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Sábado, 23 de Noviembre, 2019 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica
(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo
Israel antiguo bebió de la roca: agua viva, satisfaciendo la sed de la humanidad entera por su amor de familia:
Amorosamente: Nuestro Padre celestial necesitaba satisfacer la sed de sus hijos de las familias de las naciones que habÃan descendido al infierno tormentoso, porque ellos fallaron en conocer su santo nombre fuego y sus palabras de vida, nacidas
naturalmente de su corazón santÃsimo, queriendo abrazarlos a todos ellos, perdonándoles sus pecados y seguidamente vean la vida nuevamente, para siempre. Sin embargo, nuestro Padre celestial a nadie tenia que lo ayudase de todas las familias de las
naciones, para que valle con Él, con su Hijo Jesucristo y con su EspÃritu Santo a satisfacer la sed de sus hijos, que habÃan muerto sin conocer su santo nombre fuego, para que ellos sean bautizados en agua, invocándolo, salvándose asà para siempre.
Cordialmente, nuestro Padre celestial buscaba por toda la tierra a alguien dispuesto a ir con Él y con su obra tremenda de su corazón santÃsimo, y que la única manera en que Él podÃa empezar a ayudar a sus hijos, satisfaciendo su sed, era allegá
ndose a ellos inmediatamente, pero con su roca de salvación: porque con ella, Él puede satisfacer su sed instantáneamente. A tiempo, nuestro Padre celestial encontró a Abraham con su esposa Sarah y su vientre estéril, por ello, no podÃa dar a luz a
sus hijos y tener su familia, por ende, ellos necesitaban ayuda del cielo arriba para resolver su problema, ya que no veÃan a nadie que pudiese ayudarlos, y hasta que fueron llamados a abandonar a sus parientes, amistades y tierras.
Aquà es cuando, nuestro Padre celestial finalmente encontró a Abraham de entre todas las familias de las naciones, ayudándolo a llegar a sus hijos, llamándole a Él que les entregue sus misericordias que necesitaban, porque ellos estaban muriendo de
sed por un vaso de agua, y nadie podÃa ayudarles a obtener esta agua que necesitaban. Por cierto: Nuestro Padre celestial le entregó a Abraham su roca de salvación para que sacrifique tres corderos, separándolos por sus mitades uno contra el otro y
con dos aves sin cortar, salpicados con sangre expiatoria, porque Él iba hacia sus hijos debajo del desierto del SinaÃ, saciando su sed por sus aguas vivas, para que no vuelvan a tener sed jamás.
Aquà es cuando, Abraham pudo conducir sus tres sacrificios sobre la roca de salvación junto con dos aves sin cortar, salpicadas con sangre expiatoria, que realmente le complacÃa a nuestro Padre celestial, porque Él prometió regresar a él (Abraham)
al fin del dÃa, haciéndolo asà con su antorcha de fuego, que era su santo nombre fuego junto con sus hijos prometidos por nacer. Esta es la antorcha, que las manos de nuestro Padre celestial traÃan con su santo nombre fuego junto con los hijos
prometidos por nacer en generaciones futuras, incontables como las estrellas del cielo arriba, prometidos a Abraham inicialmente que nacerÃan de su esposa Sarah, empezando con Isaac, y este es su Hijo Jesucristo naciendo junto con el EspÃritu Santo en
el mundo.
Definitivamente, nuestro Padre celestial necesitaba a su Hijo Jesucristo nacido, por poderes del EspÃritu Santo, como Isaac, porque Él deseaba vivir su vida eterna con su amigo Abraham junto con su esposa Sarah y sus hijos adoptados, comprados por
dinero de extranjeros, y asÃ, él proveerles amor de familia para que crezcan en el temor del SEÑOR de la gloria celestial. Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba vivir su vida eterna en la tierra con Abraham y su familia—una familia
comprada con dinero—porque su esposa Sarah era estéril de su vientre, por ende, imposible que diese a luz a sus hijos que Abraham deseaba tener, sin embargo, en su corazón santÃsimo, el Padre tenia todos los hijos que él deseaba tener, empezando
con Isaac.
