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    From ivanvalarezo@gmail.com@21:1/5 to All on Thu Aug 17 18:18:16 2017
    Sábado, 19 de Agosto, 2017 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica

    (Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)


    ISRAEL EXALTANDO AL NOMBRE FUEGO EN EL LUGAR SANTÃSIMO ES TU BIENESTAR:

    Moisés y Aarón se acercaron a Faraón de Egipto, para dejarle saber que el Dios de Israel ha venido a visitarlos, y que Él estaba listo para sacarlos de Egipto, hacia el desierto del Sinaí: porque ellos iban a celebrar festividades a Él y a su santo
    nombre fuego, porque todo Israel es su primogénito. Nuestro Padre celestial necesitaba que todos sus hijos abandonen ya su cautividad, de más de cuatrocientos años, porque el tiempo había llegado para finalmente llevar los pecados, heridas,
    maldiciones, enfermedades, conflictos, guerras y muertes de todas las familias de las naciones, para abandonarlos todos ellos con el espíritu de error, del fruto prohibido, en el fondo del Mar Rojo, para siempre.

    Sin embargo, Satanás sabia hasta cierto grado qué era lo que nuestro Padre celestial estaba apunto de hacer con los israelitas, que tenia a Faraón y a sus oficiales planeando cómo matarlos, sin que nadie sé de cuenta de nada: porque los israelitas
    habían crecido más que los egipcios, y el temor era de que ellos se unirían al enemigo en guerra. Por ello, el Faraón había ordenado a sus oficiales y a sus parteras de matar a todo niño recién nacido de las israelitas, pero que podían dejar
    vivir a las niñas, porque pensaban que si mataban a los niños entonces el chance de que los israelitas siguiesen creciendo declinaría considerablemente, y así Israel no seria jamás un poder en Egipto para escapar.

    Con todo, lo que realmente había empezado en Egipto y en el corazón de Faraón junto con sus oficiales, fue que se preparaban para disminuir considerablemente a los israelitas, matando no solamente a los niños recién nacidos, pero igualmente al resto
    de su población cuando posible, para que así tengan siempre control de su crecimiento y hasta sentirse todos cómodos con ellos. En la mente del Faraón esto era lo correcto de hacer para controlar el crecimiento de los israelitas junto con el
    crecimiento de los egipcios, que les pareció lógico también hacerlo así a sus oficiales, acordando que las ordenes a las parteras, que ayudaban a las israelitas a parir, eran las correctas, y que podían matar a sus niños sin problema alguno.

    Las parteras fueron con las ordenes del Faraón, y estaban decidas a cumplirlas, pero cuando las mujeres israelitas daban a luz a sus hijos niños, el proceso de parir de ellas era acelerado por nuestro Padre celestial y por su Espíritu Santo: porque
    cuando las parteras se acercaban a ellas, entonces sus hijos ya habían nacido, escapando la muerte de Faraón. Las mujeres israelitas continuaron dando a luz a sus niños incrementando así su numero que el Faraón se sorprendió, porque la natalidad de
    todos ellos había incrementado a números nunca visto antes, que llamaron a las parteras para averiguar qué estaba pasando: porque la población israelita había crecido dramáticamente en vez de decrecer, que pensaban que todo estaba fuera del control
    establecido.

    Y las parteras egipcias decían que cuando ellas llegaban a las mujeres israelitas dando a luz a sus niños, entonces ellas ya tenían a sus niños en sus brazos, y que no había nada posible que ellas podían hacer para pararlas de dar a luz tan
    temprano, o de matarlos como les había sido ordenado—porque Dios mismo les ayudaba a parir. Por esta razón, nuestro Padre celestial había descendido del cielo con su altar de su amor eterno, que Él mismo le había manifestado a Abraham e Isaac
    inicialmente, cuando ambos empezaron el fuego que bendice a los niños que habían sido prometidos a nacer en futuras generaciones, liberados por juramento a Isaac de todo ataque de Satanás y del ángel de la muerte.

