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    From ivanvalarezo@gmail.com@21:1/5 to All on Fri Oct 25 16:26:57 2019
    Sábado, 26 de Octubre, 2019 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica

    (Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)


    La Cruz viviente, eres tú integrado en ella: amando a nuestro Padre celestial y los tuyos, vecinos y amistades una vida entera:


    Líderes religiosos de la casa de Israel se acercaron a nuestro Señor Jesucristo, preguntándole una pregunta muy importante, porque necesitaban saber cuál es el mandamiento más importante de la Ley de Moisés y de Israel, y esta era una pregunta que
    les había perturbado sus corazones por siglos y, realmente, vieron en él la repuesta a su pregunta. Estos eran de los fariseos, haciéndole esta pregunta, por cierto, nuestro Señor Jesucristo no tuvo ningún problema en contestársela, porque él
    mismo era la repuesta a su pregunta, véanla así o no, ya que él fue la personificación de nuestro Padre celestial ante sus ojos en aquel momento en particular, y así, ellos entiendan su voluntad perfecta para con ellos al fin.


    Por consiguiente, nuestro Señor Jesucristo respondió, asegurándoles que ellos deben amar a nuestro Padre celestial con todo su corazón, alma, mente, fuerzas, cuerpo y espíritu humano, y, es decir: con todo lo que les pueda ayudar a ellos desde el
    cielo arriba para complacerlo en la tierra con su naturaleza divina, así como es complacido en el cielo por las huestes angelicales. Además, el segundo mandamiento es amar a tu prójimo, así como te amas a ti mismo ante nuestro Padre celestial: es
    decir, que si tú realmente le amas a Él, entonces tú te amaras a ti mismo igualmente para amar a tus vecinos, amistades y los demás, incluyendo enemigos, porque Él necesita bendecir la humanidad entera, destruyendo toda obra de Satanás
    perpetuamente.


    Ciertamente, estos dos mandamientos, cumplen demandas de los mandamientos, incluyendo enseñanzas de los profetas a la casa de Israel por generaciones, y así, ellos vivan su vida eterna, que es el Juramento a Isaac, manifestando plenamente su voluntad
    perfecta con todo su corazón santísimo, con toda su alma y con todas sus fuerzas, que es su Espíritu, derramando su naturaleza divina por ellos siempre. Ahora, cuando nuestro Señor Jesucristo les respondió a los fariseos su pregunta, como cual de
    los mandamientos es el más importante de la Ley de Moisés e Israel, entonces, él respondió, manifestándoles, cuanto él siempre ha amado los mandamientos de nuestro Padre celestial, confiados a todo Israel inicialmente, y así, ellos los cumplan y
    glorifiquen todos ellos, finalmente con sólo tenerlo a él siempre.


    Amorosamente, esto es amar a nuestro Padre celestial en la tierra, así como lo aman en el reino angelical, entonces, tú tienes que hacerlo con todo su mismo corazón santísimo, con toda su mente santísima, con todas sus fuerzas, con todo su cuerpo
    glorificado y su Espíritu, y así, tú finalmente cumplirlos y glorificarlos, así como Él mismo lo ha hecho por una eternidad entera. Por eso, es que fue importante para nuestro Padre celestial llamar a Abraham a que se siente con Él y con sus hijos
    adoptados, comprados de extranjeros con dinero, y así, Él comer el pan y vino, servido por su Hijo Jesucristo a las huestes angelicales del cielo, manteniéndolos santos, gloriosos y perfectos toda una eternidad entera.


    Esto, es decir: que al nuestro Padre celestial comer del pan y vino con Abraham y con sus hijos sobre la Mesa santa, servida por su Hijo Jesucristo siempre, entonces, Él estaba oficialmente entregándoles a Abraham y a las familias de las naciones la
    carne sagrada, los huesos inquebrantables y su sangre expiatoria, y así, su naturaleza fluya libremente hacia ellos por siempre. Considerando que, es únicamente por la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre expiatoria, en que Él vivirá
    su misma vida eterna en cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las naciones, y así, ellos cumplan y glorifiquen sus mandamientos santos con su mismo corazón santísimo, su mente santísima, su alma santísima, su Espíritu Santo, y demás.