Nuestro Padre celestial regresó a Abraham con su antorcha encendida en sus manos, como el madero antiguo del monte santo de Jerusalén, levantando su santo nombre fuego con sus hijos prometidos, naciendo para Abraham del vientre estéril de Sarah, con
la carne sagrada y la sangre expiatoria, y asÃ, Él expiar, juzgar y perdonar pecados del mundo con sus hijos directamente desde del madero. Legalmente, nuestro Padre celestial empezó a expiar, juzgar y perdonar los pecados de las familias de las
naciones del pasado, del presente y del futuro con los hijos prometidos a Abraham por vivir en generaciones futuras: y asÃ, Él finalmente tener a su Hijo Jesucristo naciendo del vientre virgen de la hija de David, en Canaán, destruyendo asà el pecado
al fin, para siempre.
Visto que, nuestro Padre celestial necesitaba destruir todo pecado junto con Satanás y la muerte con sus ángeles caÃdos del infierno tormentoso en un dÃa, cuando su Hijo Jesucristo habÃa ya vivido su vida eterna, derrotada en Eva en el paraÃso,
pero ahora, victoriosa sobre Satanás, la muerte y el pecado del infierno, y asÃ, sus hijos vivan nuevamente en ese mismo dÃa. Visto que, nuestro Padre celestial habÃa vivido ya con su Hijo Jesucristo nacido como Isaac junto con su EspÃritu Santo en
el hogar de Abraham, entonces, Él entendió divinamente, que Él mismo vivirÃa su misma vida eterna con sus hijos prometidos a Abraham, pero igualmente, con las familias de las naciones, y asÃ, ellos regresen a vivir nuevamente con Él en su nueva
tierra.
Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba convertirlos a todos ellos en una gran familia de naciones, aprendiendo a amar, servir y alabar su santo nombre fuego sobre el monte Sion, seguidamente, Él empezarlo todo con los hijos nacidos a Abraham del
vientre estéril de Sarah, empezando con Isaac, y asÃ, Él llenar la tierra de su carne sagrada cien por cien del EspÃritu Santo. Legalmente, estos son hijos de Abraham, naciendo después de Isaac con la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la
sangre expiatoria por nacer en Canaán del vientre virgen de la hija de David, y asÃ, el MesÃas viva su vida eterna, derrotada en Eva en el paraÃso por la serpiente, pero ahora, lista para derrotar a la muerte con las serpientes de bronce.
Esta victoria cananea en contra de Satanás fue muy importante para nuestro Padre celestial, para tener a los hijos de Abraham renaciendo, como el árbol de la vida sobre el monte santo de Jerusalén con su santo nombre fuego junto con Hijo Jesucristo,
clavado a ellos, como la antorcha inicial ardiendo con la sangre expiatoria, removiendo el pecado del mundo entero en un dÃa. Ahora, para que esto sea posible entonces nuestro Padre celestial no solamente tenia que vivir su vida eterna con su Hijo
Jesucristo, nacido del vientre estéril de Sarah, como Isaac, por el EspÃritu Santo, pero igualmente, Él tenia que regresar a la gloria angelical con su vida eterna vivida ya con Abraham y con sus hijos, compartiéndola con sus huestes angelicales
eternamente.
Por cuanto, nuestro Padre celestial necesitaba saber, cuán glorioso seria, si Él no solamente la introduce a sus huestes angelicales, pero igualmente, Él necesitaba experimentar, saber, conocer la reacción angelical, y Él encontró, que su vida
eterna, vivida con Abraham y con sus hijos adoptados en la tierra, es compatible con la vida angelical, decidiendo asÃ: Él quedarse con ella por una eternidad entera. Aquà es cuando, nuestro Padre celestial llamó a Abraham al monte santo de Jerusalé
n, descansando sobre el Moriah, ofreciendo a su único hijo amado Isaac, como una ofrenda encendida hacia Él en la gloria angelical: porque Él necesitaba los aromas de su vida eterna, que Él mismo habÃa vivido con la familia de Abraham, saturando al
reino angelical con glorias nunca antes vistas por ellos.
