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    From valarezo@21:1/5 to All on Fri Feb 14 17:02:50 2020
    Sábado, 15 de Febrero, 2020 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica


    (Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)



    La CRUZ, eres Tú con tus AMADOS, como DULCE HOGAR del PADRE siempre:


    El tiempo llegó, cuando nuestro Padre celestial tenía que llamar a Moisés al monte Sinaí, porque él tenía que recibir de Él no solamente su santo nombre fuegos, como el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacobo, pero igualmente, él
    tenía que recibir el madero, que son sus hijos de Israel y de las naciones. Este es el árbol, que nuestro Padre celestial junto con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo habían traído a Abraham inicialmente, mientras sentado estaba afuera de su
    tienda y con su esposa Sarah dentro de ella, para que él reciba a sus hijos prometidos de Israel y de las naciones, porque: su santo nombre fuego seria clavado a ellos postreramente.


    Realmente, al monte Sinaí, nuestro Padre celestial llamó a Moisés para que lidere a toda la casa de Israel hacia el bautismo en agua del Mar Rojo, para ir por el desierto del Sinaí a conquistar Canaán, pero desde el corazón de la tierra primero,
    porque Él tenía que conquistarla toda ella antes de conquistar a todo Canaán, como su dulce hogar, perpetuamente. Preocupado, Moisés le dijo a nuestro Padre celestial: Usted me está enviando a los hijos de Israel para dejarles saber que Usted ha
    descendido a salvarlos a todos ellos del cautiverio egipcio que han sufrido por cuatrocientos años ya, y si ellos me dicen: nuestro Dios no te ha aparecido a ti, entonces, me tendrán todos ellos como engañador.


    Visto que, Israel no ha oído de Usted por cuatrocientos años, y de pronto yo les estoy diciendo que el Dios de nuestros ancestros se me ha aparecido, sobre el monte Sinaí, entonces, ellos fallaran en creerme, aunque yo les entregue su nombre, como el
    Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacobo— quizá—ellos no me crean a mí. Indiscutiblemente, han sido muchos años ya desde la última vez que Usted les hablo a nuestros antepasados—ellos probablemente se burlen de mí y Usted fallara
    en tenerlos viniendo hacia Usted, porque Usted ha dicho, que Usted ha descendido a salvarlos a todos ellos del cautiverio egipcio para llevarlos a una nueva tierra, en donde ellos lo conocerán a Usted al fin, para siempre.


    Ellos ciertamente fallaran en creer que yo lo he visto a Usted sobre el monte Sinaí, aunque Usted me ha entregado su santo nombre, que jamás se lo entrego a ninguno antes en la gloria angelical ni en la tierra entre las naciones—y de pronto yo se los
    estoy entregando a ellos—ellos pues me pueden rechazar y hasta desterrarme de sus tierras. Entonces, nuestro Padre celestial le dijo a Moisés: ¿Qué tienes en tu mano? Y Moisés le dijo un palo tengo en mis manos. Nuestro Padre celestial le dijo, tí
    ralo al suelo y se tornara en una serpiente ya lista para atacar y morder. Moisés, pues, soltó el madero, cayendo al suelo, así como nuestro Padre celestial se lo había dicho. De pronto, se tornó el madero en una serpiente, buscándolo a él para
    atacarlo y morderlo, así como el Padre se lo había advertido.


    Asustado, Moisés empezó a correr, alejándose de la serpiente, cuando se acercaba la serpiente con su lengua silbando lista para atacar y morderlo a él. Nuestro Padre celestial entonces le dijo a Moisés, acércate a ella, con cuidado, y agárrala de
    su cola—entonces, volverá a ser ella un palo en tus manos nuevamente, como antes, y así, tú la lleves a Israel para mostrarle a Faraón mis poderes. Con certeza, este es el árbol que nuestro Padre celestial le había traído a Abraham inicialmente,
    llamándolo a conducir tres carneros sacrificados sobre la roca de salvación con sus mitades opuestas una a otra junto con dos aves sin cortar, salpicados con sangres expiatorias, y así, Él mismo empiece a expiar, a juzgar y a perdonar pecados del
    mundo entero inmediatamente, y para siempre.


