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    From IVANIVAN555@aol.com@21:1/5 to All on Fri Jan 17 16:37:47 2020
    Sábado, 18 de Enero, 2020 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica

    (Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo

    EL ÁRBOL con El PADRE, El HIJO y El ESPRITU ante ABRAHAM es la CRUZ dulce, endulzando tu vida cada día:

    Misericordiosamente: La ira de nuestro Padre celestial contra la rebelión angelical, que Lucifer empezó en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, deseando tomar control de su santo nombre fuego junto una tercera parte de huestes
    angelicales, creyendo en él, entonces, su ira santísima se aplacó, pensando únicamente en crear un nuevo dulce hogar para Él y su familia divina—tú. Esta es la nueva tierra, que tenía que nacer de la vieja tierra, pero para que esto suceda,
    entonces, nuestro Padre tenía que tener a su familia divina naciendo en una de las familias de las naciones, para que Él pueda enviar a sus amados junto con cada bendición, que constituye su familia divina en la gloria angelical, así también en la
    tierra.


    Aquí es cuando, nuestro Padre celestial pensó en ti y en tus amados junto con tus vecinos y amistades de alrededor del mundo, para Él ser una sola familia con la tuya y las de alrededor de ti, porque Él había determinado destruir las mentiras,
    maldiciones, pobreza y muerte de Lucifer, y así, luego establecer su nuevo reino en la tierra para siempre. Y de todas las familias de las naciones, entonces, nuestro Padre celestial encontró a Abraham y a su esposa Sarah, y así, Él empezó a lidiar
    con ellos, para que ellos aprendan a caminar con Él, creyendo en su palabra nacida naturalmente de su corazón santísimo, que necesitaba derramarse sobre sus hijos, empezando con su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo.


    Ya que, nuestro Padre celestial necesitaba rescatar a Adán y a Eva de la trampa en que ambos habían caído, cuando fueron engañados por la serpiente del Jardín del Edén para que coman del fruto prohibido, del árbol de la ciencia del bien y del mal,
    y así, ellos regresen a Él junto con sus hijos a su dulce hogar, el Paraíso. Visto que, nuestro Padre celestial no solamente necesitaba tener a sus hijos de regreso a Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo en la gloria celestial, empezando con
    Adán y Eva, pero igualmente, las glorias de su santo nombre fuego, que habían sido atacados por Lucifer y sus ángeles caídos: por ende, Él recobrar su reino nuevamente, pero sin pecado.


    Entendiendo que, nuestro Padre celestial es santísimo, y Él jamás a tolerado el pecado en su presencia—por eso, es que—Él ha rechazado con denuedo cada ataque de mentiras y de engaños, que nacen del corazón malvado de Lucifer, porque él
    necesitaba tomar su santo nombre fuego para empezar su reino de tinieblas junto con sus ángeles caídos. Ahora, nuestro Padre celestial necesitaba rescatar a Adán y a Eva junto con los hijos, porque ellos eran los que habían nacido de su imagen y de
    su alma santísima no solamente para destruir tinieblas de mentiras y de engaños, emanando del corazón malvado de Lucifer, pero igualmente, ellos necesitaban conquistar nuevas glorias, honores y riquezas nunca antes vistas en la Creación hasta hoy.


    Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba empezar a vivir su vida eterna con familias de las naciones, y así, Él descender junto con sus amados, como su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, rescatando a Adán y a Eva junto con sus hijos, porque
    ellos habían nacido de Él únicamente para vivir por las glorias nuevas de su santo nombre fuego en toda su Creación. Considerando que, Adán y Eva nacieron para ser su familia divina no solamente en la gloria angelical, como el paraíso y La Nueva
    Jerusalén celestial, pero también, su familia divina, expandiéndose con glorias conquistadas para su santo nombre fuego en toda su Creación, como nuestra tierra, y así, Él finalmente entrar a su reino dorado, en donde el pecado no existió jamás.


