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    From ivanvalarezo@gmail.com@21:1/5 to All on Fri Aug 5 21:54:35 2016
    Sábado, 06 de Agosto, 2016 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica

    (Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)

    EN BAUTISMO: CAMBIAS INFIERNO, ENFERMEDAD, POBREZA, POR VIDA Y RIQUEZAS:

    Toma a tu único hijo Isaac, al que amas mucho, y llévalo a la tierra del Moriah al monte del que por siempre te hablare de él: Tú tienes que sacrificarlo como en un sacrificio encendido en fuego, que jamás será apagado delante de mí hacia toda la
    eternidad venidera—nuestro Padre celestial empezaba a fundar a la nación hebrea, para siempre. Nuestro Padre celestial necesitaba que Abraham levantara sobre el monte alto a su hijo Isaac, que realmente es su Hijo Jesucristo en la carne sagrada, los
    huesos inquebrantables y la sangre reparadora, formando así la extensión de su familia divina en las naciones, pero también a Israel que eventualmente le servirá a él y a su nombre bendito sobre el Monte Sión, perpetuamente.

    Nuestro Padre celestial estaba contento con Abraham al ascender sobre el Monte Sión, descansando sobre el Moriah, porque éste es el lugar escogido no solamente para orar sobre Isaac, que realmente es cada hombre, mujer, niño y niña de las doce tribus
    de Israel, para que reciban sus bendiciones del pacto, pero también clavarlos a la carne sagrada de vida eterna, perpetuamente. Nuestro Padre celestial es el que clavaba la carne sagrada de su Hijo Jesucristo no solamente a Adán y a Eva sobre el altar
    del amor prehistórico, descendió del cielo, pero también a cada hueso del Valle de los huesos secos (Ezequiel 37), para que su Jesucristo derrame su sangre reparadora sobre ellos, entregándoles así vida eterna, aunque están muertos aún.

    Visto que, nuestro Padre celestial estaba uniendo no solamente a la nación de Israel, como la casa de Israel que está muerta en el Valle de los huesos secos, para que regresen a la vida pronto, pero también a Adán y a Eva, porque él le prometió a
    Abraham que él seria padre de una gran nación, y así también de muchas más. Por ello, sobre el monte alto cuando Abraham ascendía con Isaac para ponerlo sobre el leño del altar del amor prehistórico, descendido del cielo, y que él tenia que
    encenderlo para la eternidad, entonces nuestro Padre celestial hizo sus oraciones, derramando así sus lagrimas de amor para recoger a Israel y a las naciones que han aprendido amarlo, servirle y glorificarlo, perpetuamente.

    Nuestro Padre celestial estaba fundando una gran nación eterna entre Israel y las familias de las naciones, que habían aprendido a amarlo, servirle, y glorificarle a él y a su nombre bendito sobre el monte santo de Jerusalén y su altar del amor
    prehistórico, descendido del cielo, enriqueciendo así a su nuevo reino del cielo con sus hijos legítimos. Estos son los hombres, mujeres, niños y niñas que han aprendido a bautizarse en su nombre bendito de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo,
    para abandonar debajo del agua la carne pecadora con todos sus días malos, que Satanás estaba listo para introducirlos en sus vidas: robándoles, matándolos y destruyéndolos por completo con sus falsedades de siempre.

    Visto que, solamente por bautismo de agua es que tú no solamente podrás desgarrarte de la carne pecadora y los días malos, renaciendo de la carne sagrada que nuestro Padre celestial convino con Abraham, entregándole así a todos los hijos vida eterna
    junto con el privilegio de vivir en la Nueva Jerusalén celestial, pero también para entrar en su presencia santísima, eternamente justificados. Y, es aquí, en la presencia santísima de nuestro Padre celestial, en donde no solamente Isaac, como su
    Hijo Jesucristo en la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre reparadora, es el epicentro del altar del amor prehistórico, pero también es el fuego de cada hombre, mujer, niño y niña nacidos de Israel y de las familias de las naciones
    redimidas.