    Nuestro Padre celestial descendió con su monte santo de Jerusalén, descansando sobre el Sinaí, con su horno ardiendo abundantemente primeramente con su santo nombre fuego junto con su grande Gracia, con su grande Misericordia, con su grande Verdad y
    con su grande Justicia Divina, para redimir a los israelitas de una muerte segura, porque el príncipe del holocausto ya estaba en Egipto. A tiempo, nuestro Padre celestial descendió sobre el Sinaí para liberar de morir a los hijos de Abraham, porque
    las ordenes de matarlos ya había sido dada por Faraón, y sus oficiales ya estaban con sus manos en la obra, asegurándose de que la orden se cumpla para minimizar así la amenaza de un Gran Israel dentro de Egipto.

    Además, al descender nuestro Padre celestial sobre el monte Sinaí con su horno ardiendo con los fuegos de su gracia, misericordia, verdad y de justicia divina, entonces Él llegó a tiempo, preservando y asegurando la vida de cada israelita junto con
    los que nacían en aquellos días peligrosos, que ni una sola vida se perdió jamás, por razones de su presencia santísima. Verdaderamente, nuestro Padre celestial había llegado en buena hora sobre la casa de Israel para liberarlos de la muerte,
    porque lo que se les venia encima era un holocausto que podía reclamar sus vidas para el infierno tormentoso junto con la de sus hijos por nacer aún, que las parteras egipcias fueron enviadas expresamente con ordenes de matarlos, sin poder lograrlo jamÃ
    ¡s.

    Las parteras egipcias fallaron en matarlos, porque nuestro Padre celestial junto con su Espíritu Santo les hablaba a sus corazones, asegurándoles, que lo que estaban por hacer estaba mal en su presencia santísima, además traería sobre todas ellas y
    sus familiares juicios, si persistían en ejecutar las ordenes de su Faraón de matar recién nacidos inocentes, solo porque temían el crecimiento Israelí. Y porque las parteras egipcias oyeron a su voz y decidieron que jamás pondrían sus manos sobre
    las mujeres israelitas en cinta para matar a sus niños por nacer, entonces nuestro Padre celestial las empezó a bendecir con los dones y regalos maravillosos de su Espíritu Santo, que sus familias y hogares empezaron a gozar de sus nuevas bendiciones
    en grandes abundancias.

    Además, porque las parteras egipcias temieron a nuestro Padre celestial y a su Espíritu Santo, hablándoles en sus corazones como madres, que ellas también eran, y con sus hijos que habían nacido sin la amenaza constante de que alguien había sido
    enviado a matarlos al nacer, entonces las mujeres israelitas continuaron dando a luz a sus niños, porque las parteras les ayudaban. Ciertamente que, nuestro Padre celestial se encontraba muy feliz con su Hijo Jesucristo (es decir Isaac) y con su Espí
    ritu Santo, porque habían ganado a las parteras egipcias para que les ayuden a no llevar acabo las ordenes de Faraón para matar a los niños recién nacidos, bendiciéndolas a todas con sus hijos, así como bendijo a todo Egipto por cuatrocientos años.

    Colectivamente, nuestro Padre celestial se sentía más alegre que todos en el cielo, porque Él había hecho que Satanás y junto con Faraón y sus oficiales, que manifestaban voluntad de atacar y matar a las familias israelitas con un holocausto que
    empezó secretamente con las parteras, pero murió con ellas finalmente, obedeciendo la voz de Dios para que su misericordia prevalezca grandemente. Sin duda, nuestro Padre celestial había traído todo este holocausto a su paro completo, que
    perfectamente hubiese terminado con la vida de todos sus hijos que Él mismo había dado vida, por el Espíritu Santo y con su Hijo Jesucristo, al nacer como Isaac para conquistar el mundo entero, destruyendo con bautismo todo pecado de Satanás en las
    familias de las naciones.

