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Sábado, 11 de Mayo, 2019 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica
(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)
El CORAZÓN de la TIERRA es el CORAZÓN del PADRE para que sus HIJOS entren a su NUEVA TIERRA hoy:
Nuestro Padre celestial necesitaba rehacer la vida en la humanidad entera, y para que esto suceda, entonces Él tenÃa que encontrar a un hombre digno en creer en su palabra de vida, entregándole asà a él y a sus hijos a su Hijo Jesucristo nacido
entre ellos, con poderes de su corazón santÃsimo para restaurar su sangre santÃsima sobre la tierra enteramente al fin. Puesto que, nuestro Padre celestial necesitaba descender al corazón de la tierra, para quitar a Lucifer y sus ángeles caÃdos
junto con el ángel de la muerte, porque su reino de tinieblas se habÃa establecido allÃ, enviando mentiras, maldiciones junto con problemas y conflictos para atormentar a las familias de las naciones siempre: por ende, el Padre tenÃa que destruir el
pecado.
Además, nuestro Padre celestial necesitaba llegar al corazón de la tierra no solamente porque Lucifer habÃa establecido su reino de tinieblas para atacar a sus familias de las naciones, pero igualmente, Él necesitaba transformarlo en su corazón santÃ
simo: porque cuando Adán y sus hijos fueron vestidos sus almas con el polvo de la tierra, entonces, el corazón de ella era perfectamente santa. En consecuencia, nuestro Padre celestial necesitaba llegar al corazón de la tierra, para resolver este
problema con el pecado, que lo habÃa contaminado con males del fruto prohibido, del árbol de la ciencia del bien y del mal, que comió Eva y luego Adán junto los hijos, contaminando asà el corazón de la tierra con el mal eterno para siempre.
Por eso, es que fue importante para nuestro Padre celestial llegar al corazón de la tierra, cuanto antes mejor, para que Él pueda resolver este problema, que habÃa tornado en un reino de tinieblas de Lucifer, y asÃ, él pueda continuamente enviar sus
mentiras, maldiciones, problemas, conflictos, enfermedades, pobreza y muerte a las familias de las naciones. Es decir, también que nuestro Padre celestial necesitaba arreglar el problema del pecado con el corazón de la tierra, antes que Él realmente
empiece a salvar a sus hijos de mentiras, maldiciones, problemas, conflictos, enfermedades, pobreza y muerte que Lucifer estaba enviando continuamente hacia las familias de las naciones, y asÃ, ellos mueran eternamente perdidos.
Ciertamente, Lucifer habÃa establecido su reino de tinieblas con sus ángeles caÃdos y la muerte, contaminando con sus males a cada hombre, mujer, niño y niña de las familias de las naciones, destruyéndolos asà en sus tinieblas, y asÃ, ellos sean
sus hijos para siempre: porque él estaba resulto a pelear en contra del Padre, su Hijo y su EspÃritu Santo, siempre. Además, porque no habÃa manera posible de remover a Lucifer y a sus ángeles caÃdos del corazón de la tierra a no ser que nuestro
Padre celestial tenga a su Hijo Jesucristo nacido de un vientre virgen en Canaán, entonces, viviendo su vida eterna triunfantemente sobre Satanás y la muerte, luego derramar su sangre expiatoria al corazón de la tierra para destruir todo infierno
perpetuamente.
Considerando que, cuando Lucifer hizo que la serpiente antigua del Edén se acercase a Eva con mentiras, para que coma del fruto prohibido, entonces, él le hizo este mal a ella junto con Adán y sus hijos, porque nuestro Padre celestial los habÃa
vestido con el polvo de la tierra, cuando nacieron de su imagen para vivir conforme a su semejanza celestial, siempre. Como resultado, para Lucifer tener a Adán y a sus hijos, empezando con Eva, caminando hacia él y hacia su reino de tinieblas,
entonces, lo único que necesitaba él hacer, fue tener a Eva que coma del fruto prohibido, para que el polvo de la tierra sea contaminado con sus mentiras, destruyendo asà su corazón y tornándolo en su reino de tinieblas eternas.
