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    From ivanvalarezo@gmail.com@21:1/5 to All on Fri Aug 4 14:53:11 2017
    Sábado, 05 de Agosto, 2017 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica

    (Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)

    DEBAJO DE LOS POSTES DE SU HOGAR: BAÑADOS CON SU SANGRE: TÚ ERES SU HIJO:

    El tiempo llegó, cuando nuestro Padre celestial le empezó a hablar al Faraón, diciéndole, por medio de su siervo Moisés y de Aarón, y esto fue de que deje de ir a su pueblo al lugar que Él había escogido para que lo alaben a Él: porque Él
    estaba listo para entregarles su vida eterna y la tierra para vivirla con Él, perpetuamente. Puesto que, nuestro Padre celestial estaba listo para que sus hijos alaben su santo nombre fuego, entregado inicialmente a Moisés, para que Israel lo reciba
    perpetuamente sobre el monte Sión, descansando sobre el monte Sinaí, y con sus fuegos de grande gracia, de grande misericordia, de grande verdad y de grande justicia divina, para que le sirvan finalmente sobre su altar santísimo.

    Éste es el nombre del Padre como Dios de Abraham, su Hijo Jesucristo (Yeshua jaMashiax) como el Dios de Isaac, y el Espíritu Santo como Dios de Jacobo, para que Israel finalmente reciba su altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y
    con su Espíritu Santo, para que Israel lo posea legalmente siempre así como Abraham en el principio. Éste es el altar que nuestro Padre celestial necesitaba para cada hombre, mujer, niño y niña de las doce tribus de Israel para que sea bautizado,
    por el poder del Espíritu Santo, para que todos renazcan de su imagen y de su alma viviente, llenos con sus poderes cotidianos así como Moisés inicialmente para que le sirvan en sus vidas, por siempre.

    Sin embargo, primeramente nuestro Padre celestial tenia que manifestarle a Israel los poderes que ellos habían recibido por su santo nombre fuego, conocido como el Yo Soy el Que Soy, que Moisés había recibido directamente de nuestro Padre celestial
    sobre su horno de fuego, para que Israel lo posea y así todas sus victorias sobre todos sus enemigos sean posibles, siempre. Por lo tanto, Israel tenia que aprender a creer en los poderes cotidianos de su nombre asombroso, para que siempre lo alaben,
    por donde sea que vayan por todo Egipto, el desierto del Sinaí y Canaán, porque tenían que alabarlo constantemente: para que nuestro Padre celestial derrame de sus bendiciones cotidianas sobre ellos abundantemente, vistiéndolos así con sus riquezas
    celestiales como hijos.

    Puesto que, nuestro Padre celestial necesitaba distinguirlos con sus bendiciones cotidianas de entre todas las familias de las naciones, para que todas las gentes de todas partes del mundo entero sepan que están lidiando con sus hijos, que han aprendido
    no solamente a invocar su santo nombre fuego, pero igualmente a vivir sus riquezas que llueven sobre ellos, enriqueciéndoles divinamente, siempre. Visto que, nuestro Padre celestial necesitaba vestir a cada uno de sus hijos no solamente con las glorias
    de invocar su santo nombre fuego cada momento de sus vidas, para que le entreguen glorias que Él siempre espera de ellos, pero igualmente vestirlos con sus bendiciones cotidianas para que las naciones conozcan, de que son sus hijos especiales y
    preferidos desde siempre.

    Ahora, para nuestro Padre celestial vestir a sus hijos de las doce tribus de Israel, con los poderes de su amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y con su Espíritu Santo, entonces Él tenia que manifestar las maravillas de su santo nombre
    fuego, no solamente rescatándolos del cautiverio, pero igualmente bautizándolos en el Mar Rojo, para la vida eterna. Dado que, en el lecho marino, entonces Él podía hacer que caminaran por medio de su altar del amor prehistórico, haciendo así que
    renazcan del espíritu de error y de la carne pecadora hacia su Espíritu Santo y la carne sagrada, que hace que abandonen la vida pecadora en el fuego del infierno, para recibir su vida eterna, caminando al cielo, siempre.