    Dado que, fue necesario para nuestro Padre celestial primeramente acumular los pecados, maldiciones, pobreza, enfermedades y muerte de cada hombre, mujer, niño y niña que han vivido en la tierra (y de aquellos que vendrán postreramente), para que
    todos puedan caminar por su Camino de Santidad hacia Canaán, para levantar su santo nombre fuego sobre su altar victorioso sobre todo mal, perpetuamente. Por ende, nuestro Padre celestial junto con su Espíritu Santo y con su Hijo Jesucristo,
    manifestado como Isaac, porque sólo por Isaac su primogénito nacería en el mundo, y éste es Jacobo para introducir su luz y su vida eterna para su santo nombre fuego, ardiendo sobre el mundo entero, empezando sumamente victorioso sobre todo mal sobre
    su altar del amor eterno.

    Es decir también para que nuestro Padre celestial empezara a conquistar el mundo entero con todas sus familias, entonces Él primeramente tenia que establecer su santo nombre fuego sobre su altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y
    con su Espíritu Santo, dándole así vida a sus hijos por el Espíritu Santo, empezando con Abraham que creyó a Dios inicialmente. Por gracia, la fe de Abraham fue contada como justicia salvadora sobre su altar, porque creyó en cada palabra de nuestro
    Padre celestial, para que finalmente no solamente reciba a su Hijo Jesucristo nacido del vientre estéril de Sarah como Isaac, llenó del Espíritu Santo de su gracia, misericordia, verdad y justicia divina, sino también como su cordero personal, para
    el sacrificio continuo.

    Considerando que, la salvación de Abraham y de sus hijos prometidos, solamente seria posible en Isaac su único hijo, con el que aprendería a vivir con Dios, llevándolo como su cordero del sacrificio sobre el monte alto, en donde él estaba listo para
    derramar la sangre de su unigénito al mandato del Padre, y sólo entonces alcanzaría salvación con vida eterna para todos. Por ende, Satanás sabia que nuestro Padre celestial tenia que llevar a toda la casa de Israel del cautiverio egipcio, hacia el
    mismo altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y con su Espíritu, en donde Abraham fue bautizado del Espíritu Santo inicialmente, para que los hijos sean igualmente bautizados con salvación: listos para entrar a Canaán con vida
    eterna.

    Realmente, Satanás necesitaba destruir a toda la casa de Israel en su cautividad egipcia, cuando aún estaba en el espíritu de error del fruto prohibido, del árbol de la ciencia del bien y del mal, para que todos ellos mueran en la carne pecadora y asÃ
    ­ jamás vean la vida, en esta vida y en la venidera, del nuevo reino angelical. Por ende, era importante para Satanás empezar su holocausto, matando a Israel en su cautiverio egipcio, porque si él hubiese podido matar a todos los hijos de Abraham aún
    cuando vivían en el espíritu de error y en la carne pecadora, entonces ellos hubiesen muerto sin jamás conocer el poder de la resurrección hacia la vida eterna como hijos legítimos del Padre.

    Es decir, que Israel jamás hubiese conocido el poder de la resurrección, en la que tú únicamente encontraras al ser bautizado en agua en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, porque éste es el altar de Abraham e Isaac, que tiene los
    poderes de gracia y misericordia para entregarle a todo aquel que quiera vida eterna al instante. Visto que, al ser bautizado quienquiera en agua, invocando el nombre del Padre celestial junto con su Hijo y el Espíritu Santo, entonces santidad perfecta
    del altar del amor desciende en las aguas, removiendo todo espíritu de error junto con la carne pecadora, finalmente para recibir el Espíritu Santo y la carne sagrada en donde la vida eterna es posible, para siempre.

