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    From valarezo@21:1/5 to All on Fri Apr 26 17:05:50 2019
    Sábado, 27 de Abril, 2019 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica

    (Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)


    EL PADRE HA ESTABLECIDÓ SU CORAZÓN EN CANAÁN JUNTO CON SU FAMILIA (tú) PARA SIEMPRE:


    Divinamente, nuestro Padre celestial empezó, dándole vida a su misma familia sobre la tierra, porque Él necesitaba establecer su propia familia del cielo arriba sobre la humanidad entera, pero igual, Él necesitaba empezar su nueva nación de sus
    hijos, obedeciendo y honrando su santo nombre fuego todos los días de toda la tierra sobre el monte santo de Jerusalén. Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba derrotar a Satanás y a sus ángeles caídos con su familia del cielo arriba, pero,
    nacida de una familia de la tierra, especialmente escogida para ejecutar su perfecta voluntad, teniendo a los hijos de su siervo Abraham, llevando su sacrificio personal al corazón de Canaán, salpicando postreramente la sangre expiatoria de vida eterna
    de su hijo Isaac.

    Ciertamente, un sacrificio que sería ejecutado sobre la roca de salvación con una vaquilla de tres años, una cabra de tres años y un cordero de tres años junto con dos aves sin cortar, salpicados con la sangre expiatoria enteramente, porque: con
    este sacrificio el Padre le daría vida a su Hijo Jesucristo como Isaac del vientre estéril de Sarah, por su Espíritu Santo. Además, nuestro Padre celestial necesitaba establecer su naturaleza divina primero sobre su siervo Abraham y su hijo Isaac
    nacido de Sarah, por su Espíritu Santo, porque sus hijos lo llevarían a Él junto con el sacrificio de Abraham sobre la roca de salvación por todo el desierto del Sinaí hacia el Valle de los huesos secos, destruyendo así el pecado por fin.


    Además, nuestro Padre celestial estaba buscando crear una nación de familias que llevarían su naturaleza divina por todas las generaciones de la tierra, porque estaba determinado a bendecir a cada familia de las naciones, pero, empezando con los que
    ya habían descendido al infierno tormentoso, porque habían fallado en conocerlo a Él, como su único salvador posible. Estas serían personas especiales ante sus ojos, porque ellos nacerían a través de las generaciones con su Juramento a Isaac,
    llevando así su naturaleza divina junto con importantes poderes que jamás les fallaran a ellos, bendiciéndolos, protegiéndolos y enriqueciéndolos siempre, por ende, ellos llevarían con ellos a su Hijo amado y a su Espíritu Santo finalmente para
    destruir a Satanás, en Canaán.

    Definitivamente, nuestro Padre celestial necesitaba a sus hijos nacidos de la familia de Abraham, llevando no solamente la roca de salvación junto con los tres sacrificios de Abraham por el desierto del Sinaí victorioso sobre el pecado, pero igual,
    finalmente descender al Valle de los huesos secos, porque Satanás seria derrotado entrando al infierno con su roca salpicada con sangre expiatoria de Isaac finalmente. Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba derrotar a Satanás junto con la
    muerte y cada ángel caído entrando al infierno con la roca de salvación, salpicada por Abraham con sangre expiatoria de tres carneros, y así, Satanás no se sienta como en su casa jamás, convirtiendo el corazón de la tierra, en un día, tan santo y
    glorioso como su corazón en su pecho.

    Sin embargo, para que esto sea posible, entonces, nuestro Padre celestial tenía que haber tenido ya a Abraham viviendo con su Hijo Jesucristo como Isaac nacido de Sarah, por el Espíritu Santo, y así, él conozca el poder de su amor divino por sus
    hijos, aunque ellos hayan pecado en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo para descender al infierno. Definitivamente, nuestro Padre celestial necesitaba derrotar a Satanás con su familia del cielo arriba, y este es su Hijo y su Espí
    ritu, porque él engaño a Eva, destruyendo a Adán, y así, a sus hijos viviendo en generaciones venideras, y el Padre los quería nuevamente en su dulce hogar, pero por el paraíso únicamente, y este es Canaán, en donde su sangre expiatoria se
    derramaría finalmente con su vida eterna.


