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    From ivanvalarezo@gmail.com@21:1/5 to All on Fri May 24 16:03:18 2019
    Sábado, 25 de Mayo, 2019 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica

    (Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)


    EL MADERO ISRAELI ANTIGUO SOBRE EL MONTE SION ES NATURALEZA DIVINA DEL PADRE: SU NUEVA TIERRA PARA TI:


    En busca para bendecir a las naciones de la tierra, entonces nuestro Padre celestial se acercó a Abraham para que vaya a Canaán, porque Él iba a bendecirlo con sus hijos incontables como la arena del mar y las estrellas del firmamento del cielo arriba:
    porque Él había determinado bendecirlo con su misma vida eterna. Ciertamente, nuestro Padre celestial tenia que tener a un hombre, como Abraham que había abandonado a sus parientes y amistades para ir a la tierra que no había conocido nunca, para
    habitarla con sus hijos que se los habían entregado ya tan numerosos como las estrellas del cielo arriba: porque descendían a vivir la vida eterna sobre la tierra por muchas generaciones.

    Realmente, Abraham creyó a la promesa de nuestro Padre celestial para tener un hijo de él mismo nacido con vida eterna, bendiciéndolo a él no solamente pero igual a su esposa Sarah con su vientre estéril, porque sus hijos serán incontables llenando
    la tierra continuamente con vida eterna—esta es la vida eterna del cielo arriba, bendiciendo a las naciones enteramente por fin. Ciertamente, nuestro Padre celestial había encontrado al hombre digno de creer en sus palabras de vida, que Él
    necesitaba regarlas sobre toda la tierra, pero, Él tenia que empezar en Canaán: porque esta es la tierra bendecida por Él para que su misma vida eterna nazca con su Hijo Jesucristo del cielo arriba, entregándonosla a si abundantemente a todos
    nosotros sus hijos siempre.

    Este es el hombre de nuestro Padre celestial que necesitaba empezar un sacrificio muy importante, desplegándolo sobre la roca de salvación del cielo arriba para llevar poderes de los tres sacrificios, llamando cada día a su Hijo Jesucristo a que nazca
    del vientre estéril de Sarah como Isaac, por el Espíritu Santo, derramando su sangre expiatoria abundantemente y llena de vida eterna siempre. Estos tres sacrificios con sus mitades opuestas una a otra sobre la roca de salvación junto con dos
    palominos sin cortar, salpicados con sangre expiatoria enteramente, asimilaban al monte santo de Jerusalén con su Hijo Jesucristo clavado al madero junto con dos testigos a sus lados, para que postreramente derrame su vida eterna victoriosa sobre todo
    enemigo y del mundo entero para siempre.

    Estos sacrificios, desplegados sobre la roca de salvación, entonces ellos tenían que llevarlo no solamente Abraham mismo, pero igual sus hijos viviendo en generaciones futuras, porque ellos eran los únicos en toda la tierra nacidos con la naturaleza
    divina del Padre celestial, como el Juramento a Isaac, llevando el sacrificio a su destino final, entregándoles así a todos vida eterna instantáneamente siempre. Entendiendo que, esta es la roca de salvación de nuestro Padre celestial, como el
    fundamento de vida para todo su reino celestial que bendice a las huestes angelicales, que necesitaba ser establecida en el corazón de la tierra: bendiciendo a cada hombre, mujer, niño y niña de las familias de las naciones con perfecta salvación,
    viviéndola al máximo diariamente, como en el cielo.

    Sin embargo, para que esto sea posible para nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, entonces, Él tenía que entregarle a su Hijo Jesucristo a Abraham, naciendo del vientre estéril de Sarah, por poderes del Espíritu Santo, y
    lleno de su naturaleza divina junto con bendiciones inagotables de vida eterna, llenando así a la humanidad entera con glorias eternas siempre. Puesto que, estas serán glorias que nunca han sido vistas en la gloria angelical ni menos sobre toda la
    tierra, que nacerán de los hijos prometidos a Abraham, prometidos por nuestro Padre celestial para entregárselos a su familia en todas las generaciones venideras, tocando así finalmente a las familias de las naciones que ya han descendido al infierno,
    eternamente perdidas.