    Efectivamente, nuestro Padre celestial liberando a todo Israel del cautiverio egipcio hacia el mar Rojo, entonces Él podía bautizar a cada hombre, mujer, niño y niña con su santo nombre junto con su Hijo y el Espíritu Santo, para que sus poderes de
    santidad embellezcan sus almas vivientes con perfecta santidad, sólo posible en su Espíritu y en la carne sagrada de Jesucristo. Por eso, es que nuestro Padre celestial bautizo en agua a cada uno de todo Israel, escapando la cautividad infernal en
    Egipto, entonces Él esperaba que no solamente cada familia de las doce tribus israelitas bautice a sus hijos por nacer en futuras generaciones, pero igualmente a los hijos de las familias de las naciones: para que todos escapen del mal eterno.

    Visto que, cada uno bautizado en agua al su santo nombre fuego ser invocado junto con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo, entonces los poderes de su altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y con el Espíritu Santo, remueven
    finalmente el espíritu de error y la carne pecadora con perfecta verdad y justicia para salvación eterna. Puesto que, aquí es cuando cada uno que es bautizado no solamente abandona el espíritu de error por su Espíritu Santo y la carne pecadora por
    la de su Hijo Jesucristo, y sólo así todos reciben vida con el Padre celestial, en su Lugar Santísimo, como sus hijos legítimos, viviendo ya su misma vida santísima con Él en el cielo, eternamente justificados.

    Dado que, únicamente por el bautismo en agua nuestro Padre celestial es habilitado para tirar cada pecado, maldición, enfermedad, pobreza y muerte en el infierno tormentoso, para finalmente vestir a cada hombre, mujer, niño y niña con su Espíritu
    Santo junto con la carne sagrada de su Hijo Jesucristo para entrar en su Lugar Santísimo, en donde todo pecado ha muerto ya. Además, su Hijo Jesucristo tiene su sangre reparadora toda llena con la vida eterna del Padre celestial, que Él mismo ya la
    cedió a toda a la casa de Israel y a las familias de las naciones, por ende, únicamente por el bautismo en agua sus carnes pecadoras junto con su espíritu de error son finalmente destruidos, restaurándolos así al paraíso angelical, finalmente.

    Por eso, es que nuestro Padre celestial se encontró nervioso al ver a toda la casa de Israel, caminando hacia el mar Rojo, finalmente para ser bautizados, para remover no solamente todo pecado de sus vidas, pero igualmente el espíritu de error y la
    carne pecadora, que cuando Moisés oyó a los israelitas decir que el Faraón se acercaba, entonces clamó al SEÑOR. Inmediatamente, nuestro Padre celestial le respondió desde su dulce hogar a Moisés, diciéndole, por qué clamas a mí, cuando ya se
    te dijo que llevases a toda la casa de Israel hacia el mar, para que sean bautizados en agua, cruzándolo todo en seco, hacia la seguridad perfecta del Espíritu Santo y de la carne sagrada para vestir de salvación eterna, siempre.

    En otras palabras, lo que nuestro Padre celestial le dijo a Moisés fue que todo Israel aún estaba en peligro de morir en la carne pecadora y en el espíritu de error, aunque hayan escapado con las riquezas de joyas de oro y plata de Egipto, para entrar
    en el bautismo de agua, enriquecidos todos para recibir su vida eterna, al fin. Visto que, todo Israel necesitaba ser bautizado en agua y rápido, finalmente para escapar la amenaza de morir en el espíritu de error y en la carne pecadora, en donde
    fallarían no solamente de escapar el infierno amenazante, pero igualmente de resucitar postreramente a la vida eterna, para que todos entren en su nuevo reino enriquecidos con las abundantes riquezas de Abraham.