    Visto que, nuestro Padre celestial necesitaba tirar hacia el lecho marino todos los pecados, enfermedades, heridas, padecimientos, maldiciones, pobreza y muertes que Israel había acumulado por cuatrocientos años en el cautiverio egipcio, subyugando las
    fuerzas del mal finalmente, finalmente para levantar su santo nombre fuego sobre su altar del amor eterno en Canaán, reconquistando así el mundo entero para su nuevo reino. Por eso, es que nuestro Padre celestial tenia que manifestar abundantemente las
    maravillas de cada día de su santo nombre fuego en todo Egipto, y sólo entonces, Él estuvo listo para liberarlos completamente del cautiverio que finalmente los llevaba hacia un holocausto terrible, del que Él mismo tenia que salvarlos instantá
    neamente, pero únicamente derramando a tierra toda la sangre del cordero sacrificado.

    Ya que, su Cordero había sido sacrificado desde la fundación del mundo, para que nuestro Padre celestial no solamente fundase todas las cosas en toda su Creación, pero igualmente establecer a Israel como la nación de sus hijos renacidos de los
    poderes del Espíritu Santo, para encender su santo nombre fuego sobre todas las naciones, conquistando así a la humanidad entera, eventualmente. De hecho, la sangre para borrar todo pecado del mundo entero estaba ya lista para uso de nuestro Padre
    celestial cuando necesario, para crear todas sus cosas en el cielo y en la tierra, y para liberar a Israel igualmente de su cautividad egipcia: para que finalmente sean sus hijos reinando sobre las naciones, fundadas para glorias de su santo nombre fuego.

    Aquí es cuando, nuestro Padre celestial le dijo a Moisés que sacrifique un cordero, derramando su sangre y luego lo salpique sobre los dinteles de las puertas de los hebreos en todo Gosén, porque el príncipe de los holocaustos pasaría por aquella
    noche, buscando la sangre, y si no la veía, entonces él podía matar a todo primogénito de aquella familia. La sangre reparadora del animal sacrificado tenia que ser salpicada en cada puerta que Moisés podía ver en todas las casas israelitas, sin
    fallar ninguna: porque nuestro Padre celestial le había avisado que la puerta que no tuviese la mancha de la sangre, entonces el destructor podía entrar en ella y matar a todo primogénito de hombre y de animal, igualmente.

    Todo Israel tenia que quedarse encerrados en sus hogares por toda la noche y sin salir afuera hasta que les sea dicho que podían al siguiente día, porque cualquiera que salga afuera sin la protección de la sangre salpicada sobre las puertas, entonces
    podía ser muerto por el destructor, porque el enemigo tiene poder para matar al que no tiene su sangre. Le tomó un día para que Moisés salpicase la sangre sobre las puertas de los hogares israelitas y así estén protegidos en sus hogares hasta el
    tercer día, entonces, luego, todos serian llamados para pasar por las puertas de sus casas para el bautismo de la sangre reparadora y listos para caminar hacia Canaán, finalmente para vivir la vida prístina del Padre.

    Una vez que Israel salió de sus casas por las puertas salpicadas con la sangre reparadora del animal sacrificado para este día en particular, entonces ellos caminaron alejándose del cautiverio egipcio, cargando con todo lo que tenían, que nuestro
    Padre celestial sorpresivamente le dijo a Moisés que haga que las mujeres le pidan prendas de oro a los egipcios, para salir enriquecidos. Nuestro Padre celestial necesitaba que Israel llevase con ellos algo de las riquezas que los egipcios habían
    acumulado por cuatrocientos años, al no solamente trabajar para ellos gratis, pero igualmente nuestro Padre celestial había derramado sin fallar ni una sola temporada de los siete años de bendiciones, enriqueciéndolos así por años y hasta no poder
    contar más de las abundantes riquezas hebraicas.