    Por eso, cuando nuestro Padre celestial estaba listo para entregarle a Abraham a su Hijo Jesucristo nacido en la tierra del vientre estéril de Sarah, entonces, Él tenía que haber comido con él y con sus hijos adoptados del pan y vino, servido
    diariamente por su Hijo Jesucristo en la gloria celestial a las huestes angelicales para mantenerlos siempre santos una eternidad entera. En otras palabras, cuando nuestro Padre celestial estaba listo para comer del pan y vino con Abraham y sus hijos
    adoptados de la Mesa santa, entonces, ellos fueron servidos por su Hijo Jesucristo: porque solo él es no solamente el Cordero con la sangre expiatoria llena de su naturaleza divina y vida eterna, pero también es la roca de salvación para siempre.

    Es decir, también que solamente su Hijo Jesucristo es el fundamento de la vida eterna de nuestro Padre celestial en la gloria celestial para con las huestes angelicales: pero igualmente, él es la roca de salvación con vida eterna para cada hombre,
    mujer, niño y niña de todas las familias de las naciones, empezando con Israel siempre. Por ende, era importante para nuestro Padre celestial haber comido de la Mesa santa del pan y vino con Abraham y su familia, porque solamente su Hijo Jesucristo serÃ
    ¡ el pan y vino, que su cuerpo sagrado le ha dado a Israel a comer primero y luego las naciones, llenando la tierra entera con su naturaleza divina, así como en el cielo siempre.

    Por esta razón, cuando nuestro Padre celestial invitó a Abraham a comer del pan y vino, entonces, Él estaba invitándolo a él junto con sus hijos, prometidos a él por muchas generaciones a comer de su altar de su naturaleza divina y de su vida
    eterna junto con cada bendición que llena al reino angelical y a toda la tierra últimamente. En otras palabras, nuestro Padre celestial tenía que comer y beber con Abraham y con su familia por muchas generaciones, empezando con sus hijos adoptados,
    para que sus hijos prometidos, formando su nación dorada, coma igualmente de su altar siempre, y así, su vida eterna se riegue: porque cuando más comen sus hijos de su altar, entonces mayor es el derramamiento del Espíritu Santo.

    Visto que, este es el Espíritu Santo que no solamente nos entrega a cada uno de nosotros su naturaleza divina, recibiéndonos, como sus hijos legítimos sobre su altar de Abraham e Isaac, pero igualmente, recibidos somos en la gloria angelical, y así,
    nosotros haremos su voluntad perfecta, y esto es de conquistar glorias nunca antes vistas, exaltando su santo nombre fuego siempre. Por cuanto, nuestro Padre celestial aún necesita su vida eterna, en que su Hijo Jesucristo nació como Isaac, entregada a
    Abraham y su familia adoptiva inicialmente, pero igualmente, entregada a sus hijos prometidos en generaciones futuras, llenando así la tierra entera, empezando en su corazón, como el Valle de los huesos secos, con su vida santísima y victoriosa sobre
    Satanás una eternidad entera.

    Sin embargo, para que Abraham viva esta vida maravillosa, que empezó con Isaac, pasándola hacia Jacobo y sus hijos de generaciones futuras, solamente puede ser obtenida por el bautismo en agua, invocando la santidad perfecta de su nombre, su Hijo
    Jesucristo y su Espíritu Santo, para que puedan llamar así por más de la naturaleza divina que descienda sobre toda nación siempre. Por eso, fue importante para nuestro Padre celestial tener a Abraham ascendiendo al monte santo de Jerusalén,
    descansando sobre el Moriah, presentando así a su único hijo Isaac, como una ofrenda encendida hacia Él en la gloria celestial, ofreciendo él: la vida eterna de su único hijo Isaac llena de toda naturaleza divina para las familias de las naciones,
    para salvación eterna de todos.