    Sin embargo, para nuestro Padre celestial derramar glorias y riquezas de su corazón santísimo, jamás tocadas por Lucifer y sus ángeles caídos, entonces, Él tenía que tener a alguien, creyendo en sus palabras de vida nacidas naturalmente de Él y
    de su alma viviente, y así, Él mismo finalmente llenar la tierra con sus hijos: amando, sirviendo y alabando su santo nombre fuego siempre. Y es aquí, en donde nuestro Padre celestial realmente encontró a Abraham y a Sarah, listo no solamente para
    creer en Él y en sus palabras de vida, descendiendo de su dulce hogar, como La Nueva Jerusalén celestial, pero igualmente, ellos estaban dispuestos a complacerlo a Él en lo que sea necesario, y así, su voluntad perfecta florezca por toda la tierra
    postreramente.


    Por consiguiente, nuestro Padre celestial junto con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo, visitaron a Abraham, mientras estaba sentado al entrar a su tienda y con su esposa Sarah en ella, que cuando él los vio a ellos, como tres hombres parados
    debajo de un árbol, entonces, él corrió hacia ellos, recibiéndolos en su hogar con mucho gozo en su corazón. Este es el árbol, con el que nuestro Padre celestial junto con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo tenia que visitar a Abraham, que
    es no solamente los hijos prometidos a él, incontables como las estrellas del cielo arriba, viviendo en generaciones venideras, pero igualmente, es la humanidad entera yaciendo ya enteramente en el infierno tormentoso, que necesitaban ser rescatados
    inmediatamente.


    Ciertamente, este es el árbol que vino a ser no solamente parte de Abraham junto con sus hijos prometidos por nacer en generaciones futuras, pero igualmente, aquellos hijos, aprendiendo a creer en su palabra de vida, que Él ya le había otorgado a
    Abraham con bendiciones y riquezas interminables, salvando su alma viviente finalmente sobre el monte de Jerusalén, descansando sobre el Moriah. Este es el árbol, que necesitaba ser plantado por la mano derecha de nuestro Padre celestial, pero primero,
    hijos de Abraham necesitaban nacer del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, en el cautiverio egipcio, recogiendo pecados de las naciones yaciendo ya en el infierno tormentoso, y así, las familias sean rescatadas por su árbol plantado
    afuera de la tienda de Abraham, en Canaán.


    Nuestro Padre celestial necesitaba tener a sus hijos naciendo del vientre estéril de Sarah, por su Espíritu Santo no solamente en Canaán, aunque ellos nacieron para heredarlo para siempre; pero, ellos tenían que nacer mas bien en el cautiverio
    egipcio, recogiendo pecados del mundo entero por cuatrocientos años: abandonándolos luego en el bautismo del Mar Rojo para jamás volver a verlos. Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba a sus hijos naciendo del vientre estéril de Sarah, por el
    Espíritu Santo, y así, ellos sean legítimamente de Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, naciendo siempre con su voluntad perfecta y no del hombre, como de Abraham, descendiendo al corazón de la tierra, rescatando naciones del infierno
    tormentoso con poderes especiales, convirtiéndose en un solo árbol eterno.


    Legalmente, nuestro Padre celestial tenía que haber tenido ya a todo Israel antiguo, descendiendo al corazón de la tierra, que en aquellos días fue el Valle de los huesos secos, porque Él necesitaba estar allí con sus hijos, rescatando a cada
    familia de las naciones antiguas y a sus hijos de futuras generaciones, para que sean uno con Israel antiguo, como su árbol eterno. Ya que, nuestro Padre celestial necesitaba visitar a Abraham, mientras estaba sentado afuera de su tienda y con su esposa
    Sarah adentro de ella, porque Él tenía que presentarle a sus hijos prometidos, que venían hacia él, incluyendo a los hijos de la humanidad entera, y así, él empiece sus tres sacrificios con sus mitades opuestas una a otra sobre la roca de salvació
    n.