    Esto significa, que al nuestro Padre celestial tener a Abraham ascendiendo al Monte Sión, descansando sobre el Moriah, entonces él no solamente trajo con él a su único hijo Isaac pero también la vida gloriosa del Santo de Israel y de los hijos por
    nacer junto con los hijos de las naciones, tendidos todos sobre el altar, para encender su gran fuego perpetuo. Esto nos dice también, que cada vez que el fuego del altar prehistórico, descendido del cielo, arde apasionadamente, entonces esto
    significa que cada hombre, mujer, niño y niña de todo Israel está ardiendo junto con los hijos de las familias de las naciones, que nuestro Padre celestial ha llamado a renacer de la carne sagrada, salvándose así todo creyente, para siempre.

    En estos días, tú estás listo para experimentar el amor encendido, que nuestro Padre celestial empezó no solamente con Abraham e Isaac, cuando ambos ascendieron el monte santo para encender el fuego que hasta nuestros días nadie ha podido
    extinguirlo, porque es nuestro Padre celestial el que te tiene encendido en su fuego, dándote salvación con bendiciones diarias, hacia la eternidad. Es decir, que nuestro Padre celestial tenia que tenerte a ti junto con Israel y las familias de las
    naciones, ardiendo en su gran fuego de amor prehistórico sobre su monte santo, para que él no solamente te clave al pacto de la carne sagrada de su Hijo Jesucristo, pero también salpicó la sangre sobre ti, perdonándote así con su misma vida eterna.

    Visto que, cuando nuestro Padre celestial clavó a su Hijo Jesucristo sobre los huesos secos de Adán y Eva, entonces alzó la casa de Israel del Valle de los huesos secos, clavándolos a todos ellos juntos sobre el madero como una gran familia de sus
    sueños finalmente unida, derramando la sangre reparadora abundantemente sobre ti, para que tengas vida eterna, siempre. Ahora, nuestro Padre celestial tenia que tener a su Hijo Jesucristo clavado a Adán y a Eva junto con los decesos de la casa de
    Israel, del Valle de los huesos secos, porque él era el único con el derecho eterno, de acuerdo al pacto de vida con Abraham, para derramar la sangre reparadora: quitando así todo pecado, maldiciones, enfermedades, pobreza y muerte, perpetuamente.

    Además, mientras Dios mantenía el derecho de derramar la sangre de su Hijo Jesucristo sobre Adán y Eva junto con Israel, yaciendo sobre el Valle de los huesos secos, porque solamente él levantó los huesos secos de la casa muerta de Israel así como
    levantó los de Adán y Eva, entonces él hizo que su Hijo derramase su misma vida eterna sobre ellos. Puesto que, nuestro Padre celestial tenia que derramar la sangre reparadora de su Hijo Jesucristo sobre Adán y Eva junto con los huesos secos de
    Israel en el altar del amor prehistórico, no solamente porque esto fue establecido entre él y Abraham, pero también porque su Hijo tenia que orar, intercediendo continuamente, para perdonar pecados y así resuciten a la vida algún día.

    Aquí es cuando nuestro Hacedor aceptó la oración intercesora de su Hijo Jesucristo por los pecadores, cuando dijo: Padre, perdónalos, porque no soben lo que hacen—y ésta oración tenia que ser hecha en el momento cuando la sangre reparadora se
    derramaba caliente y viva sobre Adán y Eva y junto con los huesos de la casa de Israel, cubriendo así pecados, perpetuamente. Ésta fue una oración, que nuestro Señor Jesucristo no podía decirla antes de ser clavado a los huesos secos de Adán y Eva
    junto con los de Israel o después, pero él tenia que pronunciarla derramando su sangre santísima, derrotando maldades de Satanás y así matando al ángel de la muerte, para que nuestro Padre acepte su oración en perfecta victoria eterna.