Visto que, nuestro Padre celestial necesitaba levantar a su Hijo Jesucristo nacido como Isaac, en el hogar de Abraham, por el EspÃritu Santo, finalmente sobre el monte santo de Jerusalén, descansando sobre el Moriah, y asÃ, Él derramar su corazón
santÃsimo roto y afligido por sus hijos, clamando a Él desde el infierno, muertos por no haber conocido la salvación perfecta de su nombre. Aquà es cuando, nuestro Padre celestial que habÃa tenido a su Hijo Jesucristo nacido como Isaac finalmente
levantado por Abraham al monte santo de Jerusalén, descansando sobre el Moriah, porque Él tenÃa que fluir en él, como su naturaleza divina, convirtiéndolo a él en uno con Él eternamente: porque Él mismo fluyendo por el cuerpo de Abraham, entonces,
se hicieron uno, declarándolo asà SantÃsimo finalmente.
Dado que, Abraham habÃa vivido ya con su hijo Isaac, como Hijo de nuestro Padre celestial, Jesucristo, nacido por el EspÃritu Santo, y asÃ, Abraham junto con sus hijos se vistan de su carne sagrada, nacida cien por cien del EspÃritu Santo, entonces, Ã
©l no solamente ascendió vestido de la carne sagrada, pero igualmente, hablo con nuestro Padre celestial, declarándolo a él SantÃsimo perpetuamente. Considerando que, nuestro Padre celestial necesitaba declarar a Abraham santÃsimo en su presencia
santÃsima, porque él no solamente habÃa vivido con su Hijo Jesucristo nacido como Isaac en su familia, por poderes del EspÃritu Santo, pero igualmente, él se habÃa convirtió en uno con su hijo único: por ello, él fue llenado del amor infalible
de la roca, jamás tocada por el pecado.
Efectivamente, cuando Abraham ascendió al monte Sion, descansando sobre el Moriah, entonces, él fue llenado del amor infalible de la roca, que es el perfecto amor de nuestro Padre celestial, amando a su Hijo Jesucristo y a su EspÃritu Santo, como su
familia divina de la gloria angelical, por ello, Él estaba listo para amar a la humanidad entera toda una vida entera. Por eso, nuestro Padre celestial conocÃa a Abraham, una vez que él habÃa ascendido con su único hijo Isaac al monte Sion,
descansando en el Moriah, entonces, Él lo declaró a él SantÃsimo, vistiendo de la carne sagrada de su Hijo Jesucristo, nacido para él como Isaac su único hijo amado, creyendo en sus palabras de vida, nacidas naturalmente de su corazón santÃsimo.
Realmente, una vez que nuestro Padre celestial declaró a Abraham justo en su santa presencia, entonces, esto significa, que él vestÃa de la carne sagrada, los huesos inquebrantables y de la sangre expiatoria, llena de su vida eterna, en donde él
tenia que ser declarado santo junto con sus hijos prometidos viviendo en generaciones venideras—pero, ellos tienen que bautizarse para vivir enriquecidos, siempre. Abraham fue bautizado con su hijo Isaac, viviendo con él junto con nuestro Padre
celestial y su vida eterna y poderes cotidianos del EspÃritu Santo, bendiciéndolo todo alrededor de él y sus hijos en su hogar y propiedades: por ende, su naturaleza divina fluyó poderosamente y hasta que fueron declarados santos, convirtiéndose
todos ellos asà en bendición para otros, siempre.
Esto fue algo que nuestro Padre celestial tenÃa que hacerlo asà con Abraham, porque él iba a ser padre de Israel, pero igualmente, de muchas naciones por generaciones venideras, considerando que cada uno bautizado en agua, invocando su santo nombre
fuego, instantáneamente recibe la carne sagrada de Isaac y la sangre expiatoria llena de vida eterna y de riquezas insondables de Canaán. Luego, cuando Abraham ascendió con Isaac al monte santo de Jerusalén, descansando sobre el Moriah, entonces, él
fue aceptado por nuestro Padre celestial, ya que él estaba listo para ofrecer a su hijo Isaac que habÃa aprendido a amar con todo su corazón por años, por consiguiente, su corazón rebozaba de su naturaleza divina y preparada estaba para ser
declarado justo para siempre.