    Además, nuestro Padre celestial necesitaba a Abraham como padre no solamente de sus hijos naciendo en Israel, como su nación dorada, en donde Él descansa cada día Sábado con todos ellos, pero igualmente, celebra sus fiestas anuales, como la Pascua
    etc., finalmente para descender a Canaán, su dulce hogar, para vivir su perfecto amor con ellos eternamente victorioso sobre Satanás y la muerte. Por ende, este es el árbol que nuestro Padre celestial necesitaba que Abraham lo conozca, porque no
    solamente son sus hijos prometidos, viviendo en generaciones futuras, que él necesitaba ejecutar sus tres carneros, sacrificándooslos por ellos, pero igualmente, para las familias de las naciones, para Él caminar entre las mitades opuestas una a otra
    con su árbol: expiando, juzgando y perdonando pecados perpetuamente.


    Realmente, hijos de nuestro Padre celestial llevaban su santo nombre fuego en la carne sagrada de su Hijo Jesucristo y con la sangre expiatoria, llena del Espíritu Santo: glorias inagotables, honores y santidades que se necesitaban conquistarlas siempre,
    sobre el monte Sion, en Canaán, y así, todos vivir siempre su vida eterna, en donde no hay pecado toda una vida entera, en la eternidad. Por eso, nuestro Padre celestial necesitaba a Abraham conduciendo sus tres corderos, sacrificándolos, y con sus
    mitades opuestas una a otra junto con dos palominos sin cortar, salpicados con sangre expiatoria, porque Él iba a expiar, juzgar y perdonar pecados del mundo entero con sus hijos clavados a su árbol, y así, Él empezar una tierra nueva en el corazón
    de la tierra vieja.


    Verdaderamente, nuestro Padre celestial necesitaba no solamente empezar su nueva tierra del corazón de la tierra vieja, pero igualmente, Él necesitaba tener a sus hijos renacidos con el cuerpo glorificado, en donde Satanás y la muerte habían sido ya
    derrotados con su vida eterna, vivida por su Hijo Jesucristo, teniendo así su santo nombre fuegos, establecido sobre el monte Sion, en Canaán, perpetuamente glorioso. Considerando que, hijos de nuestro Padre celestial nacen en la tierra para amar,
    servir y alabar su santo nombre fuegos sobre el monte Sion, en Canaán, entonces ellos tenían que renacer no tanto del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, como inicialmente con Isaac, más bien, renacer de su corazón santísimo,
    establecido debajo de Canaán, y así, alabarlo a Él con perfecta santidad siempre.


    Realmente, el santo nombre fuegos de nuestro Padre celestial tiene que ser amado, servido y alabado con perfecta santidad de su corazón santísimo, derramado sobre su Hijo Jesucristo, nacido, como Isaac del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu
    Santo, entonces, sus hijos naciendo después, necesitaban renacer del corazón de la tierra con perfecta santidad, derramándose desde el monte Sion y su árbol. Ciertamente, para que esto sea así, entonces, nuestro Padre celestial tenía que regresar
    aquella noche a los tres sacrificios de Abraham y con sus mitades opuestas una a otra sobre la roca de salvación, salpicados con sangre expiatoria, y así, Él caminar con su árbol, que son sus hijos llevando su santo nombre fuego: expiando, juzgando y
    perdonando cada pecado con sangre expiatoria.


    Visto que, cuando nuestro Padre celestial, después de terminar: expiando, juzgando y perdonando pecados de las familias de las naciones yaciendo en el infierno tormentoso, en aquellos días: entonces, Él le aseguraba a Abraham que sus hijos iban a
    nacer en una tierra extranjera, Egipto, como esclavos por cuatrocientos años, recogiendo pecados del pasado y del futuro, destruyéndolos finalmente en el bautismo en agua. Verdaderamente, este es Egipto, que nuestro Padre celestial escogió, como la
    tierra, en donde sus hijos nacerían, recogiendo cada pecado que las familias de las naciones habían cometido en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, y así, Él destruirlos en el Mar Rojo, y luego seguir a rescatar a las naciones
    yaciendo en el infierno tormentoso con su salvación final.