    Ésta es quizás la oración intercesora más importante que Jesucristo haya hecho jamás en su existencia en el cielo con nuestro Padre celestial, el Espíritu Santo, las huestes angelicales y en la tierra con Israel y las naciones, igualmente, para que
    el pecado llegue a su fin eterno, para que su vida santa con milagros y bendiciones empiece de lleno por doquier. Por eso, es que cuando quienquiera decide ser bautizado en agua, invocando el nombre santo de nuestro Padre celestial y el de su Hijo
    Jesucristo y del Espíritu Santo, entonces la carne pecadora es desconectada del alma viviente para siempre, retomando instantáneamente de la carne sagrada, clavada a Adán y Eva y a la casa de Israel, alcanzado todo perdón y salvación eterna.

    Además, quienquiera cuando es bautizado en agua en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, entonces ésta persona empieza a caminar en el Camino de Santidad, porque ahora su alma viviente no está vestida de la carne pecadora y del espí
    ritu de error, sino que ahora viste de la carne sagrada y del Espíritu Santo, liberado de Satanás finalmente. Por eso, es que fue importante para nuestro Padre celestial tener a Abraham subiendo a Isaac al monte santo, porque cuando ascendía el Monte
    Sión, descansando sobre el Moriah, entonces él pudo orar como Padre de cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las familias de las naciones, para que él derrame sobre ellos de su amor prehistórico diariamente.

    Por ello, al derramar su amor prehistórico sobre ellos abundantemente que estaban tendidos sobre el altar de madera sobre el Monte Sión, descansando sobre el Moriah, entonces él los estaba cebando para que ardan con él, su Hijo Jesucristo y el Espí
    ritu Santo en un gran fuego que nadie jamás podrá apagarlo, porque el altar está diseñado para arder apasionadamente por ti, perpetuamente. Puesto que, ésta es la salvación que nuestro Padre celestial había preparado en su corazón divino para
    Israel y para las familias de las naciones, que han sido bautizadas en agua en su nombre santo, de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, para que su nuevo reino sea habitado con sus hijos legítimos, renacidos con él en perfecta santidad, para
    siempre.

    Por eso, es que tú necesitas ser bautizado, al instante, porque éste bautismo de agua es lo más grande que jamás te sucederá a ti, a tus amados y hasta tus amistades, porque es únicamente aquí en donde nuestro Padre celestial está listo para
    recibirte en perfecta santidad, en el poder de su nombre bendito, entrando así a su vida prístina, eternamente enriquecido. Y, es aquí, en donde tú descenderás al infierno tormentoso por los poderes maravillosos de su nombre bendito y de su Hijo
    Jesucristo y del Espíritu Santo y, entonces, al tú descender en la santidad de su nombre todopoderoso, milagrosamente tu carne pecadora continuara descendiendo sin parar hasta llegar a su destino final del infierno, pero sin ti, perpetuamente redimido
    por Dios.

    Ya que, sumergiéndote en agua por los poderes de su nombre santo y el de su Hijo Jesucristo y el del Espíritu Santo, entonces la carne pecadora descenderá hasta que finalmente sea desconectada de tu alma viviente con todos sus días malos y de muerte,
    para que seas vestido instantáneamente de la carne sagrada y con sus días benditos: para salvación eterna. Y, es aquí, y en segundos que serás revestido con la perfecta santidad de nuestro Padre celestial, la misma santidad y perfección que él
    personalmente demandó de Abraham a que posea inmediatamente, para que él sea santo y perfecto así como él siempre lo ha sido delante de sus ángeles, para que pueda entrar a la vida eterna: ¡para siempre enriquecido!