Definitivamente, nuestro Padre celestial le habÃa confiado a Abraham y a su familia a su Hijo Jesucristo nacido como Isaac del vientre estéril de Sarah, por el EspÃritu Santo, entonces, Él estaba listo para confiarle a él junto con sus hijos
prometidos viviendo por generaciones futuras el deseo de su amor infalible de su corazón santÃsimo, y asÃ, ellos le amen, le sirvan y confÃen en Él, siempre. Esto significa que nuestro Padre celestial espera de cada hijo suyo, renacer del bautismo
en agua, invocando la perfecta santidad de su santo nombre fuego, que es: el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacobo (el EspÃritu Santo), y asÃ, ellos asciendan sobre el monte santo de Jerusalén para ser declarados santos, asà como
Abraham inicialmente.
Por eso, es que fue importante para nuestro Padre celestial tener a Isaac yaciendo sobre el madero del monte santo de Jerusalén, descansando sobre el Moriah, porque Él necesitaba declarar santo no solamente a Abraham y a sus hijos prometidos viviendo
en generaciones futuras, pero igualmente, declarar a las familias de las naciones santÃsimas también, y asÃ, ellas vean vida nuevamente pronto. En otras palabras, con el Juramento a Isaac, que nuestro Padre celestial habÃa derramado sobre su Hijo
Jesucristo como Isaac yaciendo sobre el madero del monte santo de Jerusalén, descansando sobre el Moriah, entonces, fue no solamente para declarar a Abraham santo, creyendo en su palabra viva, nacida naturalmente de su corazón santÃsimo, pero
igualmente, declarar a cada familia de las naciones santas eternamente.
Ya que, nuestro Padre celestial necesita llenar su nueva tierra, como su nuevo reino, lleno de su amor infalible, emanando de la roca de salvación, que es su amor divino, en que Él siempre ha amado a su Hijo Jesucristo y a su EspÃritu Santo por todo
el reino angelical, sin jamás ser tocado su amor por el pecado en toda la eternidad. Realmente, la nueva tierra de nuestro Padre celestial necesitaba vida en el corazón de la tierra, y Él necesitaba llegar a ahà con los hijos de Abraham, cargando con
ellos la roca de salvación y los tres carneros con sus mitades opuestas una a otra junto con dos aves sin cortar: ejecutados por Abraham, salpicados con sangre expiatoria, y asÃ, conquistar a Canaán finalmente.
Legalmente, sin su corazón santÃsimo instalado en el de la tierra, como el de su pecho santÃsimo, entonces, Él no solamente harÃa renacer a sus hijos en él, pero igualmente, a su Hijo Jesucristo de la hija de David con la carne sagrada y la sangre
expiatoria, y asÃ, Él destruir a Satanás, la muerte y los ángeles caÃdos, conquistando a Canaán con riquezas asombrosas postreramente. Verdaderamente, nuestro Padre celestial necesitaba conquistar el corazón de la tierra, descendiendo con los
hijos de Abraham y la roca de salvación con tres sacrificios y sus mitades opuestas una a otra, y dos aves sin cortar, y asÃ, Él instalar su mismo corazón santÃsimo debajo de Canaán, alabando su santo nombre fuego con sus hijos desde allÃ, gozando
riquezas insondables por siempre.
Por eso, es que fue importante para nuestro Padre celestial derramar, desde su corazón santÃsimo, sus palabras de vida sobre la carne sagrada de Isaac, que no solamente habÃa creado una nueva tierra desde el corazón de la tierra vieja, pero
igualmente, Él logró: llenarlo con riquezas asombrosas jamás tocadas por el pecado junto con glorias, que los ángeles anhelan verlas pronto. Entendiendo que, nuestro Padre celestial necesitaba enriquecer Canaán, escogida no solamente para que sus
hijos nazcan del vientre estéril de Sarah, por el EspÃritu Santo, amándolo, sirviéndolo y alabándolo a Él y su santo nombre sobre el monte Sion, pero igualmente, Él mismo enriquecer a Canaán con riquezas insondables, glorias y honores para una
eternidad entera, y en su descender final, ser eternamente honrado.