    Visto que, esto fue lo que sucedió: cuando nuestro Padre celestial llamó a Abraham a ofrecer a su único hijo Isaac, como una ofrenda encendida hacia Él en el cielo: y así, Isaac le ofrezca su vida eterna a él, Abraham, y luego, a cada hombre, mujer,
    niño y niña de las familias de las naciones, transformando la tierra en una nueva tierra postreramente. Sin embargo, para que esto suceda, nuestro Padre celestial no solamente necesitaba a Jacobo nacido como su primogénito de la casa de Israel, pero
    igualmente, sus hijos necesitaban nacer en tierra ajena como esclavos, recogiendo cada pecado del pasado, del presente y del futuro con poderes del Juramento a Isaac, abriendo así el camino de la vida eterna en Canaán hacia la eternidad.

    Por eso, es que nuestro Padre celestial después que los cuatrocientos años se habían cumplido, entonces, Él descendió con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo para liberar a Israel del cautiverio egipcio, porque Él necesitaba bautizarlos en
    agua del Mar Rojo lo más pronto posible, invocando la santidad perfecta de su nombre, su Hijo y su Espíritu Santo sobre ellos. En este bautismo todopoderoso del Mar Rojo, entonces todos los israelitas antiguos fueron liberados de pecados recogidos por
    generaciones, para que ellos mismos los lleven en sus carnes sagradas y con la sangre expiatoria llena de la naturaleza divina de nuestro Padre celestial, abandonándolos en el lecho marino para siempre: y así, el Padre recibir a Israel como su
    sacerdote terrenal finalmente.

    Visto que, nuestro Padre celestial necesitaba a todo Israel caminando por el desierto del Sinaí en busca de agua, y esta era el agua de la roca de salvación que ellos fallaron en encontrarla y sólo hasta que llegaron a las aguas amargas de Marah, que
    necesitaban ser endulzadas por el árbol (que eran ellos mismos), descendiendo del monte santo de Jerusalén, en Canaán. Entendemos que, cuando toda la casa de Israel bebió de las aguas amargas de Marah, endulzadas por el árbol del monte santo de
    Jerusalén (que son ellos mismos, como hijos de Dios nacidos con su naturaleza divina), entonces, ellos podían endulzar el Valle de los huesos secos, porque caminaban hacia él, como su destino final por otros siglos más de cautividad.

    Puesto que, los israelitas tenían que beber de la roca de salvación, después de haber tomado de las aguas endulzadas del Marah, porque al beber de ella, entonces ellos fallaran en tener sed nuevamente, pero igualmente, ellos la estaban llevando con
    ellos junto el tabernáculo y su Lugar Santísimo finalmente a descender al Valle de los huesos secos. Además, los israelitas antiguos necesitaban expiar cada pecado abandonado en el Mar Rojo con el tabernáculo de reunión y su Lugar Santísimo,
    derramando sangres expiatorias de corderos cada paso hacia las familias de las naciones yaciendo en sus huecos infernales debajo del desierto del Sinaí, pavimentando así el camino para que su Hijo Jesucristo entre a Canaán con su misma vida eterna
    finalmente.

    Además, nuestro Padre celestial necesitaba volver hacer nuevamente lo que había hecho con todo Israel y sus pecados acumulados de cuatrocientos años, bautizándolos en el Mar Rojo, pero ahora, Él tenía que derramar tanta sangre expiatoria de
    corderos como el Mar Rojo con la carne sagrada israelí mediando, intercediendo y representando naciones yaciendo en sus huecos infernales, quitando el pecado de sobre ellos postreramente. Considerando que, sin la carne sagrada israelí y el Juramento a
    Isaac, nuestro Padre celestial hubiese fallado primero en acumular pecados de las familias de las naciones por cuatro siglos, entonces, fallado en abandonar todo pecado del mundo entero en el Mar Rojo: y finalmente, fallado en expiarlos con la carne
    sagrada israelí, removiéndolos para siempre desde Canaán últimamente.