    Por ende, los israelitas tenían que pedirles a los egipcios, entregarles algo de las riquezas, para salir enriquecidos hacia la tierra de mayores riquezas que nuestro Padre celestial había preparado, para que finalmente entren en sus riquezas
    asombrosas para vivir con Él, con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo junto con los ángeles, gustando de la leche y miel prometida. Ciertamente, primero bautizados de la sangre del animal sacrificado y salpicada sobre las puertas de las casas
    de los israelitas en Gosén, camino hacia Canaán, y llenos de las riquezas que los egipcios les habían dado, entonces nuestro Padre celestial los llevó hacia el Mar Rojo, en donde ellos serian convertidos maravillosamente en santos, porque ahora le
    iban a servir, para siempre.

    Nuestro Padre celestial tenia que llevar a Israel a lo más bajo posible del mundo, y esto fue el lecho marino, en donde su santo nombre fuego junto con su Hijo y con su Espíritu, removieron el espíritu de error y la carne pecadora: vistiéndoles con
    su Espíritu Santo y con su carne sagrada para que su vida eterna sea posible, postreramente. Éste es el juramento que nuestro Padre celestial le hizo a Isaac para honrarlo por siempre con Abraham y con sus hijos por nacer en generaciones futuras,
    porque éste juramento es de vida eterna que finalmente tuvo que confirmarlo con Jacobo: entregándoselo así a todo Israel como un convenio de vida eterna para honrar en la tierra y en el cielo, siempre.

    Por eso, es que fue muy importante para todo Israel ser bautizado en el lecho marino, con las paredes de agua en ambos lados y caminando por tierra seca con todo lo que llevaban, y así pasar por lo más bajo del mundo, y sólo así entonces fueron todos
    bautizados con su altar del amor eterno para recibir su vida eterna abundantemente, perpetuamente. Por cuanto, únicamente en el Espíritu Santo y en la carne sagrada cada hombre, mujer, niño y niña puede recibir la vida eterna de nuestro Padre
    celestial que necesita entregarle a todo hijo, porque todos nacieron por su Espíritu del vientre estéril de Sarah, para que su nuevo reino de sus hijos legítimos sea posible finalmente en la tierra y para la eternidad.

    Además, nuestro Padre celestial necesitaba conquistar a todas las familias de las naciones del mundo entero, para que todo su reino sea de sus hijos legítimos, renacidos de su bautismo de agua y de su bautismo del Espíritu Santo, para que todos
    reciban su vida eterna que necesitan tener ya para ascender a su Lugar Santísimo: aceptados todos igualmente como hijos, perpetuamente. Considerando que, fue el Plan Salvador de nuestro Padre celestial para con cada hombre, mujer, niño y niña a
    ascender a su monte Sión, en donde Él se encontró con Moisés y entre el horno de su abundante gracia, de su abundante misericordia, de su abundante verdad y de su abundante justicia divina para entrar a su abundante vida eterna, perpetuamente
    justificados todos.

    De otro modo, sin el bautismo de agua y el bautismo del Espíritu Santo sobre su altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y con el Espíritu Santo, entonces era imposible para todo hombre recibir el bautismo de su vida eterna no
    solamente para ser aceptado en el Lugar Santísimo, pero igualmente en la nueva gloria celestial, perpetuamente enriquecido. Visto que, siempre fue su vida eterna que tenia que ser manifestada y llevada apropiadamente en cada sumo sacerdote levítico,
    llamado a entrar en el tabernáculo de reunión y en su Lugar Santísimo una vez al año para ser aceptado en el cielo, que nuestro Padre celestial siempre buscó en ellos, y así aceptar a todo Israel legítimamente en su nuevo reino angelical.

