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Sábado, 08 de Junio, 2019 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica
(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)
ISRAEL BAUTIZADO: LA VIDA ETERNA DEL PADRE CRECE: ENRIQUECIENDO A TODAS LAS NACIONES PARA SIEMPRE:
Nuestro Padre celestial habÃa estado sufriendo por generaciones de ver a cada familia de las naciones morir sin conocer su santo nombre fuego ni menos sus palabras de vida, nacidas naturales de su corazón santÃsimo, que los pudo haber enriquecido con
perfecta salvación, si tan sólo lo hubiesen conocido a Él por su EspÃritu Santo, descendiendo siempre sobre ellos y sin cesar jamás. Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba establecer su camino, vida, verdad y vida sobre la tierra, en donde
cada hombre, mujer, niño y niña podrá acercarse a Él, por poderes asombrosos de su EspÃritu Santo, ya descendiendo sobre ellos constantemente, pero, para que esto sea posible: Él necesitaba a alguien creyendo en sus palabras de vida, nacidas
naturales de su corazón santÃsimo.
Sin embargo, no tenÃa a ninguno cerca de Él, dispuesto a oÃr sus llamadas, porque desde que Eva comió del fruto prohibido con Adán y junto sus hijos también, entonces su EspÃritu Santo ha estado separado del espÃritu humano, por ende, era
imposible para Él tener a uno de sus hijos creyendo en sus palabras de vida. Verdaderamente, nuestro Padre celestial necesitaba establecer su camino, verdad y vida para reforzar a sus hijos, dispuestos a oÃr sus llamadas y palabras vivas, nacidas,
naturales de su corazón santÃsimo, para que Él mismo les pueda hablar a ellos, dejándoles saber cuál es su perfecta voluntad para con ellos sobre toda la tierra, y asÃ, ellos escapen maldades de sus enemigos de siempre.
Por cierto, nuestro Padre celestial necesitaba a sus hijos viviendo su vida maravillosa, que serÃa la perfecta manifestación de su gloria sobre la tierra, asà como en el cielo con sus huestes angelicales, para que ellos aprendan a amar, servir y
alabar a su santo nombre fuego sobre el monte santo de Jerusalén, que siempre ha estado en Jerusalén, en Canaán. Además, esta vida que nuestro Padre celestial necesitaba entregar a sus hijos de naciones antiguas, y que ya habÃan descendido al
infierno tormentoso, porque fallaron en vivirla, habiendo ellos nacido con ella inicialmente de su imagen y conforme a su semejanza celestial, y asÃ, ellos lo amen a Él y a su santo nombre fuego perpetuamente, sólo sigue existiendo en Él siempre,
para devolvérsela.
Efectivamente, nuestro Padre celestial necesitaba rescatar a sus hijos de todas las familias de las naciones, derramando su misma vida eterna, que Él siempre la ha vivido con su Hijo Jesucristo, con su EspÃritu Santo y las huestes angelicales por la
eternidad, y asÃ, Él tenga su voluntad perfecta hecha en la tierra, asà como en el cielo con frutos de su misma vida. Considerando que, nuestro Padre celestial habÃa perdido a sus hijos en el paraÃso, que fue Adán y Eva junto con sus hijos en
generaciones futuras, al Lucifer engañar a Eva con la serpiente del Edén, que hizo que ella comience del fruto prohibido, del árbol de la ciencia del bien y del mal, contaminando asà su vida eterna en ellos perpetuamente.
Realmente, para nuestro Padre celestial tener a sus hijos, regresando a Él, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo en la gloria celestial, como el paraÃso, entonces, Él necesitaba derrotar y destruir a Lucifer con su misma vida eterna, que él habÃa
contaminado en Eva, haciendo que ella coma del fruto prohibido, contaminando asà la sangre de sus hijos sobre la tierra continuamente. Eso era todo lo que nuestro Padre celestial necesitaba hacer, para restaurar a Adán y a Eva junto con sus hijos a su
vida eterna, reemplazando la sangre de todos ellos con su misma sangre santÃsima, y esta es la sangre expiatoria de su Hijo Cordero, Jesucristo, que necesitaba renacer de una de las familias de las naciones, ¡como el hijo del hombre!
