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Sábado, 22 de Julio, 2017 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica
(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)
SÓLO RENACIDO EN JERUSALÉN Y EN SU LUGAR SANTSIMO: TÚ VIVIRÁS SU VIDA ETERNA YA:
El tiempo vino, cuando nuestro Padre celestial se le apareció a Abraham, diciéndole: A tus hijos yo les daré toda esta tierra, en donde tú estás parado en este día; y entonces Abraham construyó un alar para honrar al Dios de la vida y de su
presencia santísima por las promesas que le había entregado, para sus hijos de futuras generaciones venideras. Y es aquí, en Canaán que Abraham realmente empezó a honrar a nuestro Padre celestial, levantando sus oraciones y alabanzas hacia Él que
está en el cielo, porque le había prometido recientemente a él y a sus hijos que poseerían la tierra a donde había sido llamado a transitar por ella con su esposa Sara y con su sobrino Lot.
Visto que, ésta es la tierra que nuestro Padre celestial había escogido personalmente, desde antes de la fundación del cielo y la tierra, para establecer su santo nombre fuego permanentemente, flameando sobre su altar del amor prehistórico, en donde
sus hijos adoptados renacerían milagrosamente del Espíritu Santo así como Abraham lo hizo inicialmente, y luego sus hijos prometidos de generaciones futuras igualmente. Ésta es la tierra que nuestro Padre celestial había escogido para vivir con sus
hijos nacidos de la casa de Israel y de las familias de las naciones, porque él establecería su santo nombre fuego sobre el monte santo de Jerusalén, para que todos ellos renazcan invocando la perfecta santidad de su nombre bendito, dado a Moisés
inicialmente sobre el monte Sinaí.
Ciertamente, fue importante para nuestro Padre celestial ver a Abraham junto con su esposa Sara y su nieto Lot y con los demás, alabándole a él y a su santo nombre fuego sobre su altar construido en aquel día: conmemorando así su visita divina y
promesas a su siervo y a su familia por nacer en Canaán eternamente bendecidos, por generaciones futuras. Por ende, fue una fiesta para el corazón de nuestro Padre celestial ver a sus hijos ya por medio de Abraham, obedeciéndolo y alabándolo a él y
a su santo nombre fuego sobre su primer altar construido en Canaán, por Abraham y su esposa Sara junto con los demás: para que el Espíritu Santo se riegue sobre su tierra escogida, bendiciéndola grandemente.
Por cuanto, antes que Abraham camine en Canaán, entonces nadie jamás le había dado gloria y honor a nuestro Padre celestial y a su santo nombre fuego así como lo hizo él en aquel día memorable ante su esposa Sara y su nieto Lot, que nuestro Padre
empezó a ver días gloriosos que venían sobre su tierra y su altar de amor. Éste fue un momento de gloria y celebración para nuestro Padre celestial, que él realmente empezó a celebrarlo no solamente con Abraham sobre su altar antiguo en Canaán
junto con sus familiares y siervos, pero igualmente en el cielo con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo, porque su Espíritu Noble empezó a derramar de su vida eterna sobre su tierra.
Nuestro Padre celestial había verdaderamente empezado a tomar posesión de todo Canaán, en donde Él finalmente vivirá con todos sus hijos: amándole, sirviéndole y alabándole a él y a su santo nombre fuego sobre su altar del amor prehistórico,
descendido del cielo con Isaac y con su Espíritu Santo, pero igualmente su nuevo reino maravilloso sobre las naciones comenzó a emerger poderosamente. Puesto que, nuestro Padre celestial estaba buscando no solamente conquistar a Canaán para gloria de
su santo nombre fuego, para que él poder vivir finalmente con sus hijos renacidos sobre el monte santo de Jerusalén, al invocar los poderes de su grande gracia, de su grande misericordia, de su grande verdad y de su grande justicia divina, pero
igualmente conquistar la tierra postreramente.
Estos son poderes cotidianos emergiendo de su horno de gracia, misericordia, verdad y de su justicia divina en donde cada hombre, mujer, niño y niña que tiene que renacer de Él, por medio del bautismo del Espíritu Santo, porque por estos poderes
maravillosos, entonces nuestro Padre celestial puede limpiar sus corazones, almas, mentes, cuerpos y espíritu humano para convertirse en sus hijos instantáneamente. Sin embargo, para instalar éste altar maravilloso de su santo nombre fuego, flameando
sobre su reino angelical y en Canaán, entonces Él tenia que haber encontrado a alguien dispuesto a amarlo, servirle y glorificarlo a él y a su santo nombre fuego entre las naciones, y este fue Abraham su siervo: porque él creyó en sentarse a la Mesa
del SEÑOR con Dios.