    Dado que, es solamente en éste estado espiritual de haber renacido con él y en su imagen santa, para ser santo y perfecto así como él siempre ha sido conocido en la gloria celestial antes sus huestes angelicales, que Abraham empezó a caminar
    confiadamente en el Camino de Santidad, bendiciendo su alma y la de sus hijos hacia toda la eternidad venidera. Por eso, es que nuestro Padre celestial llamó a Abraham a ascender el monte santo de Jerusalén con su hijo Isaac, para que él encienda el
    fuego ardiente del amor prehistórico, descendido del cielo, sobre el altar que lo recibirá con perfecta salvación, pero también a sus hijos y a los hijos de las familias de las naciones gentiles.

    Considerando que, éste es el único camino en que cada uno de los hijos no solamente será bautizado en su nombre bendito y de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, para desgarrarse de la carne pecadora, descendiendo al infierno tormentoso
    perpetuamente maldecido, para renacer finalmente de la carne sagrada para vida eterna, pero también caminar el Camino de Santidad: enteramente justificado. Además, es importante no solamente para Abraham entrar al Camino de Santidad perpetua, vestido
    en la carne sagrada del pacto de vida que nuestro Padre celestial ha acordado honrarlo cada día con Abraham y su familia, pero también es tan sólo aquí, en donde él caminara en persona con cada uno de ellos: siempre guiándolos hacia cada una de sus
    muchas bendiciones.

    Puesto que, éste es el Camino de Santidad que te llevara, después del bautismo en agua y vestido de la carne sagrada a entrar en perfecta bendición en el altar del amor prehistórico, descendido del cielo, ardiendo apasionadamente con el fuego de
    salvación eterna de cada uno, para que sean bautizados en el fuego que jamás será apagado por el enemigo. Ya que, éste es el fuego del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac inicialmente que fue encendido por Abraham, cuando él estaba
    listo para sacrificar a su único hijo Isaac, derramando así la sangre reparadora sobre el leño, algo que solamente nuestro Padre celestial poseía el derecho legal para llevarlo acabo, regando así vida eterna y bendición por todo Israel,
    perpetuamente.

    Nuestro Padre celestial era el único que tenia todo el derecho legal de herir a su Hijo Jesucristo sobre el madero de Adán y Eva junto con la casa de Israel tendida ya en el Valle de los huesos secos, desconectados por completo de la carne pecadora,
    por lo tanto, necesitaban ser vestidos de perfecta santidad: obteniendo así eterna salvación por fin. Ciertamente, esto era algo que nuestro Padre celestial podía hacer sobre el Monte Sión con su Hijo Jesucristo, Adán, Eva y todo Israel,
    desconectado completamente de la carne pecadora, para recibir la carne sagrada de perfecta santidad del Cordero que quita el pecado del mundo—por ello, Dios clamó desde el cielo para que Abraham no hiera la carne del pacto, Isaac.

    Nuestro Padre celestial le dijo a Abraham directamente de su lugar secreto de la gloria celestial y, otra vez, le hablaba por medio de su Hijo Jesucristo, diciéndole: No hieras al muchacho—ordenándole—con mucho amor en sus palabras, porque ahora
    conozco que nunca me lo negaras, al que amas mucho desde el día que lo recibiste de mí, le afirmaba. Ya que, tú has hecho esto por mí con amor, y sin negarme a tu único hijo Isaac que has amado mucho a través de los años hasta hoy, entonces yo te
    enrequeciré como jamás lo pensaste posible de que serias bendecido grandemente en esta vida y en la venidera la vida eterna con todos los tuyos que también amas para siempre.

    Y, es aquí, en donde Abraham renació de la imagen santísima de nuestro Padre celestial, para que él llegue a ser perfectamente santo así como nuestro Padre siempre lo ha sido ante las huestes angelicales, para que él no solamente herede el
    privilegio de ser bautizado en agua, pero también bautizado del fuego del amor prehistórico, descendido del cielo, para salvación eterna. Por eso, es que nuestro Padre celestial después de haber renacido con él y en su imagen, para que él venga a
    ser perfectamente santo, enseñándonos así de que Abraham renació en su carácter y atributos divinos personales, para llegar a ser su hijo legitimo junto con todos sus hijos siguiendo sus pasos y Camino de Santidad hacia toda vida eterna.