Ciertamente, la vida de nuestro Padre celestial está en la sangre expiatoria de su Hijo Jesucristo, heredada por Adán junto con Eva y sus hijos, que Lucifer junto con la serpiente contaminó, cuando ella comÃa del fruto prohibido que contaminó toda
sangre humana de vida prÃstina, cumpliendo con la voluntad perfecta de nuestro Padre celestial en el paraÃso y en la tierra siempre. Aquà es cuando, nuestro Padre celestial encontró a Abraham, dispuesto a obedecer sus palabras de vida, nacidas
naturalmente de su corazón santÃsimo, que Él necesitaba establecer sobre la tierra no solamente con Abraham y familia de hijos adoptados, comprados por dinero de extraños, pero igualmente las familias de las naciones, empezando en el corazón de la
tierra, el infierno, debajo de Canaán.
Es más, nuestro Padre celestial necesitaba vivir su misma vida santÃsima con Abraham y su esposa Sarah junto con sus hijos adoptados, vecinos y amistades de cerca y de lejos, para que ellos gusten de dulzuras de su amor infalible, que siempre ha
enriquecido su vida personal en la gloria celestial junto con las huestes angelicales por toda la eternidad. Seguidamente, nuestro Padre celestial necesitaba comer del pan y vino con Abraham de la Mesa santa, servida diariamente por su Hijo Jesucristo a
las huestes angelicales, manteniéndolos asà santos y perfectos en sus vidas eternas que aman, sirven y glorÃan a nuestro Padre celestial y a su santo nombre fuego por toda la gloria angelical.
Entendemos que, al nuestro Padre celestial comer del pan y vino con Abraham, servido por su Hijo Jesucristo de la Mesa santa, como el rey de Salem y su Santidad Divina en la humanidad entera, entonces: Él no solamente podÃa impartir su naturaleza
divina a su siervo Abraham, pero igualmente a su esposa Sarah y a sus hijos incontables hacia la eternidad venidera. Dado que, nuestro Padre celestial necesitaba tocar con su naturaleza divina la vida de Abraham junto con su familia, para que su EspÃ
ritu Santo entre en el vientre estéril de Sarah, dándonos a su Hijo Jesucristo como Isaac, viviendo su misma vida eterna con Abraham y su familia finalmente sobre la tierra, esparciéndola asà hacia las familias de las naciones también.
Esta es la vida eterna y gloriosa de nuestro Padre celestial que su Hijo Jesucristo junto con el EspÃritu Santo siempre la ha vivido con Él, como una familia divina que enriquece con su naturaleza divina no solamente la gloria angelical, pero igual el
paraÃso y otros lugares celestiales para que su santo nombre fuego: conquiste nuevas glorias, como siempre, y para siempre. Por eso, nuestro Padre celestial necesitaba establecer su vida eterna con Abraham y su familia, primeramente, entregándoles a su
Hijo Jesucristo del vientre estéril de Sarah como Isaac, por poderes del EspÃritu Santo, para que su vida eterna sea establecida sobre su altar antiguo, dándole a Él nuevas glorias de todos sus hijos de todas las familias de las naciones, siempre.
Considerando que, al establecer nuestro Padre celestial su vida eterna con la familia de Abraham, su Hijo Jesucristo nació, como Isaac, del vientre estéril de Sarah, entonces, Él no solamente podÃa establecer su altar, glorificando su santo nombre
fuego, pero igual, tener a sus hijos renacidos de una tierra muerta, ascendiendo finalmente a la gloria celestial todos ellos, como el paraÃso, eternamente bendecidos. Es decir, también que: si nuestro Padre celestial podÃa hacer que su Hijo
Jesucristo nazca del vientre estéril de Sarah como Isaac, por el EspÃritu Santo, entonces, Él podÃa tener a los hijos de Abraham renacidos del corazón de la tierra con su Valle de los huesos secos convertido en su corazón santÃsimo, viendo vida
eterna en el Tercer DÃa postreramente.