    Además, nuestro Padre celestial necesitaba no solamente a su Hijo Jesucristo nacido como Isaac del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, viviendo en su hogar junto con sus vecinos y amistades del área, pero igual, Él necesitaba a Abraham
    que lleve ese amor adquirido de su único hijo Isaac al monte alto del Moriah, para un sacrificio final y victorioso. Ciertamente, nuestro Padre celestial le había dicho a Abraham, que él iría al monte alto, que él mismo le mostraría a tres días de
    camino hacia el Moriah, para que él ofrezca a su hijo Isaac con todo el amor que había aprendido de él, y así, hacer un sacrificio glorioso, que sería recordado por sus hijos a través de las generaciones venideras.

    Considerando que, nuestro Padre celestial necesitaba no solamente a Abraham y a Sarah viviendo su amor glorioso, que había descendido del cielo arriba con Isaac, que finalmente seria manifestado en su gloria entera sobre el monte Sion, en Canaán, pero
    igual, Él necesitaba a sus hijos viviéndolo diariamente en cada generación, conquistando así finalmente el cielo y la tierra en un día para la eternidad. Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba conquistar nuevamente no solamente la tierra
    entera, pero igual, la gloria celestial, como por donde Lucifer y sus ángeles caídos intentaron controlar su santo nombre fuego, engañando así al resto de las huestes angelicales a seguirle a él, para que Adán y Eva regresen a su vida eterna, pero
    con todos sus hijos en el paraíso, Canaán.

    Por eso, fue importante para nuestro Padre celestial tener no solamente a Abraham sacrificando tres carneros sobre la roca de salvación junto con dos palominos sin cortar, salpicado todo con sangre expiatoria, pero igual, tener a sus hijos nacidos en
    cautiverio egipcio con su Juramento derramado sobre Isaac, y así, ellos lo lleven por toda una vida, atrayendo su naturaleza divina sobre la tierra siempre. Considerando que, cuando nuestro Padre celestial llamó a Abraham a ofrecer a su único hijo
    Isaac sobre el monte Sion, descansando sobre el Moriah, entonces, fue para derramar su corazón entero sobre su Hijo Jesucristo junto con cada hermano y hermana nacidos en generaciones futuras, porque Él expiaría cada pecado de todos (tus pecados) con
    sus palabras vivas naturales de su corazón santísimo.

    Realmente, nuestro Padre celestial había determinado expiar todo pecado que cada hombre, mujer, niño y niña de todas las familias de las naciones, que hayan cometido en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo del pasado, del presente y
    de futuras generaciones, para que su Hijo Jesucristo nazca nuevamente, pero del vientre virgen para conquistar toda la tierra finalmente. Incuestionablemente, nuestro Padre celestial necesitaba conquistar nuevamente la tierra, desde su corazón, como la
    entrada al infierno, en donde los hijos de Abraham habían descendido con la roca de salvación, desplegando tres sacrificios con dos aves sin cortar, salpicados con sangre expiatoria enteramente, esperando por la sangre expiatoria de Isaac que salpique
    desde el paraíso arriba, salvándolos con vida eterna nuevamente para siempre.

    Es decir, también que los hijos de Abraham tenían que haber ya descendido con la roca de salvación y sus tres sacrificios con sus mitades opuestas una a otra junto con dos aves sin cortar, salpicados con sangre expiatoria todo, para que nuestro Padre
    celestial junto con su Hijo Jesucristo desde la puerta de Jerusalén finalmente salpicar la sangre expiatoria de vida eterna para salvación de todo creyente. En otras palabras, Abraham tenía que haber tenido ya a sus hijos con la roca de salvación
    junto con tres sacrificios y sus mitades opuestas una a otra y dos aves sin cortar a la puerta del infierno, y nuestro Padre celestial con su Hijo Jesucristo, como Isaac, a la puerta de Jerusalén, salpicando su sangre expiatoria desde el paraíso,
    destruyendo así el pecado del mundo en un día.