    Por eso, es que nuestro Padre celestial le dijo a Abraham: Ahora yo sé que mandaras a tus hijos a que caminen por el Camino de Santidad en la tierra cada día de sus vidas y en la gloria venidera de La Nueva Jerusalén celestial para siempre, porque
    ellos también están llamados a caminar en santidad, bendecidos grandemente hacia toda gloria venidera. Por esta razón, es muy importante para cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las familias de las naciones, ser bautizado en agua, antes
    hoy que mañana, en su nombre bendito, de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo y así cumplir con toda verdad y justicia ante nuestro Padre celestial que está en el cielo.

    Considerando que, éste es el único camino posible en donde nuestro Padre celestial renacerá con nosotros, heredando así su perfecta santidad que estamos requeridos poseer de las tierras santas del cielo así como el paraíso, La Nueva Jerusalén
    celestial y el reino angelical, para ser admitidos a la vida eterna, perpetuamente bendecidos, y sólo por medio del bautismo en la carne sagrada. Esto nos dice, que la misma perfecta santidad que nuestro Padre celestial requiere de cada uno de nosotros
    poseer perpetuamente, empezando por Abraham, entonces las tierras del cielo también nos las están requiriendo de nosotros poseerla abundantemente, para poder ser permitidos acceder a la vida eterna, porque sólo en esta santidad veremos la vida hoy en
    día y hacia toda la eternidad.

    Visto que, hemos sido llamados divinamente por nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo para ser bautizados en agua, invocando sus nombres benditos individualmente, y por sus santidades perfectas entonces nosotros escaparemos de
    la carne pecadora, entrando así a la carne sagrada, poseyendo perpetuamente toda santidad perfecta para vivir en el cielo al fin, eternamente enriquecido hacia toda gloria venidera. Por esta razón, nuestro Padre celestial ha hecho el bautismo de agua
    parte de nuestro diario vivir, porque únicamente por medio del bautismo de agua nosotros escaparemos de la carne pecadora, descendiendo al infierno tormentoso y perpetuamente condenado, pero también escaparemos de los días terribles de Satanás cuando
    viene a atacarnos: robándonos, matándonos y destruyéndonos sin misericordia alguna y con gran impiedad.

    En estos días, ésta es la única manera posible en que nosotros podremos escapar de los días terribles, preparados por Satanás en la carne pecadora, que ha comido del fruto prohibido del árbol de la ciencia del bien y del mal, para que todos
    nosotros vivamos liberados en la carne sagrada, para comer y beber siempre de su Hijo Jesucristo. Ya que, es únicamente nuestro Señor Jesucristo quien a preparado la comida y bebida como el pan de vida junto con la copa de vino, que es su sangre
    reparadora derramada sobre Adán y Eva junto con los huesos secos de la casa de Israel, para que reciban vida eterna instantáneamente y así ascender a la gloria celestial, ¡perpetuamente bendecidos!

    Por eso, es que nuestro Padre celestial llamó desde el comienzo a Adán y a Eva a sentarse con él a la Mesa del SEÑOR para comer del pan y vino, que su Hijo Jesucristo prepara diariamente no solamente para los ángeles, porque es su comida divina que
    los hace radiar con gloria perfecta siempre, pero también a la humanidad bautizada en agua. En otras palabras, cuando nuestro Padre celestial dijo, descendamos a la tierra para formar al hombre en nuestra imagen para que viva conforme a nuestra
    semejanza, entonces esto nos dice que dio a luz a Adán y a todos sus hijos, empezando por Eva, para que ellos coman de su gloria y de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, para vivir perpetuamente enriquecidos.