    Ya que, nuestro Padre celestial necesitaba tener a su Hijo Jesucristo naciendo como Isaac del vientre estéril de Sarah, por poderes del Espíritu Santo, y sin relación al pecado, y así, Él pueda derramar su voluntad perfecta con su naturaleza divina
    sobre sus hijos enteramente, para que ellos se tornen en su dulce hogar en la tierra, finalmente en Canaán, para la eternidad. Entendiendo también, que el árbol que estaba en las manos de Moisés, no era solamente los hijos de Israel, pero igualmente
    las familias de las naciones de la humanidad entera, que necesitaba recibir su santo nombre fuegos con clavos de bronce sobre el monte santo de Jerusalén, en Canaán, salvándolos del pecado, maldiciones, muerte y del infierno tormentoso en un solo día.


    Ciertamente: Este madero, que nuestro Padre celestial le había dicho a Moisés que lo tire al suelo, entonces, se tornó en una serpiente, porque esta era una de las serpientes que necesitaba morder a toda la casa de Israel después de haber conducido
    rituales y ceremonias del Juramento a Isaac, para que todos ellos desciendan finalmente al corazón de la tierra. Entonces, nuestro Padre celestial le dijo a Moisés, esconde tu mano en tu camisa, y haciéndolo así, entonces, su mano cubría con lepra:
    seguidamente se le dijo, que la sacara afuera nuevamente—y cuando lo hizo—inmediatamente, su mano estaba limpia de lepra—y así, él entienda, que Él estará siempre en control de todo lo que él iba hacer por Él en Israel.



    Aquí es cuando, nuestro Padre celestial le dijo a Moisés, que los hijos de Israel iban a creer a cada palabra, que Él le enviara a él, revelándosela a ellos, porque si ellos fallasen en creer en el madero convirtiéndose en culebra, cayendo en
    tierra, entonces, ellos creerán al ver su mano sanada de lepra al instante. Entonces, Moisés le dijo a nuestro Padre celestial, que: si él iba a los israelitas con su santo nombre fuegos, entregado a él junto con el madero para convertirse en una
    serpiente al caer a tierra, además, manifestarles su mano cubierta de lepra, para luego mostrársela nuevamente sana de lepra—y si ellos aun no creen—entonces ¿qué debo hacer yo después?


    Bien, nuestro Padre celestial le dijo, si los israelitas aun fallan en creer, que yo te he entregado mi santo nombre fuegos junto con la madera, que se puede convertir en culebra, emergiendo del infierno tormentoso y su cautividad eternal, además, ellos
    fallan en creer que tu mano cubierta de lepra, pero de pronto sana del mal—entonces ve al río Nilo. Del Nilo, tú toma agua de él para regarlo por doquiera ante los ojos de todos ellos, entonces el agua se tornará en sangre, que ellos no podrán
    negar que tú habrás realizado milagros poderosos ante ellos en mi nombre, entregado a ti para que Israel lo posea siempre, y así, sean ellos liberados de sus enemigos al fin, para siempre.


    Sangre expiatoria, que nuestro Padre celestial no solamente tuvo a Moisés salpicándola sobre los dinteles y postes de hogares israelitas, pero igualmente, por el desierto del Sinaí para que sean liberados del cautiverio egipcio, del pecado, de la
    muerte y del Valle de los huesos secos, finalmente derramándola nuevamente de su Hijo Jesucristo con salvación eterna desde el monte Sion, en Canaán. Esta es la sangre del Nilo, que nuestro Padre celestial necesitaba empezar a salpicarla sobre todo
    Egipto, y así, Él continuar derrotando a Satanás y a sus ángeles caídos que ya estaban listos con Faraón y con sus oficiales, planeando, como destruir a toda la casa de Israel, porque los cuatrocientos años de cautiverio estaban por concluir
    finalmente.