    Realmente, después que nuestro Padre celestial había liberado a Israel antiguo del cautiverio egipcio, entonces, Él estaba listo para llevarlos a todos ellos al bautismo en agua del Mar Rojo con su santo nombre fuegos, como el Dios de Abraham, el Dios
    de Isaac y el Dios de Jacobo, haciéndolos así ciudadanos legítimos de Canana para vivir con Él sin el pecado para siempre. Por eso, nuestro Padre celestial tenía que tener a su Hijo Jesucristo nacido del vientre estéril de Sarah como Isaac, por el
    Espíritu Santo, y así, Él mismo introducir su vida eterna en el hogar de Abraham junto con sus hijos prometidos, viviendo en generaciones futuras, incontables como las estrellas del cielo arriba, poblando así la tierra con su carne sagrada y poderosa.


    Ya que, nuestro Padre celestial planeaba no solamente tenerlos a todos ellos bautizados en el Mar Rojo, abandonando todos los pecados, que ellos recogieron por siglos en el cautiverio egipcio, pero igualmente, Él necesitaba recoger a las familias de las
    naciones yaciendo en el infierno tormentoso, convirtiéndolos en una sola carne sagrada, que necesita ascender a la gloria celestial, pero eternamente justificada desde Canaán. Además, nuestro Padre celestial tuvo a Abraham viviendo con su Hijo
    Jesucristo como Isaac, para que él experimente su vida eterna con él en su mismo hogar, llena de bendiciones cotidianas de su amor infalible de la roca de salvación, para luego, hacer que ascienda al monte santo de Jerusalén para declararlo Justo, dá
    ndole así vida a su primogénito en Canaán, Jacobo.


    Por cuanto, nuestro Padre celestial necesitaba declararle a Abraham Justo, porque él no solamente había creído en sus palabras de vida, nacidas naturalmente de su corazón santísimo, pero igual, él había creído y recibido a su Hijo Jesucristo,
    como Isaac, del vientre estéril de Sarah, y así, su vida eterna florezca en él con sus hijos por generaciones futuras, en Canaán. Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba su santo nombre fuego clavado a sus hijos nacidos del vientre estéril
    de Sarah, por el Espíritu Santo, derramando la sangre expiatoria de su Hijo Jesucristo, como su vida eterna nacida de la hija de David, llenando la tierra entera con su salvación perfecta al fin, empezando en Canaán, su dulce hogar, en donde el pecado
    jamás existirá eternamente.


    Verdaderamente, al bautizarse cada hombre, mujer, niño y niña, invocando la santidad perfecta de su nombre, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, entonces, ellos entraran en Él, para ser parte del Juramento a Isaac para siempre, en donde sus
    pecados han sido finalmente destruidos por completo eternamente, y así, no volverse a acordar de ellos por una eternidad entera. Ciertamente, este es el altar de amor eterno de nuestro Padre celestial por su familia, que es su Hijo Jesucristo y su Espí
    ritu Santo junto con Adán y Eva y sus hijos, viviendo en generaciones venideras, renacidos todos, como sus hijos legítimos, pero sin pecados, entrando a su nueva tierra únicamente conociendo su amor asombroso por ellos y con riquezas interminables por
    una eternidad entera.


    Ya que, fue sobre el monte Sion, sobre el Moriah, en donde nuestro Padre celestial recibió a Abraham, ofreciendo a su hijo Isaac, como su ofrenda encendida yaciendo sobre el madero, que tenía que arder, porque Él tenía que derramar su Juramento a
    Isaac con fuegos, dándole vida a su nuevo dulce hogar, en donde el pecado fallara en existir eternamente en sus hijos. Sin embargo, para nuestro Padre celestial tener no solamente a sus hijos, entregados a Abraham, naciendo del vientre estéril de Sarah,
    por el Espíritu Santo, incontables, como estrellas del cielo arriba, para que sean sus hijos legítimos, entonces, ellos tenían que renacer, pero con el Juramento a Isaac de su corazón santísimo únicamente para amar, servir y adorarlo a Él por
    toda una eternidad.