    Ya que, nuestro Padre celestial necesitaba expiar cada pecado del pasado, del presente y del futuro con la carne sagrada nacida del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, dándonos a Isaac, Jacobo y los hijos incontables, recibiendo así la
    naturaleza divina del Padre, para alimentar toda vida eterna con los ángeles del cielo arriba y en Canaán para con la humanidad entera. Además, nuestro Padre celestial necesitaba cada pecado removido de la tierra antes de permitir que Israel sea
    mordido de serpientes venenosas emergiendo del Valle de los huesos secos: olfateando pecados, rebelión y muerte de Israel finalmente descendieron con ellos a sus tumbas tempranas: más el Padre los salvó a ellos con la serpiente de bronce clavada al
    madero últimamente.

    Inmediatamente, nuestro Padre celestial tenía a Moisés, martillando una serpiente de bronce, clavándola al madero, como señal para cada hombre, mujer, niño y niña yaciendo en el Valle de los huesos secos para ver al Rey Mesías entrar a Canaán con
    la carne sagrada y la sangre expiatoria, llena de vida eterna, dándoles poderes para ver la vida en el Tercer Día nuevamente. Visto que, es su santidad que nuestro Padre celestial había preparado para ellos, y así, todos regresen a vivir nuevamente:
    amando, sirviendo y glorificando su santo nombre fuego sobre el monte Sion, así como había Él llamado a Moisés inicialmente a regresar al monte alto para servirle a Él con todo Israel perpetuamente, conquistando glorias de eterna santidad jamás
    vistas antes por nadie.

    Verdaderamente, lo que nuestro Padre celestial y el Espíritu Santo le estaban diciendo a Moisés e Israel, fue que ellos tenían que regresar al monte santo de Jerusalén, en Canaán, con rituales y ceremonias de perfecta santidad ejecutados por cada
    hombre, mujer, niño y niña de las familias yaciendo en el infierno, para ser destruidos por Él mismo con su misma vida santísima. Considerando que, después que Israel antiguo había cumplido cabalmente con deberes de sumo sacerdote para nuestro
    Padre celestial, ejecutando rituales y ceremonias de perfecta santidad, en los cuales ellos nacen naturalmente siempre, como un convenio de vida por el desierto del Sinaí, entonces, ellos finalmente descendieron con su carne sagrada al corazón de la
    tierra: victoriosos sobre Satanás y la muerte perpetuamente.

    Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba descender al Valle de los huesos secos victorioso sobre Satanás, el pecado, maldiciones, enfermedades, pobreza y muerte con la carne sagrada y la sangre expiatoria del Israel antiguo, porque ellos nacieron:
    destruyendo a Satanás, ángeles caídos y la muerte sobre postes de la puerta del infierno, cuando uno de sus hermanos, Isaac, finalmente derramó su sangre expiatoria. Visto que, esta es la victoria que nuestro Padre celestial había buscado desde
    cuando Lucifer y sus ángeles caídos se rebelaron en contra de Él y de su santo nombre fuego junto con su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, para que Él mismo lo destruya a él con sus pecados, maldiciones, enfermedades, pobreza y muerte sobre
    postes de entrada del infierno perpetuamente.

    Considerando que, una vez que la entrada al infierno haya sido salpicada con la sangre expiatoria de su Hijo Jesucristo, nacido inicialmente como Isaac de la familia de Abraham, entonces, Él finalmente obtendría poderes del Juramento a Isaac,
    desarrollados maravillosamente con su misma vida eterna vivida en Canaán, destruyendo el pecado del mundo entero, y así, sus hijos vivan nuevamente al fin. Esto significa que, una vez que toda la casa de Israel había descendido al Valle de los huesos
    secos entonces sus cuerpos se descompusieron, tornándose en polvo, y esta es la semilla, en que nuestro Padre celestial había esperado por siglos tenerla en su mano derecha, sembrándola en Canaán, como el árbol de vida, destruyendo el pecado del
    mundo entero en un día.