    Aquí es cuando, nuestro Padre celestial pudo realizar aún mayores milagros ante los ojos de Faraón y de su gente, pero igualmente, ante Moisés y toda la casa de Israel, porque ellos necesitaban conocer, que ellos habían recibido un nombre muy
    poderoso, que cambiara el mundo entero eventualmente, empezando desde el Mar Rojo, mirando hacia Canaán al fin, para siempre. Además, nuestro Padre celestial necesitaba a toda la casa de Israel, invocando la perfecta santidad de su santo nombre fuegos,
    al entrar en el Mar Rojo, porque esta era la cantidad de sangre expiatoria de corderos, que los sacerdotes levitas iban a derramar a la entrada del tabernáculo de reunión: expiando, juzgando y cubriendo cada pecado de alrededor del mundo entero, para
    siempre.


    Realmente, nuestro Padre celestial estaba dispuesto a llevar a toda la casa de Israel por el desierto del Sinaí no solamente para entrar a Canaán, pero primeramente con cada hombre, mujer, niño y niña descendiendo al Valle de los huesos secos, como
    ciudadanos de Canaán, recogiendo las naciones para que sean una sola semilla, plantada por la diestra del Padre celestial hacia la eternidad. Seguidamente, después que Israel había abandonado el bautismo del Mar Rojo, abandonando finalmente pecados de
    la humanidad entera junto con la carne pecadora y el espíritu de error por la carne sagrada y el Espíritu Santo, entonces, Él trabajo con todos ellos, como ciudadanos legítimos de Canaán, y así, Él mismo expiar, juzgar y perdonar todo pecado del
    mundo entero con perfecta salvación eterna.


    Visto que, nuestro Padre celestial solamente puede trabajar con cada uno de sus hijos de la casa de Israel y de las familias de las naciones, cuando están bautizados en agua, invocando la santidad perfecta de su nombre, como el Dios de Abraham, el Dios
    de Isaac y el Dios de Jacobo, emergiendo así del Jordán en Canaán, perpetuamente enriquecidos, para siempre. Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba a cada hombre, mujer, niño y niña de Israel antiguo, probando aguas amargas de Mara, porque
    las naciones fallaron en usarlas en sus bautismos en agua, invocando la santidad perfecta de su nombre, que ángeles siempre se los llevaron a todas sus familias por toda la tierra, para que escapen de la muerte, del pecado y del infierno tormentoso.


    En las aguas amargas de Mara, la casa de Israel se quejó nuevamente en contra de Moisés, porque sedientos estaban, y ellos fallaban sin conocer qué hacer entonces, y necesitaban que Moisés les provea agua para beber inmediatamente o regresar a Egipto,
    salvándose así de morir, porque ellos no veían agua por aquellos días largos y calientes del desierto. Aquí es, cuando nuestro Padre celestial le dijo a Moisés, sígueme, para enseñarle a él, el mismo madero, que Él le había traído a Abraham,
    como los hijos prometidos de Israel, que él iba a heredar, empezando con Isaac, pero igualmente, las familias de las naciones de todas las generaciones de la tierra, y así, él endulce las aguas amargas con él.


    Además, Moisés aún tenía en sus manos el madero, que se había convertido en una serpiente, cuando cayó a tierra ante los egipcios y los israelitas, observándolo, pero igualmente, golpeó con él el río Nilo, tornando sus aguas en sangre, haciendo
    imposible para que los egipcios la beban—hasta que abrieron nuevos pozos, como nuevas fuentes de agua pura. Ciertamente, Moisés estaba realmente preocupado por la necesidad de obtener agua, que todo Israel antiguo sentía en aquel momento, que él
    empezó a pensar, hasta por donde nuestro Padre celestial lo estaba llevando a él junto con los israelitas por el desierto del Sinaí, porque él sabía, que él iba hacia a Canaán, pero sin agua, era imposible llegar hasta allá.


