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Sábado, 04 de Enero, 2019 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica
(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo
BAUTIZADO: TÚ VIVES EN CANAÁN, ENRIQUECIDO, ANTES DE ENTRAR AL CIELO: REDIMIDO:
El día llegó. Cuando nuestro Padre celestial decidió crear un reino mayor, que Él siempre había conocido con su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, porque el reino angelical, en donde Él siempre había vivido con su familia divina, y una tercera
parte de las huestes angelicales se habían rebelado en contra de su santo nombre fuego sobre su altar de su amor eterno por sus hijos. Por cuanto, Lucifer había llegado a creer que podían poseer su santo nombre fuego junto con sus ángeles caídos
fieles a él, además, ellos pensaban realmente, que él podía crear un nuevo mundo, en donde él sería aún mayor que nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo: entonces, el pecado nació en su corazón malvado, contaminando la
Creación.
Por ende, el reino angelical, creado por nuestro Padre celestial para amar, servir, honorar y exaltar su santo nombre fuego sobre su altar de su amor de familia divina, que es su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, entonces, ellos vinieron a ser
contaminados con el corazón malvado de Lucifer: pensando, que él podía exaltarse más alto que sus nubes de glorias eternas. Consiguientemente, nuestro Padre celestial soñó en su nuevo hogar, como el que Él siempre conoció con su Hijo Jesucristo y
su Espíritu Santo, porque ellos verdaderamente le aman a Él con su amor infalible siempre, contemplando a Adán y a ti también junto con tus amados, reemplazando a sus ángeles infieles en su dulce hogar, lleno de su amor infalible por toda vida
humana.
Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba vivir con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo en su nuevo hogar, en donde el pecado de rebelión de Lucifer siempre fallara en existir con las huestes angelicales y con sus hijos, que Él había de
darles vida únicamente para conocer su amor infalible, servicio y gloria hacia su santo nombre fuego sobre su altar celestial. Aquí es cuando, nuestro Padre celestial le dijo a su Hijo Jesucristo y a su Espíritu Santo: Descendamos a formar al hombre
en nuestra imagen y semejanza, y así, él sea como uno de nosotros, conociendo el bien y el mal, para tener nuestro nuevo reino, en donde nuestro santo nombre fuego será realmente amado, servido y alabado por una eternidad entera.
Aquí, nuestro Padre celestial le dio vida a cada hombre, mujer, niño y niña de todas las familias de las naciones, empezando con Adán y Eva, y así, ellos tengan sus hijos, conociéndolo a Él, su Hijo Jesucristo y a su Espíritu Santo, nacidos con
su amor infalible, en donde ellos vivirán: amando, sirviendo y glorificando su santo nombre por toda una eternidad. Ya que, cuando nuestro Padre celestial pueda vivir con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu, naciendo con sus hijos, que viven para
reemplazar a Lucifer y a sus ángeles caídos, naciendo de su amor infalible, únicamente para conocer amor, gloria y grandezas hacia la eternidad, entonces, Lucifer sintió envidia hacia sus hijos, porque él está excluido de la gloria para siempre.
Por eso, es que Lucifer tenía que acercarse a Adán, para recibirlo a él junto con sus hijos, viviendo en futuras generaciones, empezando con Eva, y así, él ser parte de estas glorias venideras, grandezas y riquezas jamás vistas por él ni por los á
ngeles antes, haciéndose parte de ellos de una manera u otra. Lucifer pensó, que teniendo a Adán y a Eva junto con los hijos, entonces, él podía ser uno con ellos en su pecado, y así, él ser parte de estas nuevas glorias venideras, riquezas y
grandezas nunca antes vistas por nadie en el cielo hasta hoy en día, por ende, él empezó su reino de tinieblas, creado ya en su corazón malvado.