    Por lo tanto, fue importante para nuestro Padre celestial no solamente tener a Israel antiguo, naciendo en cautiverio egipcio, lejos de Canaán, su dulce hogar, porque ellos necesitaban recoger cada pecado de las familias de las naciones del pasado y del
    futuro, abandonándolos para siempre en bautismo del Mar Rojo, pero igualmente, entrar al infierno finalmente victorioso sobre todo pecado. Sin embargo, para nuestro Padre celestial tener a toda la casa de Israel, descendiendo al corazón de la tierra,
    como el Valle de los huesos, en aquellos días, entonces, Él tenia que asegurarse que cada pecado de las familias de las naciones había sido expiado, juzgado y cubierto con sangres expiatorias de corderos, conquistándolo, estableciendo así su
    voluntad perfecta en él, para siempre.


    Además, nuestro Padre celestial necesitaba descender al corazón de la tierra no solamente para establecer su voluntad perfecta con Israel antiguo, como su naturaleza divina, nacida del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, pero igualmente,
    tenerlos renacidos en su corazón santísimo, convirtiéndose así en su nueva tierra, en donde su santo nombre fuego es amado sin pecado alguno en las naciones. Ya que, nuestro Padre celestial necesitaba tener su corazón santísimo establecido debajo
    de Canaán, porque Él iba a clavar su santo nombre fuego al árbol, desde donde Él se paró con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo, hablándole a Abraham, mientras estaba sentado al entrar a su tienda, porque este árbol son sus hijos
    prometidos, dando fruto por toda la tierra siempre.


    Definitivamente, fue importante para nuestro Padre celestial descender con todo Israel al Valle de los huesos secos, con su perfecta voluntad y su naturaleza divina, estableciendo así su voluntad perfecta junto con su naturaleza divina en él, y
    fluyendo con sus mandamientos vírgenes bendiciones por su santo nombre fuego, clavado al árbol sobre el monte Sion, bendiciéndote a ti hoy, como siempre. Puesto que, nuestro Padre celestial no solamente ha determinado conquistar Canaán para gloria de
    su santo nombre fuegos, clavado al madero, que es Israel antiguo junto con las familias de las naciones, que descendieron al infierno tormentoso, condenados, y sus hijos igualmente naciendo en generaciones futuras, para ser uno con Él y con su Hijo
    Jesucristo en su dulce hogar, Canaán, finalmente.


    Considerando que, este es el dulce hogar de nuestro Padre celestial, que Él siempre soñó vivir con su familia divina, que es su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo junto con Adán y Eva y sus hijos de la tierra, salvándolos, del pecado, del infierno
    y la muerte en un lugar glorioso, y este es su árbol santísimo, plantado en su dulce hogar, perpetuamente. Este es el lugar más seguro de nuestro Padre celestial, en donde Abraham fue llamado a ofrecer a su único hijo Isaac, como una ofrenda
    encendida hacia Él en la gloria angelical, porque Él deseaba saborear el aroma de su gloriosa vida eterna, vivida ya por Él con Abraham y con sus amados, como en la carne sagrada de su Hijo Jesucristo, Isaac.


    Verdaderamente, nuestro Padre celestial tuvo a su Hijo Jesucristo nacido del vientre estéril de Sarah, como Isaac, por el Espíritu Santo, introduciendo no solamente su vida eterna, pero igualmente, sus Diez Mandamientos vírgenes, y así, Él llenar
    Canaán con su carne sagrada y la sangre expiatoria, llena de su vida eterna, finalmente, salvando las familias de las naciones en toda la tierra. Ya que, nuestro Padre celestial había establecido su perfecta voluntad en el corazón de la tierra, debajo
    de Canaán, y esto debajo del monte santo de Jerusalén y con su santo nombre fuego, clavado a Israel antiguo y la humanidad entera, redimidos para que sean parte de su nueva tierra, en donde el pecado no existirá jamás en sus hijos por una eternidad
    entera.