Entendiendo que, al Lucifer tener a la serpiente antigua, engañando a Eva, a que coma del fruto prohibido, entonces, él pudo contaminar la sangre de Adán, corriendo por ella y por sus hijos viviendo en generaciones futuras del paraÃso y de la tierra,
pues entonces, al tener el corazón de la tierra contaminado, seguidamente los hijos nacerÃan automáticamente en su reino de tinieblas. Ciertamente, Lucifer pudo establecer su reino de tinieblas en el corazón de la tierra, al Eva desobedecer el
mandato de nuestro Padre celestial de no comer nunca del fruto prohibido, entonces, él tornó este corazón terrenal en un infierno tormentoso para las naciones: porque ahora él podÃa contaminarlos con su naturaleza rebelde, destruyendo todo lo creado
por el Padre desde el cielo.
Ahora, para que Lucifer contamine a cada hombre, mujer, niño y niña de las familias de las naciones, entonces, él tenÃa que crear Ãdolos, como altares en sus hogares, adorándolo asà a él junto con sus ángeles caÃdos, para que él pueda
contaminarlos con su naturaleza malvada aún más profundo, destruyendo asà todo lo creado por el Padre desde el cielo siempre. Por consiguiente, nuestro Padre celestial siempre buscaba a un hombre conforme a su corazón santÃsimo, obedeciendo su
palabra viva, porque Él necesitaba llevar su palabra todopoderosa natural de su corazón santÃsimo a las naciones, aunque muchas de ellas si no todas, yacÃan ya en sus infiernos, y asÃ, ellas reciban sus Diez Mandamientos, en donde es prohibido
adorar Ãdolos en toda la tierra.
Mandamientos muy importantes que cada hombre, mujer, niño y niña de todas las naciones necesita recibir, para que ellos conozcan, que alabando y honrando a un Ãdolo es para recibir la naturaleza rebelde de su Archienemigo, Satanás, y asÃ, ellos se
alejen de él y de su naturaleza malvada, que los destruye inhumanamente siempre con el fruto prohibido y el espÃritu de error. Ahora, para que nuestro Padre celestial tenga a Abraham creyendo a sus palabras de vida, personalmente ya habladas a él
inicialmente, por ejemplo, que él necesitaba ser tan santo y perfecto, asà como Él lo es ante su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo: entonces, Abraham tenÃa que sentarse con el SEÑOR a la Mesa santa, comiendo del pan y vino siempre.
Entendiendo que, al nuestro Padre celestial comer del pan y vino con Abraham y sus 318 hijos adoptados, y comprados por dinero de extranjeros, dándoles asà a ellos un hogar y su amor de familia, ayudándoles a ser hombres de bien, entonces,
participaron de la naturaleza divina del Padre, por vez primera, para regarla por la tierra con todos sus hijos prometidos. Puesto que, nuestro Padre celestial realmente necesitaba llevar su naturaleza divina a todas las familias de las naciones, pero
primeramente al corazón de la tierra, para Él mismo destruir a Satanás y sus ángeles caÃdos junto con el ángel de la muerte, por cuanto, ellos habÃan causado mucha destrucción ya, enviando asà a la humanidad entera al infierno tormentoso,
perdidos eternamente.
Confiadamente, después que Abraham junto con sus hijos adoptados comió del pan y vino de la Mesa santa, servida diariamente por su Hijo Jesucristo como rey de Salem, y su Justicia Eterna, entonces, el EspÃritu Santo entró en el vientre estéril de
Sarah para que su Hijo Jesucristo nazca como Isaac, saturado de su naturaleza divina, derramándola postreramente sobre sus hermanos y hermanas mundialmente. Legalmente, nuestro Padre celestial necesitaba tener a su Hijo Jesucristo nacido como Isaac del
vientre estéril de Sarah, por el EspÃritu Santo, porque—Él ya habÃa empezado a derramar de su naturaleza divina sobre Abraham y sus hijos adoptados—además: ahora, Él necesitaba movilizarse hacia el corazón de la tierra, finalmente alcanzando a
las familias de las naciones con su naturaleza divina, ¡salvándolas!
