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Sábado, 06 de Diciembre, 2019 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica
(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo
Israel con las naciones renació unidos, como árbol, en tierra santa: accediendo al Lugar SantÃsimo, como la cruz justificada infinitamente:
En el principio, nuestro Padre celestial creó el cielo y la tierra para tener a sus hijos reinando sobre lo creado por sus palabras, y asÃ, ellos vivan con Él, su Hijo y su EspÃritu Santo, siempre haciendo su voluntad perfecta, que es su vida eterna,
en donde: Él es amado, servido y glorificado por su santo nombre fuego sobre el monte Sion. Puesto que, es un reino glorioso que nuestro Padre celestial siempre ha apreciado, nacido naturalmente de su corazón santÃsimo, y asÃ, Él vivir con su Hijo
Jesucristo y con su EspÃritu Santo junto con sus hijos, nacidos de su imagen, para vivir conforme a la semejanza de su Hijo Jesucristo, enriquecidos con la vida de su EspÃritu Santo, en donde Él es honrado siempre.
Este es el nuevo dulce hogar de nuestro Padre celestial, en donde su perfecta voluntad florecerá con su santo nombre fuego y riquezas insondables, glorias y honores, atacados por Lucifer inicialmente y sus ángeles caÃdos, para Él mismo restaurar sus
glorias asombrosas, pero con sus hijos nacidos de su imagen, viviendo conforme a semejanza de su Hijo Jesucristo, llenos de vida eterna del EspÃritu Santo. Ahora, nuestro Padre celestial creó el cielo y la tierra, porque Él necesitaba restaurar
glorias de su santo nombre fuego, atacadas por Lucifer y sus ángeles caÃdos, pero, Él tenÃa que hacerlo asà con sus hijos nacidos de su imagen, viviendo conforme a semejanza de su Hijo Jesucristo, en donde la vida eterna de su EspÃritu Santo
prevalece en contra de todo enemigo, siempre.
Considerando que, en la vida que nuestro Padre celestial habÃa vivido con su Hijo Jesucristo y con su EspÃritu Santo encontró que su santo nombre fuego continuara conquistando nuevas glorias, honores y riquezas, sin embargo, con sus ángeles siendo
poderosos como Lucifer, por ejemplo, entonces, sus nuevas glorias venideras estaban amenazadas, porque ellos (sus enemigos) deseaban poseerlas para ellos mismos para siempre. Por eso, fue importante para nuestro Padre celestial de alejarse de los á
ngeles, como Lucifer y los ángeles caÃdos, que habÃa venido a ser una amenaza hacia Él, y asÃ, para su Hijo Jesucristo y para su EspÃritu Santo, que mantienen siempre perfectas: glorias, honores y riquezas de su santo nombre fuego sobre el monte
santo de Jerusalén por todo el reino angelical.
Por lo tanto, fue importante para nuestro Padre celestial crear la tierra junto con sus gloriosos cielos, pero igualmente, sus hijos para que lo habiten con su Hijo Jesucristo y con su EspÃritu Santo, llevando con ellos su santo nombre fuego sobre el
monte santo de Jerusalén, conquistando asà nuevas glorias, honores y riquezas interminables por una eternidad entera. Legalmente, Lucifer, rebelde en contra de nuestro Padre celestial y su santo nombre fuego, que su Hijo Jesucristo lo lleva
perpetuamente, como templo de su EspÃritu Santo, para que siempre exista en perfecta santidad por toda una eternidad entera, entonces, el rebelde fue echado, de la gloria celestial con sus ángeles caÃdos al infierno, y asÃ, ellos jamás toquen su
santo nombre.
Ya que, nuestro Padre celestial juzgó ya a Satanás y a sus ángeles caÃdos, pero igualmente, creó el infierno junto con el lago de fuego, y asÃ, ellos sean destruidos en el Juicio Final, por rebelarse en contra de su santo nombre fuego ante Él, su
Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, y asÃ, ellos jamás ataquen su santo nombre nuevamente, para siempre. Realmente, nuestro Padre celestial no solamente estaba listo para darle vida a su nuevo dulce hogar, Canaán, como la mejor tierra del mundo
entero, que Él habÃa creado para vivir en él con su Hijo Jesucristo y con su EspÃritu Santo, pero igualmente, a ti en estos dÃas: amándole, sirviéndole y alabándole a Él y su santo nombre fuego sobre el monte santo Jerusalén.