    Visto que, sólo así era posible destruir el pecado no solamente del corazón de la tierra, pero igual, en el paraíso, en donde Lucifer pecó, engañando a ángeles caídos a que sigan con sus maldades en contra de nuestro Padre celestial, su Hijo
    Jesucristo y su Espíritu Santo, y así, el Padre finalmente dé vida a una nueva tierra, en donde su perfecta voluntad se cumple continuamente siempre. A tiempo, esto fue algo que nuestro Padre celestial necesitaba hacer únicamente con su naturaleza
    divina, derramada ya sobre Abraham, empezando así su relación divina, dándole vida a su Hijo Jesucristo como Isaac del vientre estéril de Sarah, y así, sus hijos vivan en generaciones futuras cada día su misma naturaleza divina que bendice a cada
    familia del mundo entero con perfecta salvación siempre.

    Entendiendo que, es la naturaleza divina de nuestro Padre celestial removiendo la naturaleza de Satanás en cada hombre, mujer, niño y niña de las familias de las naciones, por su obra salvadora, que su Hijo Jesucristo junto con su Espíritu Santo han
    empezado con Abraham y el vientre estéril de Sarah, viviendo así, bendecidos con su naturaleza divina, enriqueciéndolos siempre poderes del cielo arriba. Además, si nuestro Padre celestial puede bendecir realmente a toda la familia de Abraham con su
    naturaleza divina de su familia del cielo arriba, que es su Hijo Jesucristo nacido como Isaac con poderes y dones del Espíritu Santo entre ellos, entonces, Él puede realmente bendecir a cada familia del mundo entero, empezando con aquellas familias
    yaciendo ya en el infierno tormentoso.

    Entendiendo que, nuestro Padre celestial tiene que empezar a asistir a aquellos hombres, mujeres, niños y niñas de familias que empezaron a descender al infierno tormentoso, porque ellos fallaron en conocer su santo nombre fuego junto con su palabra
    viva sobre el monte santo de Jerusalén, que los pudo haber salvado de pecados, maldiciones y muerte, si ellos sólo las hubiesen recibido a tiempo. Considerando que, nuestro Padre celestial tiene también poderes del Juramento a Isaac instantáneamente
    no solamente para convertir a sus hijos tan perfectos y santos, así como Él ha sido ante su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, pero igualmente, Él puede entregarles poderes para vivir su misma vida eterna con Él en su nueva tierra, en donde no
    existe el pecado una eternidad entera.

    Ciertamente, para nuestro Padre celestial no importa cuán pecador tú eres, pero, si tú renaces del bautismo en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, entonces, Él te recibirá a ti, como si tú jam
    s hayas pecado, haciéndote así tan perfecto y santo, así como Él es para que entres en la vida eterna inmediatamente. Verdaderamente, nuestro Padre celestial está resuelto: ver el amor de padres regresar al amor de hijos, y el amor de hijos al amor
    de padres, porque por ello Él tuvo a su Hijo Jesucristo nacido como Isaac del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo: porque todo lo que esté muerto para Él, entonces Él puede hacer que vuelva a vivir nuevamente inmediatamente.

    Positivamente, nuestro Padre celestial tenía que haber tenido a su Hijo Jesucristo listo para ser el sacrificio, como Isaac con su padre Abraham, porque él convertiría eventualmente el corazón del mundo en el corazón santísimo de nuestro Padre
    celestial, desde donde él regresaría al Padre en la gloria celestial con sus hermanos y hermanas, viviendo la vida eterna ya con él, eternamente enriquecidos. Entendiendo que, si nuestro Padre celestial mantuvo al Israel antiguo a la puerta del
    infierno, volviendo a vivir con la roca de salvación junto con tres sacrificios y sus mitades opuestas una a otra, y dos aves sin cortar, salpicados con sangre expiatoria, entonces, derramando la sangre expiatoria de su Hijo desde la puerta de Jerusalé
    n, instantáneamente Él puede liberar naciones del infierno pronto.