    Ya que, en el bautismo del mar Rojo no solamente sus almas vivientes necesitaban ser lavadas del fruto prohibido del espíritu de error y de la carne pecadora de Adán y Eva, pero igualmente las riquezas de Abraham tenían que ser lavadas y santificadas
    poderosamente: para que todos sus hijos sean enriquecidos grandemente siempre en el bautismo en agua, de generaciones venideras. Ciertamente, hoy en día cada hombre, mujer, niño y niña no solamente de Israel y de las naciones, bautizados ya en agua, y
    habiendo invocado la perfecta santidad de su nombre, de su Hijo y del Espíritu Santo, entonces son todos lavados del espíritu de error y de la carne pecadora, que jamás fallaran de recibir toda riqueza divina, incluyendo las de Abraham.

    Considerando que, nuestro Padre celestial progresivamente está listo para enriquecer a sus hijos bautizados en agua en la tierra y bautizados en su Espíritu Santo del Lugar Santísimo, sobre su monte santo de Jerusalén: visto que al enriquecer a sus
    hijos entonces Él enriquecerá su nuevo reino que será establecido en el mundo entero eventualmente, solo para conocer su amor eterno, siempre. Es decir también que cada riqueza dada por nuestro Padre celestial a Adán y Eva y, últimamente, a Abraham
    y Sarah, fue para sus hijos recibir únicamente bautizados en agua en la tierra y en su Espíritu Santo sobre su altar del Lugar Santísimo, altar enriquecedor de toda alma viviente, que le ama a Él en su Espíritu y en su Verdad, siempre.

    Visto que, nuestro Padre celestial siempre enriquece con su Espíritu Santo, la carne de su Hijo y su sangre reparadora, que es su misma vida eterna, en todos sus hijos bautizados en agua, al invocar la perfecta santidad de su nombre para liberación:
    porque el espíritu de error es el fruto prohibido y la carne pecadora el polvo yaciendo en el infierno, perpetuamente. Además, nuestro Padre celestial solamente quiere enriquecer con su Espíritu Santo, la carne sagrada de su Hijo Jesucristo y su
    sangre reparadora, derramada toda sobre su altar del Lugar Santísimo, al ser clavado a Isaac, que fue toda la casa de Israel yaciendo en el Valle de los huesos secos, para levantarlos a su vida eterna, enriquecidos todos con perfecta riquezas,
    perpetuamente.

    Ya que, enriqueciendo siempre con su Espíritu Santo, la carne sagrada de su Hijo Jesucristo y su sangre reparadora, derramada sobre su altar de su amor eterno por los hijos de Abraham y de las naciones (con sus hijos), entonces Él está enriqueciendo
    toda la tierra, salvándola, para establecer su nuevo reino de reyes, sacerdotes y ministros para gloria de su nombre. Presentemente, nuestro Padre celestial continúa enriqueciendo a cada hombre, mujer, niño y niña de todas las familias de Israel,
    regadas por toda la tierra, y así también a todas las familias de las naciones, haciéndoles así creer en su santo nombre fuego que le confió inicialmente a Moisés sobre el monte Sinaí, para bautizarlos y enriquecerlos grandemente, para siempre.

    Visto que, nuestro Padre celestial continua enriqueciendo toda la tierra con su Plan Salvador, que Él mismo estableció con Abraham, al su Hijo Jesucristo servir el pan y vino sobre su mesa Santísima, para que su carne sagrada, sus huesos
    inquebrantables y su sangre reparadora no solamente nazcan del vientre estéril de Sarah, pero igualmente en cada familia de todas las naciones. Por ello, nuestro Padre celestial necesita a todos bautizados en agua y en su nombre, en su Hijo y en el Espí
    ritu Santo también, porque al ser bautizados en su perfecta santidad de su santo nombre fuego entonces Él puede recibirlos instantáneamente sobre su altar del amor prehistórico, descendido con su Lugar Santísimo para el bautismo del Espirito Santo
    de sus redimidos.