Dado que, esta será la vida eterna de nuestro Padre celestial, que Lucifer junto con la serpiente habÃa engañado a Eva, comiendo del fruto prohibido, contaminando asà a Adán y a sus hijos con el pecado, pero ahora, serÃa la misma vida eterna
victoriosa sobre el pecado, maldiciones, enfermedades, pobreza, infierno y muerte de Satanás: aún más, lleno con poderes de resurrección para siempre. Sin embargo, para que nuestro Padre celestial tenga a los hijos de Abraham renaciendo del corazón
de la tierra, como el Valle de los huesos secos tornado en su corazón santÃsimo, porque finalmente Isaac derrama de su sangre expiatoria desde el monte Sion, en Canaán, hacia postes del infierno: manchándolos con vida eterna victoriosa sobre la
muerte, entonces, él destruyó todo pecado perpetuamente de todas las naciones.
Dado que, todo esto serÃa posible si únicamente nuestro Padre celestial derramase su corazón entero sobre su Hijo Jesucristo nacido como Isaac del vientre estéril de Sarah, por el poder del EspÃritu Santo, sobre el monte santo de Jerusalén, en el
Moriah, bendiciendo asà a Abraham con sus palabras naturales de su corazón santÃsimo, pero igual, bendecir a sus hijos por muchas generaciones. Verdaderamente, una vez que Abraham y su familia habÃan vivido ya unos años con Isaac su hijo,
aprendiendo a vivir la vida eterna de nuestro padre celestial con su amor infalible, gozos, alegrÃas y paz junto con otras importantes bendiciones de la roca de salvación, entonces, Él estaba listo para llamarlo al monte santo de Jerusalén a ofrecer
su nuevo adquirido amor hacia Él, en la gloria angelical.
Aquà es cuando: nuestro Padre celestial llamó a Abraham a ofrecer a su único hijo Isaac, como ofrenda encendida hacia Él y su familia divina sobre el monte que Él le mostrarÃa de uno de los montes del Moriah: porque Él necesitaba que la tierra
vieja ofrezca su sacrificio de vida eterna, amor, gozos y alegrÃas de su hijo Isaac hacia Él, en el cielo. Realmente, nuestro Padre celestial finalmente habÃa encontrado a Abraham y a su familia nacidos en la tierra, ofreciendo hacia Él en la gloria
angelical y su familia divina, que es su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo: El sacrificio de una tierra muerta para salvación sobre el monte Sion, en el Moriah, que es: la vida eterna de Isaac, riquezas, paz, gracia y su amor infalible.
Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba ver a Abraham y su familia, ofreciendo hacia Él, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, en el cielo: el sacrificio de una tierra pecadora, ofreciendo a su único hijo Isaac y su vida eterna, riquezas,
paz, prosperidad y abundante amor divino: y asÃ, Él pueda tener a sus hijos renacidos del corazón de la tierra con su naturaleza divina, siempre. Verdaderamente, cuando Abraham empezó a caminar con su hijo hacia el monte alto, que nuestro Padre
celestial le mostrarÃa en el Moriah, entonces, Él estaba listo a obedecer cada palabra viva, hablada por nuestro Padre celestial: porque el sacrificio de su familia necesitaba entrar en la gloria angelical, quedándose, hasta que la tierra sea
eventualmente bendecida con poderes de su naturaleza divina.
Considerando que, este sacrificio fue muy importante que se quedase en la gloria angelical para nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, porque su Hijo Jesucristo como Isaac estaba viviendo con Abraham y su familia, entonces,
Abraham junto los demás tenÃan que gozar de su vida eterna con sus ángeles descendiendo, creando asà una atmósfera del cielo sobre la tierra, siempre. Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba transformar no solamente a Abraham y a su familia,
pero igual a los demás viviendo cerca de él, como sus vecinos y amistades, porque su vida eterna tenÃa que ser establecida en Canaán, para empezar a enviarla con los hijos prometidos y asà expandan su vida eterna por todo Canaán y hacia las
naciones y hasta que todo sea santificado eternamente.