    Empero, para que sea así, entonces nuestro Padre celestial tiene que tener ya a todo Israel bautizados en agua, invocando al Dios de Abraham, al Dios de Isaac y al Dios de Jacobo, que es perfecta santidad siempre, desvistiéndose así de carne pecadora
    y del espíritu de error para vestir de carne sagrada y del Espíritu Santo instantáneamente para una eternidad de felicidad sin fin. Es decir, también que cuando toda la casa de Israel sean bautizados en agua, invocando el santo nombre fuego del Padre,
    el nombre del Hijo y el nombre del Espíritu Santo, entonces, ellos habrán entrando en poderes y dones del Juramento a Isaac, convirtiéndose así todos ellos equivalentes al corazón santísimo de la tierra y de la roca de salvación eterna.

    Por cierto, este es el corazón santísimo de nuestro Padre celestial en el centro de la tierra, creciendo cada vez más, como la nueva tierra que se manifestara con sus glorias asombrosas en Canaán, para ser el gozo de los ojos, corazón, alma, cuerpo
    y espíritu humano de cada hombre, mujer, niño y niña, renacido ya del agua, invocando la perfecta santidad de su nombre. Considerando que, la sangre expiatoria de nuestro Señor Jesucristo sobre el monte Sion y la puerta de la Ciudad de David,
    descendió a la roca de salvación y a la puerta del infierno, como vida eterna de nuestro Padre celestial en su nueva tierra victoriosa sobre toda mentira, maldición y muerte de Satanás, destruyendo finalmente el pecado y sus tinieblas del infierno
    perpetuamente.

    Ciertamente, esta nueva tierra, en donde nuestro Padre celestial tiene su corazón santísimo, creciendo diariamente, cuando cada hombre, mujer, niño y niña es bautizado en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, es para acceder a poderes
    del Juramento a Isaac, bendiciendo su santo nombre fuego sobre el monte Sion y su corazón santísimo de la tierra, emergiendo en Canaán, en cualquier momento. Este nuevo corazón, que es tan santo y perfecto, así como el del nuestro Padre celestial en
    su pecho santísimo, está creciendo continuamente, cuando recibe glorias, honores y alabanzas de aquellos bautizados en agua y del Espíritu Santo, destruyendo así tinieblas de sobre la faz de la tierra, para que Él descienda a Canaán pronto a comer
    leche y miel con todos sus hijos finalmente.

    Evidentemente, nuestro Padre celestial necesitaba a sus hijos comiendo leche y miel, emanando de la roca de salvación del corazón de la tierra, en donde una vez fue el Valle de los huesos secos de la casa de Israel, levantándose hacia Canaán para
    honrarlo a Él en su descender final a vivir en su nueva tierra con las naciones, amado divinamente una eternidad entera. Realmente, fue importante para nuestro Padre celestial entregarle a Abraham su roca de salvación, porque con los tres sacrificios
    junto con las dos aves sin cortar, salpicados con sangre expiatoria, entonces, Él podía tener a Abraham y a sus hijos, llevando su naturaleza divina a la puerta del infierno, en donde Isaac necesitaba derramar enteramente su sangre expiatoria con toda
    su naturaleza divina.

    Dado que, nuestro Padre celestial con su Hijo Jesucristo salpicando sangre expiatoria, repleta de su naturaleza divina a la puerta del infierno, entonces, Él no solamente pudo destruir cada tiniebla, pecado, maldición, enfermedad, conflicto, problema,
    guerras, pobreza y muerte de todas las familias de las naciones, pero igual, Él podía llenarlos con su naturaleza divina, haciéndolos así perfectos y santos para la eternidad. Por eso, es que fue importante para nuestro Padre celestial tener a
    Abraham conduciendo los tres sacrificios con sus mitades opuestas una a otra y junto con dos aves sin cortar, llevados por sus hijos prometidos por el desierto del Sinaí, para abrir la puerta del infierno para que las naciones escapen finalmente
    alabando su santo nombre fuego en Canaán, su paraíso eterno.