Ahora, al sentarse nuestro Padre celestial con Abraham ha comer de la Mesa del SEÑOR del pan y vino de su Hijo Jesucristo, como Melquisedec la Santidad de Dios y rey de Salem (Jerusalén antigua), servido a los ángeles diariamente, para que amen,
sirvan y adoren a su santo nombre fuego en perfecta santidad, entonces Él podía transferir su reino al mundo. Puesto que, nuestro Padre celestial solamente necesitaba a alguien creyendo en Él y en sus maravillas, que Él manifestaría por medio de sus
hijos nacidos de Abraham en futuras generaciones, para que Él mismo transferir su reino celestial y así vivir con sus hijos renacidos de su altar antiguo: amándolo sólo a Él así como en el cielo con sus ángeles, perpetuamente.
Por ello, fue importante para nuestro Padre celestial no solamente sentarse con Abraham y su familia para comer del pan y vino, servido diariamente por su Hijo Jesucristo como su perfecta Santidad y rey de Salem, pero igualmente para comer con los hijos
adoptados (y comprados por dinero), para que vivan en el hogar de Abraham como sus hijos: adorándole a Él. Mejor dicho, nuestro Padre celestial necesitaba a Abraham en su Mesa y altar de su amor prehistórico, alabándolo a Él y a su santo nombre
fuego junto con Sara y sus hijos adoptados y con todos los demás en derredor: porque ésta es la fe que Él necesitaba levantándose de la tierra hacia su gloria celestial, para derramar de su Espíritu Santo.
Puesto que, éste servicio de amor y de alabanza sobre su Mesa al comer ellos siempre del pan y vino, que empezó el convenio de vida sobre la tierra, para que no solamente su único Hijo nazca como Isaac del vientre estéril de Sara, por el Espíritu
Santo, pero igualmente para traer el bautismo todopoderoso de su Espíritu Santo para salvación mundial. Éste es el bautismo del fuego del Espíritu Santo no solamente de su santo nombre fuego que entrara en la vida de cada uno así como sucedió con
Abraham y Sara, incluyendo a los demás en derredor como los hijos adoptados, pero igualmente los hijos por nacer en futuras generaciones para entrar instantáneamente en su nuevo reino angelical, renacidos del Espíritu Santo.
Más aún, sin el bautismo del Espíritu Santo nunca nadie podrá renacer de la imagen del Padre celestial como desde donde cada hombre, mujer, niño y niña nace siempre, empezando por Adán y Eva, porque para reentrar en su presencia santísima y en la
gloria celestial, entonces uno tiene que haber renacido del Espíritu Santo y sobre su altar del amor eterno. Pero para nuestro Padre celestial tener a Abraham redimido del pecado y del infierno, entonces Él tenia que sentarse a su Mesa con él y sus
hijos adoptados, para comer de su único Hijo del pan y vino y así empezar nuestro convenio de vida, que salva toda alma viviente con el bautismo del Espíritu Santo y fuego sobre su altar antiguo.
Ya que, para Abraham y así sus hijos juntos con los de las naciones para ser salvos y aceptados en su gloria celestial y vida eterna, entonces, ellos tenían que haber sido bautizados en agua y en su Espíritu Santo para recibir su vida eterna, que es
su amor divino y perfecta salvación para toda alma viviente cumpliendo con sus mandamientos, perpetuamente. Por eso, fue importante para nuestro Padre celestial que una vez que hayan comido del pan y vino servido siempre sobre su Mesa, para entregarle a
Abraham y sus hijos inicialmente prometidos a él, para que su único Hijo nazca del vientre estéril de Sara como Isaac finalmente, por el Espíritu Santo, y llenó del fuego del bautismo hacia toda salvación humana.
Éste es el bautismo de fuego y de salvación que Abraham jamás había experimentado, por ende, él tenia que tenerlo ya, para que no solamente sea hecho hijo de nuestro Padre celestial, pero igualmente recibir el fuego de amor que salva toda alma
viviente del hombre sobre su altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y con el Espíritu Santo. Éste es el bautismo de fuego, en donde nuestro Padre celestial junto con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo, ponen sus manos en
cada hombre, mujer, niño y niña para que renazcan de su imagen y de su alma santísima, llenos de su amor asombroso, en donde su voluntad divina siempre será cumplida y glorificada así como en el cielo.