    Ya que, es sobre su altar de amor y del Lugar Santísimo, ardiendo con el horno de su gracia, misericordia, verdad y justicia divina, en donde Él personalmente renace del Espíritu Santo con cada uno amándolo a Él y a su santo nombre fuego, para que
    sus riquezas de bendiciones transformen sus vidas cada día y hasta que su reino venga mundialmente. Dado que, nuestro Padre celestial no ha liberado a toda la casa de Israel de Gosén y de su cautividad egipcia de más de cuatrocientos años, por el
    poder de su santo nombre fuego, dado a Moisés sobre el monte Sinaí, pero igualmente los liberó de la muerte segura de Satanás preparada como un holocausto, que Faraón empezó con sus parteras.

    Ciertamente que, nuestro Padre celestial había liberado a Israel de un holocausto horrendo, cuando las parteras fueron ordenadas a matar a todo niño naciendo de las mujeres israelitas, porque Él también amaba a las naciones, para que Él mismo
    entonces llevar a sus hijos y a toda familia gentil a conocer que necesitan ser bautizados, para escapar de los holocaustos de Satanás mundialmente. Especulando que, Satanás podía conquistar el mundo entero para su reino de tinieblas, si es que él
    pudiese hacer que la gente muera en el espíritu de error y en la carne pecadora, que nuestro Padre celestial ya condenó a que regrese al polvo de la muerte infernal, para que finalmente todo hombre muera sin su Espíritu Santo y sin su carne sagrada.

    Ciertamente, si Satanás logra que gente universalmente muera en el espíritu de error y en la carne pecadora, muriendo sin el bautismo de agua, en donde serian desvestidos del fruto prohibido para vestir finalmente del Espíritu Santo y de la carne
    sagrada, recibiendo así la vida eterna que es la resurrección victoriosa del cielo, entonces él habrá hecho del mundo entero tinieblas. Por eso, es que fue importante para nuestro Padre celestial entregarle su santo nombre fuego a Israel sobre el
    monte Sinaí y desde el horno de gracia, misericordia, verdad y justicia divina para que Israel finalmente tenga poderes de invocarlo a él por su nombre todopoderoso, pasando en seco por el bautismo del mar Rojo, perpetuamente justificados todos sus
    hijos, para siempre.

    Ya que, al escapar de Egipto y de su cautividad que hubiese sido morir en un holocausto escondido, destinado para que ellos sufran perpetuamente de parte de Satanás, Faraón y sus oficiales, entonces ellos pudieron caminar hacia la tan esperada libertad
    del bautismo de agua del lecho marino, para seguir a avisarles a las naciones que vivir sin el bautismo es peligroso. Visto que, lo que Satanás preparó para Israel con sus siete años de hambruna, que realmente es la manifestación de las siete vacas
    feas y flacas comiéndose a las siete vacas hermosas, además los siete granos comiéndose los siete buenos, y esto significa holocaustos no sólo para Israel pero igualmente para las naciones, entonces Israel tenía que caminar bautizado, bautizando al
    mundo entero.

    Tradicionalmente, la mejor manera de Israel para avisar a las naciones de los peligros de los holocaustos escondidos de Satanás, que se manifestarían en cada siete años de hambre, que significa la presencia de las siete vacas feas comiéndose las
    siete vacas hermosas, o los siete granos comiéndose los siete granos buenos, fue realmente alcanzado la cima con el santo nombre fuego. Puesto que, Israel es el madero nacido del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, para llegar a ser los
    postes de nuestro Padre celestial, llevando finalmente con clavos su santo nombre fuego hacia la gloria eterna sobre el monte santo de Jerusalén, en Israel, avisándoles a las naciones de los holocaustos de Satanás que empezaron en su cautiverio
    egipcio.

    Todo holocausto es el infierno esperando por cada hombre, mujer, niño y niña no solamente de Israel para que muera en pecado sin bautizarse en agua, invocando su santo nombre fuego, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo para ser desvestidos,
    sumergidos, del espíritu de error y de la carne pecadora, en donde Satanás los matara, perpetuamente, pero igualmente a toda nación. Visto que, cuando alguien muere sin los beneficios del bautismo en agua, invocando el nombre de nuestro Padre
    celestial, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo, entonces, todos estarían muriendo en el espíritu de error y en la carne pecadora, en donde no podrán ser ayudados jamás para resucitar a la vida eterna, para entrar al cielo, gozando de sus
    abundantes riquezas, perpetuamente.