Además, nuestro Padre celestial necesitaba descender al corazón de la tierra, que es el Valle de los huesos secos debajo de Canaán, en donde todo Israel antiguo descendÃa con la roca de salvación junto con tres sacrificios de Abraham y sus mitades
opuestas una a otra, y dos aves sin cortar, y asÃ, Isaac salpique su sangre expiatoria, tornándolo en su corazón santÃsimo instantáneamente. Entendiendo que, una vez que nuestro Señor Jesucristo como Isaac derramó su sangre expiatoria, clavado al
madero del Israel antiguo sobre el monte Sion, entonces, salpicó sobre los postes de la puerta de la Ciudad de David, pero igualmente, sobre la puerta del infierno tormentoso: estableciendo asà su corazón santÃsimo en el centro de Canaán,
conquistando finalmente salvación eterna para sus hijos inmediatamente.
Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba destruir a Satanás y sus mentiras nacidas de su corazón malvado junto con cada maldición de ángeles caÃdos y el ángel de la muerte hacia las familias de las naciones: porque Él tenia que silenciar a
Lucifer y a sus secuaces, pero con sus palabras de vida naturales de su corazón santÃsimo de debajo de Canaán, su dulce hogar. Además, nuestro Padre celestial está intentando de llenar aun toda la tierra con su naturaleza divina, emanando de su
corazón santÃsimo, cuando ve a cada hombre, mujer, niño y niña renacido del bautismo en agua y del bautismo del EspÃritu Santo, y asÃ, Él finalmente remueva cada mentira, maldición, enfermedad, pobreza y muerte de la humanidad entera al fin, para
siempre.
Por ende, nuestro Padre celestial ha prometido, que: en los últimos dÃas, su EspÃritu Santo se derramara sobre toda carne de todas las familias de las naciones, porque al hacerlo asÃ, entonces, Él estará llenando cada lugar del mundo entero con su
naturaleza divina para que la naturaleza malvada de Lucifer desaparezca y no regrese jamás con sus males conocidos de siempre. Sin embargo, para que nuestro Padre celestial finalmente destruya a Lucifer y su malvada naturaleza de sobre la faz de la
tierra, entonces Él tenÃa que llegar a las familias de las naciones, muertas inicialmente por este mal, expiando todo pecado sobre los infiernos debajo del desierto del SinaÃ, y asÃ, Él finalmente removió la naturaleza de Lucifer enteramente de
todos ellos, perpetuamente.
En otras palabras, sin lidiar primero con los pecados que las familias de las naciones habÃan cometido en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, entonces era imposible atacar mentiras, maldiciones, enfermedades, pobreza y muerte de
Lucifer ni menos aun Él podÃa lidiar con su naturaleza malvada apropiadamente, para removerla de sobre la faz de la tierra, finalmente. Verdaderamente, nuestro Padre celestial necesitaba a Abraham, como su siervo fiel sacrificando tres carneros con sus
mitades opuestas una a otra y con dos aves sin cortar, salpicados con sangre expiatoria, llevados por sus hijos prometidos por el desierto del SinaÃ, descendiendo al Valle de los huesos secos, en donde Isaac derramarÃa su sangre expiatoria sobre todo
ellos y los postes del infierno últimamente.
Entendiendo que, al tener nuestro Padre celestial a Abraham con sus tres sacrificios sobre la roca de salvación junto con dos palominos sin cortar, salpicados con sangre expiatoria, entonces para Él pasar por el desierto del SinaÃ, expiando cada
pecado, finalmente para descender al Valle de los huesos secos, salpicando los postes del infierno, abriéndolo enteramente asà para que sus naciones escapen pronto. Visto que, fue en vida eterna en que Adán y Eva fueron sorprendidos, cuando ambos
comieron del fruto prohibido, contaminado su sangre humana, llena de la vida eterna del Padre celestial, seguidamente, al restaurar su sangre humana cuando Isaac salpicó su sangre expiatoria desde Canaán hacia ellos abajo, entonces la puerta del
infierno se abrió, finalmente fue para que las naciones escapen pronto.