Mientras tanto, nuestro Padre celestial se gozaba del sacrificio de Abraham sobre el monte Sion, descansando en el Moriah, porque su aroma de su vida eterna vivida por su Hijo Jesucristo como Isaac junto con Abraham y demás alrededor de él, entonces,
complacÃa su corazón santÃsimo junto con su EspÃritu Santo y huestes angelicales: Ordenando Él, que hijos prometidos a Abraham desciendan y se multipliquen. Realmente, nuestro Padre celestial querÃa más de este aroma agradable de su vida eterna
vivida no solamente de su Hijo Jesucristo como Isaac con Abraham y su familia, pero igual, Él estaba percibiéndolo de sus vecinos y amistades, que Él envió a los hijos prometidos a Abraham a alcanzar a las familias de las naciones, para llenar la
gloria celestial abundantemente con ellos siempre.
Por cierto, nuestro Padre celestial estaba listo para derramar todo su corazón sobre Isaac y cada uno de sus hijos nacidos por las generaciones, prometidos a Abraham incontables como la arena del mar, y asÃ, ellos puedan conquistar las familias de las
naciones con su vida eterna, llenando la gloria celestial con su aroma levantándose desde la tierra hacia sus habitaciones secretas continuamente. Además, nuestro Padre celestial estaba tan satisfecho con los tres sacrificios de Abraham y con sus
mitades opuestas una a otra y dos aves sin cortar, salpicados con sangre expiatoria, y ahora, Él tiene el aroma de su Hijo Jesucristo viviendo su vida eterna como Isaac con Abraham, que es siempre la alegrÃa de cada momento de su gloria celestial, que Ã
‰l siempre busca por más.
Ciertamente, nuestro Padre celestial pudo continuar amando a su Hijo Jesucristo y a su EspÃritu Santo junto con las huestes angelicales, asà como siempre lo ha hecho en la eternidad, sin embargo, con su vida eterna vivida en la tierra, en Canaán,
entonces, el gozo de su corazón santÃsimo se intensifica como nunca antes, que únicamente desea más de sus hijos en su presencia santÃsima. Aquà es cuando, nuestro Padre celestial no solamente empezó a percibir en su corazón santÃsimo las
glorias que sus hijos prometidos nacidos de la familia de Abraham de todas las generaciones le brindaran fielmente, pero igual, Él empezó a percibir bendiciones y glorias de sus hijos de las familias de las naciones que le entregan continuamente hacia Ã
‰l, en el cielo.
Realmente, nuestro Padre celestial siempre ha llenado su reino de la gloria angelical con el aroma del sacrificio de su siervo Abraham: ofreciendo a su único hijo Isaac sobre el monte Sion, descansando sobre el Moriah, que lo único que Él siempre
desea es por más de ello continuamente, que decidió finalmente convertir el corazón de la tierra en su mismo corazón santÃsimo. En otras palabras, para que nuestro Padre celestial establezca su corazón santÃsimo en el corazón de la tierra, para
que sus hijos de Israel renazcan, ascendiendo hacia Él en el Tercer DÃa, entonces, Él tenÃa que probarlo todo en la gloria celestial, primeramente, antes de permitirlo debajo de Canaán—por ende, el único hijo de Abraham, Isaac, como ofrenda
encendida lo comprobó posible perpetuamente.
Es decir, también que nuestro Padre celestial tenÃa que gozar de su vida eterna en cada hijo de Él, renacido del bautismo en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, que Él únicamente entonces podÃ
a percibir continuamente sus aromas, pero igualmente, su aroma personal en ellos, alegrando asà su corazón santÃsimo grandemente una eternidad entera. A tiempo, nuestro Padre celestial decidió acompañar a Israel por el desierto del SinaÃ,
estableciendo su corazón santÃsimo debajo de Canaán, en donde el Valle de los huesos finalmente retendrÃa a sus hijos, por no vivir su vida eterna apropiadamente, entregada a ellos, naciendo por el Juramento a Isaac: liberándolos Él mismo
finalmente a ellos con su Hijo Jesucristo renacido de la hija virgen de David.