    Comprendiendo que, nuestro Padre celestial tenía que tener a toda la casa de Israel bautizada en agua, para remover la carne pecadora y vestir la carne sagrada, conociendo que este es Isaac, pues, a Abraham le fue dicho, que sus hijos serian llamados de
    esta carne sagrada únicamente, y jamás de una carne diferente, convirtiéndose así, padre de muchas naciones, además de Israel. Por ende, Israel bautizado en el Mar Rojo, entonces, ellos vistieron con carne sagrada y con el Espíritu Santo,
    conduciendo inmediatamente rituales y ceremonias de perfecta santidad del Juramento a Isaac, que solamente en esta carne sagrada podían ser ejecutadas triunfantemente, para que pecados de Satanás, como maldiciones y salvajadas inhumanas sean destruidas
    en el infierno perpetuamente, liberando así a las naciones postreramente.

    Por eso, fue importante para nuestro Padre celestial tenerlos a todos ellos, llevándolo a Él junto con su Lugar Santísimo, como su lugar secreto, en donde Él ha depositado su naturaleza divina, para ser derramada sobre el monte Sion finalmente,
    cuando su Hijo Jesucristo esté clavado al madero, salpicando su sangre expiatoria sobre la roca de salvación a la puerta del infierno para siempre. Visto que, al tener nuestro Padre celestial a Abraham con sus tres sacrificios y sus mitades opuestas
    una a otra junto con dos palominos sin cortar, salpicado con sangre expiatoria enteramente, entonces, su Hijo Jesucristo renació de la hija virgen de David, salpicando sangre expiatoria de vida eterna en Canaán, abriendo así la puerta del infierno: y
    sus naciones suban a su dulce hogar.

    Porque al nuestro Padre celestial tener a su Hijo Jesucristo salpicando su sangre expiatoria sobre el monte Sion y su madero del Israel antiguo yaciendo en el Valle de muerte, entonces, Él puede finalmente llenar a todo infierno con su naturaleza divina
    desde el corazón santísimo de la tierra, destruyendo tinieblas, y así, todos sus hijos regresen a su dulce hogar con su Hijo amado. Es decir, que cuando nuestro Señor Jesucristo fue clavado al madero sobre el monte Sion, derramando su sangre
    expiatoria de la naturaleza divina de nuestro Padre celestial, destruyendo cada pecado, maldición, enfermedad, pobreza y muerte de Satanás y del infierno igualmente, desde Canaán, entonces todo fue hecho victoriosamente, para que sus hijos regresen a
    su dulce hogar, eternamente enriquecidos con su naturaleza divina.

    Por esta razón, fue siempre la voluntad perfecta de nuestro Padre celestial, que no solamente ha enriquecido a Abraham junto con su casa, pero igual, a todos en su derredor, como vecinos y amistades, porque se le fue dicho que en su semilla serian
    benditas las familias de las naciones con perfecta santidad, que ya le había mencionado a él, el Señor. Entendiendo que, como nuestro Padre celestial le había dicho a Abraham, que él tenía que ser tan santo y perfecto, así como Él siempre lo ha
    sido ante su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo y sus huestes angelicales, para entrar a la vida eterna, infinitamente enriquecido, entonces, Él estaba hablando de su familia con su naturaleza divina: expiando pecados triunfantemente siempre.

    Por ende, fue la naturaleza divina de nuestro Padre celestial que no solamente Abraham tenía que llevar con él junto con sus hijos prometidos viviendo por generaciones futuras, como la casa de Israel que nació en el cautiverio egipcio con su Juramento
    a Isaac, entonces, fue hecho así para llevarlo a Él con su naturaleza divina hacia las familias de las naciones postreramente. Entonces, fue la naturaleza divina que Abraham junto con sus tres sacrificios y dos aves sin cortar, caminando por el
    desierto del Sinaí con sus hijos prometidos que tenían que pararse con ellos para representar, mediar, interceder, como sacerdotes legítimos de cada hombre, mujer, niño y niña yaciendo en el Valle d ellos huesos secos, expiando por pecados
    triunfantemente desde el Lugar Santísimo.