    Entendiendo que, es únicamente por su corazón santísimo, su mente santísima, sus fuerzas santísimas, su cuerpo glorificado y su Espíritu Santo en que sus mandamientos son cumplidos, glorificados y honrados por el reino angelical y hasta que Lucifer
    con sus ángeles caídos se opuso ante Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu a que continúen glorificándolos en la gloria angelical con sus muy amados. Verdaderamente, nuestro Padre celestial necesitaba encontrar un lugar en su Creación, en donde Él
    continuara honrando y glorificando su santo nombre fuego sobre su monte santo de Jerusalén, y así, sus mandamientos conquistaran continuamente nuevas glorias de eternas santidades, cuando los ángeles caídos, como cuando eran ángeles santísimos
    inicialmente, fallaron en conquistarlos, y hasta que el hombre nació de su imagen santísima.


    Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba tener a Abraham sacrificando tres carneros con sus mitades opuestas una a otra junto con dos aves sin cortar, salpicadas con sangre expiatoria, y así, Él expiar, juzgar y olvidar los pecados de las familias
    de las naciones ya yaciendo en el infierno tormentoso, porque murieron con sus pecados, sin conocer jamás poderes salvadores de su santo nombre fuego. Ciertamente, habiendo nuestro Padre celestial hecho que Abraham conduzca tres sacrificios con sus
    mitades opuestas una a otra sobre la roca de salvación junto con dos aves sin cortar, salpicados con sangre expiatoria, entonces, Él llamó también a sus hijos nacidos de su Hijo Jesucristo como Isaac del vientre estéril de Sarah, por su Espíritu,
    finalmente a destruir todo pecado sobre el monte Sion, en Canaán.


    Sin embargo, nuestro Padre celestial necesitaba a sus hijos nacidos lo más lejos posible de Canaán, porque ellos nacerían con su Juramento a Isaac, que Él estaba listo para derramarlo todo sobre su Hijo Jesucristo nacido como Isaac del vientre esté
    ril de Sarah, por poderes de su Espíritu, recogiendo así cada pecado del pasado, del presente y del futuro de la humanidad entera. Esto es que, después que nuestro Padre celestial haya expiado, juzgado y perdonado cada pecado de las familias de las
    naciones con sus tres sacrificios, que Abraham había ejecutado sobre su roca de salvación con sus mitades opuestas una a otra junto con dos aves sin cortar, salpicados con sangre expiatoria, entonces, Él estaba listo para entregarle a sus hijos
    prometidos, empezando con Isaac.


    Verdaderamente, nuestro Padre celestial necesitaba a su Hijo Jesucristo nacido como Isaac del vientre estéril de Sarah, por su Espíritu Santo, porque: Él necesitaba tener el cuerpo glorificado no solamente entregándole a Abraham a sus hijos
    prometidos en generaciones futuras, pero igual, Él necesitaba asegurarse de Canaán con él, destruyendo a Satanás y la muerte, y así, sus mandamientos sean victoriosos finalmente sobre todo mal perpetuamente. Ciertamente, cuando nuestro Padre
    celestial le entregó a Abraham a su hijo muy esperado, que fue su Hijo Jesucristo nacido como Isaac, por su Espíritu Santo, instantáneamente, Él descendió a vivir con Abraham junto con su esposa Sarah y sus hijos adoptados, porque sólo Él sería
    el primero en vivir su misma vida eterna en la tierra, y luego, todos los demás podrán vivirla también.