Visto que, toda la casa de Israel descendió al Valle de los huesos secos, por cuanto, ellos no solamente habÃan fallado en vivir su vida eterna, entregada a ellos por el Juramento a Isaac, pero igual, ellos habÃan aceptado un becerro de oro, que les
impedÃa entrar a Canaán, porque transgredÃan al EspÃritu Santo de los Diez Mandamientos, que es vida eterna. Además, nuestro Padre celestial necesita que toda la casa de Israel entre en Canaán con sus mandamientos cumplidos y eternamente
glorificados, que es su misma vida eterna cumplida, y esto es solamente posible por el bautismo de agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, que ellos fallaron en cumplir con sus hijos al intentar entrar
a Canaán.
Por eso, el Hijo de nuestro Padre celestial tenÃa que renacer del vientre virgen de la hija de David, en Canaán, porque él necesitaba salpicar no solamente los postes del infierno con su sangre expiatoria, derramada sobre el madero del Israel antiguo
del monte santo de Jerusalén, pero igualmente, sobre todos ellos, ascendiendo asà en el Tercer DÃa a ver al Padre celestial. Ahora, habiendo tenido nuestro Padre celestial a su Hijo Jesucristo nacido en Canaán para vivir su vida eterna victoriosa
sobre Satanás y la muerte, entonces, Él lo hizo para destruir el reino de tinieblas, emergiendo del infierno tormentoso, con la sangre expiatoria de su Hijo Jesucristo salpicada sobre sus postes, borrando asà los pecados del mundo entero en un dÃa,
para siempre.
Definitivamente, ahora Israel antiguo ha sido liberado no solamente del Valle de los huesos secos, porque nuestro Padre celestial al tener a su Hijo Jesucristo clavado al madero del Israel antiguo sobre el monte santo de Jerusalén, que es su naturaleza
divina, arrestando pecados del mundo entero perpetuamente, destruyéndolos finalmente, pero igual, Él tiene su puerta abierta, entregando vida eterna a todo creyente. Ciertamente, ahora todo Israel puede perfectamente descender a Canaán, pasando por
sus postes salpicados con la sangre expiatoria de nuestro Señor Jesucristo, que ha cumplido con la vida eterna de nuestro Padre celestial, destruyendo cada obra de Satanás y de la muerte, y asÃ, nosotros gocemos de bendiciones de su vida eterna sin
cesar con su amor, riquezas y paz por una eternidad entera.
Actualmente: no solamente toda la casa de Israel puede acceder a Canaán por los postes salpicados con la vida eterna de nuestro Padre celestial que ha destruido a Satanás y a la muerte, cuando su Hijo Jesucristo cumplió con sus mandamientos a eterna
perfección, pero igualmente las familias de las naciones tienen acceso, gozando de su vida eterna enteramente, desde ya. Por eso, es que cuanto tú te bautizas en agua, ya seas musulmán, budista, hindú, taoÃsta, cristiano o cualquier religión sobre
la tierra, entonces, tú abandonaras la carne pecadora con el espÃritu de error por la carne sagrada y el EspÃritu Santo, conociendo únicamente vida eterna y sus bendiciones cotidianas que el Juramento a Isaac te otorga instantáneamente, pero
bautizado ya solamente.
Aquà es cuando, tú vendrás a ser un hijo legÃtimo de nuestro Padre celestial viviendo con Él, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo en su dulce hogar del reino angelical, porque tú habrás sido aceptado en su reino de su perfecta voluntad,
floreciendo en tu vida eterna en la tierra y en su reino angelical hacia la eternidad venidera para siempre. Es decir, que tú vivirás con nuestro Padre celestial junto con Él, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo por una eternidad entera, siempre
gozando de su gloriosa presencia, que es su naturaleza divina, derramándose sobre ti cada dÃa desde que tú renaciste del bautismo en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo.