    Observando que, este es el árbol de vida que nuestro Padre celestial necesitaba que Adán y Eva comiesen de él cada día de sus vidas del paraíso, porque este es el pan y vino que lo complace a Él, honrando y exaltando su santo nombre fuego sobre el
    monte santo de Jerusalén junto con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo. Por eso, es que nuestro Padre celestial necesitaba a Israel antiguo expiando los pecados del mundo entero por todo el desierto del Sinaí con su tabernáculo y su Lugar SantÃ
    ­simo, en donde ellos llevaban su corazón santísimo encerrado en santidad perfecta, derramando sangres expiatorias de corderos sobre todo pecado para que su Hijo Jesucristo finalmente descienda a Canaán, en cualquier día.

    Dado que, su Hijo Jesucristo estaba listo para nacer del vientre virgen de la hija de David, entonces, su santo nombre fuego obtuvo poderes para descender sobre el monte santo de Jerusalén, porque la carne sagrada y la sangre expiatoria del Israel
    antiguo había destruido todo pecado por el desierto del Sinaí: ahora necesitaban terminar sus obras en Canaán, quitándolo del mundo entero instantáneamente. En otras palabras, nuestro Padre celestial tuvo a Israel antiguo, caminando por todo el
    desierto del Sinaí, derramando sangres expiatorias de corderos siempre a la entrada del tabernáculo y su Lugar Santísimo, con su corazón santísimo en él en santidad especial, expiando cada pecado con rituales y ceremonias de santidad perfecta,
    finalmente destruyendo el pecado sobre postes de la puerta del infierno perpetuamente.

    Entendiendo que, no solamente cada hombre, mujer, niño y niña de Israel iba a descender al Valle de los huesos secos, pero igual, nuestro Padre celestial junto con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo en poderes del Juramento a Isaac, que su
    naturaleza divina había sellado para con Israel, para que el pecado sea quitado del corazón de la tierra perpetuamente. Considerando que, una vez que nuestro Padre celestial haya removido el pecado de las familias de las naciones del cautiverio egipcio,
    bautizándolos en el Mar Rojo, abandonando todo pecado en el lecho marino, para que Él mismo cubrirlos con sangres expiatorias de corderos, derramadas a la entrada del tabernáculo y su Lugar Santísimo: quitando así finalmente todo pecado del corazó
    n de la tierra instantáneamente.

    Por eso, cuando todo Israel antiguo descendió al Valle de los huesos secos entonces no se hallaron allí flamas de tormento, esperándolos, ni demonios ni menos Satanás para atormentarlos, porque la limpieza poderosa que nuestro Padre celestial había
    ejecutado con la carne sagrada y la sangre expiatoria israelí por el desierto del Sinaí, instantáneamente toda tiniebla perdió poder ante Israel para siempre. Puesto que, nuestro Padre celestial finalmente había removido todo pecado y tiniebla de la
    humanidad entera, pero ahora, la carne sagrada israelí y con su sangre expiatoria: manifestada en su Hijo Jesucristo renacido del vientre virgen de la hija de David, entonces, con victorias sobre Satanás, pecados y muertes, inmediatamente nuestro Padre
    celestial quitó el pecado del mundo entero en un día perpetuamente.

    Aquí es cuando: nuestro Padre celestial finalmente no solamente tenía en sus manos el polvo del Israel antiguo, que había descendió al Valle de los huesos secos, pero igualmente, Él tenía su misma naturaleza divina, dada a ellos, en su mano derecha,
    plantándola en Canaán seguidamente: y así, sea el árbol de vida, destruyendo a Satanás, maldiciones y mentiras siempre hacia la eternidad. Visto que, esto era lo que nuestro Padre celestial deseaba que todo Israel antiguo se convirtiese en Canaán,
    el árbol de vida quitando todo pecado del mundo entero, pero igualmente, de cada hombre, mujer, niño y niña de todas las familias de las naciones por generaciones venideras, obteniendo así su nueva tierra nacida de su naturaleza divina, entregada a
    Israel inicialmente.