    Considerando que, con su Hijo Jesucristo viviendo como Isaac con Abraham y Sarah junto con sus hijos adoptados, entonces, nuestro Padre celestial pudo vivir su misma vida eterna con ellos, que Él siempre ha vivido con su Espíritu Santo y sus huestes
    angelicales, gozando riquezas cotidianas, que enriquecen toda vida por todos lados constantemente, trabajando siempre para conquistar nuevas glorias jamás descubiertas por nadie. Ciertamente, nuestro Padre celestial tenía que ser el primero en empezar
    a vivir su misma vida gloriosa con ellos, que Él la había entregado ya a Abraham y a sus hijos prometidos, naciendo del vientre estéril de Sarah, incontables como las estrellas del cielo arriba, empezando con su Hijo Jesucristo nacido como Isaac, por
    su Espíritu Santo, llenado la tierra entera de abundantes glorias inagotables eventualmente.


    Realmente, al nuestro Padre celestial haber vivido con su Hijo Jesucristo como Isaac y con su Espíritu Santo en el hogar de Abraham junto con Sarah y sus hijos adoptados, entonces, Él permitió que Abraham e Isaac gocen de ricas glorias cotidianas de
    su roca de salvación, en donde Abraham tenía tres carneros con sus mitades opuestas una a otra, expiando pecados ya. Ya que, esta sería la roca de salvación con tres sacrificios y con sus mitades opuestas una a otra junto con dos aves sin cortar,
    salpicados con sangre expiatoria, que nuestro Padre celestial necesitaba sobre la tierra, y así, sus hijos nazcan en tierra extranjera, que fue Egipto, y el primero en nacer fue Isaac—pero en Canaán, y con toda justicia celestial.


    Entendiendo que, nuestro Padre celestial tenía un día ya, para llamar a Abraham al monte Sion, descansando sobre el Moriah, ofreciendo a su único hijo Isaac, como una ofrenda encendida hacia Él en la gloria angelical, y así, Él responder con su
    corazón santísimo, derramando de su amor infalible por la humanidad entera, llenando así la tierra con sus glorias interminables, empezando con Isaac. Visto que, nuestro Padre celestial necesitaba entregar a sus hijos, naciendo de su corazón santí
    simo desde la gloria celestial, que es su Juramento a Isaac, porque ellos vendrían a ser su naturaleza divina y su perfecta voluntad, conquistando así el corazón de la tierra, para llenar a cada familia de las naciones con sus Diez Mandamientos
    eternamente cumplidos y glorificados, para siempre.


    Ahora, para que esto suceda, entonces, nuestro Padre celestial tenia que haber tenido ya a sus hijos nacidos en el cautiverio egipcio con su Juramento a Isaac, absorbiendo pecados del pasado y del futuro de todas las naciones, que Él ya tenía a Abraham
    cubriéndolos con sus tres sacrificios junto con dos aves sin cortar, salpicado con sangre expiatoria, sobre su roca de salvación. Además, nuestro Padre celestial necesitaba absorber cada pecado de las familias de las naciones del pasado y del futuro,
    y así, él destruirlos en el bautismo de agua del Mar Rojo, cuando ya Israel antiguo había recibido por Moisés su santo nombre fuego para conquistar a Canaán: Canaán, su dulce hogar finalmente, llenándolo con su naturaleza divina postreramente.


    Por cuanto, nuestro Padre celestial necesitaba la casa de Israel bautizados en agua, abandonando tras de ellos el cautiverio egipcio, y así, Él no solamente destruir el pecado, pero igualmente, cada enfermedad, problema, dificultad, conflicto y cada
    enemigo de Satanás y la muerte en contra de sus hijos en Canaán y alrededor del mundo entero, glorificando así su santo nombre fuego en ellos perpetuamente. Por ende, nuestro Padre celestial necesitaba bautizar a todo Israel, porque Él necesitaba
    abandonar cada pecado de las naciones en el lecho marino perpetuamente, pero igualmente, Él necesitaba a sus hijos abandonando la carne pecadora por la carne sagrada, que ellos necesitaban, vistiéndola de gloria, conquistando así Canaán para gloria
    de su santo nombre fuego sobre el monte Sion y sus cielos azules y eternos.