Visto que, nuestro Padre celestial necesita restaurar glorias, honores y grandes riquezas para su santo nombre fuego sobre el monte santo de Jerusalén, en Canaán, para que Él finalmente resuma su vida gloriosa, que Él siempre ha vivido con su Hijo
Jesucristo, el EspÃritu Santo y las huestes angelicales, fielmente todos ellos a Él y su familia divina juntos contigo y los tuyos perpetuamente. Por eso, tú has nacido en la tierra junto con tus amados, vecinos y amistades de alrededor del mundo
entero, para llegar a conocerlo a Él y su santo nombre fuego, que siempre ha existido en perfecta santidad en su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, y asÃ, tú seas su gloria, honor y riqueza insondable por una eternidad entera, empezando ahora mismo.
Evidentemente, viendo Lucifer, lo que nuestro Padre celestial hacÃa con su Hijo Jesucristo y con su EspÃritu Santo, diciéndoles: Creamos al hombre en nuestra imagen y en nuestra semejanza, y asÃ, él sea como nosotros: conociendo el bien y el mal,
participando asà de nuestro nuevo reino de amor eterno, en donde nuestro santo nombre fuego es eternamente honrado toda una vida eterna. Entonces, Lucifer decidió atacar a nuestro Padre celestial nuevamente junto con su Hijo Jesucristo y su EspÃritu
Santo en el paraÃso, porque Él le habÃa dado vida a su Hijo Adán, que habÃa venido a ser una verdadera amenaza a él y a su reino de tinieblas, por ende, él necesitaba engañarlo con sus tinieblas: como mentiras, maldiciones y calumnias—destruyé
ndolo postreramente.
Ya que, Lucifer entendió perfectamente que una vez que nuestro Padre celestial le habÃa dado vida a uno de sus hijos en la gloria celestial, que fue Adán y luego Eva, entonces, él sabia junto con sus ángeles caÃdos, de que Él junto con su Hijo
Jesucristo y con su EspÃritu Santo llenarÃa la gloria angelical con sus hijos, como Adán y tú. Por ende, Lucifer tenia que empezar a hacer sus acercamientos hacia Adán para conquistarlo, como uno de sus aliados junto con sus hijos por vivir en
generaciones venideras, pero él se dio cuenta, que Adán era tan inteligente, como el Dios Todopoderoso, por cierto, imposible de tocarlo con su sabidurÃa, conocida ya como engañadora, destructiva, traicionera y mortal en él.
Ciertamente, Lucifer, encontró que era totalmente imposible acercarse a Adán con sus tinieblas, para convencerlo que se vuelva a él y a sus ángeles caÃdos en contra de nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, y asÃ, atacar
su santo nombre fuego, porque él (Adán) era demasiado de inteligente para él, sus tinieblas y sus artimañas de siempre. Y aunque, Lucifer intentaba acercarse a Adán junto con sus ángeles caÃdos listos para engañarlo, entonces, él entendió, que
Adán estaba protegido por poderes de nuestro Padre celestial, emanando de Él, como su perfecta santidad, que lo hacia todo imposible para atacarlo a él (el hombre) con sus tinieblas, que los ángeles caÃdos llevaban consigo para reforzar cualquier
ataque, como siempre.
Pues entonces, nuestro Padre celestial vio que su Hijo Adán estaba feliz de haber recibido todo lo creado en la gloria celestial y en la tierra por palabras vivas de Él: pero luego, el Padre entendió, que no estaba bien, que su Hijo amado no tuviese
compañÃa, que él necesitaba para disfrutar lo que habÃa legÃtimamente heredado por todo el reino angelical. Aquà es cuando, nuestro Padre celestial decidió poner a Adán a dormir para tomar su quinta costilla, y asÃ, proveerle a él su fiel compaÃ
±era, viviendo con él toda una vida entera, entregándole también a sus hijos, que Él junto con su Hijo Jesucristo y con su EspÃritu Santo necesitaban para amar, servir y alabar su santo nombre fuego por una eternidad entera.