Considerando que, cuando nuestro Padre celestial formó al hombre junto con ayuda de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, entonces, él nació junto con sus hijos, empezando con Eva, con poderes especiales de su amor infalible, que solamente dan a
luz nuevas glorias de santidades sin fin y abundantes riquezas asombrosas, vistiendo su santo nombre fuego con honores eternos por toda una eternidad. Puesto que, estas son glorias nuevas de santidades sin fin y de riquezas asombrosas, enriqueciendo
grandemente a nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo junto con sus ángeles fieles, emanando de Adán y de sus hijos, cuando ellos vivan con Él en su nuevo dulce hogar, que Él mismo divinamente escogió ya—y esta es la
tierra de hoy contigo.
Realmente, para Lucifer contaminar a Adán con mentiras, nacidas de su corazón malvado, creando así un reino de tinieblas sin fin en la creación, porque si nuestro Padre celestial puede usar al hombre con sus hijos para crear un nuevo dulce hogar de
glorias interminables, santidades y riquezas, entonces, él podía hacer lo mismo con Adán, por ello, él tenía que tener al hombre. Además, para Lucifer alcanzar su deseo malvado de tener a Adán y a sus hijos en su reino de tinieblas, empezando ya,
entonces, él tenía que hacer que el hombre crea lo nacido en su corazón malvado: el pecado, rebelándose en contra del santo nombre fuego de nuestro Padre celestial sobre el altar de su amor infalible, amando a su familia divina—tú.
Por consiguiente, Lucifer tenía que asegurarse, que Adán falle en comer de fruto del árbol de la vida, que estaba en el epicentro del paraíso, porque nuestro Padre celestial le había dicho, que él podía comer de todos los árboles del Jardín del
Edén, pero, excepto del fruto prohibido, del árbol de la ciencia del bien y del mal. Por cuanto, que el día que Adán comiese del fruto prohibido entonces él moriría junto con sus hijos, que nacerían en generaciones venideras, porque ellos estaban
destinados a nacer con poderes especiales para amar, servir y glorificar su santo nombre fuego sobre el amor de su amor infalible hacia su familia divina para vivir su vida eterna con ellos, disfrutándola, para siempre.
Puesto que, este es el santo nombre fuego de nuestro Padre celestial que siempre existió por una eternidad con su Hijo Jesucristo y con santidades perfectas de su Espíritu Santo, en donde jamás fue tocado por ninguno por toda la Creación, y hasta que
Lucifer junto con sus ángeles caídos decidió poseerlo, pero, él falló, rechazándolo el santo nombre fuego para siempre. Visto que, el santo nombre fuego de nuestro Padre celestial únicamente reconoce santidades perfectas, emanando de su Hijo
Jesucristo y de su Espíritu Santo, y jamás de los ángeles caídos, como Lucifer, que pensó que él podía poseerlo, por eso, el infierno junto con el lago de fuego nació, quemando el pecado de rebelión eternamente, como la segunda muerte por una
eternidad entera.
Sin embargo, nuestro Padre celestial les dio vida a sus hijos en su imagen para vivir conforme a semejanza de su Hijo Jesucristo, llenó de asombrosas santidades perfectas de su Espíritu Santo, como riquezas y glorias jamás vistas por los ángeles,
porque únicamente existen en su dulce hogar, la tierra, en donde su familia divina (tú) goza de amor, paz y dulzuras sin fin. Ciertamente, este es un reino glorioso, que nuestro Padre celestial siempre soñó con él, poseerlo, en donde su santo nombre
fuego es eternamente amado, servido y alabado con perfecto amor, emanando de su corazón santísimo, conociendo únicamente riquezas, perfectas santidades y alegrías insondables con su familia divina por una eternidad entera, y este eres realmente tú
junto con tus amados, vecinos y amistades.
Aun así, Lucifer quiere ser parte de este nuevo reino, creciendo del corazón santísimo de nuestro Padre celestial, en donde su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo siempre han vivido, pero igualmente, sus hijos nacieron allí, en él, empezando con Ad
n y Eva, y así, ellos conozcan maravillas de su amor infalible, servicios y glorificaciones a su santo nombre fuego en su dulce hogar, Canaán. Este es el nuevo dulce hogar de sueños dorados de nuestro Padre celestial en la tierra, en Israel, Canaán,
en donde sus riquezas, glorias y honras jamás tocadas por el pecado, crecen ya con obras salvadoras de su Hijo Jesucristo, como Isaac inicialmente, y de su Espíritu Santo que continúa derramándose desde la gloria, excluyendo a Lucifer y a sus
seguidores de él.