    En verdad, Moisés consideraba sobre las palabras que él había pensado antes ante nuestro Padre celestial, como cuando le dijo: O Señor, envía a quien debes de enviar para liberar a tus hijos de la casa de Israel, para que ellos escapen de su larga
    cautividad egipcia, porque yo realmente no puedo hablar las palabras que tú quisieras, decírselas a ellos siempre. Indudablemente, una profecía que nuestro Padre celestial, por su Espíritu Santo, hizo que Moisés le hablase a Él así, porque él
    estaba ante Él, como el Dios Todopoderoso e Israel en cautiverio por pecados del mundo entero, y Él lo enviaba, como Moisés, un mero hombre, en lugar de su Hijo Jesucristo con palabras del Juramento a Isaac, sanándolos a todos con salvación duradera.


    Aquí es, cuando nuestro Padre celestial se enojó con Moisés, porque Él lo había llamado a él para que lleve su santo nombre fuegos junto con sus palabras, manifestándolas no solamente a Israel, pero igualmente a faraón y a sus oficiales, para que
    ellos sean liberados del cautiverio egipcio finalmente, porque Él necesitaba a sus hijos convertidos en ciudadanos legítimos de Canaán inmediatamente. Sin embargo, Moisés le había dicho a nuestro Padre celestial, que Él debía enviar al que Él ya
    había escogido, enviándolo inmediatamente entre sus hijos de Israel, para que él mismo los libere con su santo nombre fuegos, pero igualmente con sus palabras de vida del Juramento a Isaac, que necesitaban en todo ser cumplidas enteramente en Canaán,
    salvando a todos sus hijos postreramente.


    Aquí, Moisés le dijo a nuestro Padre celestial, lo que realmente Él necesitaba hacer con su Hijo Jesucristo en Israel, liberándolos por poderes del juramento a Isaac, derramado sobre él, como su Hijo amado ya en el madero, Isaac sobre el monte Sion
    inicialmente, descansando en el Moriah, para que él (Moisés) escape de la tremenda obra y responsabilidades, siguiéndole a él siempre. Esto sucedió, cuando nuestro Padre celestial tuvo a Moisés, pidiéndole, que enviase a su Hijo Jesucristo a
    liberar a sus hijos de la casa de Israel, pero igualmente a las familias de las naciones yaciendo ya en el infierno tormentoso, porque él (Jesucristo) era el único que realmente podía hablar de su santo nombre fuegos y de su palabra viva del Juramento
    a Isaac.


    En otras palabras, lo que Moisés le estaba diciendo a nuestro Padre celestial, fue que él era solamente un mero hombre comparado con su Hijo Jesucristo, que había recibido poderes del Juramento a Isaac, por ende, Él debía enviar a su Hijo para
    liberar a sus hijos Israelitas, pero igualmente las naciones, porque él lo haría todo sin relación al pecado para siempre. Es decir, también que cuando nuestro Padre celestial le entregó a Moisés su santo nombre fuegos junto con sus palabras de
    vida, que Él mismo le había entregado para que se las diga a Israel y a faraón y sus oficiales, entonces fue para que dejen ir a sus hijos al desierto, conduciendo rituales y ceremonias de perfecta santidad antes de conquistar Canaán.


    Rituales y ceremonias del Juramento a Isaac, que Israel antiguo necesitaba para ir al desierto del Sinaí, ejecutándolos con nuestro Padre celestial, el Espíritu Santo y el Ángel del SEÑOR, que es su Hijo Jesucristo, para que su santo nombre fuego
    descienda a Canaán inmediatamente, y así, su Hijo amado en su carne sagrada destruya la muerte al fin para siempre. Por lo tanto, fue Moisés ya llamando a nuestro Padre celestial a que envíe a su Hijo Jesucristo a liberar a sus hijos de la casa de
    Israel del cautiverio egipcio, pero igualmente, para que él nazca entre sus hermanos y hermanas con su carne sagrada y el Espíritu Santo, liberándolos así de morir, y finalmente ellos mismos conquisten a Canaán con salvación perfecta postreramente.