    Visto que, nuestro Padre celestial estaba listo para crear a su nuevo reino celestial, pero éste será nacido no solamente de la tierra, pero principalmente de su propia alma santísima, su imagen gloriosa, su perfección pura, su grandeza insondable,
    sus poderes inmensos y glorias sin fin—el reino de sus hijos legítimos, complaciendo así toda verdad y justicia hacia toda la eternidad celestial. Además, nuestro Padre celestial no solamente necesitaba crear este nuevo reino no tanto de ángeles,
    porque él ya tiene muchos de ellos, pero, esta vez, seria de pueblos renacidos directamente de su imagen para vivir conforme a la semejanza de la carne sagrada de su Hijo Jesucristo—pero, Satanás siempre listo para atacar su Plan de Salvación y de
    glorias por conquistar postreramente.

    Es decir, que Lucifer, ya que fallaba siempre en acercarse a Adán para engañarlo con sus maldades así como hizo con los ángeles caídos, pero, por medio de la serpiente, amiga de Eva, entonces puso sus palabras de maldades en su corazón para engañ
    arlos a ambos Adán y Eva junto con sus hijos, creando así un nuevo reino de tinieblas. Hasta cierto grado, Lucifer fue exitoso, porque Adán recibió la mentira que Eva creyó de la serpiente, causando así que la carne sagrada dada a él, Eva y a los
    hijos sea contaminada con el fruto prohibido, para que el nuevo reino de nuestro Padre celestial llegue a nada, y su reino de tinieblas empiece a crecer en descontroladas maldades por doquier.

    El nuevo reino que nuestro Padre celestial había empezado con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo, cuando Adán y Eva nacieron de su imagen y alma viviente, había sido parado bruscamente, por la presencia inesperada del fruto prohibido, que lo
    separaba a él de Adán y de los hijos y así su reino de perfecta santidad moría sin salvación alguna. Por todo ello, nuestro Padre celestial estaba devastado al ver a Adán y a Eva contaminados con el fruto prohibido que él ya no podía acercarse a
    ellos libremente como antes, porque ahora la carne sagrada que él personalmente los había vestido de ella, incluyendo a los hijos por nacer, estaba salpicada con mentira, la carne pecadora que él odia para siempre.

    Por eso, es que nuestro Padre celestial, en su perfecto amor por Adán y sus hijos, entonces pronunció juicios en contra de la carne pecadora y jamás hacia sus almas vivientes y de sus hijos, que habían nacido perfectos de su imagen y alma viviente,
    para vivir en la carne sagrada de su Hijo Jesucristo, complaciendo así toda verdad y justicia, perpetuamente. Además, nuestro Padre celestial les aseguró a ambos de que tenían que descender a la tierra, después de haberle desobedecido en su palabra
    bendita, al comer del fruto prohibido, de que él mismo les había avisado, de que cuando coman de él, entonces ambos morirían—enseñándonos así, de que ambos murieron para regresar al polvo junto con sus hijos aún por nacer.

    Desdichadamente, Adán y Eva tenían que regresar al polvo, y esto es el infierno tormentoso, porque éste es el lugar en donde el polvo de la muerte descansa perpetuamente, en donde el gusano come de la carne pecadora en abundancia para tornarlo todo en
    polvo al secarse, después de haber pasado por su sistema digestivo y así jamás volver a la vida. Aunque, el juicio de nuestro Padre celestial hacia Adán y sus hijos fue duro, porque todos habían sido contaminados con la carne pecadora, después que
    Eva les dio de comer del fruto prohibido, instantáneamente, el juicio final de Dios fue ejecutado en perfecto amor y misericordia para regresar a él algún día: pero vestidos con la carne sagrada, para vivir eternamente justificados.