Como resultado, fue importante para nuestro Padre celestial comer de su Mesa santa del pan y vino, que es su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, servido diariamente a sus ángeles de la gloria celestial, manteniéndolos siempre santos, pero igualmente,
separados de la influencia pecadora de Lucifer, y así, sus hijos siempre coman su comida con Él, enriqueciendo su dulce hogar por siempre. Y es aquí, en donde nuestro Padre celestial encontró a Abraham su siervo no sólo listo para creer en su
palabra viva, nacida naturalmente de su corazón santísimo para ser ejecutada por toda su Creación, empezando en la gloria angelical, y así, su dulce hogar, en Canaán, se enriquezca con sus hijos renaciendo en ella, sólo comiendo sus alimentos con É
l, como siempre.
Después de esto, fue importante para Abraham igualmente junto con sus amados, como Sarah y sus hijos adoptados, comprados por dinero de extranjeros, para que sus hijos prometidos por generaciones futuras, coman del pan y beban del vino de su Mesa santa,
que es el comedor de tu hogar, junto con familias de las naciones, ya que su pan: enriquecerá toda vida siempre. Ciertamente, nuestro Padre celestial tenia a Abraham dispuesto a sentarse con Él a su Mesa santa, para luego él sacrificar tres carneros
con sus mitades opuestas una a otra junto con dos palominos sin cortar sobre la roca de salvación, salpicados con sangre expiatoria, y así, Él expiar, juzgar y perdonar pecados de las familias de las naciones yaciendo ya en el infierno tormentoso.
Dado que, nuestro Padre celestial regresó a Abraham, caminando entre las mitades de los tres carneros sacrificados y con sus sangres expiatorias salpicadas sobre ellos junto con dos palominos sin cortar, porque la antorcha no fue solamente el madero de
Israel, pero también de las familias de las naciones yaciendo en el infierno tormentoso, que necesitaban escapar de él. Aquí, nuestro Padre celestial tuvo a Abraham sacrificando tres carneros con sus mitades opuestas una a otra junto con dos palominos
sin cortar sobre la roca de salvación, salpicada con sangre expiatoria, porque Él estaba expiando, juzgando y perdonando pecados del mundo entero con la cruz del monte santo de Jerusalén, estableciéndolo así su santo nombre fuego, clavado a él, en
Canaán, perpetuamente.
Inmediatamente: Después que nuestro Padre celestial había caminado entre mitades opuestas una a otra de los tres sacrificios junto con dos aves sin cortar sobre la roca de salvación, salpicadas con sangre expiatoria: expiando, juzgando y perdonando
cada pecado de la humanidad entera, ahora, los hijos de Abraham tenían que nacer en él, pero con poderes asombrosos, cambiando el mundo entero en un día. Aquí es cuando, nuestro Padre celestial estuvo listo no solamente para entregarle a Abraham a su
hijo muy esperado, llamándolo Isaac ya desde el cielo arriba, porque fue su Hijo Jesucristo nacido con el cuerpo glorificado para establecer su santo nombre fuego sobre el monte Sion, en Canaán, convirtiéndolo en su dulce hogar, en donde Él vivirá
con sus hijos, eternamente amado para siempre.
Además, nuestro Padre celestial necesitaba tener a su Hijo Jesucristo, como Isaac, del vientre estéril de Sarah, por poderes del Espíritu Santo, porque Él necesitaba que sus hijos nazcan en Canaán, pero, bautizados en agua, invocando la perfecta
santidad de su nombre fuego, y así, ellos renazcan de poderes del Espíritu Santo hacia su vida eterna y hasta más allá de la eternidad. Ciertamente, cuando su Hijo Jesucristo nació como Isaac del vientre estéril de Sarah, por poderes del Espíritu
Santo, entonces, él nació cien por ciento del Espíritu Santo, bautizado en agua del vientre, por ello, él estaba listo para vivir la vida eterna de nuestro Padre celestial con Abraham y con sus amados: Luego él (Abraham) ascendió al monte alto,
para ser declarado Justo eternamente.