    Sin embargo, como perfectamente sabemos nuestro Padre celestial siempre falló en encontrar su vida eterna manifestada o ser bien llevada por los sumos sacerdotes levíticos, porque cada vez que entraron en su Lugar Santísimo, entonces fueron rechazados
    divinamente: porque fallaron en estar en su presencia santísima para ministrar en sus obligaciones como sumos sacerdotes de Israel: manifestando su vida eterna para salvación. Dado que, únicamente en su vida eterna es que todo sumo sacerdote levítico
    pudo acceder a su presencia santísima para ministrar como abogados de Israel, pero, como fallaron en manifestar y en llevar apropiadamente su perfecta santidad de su vida eterna, entonces fueron rechazados cada vez hasta el grado que fueron sacados de
    su Lugar Santísimo sin vida alguna.

    Aquí es cuando, el Espíritu Santo de los Diez mandamientos es finalmente cumplido y glorificado eternamente en cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las naciones, al entrar definitivamente en el bautismo de su vida eterna, porque el bautismo
    del Espíritu Santo es el cumplimiento de cada palabra que ha salido de la boca bendita de nuestro Padre celestial. Puesto que, sin el bautismo de agua, entonces tú fallaras no solamente de ascender a su altar del amor prehistórico para recibir el
    bautismo todopoderoso de su Espíritu Santo de la vida eterna, que desciende directamente de Él hacia cada uno de sus hijos, renacidos ya para ser finalmente aceptados, pero fallaras igualmente de entrar a su reino de santidad perpetua.

    Por eso, es que cada sumo sacerdote levítico entrando en el tabernáculo del Lugar Santísimo, entonces todos ellos eran rechazados uno a uno, porque fallaban en manifestar su vida eterna sólo posible en todo hombre y mujer cuando es bautizado en agua,
    invocando la santidad perfecta de su santo nombre fuego de su Espíritu Santo sobre su altar del amor eterno. Todo sumo sacerdote levítico hizo lo mejor posible para cumplir con los rituales y ceremonias de santidad perfecta de nuestro Padre celestial,
    para ser finalmente aceptado en su Lugar Santísimo, pero fallaron siempre: porque únicamente su Hijo Jesucristo podía hacer todo esto, y esto es de entrar en su Lugar Santísimo con su abundante vida eterna para que todos sus hijos vivan.

    A tiempo, Israel fue avisado por nuestro Padre celestial por medio de Moisés de lavarse y de purificarse con los rituales y ceremonias de santificación, y en el Tercer Día tenia que estar al pie del Monte Sinaí para esperar por su llamado a ascender
    que algún día vendría, y esto seria para entrar a su Lugar Santísimo con vida eterna. Todo Israel esperó al pie del Monte Sinaí, por el resto de sus vidas y hasta ser mordidos por las serpientes venenosas que emergían de la arena incontable, por
    culpa de sus constantes rebeliones en contra de Moisés y del SEÑOR que murieron todos, descendiendo al Valle de los huesos secos, para esperar por el llamado de ascender a su Lugar Santísimo.

    Los israelitas, yaciendo al pie del Monte Sinaí siempre se mantuvieron mirando a la serpiente de bronce, que nuestro Padre celestial le había dicho a Moisés que la forme a golpe de martillo, y luego, clavarla a la vara de Aarón, para que todo aquel
    que la mire, entonces sea sanado del veneno de la mordida mortal de la serpiente venenosa. Por cierto, todos miraban a la serpiente de bronce para ser sanados del veneno mortal de las serpientes venenosas que los habían mordido por el desierto, camino a
    Canaán para poseerla perpetuamente, pero ningún otro evento sucedió como el de las serpientes venenosas, porque continuaron mirando a la serpiente de bronce para escapar de la muerte, pero sin ninguna ayuda posible aún.

    Los israelitas, yaciendo en el Valle de los huesos secos sabían que el madero con la serpiente de bronce clavada sobre él, realmente era su única esperanza posible que tenían, de que algún día escaparían de la muerte, para regresar a la vida
    nuevamente: pero fallaron en saber cuando estas cosas maravillosas sucederían, porque la venida del Mesías era desconocida aún. Y lo único que todos los israelitas tenían era la esperanza de continuar esperando por las abundantes misericordias y
    amor eterno prometido, que nuestro Padre celestial había juramentado a Isaac para que sea cumplida algún día pronto, para finalmente escapar de la muerte, para regresar a la roca salvadora que conocían perfectamente, de ser su Hijo Jesucristo y el
    Espíritu Santo, siempre.