Ciertamente, cuando nuestro Padre celestial estuvo listo para tener a su primer hijo, y este fue Adán, entonces Él le dijo a su único Hijo y al Espíritu Santo que desciendan con Él al mundo, para crear al hombre en su imagen y en su semejanza para
que sea así uno como ellos son perfectos en santidad y en gloria infinita, perpetuamente. Por ende, éste es el mismo proceso que nuestro Padre celestial continua usando junto con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo para recrear a todo hombre,
mujer, niño y niña nacido del vientre de mujer y manchado con el espíritu de error y de la carne pecadora, que Adán y Eva fueron inicialmente, comiendo del fruto prohibido para morir postreramente.
Éste es el fruto prohibido del árbol de la ciencia, del bien y del mal, en que nuestro Padre celestial les aviso de jamás comer de él, porque si lo hacían rebeldemente, entonces morirían: es decir, de que pecarían y así ambos tenían que
abandonar sus vidas gloriosas de la carne sagrada y del Espíritu Santo, para vivir en la tierra pecadora. Por esta razón, Adán y Eva tuvieron que abandonar el paraíso, porque habían comido del fruto prohibido y habían empezado a morir junto con sus
hijos por nacer aún en futuras generaciones, además, el peligro de comer del fruto del árbol de la vida era eminente, de que si comían de él entonces ellos vivirían en pecado, para siempre.
Por ende, fue por la gracia, misericordia, verdad y justicia divina de nuestro Padre celestial que hizo que Adán y Eva abandonasen inmediatamente el paraíso, porque si se hubiesen quedado, gozando de la gloria de su perfecta santidad, entonces Lucifer
como Satanás podría acercarse nuevamente a ellos, y esta vez para comer del fruto de vida para vivir maldecidos perpetuamente en el infierno. Y para salvarlos a todos ellos de éste terrible peligro que Satanás presentaba en contra de ellos y de sus
hijos por nacer en las generaciones futuras, entonces Él tenia que transportarlos hacia la tierra y lejos del fruto de vida, para que no coman de él, engañados por Satanás o por su propia cuenta: haciendo que ellos vivan en pecado eternamente.
Por eso, es que fue importante para nuestro Padre celestial tener a Adán y Eva descendidos sobre la tierra después de haber comido del fruto prohibido, para que ellos no coman del fruto de la vida sin bautizarse primero en agua, invocando la perfecta
santidad de su nombre y, entonces, recibir el bautismo del Espíritu Santo, para ser liberados del fruto prohibido. Por ello, es que únicamente por el bautismo, invocando su nombre santo y el de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, para que
mientras ellos estén en las aguas el alma de cada hombre, mujer, niño y niña sea liberado finalmente del espíritu de error del fruto prohibido, abandonando así la carne pecadora para el infierno tormentoso, para jamás volver a pecar.
Entonces ya que el alma humana es bautizada, invocando la perfecta santidad de su nombre bendito, de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, instantáneamente esa alma es liberada por vez primera del fruto prohibido y de la carne pecadora, para recibir
el Espíritu Santo y su carne sagrada: haciéndolos así hijos de Dios y para nunca más conocer el pecado nuevamente. Efectivamente, el bautismo en agua debe ser en la tierra, descendiendo en ella, invocando así la perfección de la santidad de su
nombre, de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, que hace que sean liberados completamente del espíritu de error y de la carne pecadora, para ascender finalmente sobre su altar del amor eterno y a su bautismo final del Espíritu Santo.
Ahora, en la tierra el bautismo en agua es necesario e importante para todos, porque aquí es donde nuestro Padre celestial llenó su mano bendita del polvo, vistiendo perpetuamente el alma viviente de Adán, entonces respiró en su alma el aliento de
vida de su Espíritu, para que sea un ser viviente, conociendo el bien y el mal, siempre en la perpetuidad. Sin embargo, Adán y sus hijos, empezando por Eva, nunca debieron comer del fruto prohibido para no pecar en contra del Padre, pero solamente podí
an comer del árbol de la vida, que realmente es el pan y vino de su Hijo Jesucristo, (porque el pan es su carne sagrada y el vino es su sangre reparadora), que nos dan vida eterna, siempre.