    Por cuarenta años, nuestro Padre celestial viajó por el desierto del Sinaí con los israelitas, expiando cada pecado del pasado, del presente y del futuro, porque su santo nombre fuego descendía, cuando su Hijo Jesucristo naciese del vientre virgen de
    la hija de David, salpicando la sangre expiatoria de su misma vida eterna a tierra, derrotando a Satanás en Canaán, perpetuamente. Una victoria importante, celebrada hasta nuestros días por nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo, su Espíritu
    Santo, las huestes angelicales y cada hombre, mujer, niño y niña, redimido por el bautismo en agua y el bautismo del Espíritu Santo de toda generación, invocando la santidad perfecta de su nombre fuego, renaciendo así de su naturaleza divina para
    entrar a la vida eternamente enriquecidos.

    Además, nuestro Padre celestial a cada hombre, mujer, niño y niña de todas las familias de las naciones yaciendo en los fuegos del infierno, estuvieron observándolo a Él por años con sus hijos nacidos por su naturaleza divina del Juramento a Isaac,
    caminando por el desierto del Sinaí sobre todos ellos, ministrando abundantemente perfecta santidad desde su naturaleza divina, y sin fallarles jamás. Así es como nuestro Padre celestial necesitaba remover cada pecado que ellos habían cometido en
    contra de Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, y así, todos ellos sean liberados de sus tinieblas al fin, pronto: para que, en el Juicio final, regresen todos ellos a sus hogares en su nueva tierra, en donde el pecado ya no existe jamás para
    siempre.

    Esto es algo en que nuestro Padre celestial ha luchado por generaciones para que la casa de Israel sea un ejemplo de su naturaleza divina ante el mundo entero, porque este es un convenio sellado con ellos, y así, las familias de las naciones vean su
    gloria, como la vieron los antiguos desde sus huecos infernales, desplegados sobre ellos por el desierto del Sinaí. Puesto que, toda la casa de Israel nació en el mundo para ser su naturaleza divina, para que las familias de las naciones reciban su
    bendición cotidiana, pero esto sólo es posible, cuando están bautizados en agua y bautizados en el Espíritu Santo, dado que, es únicamente aquí, en donde su naturaleza divina es visible con poderes enriquecedores de bendiciones inagotables.

    Considerando que, todo lo que nuestro Padre celestial ha cumplido con sus hijos israelíes, como cuando nacen normalmente por las generaciones con poderes del Juramento a Isaac, poderes destinados a bendecir a cada hombre, mujer, niño y niña del mundo
    entero, entonces, ellos descendieron al Valle de los huesos secos, convirtiéndolo en un corazón santísimo y perfecto, emanando bendiciones hacia las naciones siempre. Bien, si todo Israel presente es obediente al llamado de nuestro Padre celestial,
    renaciendo del bautismo en agua y del Espíritu Santo, entonces, lo volverán hacer todo nuevamente para gloria del santo nombre fuego sobre el monte santo de Jerusalén, y esto es de convertir la tierra vieja en un corazón santísimo, bendiciendo
    siempre al Padre en el cielo arriba una eternidad entera.

    En otras palabras, si toda la casa de Israel logró convertir un infierno, como el Valle de los huesos secos, en una fuente de amor, gozo, felicidad y glorias sin fin a ser manifiestas todas ellas en Canaán pronto, como leche y miel, emanando
    diariamente de la roca de salvación, entonces, ellos pueden convertir este mundo pecador en uno glorioso para siempre. Por eso, nuestro Padre celestial tenía que haber tenido ya a su Hijo Jesucristo nacido del vientre estéril de Sarah como Isaac, para
    que Él no solamente derrame de su corazón santísimo sobre él tendido al madero del monte Sion, descansando sobre el Moriah, pero igual, lo llevaron a Él por el desierto del Sinaí hacia el corazón de la tierra, convirtiéndolo en su mismo corazón
    santísimo perpetuamente.