Entonces, cuando nuestro Padre celestial había cuidado, que su Hijo Jesucristo viva con Abraham y con los suyos en su hogar, como Isaac, llevando con él no solamente su vida eterna, pero igualmente, sus Diez Mandamientos vírgenes, y sin manchas jamás
del pecado, entonces, Jacobo nació, como su primogénito en Canaán, y así, sus hijos nazcan en la tierra, pero con poderes divinos. Visto que, nuestro Padre celestial tenía que llamar a Abraham al monte santo de Jerusalén, descansando sobre el
Moriah, presentando a su Hijo Jesucristo nacido como Isaac, ofreciéndolo, como ofrenda encendida hacia la gloria celestial, porque su gloriosa vida eterna, que él había vivido triunfantemente con él (Abraham) y sus amados en su hogar, ahora
necesitaba ser parte del reino angelical finalmente para siempre.
Llegó el momento, en que nuestro Padre celestial ansiaba tener a su Hijo Jesucristo yaciendo como hombre, Isaac, sobre el madero del monte santo de Jerusalén, descansando sobre el Moriah, derramando todo su corazón sobre él (Isaac) y sobre sus hijos,
entregándoles así a ellos sus riquezas asombrosas, poderes y glorias jamás tocadas por Satanás, y así, ellos vivan su vida gloriosa eternamente enriquecida. Sin embargo, esta gloriosa vida eterna con sus riquezas cotidianas, que nuestro Padre
celestial les entregó a Abraham y a sus hijos prometidos por muchas generaciones, empezando con Isaac, fue derramada sobre el monte Sion y por todo Canaán, y así, ellos las puedan recibir instantáneamente, pero únicamente, todos ellos renacidos del
bautismo en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre santo.
Puesto que, nuestro Padre celestial tuvo a su Hijo Jesucristo nacido del vientre estéril de Sarah, como Isaac, por el Espíritu Santo, naciendo seguidamente su primogénito Jacobo en Canaán con su vida eterna y junto con sus riquezas asombrosas,
glorias y honores jamás tocadas por el pecado, y así, los padres de las doce tribus nazcan también, teniendo sus hijos en el cautiverio egipcio. Ya que, nuestro Padre celestial necesitaba tener a sus hijos nacidos con su vida eterna junto con sus
mandamientos vírgenes en el cautiverio egipcio y con poderes del Juramento a Isaac, recogiendo cada pecado de las familias de las naciones, cometidas en el pasado y en el futuro, llevándolos luego al bautismo del Mar Rojo, destruyéndolos eternamente
en un solo día.
Visto que, nuestro Padre celestial necesitaba llevar a Israel con su santo nombre fuego en sus bocas y en sus corazones al bautismo del Mar Rojo, abandonando en el lecho marino cada pecado que las familias de las naciones habían cometido y de sus hijos
de generaciones futuras, luego su Hijo Jesucristo nacido en Canaán, derramando su sangre expiatoria finalmente sobre la tierra. Aquí es cuando: Nuestro Padre celestial no solamente liberó a Israel antiguo del cautiverio egipcio de cuatrocientos años,
recogiendo pecados de las naciones, que hayan cometido y que cometerán en generaciones venideras, pero igualmente, Él también tuvo a Israel abandonando la carne pecadora por la carne sagrada, en donde su voluntad perfecta existe en ellos, obedecié
ndole a Él siempre en su nuevo reino venidero.