Verdaderamente, nuestro Padre celestial te tendrá a ti viviendo con Él en su dulce hogar de la gloria angelical, porque se goza de tu presencia junto a Él, asà como siempre ha gozado de su Hijo Jesucristo y de su EspÃritu juntos ellos a Él, gozando
diariamente de las cosas que enriquecen su corazón santÃsimo abundantemente una eternidad entera, y hasta nuestros dÃas. Más aun, Él viviendo contigo en su dulce hogar del reino angelical, entonces, Él siempre vera en los dÃas largos y eternos de
la eternidad más glorias de grandes gozos, que los sentirá en su corazón santÃsimo muy profundamente, porque con poderes del Juramento a Isaac en ti: tú cumplirás con todo lo imposible sin fallar jamás ante Él.
Es decir, que tú definitivamente le traerás a Él glorias de gozos eternos, que su corazón santÃsimo siempre ha deseado poseer, haciendo que su corazón santÃsimo ya excitado y gozoso, aun lo será mucho más viviendo estas nuevas glorias nunca
antes vistas ante Él, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, porque tú eres ya parte de su vida celestial toda una eternidad. Puesto que, este fue el propósito de nuestro Padre celestial: el establecer un convenio de vida con Abraham y su esposa
Sarah, para que Él pueda tener a su Hijo Jesucristo nacido de su vientre estéril como Isaac, y asÃ, Él vivir con Abraham y sus hijos por generaciones su vida eterna y bendiciones cotidianas, asà como Él las vive siempre con su familia divina.
Realmente, nuestro Padre celestial decidió no solamente tener sus hijos nacidos por generaciones venideras con su naturaleza divina, que es el Juramento a Isaac su vida eterna, derrotando a Satanás y la muerte en Canaán, salpicando la sangre
expiatoria de Isaac sobre todo Israel antiguo para que renazcan de su corazón santÃsimo al entrar al infierno, asà como un vientre, salpicado con sangre de resurrección. Es decir, que nuestro Padre celestial no solamente pudo vivir su vida eterna con
bendiciones cotidianas con Abraham y Sarah durante sus dÃas sobre la tierra, pero igualmente, sus hijos prometidos de generaciones venideras, porque con poderes del Juramento a Isaac todo esto siempre es posible, ya que el pecado está ausente en este
Juramento a Isaac e Israel.
Entendiendo que, nuestro Padre celestial tenÃa que recibir muy gozoso al hijo único de Abraham, Isaac, como una ofrenda encendida hacia Él en el cielo, que permanece firme en su presencia santÃsima, como una ofrenda continua, por poderes del
Juramento a Isaac, sin ver pecados en sus hijos jamás, y asÃ, Él derrame de su naturaleza divina constantemente manteniéndolos santos a todos ellos toda una vida. Además, nuestro Padre celestial necesitaba mantener a Israel por sus dÃas en la
tierra santos, derramando de sangres expiatoria de corderos sobre altares, ascendiendo instantáneamente su aroma, como el hijo de Abraham ofrendado sobre el monte santo de Jerusalén, descansando sobre el Moriah, pero ahora, descansa en la gloria
angelical, y asÃ, Él los acepta a ellos continuamente como sus hijos escogidos, siempre.
Actualmente, por donde sea que tú vivas en la tierra, entonces, tú podrás bautizarte en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo: entregándote tu cuerpo glorificado, que jamás pecará una eternidad
entera, al tú abandonar la carne pecadora, y asÃ, Él te recibirá en su dulce hogar para que tú vivas sus riquezas de cada dÃa, siempre. Considerando que, nuestro Padre celestial necesita vivir hoy contigo, con tus amados, vecinos y amistades de
alrededor del mundo, cuando tú eres renacido del bautismo de agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, y asÃ, tú mismo, cuando tú vivas su vida eterna entonces Él ya te habrá conocido (recibido) a
ti en su gloria celestial.