    A tiempo, toda la casa de Israel necesitaba abandonar la carne pecadora y el espíritu de error por la carne sagrada y el Espíritu Santo, renaciendo cananeos y del Lugar Santísimo, que es el monte santo de Jerusalén, en donde su santo nombre fuego
    seria clavado a ellos (Israel) en victoria eterna en contra de Satanás y la muerte por una eternidad entera. Por ello, nuestro Padre celestial necesitaba a toda la casa de Israel caminando por el desierto del Sinaí, buscando agua, así como las
    familias de las naciones antiguas yaciendo en sus infiernos, sedientos por un vaso de agua, y así, Él darles a beber de las aguas amargas de Marah, endulzadas por ellos mismos, como el árbol de vida descendiendo del monte Sion.


    Así, Israel antiguo que había bebido de las aguas amargas de Marah, endulzadas, como las familias de las naciones yaciendo en sus huecos infernales habían bebido de ellas, porque ellos bebieron de aguas amargas mientras vivieron sus vidas en la tierra,
    sin embargo, ahora Israel necesitaba beber abundantemente de la roca de salvación por ellos, aguas dulces, calmando así su sed eterna últimamente. Es decir, que una vez que Israel antiguo había bebido de la roca de salvación agua viva, emanando de
    ella abundantemente, satisfaciendo su sed, entonces, ellos caminaron por el desierto, como la naturaleza divina del Padre celestial, por razones del Juramento a Isaac, convirtiéndose así en su perfecta voluntad para que las familias antiguas al fin su
    sed sea satisfecha perpetuamente.


    Por consiguiente, cuando Israel antiguo camino por el desierto del Sinaí junto con nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo, el Espíritu Santo y con el tabernáculo de reunión y su Lugar Santísimo, entonces, ellos desplegaban continuamente su
    naturaleza divina, que es sus mandamientos cumplidos y glorificados, y así, las familias antiguas finalmente sientan su sed satisfecha para volver a ver vida nuevamente pronto. Ciertamente, fue importante para nuestro Padre celestial tener a la casa de
    Israel caminado con Él, su Hijo Jesucristo, su Espíritu Santo junto con el tabernáculo de reunión y su Lugar Santísimo, y así, Él expiar, juzgar y perdonar cada pecado de las familias de las naciones por generaciones futuras y hasta que su reino
    se manifieste finalmente en la tierra.


    Por eso, fue importante para nuestro Padre celestial tener a todo Israel antiguo bautizado en agua del Mar Rojo, cuando abandonaban cautividad egipcia, porque ellos vendrían a ser su glorioso altar sobre el monte santo de Jerusalén, en donde Él clavarÃ
    ­a su santo nombre fuego a sus cuerpos, convertidos en el madero eterno, endulzando así la vida de todos por toda la tierra postreramente. Considerando que, ya Israel antiguo bautizado en el Mar Rojo, invocando al Dios de Abraham, al Dios de Isaac y al
    Dios de Jacobo, entonces, ellos se convirtieron en el madero del monte Sion con su santo nombre fuego, clavado a ellos sobre Canaán, endulzando así a cada hombre, mujer, niño y niña de las naciones y hasta que su reino venga al mundo.


    Sin embargo, para que esto suceda con cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las familias de las naciones, entonces, ellos tienen que renacer del bautismo en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su Espíritu
    Santo para recibir bendiciones de dulzura del madero antiguo, la cruz viviente hoy sobre el monte Sion, en Canaán. Es decir, que los israelitas renacieron de la carne de pecado y del espíritu de error por la carne sagrada y el Espíritu Santo, convirtiÃ
    ©ndose así en ciudadanos legítimos de Canaán y dueños de sus riquezas escondidas, enriqueciéndolos así a ellos junto con las naciones por generaciones venideras, dado que, el Padre ha garantizado que Israel enriquecerá a las familias de la tierra
    siempre.