Estas son riquezas que no solamente vestirán a Israel con grandes glorias y honores para vivir en la vida de nuestro Padre celestial, recibida, por inicio, por el Juramento a Isaac, pero igualmente, Israel necesita ser enriquecido grandemente para
recibirlo a Él en su descender final a su dulce hogar, en Canaán, para vivir con sus hijos: amándolo, bendiciéndolo y honorándolo por siempre. Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba su corazón santÃsimo en el de la tierra vieja, empezando
asà su nueva tierra, pero igualmente, manifestar amor, servicio, gloria y honor a su santo nombre fuego sobre el monte Sion en los corazones de sus hijos de Israel y de las naciones, sintiendo asà vida y prosperidad del amor infalible de su corazón
santÃsimo hacia ellos perpetuamente.
Definitivamente, fue importante para nuestro Padre celestial derramar de su perfecta voluntad, desde su corazón santÃsimo, como el Juramento a Isaac, dándole asà vida a sus hijos y a su nueva tierra desde el corazón de la tierra, pero igualmente,
cada Sábado: Él descender con todo Israel antiguo a él, para que apropiadamente se ame, sirva y alabe su santo nombre fuego sobre el monte Sion. Legalmente, nuestro Padre celestial necesitaba su santo nombre fuego: amado, servido y alabado sobre el
monte santo de Jerusalén, en Canaán, estableciéndolo sobre él perpetuamente, clavado al madero de Israel antiguo, como el árbol de la humanidad entera, integradas las naciones a la casa de Israel: Israel que necesitaba abandonar el infierno con
ellos, viendo vida nuevamente en su nueva tierra, eternamente justificados.
Por cuanto, nuestro Padre celestial ya tenia a Israel antiguo del Valle de los huesos secos, regresando a vivir nuevamente en el Tercer DÃa, con su Hijo Jesucristo, clavado a ellos, como el madero sobre el monte Sion, escapando asà de la muerte para
celebrar cada Sábado y dÃas festivos del año con Él, y hasta que finalmente Él mismo descienda a Canaán postreramente. Legalmente, nuestro Padre celestial necesita, por inicio, en el Sábado a cada Israelà hombre, mujer, niño y niña del pasado,
del presente y del futuro, descendiendo con Él junto con su Hijo Jesucristo y con el EspÃritu Santo para amar, servir y alabar apropiadamente su santo nombre fuego desde debajo de Canaán, preparándose asà Él para su descender final a su dulce hogar.
Dado que, nuestro Padre celestial trabaja continuamente con su Hijo Jesucristo, con su EspÃritu Santo y con todo Israel desde debajo de Canaán, y ellos tienen que regresar todos juntos cada Sábado para amar, servir y adorar apropiadamente su santo
nombre fuego sobre el monte Sion, porque haciéndolo asÃ, entonces las familias de naciones antiguas serán levantadas del infierno tormentoso a vivir nuevamente pronto. Legalmente, nuestro Padre celestial, esclavizó a Israel antiguo en Egipto por
cuatrocientos años, recogiendo pecados del mundo entero, abandonándolos luego en el Mar Rojo, invocando su santo nombre, para expiar, juzgar y cubrirlos con sangres expiatorias de carneros en el Lugar SantÃsimo por el desierto del SinaÃ, como el
infierno tormentoso, y asÃ, su mismo santo nombre levantarlos con clavos, serpientes de bronce: salvándolos postreramente.
En la medida que, nuestro Padre celestial realmente necesitaba a Israel antiguo con los pecados, acumulados de las familias de las naciones del pasado, del presente y del futuro con poderes del Juramento a Isaac, porque ellos necesitaban vestir de la
carne sagrada que es cien por cien del EspÃritu Santo, nacida del vientre estéril de Sarah, y asÃ, ellos sean sus sacerdotes siempre. Dado que, esta es carne sagrada, que nuestro Padre celestial necesitaba no solamente en el cautiverio egipcio por
siglos, recogiendo pecados de las naciones, llevándolos luego al bautismo del Mar Rojo, invocando: al Dios de Abraham, al Dios de Isaac y al Dios de Jacobo, pero igualmente, Él necesitaba que la carne sagrada camine extremadamente sedienta por el
desierto del SinaÃ, como en el infierno.