En otras palabras, nuestro Padre celestial te necesita a ti bautizado en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, porque: solamente entonces, Él vivirá su misma vida eterna aquà contigo, en la tierra
y en el cielo simultáneamente, y asÃ, Él gozará de tu presencia mucho antes de entrar finalmente a la gloria angelical, eternamente justificado. En verdad, nuestro Padre celestial no solamente vivirá su misma vida eterna en tu hogar junto con tus
amados, vecinos y amistades, pero igualmente, Él ira contigo a donde tú vayas, bendiciendo asà a otros con sus palabras vivas del Juramento a Isaac: porque Él aún necesita alcanzar cuantas más gentes posibles que entren ya a su nuevo reino venidero.
Realmente, nuestro Padre celestial no solamente vivirá su misma vida eterna contigo y con tus amados, pero igualmente, Él entrará en tu corazón con su Hijo Jesucristo y con su EspÃritu Santo, porque en poderes del Juramento a Isaac, Él puede hacer
estas cosas contigo: además, Él te va enriqueciendo grandemente, asà como normalmente Él enriquece aquellos alrededor de Él, en el cielo. Aquà es cuando. Nuestro Padre celestial no solamente vivirá contigo su vida eterna, que su Hijo Jesucristo la
vivió junto con su EspÃritu Santo, en Canaán, destruyendo obras de Satanás y de la muerte perpetuamente, para que su Jesucristo sea clavado al madero del Israel antiguo sobre el monte Sion, transfiriendo asà hacia a todo Israel: toda vida eterna del
Padre victoriosa sobre el mundo entero siempre.
Entendemos que, esta es la vida eterna de nuestro Padre celestial, que se ha vengado totalmente en contra de Satanás y de los ángeles caÃdos junto con la muerte, porque su Hijo Jesucristo destruyó cada tiniebla del reino de Satanás, para que Israel
finalmente regrese a la vida en el Tercer DÃa, pero únicamente en su vida eterna de Canaán victoriosa sobre el mundo entero perpetuamente. Esto significa, que cada uno bautizado en agua de Israel, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo
Jesucristo y su EspÃritu Santo, entonces, ellos heredaran instantáneamente el cuerpo glorificado que destruyó a Satanás y sus males en Canaán junto con los ángeles caÃdos y la muerte, para que ellos vivan una vida enriquecida, bendecida por
nuestro Padre celestial progresivamente desde la gloria angelical.
Esto significa, que no solamente tu familia estará caminando en tierra santa, aquà en la tierra, cuando nuestro Padre celestial viene a ser parte de tu vida junto con su Hijo Jesucristo y con su EspÃritu Santo por poderes del Juramento a Isaac, porque
tú estarás bautizado en agua, invocando la santidad perfecta de su nombre, pero igual, todo tu barrio será santÃsimo continuamente. Considerando que, por poderes del Juramento a Isaac, entonces tú no solamente estarás en la presencia de nuestro
Padre celestial, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, pero igualmente, estarás en su altar del monte Sion, en Israel, haciendo asà que tu familia junto con tu barrio sea parte de Canaán, alimentado su vida eterna en ti, recibida por el bautismo en
agua inicialmente.
Dado que, esto era lo que nuestro Padre celestial necesitaba hacer con Israel, siempre que Él tenÃa que enviarlos hacia las naciones, porque: se habÃan atado a gente adorando a otros dioses, prohibidos por Israel para ser aceptado en Canaán, por ende,
por el bautismo en agua, ellos siempre estarÃan en su presencia santÃsima sobre el monte Sion, sirviéndole continuamente, aunque vivan en tierras lejanas. Visto que, nuestro Padre celestial necesitaba a Israel que sea una comunidad radiante en
naciones distantes, manifestando su gloria a familias del mundo entero, porque ellos ya están bendecidos con un convenio de vida, heredado por ellos al nacer con vida eterna para habitar la tierra entera con ella, y solamente cuando son bautizados se
manifiesta esta vida eterna, invocando el santo nombre siempre.