Innegablemente, fue siempre la sangre de Adán que tenÃa que ser restaurada por sacrificios de corderos sobre la roca de salvación, caminando hacia Canaán, porque una vez que Isaac naciera nuevamente, pero, esta vez de la hija virgen de David,
entonces la sangre humana restaurada fue la llave para abrir la puerta del infierno, y asÃ, las naciones escapen de su eterna perdición últimamente. Por todo ello, después que Abraham habÃa sacrificado los tres carneros sobre la roca de salvación
junto con dos aves sin cortar, salpicado todo con sangre expiatoria, exactamente como nuestro Padre celestial se lo habÃa ordenado, ejecutarlo todo asÃ, como Dios manda: entonces Él le manifestó a Abraham que sus hijos nacerÃan en una nación
extranjera (Egipto), en donde serian esclavizados por cuatrocientos años.
Sin embargo, primero su hijo prometido nacerÃa que Abraham y Sarah habÃan esperado, trayendo la roca de salvación que emana: amor, gozo, felicidad y otras bendiciones importantes necesarias para aprender a vivir con ellas continuamente, dado que Isaac
es el único cordero siempre salpicando sangre expiatoria, abriendo la puerta del infierno, y asÃ, la tierra se convierta en una nueva tierra para siempre. Francamente, esto fue algo que nuestro Padre celestial podÃa cumplir con un solo hombre de las
familias de las naciones, creyendo en sus palabras de vida, y este fue Abraham, para que Él finalmente reverse los males que Lucifer ha causado siempre por el fruto prohibido, cuando Adán y Eva comieron de él: restaurando asà vida eterna últimamente
en la humanidad entera para siempre.
Legalmente, nuestro Padre celestial con todo Israel antiguo, actuando, como sus sacerdotes y con poderes del Juramento a Isaac, porque desde cuando nuestro Padre celestial derramó su corazón santÃsimo sobre Isaac entonces sus hermanos y hermanas nacen
con estos poderes supremos que jamás les fallaran, destruyendo asà cada dÃa todo pecado de la humanidad entera y de toda la tierra también. Considerando que, después que la casa de Israel habÃa nacido en el cautiverio egipcio y con poderes del
Juramento a Isaac, entonces, ellos acumulaban todos los pecados, y sin perder ninguno, del pasado, del presente y de futuras generaciones, llevándolos en el último dÃa al bautismo masivo del Mar Rojo, para abandonarlos y no volverlos a ver jamás en
toda la tierra, para siempre.
Este es el bautismo en agua que nuestro Padre ha estado esperando con su Hijo Jesucristo y con su EspÃritu una eternidad entera que tome lugar con la casa de Israel en el Mar Rojo, para que Él mismo por fin enteramente honre, exalte y glorifique su
santo nombre fuego sobre el monte santo de Jerusalén, en Canaán, su dulce hogar para siempre. Además, después que todo Israel habÃa recibido su santo nombre fuego desde el Monte SinaÃ, porque Moisés nació con este propósito de recibir el nombre
del Dios de Abraham, el nombre del Dios de Isaac y el nombre del Dios de Jacobo, entonces, Israel podÃa escapar de Egipto hacia Canaán, para establecer su dulce hogar y vivir por siempre feliz con sus hijos.
Entonces, primeramente, nuestro Padre celestial tenia que salvar a cada hombre, mujer, niño y niña no solamente construyendo el tabernáculo de reunión con su Lugar SantÃsimo, pero igualmente, ministrar los pecados de las familias de las naciones
yaciendo en sus huecos infernales por el desierto del SinaÃ, para que en el DÃa del Juicio no exista ningún pecado para condenarlos por sus culpas. Es decir, que nuestro Padre celestial usó toda la casa de Israel, como un solo hombre, como su primogé
nito, ministrando como sumo sacerdote por todo el desierto del SinaÃ, expiando cada pecado milagrosamente, acumulados desde el cautiverio egipcio de cuatrocientos años, y también mediar por los pecadores yaciendo en sus infiernos, finalmente
removiendo cada pecado de sobre la faz de la tierra, siempre.