    Recordamos que, nuestro Padre celestial tenía que haber tenido a Abraham y a sus hijos adoptados comiendo con Él del pan y vino, servidos por su Hijo Jesucristo sobre la Mesa santa a huestes angelicales del cielo y en la tierra a cada hombre, mujer, niÃ
    ±o y niña, recibiendo así ellos la porción de su naturaleza divina para ver la vida eterna toda una eternidad. Ciertamente, Israel antiguo hasta hoy y por generaciones futuras: la naturaleza de nuestro Padre celestial nacida del vientre estéril de
    Sarah no solamente destruyó a Satanás, pecados, maldiciones, enfermedades, pobreza y la muerte sobre la puerta del infierno, como el Valle de los huesos secos, pero aun, sigue firme sobre el monte Sion, como su naturaleza divina, cambiando el mundo por
    uno glorioso progresivamente.

    Visto que, este es el madero del Israel antiguo, en donde nuestro Padre celestial deposito su naturaleza divina, pero igualmente, su vida eterna con poderes asombrosos, para que Satanás y sus ángeles caídos junto con el ángel de la muerte y los
    infiernos de la tierra sean destruidos en el lago de fuego, la segunda muerte: y así, sus hijos vivan divinamente enriquecidos siempre. Dado que, este es el convenio de vida, que nuestro Padre celestial estableció con Abraham y sus hijos viviendo en
    generaciones futuras, recogiendo todo pecado de las familias de las naciones del pasado, del presente y del futuro, para expiarlos con su carne sagrada y las sangres expiatorias de corderos derramadas por el desierto del Sinaí, para que nazca el Rey MesÃ
    ­as postreramente.

    Considerando que, únicamente con el Rey Mesías nacido de la hija de David, en Canaán, que la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre expiatoria serian restauradas finalmente con su vida eterna, en donde los Diez Mandamientos son
    cumplidos, destruyendo así toda mentira, maldición, enfermedad, pobreza y muerte de Satanás, para que Israel antiguo desde el corazón de la tierra vea vida nuevamente. Seguramente, nuestro Padre celestial necesitaba tener al madero del Israel antiguo
    con pecados del mundo entero junto con rituales y ceremonias de perfecta santidad del Juramento a Isaac, plantado en Canaán, como la semilla, dándonos el árbol del paraíso: finalmente para destruir a Satanás y su reino de tinieblas desde el mismo
    infierno, con el derramamiento final de la sangre expiatoria de Isaac.

    Realmente, cuando nuestro Señor Jesucristo nació para vivir la vida eterna de nuestro Padre celestial, en Canaán, que necesitaba destruir obras de Satanás y de sus ángeles caídos, incluyendo la muerte, entonces, él tenía que clavar su vida
    gloriosa y siempre victoriosa en la gloria angelical y sobre la tierra para que cada hombre, mujer, niño y niña vea vida nuevamente una eternidad entera. Puesto que, este es el madero del Israel antiguo sobre el monte Sion con nuestro Padre celestial,
    clavando a su Hijo Jesucristo para destruir todo pecado del pasado, del presente y del futuro junto con cada ritual y ceremonia de perfecta santidad del Juramento a Isaac, y así, sus hijos vean vida eterna en su nueva tierra, como su familia legitima
    toda una eternidad.

    Milagrosamente, nuestro Padre celestial agrupó pecados del mundo entero junto con rituales y ceremonias del Juramento a Isaac, que Israel con su carne sagrada junto con sangre expiatoria los había expiado por el desierto del Sinaí, desde el Lugar SantÃ
    ­simo, formando la torre salvadora, la cruz, finalmente salpicando la puerta del infierno con sangre expiatoria de Isaac: destruyendo así todo mal para siempre. Visto que, nuestro Señor Jesucristo fue clavado al madero del Israel antiguo sobre el monte
    Sion, entonces, haciéndose uno con todo Israel del Valle de los huesos secos cerca de la entrada al infierno, salpicando su sangre expiatoria, abriéndola completamente, y así, también la puerta de la Ciudad de David para que las familias de las
    naciones entren a vida eterna instantáneamente, enriquecidas eternamente.