    Porque uno únicamente bautizado en agua, invocando la santidad perfecta de su santo nombre junto con su Hijo y el Espíritu Santo, entonces todos pueden finalmente abandonar el espíritu de error para que regrese al fruto prohibido y la carne pecadora
    al polvo, finalmente para recibir su Espíritu Santo y la carne sagrada que les facilita la vida eterna del Padre, perpetuamente. Por cuanto, únicamente en la vida eterna de nuestro Padre celestial todos podrán no solamente escapar del pecado que han
    cometido en contra del Espíritu Santo de los mandamientos, pero igualmente la muerte y el infierno para ascender a su monte Sión y a su Lugar Santísimo, en donde serán bañados de su misma vida eterna para jamás conocer el pecado nuevamente.

    Por eso, es que nuestro Padre celestial le dijo a Moisés que descendiera a Israel y los bautizara en agua, para que sean todos limpiados y hasta que sean perfectamente santificados, para esperar por el Tercer Día que venia ya algún día, cuando su
    Hijo Jesucristo finalmente nacería para entregarles la vida eterna que necesitaban todos para ver al SEÑOR, eventualmente. Visto que, así como Moisés con su cordero y la sangre derramada en su balde, entonces tuvo que salpicarla sobre las puertas de
    las casas hebreas en Gosén, para escapar en el Tercer Día del cautiverio egipcio, finalmente para recibir las joyas como riquezas necesarias para cruzar el Mar Rojo en seco, y así bautizados todos para conquistar a Canaán: enriquecida ya.

    Ahora, nuestro Padre celestial necesitaba que Israel camine enriquecido por los egipcios al bautismo de agua y así llenos del Espíritu Santo hacia Canaán, porque cuando llegaron a Egipto para vivir con su padre Jacobo y con su hermano José, entonces
    todos entraron a Egipto para vivir enriquecidos por todo el tiempo que estarían allí hasta formarse en la nación de Dios. Puesto que, siempre fue la voluntad de nuestro Padre celestial que los egipcios enriqueciesen a los israelitas al abandonar su
    cautiverio, porque ellos iban camino a tirar no solamente sus pecados pero igualmente de los egipcios y de las naciones en el infierno tormentoso, porque todos iban camino a levantar el santo nombre fuego sobre su altar para conquistar al mundo entero,
    finalmente.

    Es decir también que Israel estaba encaminado por siempre al bautismo del Mar Rojo, para abandonar al espíritu de error junto con la carne pecadora en la que habían vivido en el cautiverio egipcio por cuatrocientos años, pero igualmente recibir la
    vida eterna del Padre por medio del Espíritu Santo y de la carne sagrada: levantando así su santo nombre fuego, perpetuamente. Por todo ello, nuestro Padre celestial sacó a Israel del cautiverio egipcio para servirle sobre su monte Sión que Él mismo
    había escogido para establecer su Lugar Santísimo perpetuamente, abierto para quienquiera bautizarse en agua y en su nombre bendito, de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, para abandonar el espíritu de error y la carne pecadora, por su vida
    eterna.

    Visto que, únicamente abandonando la carne pecadora y el espíritu de error entonces ellos retomarían el Espíritu Santo y la carne sagrada, ayudándoles a llevar por siempre la vida eterna del Padre que ha cumplido y glorificado el Espíritu de los
    mandamientos, solamente para conocer de su Grandeza cotidiana en la tierra y en el cielo y hasta establecerse su nuevo reino angelical. Ya que, Moisés tuvo que sacrificar un cordero para derramar su sangre reparadora sobre los dinteles de las casas de
    Israel, para que estén siempre sanos y salvos dentro de ellas, mientras pasaba el maligno, buscando la sangre para no tocarlos con su mal, entonces en el Tercer Día ellos salieron a conquistar toda la tierra de Canaán y sus riquezas insondables.