    Puesto que, nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y el Espíritu solamente pueden resucitar a vida eterna a todos los bautizados en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre bendito, de su Hijo unigénito y del Espíritu Santo, porque ú
    nicamente allí existe todo poder libertador, limpiándolos del fruto prohibido instantáneamente, sumergidos, levantándose hacia al paraíso y la vida eterna, perpetuamente justificados. Éste es el único momento en la vida de todos, sea hebreo o
    gentil, finalmente para liberarse de la maldición de cada día del fruto prohibido, para recibir el Espíritu Santo y la carne sagrada que viene del árbol de la vida, y que es nuestro Señor Jesucristo listo para mantenerte protegido y bendito en la
    eternidad con toda riqueza del Padre celestial.

    Ahora, por el desierto del Sinaí, Satanás se manifestó como el cordero de oro, listo para ascender al monte Sinaí con cada hombre, mujer, niño y niña de Israel, para renacer del horno ardiendo de gracia, misericordia, verdad y de justicia divina de
    nuestro Padre celestial, porque le gustaría mucho regresar a la vida angelical que una vez conoció en el cielo. Sin embargo, nuestro Padre celestial lo rechaza siempre aún cuando Israel lo aceptó como su cordero de oro que iba con él hacia la tierra
    prometida, conquistándola para siempre, finalmente para entrar al Lugar Santísimo: porque únicamente con todo Israel entonces él realmente podría entrar en él, para él mismo renacer a la vida angelical que una vez conoció en el cielo.

    Traidoramente, Satanás tenia que ascender al monte Sinaí con Israel para contaminar el Lugar Santísimo, para que, así, nadie en Israel y de las familias de las naciones jamás renazca de los poderes del Espíritu Santo, para volver a ser santo, como
    en el comienzo, de la imagen y alma viviente del Padre celestial, regresando así a la vida eterna, eternamente justificado. O entrar en Canaán con todo Israel, conquistándolo, para ser bautizado en el río Jordán, revertiendo así toda la victoria
    que nuestro Padre celestial había conquistado en contra de él, al liberar a Israel del cautiverio egipcio y del holocausto escondido, tirando todo pecado, mentira, maldición, enfermedad, conflicto y años de hambre en el mar, y todo junto con el fruto
    prohibido, finalmente.

    Por ende, para que toda la casa de Israel sea liberada, llevando su santo nombre fuego a la tierra prometida y su altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y con el Espíritu Santo, para la victoria final de conquistar las naciones y
    el mundo entero, para las glorias de su nuevo reino de su nombre santísimo y todopoderoso. Y Satanás necesitaba hacer todas estas cosas terribles en sus primeros días, y lo mismo es verdad hasta hoy: Por todo ello, tú necesitas ser bautizado en agua,
    invocando su santo nombre fuego, a su Hijo Jesucristo y al Espíritu Santo, abandonando así el fruto prohibido para retomar el fruto de vida con salvación y sus días maravillosos, de felicidades interminables.

    Además, tenemos todos nosotros que darle gracias a nuestro Padre celestial por su sabiduría divina y por su Hijo Jesucristo junto con su Espíritu Santo, porque ellos han derrotado a Satanás y sus locuras desde los primeros días y hasta hoy, visto
    que él aún le gustaría destruir a Israel junto con las naciones, para finalmente establecer su reino de tinieblas, perpetuamente. Es decir también de que Satanás hará cualquier cosa que pueda en contra de ti y de los tuyos, para que jamás entres
    en las aguas para que seas bautizado en el nombre santísimo de nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo, porque éste bautismo es del cielo y de su Lugar Santísimo, salvándote de todo holocausto infernal, siempre.