    Por cierto, nuestro Padre celestial no solamente pudo expiar cada pecado de las familias de las naciones yaciendo en sus huecos infernales con los israelitas antiguos, como su sumo sacerdote después del bautismo del Mar Rojo, para que ellos condensen en
    su carne sagrada pecados del mundo entero, pero igualmente, como la cruz final ser una puerta abierta hacia la gloria angelical. Considerando que, únicamente la naturaleza divina de nuestro Padre celestial en cada israelí: pecados del mundo entero
    pudieron ser expiados con rituales y ceremonias del Juramento a Isaac en el tabernáculo y su Lugar Santísimo, pero igualmente, ascendieron sobre el monte Sion y su Lugar Santísimo de Canaán, borrando pecados en la humanidad entera para finalmente
    vivir en su nueva tierra, enriquecidos siempre.

    Es decir, también que nuestro Padre celestial no solamente ha terminado con el pecado, derramando la sangre expiatoria de su Hijo Jesucristo sobre el madero del Israel antiguo del monte Sion, en Canaán, pero igualmente, Él enriquece a hijos de las
    familias de las naciones que ya expió sus pecados, y así, ellos sean salvados en los últimos días antes del Día del Juicio. Dado que, en el Juicio Final ninguno de las naciones estará ante El Gran Trono Blanco con pecados delante de él: acusado
    por Satanás y sus ángeles caídos, porque el Padre ya los ha expiado con la carne sagrada israelí por el desierto del Sinaí y así también sobre el monte Sion, para que sus hijos reciban su salvación, gloria y bendiciones siempre.

    En el Juicio Final, nuestro Padre celestial vera a las familias de las naciones por rituales y ceremonias de perfecta santidad, que los israelitas con su carne sagrada expiaron por el tabernáculo y su Lugar Santísimo, y luego sobre el monte Sion y su
    Lugar Santísimo: destruyendo pecados para que vean la vida nuevamente después del Juicio en la nueva tierra, enriquecidos una eternidad entera. Por cierto, hasta ahora: cuando alguien de las naciones se bautiza en agua, invocando la perfecta santidad
    de su nombre, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, entonces, el madero antiguo del monte Sion tiene ya sus pecados expiados por la carne sagrada del Israel antiguo y, últimamente, por su Hijo Jesucristo para ver la vida eterna en su nueva tierra
    instantáneamente.

    Comprobado que, esta es la vida eterna de nuestro Padre celestial que su Hijo Jesucristo nació en Canaán, viviéndola en su perfección divina de sus mandamientos, para que toda la casa de Israel yaciendo en el Valle de los huesos secos vuelva a ver
    vida junto con las familias de las naciones y con sus hijos de generaciones futuras igualmente, para siempre. Entendiendo que, esta es la vida eterna que nuestro Padre celestial le ha entregado a cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las
    familias de las naciones, viviéndola victoriosamente sobre Satanás y sus artimañas no solamente en la vieja tierra sino también en la nueva tierra, emergiendo del corazón de la tierra vieja en Canaán, en cualquier día, pronto.

    Por esta razón, es que la vida eterna de nuestro Padre celestial fue dada inicialmente a Abraham y a sus hijos adoptados, cuando participaban con Él del pan y vino, servido diariamente por su Hijo Jesucristo sobre la Mesa santa a los ángeles del cielo
    para mantenerlos santos siempre y para sus hijos sobre la tierra igualmente hacia toda la eternidad venidera. Puesto que, esta es la semilla viviendo en perfecta santidad en cada hombre, mujer, niño y niña de Israel por toda generación, que necesita
    ser parte de toda familia de las naciones, para que sean enriquecidas por él, cumpliendo así con su promesa a Abraham, cuando le decía: las familias de las naciones serán benditas en tu simiente para siempre.