Más Satanás quería que Adán y sus hijos, empezando por Eva primeramente, coman del fruto prohibido y, seguidamente, del fruto de vida, para que todos sean sus hijos y así jamás sean hechos hijos legítimos de nuestro Padre celestial por su Hijo
Jesucristo y por su Espíritu, haciendo así que todos ellos sean sus hijos malvados para su reino de tinieblas eternas. Ya que, Satanás no estaba buscando conquistar solamente la tierra con Adán y sus hijos al comer del fruto prohibido y del árbol de
la vida, para que vivan eternamente en pecado y sin la esperanza de ser redimidos para regresar a la vida eterna del Padre celestial, pero igualmente, buscaba conquistar el universo entero y el reino angelical eventualmente, para siempre.
Por eso, nuestro Padre celestial tenia que empezar su relación con Abraham y sus hijos adoptados, comiendo del pan y vino con ellos, servido diariamente por su Hijo Jesucristo en el cielo, para que sean amables, gloriosos y perfectos, sirviendo a su
santo nombre fuego sobre su altar del amor eterno: en principio, fue necesario, para que renazcan bautizados todos en agua postreramente. Y éste bautismo tiene que ser en cualquier lugar del mundo, porque al ser bautizado uno en un cuerpo de agua (
nuestro Padre celestial lo llama: las aguas abundantes de Judá), entonces son todos renacidos de su Espíritu de santidad y vestidos de su carne sagrada, ascendiendo así a su altar antiguo del amor eterno, en donde recibirán el bautismo del Espíritu
Santo.
Éste bautismo del Espíritu Santo tiene que tomar lugar después de que uno haya sido bautizado en agua, invocando la perfecta santidad de su santo nombre y el de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, porque éste bautismo te prepara para ascender a
su Lugar Santísimo para recibir el bautismo del Espíritu Santo y así recibir la salvación con sus bendiciones. Éste es el bautismo del Espíritu Santo que no solamente te hace nuevamente hijo del Altísimo así como Adán (o hija como Eva) en el
comienzo del paraíso, pero igualmente, le da a tu alma viviente a comer del fruto del árbol de la vida eterna, para que vivas perpetuamente enriquecido en la tierra y hasta que finalmente regresas al reino celestial.
Ciertamente, el bautismo en agua es importante en la tierra, porque te estarás sumergiendo en abundante agua, abandonando el espíritu de error y la carne pecadora, para que desciendan al infierno para jamás regresar a tu vida, y así retomar entonces
al Espíritu Santo y la carne sagrada por vez primera, que ya está esperando fielmente por ti en el Lugar Santísimo. Visto que, tú ya has sido liberado, entonces el espíritu de error regresa al árbol de la ciencia, del bien y del mal, además la
carne pecadora entra al polvo del infierno tormentoso, para que te encuentres en el Lugar Santísimo con nuestro Padre celestial abrazándote como su hijo únicamente para conocer su amor, gracia, verdad y justicia divina hacia ti, perpetuamente.
Por eso, es que fue importante para nuestro Padre celestial llamar a Abraham a que abandone a sus padres para vivir en la tierra que Él había escogido especialmente como la mejor del mundo entero, en donde Él establecería su altar del amor prehistó
rico para hacer que sus hijos renazcan de su Espíritu Santo, para entrar a la vida eterna perpetuamente enriquecidos. Además, éste es el altar que Abraham tenia que empezar el fuego, ardiendo mundialmente, para que su Hijo Jesucristo nazca
postreramente del vientre virgen de la mujer, por el Espíritu Santo, para que él finalmente ascienda a él, derramando de su sangre reparadora en el Lugar Santísimo del cielo, para el bautismo del Espíritu Santo y de su salvación eterna, para
siempre.
Ciertamente, el bautismo podrá ser en cualquier lugar para cada hombre, mujer, niño y niña para ser lavado, limpiado, santificado y finalmente purificado, invocando su nombre todopoderoso y bendito, de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo para
ascender al monte alto y su Lugar Santísimo, para el bautismo del Espíritu Santo, que coloca a todo bautizado en el paraíso, perpetuamente justificado. Efectivamente, al bautizarte en agua en cualquier lugar, invocando la perfecta santidad de su
nombre, de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, entonces tú estarás regresando al polvo el espíritu de error junto con la carne pecadora, para retomar instantáneamente del Espíritu Santo y de su carne sagrada ya instalada en el Lugar Santísimo,
para que seas aceptado en el paraíso nuevamente.