Desdichadamente, esta era la apertura que Lucifer buscaba, acercándose aún más a Adán con sus tinieblas de mentiras, maldiciones y calumnias, y asÃ, él finalmente recibirlo a él junto con su mujer Eva, nacida de su quinta costilla junto con sus
hijos ya, dados por manos de nuestro Padre celestial a él desde su mismo corazón y sangre humana, llena de vida eterna. Este fue el momento que Lucifer buscaba para ver en Eva, porque ella habÃa nacido de la quinta costilla de Adán, para ser su mejor
amiga en todos sus dÃas de vida, pero ahora, él necesitaba conocer, quien serÃa su mejor amistad en el reino angelical, y aquà es cuando encuentra Lucifer, que la serpiente se acercaba siempre a ella.
Lucifer necesitaba conocer, si Eva creyese todo lo que ella iba a oÃr de la serpiente, y él encontró que Eva siempre estaba muy cerca a la serpiente: porque después de haber estado con Adán, entonces, ella buscaba la compañÃa de la serpiente, por
ende, la serpiente fue usada por Lucifer para hacerle creer en sus mentiras atinadas a la caÃda de Adán. Ya que, Lucifer entendió que Eva no era tan fuerte como Adán, entonces, él podÃa acercarse a ella por la serpiente, haciendo que ella creyese
en sus mentiras, al comer del fruto prohibido del árbol de la ciencia, del bien y del mal, que nuestro Padre celestial les habÃa advertido a ambos ya, que el dÃa que comiesen de él, entonces, ellos morirÃan.
Dado que, Lucifer tenÃa que tener a Adán, comiendo del fruto prohibido, y asÃ, no solamente él seria contaminado con él, pero igualmente, sus hijos viviendo en generaciones venideras, haciendo que nuestro Padre celestial falle en tener a sus hijos,
que Él habÃa soñado tener: amando, sirviendo y alabando su santo nombre fuego sobre el monte santo de Jerusalén, en Canaán, para siempre. Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba tener a sus hijos no solamente nacidos de su imagen para vivir
a semejanza de su Hijo Jesucristo, y asÃ, ellos vivan con Él en su vida eterna, llena de glorias infinitas, honores y riquezas interminables de su EspÃritu Santo, pero igualmente, constituir su nuevo reino que jamás conocerá el pecado por una
eternidad entera.
En otras palabras, nuestro Padre celestial necesitaba abolir a los ángeles caÃdos, rebeldes a Él, su Hijo Jesucristo y a su EspÃritu Santo, porque ellos realmente creyeron en Lucifer, que él podÃa reinar sobre todo el reino angelical, creando asÃ
un nuevo reino contrario a las grandezas y perfecta santidad de la vida eterna hacia la eternidad celestial. Consecuentemente, nuestro Padre celestial tenÃa que tener ya a Adán y Eva nacidos de su imagen, viviendo a semejanza de su Hijo Jesucristo, y
asÃ, Él tener los hijos reemplazando no solamente a ángeles caÃdos, rebeldes a Él, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, que querÃan poseer su santo nombre fuego, pero igualmente, conquistar nuevas glorias, poderes y riquezas jamás antes vistas.
Verdaderamente, glorias, poderes y riquezas que solamente pueden nacer naturalmente de su corazón santÃsimo, que vendrán a ser su reino dorado, en donde los ángeles caÃdos fallarán en existir en el pecado, abriendo asà camino a su vida eterna para
que crezca a niveles espirituales que solamente son posibles en sus hijos de sus sueños dorados, como tú y yo hoy en dÃa. Por eso, es que fue importante para nuestro Padre celestial sentarse a la Mesa santa con su siervo Abraham junto con sus 318
hijos adoptados, comprados por dinero de extraños, y asÃ, él levantarlos como sus hijos para nuestro Padre en el cielo, finalmente entrando a su convenio eterno con ellos juntos, comiendo del pan y vino, servido por su Hijo Jesucristo.