    Visto que, estas son riquezas insondables, que nuestro Padre celestial derramó de su corazón santísimo hacia Isaac yaciendo sobre el madero del monte Sion, descansando sobre el Moriah, y así, Él bendecir grandemente a sus hijos no solamente con la
    carne sagrada y con su Espíritu Santo, pero igualmente, bendecirlos con riquezas, glorias y honores jamás tocados por el pecado en Canaán hasta hoy. Riquezas insondables que están en la tierra de Canaán para vestir a Israel junto con las familias de
    las naciones con dulzuras asombrosas, como glorias, honores y poderes, para recibir a nuestro Padre celestial en su descender final a Canaán, porque Él definitivamente descenderá a su dulce hogar para ser uno con él (Canaán) y con sus riquezas jamá
    s vista por sus huestes angelicales.


    Por eso, fue muy importante para nuestro Padre celestial ver a todo Israel antiguo bautizarse en el Mar Rojo, intercambiando así la carne pecadora y el espíritu de error por la carne sagrada y el Espíritu Santo, otorgándoles a todos ellos instantá
    neamente ciudadanía legitima de su dulce hogar, y así, tú también hoy seas ciudadano legítimo de Canaán junto con sus riquezas cotidianas. Visto que, el bautismo de Israel antiguo por el Mar Rojo—te alcanza a ti hoy igual para que abandones la
    carne pecadora por la carne sagrada, que es la cruz viviente sobre el monte Sion y con todos tus pecados y de los tuyos, cometidos en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, borrados perpetuamente con su sangre expiatoria.


    Es decir, también que no es solamente Israel antiguo que absorbió todos los pecados del pasado y del futuro que están todos ellos en él, en el madero juntos con rituales y ceremonias de perfecta santidad del Juramento a Isaac, pero igualmente, cada
    pecado de tu vida está en él, levantados sobre la tierra, perdonados con su perfecto amor de Padre hacia sus hijos. Mejor dicho, cuando tú ves el madero sobre el monte Sion, en Canaán, en donde está su santo nombre fuego, clavado a Israel y a ti
    también sobre él, entonces, tú te estarás contemplando a ti mismo junto con tus amados y sus pecados, cometidos en vida, cubiertos con su Hijo Jesucristo, sangrando, y así, tú vivas por siempre perdonado, bendecido, enriquecido y eternamente amado.


    Amorosamente, nuestro Padre celestial no solamente hizo que Israel antiguo sea su naturaleza divina de sus mandamientos cumplidos en su estado virgen, como su perfecta voluntad, por el reino angelical, pero igualmente, en todo Canaán junto con las
    naciones, y así, Él hacer el corazón del mundo, santísimo, así como el de su pecho: Amándote a ti hoy con riquezas interminables, como siempre. Realmente, nuestro Padre celestial ha convertido el corazón de la tierra, que era malvado como el corazÃ
    ³n de Satanás con llamas atormentando a cada alma, descendiendo allí, porque las familias jamás se bautizaban en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre en su corazón santísimo, y este es su mismo corazón santo en la tierra hoy: Amándote
    a ti como siempre toda una eternidad.


    Ya que, nuestro Padre celestial necesita tener a cada hombre, mujer, niño y niña no solamente de Israel, pero igual, de las naciones: amándole a Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, por medio de su naturaleza divina, que es sus mandamientos
    jamás tocados por pecados, y tú lo obtendrás todo, bautizado en agua, haciéndote perfecto, amoroso y santo instantáneamente para siempre. Aquí, tú verdaderamente amaras a nuestro Padre celestial con todo tu corazón, con toda tu mente, con todo tu
    cuerpo, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu humano, porque en el bautismo en agua, cuando invocas la perfecta santidad de su nombre, entonces, su naturaleza divina fluirá en ti con perfecta santidad, así como Él es eternamente santísimo,
    para siempre.