Caso contrario, si fallas en bautizarte, invocando su nombre bendito, de su Hijo Jesucristo junto con el Espíritu Santo, entonces tú estarás aún en el espíritu de error del fruto prohibido y de la carne pecadora, tomada del polvo, en la que nuestro
Padre celestial vistió tu alma viviente soplando su vida en ti, entonces fallaras eventualmente de ser bautizado del Espíritu Santo. Es decir, que tú fallaras no solamente de regresar al seno de nuestro Padre celestial para ser nutrido de sus bondades
asombrosas del cielo y de su vida eterna, pero igualmente fallaras de regresar a la vida maravillosa en la que naciste inicialmente de su imagen y de su alma viviente, para gozarla con los tuyos y con los ángeles, en la eternidad.
Por ende, nuestro Padre celestial ha hecho necesario el bautismo de agua, invocando la perfecta santidad de su nombre bendito, de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, para que sean separados del espíritu de error y de la carne pecadora, que los est
llevando a problemas, dificultades, enfermedades, pobreza y muerte en la tierra y en el infierno: perdidos perpetuamente. Sin embargo, una vez que tú eres bautizado en agua en cualquier lugar del mundo entero, entonces tú estarás listo no solamente
para recibir todos los beneficios del bautismo antiguo del Mar Rojo, pero igualmente, serás limpio y listo para ascender al monte alto para ser bautizado en el Lugar Santísimo, establecido perpetuamente con su santo nombre fuego sobre el cielo de
Jerusalén.
Además, nadie podrá jamás acceder a éste altar bendito, suspendido entre el cielo y la tierra de Jerusalén a no ser que uno sea bautizado primeramente en abundante agua disponible como en tu tina de agua, piscina, río, para que finalmente seas
aceptado en el Lugar Santísimo, en donde el Espíritu Santo te bautizara como si ya estuvieses en el paraíso: salvándote eternamente. Es decir, que nuestro Padre celestial espera por todos nosotros en la tierra a creer en su santo nombre fuego,
clavado al madero de la casa de Israel, que en su día estuvo en el Valle de los huesos secos, pero ahora vive en el Lugar Santísimo, exaltando su nombre salvador para que la salvación de la humanidad entera sea posible, siempre.
Puesto que, la promesa de nuestro Padre celestial para con Israel fue de levantarlos sobre las naciones para recibir honor, gloria y fama, porque ahora cada hombre, mujer, niño y niña ha sido bautizado en agua y en su Espíritu Santo, recibiendo así
la carne sagrada con vida eterna, para ser aceptados finalmente en el Lugar Santísimo con salvación eterna, para siempre. Por todo ello, nuestro Padre celestial ha escogido inicialmente la tierra prometida para vivir con sus hijos nacidos, por el Espí
ritu Santo y debajo del fuego de su nombre todopoderoso ardiendo en el corazón, alma, mente, cuerpo y espíritu humano de cada uno de ellos, para que Él finalmente viva junto con todos sus hijos legítimos en su misma vida santísima, perpetuamente.
Ya que, sólo así nuestro Padre celestial podía asegurarle a cada hombre, mujer, niño y niña no solamente de Israel pero de todas las naciones también, de que ellos pueden renacer de su Espíritu Santo, sobre su altar del amor prehistórico de su
santo nombre fuego, ardiendo en perfecta santidad en cada uno de sus hijos escogidos, viviendo ya su vida eterna. Visto que, únicamente en su misma vida nuestro Padre celestial conoce perfectamente cómo vivir en armonía con su Hijo Jesucristo, con su
Espíritu Santo, con sus huestes angelicales y con cada hombre, mujer, niño y niña que cree en su santo nombre fuego, renaciendo así de los bautismos del agua y del Espíritu Santo para gozar santidad perfecta: complaciéndolo a Él, siempre.
Visto que, ésta seria la única manera en que nuestro Padre celestial va a vivir gozando su perfecta vida y felicidad interminable con cada uno de sus hijos de Israel y de las familias de las naciones, para que Él pueda gozar de la felicidad cotidiana
de comer de la leche y miel que Canaán produce sobre tu altar del amor eterno, perpetuamente. Dado que, es el altar del amor eterno, descendido del cielo con Isaac y con su Espíritu Santo, en donde nuestro Padre celestial es siempre complacido con la
perfecta santidad de su santo nombre fuego, así como el Espíritu de sus mandamientos es cumplido y glorificado, garantizándole abundantemente su leche y miel que Él siempre saborea con su familia divina cada día.