En aquellos dÃas, nuestro Padre celestial tuvo a su Hijo Jesucristo, como rey de Salem, que es el Israel moderno, y también como su Santidad ante los ángeles del reino angelical y en la tierra por las naciones, empezando con Abraham y Saraà su esposa
con su vientre estéril, dando a luz a sus hijos que conquistaran el corazón de la tierra eventualmente. Por ende, nuestro Padre celestial pudo sentarse con Abraham y con sus hijos adoptados a la Mesa santa, comiendo del pan y vino, entonces, Él empezó
a deshacer poderes del fruto prohibido que Eva y luego Adán habÃan comido en el paraÃso, contaminando a sus hijos viviendo en generaciones futuras, y asÃ, Él empezar su nuevo reino de amor pronto para la eternidad.
Ya que, nuestro Padre celestial comió del pan y vino sobre la Mesa santa con Abraham y sus hijos adoptados, entonces, ellos aceptaron a su Hijo Jesucristo naciendo en ellos instantáneamente, por poderes del EspÃritu Santo, porque ahora él podÃa
nacer como Isaac del vientre estéril de Sarah, dando a luz a los hijos que tenÃan que hacer una obra tremenda sobre la tierra. Ahora, con Abraham y sus hijos adoptados, recibiendo a su Hijo Jesucristo al comer del pan y vino con nuestro Padre celestial
sentado a la Mesa santa con ellos, entonces, el EspÃritu Santo entró en el vientre estéril de Sarah para que Isaac nazca, pero igualmente, los hijos prometidos incontables, como las estrellas del cielo arriba, convirtiendo la tierra vieja en una nueva.
Sin embargo, para nuestro Padre celestial tener a sus hijos nacidos en la tierra, incontables como las estrellas del cielo arriba, entonces, Él tenia que empezar a expiar, juzgar y perdonar cada pecado que las familias de las naciones habÃan cometido
en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo del pasado y del futuro por venir. Entonces, nuestro Padre celestial junto con su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo tenÃan que tener a Abraham ejecutando tres carneros sobre la roca de salvaciÃ
³n: uno para el Padre, otro para el Hijo y otro para el EspÃritu Santo junto con dos palominos sin cortar, salpicados con sangre expiatoria, expiando los pecados del mundo entero por fin hacia la eternidad celestial.
Ciertamente, fue importante para nuestro Padre celestial tener a su siervo a Abraham conduciendo tres sacrificios de carnero con sus mitades opuestas una a otra sobre la roca de salvación junto dos palominos sin cortar, salpicados con sangre expiatoria,
porque Él iba hacia el corazón de la tierra, como el Valle de los huesos secos, en donde sus hijos gloriosos serán huesos secos. A tiempo, nuestro Padre celestial llamó a Abraham al monte santo de Jerusalén, descansando sobre el Moriah, porque ahora
que habÃa recibido y vivido con su hijo amado Isaac, que es su Hijo Jesucristo, nacido del vientre estéril de Sarah, por el EspÃritu Santo, entonces, Él necesitaba darles vida a sus hijos, poblando asà la tierra con su vida eterna postreramente.
Ya que, nuestro Padre celestial habÃa hecho que su Hijo Jesucristo nazca del vientre estéril de Sarah como Isaac, por poderes del EspÃritu Santo, y asÃ, él nazca como el cordero que Abraham necesitaba, teniéndolo con él en el dÃa que sea llamado
al monte santo de Jerusalén, para ser declarado justo para siempre por nuestro Padre celestial. Entendiendo que, nuestro Padre celestial necesitaba a sus hijos prometidos a Abraham y Sarah, viviendo en generaciones futuras con su perfecta santidad, y
esta es la misma santidad, que Él le habÃa otorgado junto con su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo inicialmente a Abraham, y asÃ, Él empezar a llenar la tierra con toda ella hacia la eternidad venidera.