Considerando que, esta es vida eterna de nuestro Padre celestial, que su Hijo Jesucristo la trajo a Canaán, por el vientre virgen de la hija de David, como el Rey Medias, viviéndola, únicamente para destruir toda obra de Satanás y de la muerte con su
carne sagrada llena del EspÃritu Santo y de resurrección victoriosa sobre el pecado del mundo entero, para siempre. Realmente, esta es la vida de nuestro Padre celestial que cada hombre, mujer, niño y niña de Israel, nace con ella, ya sea que nazcan
en Canaán o en cualquier nación, manifestándola a las familias del mundo entero: a aprender amar, servir y alabar a nuestro Padre celestial en el cielo, asà como Él es amado en la gloria angelical por sus huestes angelicales.
Esta es la vida eterna de nuestro Padre celestial que su Hijo Jesucristo la vivió junto con su EspÃritu Santo, pasándola a Israel y a las familias de las naciones, pero únicamente victoriosa sobre pecados, maldiciones, enfermedades, pobreza, muerte y
el infierno tormentoso, para que todos ellos la vivan al renacer del bautismo en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, siempre. Entendiendo que, esta es la vida eterna de nuestro Padre celestial, creciendo firmemente y sin cesar en todo
Israel, manifestando asà grandes poderes junto con glorias vistas constantemente por todos desde la gloria angelical, derramándose inmediatamente sobre toda la tierra de las familias de las naciones, para que ellos también la vivan, asà como la viven
las huestes angelicales en la eternidad, hasta hoy.
Es más, nuestro Padre celestial está decidido no solamente a tener a cada familia de Israel renacido por el bautismo en agua, para que su vida eterna crezca firmemente y sin cesar con poderes del Juramento a Isaac, expandiéndose asà hacia las
naciones con bendiciones nunca antes vistas, y asÃ, todas ellas se salven finalmente, pero también las que están en el infierno. Y para que esto suceda en la tierra, entonces, nuestro Padre celestial ha enviado a sus hijos de todo Israel a vivir entre
las familias de las naciones, tornándose en comunidades vibrantes, en donde todos estarán bautizados en agua para servirle a su santo nombre fuego sobre el monte santo de Jerusalén, en Canaán, y asÃ, sean todos ellos llenos de su vida eterna
progresivamente.
Realmente, la vida eterna de nuestro Padre celestial ya es victoriosa sobre el mundo entero, destruyendo todo pecado y maldad de Satanás, pero igual, al ángel de la muerte junto con los ángeles caÃdos, que era el reino de las tinieblas operando desde
el infierno tormentoso, atormentando a las familias de las naciones con mentiras, maldiciones, enfermedades, pobreza y muerte en todos sus dÃas. Actualmente, con las familias de Israel viviendo entre las naciones, como comunidades, entonces, ellos les
manifestaran a sus familias la vida eterna de nuestro Padre celestial creciendo en ellos con poderosas manifestaciones de milagros, maravillas y señales en los cielos y en la tierra, para que todo gentil le crea finalmente a Él, por su misma vida
eterna: manifestándose mundialmente con salvación perfecta.
Definitivamente, nuestro Padre celestial hará no solamente que las familias puedan vivir con Él en su dulce hogar sobre el monte santo de Jerusalén, en Canaán, pero igualmente, sus comunidades que se tornaran en tierra santa entre las naciones,
manifestando su vida eterna con sus poderes y glorias, enriqueciendo asà a las familias en su diario vivir: con amor, riquezas, paz y salvación eterna finalmente. Visto que, lo que nuestro Padre celestial está dispuesto a hacer con sus hijos de Israel
entre las naciones, como comunidades vibrantes, manifestando abiertamente la gloria angelical y su vida eterna con su bendición cotidiana, entonces, los gentiles gozaran de amor, gracia, misericordia, verdad y justicia divina, como nunca antes,
renaciendo asà del bautismo en agua para entrar a su vida eterna, finalmente enriquecidos.
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