Por eso, es que nuestro Padre celestial necesitaba establecer su altar del amor prehistórico, entre las familias de la humanidad entera, y Él encontró a Abraham junto con el vientre estéril de su esposa Sara para empezarlo todo nuevamente,
encendiendo así el fuego del amor que bautiza con perfecta salvación a los que lo aman a Él en espíritu y en verdad, siempre. Puesto que, éste es el renacimiento del horno de su grande gracia, de su grande misericordia, de su grande verdad y de su
grande justicia divina, para reencontrarse con todos sus hijos de Israel y de las naciones, regresando así a su vida eterna, y con todo pecado muerto ante el Espíritu de los mandamientos para que toda verdad y justicia prevalezca, perpetuamente.
Evidentemente, es solamente en Canaán, en donde nuestro Padre celestial ha escogido no solamente en casarse con Israel pero igualmente con las familias de las naciones, que lo aman a él y a su santo nombre fuego por medio de los bautismos del agua y
del Espíritu Santo, entonces todo renacido, nace ya en su vida eterna para conocerlo íntimamente a Él, siempre. Y conocer a nuestro Padre celestial así como su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo lo conocen con su santo nombre, significa conocer
perfecto amor divino y santidad inagotable, enriqueciendo así todo corazón, alma, mente, cuerpo y espíritu humano de su Hijo Jesucristo, del Espíritu Santo junto con cada hombre, mujer, niño y niña, renacidos todos de sus bautismos de fuegos,
perpetuamente.
Visto que, fue Juan el Bautista que dijo de que todos los que vienen a él al río Jordán para ser bautizados así como los antiguos escapando de Egipto para cruzar el Mar Rojo, en un bautismo todopoderoso, que no solamente lanzó al infierno los
pecados del mundo entero, pero igualmente a todo enemigo que amenaza la existencia de sus hijos. Y Juan dijo: Yo los bautizo a todos en agua y en la santidad perfecta del nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, para que sean lavados de todos
sus pecados que hayan invadido sus vidas aunque lo sepan o no, para que finalmente sean todos liberados del fuego del infierno tormentoso y del Día del Juicio final, para siempre.
Sin embargo, existe alguien mayor que yo que ha nacido entre ustedes, y que yo no soy digno de desatar los pasadores de sus zapatos, porque los bautizara con fuego y con el Espíritu Santo, para que vuelvan todos a renacer del santo nombre fuego que él
ha traído a todo Israel, para que reciban la vida eterna del Padre celestial, instantáneamente. Éste es el santo nombre fuego de nuestro Padre celestial sobre su altar del amor prehistórico, descendido del cielo, y que jamás entro en Canaán, porque
la sangre reparadora no estaba en su lugar aún: pero, al nacer su primogénito del vientre virgen y bañado en la sangre del juramento a Isaac, entonces salvación entró en la humanidad, quedándose, para redimir grandemente.
Ésta es la salvación perfecta que nuestro Padre celestial le otorgó a todos sus hijos de su misma vida eterna que siempre ha existido con su santo nombre fuego, gozando perfecta santidad con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo, y postreramente
con sus huestes angelicales, creadas para amarle, servirle y alabarle a él sobre su altar del amor eterno. Puesto que, aquí es en donde nuestro Padre celestial ahora come de su altar del amor y en el tabernáculo, sentado vive sobre su Silla de la
Misericordia, recibiendo a todos en su presencia santísima, revestidos con el Espíritu Santo y con la carne sagrada de su Hijo Jesucristo, que ha vencido el mundo para que sus hijos regresen a casa pronto.
Ya que, es aquí, en donde nuestro Padre celestial podrá comer contigo y con los tuyos así como siempre ha comido de su Hijo Jesucristo el pan y vino, que sirve diariamente a las huestes angelicales para que todos ellos tengan amor, gracia,
misericordia, verdad y justicia divina para servir a su santo nombre fuego sobre su altar del amor eterno, perpetuamente. Éste es el Lugar Santísimo, en donde nuestro Padre celestial siempre puede comer contigo el pan y vino de leche y miel, que le
entrega a él y a su santo nombre fuego las glorias que sus ángeles jamás han visto, porque estas son glorias de amor humano que sólo pueden crecer en los corazones de sus hijos renacidos de su Espíritu Santo.