Por todo ello, fue importante para nuestro Padre celestial tener a su Hijo Jesucristo nacido del vientre estéril de Sarah con su perfecta santidad, por poderes del EspÃritu Santo, pero igualmente, con su misma vida eterna que Abraham junto con sus
hijos prometidos, vivirÃan por generaciones venideras, llenando asà la tierra con ella al fin hacia toda la eternidad celestial, para siempre. Es decir, también que cuando nuestro Padre celestial tuvo a su Hijo Jesucristo nacido del vientre estéril
de Sarah, por poderes del EspÃritu Santo, entonces, Isaac nacido con su vida eterna en su sangre, cargando con él los Diez Mandamientos en su perfecto estado virgen sin contaminación alguna del pecado, porque la carne sagrada de Isaac es nacida del
EspÃritu Santo siempre.
Legalmente, nuestro Padre celestial vertió: sobre Isaac yaciendo sobre el madero del monte santo de Jerusalén, descansando en el Moriah, su perfecta voluntad de su corazón santÃsimo, dándole vida a hijos de Abraham por nacer con su misma vida eterna
junto con sus mandamientos de Moisés e Israel, y asÃ, ellos bendigan a las familias de las naciones con ellas, bautizados en agua primeramente. Visto que, esta fue la única manera posible para nuestro Padre celestial junto con su Hijo Jesucristo y su
EspÃritu Santo introducir su vida eterna en la tierra, plagada por el pecado ya, porque Satanás y sus ángeles caÃdos van por el mundo, atacando y destruyendo a cada familia de las naciones con pecados, maldiciones, pobreza y muerte finalmente.
Verdaderamente, cada vez que un niño nace en la casa de Israel, entonces, el bebe viene con la vida eterna de nuestro Padre celestial junto con los mandamientos en su estado intachable, que empezara a crecer únicamente cuando aquella persona ha vuelto
a nacer del bautismo en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo. A tiempo, nuestro Padre celestial, cuando el tiempo llegó para que Israel antiguo abandone el cautiverio egipcio, entonces, Moisés
ascendió el Monte Sinaà para recibir el nombre del Dios de Abraham, el nombre del Dios de Isaac y el nombre del Dios de Jacobo (que es el EspÃritu Santo), para que sean ellos bautizados en el Mar Rojo, como ciudadanos legÃtimos de Canaán.
Realmente, nuestro Padre celestial no solamente necesitaba, abandonar cada pecado en el lecho Marino para recibir la carne sagrada, nacida en Canaán como Isaac del vientre estéril de Sarah, por el EspÃritu Santo, porque la casa de Israel habÃa nacido
en Egipto, pero ahora, ellos necesitaban renacer en Canaán, como ciudadanos eternos y con privilegios para heredar de riquezas cananeas por una eternidad entera. Ahora, teniendo nuestro Padre celestial a Israel antiguo renacido del bautismo en agua,
porque todos habÃan invocado al Dios de Abraham, al Dios de Isaac y al Dios de Jacobo, entonces, ellos no solamente se hicieron ciudadanos cananeos en carne sagrada, pero igualmente, en su perfecta voluntad, porque sus mandamientos vÃrgenes operaron
por el desierto del SinaÃ, expiando pecados del mundo entero, perpetuamente.
Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba tener a Israel antiguo con Él: expiando, juzgando y cubriendo cada pecado con sangre expiatoria de corderos, recogidos por todo el cautiverio egipcio de cuatrocientos años, abandonándolos luego en el Mar
Rojo para siempre, y asÃ, Él expiar enteramente la vida de las familias de las naciones yaciendo en el infierno, para declararlos sin culpa en el Juicio Final. Visto que, nuestro Padre celestial tenÃa que haber ya expiado, juzgado y cubierto con
sangres expiatorias de corderos todo pecado en el Lugar SantÃsimo con cada familia que habÃa vivido ya y de las que vivirán en generaciones futuras, entonces, Él lo hizo para que su Hijo Jesucristo nazca de la hija virgen de David, destruyendo asÃ
la muerte y el infierno en Canaán eternamente.