    Ciertamente, renacido en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, entonces, cuando su naturaleza divina fluye desde su corazón santísimo por tu boca hacia tu corazón: convirtiéndote a ti en su corazó
    n santísimo, su alma santísima, sus fuerzas santísimas y su Espíritu Santo, entonces tú lo alabaras a Él con su perfecta santidad siempre, en toda tu vida. Realmente, nuestro Padre celestial no está dispuesto a ser amado, honrado y alabado por
    ningún otro corazón, alma, mente, cuerpo, fuerza y Espíritu sino sólo con los suyos: tornándote a ti instantáneamente en su corazón santísimo, su alma santísima, sus fuerzas santísimas, su mente santísima y su Espíritu Santo, y así, Él
    finalmente recibirte: amándolo, sirviéndole y alabándole a Él toda una vida entera.


    Es más, esto es únicamente posible hoy con todos de Israel y de las naciones, porque: invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, bautizándose en agua, entonces, su naturaleza divina, como sus mandamientos,
    fluirá por tu corazón, como su perfecta voluntad para la tierra, llenándola con su poder, amor y gloria, ayudando instantáneamente a necesitados por doquier. Entendiendo que, nuestro Padre celestial necesita llenar toda la tierra con su naturaleza
    divina, y así, Él ver no solamente a Israel con sus mandamientos cumplidos y glorificados hacia la eternidad venidera, pero igualmente, las más inmorales naciones serán enriquecidas moralmente, porque Él los estará contemplando: saturados con su
    Espíritu Santo de los mandamientos, bendiciéndoles así, como si los hubiesen cumplidos ya por sí mismos eternamente.


    Legalmente, nuestro Padre celestial necesitaba a Israel antiguo no solamente nacido en el cautiverio egipcio, recogiendo pecados del pasado y del futuro con su Juramento a Isaac, para luego bautizarlos en agua, enterrando cada pecado en el lecho marino
    perpetuamente, pero igualmente, llevarlos a ellos por el desierto del Sinaí, como su naturaleza divina sobre las naciones antiguas yaciendo ya en sus infiernos. Ya que, nuestro Padre celestial necesitaba ver a cada uno de ellos en su perfecta santidad,
    manifestada a Abraham inicialmente, asegurándole, que él (Abraham) tenía que ser perfecto y santo, así como Él es en la gloria angelical ante su Hijo Jesucristo, su Espíritu Santo y sus ángeles, y así, él sea bienvenido en su vida eterna junto
    con sus hijos prometidos por generaciones venideras.


    Consiguientemente, cuando Israel fue con nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo con el tabernáculo y su Lugar Santísimo, como su corazón santo para ser establecido en el corazón de la tierra eternamente, como su nueva tierra
    nacida con nosotros, entonces, Él vio las naciones perfectamente santas con su naturaleza divina, reposando sobre sus familias, y eternamente justificadas en el Juicio final. Es decir, que por donde sea que nuestro Padre celestial llevó a Israel
    antiguo por el desierto, entonces, Él desplegaba sobre cada hombre, mujer, niño y niña yaciendo en sus infiernos su naturaleza divina, y así, Él verlos perfectamente santos y gloriosos, como si ellos jamás hayan transgredido sus mandamientos, por
    ende, ellos ya están listos para ascender a su gloria angelical, eternamente justificados.


    Entonces, cuando nuestro Padre celestial terminó su obra gloriosa con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo, llevando a todo Israel antiguo hacia cada hombre, mujer, niño y niña, que necesitaba divina mediación sacerdotal, para que ellos tengan
    sus pecados expiados, juzgados y perdonados eternamente, seguidamente, Israel, mordido por incontables culebras venenosas, descendieron al Valle de los huesos secos rápidamente. Aquí, Israelitas fueron mordidos por serpientes venenosas que atormentaban
    a las familias de las naciones antiguas yaciendo en sus infiernos, para que ellos desciendan al Valle de los huesos secos, sangrando, para dejarles saber que sus carnes sagradas y con su sangre eran insuficientes para salvarlos de la muerte y del
    infierno, por ende, ellos necesitaban el cuerpo victorioso del Gran Rey Mesías inmediatamente.


