero, porque Él es fiel a su Juramento a Isaac, derramado desde su corazón santÃsimo en Canaán y sobre la carne sin pecados, que tú recibes
instantáneamente bautizado en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre.
Es decir, también que no importa tu religión o creencia: nuestro Padre celestial ya te ha amado, bendecido y enriquecido infinitamente a ti junto con tus amados en su Hijo Jesucristo que nació inicialmente del vientre estéril de Sarah como Isaac, por
el EspÃritu Santo, y asÃ, tú vivas protegido del pecado de Satanás, sus ángeles caÃdos, gente malvada y del infierno para siempre. Sin embargo, Satanás junto con sus ángeles caÃdos, gente malvada, como satanistas, y la muerte del infierno no
quieren que tú conozcas estas verdades escondidas, ellos necesitan mantenerte hundido en tinieblas, para que tú vivas con males preparados por ellos: robándote, matándote y destruyéndote sin que tú te des cuenta jamás, de que tú ya has sido
enriquecido infinitamente por el cielo.
Por eso, es que tú tienes que bautizarte en agua en la bañera de tu hogar, llenándola de agua, sumergiéndote en ella, emergiendo inmediatamente del rÃo Jordán en Canaán, porque tú te habrás arrepentido de tus pecados, abandonándolos con sus espÃ
ritus inmundos, operando en contra de tu vida sin que tú te des cuenta de ello jamás, haciéndote maldades cada dÃa y siempre. Verdaderamente, cuando tú fallas en invocar la perfecta santidad de su nombre, su Hijo y su EspÃritu, bautizándote en tu
bañera, entonces, tú estarás admitiendo que la carne pecadora opere con espÃritus inmundos alrededor de ti, atacándote a ti y a tus amados, y asÃ, tú jamás conocerás que tú ya has sido infinitamente amado, bendecido, protegido y enriquecido en
su carne sin pecados.
Además, nuestro Padre celestial conoce la voluntad de Satanás: atacando siempre a sus hijos con espÃritus inmundos, ya seas tú musulmán, budista, hindú, cristiano, hebreo o cualquier otra religión mundana, por ende, Isaac nació de su naturaleza
divina, por el EspÃritu Santo, y asÃ, tú vivir amado, bendecido y protegido en su carne sin pecados de males del infierno hasta que su reino venga. Por eso, es que es importante que tú no solamente seas bautizado en agua en la bañera de tu hogar,
piscina, rÃo, lago o playa, pero tú tienes que hacerlo pronto, eliminando asà todos estos espÃritus inmundos, operando en contra de ti y de los tuyos, vecinos y amistades, por ello, ve que ellos sean bautizados también, especialmente niños.
Realmente, cuando tú ves cosas terribles sucediendo en tu entorno, como inseguridad, asaltos, robos, peleas, violencias sin razón alguna y accidentes de vehÃculos y maquinaria en el trabajo, entonces, esto significa que tú no te has bautizado en agua,
bautismo que enviara todo espÃritu inmundo al infierno, operando en contra de ti y de los tuyos, sin que te des cuenta de nada jamás. Amorosamente, nuestro Padre celestial nos ha entregado una salvación poderosa, al tener no solamente a Israel
naciendo en el cautiverio egipcio, recogiendo nuestros pecados por cuatro siglos para abandonarlos en el Mar Rojo, invocando la perfecta santidad de su nombre, pero igualmente, ellos fueron por el desierto: expiando, juzgando y cubriendo nuestros pecados
finalmente con la sangre expiatoria del Rey MesÃas, Jesucristo, en Canaán.
Ciertamente, nuestro Padre celestial nos ha entregado una salvación asombrosa, al tener a su Hijo Jesucristo nacido como Isaac inicialmente, como cordero de Abraham para que él sea declarado santo y perfecto eternamente sobre el monte Sion, descansando
en el Moriah, pero igualmente, Él nos entregó conocimiento de Él con sabidurÃa infinita, inteligencia, poderes y sanidad en Canaán, y asÃ, nosotros le sirvamos siempre. Empero, Satanás está en Canaán con familias satanistas, embrujando a
familias Israelitas y judÃas, porque él no permite que cada hombre, mujer, niño y niña de las familias de las naciones conozca, empezando en Israel, que ellos ya han sido bendecidos poderosamente en la carne de Isaac, en donde su santo nombre fuegos
es honrado por una eternidad, empezando, únicamente contigo también bautizado ya.
Seriamente, nuestro Padre celestial nos ha entregado una salvación poderosa no solamente para nuestro corazón, mente, cuerpo y espÃritu humano, pero también junto con todo ello glorias, poderes y riquezas interminables, por su Hijo Jesucristo y su
EspÃritu Santo, pues, tenemos en Canaán: abundante conocimiento de Dios, sabidurÃa, inteligencia, riquezas, sanidad, leche y miel, paz llena de alegrÃas y dulzuras para la tierra entera. Legalmente, poderosas bendiciones vienen junto con nuestra
salvación, que nuestro Padre celestial nos ha entregado por su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo clavado a Israel y las naciones, salvándonos, además, nos entregó conocimiento de Él, sabidurÃa, inteligencia, poderes, leche y miel, que lo tenemos
todo en abundancia en Canaán, pero solamente cuando Satanás y sus familias satanistas abandonen tierra santa de Canaán.
Presentemente, Satanás con las familias satanistas en Canaán, significa importantes brujerÃas para él, los ángeles caÃdos y la muerte que apuntan a devastar a Israel y la tierra entera, y asÃ, Israel reciba al falso MesÃas, Satanás disfrazado
como judÃo, pero igualmente, tener familias de las naciones creyendo que él es el MesÃas, finalmente engañándolos hasta que todos ellos descienden al infierno perdidos. Sin embargo, bautizado, tú escaparas artimañas de Satanás, sus ángeles caÃ
dos, la muerte y el infierno, porque sumergido en agua, entonces, tú habrás abandonado la carne pecadora con el espÃritu de error por la carne sin pecados y su EspÃritu Santo, viviendo asà eternamente bendecido en el cuerpo glorificado de Isaac, en
donde tú eres amado, bendecido, enriquecido y protegido para una eternidad entera.
Es decir, también que nuestro Padre celestial te ha declarado a ti perfecto y santo, asà como Él lo es eternamente con su Hijo Jesucristo, su EspÃritu Santo y sus huestes angelicales, porque la carne sin pecado junto con su sangre expiatoria nació
de Él cien por cien por su EspÃritu, por ende, todo lo que el Padre tiene entonces está en ti también infinitamente. Considerando que, todo lo que nuestro Padre celestial es como el Dios Todopoderoso, tú lo encontraras en la carne sin pecado, es
decir, que Él copió todo lo que Él es en Isaac y en su sangre expiatoria, y asÃ, cuando tú eres bautizado, entonces, Él te recibe a ti perfecto y santo, asà como Él lo es en la gloria celestial, y para siempre.
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