    Pero, la sangre del cordero animal solamente podía llevarlos entre el Jordán y Canaán, por lo tanto, no podían entrar más allá de la frontera ni menos pisar tierra santa que nuestro Padre celestial había escogido para construir sus ciudades y
    finalmente su dulce hogar, para vivir con sus hijos nacidos del vientre estéril de Sarah, por los poderes del Espíritu Santo. Sin embargo, ahora ellos tenían que esperar por el Rey Mesías para vivir en la vida eterna del Padre celestial en Canaán y
    así llenar a todo hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las familias de las naciones con su vida bendita, bautizados ya en agua y bautizados en su Espíritu Santo del Lugar Santísimo, para ser aceptados eternamente.

    Además, esto es lo que hizo Jesucristo finalmente, naciendo de acuerdo a las Escrituras en Belén de Judea, de la hija virgen de David y bañado en su propia sangre reparadora, para que el santo nombre fuego entre a Israel y se quede sobre el monte Sió
    n, esperando por el día del sacrificio continuo: liberándolos así a todos de la muerte finalmente. Puesto que, ésta es la sangre reparadora de Jesucristo que ha vivido ya la vida de nuestro Padre celestial en Israel, pero igualmente ha derrotado los
    males de Satanás en todo Israel, y finalmente mató la muerte, derramando de su sangre reparadora sobre los postes de su dulce hogar, para que Israel sea bautizado con vida eterna ascendiendo justificado al Lugar Santísimo.

    Por ende, ésta es la única sangre reparadora de Jesucristo y llena de la vida eterna de su Padre celestial, vivida ya perfectamente en Israel, cumpliendo con el Espíritu de los mandamientos y finalmente destruyó el reino de Satanás junto con la
    muerte para cada hombre, mujer, niño y niña del mundo entero y así entren todos a su vida santísima: perpetuamente justificados. Visto que, la sangre que Moisés salpicó sobre los postes de las casas israelitas en Gosén podían únicamente
    llevarlos a Canaán y al Valle de muerte, para esperar por sus abundantes misericordias y por su amor eterno para liberarlos de morir eternamente, pasando por los maderos de su dulce hogar, bañados todos con su Hijo Jesucristo, sangrando sobre ellos,
    para vivir nuevamente.

    Por eso, es que nuestro Padre celestial ha hecho que su bautismo de agua y su bautismo de su Espíritu Santo sobre su altar del amor prehistórico, descendido del cielo, que está siempre listo para ti en cualquier momento para que entres, para que
    renazcas de su imagen, y así recibas su vida eterna para entrar al cielo eternamente enriquecido, para siempre. Considerando que, ésta es la única manera posible que en Israel y en las naciones quienquiera renazca libremente del agua y del Espíritu
    Santo: abandonando el espíritu de error y la carne pecadora, finalmente para vestir del Espíritu Santo y de la carne sagrada instantáneamente, que le ayudara siempre a vivir su vida eterna y aceptado así en su reino angelical, perpetuamente.

    En la medida en que, nuestro Padre celestial no ha cambiado su Plan Salvador como el juramento a Isaac de que Él siempre enriquecerá a sus hijos nacidos de Abraham y de las familias de las naciones, que le obedecerán a sus llamados de renacer del
    bautismo de agua y del bautismo del Espíritu Santo, sobre su altar del amor eterno: Salvándolos. Ya que, ésta es la única vida eterna que Él está dispuesto a recibir de todos los que se acercan a su santo nombre fuego sobre su altar del amor
    prehistórico, y con su Lugar Santísimo encendido, entrando así a La Nueva Jerusalén celestial, pero bautizados por el madero de su dulce hogar, salpicado con la sangre de vida eterna para salvación.