Además, cuando nuestro Padre celestial es amado, porque nuevas glorias emanan del corazón, alma, mente, cuerpo y espíritu humano de cada uno de sus hijos de Israel y de las familias de las naciones, entonces Él está comiendo de la leche y miel que
su altar sólo puede producir en Canaán, en donde escogió tierra para vivir con sus hijos, perpetuamente enriquecidos. Por eso, es que nuestro Padre celestial llamó a Abraham a que abandone a sus padres junto con todas sus posesiones de aquellos días,
para ir a la tierra que Él había escogido para establecer su convenio de vida sobre su altar del amor prehistórico, descendido del cielo, bautizando así a sus hijos muertos en su misma vida eterna, para que vivan nuevamente.
Visto que, éste es el altar en donde nuestro Padre celestial te acepta, pero bautizado primeramente, invocando la perfecta santidad de su santo nombre fuego y el de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, para que renazcas, abandonando debajo del agua
el espíritu de error y la carne pecadora, para que su Espíritu Santo y carne sagrada se queden contigo, siempre. Ya que, es aquí, en su altar del amor prehistórico es que siente profundamente amor por ti, en donde Él finalmente hará que tú
renazcas de su horno de fuego divino de su abundante gracia, misericordia, verdad y justicia divina para que abandones el espíritu de error, que finalmente regresa al fruto prohibido del árbol de la ciencia, del bien y del mal.
Dado que, el espíritu de error tiene que regresar al fruto prohibido, rechazado por tu corazón, mente, alma, cuerpo y espíritu humano para jamás regresar a ti, finalmente para recibir el Espíritu Santo del árbol de la vida, vistiéndote con la
carne sagrada que conquistó el mundo entero, porque ama a nuestro Padre celestial para entregarle muchas más glorias poderosas de ti. Por cuanto, ésta es la comida que nuestro Padre celestial comerá de cada hombre, mujer, niño y niña nacido del
vientre de mujer, para renacer finalmente de los fuegos del horno de su abundante gracia, misericordia, verdad y justicia divina solamente para entregarle nuevas glorias que realmente son la leche y miel que van alimentando su Grandeza Divina, siempre
hacia la eternidad.
Es decir también que si tú alimentas a nuestro Padre celestial las glorias que Él siempre espera recibir de ti al tú renacer del bautismo de agua primeramente, invocando la perfecta santidad de su santo nombre fuego y de su Hijo Jesucristo y del Espí
ritu Santo, entonces Él estará comiendo alegremente cada día la comida que Él ama de ti, para siempre. Y si nuestro Padre celestial está comiendo de ti la comida que bendice su corazón que demanda siempre perfecta santidad y abundantes glorias,
entonces Él abrirá las ventanas del cielo para decirle al mundo entero de que tú eres su hijo amado en quien Él vive complacido, y que comenzara Él entonces a enviar sobre ti sus bendiciones hasta cubrirte de riquezas, perpetuamente.
Esto significa, que nuestro Padre celestial continuara enriqueciendo toda tu vida en la tierra, porque ahora estará comiendo de las glorias de la leche y miel que Él no solamente le prometió a Abraham, Isaac y Jacobo, pero igualmente a sus hijos legí
timos y junto con todas las familias de las naciones, para que entonces Él mismo darte de comer riquezas insondables. Ciertamente, es importante para ti, renacer bautizado, sumergiéndote en agua en la perfecta santidad de su nombre bendito, de su Hijo
y del Espíritu Santo, porque renacido del agua entonces tú devuelves el espíritu de error y la carne pecadora al fruto prohibido, así, instantáneamente, tú serás fuente de la leche y miel que lo alimenta a Él siempre en el cielo.
Además, si tú alimentas a nuestro Padre celestial el pan y vino, que es realmente la gloria que Él siempre ha trabajado arduamente para recibirla de ti, porque habrás renacido del agua y del Espíritu Santo, abandonando así la carne pecadora por la
carne sagrada y su santidad perfecta, entonces Él mismo te dará a comer de las abundancias de su Mesa, perpetuamente. Visto que, ésta es la comida que realmente enriquece tu corazón, alma, mente, cuerpo y espíritu humano, porque ahora estarás
comiendo de la verdadera Mesa y su alimento divino, para que igualmente comas todo aquello que te mantiene saludable, alegre y llenó de vida eterna cada día, pero igualmente te enriquece con riquezas asombrosas del cielo únicamente conocidas por
nuestro Padre celestial.
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