    Puesto que, Israel junto con sus hijos viviendo en generaciones venideras, necesitaba al Rey Mesías, entregándoles a ellos la carne sagrada, los huesos inquebrantables y su sangre expiatoria, llena de vida eterna, derrotada por Lucifer y la serpiente
    en Eva en el paraíso, empero, regresando a ellos victoriosa sobre Satanás y la muerte desde Canaán, y así, ellos vivan nuevamente en el Tercer Día finalmente. Hoy, para todo Israel, como para cualquier otra persona, necesitan vestirse con la carne
    sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre expiatoria eternamente victoriosa sobre Satanás y la muerte, pero únicamente vestirse sobre el monte santo de Jerusalén, en Canaán, y así, ellos finalmente entren al Lugar Santísimo para un encuentro
    personal con nuestro Padre celestial en su perfecta santidad eterna hacia la gloria venidera.


    Legalmente, cuando Israel descendió hacia el Valle de los huesos secos, mordidos por serpientes venenosas, que atormentaban a las familias de las naciones yaciendo en sus infiernos, entonces, fue para ser la semilla que el brazo derecho de nuestro Padre
    celestial necesitaba plantar en Canaán, y así, Israel ingrese a Canaán con pecados recogidos en todo su existir con el Juramento a Isaac. Visto que, nuestro Padre celestial necesitaba a Israel antiguo junto con los hijos de todas las generaciones que
    estén presentes en Canaán, presentes como el árbol que Él había plantado con su brazo derecho, presenciando el nacimiento del Rey Mesías del vientre virgen de la hija de David, pero igualmente, presenciar la derrota de Satanás y de la muerte en
    Canaán finalmente.


    Dado que, derrotas de Satanás y de la muerte junto con cada ángel caído por todo Canaán y en cada hogar de familias israelíes fueron muy importantes para Israel antiguo yaciendo en el Valle de los huesos secos, porque cuando nuestro Señor
    Jesucristo fue clavado al madero del monte santo de Jerusalén, entonces, ellos entraron al Lugar Santísimo con todos sus hijos eternamente justificados. Es decir, ya que nuestro Señor Jesucristo había derrotado a Satanás y la muerte en Canaán,
    porque él dijo: ¡Muerte, yo soy tu muerte!, Entonces, él fue llevado por el Sanedrín, sacerdotes levitas, ha ser juzgado culpable por decir que él es el Hijo de Dios, finalmente siendo él clavado al madero del monte Sion, salvándonos instantá
    neamente a cada uno de nosotros perpetuamente.


    Aquí es cuando. Nuestro Padre celestial tuvo a cada uno de Israel antiguo junto con sus hijos viviendo en todas las generaciones, clavados a su Hijo Jesucristo, como la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre expiatoria, llena de su vida
    eterna que había derrotado a Satanás y la muerte al fin en Canaán, y así, Israel tenga su vida eterna sellada en ellos perpetuamente. Aquí es cuando también. Cada israelí antiguo recibió su cuerpo glorificado que necesitaba con perfectas
    victorias sobre Satanás y la muerte por todo Canaán, accediendo al Lugar Santísimo, celebrando así el primer reposo Sabático y su fiesta Pascual con la sangre expiatoria de su Hijo Jesucristo, bañados completamente con perfecta santidad
    infinitamente, encontrándose finalmente con Moisés sobre el monte alto, sirviéndole al SEÑOR por fin, y para siempre.


    Considerando que, nuestro Padre celestial le dijo a Moisés, que él e Israel regresarían al monte alto, descansando sobre el monte Sinaí inicialmente: amándolo y glorificándolo a Él, pero ellos lo harían resucitados de la muerte a la vida con la
    carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre expiatoria del Rey Mesías, derrotando ya a Satanás y la muerte en Canaán para siempre. Proféticamente, nuestro Padre celestial llamó a Moisés a reencontrarse con Moisés sobre su altar, que
    descendió con Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, descansando sobre el Sinaí, liberando a Israel del cautiverio egipcio, entregándoles su santo nombre, para que regresen a él postreramente, pero con la carne sagrada y la sangre expiatoria
    de su Hijo Jesucristo, clavado al madero del monte Sion, en Canaán.