    Aquí es cuando, Israel despertó del Valle de los huesos secos, porque ahora el Rey Mesías había nacido del vientre virgen de la hija de David, introduciendo así el santo nombre fuego en Israel y con el Espíritu de los mandamientos de la vida
    eterna, finalmente para ascender al Lugar Santísimo, clavado al madero del Israel antiguo con perfecta salvación para todos. Y es aquí, sobre el altar del amor prehistórico y del Lugar Santísimo, en donde nuestro Padre celestial finalmente aceptó a
    Israel antiguo, y que Él mismo les había dicho que no entrarían a su tierra prometida, porque tenían aún al cordero de oro, integrado en sus corazones, además del reporte malo de los diez espías en contra de su dulce hogar.

    Más bien, nuestro Padre celestial le dijo a Israel que regrese por el camino del Mar Rojo, para que renazcan del bautismo todos aquellos que habían nacido en el desierto y sin bautizarse aún, para que finalmente renazcan del agua, invocando su santo
    nombre fuego, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo, para entrar en el Tercer Día a Canaán con vida eterna. Israel regresó al Mar Rojo, pero fallaron en bautizar a sus hijos, por ende, continuaron caminando por el desierto del Sinaí por cuarenta añ
    os, porque no entendieron lo que el Padre celestial les había ordenado, y esto fue que bauticen a sus hijos porque eventualmente entrarían a Canaán, pero con el Rey Mesías integrado sobre ellos en el Tercer Día de Resurrección.

    Sin embargo, hoy en día todo Israel ya está sobre el altar del amor prehistórico y del Lugar Santísimo con el santo nombre fuego del Padre celestial, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo, clavado al madero, que en su día fue el cuerpo físico de
    todos ellos, que se tornó en los postes salpicados con la sangre que los redime, perpetuamente. Todos están parados en perfecta gloria y santidad ante nuestro Padre celestial, porque todos están bañados en la sangre de su vida eterna que Él mismo se
    las entregó a todos ellos, empezando con Abraham, para que no solamente asciendan a su Lugar Santísimo, pero igualmente pronto entraran en Canaán por primera vez: recibiendo así nuevamente la tierra prometida hacia la eternidad.

    Todos tienen a nuestro Señor Jesucristo integrado a ellos por su madero que recibió el santo nombre fuego y la sangre reparadora, que ya vivió y cumplió el Espíritu Santo de los mandamientos en todo Israel, para que toda vida eterna sea posible para
    cada uno de ellos en sus millares, y entraran así pronto en Canaán después del abandono del cautiverio egipcio. Todos ellos tendrán que destruir cada ídolo de adoración escondido en la tierra de Canaán, por cuanto, nuestro Padre celestial ha
    puesto un nuevo corazón de carne en sus pechos junto con su Espíritu Noble para que lo amen, sirvan y glorifiquen a Él y a su santo nombre fuego sobre su altar del amor eterno, para vivir enriquecidos hacia la eternidad.

    Ya que, nuestro Padre celestial hará que toda la casa de Israel, viviendo entre las naciones, finalmente renazca del bautismo de agua y del bautismo del Espíritu Santo, para abrir la puerta de su altar antiguo, para que su amor prehistórico se riegue
    sobre toda la tierra de Israel, haciendo que su poder haga que fluya con leche y miel para todos. Israel tendrá que demostrarle a nuestro Padre celestial de que lo ama a él y a su santo nombre fuego, viviendo ya con Él en Canaán por 1000 años: aquí
    es cuando todo Israel será unido a Él y a su Hijo Jesucristo en sus almas vivientes para ser llenos finalmente del Espíritu Santo de vida eterna hacia toda la eternidad venidera.