    Ahora, nuestro Padre celestial se enojó con Moisés, pidiéndole: a que envíe a su Hijo Jesucristo hacia una misión peligrosa, en donde seria rechazado, humillado y finalmente muerto en una manera terrible, que Él jamás lo soñó así ni menos lo
    pensó, verlo sufrir tanto para salvar a sus hijos del pecado, maldiciones, enfermedades, pobreza y muerte de Satanás en el infierno tormentoso. Ciertamente, nuestro Padre celestial se enojó con Moisés, por sugerirle: a que envíe a su unigénito a
    salvar a sus hijos israelitas del cautiverio egipcio en vez de él, porque únicamente su Hijo Jesucristo puede realmente hablar de la perfecta santidad de su santo nombre fuegos, además, él puede poner sus palabras de vida en sus corazones, mentes y
    espíritu humano de todos ellos.


    En otras palabras, cuando Moisés le sugirió a nuestro Padre celestial enviar aquel escogido que debería liberar a sus hijos del cautiverio egipcio, entonces, Él vio el nacimiento, vida, sufrimiento, agonía y muerte de su unigénito en Israel, que É
    l quería castigar a Moisés, así como su unigénito lo seria postreramente, viendo su sangre expiatoria derramándose, entonces el Señor se alejó de él inmediatamente. Nuestro Padre celestial se lanzó en contra de Moisés, cuando él iba con su
    familia, montando en su burro y su carreta que llevaba a sus hijos, entonces, cuando un hijo suyo era circuncidado, su sangre salpicó, inmediatamente, su esposa Séfora le dijo: tú eres un esposo de sangre Moisés—entonces el Señor lo dejo solo,
    caminando hacia sus hijos israelitas en Egipto.


    Además, nuestro Padre celestial necesitaba a cada hombre, mujer, niño y niña, bautizado en el Mar Rojo, manifestando poderes del Juramento a Isaac en ellos, como ciudadanos legítimos de Canaán, y así, Él pueda expiar, juzgar y perdonar cada pecado
    del mundo entero, pero igualmente, descender al corazón de la tierra, conquistando así finalmente glorias de Canaán, para que se manifiesten siempre. Ya que, nuestro Padre celestial fallaría realmente en conquistar su tierra escogida, en donde Él no
    solamente tendrá a sus hijos de Israel naciendo por el Espíritu Santo por generaciones futuras, pero igualmente de las familias de las naciones, y así, ellos lo conozcan a Él en Canaán únicamente antes de ascender a la gloria celestial, eternamente
    justificados y enriquecidos, para siempre.


    En otras palabras, nuestro Padre celestial tiene que haber tenido ya una relación personal con sus hijos de Israel y de las naciones en Canaán antes de ascender a su gloria celestial, para vivir eternamente bendecidos con Él, su Hijo Jesucristo, su
    Espíritu Santo y sus huestes angelicales, por ende, bautizado cada uno es ya conocido en Canaán desde el cielo arriba. En la medida que, una vez que uno ha sido bautizado ya en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, como el Dios de Abraham,
    el Dios de Isaac y el Dios de Jacobo, entonces, uno mismo emerge desde el Jordán en Canaán, para ser conocido por las huestes angelicales antes de entrar a la gloria celestial eternamente enriquecido.


    Además, nuestro Padre celestial necesitaba el corazón de la tierra conquistado junto con familias de las naciones antiguas yaciendo en el infierno tormentoso, pero con sus hijos renacidos ya del bautismo del Mar Rojo, como ciudadanos legítimos de Cana
    n, renaciendo todos ellos juntos en Canaán con la carne sagrada, para ser su madero en su altar, clavados a su santo nombre fuego perpetuamente. Sólo así, nuestro Padre celestial obtuvo a cada hombre, mujer, niño y niña, quemándose en el infierno
    tormentoso, regresando a vivir nuevamente por el bautismo del Mar Rojo, invocando su santo nombre fuego, entonces, ellos se tornaron en una semilla, renaciendo como un árbol, protegido por Dios mismo en Canaán, así como protege a su familia divina en
    la gloria angelical siempre.