    Realmente, estos son los hijos que nuestro Padre celestial le había entregado a Abraham por medio del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, como Isaac, descendiendo él a vivir su vida eterna en Canaán, para que Jacobo su primogénito
    nazca junto con sus hijos, para ser el árbol sobre el monte Sion, levantando su santo nombre fuego sobre la tierra, eternamente honrado. Presentemente, los hijos que nuestro Padre celestial le prometió a Abraham finalmente levantan su santo nombre
    fuego sobre el monte Sion: victorioso sobre Satanás y la muerte, removiendo pecados del mundo entero para siempre, empezando en Canaán, su dulce hogar, y así, las familias de las naciones coman del pan y vino para entrar a la vida eterna de su nueva
    tierra, eternamente justificados.


    Por eso, nuestro Padre celestial siempre ha requerido de cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las familias de las naciones, que vuelvan a nacer del bautismo en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su Espí
    ritu Santo, para entrar al monte santo de Jerusalén, eternamente enriquecidos, como sus hijos, comiendo del pan de vida siempre. Considerando que, cada uno bautizado en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su Espíritu
    Santo, entonces, aquella persona ha abandonado la carne pecadora por la carne sagrada, convirtiéndose en ciudadano legítimo de Canaán: accediendo al monte santo de Jerusalén para comer del pan y beber del vino de vida eterna, para vivir su vida
    eterna, eternamente enriquecido.


    Esto significa también que cada hombre, mujer, niño y niña, bautizado en agua de Israel y de las naciones, entonces, el corazón santísimo de nuestro Padre celestial, que es el corazón de la tierra, debajo de Canaán, para amar, bendecir y
    enriquecer su santo nombre fuego sobre el monte Sion, entonces, ellos también son bendecidos siempre con su corazón santísimo desde Canaán. En otras palabras, el corazón santísimo de nuestro Padre celestial, que está debajo del monte Sion, en Cana
    n: amando, bendiciendo y enriqueciendo su santo nombre, clavado a sus hijos, entregados inicialmente a Abraham, entonces, también te está amando, bendiciendo y enriqueciendo a ti junto con los tuyos, porque tú estarás bendiciéndolo a Él y su cruz
    siempre con perfectas riquezas del Juramento a Isaac.


    Esto significa también, que el corazón santísimo de nuestro Padre celestial, que es el corazón de la tierra, estará contigo: amándote, bendiciéndote y enriqueciéndote debajo de Canaán, y así, tú vivas su vida eterna, llena de riquezas
    cotidianas en tu hogar, barrio y en tu trabajo, porque tú vivirás en la carne sagrada y sangre expiatoria de su Hijo Jesucristo, honrándolo a Él siempre. Por ende, tú bautizado en agua, invocado la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo
    y su Espíritu Santo, que es su árbol, en donde Él se paró, hablándole a Abraham, mientras sentado estaba afuera de su tienda, entonces, tú estarás viviendo en Canaán con la carne sagrada, que lo honra a Él y a su cruz sobre el monte Sion,
    siempre.


    Además, este es el árbol que, nuestro Padre celestial junto con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo, trajeron a Abraham, mientras estaba sentado afuera y con su esposa Sarah dentro de su tienda, para que él tome toda la responsabilidad con sus
    hijos prometidos, entregados a él ya, llevándolo al monte santo de Jerusalén, en Canaán, para glorias de su santo nombre fuego. Ya que, nuestro Padre celestial necesitaba tener a cada hombre, mujer, niño y niña, renacidos del bautismo en agua,
    invocando su perfecta santidad, para que ellos obtengan acceso al madero sobre el monte Sion, en Canaán, en donde su santo nombre fuego, clavado está a él, recibiéndolos a todos ellos con perfecto amor, bendición y salvación eterna al fin en su
    nueva tierra.