Visto que, toda la casa de Israel necesitaba beber de las aguas amargas de Marah, primeramente, endulzándolas ellos mismos, como el árbol que nuestro Padre celestial le trajo a Abraham inicialmente, cuando él habÃa sacrificado ya tres carneros con
dos palominos sin cortar sobre la roca de salvación, y asÃ, Él endulzar las aguas amargas, bebiéndolas todo Israel finalmente en su presencia. Entendiendo que, el árbol que nuestro Padre celestial le mostró a Moisés, tirándolo a las aguas amargas
de Marah, que habÃa descendido del monte santo de Jerusalén, en Canaán, endulzándolas asà instantáneamente: aguas que las familias de las naciones habÃan bebido en vida, haciendo que ellos desciendan al infierno tormentoso, por ende, ahora ellos
necesitaban beber de la roca de salvación, para ser levantadas.
Por eso, Israel antiguo bebió de las aguas amargas de Marah, endulzadas por el árbol con su santo nombre fuego, clavado a él, como la antorcha que nuestro Padre celestial llevó hacia los tres sacrificios de Abraham sobre la roca de salvación, y asÃ,
sus hijos prometidos viviendo en generaciones venideras, beban de ella siempre, endulzando asà las familias de las naciones eventualmente. Es decir, también cuando todo Israel antiguo bebió de las aguas amargas de Marah, endulzadas por el árbol que
descendió del monte santo de Jerusalén, en Canaán, que son ellos mismos que necesitaba liberarlo (Canaán) del satanismo postreramente, entonces, cuando terminaron de expiar, juzgar y cubrir pecados del mundo entero con sangres expiatorias:
descendieron todos ellos, endulzando el Valle de los huesos secos infinitamente.
Entendiendo que, nuestro Padre celestial necesitaba a Israel antiguo descendiendo al Valle de los huesos secos con tres sacrificios de Abraham y con sus mitades opuestas una a otra junto con dos palominos sin cortar, porque Él necesitaba convertirlo en
su corazón santÃsimo para celebrar cada Sábado con sus hijos: amando, sirviendo y alabando su santo nombre con perfecto amor sobre su altar, siempre. LegÃtimamente, el santo nombre de nuestro Padre celestial puede únicamente ser amado, servido y
adorado con poderes del Juramento a Isaac, que la carne sagrada y la sangre expiatoria proveen en todos sus hijos, bautizados en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, y asÃ, Él conquistar aquel dÃa y hora, cuando Él finalmente desciende
a quedarse en Canaán con ellos, para siempre.
Ciertamente, nuestro Padre celestial está constantemente trabajando con cada hombre, mujer, niño y niña nacido de Israel con poderes del Juramento a Isaac, trabajando con ellos, asà como normalmente Él trabaja con su Hijo Jesucristo y con su EspÃ
ritu Santo: amando, sirviendo y alabando su santo nombre fuego desde el corazón de la tierra en cada Sábado, y hasta que su reino venga. Visto que, solamente nuestro Padre celestial puede trabajar con Israel cada Sábado, porque en este dÃa Él no ve
pecado por razones del Juramento a Isaac, que están constantemente presentes con Él, y aquà es cuando, Él realmente ama, sirve y adora su santo nombre fuego sobre el monte Sion y con perfectos poderes de amor, enriqueciendo las familias de las
naciones, siempre.
Considerando que, nuestro Padre celestial una vez que Israel antiguo le sirvió a Él, como su sumo sacerdote por el desierto del SinaÃ, desplegando rituales y ceremonias de santidades perfectas del Juramento a Isaac: entonces, ellos fueron mordidos por
serpientes venenosas del infierno tormentoso, que mordieron a las familias de las naciones inicialmente, haciéndose uno con ellos y con sus hijos por generaciones futuras. Por ello, es importante para nuestro Padre celestial estar con la casa de Israel
del pasado, del presente y del futuro cada Sábado en el corazón de la tierra junto con la roca de salvación y los tres carneros sacrificados y junto con dos palominos sin cortar, salpicados con la sangre expiatoria de Isaac, desde Canaán, declará
ndole a la muerte su muerte eterna.