En otras palabras, nuestro Padre celestial con poderes del Juramento a Isaac pudo usar la carne sagrada y la sangre expiatoria de las familias israelÃes para expiar los pecados del pasado, del presente y de futura generaciones por todo el desierto del
SinaÃ, removiéndolas asà antes de descender con la roca de salvación al Valle de los huesos secos. Por pura gracia, para nuestro Padre celestial fue importante que Isaac salpique su sangre expiatoria desde Canaán, hacia la puerta del infierno, en
donde estaba la roca de salvación con los tres carneros y sus mitades opuestas una a otra junto con dos palominos sin cortar; finalmente, Isaac tenÃa que salpicar su sangre expiatoria desde el paraÃso, abriendo asà la puerta del infierno.
Esto fue importante para nuestro Padre celestial cumplir con su Hijo Jesucristo como Isaac en Canaán, clavado al madero del madero del Israel antiguo, sangrando sangre expiatoria, y asÃ, Él tener la sangre expiatoria victoriosa sobre Satanás y sus á
ngeles caÃdos, destruyéndolos asà finalmente junto con la muerte, para que su vida eterna se riegue mundialmente y sus hijos vivan eternamente enriquecidos. Este es el momento en que nuestro Padre celestial habÃa esperado por siglos, y esto fue de
derramar por fin la sangre de Isaac para que su vida eterna victoriosa sobre Satanás y los ángeles caÃdos los destruya a todos eternamente junto con el ángel de la muerte, y asÃ, su vida eterna se riegue mundialmente para que sus hijos sean
enriquecidos siempre.
Legalmente, esta es la vida eterna que nuestro Padre celestial necesitaba establecer sobre toda la tierra con el Valle de los huesos convertido en su corazón santÃsimo junto su vida eterna emanando victoriosamente sobre Satanás y sus ángeles caÃdos
desde la sangre expiatoria de Isaac, y asÃ, sus hijos jamás vivan una vida derrotada sino su misma vida victoriosa, nacida en Canaán. Sin embargo, esta vida eterna que nuestro Padre celestial le habÃa confiado a su Hijo Jesucristo a vivirla en Canaá
n como Isaac, entonces, fue para que sea derramada victoriosamente sobre el mundo entero desde el madero del monte santo de Jerusalén, salpicando los postes de la puerta del infierno para que sus hijos escapen la muerte eterna hacia su corazón santÃ
simo.
Definitivamente, nuestro Padre celestial necesitaba no solamente convertir el Valle de los huesos secos en su corazón santÃsimo debajo de Canaán, cuando Isaac sangraba, como desde el paraÃso, porque fue arriba en donde el pecado empezó, entonces,
tenia que ser desde Canaán, en donde Él tenÃa que destruir el pecado, pero primero a la puerta del infierno, salpicándolo con la sangre de su Hijo Jesucristo. Por ende, habiendo nuestro Padre celestial conquistado el Valle de los huesos secos,
convirtiéndolo en su corazón santÃsimo con la sangre de Isaac, derramada sobre la roca de salvación y la puerta del infierno, entonces, Él podÃa tener a Israel regresando a la vida nuevamente, renaciendo todos en un dÃa, y asÃ, también las
familias de las naciones en su dÃa postrero, pronto.
Considerando que, nuestro Padre celestial no solamente a abierto las puertas del infierno con la sangre expiatoria de Isaac, salpicadas de arriba hacia abajo, pero igual, Él tiene su corazón santÃsimo como la entrada a su nueva tierra, saliendo del
infierno: en donde su voluntad perfecta es constantemente honrada por sus hijos, y asÃ, nosotros viviremos con Él en su dulce hogar de familia. Por cierto, fue desde el Valle de los huesos secos, que es ahora su corazón dulce con la roca de salvación
como su fundamento, emanando no solamente sus palabras de vida hacia las familias de las naciones, bautizadas ya en agua y bautizadas en su EspÃritu Santo, recibiendo su bendición cotidiana llena de su naturaleza divina sin fallarle jamás a ninguno
para siempre.