    Realmente, todos de tu familia del pasado, presente y futuro, están ya integrados en la carne sagrada que ha expiado, juzgado y cubierto pecados con sangres expiatorias de carneros, pero igualmente, la sangre derramada de su Hijo Jesucristo desde Canaá
    n, su dulce hogar, como la nueva tierra enriquecida ya contigo, viviendo así siempre una vida bendecida, floreciendo en su altar, amándote a ti fielmente siempre. Ciertamente, nuestro Padre celestial únicamente trabaja con sus hijos de Israel y de las
    familias de las naciones, renacidos del bautismo en agua, invocando la perfecta santidad de su santo nombre fuegos, y así, ellos abandonen la carne pecadora y el espíritu de error por la carne sagrada y el Espíritu Santo, en donde Él hace sus
    milagros—uno tras otro continuamente en ellos.


    Visto que, esto era lo que nuestro Padre celestial necesitaba hacer con sus hijos de Israel, bautizados del Mar Rojo, como sus hijos legítimos y ciudadanos de Canaán, para que ellos sean su perfecta voluntad junto con su naturaleza divina por el
    desierto del Sinaí y hasta que ellos fueron mordidos por serpientes venenosas, haciéndolos sangrar: descendiendo al corazón de la tierra finalmente. Ya que, nuestro Padre celestial necesitaba reunir las familias de las naciones del pasado, presente y
    del futuro con la carne sagrada de la casa de Israel, que ya había sido bautizada en el Mar Rojo, pero igualmente, habían conducido rituales y ceremonias de perfecta santidad del Juramento a Isaac, y así, todos ellos también sean ciudadanos legí
    timos de Canaán para la eternidad.


    Considerando que, nuestro Padre celestial legalmente necesitaba tener a cada alma viviente, renacido del bautismo en agua, invocando la santidad perfecta de su nombre, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, y así, ellos empiecen a vivir con Él en
    riquezas, glorias y honores de perfectas santidades por toda una eternidad venidera antes de entrar a su gloria angelical, eternamente enriquecidos y justificados. Legalmente: únicamente así nuestro Padre celestial puede salvar no solamente a cada
    hombre, mujer, niño y niña de Israel, que sean convertido en ciudadanos de Canaán con el bautismo en agua del Mar Rojo, pero igualmente, cada familia de las naciones yaciendo ya en el infierno tormentoso junto con sus hijos, viviendo en generaciones
    futuras, y así, Él bendecirlos siempre cada día en Canaán.


    Amorosamente, nuestro Padre celestial, por el Juramento a Isaac, ha derramado no solamente todo su corazón santísimo de su amor, gozo, paz, riquezas, glorias y honores para sus hijos de Israel, pero igualmente, las familias de las naciones, y así,
    ellos sean parte de su dulce hogar, en su nueva tierra, creada por Él debajo de Canaán, para la eternidad. A tiempo, nuestro Padre celestial tuvo a todo Israel bautizado en agua del Mar Rojo, para que sean sus hijos y ciudadanos legales de Canaán por
    el desierto del Sinaí, descendiendo al Valle de los huesos secos, como tales, recogiendo con la carne sagrada y rituales y ceremonias del Juramento a cada nación sobre el monte Sion, salvándolos, bendiciéndolos y justificándolos eternamente.


    Efectivamente, fue únicamente con amor, fe, voluntad y poderes de nuestro Padre celestial que tuvo que derramarlos de su corazón santísimo sobre la carne sagrada y la sangre expiatoria de Isaac, liberando así no solamente a Israel de todo enemigo,
    pero también las familias de las naciones, recogidas en Canaán, mientras yacían ya en el infierno, y así, ellas vivan nuevamente pronto, eternamente. Entendiendo que, nuestro Padre celestial ha derramado su perfecta voluntad y naturaleza divina
    enteramente de su corazón santísimo, otorgándonos vida eterna y riquezas interminables, llevándonos hacia glorias, honores y santidades, que ángeles han fallado en conocerlas hasta hoy en la gloria celestial, porque únicamente existen en Canaán
    actualmente, enriqueciendo a sus hijos por una eternidad entera con perfecto amor, prosperidad y alegrías interminables.