Puesto que, para nuestro Padre celestial tener la carne sagrada de Israel antiguo, que habÃa trabajado con Él, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, como su perfecta voluntad y con sus mandamientos de Moisés e Israel en su estado virgen, entonces,
los israelitas se tornaron no solamente en la semilla, pero seguidamente, en el árbol de la humanidad renacida entera en Canaán, perpetuamente. Judicialmente, nuestro Padre celestial necesitaba a cada hombre, mujer, niño y niña de las familias de las
naciones del pasado y del futuro renaciendo en Canaán, integrados al árbol no solamente con Israel antiguo como su perfecta voluntad y con sus mandamientos de Moisés e Israel en su estado virgen, pero igualmente, su Hijo Jesucristo victorioso sobre la
muerte y el infierno tormentoso eternamente.
Considerando que, cada hombre, mujer, niño y niña de las familias de las naciones necesitaba renacer en Canaán por el bautismo en agua, invocando la santidad perfecta de su nombre, como el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacobo, porque
este es el nombre dado a Moisés e Israel, accediendo a su dulce hogar, desde el Mar Rojo. Además, nuestro Padre celestial tenia que haber integrado ya las familias de las naciones del pasado y del futuro en su árbol, plantado por su diestra en Canaán,
porque para uno integrarse en su nueva tierra, llena de su misma vida eterna victoriosa sobre Satanás, el infierno y la muerte, entonces, cada uno tiene que bautizarse en agua y bautizarse del EspÃritu Santo.
Es decir, también que cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las familias de las naciones del pasado y del futuro, como aquellos en la tierra en nuestros dÃas y de aquellos que nacerán en futuras generaciones, tienen que renacer en Canaán,
bautizados en agua y bautizados del EspÃritu Santo, para tener parte en su nuevo reino venidero para siempre. Legalmente, naciones que vivieron en la tierra sin bautizarse en agua, como Israel antiguo escapando del cautiverio egipcio y con sus hijos sin
bautizarse jamás, entonces, se volvieron semilla, plantada por la diestra de nuestro Padre celestial en Canaán, bautizándooslos con tierra santa, maná, vida eterna, pero, empezando desde el mismo infierno, tornado en su corazón santÃsimo, conquistá
ndolo todo por Israel antiguo finalmente.
Además, esto fue posible para nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, trabajando con Israel antiguo, bautizado en el Mar Rojo para ser sus sumos sacerdotes con la carne sagrada y la sangre expiatoria, nacida con su misma vida
eterna y con los mandamientos vÃrgenes, para que la humanidad entera sea una en Canaán con Él por toda una eternidad santÃsima. Sin embargo, los hijos de las familias de las naciones yaciendo en el infierno, entonces, ellos tienen que bautizarse en
agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, y asÃ, ellos son uno ya en Canaán con el madero del monte Sion y con su santo nombre fuego clavado a él, con clavos de serpientes de bronce ascendieron.
En otras palabras, para nuestro Padre celestial salvar naciones no bautizadas en agua, mientras vivieron en la tierra, entonces, ellos descendieron al infierno con sus pecados sin perdonar, por tanto, ellos necesitaban ser bautizados con el maná de CanaÃ
¡n, con tierra santa y su vida eterna, como semilla, plantada por la diestra del Padre, contemplando vida nuevamente y con cada pecado perdonado perpetuamente. Empero, nuevamente, hijos de las familias de las naciones yaciendo en el infierno, entonces,
ellos necesitan renacer del bautismo en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, convirtiéndose asà en una sola carne sagrada y sangre expiatoria sobre el madero del monte santo de Jerusalén,
contemplando vida en la nueva tierra junto con sus antepasados postreramente.
Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba a Israel antiguo, nacido en cautiverio egipcio, recogiendo pecados del mundo por cuatrocientos años, bautizados del Mar Rojo con su santo nombre fuego, sedientos por el desierto del Sinaà para beber de la
roca de salvación, finalmente integrándose a la humanidad entera en Canaán, como el árbol, recibiendo vida eterna de su Hijo Jesucristo victoriosa sobre la muerte perpetuamente. Puesto que, es aquÃ, en donde nuestro Padre celestial necesita el amor
de padres regresando al amor de los hijos, y el amor de los hijos al amor de los padres, y asÃ, Él tener a sus hijos viviendo con Él en su nueva tierra, en donde el pecado jamás existió: amando, glorificando y honrando su santo nombre al fin para
siempre.
Definitivamente, cuando tú eres bautizado en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, entonces, tú estarás regresando al amor infalible de nuestro Padre celestial, entregado a ti desde la roca de
salvación, además, habrás regresado al amor de tus padres, renacido sobre el madero del monte Sion con su santo nombre fuego clavado a él, eternamente. Considerando que: Nuestro Padre celestial no tiene únicamente rituales y ceremonias de perfecta
santidad del Juramento a Isaac, que Israel antiguo ejecutó por el desierto del SinaÃ: haciendo que la carne sagrada de Isaac y con su sangre expiatoria, sean uno con las familias de las naciones sobre su dulce hogar, pero igualmente, tú serás uno con
tus antepasados, bautizado en agua primeramente.
Entendiendo que, nuestro Padre celestial le dijo a su Hijo Jesucristo y a su EspÃritu Santo: Hagamos al hombre como nosotros, conociendo el bien y el mal, para que sean nuestros hijos, viviendo con nosotros en el paraÃso, la Nueva Jerusalén celestial
del cielo arriba, y en otros lugares celestiales, y asÃ, nuestro nombre los enriquezca, como nuestra gran familia por una eternidad entera. A tiempo, nuestro Padre celestial liberó a Israel antiguo del cautiverio egipcio, bautizándolos en el Mar Rojo:
Abandonando la carne pecadora con el espÃritu de error y los pecados del mundo entero, recogidos por cuatro siglos por el Juramento a Isaac, y asÃ, tú seas uno hoy en dÃa con Él y tus amados del pasado y del futuro en su cruz.
Visto que, nuestro Padre celestial ha hecho que el amor de padres regrese al amor de hijos sobre el madero de Israel antiguo del monte Sion, perdonando a Adán y Eva por comer del fruto prohibido, además, perdona a tus antepasados, y asÃ, Él borra tus
pecados, enriqueciéndote con su amor infalible de su roca de salvación y con alegrÃas inagotables para tu corazón. Puesto que, nuestro Padre celestial clavó su santo nombre fuego sobre lo alto del mundo entero, levantando a las familias de las
naciones del pasado y del futuro a lugares celestiales y de perfecta santidad, en donde: el amor de padres junto con el amor de hijos es uno en su presencia santÃsima, y asÃ, tú prosperes en todo lo que hagas siempre.
Por eso, nuestro Padre celestial necesita a cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las familias de las naciones, amando, sirviendo y alabando su santo nombre fuego, clavado al madero de Israel antiguo sobre el monte santo de Jerusalén, en CanaÃ
¡n, y asÃ, ellos sean levantados junto con sus amados, vecinos y amistades a lugares celestiales de prosperidades sin fin. Ya que, estos son lugares gloriosos de mayores perfecciones y de grandes poderes de sus riquezas asombrosas para contigo y los
tuyos, en donde tú continuaras prosperando, como jamás lo pensaste posible, porque estos son lugares celestiales y gloriosos, en donde nuestro Padre celestial únicamente piensa en grandes riquezas junto con su Hijo Jesucristo y con su EspÃritu Santo.
Ciertamente, lugares celestiales que Lucifer con sus ángeles caÃdos jamás anduvo, porque fallaron todos en conocer el camino hacia ellos, sin embargo, el santo nombre fuego de nuestro Padre celestial, siempre ha existido en ellos y en perfecta
santidad con su Hijo Jesucristo y con su EspÃritu Santo, por ende, todos nosotros estamos siendo levantados hacia ellos, y asÃ, solamente conozcamos todos nosotros prosperidad insondable. Por eso, tú tienes que bautizarte en agua, invocando la
perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, y asÃ, tú te vistas de su carne sagrada, en donde nuestro Padre celestial ha derramado su perfecta voluntad desde su corazón santÃsimo, para que tú seas su perfecta voluntad en
la tierra y en la gloria angelical por toda una eternidad.