Considerando que, ahora nuestro Padre celestial usaría a Israel antiguo, como su sumo sacerdote por el desierto del Sinaí, expiando, juzgando y perdonando pecados ya abandonados en el bautismo del Mar Rojo, para no acordarse de ellos jamás nuevamente,
porque borrados fueron por el Juramento a Isaac, y así, Él vivir finalmente en su nueva tierra, eternamente amado con puro amor de sus hijos. Ahora, nuestro Padre celestial necesitaba caminar con toda la casa de Israel por el desierto del Sinaí, como
su sumo sacerdote y como su voluntad perfecta, porque Él tenía que cubrir cada pecado con sangres expiatorias de corderos en la puerta del tabernáculo de reunión, y así, permitir a cada uno yaciendo en el infierno tormentoso acceder al Lugar Santí
simo: eternamente justificado postreramente.
Entendiendo que: Una vez que los pecados de las familias de las naciones habían sido expiados, juzgadas y perdonadas por su Juramento a Isaac junto con sangres expiatorias de corderos, cubriéndolos todos ellos entrando al tabernáculo de reunión,
entonces, cada hombre, mujer, niño y niña podía acceder libremente al Lugar Santísimo, eternamente justificado, obteniendo perfecta salvación por sus almas en su nueva tierra. Por eso, fue importante para nuestro Padre celestial tener a toda la casa
de Israel caminando, sedientos, por el desierto del Sinaí, y esto es sedientos, como cada hombre, mujer, niño y niña yaciendo en el infierno tormentoso, clamando por un vaso de agua, y así, ellos beban finalmente del agua que los israelitas antiguos
habían bebido de la roca de salvación.
Ya que, esta es el agua viva, que toda la casa de Israel clamaba beberla, por toda la sed que ellos estaban sufriendo, cuando caminaban, sedientos, por el desierto del Sinaí, fue insoportable, humanamente hablando: insoportable, como sedientos por un
vaso de agua entre las llamas del infierno tormentoso, pero igualmente, fue el agua que se necesitaba por la semilla plantada en Canaán postreramente. Visto que, nuestro Padre celestial necesitaba a Israel antiguo que le había servido a Él, su Hijo
Jesucristo y a su Espíritu Santo por el desierto, como su sumo sacerdote y como su voluntad perfecta, tocando el alma viviente de cada hombre, mujer, niño y niña yaciendo en el infierno tormentoso, mordidos por serpientes venenosas, muriendo
nuevamente la muerte de los antiguos ya muertos.
Además, nuestro Padre celestial necesitaba a toda la cada de Israel, que había recogido los pecados de las familias de las naciones ya yaciendo en el infierno tormentoso, que desciendan a ellos en el corazón de la tierra, como el Valle de los huesos
secos, y así, recogerlos a todos ellos, como naciones, en la semilla por plantarse en Canaán para siempre. Puesto que, nuestro Padre celestial le aseguró a Abraham que las familias de las naciones serian bendecidas por su semilla, y esto es todo
Israel no solamente recogiendo pecados cometidos en el pasado y en futura generaciones, pero igualmente, recogiéndolos a ellos, como naciones, en el infierno tormentoso junto con sus hijos en generaciones futuras, en la semilla prometida, salvándolos a
ellos perpetuamente.
De seguro, nuestro Padre celestial necesitaba bautizar a cada hombre, mujer, niño y niña de las familias de las naciones, que ellos habían fallado en bautizarse en agua, invocando la santidad perfecta de su nombre, durante sus días de vida sobre la
tierra, y así, ellos entren a su nuevo reino, naciendo nuevamente debajo de Canaán de hoy en día. Es decir, también que nuestro Padre celestial tuvo a Israel antiguo no solamente llevando con ellos su perfecta voluntad y su naturaleza divina por todo
el desierto del Sinaí, trabajando para Él, como su sumo sacerdote, ministrando por el bienestar de cada hombre, mujer, niño y niña yaciendo en el infierno tormentoso, pero igualmente les entregó el bautismo del Mar Rojo para siempre.