    Durante estos años, nuestro Padre celestial vera si realmente lo aman, sirven y glorifican a Él y a su santo nombre fuego sobre su altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y con su Espíritu Santo no solamente para Abraham para que
    renazca del bautismo del Espíritu Santo, pero igualmente sus hijos y los de las familias de las naciones. Es decir, que nuestro Padre celestial descenderá a Canaán para vivir con las doce tribus de Israel, pero con todo Canaán fluyendo con su Lugar
    Santísimo y con toda su vida eterna, que realmente ya se la entregó a Abraham y Sarah como su único hijo nacido como Isaac, por el Espíritu Santo, para que Israel sea un paraíso terrenal, para siempre.

    Es decir que toda la tierra de Israel finalmente será el cielo en la tierra, porque nuestro Padre celestial va hacer que Israel habrá la puerta del altar del amor prehistórico para que fluya libremente por su tierra de Israel, haciendo que se torne en
    un paraíso terrenal, fluyendo con la leche y miel prometida a Abraham inicialmente, para la eternidad. Y nuestro Padre celestial edificara sus ciudades y hará también que las que están bajo tierra emerjan nuevamente como nuevas, para que toda la casa
    de Israel regrese a vivir en sus hogares antiguos como antes así como vivían con los suyos en sus días, porque Él restaurara toda vida a Israel nuevamente, para que el mundo vea sus maravillas cotidianas, siempre.

    Puesto que, esto es algo que nuestro Padre celestial siempre quiso hacer con Israel, pero renacidos del bautismo de agua y del bautismo del Espíritu Santo primeramente, invocando su santo nombre fuego, al Hijo y al Espíritu Santo, para que su Espíritu
    y la carne sagrada integrada a ellos entonces Él fluir libremente por ellos para que las naciones vean su gloria. Ya que, su idea y Plan Salvador del Padre celestial es para con cada hombre, mujer, niño y niña no solamente de Israel pero igualmente de
    todas las familias de las naciones, para verle de pies a cabeza, fluyendo por medio de su Espíritu y de su sangre sagrada integrada a ellos al ser bautizados en agua y en su Espíritu Santo.

    Y esto es algo que puede hacerse fácilmente por todo Israel y por todas las familias de las naciones, si es que se bautizan en agua y en su Espíritu Santo, para que nuestro Padre celestial no solamente abra la puerta del altar para que su amor
    fraternal fluya, por todo Canaán, manifestando riquezas abundantemente, pero igualmente enriqueciendo a todas las naciones grandemente. Es decir también de que todo Israel con su tierra empezara a fluir con su amor divino, y su Lugar Santísimo será
    de frontera a frontera, llenando a Canaán con su poder para que dé de sus frutos, para que los reinos de animales regresen, incluyendo de las aves y peces, para que su vida eterna brille sobre toda la tierra, siempre.

    Puesto que, ésta es la voluntad de nuestro Padre celestial que sea echa con todo Israel y con las familias de las naciones así como en el cielo con sus ángeles, para que sus poderes de vida eterna brillen sobre toda la tierra así como en todo su
    reino angelical y en La Nueva Jerusalén celestial para gloria suya de cada día. Y así es como las familias de las naciones van a gustar de la leche y miel de la vida eterna de nuestro Padre celestial, que Él ya se la otorgó no solamente a Abraham y
    Sarah su esposa, cuando su Hijo Jesucristo nació como Isaac, por el Espíritu Santo, pero igualmente para con todos los bautizados en su santo nombre fuego.

    Ahora, cuando nuestro Padre celestial le permita finalmente a Israel abrir la puerta de su altar del amor prehistórico, en donde su Hijo amado fue clavado a los postes de su dulce hogar, derramando así su sangre para quitar todo pecado del mundo entero,
    pero igualmente bañó a sus hermanos y hermanas con vida eterna, entonces las naciones comerán leche y miel. Puesto que, por 1000 años vamos a ver a nuestro Padre celestial vivir con toda la casa de Israel, en Canaán que ha venido a ser instantá
    neamente en el Lugar Santísimo del mundo entero, llenó de poderes que la hace dar de sus frutos abundantemente con la leche y miel prometida, bendiciendo así a toda alma con salvación y alegrías interminables, perpetuamente.


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