    Realmente, con riquezas, glorias y poderes que nuestro Padre celestial derramó sobre la carne sagrada y vida de Isaac enteramente en Canaán, bendiciendo cada alma viviente de las naciones del mundo entero, no importando jamás si ya están en el
    infierno tormentoso, porque al levantar Él a Israel antiguo a vivir nuevamente en el Tercer Día, entonces, Él hará igual con las naciones restantes. Sin embargo, para que suceda así, entonces, nuestro Padre celestial necesita riquezas, glorias y
    poderes cananeas, que jamás han sido tocadas por Satanás, pecados, ángeles caídos, muerte y el infierno, que sean finalmente liberadas de la presencia de familias satánicas conduciendo rituales y ceremonias de brujerías, y así, Canaán fluya con
    leche y miel libremente—riquezas legales de las almas vivientes de la humanidad entera.


    Amorosamente, es la voluntad perfecta de nuestro Padre celestial para ti y los tuyos, vecinos y amistades alrededor del mundo para ser bendecidos, enriquecidos y redimidos con asombrosas riquezas cotidianas, como leche y miel, la roca de salvación, la
    dulzura del madero en su Altar, su corazón santísimo debajo de Canaán, pero el Satanismo continúa bloqueando tus bendiciones hacia ti hasta hoy. Entendiendo que, nuestro Padre celestial desciende el corazón de la tierra, debajo de Canaán, para
    vivir su reposo Sabatino con sus hijos de todo Israel, como los que están con Moisés sobre su monte alto y viviendo entre las naciones en sus comunidades judías de la tierra, asegurándose siempre que todo está listo en todos ellos para su descenso
    final a su dulce hogar.


    Verdaderamente, nuestro Padre celestial siempre comprueba doblemente que sus hijos del pasado, del presente y del futuro estén con Él: asegurando que su naturaleza divina y humana en que ellos nacen junto con su vida eterna, los Diez Mandamientos de
    Israel y Moisés estén siempre vírgenes con poderes del Juramento a Isaac—jamás tocados por el satanismo, para descender finalmente a Canaán. Realmente, nuestro Padre celestial necesita descender a Canaán, pero con Canaán fluyendo leche y miel:
    dulzura divina que va a repletar, saturar, llenar a cada hombre, mujer, niño y niña de las doce tribus de la casa de Israel, porque este es su dulce hogar, en donde Él vivirá con sus hijos eternamente amado, amando las familias de las naciones toda
    una eternidad feliz.


    Ya que, la gloria celestial junto con las huestes angelicales ya está con todos nosotros por muchas generaciones y hasta hoy, desde cuando Él junto con su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo derrotaron a Satanás y los ángeles caídos y la muerte,
    convirtiendo el Valle de los huesos secos en su corazón santísimo, bendiciendo grandemente a la humanidad desde su altar santísimo. Visto que, ha sido Satanás con sus ángeles caídos y mentirosos trabajando como familias satánicas bloqueando todas
    estas bendiciones poderosas ya instaladas en Canaán, como el Juramento a Isaac que no solamente ha convertido el corazón de la tierra como su corazón santísimo en su pecho: amándote a ti para siempre, pero igual la nueva tierra ya viene hacia
    nosotros.


    Pues, riquezas asombrosas que no solamente vestirán con maravillas, glorias y honores la casa de Israel, porque ellos son el dulce hogar de nuestro Padre celestial en la gloria angelical y en Canaán igualmente para las familias de las naciones, además,
    Canaán está para enriquecer a cada alma viviente de toda la tierra, conociendo únicamente: prosperidad interminable, paz y alegrías infinitas, como ahora mismo. Si se dijera la verdad: nuestro Padre celestial ha enriquecido Canaán con riquezas
    insondables, glorias y poderosas santidades de honores interminables para Él, su santo nombre fuegos, su Hijo Jesucristo, su Espíritu Santo y cada hombre, mujer, niño y niña de las naciones, empezando con Israel, y así, Él vivir con sus hijos
    eternamente amado con riquezas fluyendo por Él con alegrías infinitas.