    Además, nuestro Padre celestial los había regresado al polvo de la muerte, por medio de la muerte (natural o accidental) o bautismo de agua, invocando su nombre todopoderoso y el de su Hijo Jesucristo y el del Espíritu Santo, porque sumergiéndose en
    agua al invocar su nombre bendito, inmediatamente con perfecta santidad todos pueden ser limpios de la carne pecadora y muerte, para siempre. Es decir, que si mueren sin ser bautizados en agua invocando la perfecta santidad del nombre bendito y de su
    Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, entonces, en el día de sus muertes, descenderán al infierno tormentoso para ser la comida de los gusanos, que los tornaran en polvo, después de haber comido sus carnes pecadoras, cumpliendo así el juicio de Dios.

    No obstante, si ellos mismos comen hoy del pan de su Hijo Jesucristo, servido diariamente sobre la Mesa del SEÑOR, y éste es el pan de la carne sagrada junto con la copa de vino, que es la sangre reparadora, además se bautizan en agua, invocando su
    nombre bendito, de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, instantáneamente se desconectaran del infierno, perpetuamente. Todos ellos serán desconectados del infierno tormentoso al ser bautizados en agua, porque la perfecta santidad de su nombre
    todopoderoso y de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo juntos hará que la carne pecadora y con los días malos y de muerte desciendan al infierno tormentoso, hacia donde sus almas pecadoras están supuestas a vivir la eternidad, para siempre
    perdidos.

    Ese es el poder del bautismo, te desconecta de la carne pecadora, invocando la perfecta santidad de su nombre bendito y de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, y así, instantáneamente, recibirás la carne sagrada, cumpliendo con toda verdad y
    justicia en la tierra prometida y en el reino angelical, desde donde el altar del amor prehistórico arde apasionadamente por ti, siempre. Éste es el momento, cuando tú te desconectaras de Satanás y del infierno, para nunca más descender hacia él y
    sus días de gran tormento, porque tú habrás renacido en la perfecta santidad de su nombre bendito y de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo: viviendo así al fin la vida que te ama, bendiciéndote siempre hacia riquezas inagotables y asombrosas.

    Aquí es cuando empezaras a vivir con la carne sagrada, que nuestro Padre celestial ya la ha establecido en un pacto de vida eterna con Abraham y su familia junto con las familias de las naciones, porque ésta es la carne sagrada de su Hijo Jesucristo,
    levantándose contigo siempre hacia toda gloria, bendiciéndote diariamente con todo bien y misericordia hacia la eternidad. Y, es aquí, únicamente, en donde nuestro Padre celestial te dirá, abriendo las ventanas de los cielos y mirándote a ti: Éste
    es mi hijo amado en quien tengo complacencia—y él dirá éstas palabras de su corazón santísimo, porque habrás renacido de la carne pecadora hacia la carne sagrada, cumpliendo con toda verdad y justicia por toda su Creación, perpetuamente.

    Ésta es la carne sagrada que te vestirá para que camines por el Camino de Santidad, además abre las ventanas del cielo para que nuestro Padre celestial derrame bendiciones sobre ti y los tuyos, incluyendo a tus amistades por doquiera, porque por donde
    la casa de Israel ha estado por toda la tierra: Bendiciones han llovido abundantemente, bendiciendo a muchos perpetuamente. Hoy, nuestro Padre celestial te bendecirá, seas hebreo o gentil, él te bendecirá con bendiciones que bendijo a los del pasado,
    porque él te necesita bautizado en agua y en la perfecta santidad de su nombre bendito, de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, para que vivas al fin la vida de la carne sagrada que le agrada a él siempre.

    La carne sagrada de su Hijo Jesucristo que ha destruido toda mentira, maldición, enfermedad, problema, pobreza y muerte de Satanás y el infierno abominable, tinieblas que siempre están clamando por la carne pecadora que descienda ya a su tormento,
    porque sus gusanos están hambrientos por toda ella y sedientos por la sangre enferma, para que mueras y no veas la vida jamás. Sin embargo, en las tierras celestiales por todas partes están deseando también que tú estés ya caminando sobre sus
    cielos, porque te quieren ver renacido de la carne sagrada y lleno de la sangre reparadora, dándote vida y muchos días eternos del cielo, para que gocen de tu carne sagrada y de la sangre reparadora que te bendice con salud eterna, progresivamente.