    Entendiendo que, nuestro Padre celestial necesitaba establecer su corazón santísimo en el de la tierra, el Valle de los huesos secos, y con Israel rodeando la roca de salvación junto con tres sacrificios y dos aves sin cortar de Abraham, esperando por
    Canaán a que Isaac salpique de su sangre expiatoria, iniciando así la vida eterna en su nueva tierra y en su dulce hogar. Además, nuestro Padre celestial necesitaba hacer renacer su corazón santísimo, como su nueva tierra, pero desde el corazón de
    Canaán, en donde Él vivirá con su Hijo Jesucristo, su Espíritu Santo, las huestes angelicales y sus hijos de Israel y de las familias de las naciones, todos renacidos del bautismo del agua y del Espíritu, invocando la perfecta santidad de su nombre
    bendito.

    Visto que, nuestro Padre celestial necesitaba conquistar la tierra con su corazón santísimo, que Él tuvo a toda la casa de Israel llevándolo en el Lugar Santísimo del tabernáculo de reunión, derramándolo luego sobre la roca de salvación y sobre
    sus hijos en el corazón de la tierra, pero, este derramamiento tenía que ser desde Canaán, destruyendo así el pecado y todo infierno perpetuamente. Este fue el secreto de nuestro Padre celestial, que Él tenía que tener a Israel antiguo llevándolo
    con ellos en el Lugar Santísimo del tabernáculo, su mismo corazón santísimo, sacrificando corderos para que sus sangres expíen cada pecado de las familias de las naciones, pero siempre todo lo hizo con la carne del pacto israelita únicamente, usá
    ndolos, como sacerdotes, para muerte final del pecado.

    Realmente, este es el corazón de nuestro Padre celestial, sufriendo y afligido por muchas generaciones, después de ver a Adán y a Eva alejarse de Él, en el paraíso, desciendo a la tierra, por comer del fruto prohibido, del árbol de la ciencia del
    bien y del mal, y así, su corazón santísimo se fue tras de ellos para estar con sus hijos donde sea, como hoy contigo. Por eso, fue importante que nuestro Padre celestial viajase con toda la casa de Israel, expiando cada pecado que sus hijos habían
    cometido en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, y así, su corazón santísimo descendió finalmente a sufrir y a llorar con ellos en el corazón de la tierra, a la puerta del infierno, habiendo expiado todo pecado primero con todo
    Israel antiguo.

    Indisputablemente, únicamente el Israel antiguo podía ayudarlo a acercarse a sus hijos de las familias de las naciones yaciendo en sus huecos infernales, para que Él les hable a ellos por el desierto del Sinaí, pero también a la puerta del infierno,
    diciéndoles que deben regresar a su dulce hogar pronto, en donde su amor eterno, dulzura y felicidad inagotable esperan abundantemente por ellos. Es decir, que cuando Israel antiguo descendió al Valle de los huesos secos, mordidos por serpientes
    venenosas del desierto, entonces, nuestro Padre celestial descendió con la roca de salvación y tres sacrificios con sus mitades opuestas una a otra de Abraham junto con dos palominos sin cortar, salpicados con sangre expiatoria, para Él estar con
    ellos a la puerta del infierno por siglos.

    Como nuestro Padre celestial, allí, estuvo parado por siglos con la casa de Israel, convertidos todos ellos en huesos en el Valle de los huesos secos, y con su corazón santísimo sufriendo y llorando, como siempre, por sus hijos atormentados día y
    noche, porque ellos fallecieron sin su bautismo en agua, cuando pudieron haber invocado la santidad perfecta de su santo nombre para salvación eterna. Por siglos, nuestro Padre celestial estuvo parado a la puerta del infierno, esperando salvar a sus
    hijos de sus tormentos, y esperando seguía por la casa de Israel a que aprenda a amarlo, a servirle y a confiar en Él, adorando su santo nombre, especialmente a que crean en Él, y así, Él entregarles a su Hijo Jesucristo con su Espíritu Santo
    nuevamente, salvándolos postreramente.