Realmente, tú bautizado ya en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, clavado al madero del monte Sion, en Canaán, entonces, tú vestirás con perfectas victorias, conquistadas en contra de Satanás, enemigos y la muerte, y asÃ, tú
asciendas hacia estos lugares celestiales, en donde la prosperidad y riquezas esperan por ti continuamente, hacia donde sea que te lleve su vida eterna hoy. Estas son victorias poderosas de riquezas sin fin, que tú fallaras siempre en conocerlas ni
menos recibirlas con tus amados, vecinos y amistades, si tú fallas en bautizarte en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, clavado al madero del monte Sion, y asÃ, tú asciendas a lugares celestiales instantáneamente, en donde tú ya has
sido enriquecido en nuestros dÃas.
Sin embargo, Satanás con su presencia malvada junto con sus secuaces, del Satanismo, está bloqueando estas poderosas victorias y riquezas insondables, que enriquecerán tu corazón, alma, mente, cuerpo y espÃritu humano con poderes cotidianos ú
nicamente para conocer prosperidad, porque tú siempre estarás caminando en tierra santa, prospera, como en lugares celestiales, en donde riquezas florecen continuamente por toda la gloria celestial. Verdaderamente, bautizado en agua, invocando la
perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, entonces, tú serás vestido con poderes cotidianos del Juramento a Isaac, protegiéndote de Satanás y de sus secuaces, del Satanismo, y asÃ, tú camines diariamente por tierra
santa, llena de amor, dulzura, bendiciones y riquezas, en donde tú siempre prosperas en todas tus obras.
Considerando que, bautizado en agua, tú habrás recibido la carne sagrada junto con el EspÃritu Santo que solamente caminaran contigo en tierra santa, como el monte santo de Jerusalén, en Canaán, y en lugares celestiales, en donde nuestro Padre
celestial junto con su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo te han enriquecido ya para que conozcas: amor, riquezas y prosperidad sin fin, siempre. Realmente: riquezas y prosperidad sin fin, que continuaran derramándose sobre ti y sobre tus amados,
vecinos y amistades del mundo entero, porque nuestro Padre celestial junto con su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo te han enriquecido ya para que conozcas: amor, prosperidad y fortunas sin fin, y asÃ, tú lo bendigas a Él junto con su santo nombre
fuego por toda una vida.
Por eso, es que nuestro Padre celestial no solamente ha derramado la voluntad perfecta de su corazón santÃsimo sobre Isaac yaciendo sobre el madero del monte santo de Jerusalén, descansando sobre el Moriah, pero igualmente, Él ha derramado riquezas y
tesoros sobre Canaán, y asÃ, tú te vistas con riquezas interminables, poderes y glorias para honrarlo a Él por toda una vida. Desdichadamente, estas grandes riquezas, poderes y glorias nunca tocadas por el pecado, fallaran de emanar de Canaán para
vestir a cada hombre, mujer, niño y niña de Israel con perfecta santidad, mientras el Satanismo esté allÃ, finalmente para vestir con honores al santo nombre fuego de nuestro Padre celestial sobre el madero del monte Sion, y asÃ, Él sea
apropiadamente honrado por toda Canaán.
Por eso, fue importante para nuestro Padre celestial tener a Israel antiguo descendiendo al Valle de los huesos secos, mordidos por serpientes venenosas, que habÃan ya mordido a las familias de las naciones que descendieron con sus pecados por no
haberse bautizado en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, para ser redimidos todos ellos de poderes del infierno tormentoso para siempre. Además, nuestro Padre celestial necesitaba establecer su perfecta voluntad y su naturaleza divina en
el Valle de los huesos secos, como el corazón de la tierra, y asÃ, Él tener finalmente a las familias de las naciones del pasado y del futuro unidos con Israel antiguo, como la semilla para ser plantada en Canaán postreramente.
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