    Esto es correcto. Las tierras como el paraíso, el reino angelical, la Nueva Jerusalén celestial junto con muchos lugares celestiales, dado que el reino de nuestro Padre celestial es inmenso, que están deseando que subas ya a caminar por sus lugares
    santísimos, pero renacido del Espíritu Santo, dejando atrás la carne pecadora, conociendo sólo la carne sagrada que complace con toda verdad y justicia siempre. Ciertamente, nuestro Padre celestial te puso sobre la tierra (con abundante agua), porque
    es aquí en donde tú regresaras al polvo de la muerte, pero también, es aquí en donde tú puedes desconectarte de la carne pecadora con sus días malos que te llevan al infierno, para que escapes al fin en la carne sagrada hacia la vida eterna, ¡
    bautizado en agua!

    Considerando que, tú puedes bautizarte en la tina de tu casa y llena de agua, y en perfecta santidad de su nombre bendito y de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo: así desconectas tu alma viviente del pecado, maldición, rebelión, enfermedad,
    pobreza y del infierno, recibiendo, instantáneamente, la carne sagrada que bendice tu vida aunque vivas todavía en el mundo. Ésta es la vida maravillosa que nuestro Padre celestial te entregó, pero tú tienes que empezar a caminar por el Camino de
    Santidad que también te entregó ya, escondido, como siempre, en el bautismo de agua así como tiene escondido de la carne pecadora en Jerusalén el altar del amor prehistórico, para que entres en él—y sólo—por el bautismo en agua.

    Éste bautismo, ya sea en la tina de tu casa, piscina, río o playa, es llamado “las aguas abundantes de Judá”, en donde tú te sumergirás en su nombre de perfecta santidad y de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, para que camines por el
    Camino de Santidad, poniéndote en el altar del amor prehistórico escondido en Jerusalén, bendiciéndote así siempre. Bautismo de agua es el único camino posible hacia el altar del amor prehistórico, en donde nuestro Padre celestial se encontrara
    contigo en persona, porque tú tienes que renacer de su imagen santa y así recibas su perfecta santidad que te lleva por el Camino de Santidad hacia el altar del amor prehistórico, para que seas bautizado diariamente de su amor eterno.

    Aquí es donde tú serás lleno con el amor prehistórico, descendió del cielo con Isaac (su Hijo Jesucristo), no solamente para salvar a Abraham y a Sarah junto con todo su hogar, pero también a ti en nuestros días, para que escapes de la carne
    pecadora para vivir en la carne sagrada perpetuamente, pero sólo posible por el bautismo en agua. Presentemente, nuestro Padre celestial está alegre con su Hijo y el Espíritu Santo, porque tú cumples con toda verdad y justicia, sumergido en aguas
    abundantes, invocando así la santidad perfecta de su nombre todopoderoso, escapando del pecado, maldiciones, enfermedades, pobreza y muerte, y así entras en la carne sagrada instantáneamente a vivir sus días benditos, perpetuamente enriquecido:
    porque ya eres su hijo legitimo.

    Ciertamente, nuestro Padre celestial llamó a Abraham al Monte Sión que es su casa, porque éste es el altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac, recibiendo a Adán y a Eva clavados al Santo de Israel y a la casa de Israel,
    ascendiendo del Valle de los huesos secos, para que la sangre reparadora con su oración salvadora te salve hoy. Ésta es la gran obra de nuestro Padre celestial de salvación, salvando a Adán y a Eva, pero también a todo Israel del Valle de los huesos
    secos, derramando la sangre reparadora de su Hijo Jesucristo y clavados con perfección y santidad de salvación victoriosa: para que la ciudad de oro y de piedras preciosas brille con la felicidad de sus hijos, perpetuamente. ¡Amén!

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