Visto que, esta era la resurrección que nuestro Padre celestial verÃa no solamente por su Hijo Jesucristo, pero igual por toda la casa de Israel, porque en el Tercer DÃa, después de haber recibido el cuerpo glorificado con clavos de bronce en sus
manos y pies desde Canaán, entonces vieron la vida nuevamente con un corazón gozoso, después de haber estado muertos por siglos. Además, esta es la misma resurrección con su vida eterna que nuestro Padre celestial le ha entregado ya a cada hombre,
mujer, niño y niña yaciendo en sus huecos infernales, y que saldrán en el DÃa de Juicio: porque nuestro Padre celestial con la carne sagrada y la sangre expiatoria de los israelÃes, Él expió todo pecado para una eternidad sin pecado.
Por consiguiente, en el Juicio Final, cada familia de las naciones que tuvo sus pecados expiados por toda la casa de Israel, caminando por todo el desierto del Sinaà con el tabernáculo de reunión y su Lugar SantÃsimo, derramando sangres expiatorias
de muchos corderos, cubriendo sus vidas pecadoras perpetuamente, entonces ellos serán vindicados, porque sus pecados ya no existen más en la eternidad. Definitivamente, nuestro Padre celestial tuvo que haber tenido ya expiado todo pecado de cada uno de
los que están en el infierno tormentoso con rituales y ceremonias de perfecta santidad, que tienen poderes necesarios para cubrirlos temporalmente hasta que Isaac salpicó su sangre, por ende, Él los borró de sobre la faz de la tierra y hasta para el
DÃa del Juicio también.
Bondadosamente, nuestro Padre celestial finalmente tendrá todas las familias de las naciones regresando a la vida, pero no al viejo mundo, en donde ellos pecarÃan nuevamente en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, más bien, ellos
regresaran a su corazón santÃsimo primero antes de entrar al nuevo mundo, llenó de su naturaleza divina, en donde el pecado no existirá jamás. Realmente, esta es la misma vida de nuestro Padre celestial, que no solamente su Hijo Jesucristo y su EspÃ
ritu Santo la vivieron en Canaán junto con cada hombre, mujer, niño y niña bautizados en agua y en su EspÃritu Santo, entrando asà a su habitación personal para jamás volverlo a abandonar nuevamente: porque ahora seremos uno en su naturaleza
divina, para siempre.
Visto que, nosotros seremos finalmente restaurados en su familia divina, descendida del cielo arriba, separándonos de poderes de Lucifer y del fruto prohibido, del árbol de la ciencia del bien y del mal, para que todos volvamos a ver la vida nuevamente
que siempre nos ha amado desde cuando salimos de la imagen de nuestro Padre celestial únicamente para amarlo una eternidad entera. Aquà es cuando. Nuestro Padre celestial junto con su Hijo Jesucristo y con su EspÃritu Santo, experimentaran su gran
amor inefable, existiendo siempre en lo profundo de su corazón santÃsimo: y esto es de ver a sus hijos nacidos de su imagen, viviendo conforme a su semejanza perfecta, que es su naturaleza divina, amándolo una eternidad entera, conquistando asÃ
glorias nunca antes vistas ni por sus ángeles.
DÃas largos, gloriosos y eternos de la eternidad, como su nueva tierra y su perfecta voluntad, que es su palabra viva floreciendo en cada corazón, alma, cuerpo y espÃritu humano de cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las naciones,
bautizados en agua y en su EspÃritu Santo en que nuestro Padre celestial se goza, observándolo cada dÃa desde el cielo. Esto es lo que nuestro Padre celestial siempre ve, sentado desde su Silla de Misericordia, por ende, Él ya goza de estas glorias y
grandes honores, que solamente le pertenecen a Él, nacidas desde su corazón santÃsimo naturalmente, después de haber sufrido y llorado por sus hijos, engañados y muertos por mentiras de Satanás que descendieron al infierno, eternamente perdidos
todos ellos.