    Como siempre, así como Satanás detuvo a Israel en el cautiverio egipcio, sin conocer jamás los poderes del bautismo en el mar Rojo, ni menos conocer las maravillas y glorias del bautismo del Espíritu Santo, en el Lugar Santísimo del monte santo de
    Jerusalén, entonces él hace lo mismo contigo cada día, para que jamás conozcas los poderes de tu bendita salvación. En la cautividad egipcia, Satanás falló en cautivar a Israel, por los poderes que él tenia con Faraón y sus oficiales, porque el
    santo nombre fuego junto con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo, demostró ser más poderoso de lo esperado, que él tuvo que soltar a Israel de su holocausto mortal que había preparado para que mueran todos, perpetuamente.

    Visto que, Satanás realmente necesitaba matar a todos los hijos de Abraham, porque habían nacido del poder del Espíritu Santo cuando su Hijo Jesucristo nació del vientre estéril de Sarah como Isaac con la carne sagrada, los huesos inquebrantables y
    la sangre reparadora, finalmente para liberarlos junto con las familias de las naciones de sus siete años de hambre mundial. Ahora, considerando que Satanás falló de retener a Israel lejos del bautismo del mar Rojo, porque Moisés junto con cada
    israelí había recibido y creído en los poderes del santo nombre fuego, para tirar en el fuego del infierno cada palabra de Satanás y de la muerte igualmente, entonces él tenia que ver hacia el bautismo de Israel en el río Jordán.

    Porque si Satanás podía bautizarse en el Jordán, entonces él revertiría su derrota del bautismo del mar Rojo cuando cada hombre, mujer, niño y niña de Israel no solamente lanzó en el fuego del infierno cada pecado, maldición, enfermedad, pobreza
    y muerte, pero asimismo a todo enemigo, y finalmente Satanás hubiese hecho que Israel permanezca en el espíritu de error, para siempre. El plan de Satanás para que sus tinieblas continúen prevaleciendo y creciendo en Israel y en las familias de las
    naciones, fue realmente de ser aceptado como el becerro de oro para emerger del Jordán bautizado en agua, cancelando así las fuerzas del altar del amor eterno, para que Israel continúe con el espíritu de error hasta morir sin salvación alguna, para
    siempre.

    Es decir, que si Satanás no solamente hubiese engañado a Israel, pero igualmente que nuestro Padre celestial le permita, de algún modo, en el Jordán con la casa de Israel, para ser bautizado con ellos en Canaán como el becerro de oro, entonces él
    hubiese logrado que Israel permanezca en el espíritu de error y en la carne pecadora hasta la muerte. Esto significa que Israel hubiese continuado viviendo en el espíritu de error y en la carne pecadora, integrados en sus almas vivientes sin poder
    escapar de la muerte jamás, para luego morir sin tener el poder del Espíritu Santo, desde donde nuestro Padre celestial los podría resucitar a la vida nuevamente, cumpliendo así con su juramento a Isaac de vida y de bendición, perpetua.

    Más gracias a nuestro Padre celestial, porque su Hijo Jesucristo derrotó a Satanás junto con cada una de sus mentiras, maldiciones, enfermedades, pobreza, conflicto y holocausto, lanzándolos todos ellos en el infierno tormentoso con el ángel de la
    muerte, para que Israel reciba su Espíritu Santo y carne sagrada para que toda vida eterna sea posible, poseyendo así el cielo, eternamente enriquecidos. Sin embargo, Satanás no ha terminado todavía, porque aún seguirá hacia la Ciudad de David con
    su plan perverso, para que Israel lo alabe a él con la intención de ser exaltado sobre el santo nombre del Padre celestial, que ya ha sido clavado al madero de la casa de Israel, en donde están todos bendiciéndolo grandemente como sus hijos legí
    timos, perpetuamente.


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