    Ya que, esta es la vida eterna de nuestro Padre celestial, que no solamente está clavada al madero del Israel antiguo sobre el monte Sion, que nuestro Señor Jesucristo conquistó con ella: Canaán, el Valle de los huesos secos, (convirtiéndolo en un
    corazón santísimo), pero igual, conquistó el mundo entero, y así, nosotros vivir victoriosos sobre el mal hasta que su reino venga pronto. Este es el madero del Israel antiguo representando no solamente la humanidad entera que descendió al infierno
    tormentoso, porque ellos fallaron en conocer su santo nombre fuego y sus palabras de vida del Juramento a Isaac, que los pudo haber salvado si hubiesen creído, pero igualmente, es la nueva tierra por manifestarse en Canaán enteramente primero ante la
    vista de las naciones.

    Dado que, esto es la naturaleza divina de nuestro Padre celestial, emergiendo del vientre estéril de Sarah, cuando su Hijo Jesucristo nació como Isaac, por el Espíritu Santo, como el cordero entre Él y su siervo Abraham, ofreciéndolo finalmente como
    una ofrenda encendida sobre el monte santo de Jerusalén, descansando sobre el Moriah: y así, convertir el mundo viejo en uno glorioso eternamente pronto. Realmente, esta es la nueva tierra que nuestro Padre celestial necesitaba para sus hijos de Israel
    y las naciones, entonces, nacida ya del corazón de la tierra con la roca de salvación: desplegando tres sacrificios de Abraham con sus mitades opuestas una a otra junto con dos aves sin cortar, y el madero ensangrentado del Israel antiguo sobre el
    monte Sion eternamente enriquecido, en Canaán.

    Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba a Israel antiguo, expiando pecados de naciones del pasado, del presente y del futuro no solamente descendiendo al Valle de los huesos secos, mordidos por serpientes venenosas, pero igualmente, ascendiendo
    con su carne sagrada tornada en el madero, mordidos con clavos de bronce en las manos y pies del Rey Mesías sobre el monte Sion, camino al cielo arriba. Definitivamente, nuestro Padre celestial necesitaba no solamente el mundo viejo y el nuevo unidos en
    el madero del Israel antiguo con pecados expiados por generaciones con su carne sagrada y sangre expiatoria del Rey Mesías, derramada sobre el monte santo de Jerusalén finalmente en Canaán: pero igualmente, Él necesitaba su naturaleza divina adentro
    nuevamente de su Lugar Santísimo, santificada grandemente una eternidad entera.

    Visto que, es desde aquí, en donde nuestro Padre celestial continúa oyendo a cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las naciones, ya sea del pasado, del presente o del futuro, para que Él les responda a sus oraciones por el madero, que es su
    naturaleza divina, sufriendo sus pecados con la sangre expiatoria de su Hijo Jesucristo derramada sobre ellos eternamente. Entendiendo que, nuestro Padre celestial continuara siendo nuestra fuente de cada bendición o bien por todos nuestros días largos
    y eternos en la gloria angelical y sobre la nueva tierra también, para que Él supla nuestras necesidades abundantemente, y de las cuales nos las entregara muy alegre siempre: y así, le amaremos, serviremos y exaltaremos a Él por siempre, una
    eternidad entera.

    En otras palabras, nuestro Padre celestial será nuestra única fuente de todo lo que necesitemos en nuestros días largos y eternos de la eternidad celestial, ya sea que vivamos en el cielo, como la Nueva Jerusalén celestial, el paraíso o la nueva
    tierra: porque solamente Él posee bendiciones que bendicen nuestras almas vivientes, además, Él siempre tendrá a sus ángeles protegiéndonos, como siempre. Por ello, nosotros somos requeridos a que nos bauticemos en agua, invocando la santidad
    perfecta de su nombre, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, para que nosotros abandonemos nuestra carne pecadora y el espíritu de error, que es el fruto prohibido, por la carne sagrada y el Espíritu Santo, llevándonos cada día hacia la presencia
    santísima del Padre celestial, sin fallarnos jamás.


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