Es decir, también que nuestro Padre celestial ha cambiado su corazón agobiado, que va sufriendo y llorando por generaciones antes de empezar su convenio de vida con Abraham y el vientre estéril de Sarah, dándole vida a su Hijo Jesucristo como Isaac,
por el EspÃritu Santo, para que él siempre sea el cordero, recibiendo su naturaleza divina para toda la humanidad del mundo entero. Por ende, por su Hijo Jesucristo y su EspÃritu, entonces, Él ha expresado su amor infalible junto con todo su
sufrimiento y llanto por sus familias de las naciones perdidas en el infierno tormentoso, pero ahora, Él tiene poderes tornando cada infierno en su mismo corazón santÃsimo instantáneamente, y su sufrimiento y llanto se han convertido en nuestro gozo
y glorias nunca antes vistas.
Actualmente, esto es lo que nuestro Padre celestial ve desde arriba, cuando sus ojos buscan por sus hijos con su corazón santÃsimo del centro del mundo, observándolos de Israel y de las familias de las naciones, gozándose poderosamente con sus amados,
todo lo que una vez fue su sufrir y llanto por ellos, convertido en alegrÃas y felicidades jamás vistas ni por los ángeles. Ciertamente, esto es vida eterna, que nuestro Padre celestial necesitaba vivir con sus hijos antes de la rebelión angelical
de Lucifer y de sus ángeles caÃdos en contra de su santo nombre fuego, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, y finalmente Él está listo para vivirla contigo enteramente en Canaán y por toda su nueva tierra hacia la eternidad celestial.
Por eso, en estos dÃas nuestro Padre celestial está listo para descender con toda la casa de Israel que escapó del Valle de los huesos, cuando la puerta del infierno fue salpicada con la sangre expiatoria de Isaac desde Canaán, y asÃ, ellos reciban
sus cuerpos glorificados para amar a su santo nombre fuego sobre el monte santo de Jerusalén una eternidad entera. Pronto, nuestro Padre celestial hará que las familias de las naciones emerjan desde sus huecos infernales de debajo de sus naciones,
porque la puerta del infierno está salpicada con la sangre expiatoria de Isaac, además, todo infierno ha sido destruido ya perpetuamente: por ende, tinieblas ya no existen ni menos el pecado, maldición, enfermedad, pobreza y muerte, porque la sangre
los ha destruido eternamente.
Por eso, nuestro Padre celestial puede ver siempre su corazón santÃsimo de su nueva tierra, emergiendo desde la tierra vieja, y tú con tus amados, vecinos y amistades, gozando de dulzuras de sus sufrimientos y llantos por ti, porque Él mismo los ha
convertido en gozo y felicidad en tu corazón eterno, y lleno de su naturaleza divina, desde cuando tú te bautizaste en agua. Sin embargo, cada Sabatino, establecido como un convenio eterno con Israel, es para ser uno con el Padre en este dÃa, en donde
el pecado falla en existir por toda la tierra, por poderes del Juramento a Isaac: por ello, Él ya puede gozarse de sus sufrimientos, dolores y llantos desde su corazón santÃsimo por ti, ya que son glorias eternas ahora creciendo siempre contigo.
Estos nuevos dÃas eternos de la nueva tierra, que empezaron hacia Canaán, cuando su Hijo Jesucristo como Isaac finalmente derramó su sangre expiatoria del monte santo de Jerusalén, en Canaán, y Él los saborea grandemente, cuando sus ojos ven su
corazón santÃsimo crecer establemente cada dÃa con familias israelitas e innumerables ángeles: alabando y exaltando su santo nombre fuego sin cesar jamás. Por eso, es que nuestro Padre celestial espera aun pacientemente por cada hombre, mujer, niño
y niña de Israel y de las familias de las naciones, que se bauticen, invocando la perfecta santidad de su santo nombre, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, y asÃ, renazcan todos ellos en su nueva tierra, enriquecida con su naturaleza divina hacia
la eternidad venidera.