    Presentemente, nuestro Padre celestial necesita de sus hijos de Israel y de las familias de las naciones de alrededor del mundo, llevando frutos de su árbol, que nació desde el Valle de los huesos secos, por poderes del Juramento a Isaac: en donde
    Israel antiguo, descendió, recogiéndolos a todos ellos, como una semilla, plantada en Canaán por la diestra santísima del Padre celestial. Además, nuestro Padre celestial necesita a sus hijos, llevando frutos de su árbol, en donde su Hijo
    Jesucristo fue clavado con su santo nombre fuego sobre las familias de las naciones, recogidas del infierno tormentoso junto con sus hijos viviendo en generaciones futuras, para distribuir sus buenas nuevas de grandes victorias en contra de Satanás y de
    la muerte en toda la tierra.


    Actualmente, nuestro Padre celestial necesita a cada hombre, mujer, niño y niña, renacidos del bautismo en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, y así, ellos sean parte de estas grandes victorias,
    conquistadas ya todas ellas, en contra Satanás, pecados, infierno y muerte, para que todos ellos vivan su vida eterna, eternamente enriquecida, empezando hoy contigo. Definitivamente: Victorias no solamente de gran salvación, pero igualmente, sanidades
    y riquezas insondables, conquistadas por nuestro Padre celestial sobre Satanás, pecados, infierno y muerte, por obra salvadora de su Hijo Jesucristo y de su Espíritu Santo, en Canaán, y así, todos vivan su vida eterna junto con sus amados, vecinos y
    amistades, gozando victorias cotidianas, subiendo desde el corazón de la tierra por su cruz amorosa.


    Ciertamente, el árbol que no solamente nuestro Padre celestial junto con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo se paró ante Abraham, mientras estaba sentado al entrar su tienda, y así, él lo reciba, como sus hijos prometidos, viviendo en
    generaciones futuras, para conquistar al mundo entero, sobrevolando el monte Sion, clavado a su árbol, en Canaán, bendiciéndote a ti con salvación eterna siempre. Realmente, este es el árbol, que no solamente, endulzó aguas amargas de Mara, cuando
    Israel antiguo camino sediento con Moisés, así como las naciones antiguas yaciendo en el infierno tormentoso, clamando por un vaso de agua, pero igualmente, es el árbol que descendió al Valle de los huesos secos, endulzándolo, así tan dulce como el
    corazón de su mismo pecho adentro.


    Presentemente, este es el árbol, que es no solamente su Hijo Jesucristo nacido del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, pero igualmente, sus hijos de Israel, empezando con Jacobo, como su primogénito en Canaán, además, sus hijos de las
    familias de las naciones, que está listo para endulzar el corazón, alma, vida, cuerpo y espíritu humano de todos alrededor del mundo entero. Realmente, raíces de este árbol, enraizadas están en el corazón de nuestro Padre celestial, traído por É
    l inicialmente a Abraham, como sus hijos, llevándolo por el desierto del Sinaí, endulzando aguas amargas de Mara, haciéndolas potables, para Israel y sus manadas con ellos, pero igual: endulzó sus almas en el Valle de los huesos secos y hasta que el
    Rey Mesías los redimió.


    Considerando que, nuestro Señor Jesucristo nació de la hija virgen de David con la carne sagrada y la sangre expiatoria, llena de vida de nuestro Padre celestial, que Israel antiguo necesitaba para vivir victoriosamente sobre pecados de Satanás y el
    infierno de la muerte, luego, la sangre expiatoria se derramó al corazón de la tierra, salvando a las familias de las naciones con vida eterna. Verdaderamente, bendiciones que Israel antiguo necesitaba, para regresar a la vida nuevamente en el Tercer D
    a, porque que habían descendido al Valle de los huesos secos, mordidos por serpientes venenosas, entonces, cuando nuestro Señor Jesucristo, como Rey Mesías, fue mordido por serpientes de bronce sobre la cruz junto con su santo nombre fuego, entonces,
    tú podrás recibir bendiciones también, pero bautizado en agua solamente.