    Esto significa que ahora nuestro Padre celestial tenia que dejar que su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, renazcan nuevamente, pero del vientre virgen de la hija de David, entregándonos así su sangre expiatoria, llena de su misma vida eterna para
    derrotar a Satanás junto con sus ángeles caídos, finalmente para destruir al ángel de la muerte y cada infierno de la tierra. Ciertamente, nuestro Señor Jesucristo ministrando apasionadamente en Canaán, entonces, él les aseguró a los israelitas
    que el Padre amó al mundo de tal manera, entregando a su Hijo unigénito, para que todo aquel que crea en él no vea la muerte, sino, más bien, tenga vida eterna: porque Él no lo envió a destruir al mundo, sino a convertirlo en su corazón santísimo.

    Aquí es cuando nuestro Señor Jesucristo les pregunto a sus apóstoles, que pensaba la gente de él, y ellos le dijeron, que algunos creían que él podría ser algún profeta, regresando a la vida, para enseñar a Israel los caminos del Señor; pero
    entonces, él dijo, ¿y ustedes, que piensan de mí? ¿Quién soy yo para ustedes hoy? Aquí es cuando Pedro dijo, tú eres el Hijo del Altísimo; instantáneamente, él replicó, asegurándole a Pedro, que había sido enriquecido porque lo que había
    afirmando no se lo había revelado carne ni sangre, sino el Padre que está en el cielo, para que él finalmente establezca su reino en Canaán, empezando desde el corazón de Canaán.

    Y es aquí. En donde nuestro Señor Jesucristo le dijo a Pedro, Yo levantare mi iglesia sobre esta roca—y esto es el centro de Canaán, su tierra más preciosa que todas las del mundo entero, en donde Él mismo finalmente establecerá su dulce hogar
    con sus hijos de Israel y de las familias de las naciones, en donde el pecado ya no existe más. Con esto no quiso decir que el Señor llamase a Pedro a ser la roca—más bien, a lo que él se refirió, fue a la roca de salvación con nuestro Padre
    celestial a la puerta del infierno, para convertir el corazón de Canaán en su corazón santísimo, dándonos así leche y miel, sosteniendo nuestras vidas eternas como sus hijos sobre la tierra, siempre.

    Aquí es donde, nuestro Padre celestial estuvo parado a la puerta del infierno con su roca de salvación junto con la casa de Israel yaciendo en el Valle de los huesos secos, esperando por su Hijo Jesucristo que sea clavado sobre el madero del Israel
    antiguo del monte Sion a la puerta de la Ciudad de David, salpicando su sangre expiatoria como Isaac, finalmente. Entendiendo que, esta es la sangre expiatoria de Isaac enteramente derramada sobre la roca de salvación, y con nuestro Padre celestial
    parado a la puerta del infierno junto con tres sacrificios de Abraham y dos palominos sin cortar, en espera de recibir la vida eterna, derramándose abundantemente desde Canaán, el paraíso, y así, Israel vea vida en el Tercer Día por fin.

    Aquí es cuando: no solamente nuestro Padre celestial fue testigo de como sus hijos renacieron en un día, cuando su Hijo Jesucristo era clavado al madero del Israel antiguo sobre el monte Sion a la puerta de la Ciudad de David, pero igual, el corazón
    de la tierra se tornó tan santo y perfecto como su mismo corazón santísimo en su pecho. Así nuestro Padre celestial estableció una puerta abierta en el corazón de la tierra, convirtiéndola en su corazón santísimo el Valle de los huesos secos, en
    donde Él parado firme a la puerta del infierno, llama aun a sus hijos de las naciones a regresar a su dulce hogar, en donde ellos gozaran de su amor infalible, paz, gloria y felicidad interminable una eternidad entera.


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