Pues, esta es precisamente la vida eterna que ya ha vivido en Canaán, como el paraÃso moderno de nuestro Padre celestial, victorioso sobre Lucifer y sus artimañas junto con sus ángeles caÃdos y la muerte, para que tú la empieces a vivir ya en estos
dÃas y hasta que su nuevo reino celestial venga, porque el Padre atesora verte victorioso sobre todo enemigo siempre. Sin embargo, tú siempre fallaras en vivir esta vida, si no has renacido del bautismo en agua, al invocar la santidad perfecta de su
nombre, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, porque la roca de salvación y el suelo, bendicen hacia Canaán: Canaán que requiere que tú renazcas nuevamente para vivir su vida eterna, gozándote de ella con riquezas toda una eternidad, siempre.
Seriamente, esta es la vida que nuestro Padre celestial ha trabajado duro con la casa de Israel, bautizados en agua del Mar Rojo, que ellos vinieron a ser sacerdotes, vestidos del cuerpo glorificado de la carne sagrada y del EspÃritu Santo, conduciendo
rituales y ceremonias de perfecta santidad del Juramento a Isaac, entregándole a Él poderes para cambiar el mundo para siempre. Es decir, que después que toda la casa de Israel fue mordida por las serpientes venenosas, emergiendo de entre la arena y
del Valle de los huesos secos, entonces, ellos descendieron con la roca de salvación hacia sus tumbas eternas, porque habÃan recibido un becerro de oro, que no les permitió entrar a Canaán, conquistándola y poseyéndola para siempre.
Por ende, este becerro de oro, fundido por ellos con joyas de oro recibidas de las egipcias, cuando finalmente abandonaron el cautiverio, entonces les impidió a ellos entrar a poseer Canaán, como prometido por nuestro Padre celestial a ellos y a sus
hijos: y, entonces, ellos necesitaban ser mordidos nuevamente, pero con heridas del Rey MesÃas para conquistar finalmente a Canaán en cualquier dÃa. Sin embargo, para que esto suceda entonces toda la casa de Israel tenÃa que tornarse en polvo, porque
después de descender al Valle de los huesos, sus carnes que habÃan conducido rituales y ceremonias de perfecta santidad del Juramento a Isaac, necesitaban ahora ascender al monte santo de Jerusalén, como el madero de santidad divina finalmente
borrando pecados del mundo entero perpetuamente.
Dado que, cuando cuerpos israelitas regresaron al polvo, de donde nuestro Padre celestial tomó una mano llena de ella, cubriendo la imagen de Adán y su alma viviente junto con sus hijos, empezando con Eva, entonces, se tornó en semilla del desierto
del SinaÃ, que su brazo derecho plantó en Canaán, conteniendo pecados del mundo entero para ser destruidos por su Hijo Jesucristo últimamente. Este es el árbol que nuestro Padre celestial querÃa su Hijo Jesucristo naciese a tiempo en Canaán, como
carpintero para talarlo a su debido tiempo, y esto fue cuando él habÃa acabado de destruir todas las obras de Satanás y de sus ángeles caÃdos junto con el ángel de la muerte, para ser clavado a él, que es el Israel antiguo para siempre.
Considerando que, nuestro Padre celestial, por la carne sagrada de israelitas, expió cada pecado de naciones yaciendo en sus huecos infernales, que habÃan cometido en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, para que Él mismo quitarlos
del mundo entero perpetuamente, estableciendo finalmente su corazón santÃsimo debajo de Canaán, descendiendo Él mismo sobre él ya pronto, como su dulce hogar. Puesto que, este es el madero del Israel antiguo, que no solamente retiene la naturaleza
divina del Juramento a Isaac en que cada uno en Israel nació con él inicialmente, pero igual, retiene cada ritual y ceremonia de perfecta santidad que expió brillantemente cada pecado del pasado, del presente y de futura generaciones, destruyéndolos Ã
ºltimamente con la sangre expiatoria de su Hijo Jesucristo.
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