    Es decir, también que cada bendición que Israel antiguo recibió en el Valle de los huesos secos, para regresar a la vida instantáneamente en el Tercer Día y ver al SEÑOR, entonces, es canalizada por sus raíces, enraizadas ya en el corazón santí
    simo de nuestro Padre celestial, bendiciéndote en estos días con ellas igualmente, y así, seas tú sanado con perfecta salvación siempre. Hoy, para que esto sea posible para ti y tus amados, vecinos y amistades, porque Israel antiguo, recogió a
    todas las naciones, y estos son judíos y gentiles por igual: integrándolos a todos ellos completamente en la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre expiatoria con perfecta sanidad, salvación y riquezas inagotables por una eternidad
    entera, empezando hoy contigo y los tuyos también.


    Realmente, cada hombre, mujer, niño y niña, bautizado en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, entonces, ellos abandonaran la carne pecadora y el espíritu de error por la carne sagrada y el Espí
    ritu Santo, recibiendo bendiciones del corazón de la tierra instantáneamente siempre, canalizada hacia ti por la cruz sobre el monte Sion, en Canaán. Entendiendo que, una vez que tú seas bautizado en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre,
    su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo en la bañera de tu hogar, llena de agua, entonces, cuando tú emerges de ella, tú instantáneamente emergerás con el Padre celestial, caminando contigo en Canaán, y así, tu vida de milagros empiece a
    bendecirte cotidianamente, siempre y poderosamente.


    Puesto que, cada bendición requerida en estos días, entonces, tú la encontraras con nuestro Padre celestial, caminando contigo, en Canaán, porque renacido del bautismo en agua, tú habrás renacido de las riquezas asombrosas de Canaán, enriqueciendo
    tu vida, así como tú necesitas ser enriquecido cada día, por ende, tú honres su santo nombre fuego toda una vida siempre en su nuevo reino venidero. Ya que, este es el árbol, que nuestro Padre celestial junto con su Hijo Jesucristo y su Espíritu
    siempre ha usado para enriquecer a cada vida, porque es la dulzura de su naturaleza divina, como sus hijos nacidos del vientre estéril de Sarah lo son, por poderes del Espíritu Santo, empezando con Isaac, y así, te pueda enriquecer a ti ahora mismo
    igualmente.


    Este es el árbol, enriqueciendo y endulzando el dulce hogar de nuestro Padre celestial, Canaán, pero únicamente con todo Israel, renacido del bautismo en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre: como el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el
    Dios de Jacobo, y así, sus hijos vivan con Él junto su familia divina, eternamente amado con riquezas inagotables—tú hoy. Esto también significa, que cada hombre, mujer, niño y niña de todas las familias de las naciones, cuando ellas son
    renacidas, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, entonces, ellas instantáneamente empezaran a caminar en tierra santa, y esto es Canaán, en donde nuestro Padre celestial es endulzado diariamente por su
    cruz.


    Aquí, nuestro Padre celestial te reconoce a ti, como su hijo legítimo, porque tú: has renacido del bautismo en agua, invocando la santidad perfecta de su nombre fuego, entregándote poderes cotidianos del Juramento a Isaac, en donde tú, gozaras de su
    vida eterna que derrotó a Satanás, pecados y la muerte en Canaán, entonces: tú solo conocerás amor, dulzura y alegrías interminables siempre. Realmente, este es el árbol de nuestro Padre celestial, nacido del vientre estéril de Sarah, como su
    naturaleza divina, por el Espíritu Santo, haciendo que su Hijo Jesucristo sea Isaac, que Abraham necesitaba para ascender al monte santo de Jerusalén, como la cruz, descansando sobre el Moriah, y así, su fe, creyéndole al Padre celestial le sea
    contada a él, como Santidad perpetua.



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