    Ahora, nuestro Padre celestial le dijo a Moisés, que él regresaría al monte alto con todo Israel, descansando sobre el Sinaí, porque él (Moisés) sólo, era el tipo del Mesías, que nacería entre ellos, pero esto tenía que suceder en Canaán,
    porque este es su dulce hogar, llenó del maná de su vida eterna, glorias, honores y riquezas insondables nunca tocadas por el pecado. Realmente, nuestro Padre celestial había hecho esta gran obra maravillosa con su Hijo Jesucristo, con su Espíritu
    Santo y con toda la casa de Israel a través de las generaciones, porque ellos llevan cada pecado del mundo entero, empezando desde el Valle de los huesos secos hacia el Lugar Santísimo con su Hijo Jesucristo, clavado a ellos para ver vida nuevamente al
    fin.


    Entendiendo que, cuando Israel antiguo se convirtió en el madero del monte santo de Jerusalén con su Hijo Jesucristo, clavado a ellos, mordidos por serpientes de bronce, entonces, ellos entraron al Lugar Santísimo con el cuerpo glorificado, bañado
    con sangre expiatoria, quitando el pecado del mundo para siempre, y así, las familias de las naciones abandonen el infierno para ver vida nuevamente pronto. En otras palabras, cuando nuestro Padre celestial tenia a su Hijo Jesucristo clavado al madero
    del Israel antiguo sobre el monte Sion, en Canaán, entonces, Él los levantó del Valle de los huesos secos hacia los lugares celestiales junto con cada hombre, mujer, niño y niña de las familias de las naciones, para que todos ellos vean vida eterna
    nuevamente pronto, y para siempre.


    Es decir, también que nuestro Padre celestial no solamente levantó a Israel antiguo hacia su monte alto para amarlo, servirlo y glorificarlo a Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, pero igualmente, Él ha levantado las familias de las naciones
    yaciendo en el infierno, pero Él necesita a Israel bautizado hoy, para terminar su obra redentora con ellos en estos últimos días. Esto significa, que nuestro Padre celestial tiene a cada hombre, mujer, niño y niña del pasado, del presente y del
    futuro ya integrados al madero de Israel antiguo, que nació con el Juramento a Isaac, recogiendo pecados con rituales y ceremonias de perfecta santidad, para tenerlos a ellos levantados sobre su monte Sion, perdonados, justificados, y así, ellos
    regresen a vivir nuevamente eternamente enriquecidos eventualmente.


    Ciertamente, cuando tú renaces del bautismo en agua de tu bañera en tu casa, llena de agua, entonces, tú puedes sumergirte en ella, invocando la santidad perfecta de su nombre, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, para seguidamente emerger,
    abandonando la carne pecadora por la carne sagrada, que es el madero, contigo integrado en él ya con pecados de tu vida, eternamente perdonados. Esto significa, que tú habrás abandonado este mundo, en donde tú naciste para vivir en lugares
    celestiales, creados por nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo para que tú los vivas junto con tus amados integrados a la cruz sobre el monte Sion, en Canaán, y así, tú conozcas su corazón amoroso hacia ti con riquezas y
    prosperidad interminables, siempre.


    Entendiendo que, a nuestro Padre celestial no le importa si tú eres musulmán, budista, hindú, cristiano, ateo, espiritista, taoísta, budista o de cualquier otra religión del mundo entero, porque Él ya ha expiado, juzgado y cubierto con la sangre
    expiatoria de su Hijo Jesucristo cada pecado, integrado contigo y los tuyos a su cruz, y así, tú vivas sin pecado alguno siempre, desde ahora. Considerando que, nuestro Padre celestial le aseguró a Abraham, que su semilla, y esto es toda la casa de
    Israel, bendecirá a las familias de las naciones: es decir, que de Israel emanara los mandamientos, en su estado virgen, progresivamente hacia ellos y la eternidad, y así, Él ver las naciones perfectas y santas, glorificando sus mandamientos siempre
    por toda la tierra.



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