    Ahora, nuestro Padre celestial ha enriquecido a Canaán con poderosas bendiciones de grandes honores y glorias inagotables junto con santidades jamás conocidas por las huestes angelicales ni menos por el hombre del mundo, porque nacen naturalmente del
    corazón santísimo de nuestro Padre celestial, por ende, intocables por el pecado hasta hoy, y así, nosotros vivamos su vida eterna con abundantes riquezas siempre. Ciertamente, nuestro Padre celestial necesita enriquecer grandemente cada hijo suyo de
    Israel primordialmente, entonces las familias de las naciones, porque Él necesita vestir su santo nombre fuegos sobre el monte santo de Jerusalén, en Canaán, con riquezas, honores y glorias jamás tocadas por el pecado, por ello, nosotros lo amaremos
    a Él y su santo nombre con amor infalible, libre del pecado perpetuamente.


    Por lo tanto, es el deseo del corazón santísimo de nuestro Padre celestial de bendecirte con riquezas, poderes, glorias y alegrías insondables de Canaán, nacidos naturalmente de su corazón santísimo por cada hijo suyo de Israel y de hijos de las
    naciones en nuestros días, y así, ellos aprendan a vivir sus glorias venideras hacia eternidad, que ellos ya van a conocerlas pronto. Por eso, es importante que cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las familias de las naciones, renazcan del
    bautismo en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, y así, ellos emerjan del bautismo en agua en Canaán, caminando con nuestro Padre celestial, siguiéndole a Él cada día hacia glorias nunca antes vistas con riquezas asombrosas para
    siempre.


    Porque así es como nuestro Padre celestial enriquecerá grandemente cada hogar de todas las familias de Israel y de las naciones del mundo entero, no importando jamás su creencia religiosa, porque Él ya ha expiado, juzgado y perdonado cada pecado
    cometido en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, y así, ellos entren a su nueva tierra viviendo su amor infalible. Asombrosas riquezas, poderes y glorias insondables de Canaán, llenando a cada corazón, alma, mente, cuerpo y espí
    ritu humano de cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las naciones, porque Él necesita convertir cada hogar familiar en su mismo hogar divino, como en la gloria angelical, porque Él vivirá con ellos siempre días largos y gloriosos de la
    eternidad venidera.


    Es decir, también porque cada hijo suyo nació de su imagen, alma viviente llena del Espíritu Santo de su vida eterna junto con riquezas, poderes y glorias que únicamente nacen naturalmente de su corazón santísimo hacia ellos constantemente,
    entonces, Él necesita llenar sus hogares con glorias de riquezas sin fin, que Él siempre ha gozado en la eternidad hasta nuestros días. Además, nuestro Padre celestial está decidido no solamente a vivir con cada hijo suyo de Israel y de las naciones
    del mundo entero con su perfecta santidad, riquezas, alegrías y glorias interminables por una eternidad entera, empezando con los ya bautizados en agua (como tú hoy) pero igualmente, Él necesita convertir sus hogares, como el suyo en la gloria
    angelical, conquistando así nuevas glorias siempre.


    Ciertamente, con riquezas asombrosas que el corazón santísimo de nuestro Padre celestial ha derramado ya, como su perfecta voluntad y naturaleza divina, sobre Isaac y el madero del monte Sion, descansando en el Moriah, entonces, Él tiene poderes,
    planes y herramientas para hacer de la tierra vieja en una nueva, pero con riquezas, glorias y santidades poderosas mayores aun de la gloria angelical actual. Es decir, también que nuestro Padre celestial ha derramado su corazón entero de riquezas,
    poderes, glorias, alegrías, gozos llenos de su amor infalible, enriqueciendo así a sus hijos, así como Él mismo siempre ha sido enriquecido en la eternidad, por ello, Él ha hecho de nuestra tierra, el lugar más rico de su Creación, y el satanismo
    está en Canaán, para robarlo todo, como siempre.



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