Ya que, nuestro Padre celestial necesitaba a cada uno yaciendo en el infierno tormentoso recibiendo no solamente el descender de israelitas antiguos hacia ellos victoriosos sobre cada pecado que los condenaron hacia la perdición eterna, porque fallaron
en conocer su santo nombre fuegos para bautizarse en agua, sin embargo, Israel nació para bautizarse en el Mar Rojo para que ellos vivan nuevamente pronto. Entendiendo que, nuestro Padre celestial había descendido con asombrosos poderes cotidianos del
Juramento a Isaac hacia todos ellos, que no solamente expiaron, juzgaron y perdonaron pecados, libertándolos del infierno tormentoso y de sus tinieblas en un día, pero igualmente, ellos renacieron en tierra santa de Canaán, como árbol, en donde el
monte santo de Jerusalén los esperaba con poderes perfectos de salvación eterna.
Amorosamente, para que esto suceda: Nuestro Padre celestial tuvo a su Hijo Jesucristo nacido del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, como Isaac, para ser el cordero de Abraham sobre el monte alto, pero, ahora él (Isaac) tenía que renacer
del vientre virgen de la hija de David, destruyendo así poderes de Satanás y la muerte en Canaán con su carne sagrada. Ya que, esta es la carne sagrada que nuestro Padre celestial necesitaba que Juan Bautista bautice, bautizándola del Jordán, para
que todo Israel viva nuevamente, pero en Canaán, en donde Él los recibirá a todos ellos con perfecta salvación: victoriosa sobre Satanás, pecados, el infierno y la muerte, para vivir en su nueva tierra, eternamente enriquecidos, amándole sólo a É
l por una eternidad entera.
Realmente, una vez que nuestro Padre celestial tuvo a todo Israel, descendiendo al Valle de los huesos, mordidos por serpientes venenosas, entonces, ellos fueron mordidos por serpientes que habían matado a las familias de las naciones en sus pecados,
condenándolas eternamente, por ende, Israel se convirtió en uno con ellos, renaciendo así en la semilla del pacto en tierra santa de Canaán. Entendiendo que, nuestro Padre celestial necesitaba cada alma de las familias de las naciones, que ahora
estaban ascendiendo para renacer en tierra santa de Canaán, como árbol, en donde su dulce hogar, espera aun por sus hijos, para recibir su santo nombre con clavos de bronce, para ver vida nuevamente en día de resurrección con perfecta salvación: amá
ndolo, sirviéndole y honrándole a Él, siempre.
Realmente, nuestro Padre celestial no solamente tuvo a sus hijos naciendo en Israel con su Juramento a Isaac, como su eterna vida junto con sus mandamientos vírgenes, jamás tocados por el mal, recogiendo pecados del mundo entero, abandonándolos en el
bautismo del Mar Rojo, finalmente descendiendo a las naciones en el infierno tormentoso, como uno con ellos, pero perpetuamente unidos en Canaán postreramente. Comprobado que, este es el dulce hogar de nuestro Padre celestial, en donde Él no solamente
les dio vida eterna a Adán y Eva junto con sus hijos, pero igualmente, ahora Él los tiene regresando a Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, invocando su santo nombre, clavado al madero del monte Sion, en Canaán, convirtiéndose instantá
neamente cada uno de ellos: ¡eternamente Santísimo!
Por lo tanto, fue importante para nuestro Padre celestial tener a toda la casa de Israel, descendiendo al Valle de los huesos secos, convirtiéndose en uno con las naciones en la carne sagrada, que había logrado rituales y ceremonias de santidad
perfectas del Juramento a Isaac, renaciendo así, como el árbol del convenio de vida, pero únicamente en tierra santa, Canaán. Puesto que, nuestro Padre celestial tenía que tener no solamente a Adán y Eva, renaciendo, con todo Israel antiguo,
descendiendo al Valle de los huesos secos, mordidos por serpientes venenosas, pero igualmente, las naciones yaciendo en el infierno tormentoso junto con sus hijos venideros, tornándose en uno con todos ellos, como la cruz del convenio indestructible,
endulzando sus vidas con perfecta salvación, en Canaán.
Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba salvar toda alma del pasado y de futuras generaciones, pero con su santo nombre, clavado a la carne sagrada, nacida en el cautiverio egipcio, recogiendo pecados en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su Espí
ritu Santo, y luego bautizándolos del Mar Rojo, perdonándolos eternamente, y así, ellos reciban perfecta salvación, pero renaciendo en Canaán, como un árbol único eternamente. Considerando que, nuestro Padre celestial jamás pudo entregarles a
todos ellos su santo nombre fuego, para invocarlo en bautismos en agua, salvándose del pecado, porque le era imposible para Él entregárselos a ellos: dado que, para recibirlo, entonces, uno tiene que nacer con el Juramento a Isaac y con sus
mandamientos vírgenes, jamás manchados por el mal, y este fue Moisés, inicialmente.
Puesto que, Moisés nació para recibir su santo nombre fuego sobre el monte Sion, descansando sobre el Monte Sinaí, como el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacobo, entonces, Él se lo entregó a él para que Israel lo posea perpetuamente,
pero también, para pasarlo a las familias de las naciones, pero únicamente clavado sobre la cruz, en Canaán. Considerando que, nuestro Padre celestial se lo había otorgado a Moisés, un hombre nacido con poderes del Juramento a Isaac, poseyendo vida
eterna y sus mandamientos vírgenes junto con poderes importantes, sobre el monte Sion, en el Sinaí, para Israel poseerlo eternamente, pasándolo a las naciones, pero solamente podía ser posible sobre su altar, clavado con serpientes de bronce a la
cruz, en Canaán.
Verdaderamente, nuestro Padre celestial siempre les declaró a sus hijos Israelitas y de las naciones, que todo aquel que invoca su santo nombre fuego, entonces, aquel será salvo, bautizado en agua, abandonando la carne pecadora por la carne sagrada, en
donde su santo nombre está clavado al madero con perfecta salvación, conociendo amor en su nueva tierra y en su Lugar Santísimo, eternamente justificado. Ciertamente, fue importante para nuestro Padre celestial tener a las familias de las naciones
yaciendo en el infierno tormentoso, para ser uno con Israel antiguo, descendiendo hacia ellos en el Valle de los huesos secos, porque necesitaban bautizarse en agua, renaciendo con carne santa, como el árbol en Canaán, y así, ellos reciban su santo
nombre fuego con perfecta salvación eterna: salvándolos instantáneamente.
Entendiendo que, únicamente renacido del bautismo en agua, invocando su santo nombre: como el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacobo, entonces, tú te convertirás en uno solo con Israel, como los antiguos lo hicieron así, tornándose en
el árbol de Canaán, pero, más aun, tú entraras al Lugar Santísimo con nuestro Padre celestial: amándote ya hacia la eternidad vendiera. Legalmente, cada hombre, mujer, niño y niña, están llamados por nuestro Padre celestial a renacer del
bautismo en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, porque este es el único camino, verdad y vida: en donde tú renacerás en Canaán, su dulce hogar, para ser conocido por Él diariamente, como su
hijo legítimo y con privilegios también.
Privilegios humanos, como riquezas y glorias de Canaán, viniendo a ser parte de tu vida y de tus amados, vecinos y amistades, porque nuestro Padre celestial necesita enriquecerte grandemente, porque al hacerlo así, entonces, Él estará enriqueciendo
su santo nombre fuego sobre el monte Sion, viviendo así una vida gloriosa con Él, conociendo solamente: amor, poderes y alegrías sin fin para siempre. Entendiendo que, es tu alma viviente nacida de su imagen, viviendo a semejanza de su Hijo Jesucristo
en poderes de su Espíritu Santo, vistiendo su santo nombre fuego sobre el monte Sion, en Canaán, con asombrosas riquezas cotidianas, poderes y glorias inagotables: honorándolo a Él y su alma viviente por una eternidad entera, llenando su corazón
santísimo de alegrías interminables contigo, empezando hoy.
Por eso, leyendo la Escritura, entonces, tú veras que nuestro Padre celestial siempre estará sentado en la Silla de Misericordia, velando por Canaán continuamente cada año, porque Él tiene que asegurarse, que sus tesoros de su corazón santísimo,
derramadas sobre Isaac y sobre Canaán, siempre estén sin ser tocadas por el pecado, además, Él te ve a ti en Canaán, bautizado con sus poderes. Poderes vivos del Juramento a Isaac, que nuestro Padre celestial derramó sobre Isaac yaciendo sobre el
madero del monte santo de Jerusalén, en Canaán, y así, no solamente sus hijos incontables, como estrellas del firmamento, prometidos a Abraham, nazcan enriquecidos por muchas generaciones venideras, pero igualmente, tú serás enriquecido siempre,
pero renacido únicamente del bautismo en agua, apareciendo en Canaán instantáneamente, eternamente redimido.
Realmente, cuando nuestro Padre celestial esté velando Canaán y los tesoros de su corazón santísimo, derramados sobre Isaac y Canaán, entonces, Él también estará velándote a ti junto con tus amados, ya que tú, renacido del bautismo en agua,
invocando la perfecta santidad de su nombre, instantáneamente tú aparecerás en su presencia santísima, como el Lugar Santísimo del monte Sion, en Canaán, por ejemplo. Y es aquí, en donde nuestro Padre celestial trabajara contigo continuamente por
toda la tierra, y desde Canaán siempre, porque con poderes del Juramento a Isaac, derramados sobre Isaac y sobre Canaán, serán parte de ti cada día de tu vida, y así, Él no solamente te enriquecerá grandemente, pero igualmente, tus amados,
incluyendo vecinos y amistades de alrededor del mundo entero.
Porque así es que: Nuestro Padre celestial necesita expandir su gloria, poderes y riquezas de su santo nombre fuego, clavado al madero del pacto sobre el monte santo de Jerusalén, en Canaán, y así, su Espíritu Santo no solamente se derrame sobre
toda carne en todas las familias de las naciones, pero igualmente, enriquecerlas diariamente con riquezas poderosas, jamás tocadas por el pecado. Verdaderamente, cuando tú seas bautizado en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo
Jesucristo y su Espíritu Santo, entonces, tú estarás en su presencia santísima en Canaán y con su vida eterna, entregada a ti y a tus amados, y así, Él mismo te conocerá en riquezas, poderes y glorias siempre, entrando postreramente a su gloria
angelical, ya eternamente enriquecido.
Realmente, cuando tú hayas renacido del bautismo en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, dado a Moisés, como el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacobo, entonces, Él te vera a ti instantáneamente vestido con poderes,
riquezas y glorias del Juramento a Isaac: Amando, sirviendo su santo nombre fuego sobre el monte Sion, eternamente enriquecido. Ciertamente, es en Canaán, en donde nuestro Padre celestial necesita vivir su vida eterna hoy contigo, tus amados, vecinos y
amistades del mundo entero, y así, Él enriquecerte continuamente en tus días por la tierra antes de ascender a la gloria angelical en el último día, a vivir riquezas con Él, bendiciendo su santo nombre hacia la eternidad venidera.
Verdaderamente, acabados tus días, entonces, tú ascenderás hacia nuestro Padre celestial, para ser recibido por Él, como su hijo legitimo para vivir con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo junto con las huestes angelicales y cada hombre,
mujer, niño y niña, salvados por el bautismo en agua, invocando su santo nombre fuego, clavado sobre la cruz del monte Sion, en Canaán. Confiadamente, cuando nuestro Padre celestial te vea, ascendiendo en tu último día en la tierra, entonces, Él te
reconocerá a ti instantáneamente, porque Él habrá vivido, conociéndote y velándote a ti en Canaán, como siempre conoció a su Hijo Jesucristo y a su Espíritu Santo, y así, Él te recibirá, abrazándote, para otorgarte su bienvenida a su reino
glorioso de felicidades sin fin.
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