Entendiendo que, desde el corazón de la tierra, como el Valle de los huesos secos, debajo de Canaán, entonces, Él con sus hijos trabajando con poderes del Juramento a Isaac: ama, sirve y alaba su santo nombre, clavado al madero del monte Sion, cuando
Israel se convirtió en uno con las naciones, levantándolos finalmente del infierno, pero igualmente, introduciéndolos al cielo arriba, eternamente enriquecidos. Ya que, nuestro Padre celestial solamente trabaja con sus hijos nacidos del Juramento a
Isaac, desde el cautiverio egipcio de cuatrocientos años, bautizados del Mar Rojo, bebiendo de aguas amargas de Marah (endulzadas por su árbol), luego bebieron de la roca de salvación, bebiendo ellos asà por las familias de las naciones antiguas
sedientas por agua en el infierno desde el dÃa que fallecieron.
Por lo tanto, cuando Israel antiguo se tornó en una semilla con las familias de las naciones yaciendo en sus infiernos tormentosos junto con sus hijos viviendo en generaciones futuras sobre la tierra, que nuestro Padre celestial necesitaba implantar en
Canaán, entonces, fue asà para que la humanidad entera renazca en Canaán, su dulce hogar, en donde ellos vivirán eternamente enriquecidos con Él. Definitivamente, nuestro Padre celestial solamente trabaja con sus hijos de la carne sagrada, semejanza
de su Hijo Jesucristo inicialmente nacido por Abraham como Isaac, del vientre estéril de Sarah como el cordero sobre el monte Sion, descansando sobre el Moriah, luego como su Hijo Jesucristo de la hija de David, pero renacido de Israel antiguo yaciendo
como vientre estéril del Valle de lágrimas.
Esto dice, que nuestro Padre celestial jamás ha trabajado con el satanismo, porque ellos nunca pasaron por el cautiverio egipcio de cuatrocientos años, por el bautismo del Mar Rojo, por el desierto del SinaÃ: bebiendo aguas amargas de Marah, luego
para beber de la roca de salvación, saciando la sed de aquellos que están en el infierno tormentoso, sedientos para siempre. En comparación, con los hijos de Israel, viviendo en generaciones, pasaron por el cautiverio egipcio de cuatrocientos años,
por el bautismo del Mar Rojo: convirtiéndose en sacerdotes del AltÃsimo del desierto del SinaÃ: bebieron aguas amargas, endulzadas, de Marah, seguidamente bebieron de la roca de salvación, y asÃ, ellos pueden vivir con el Padre, vestidos de la carne
sagrada cien por cien del EspÃritu Santo.
Glorias, que Satanistas, decir ser judÃos, fallan en poseer ni mucho menos probar, porque jamás estuvieron en cromosomas de los antiguos Israelitas por el cautiverio egipcio, por el bautismo del Mar Rojo para convertirse en sumos sacerdotes en la carne
sagrada del desierto del SinaÃ, ni fueron mordidos por serpientes venenosas para descender al corazón de la tierra, entregando asà finalmente al Rey MesÃas. Considerando que, para nuestro Padre celestial entregarnos a su Hijo Jesucristo, por poderes
del EspÃritu Santo del Juramento a Isaac, entonces, Israel antiguo necesitaba no solamente haber conducido rituales y ceremonias de santidades perfectas por el desierto del SinaÃ, pero igualmente, tenÃan que ser mordidos por serpientes venenosas,
convirtiéndose en uno con las naciones, controlando asà el corazón de la tierra para siempre.
Por ende, al tener nuestro Padre celestial control del Valle de los huesos secos con todo Israel antiguo junto con rituales y ceremonias de santidades perfectas, terminando asà con pecados de la humanidad entera, cubriéndolos con sangres expiatorias de
corderos, y asÃ, Él finalmente salpicar los postes del infierno con la sangre expiatoria de su Hijo Jesucristo victoriosa sobre la muerte para siempre. Entendiendo que, hubiese resultado en un ataque terrible de Satanás y de sus ángeles caÃdos en
contra no solamente Israelitas, viviendo en Canaán, pero igualmente, una rebelión angelical en contra de su Hijo Jesucristo, y asÃ, él falle en cumplir la voluntad perfecta del Padre celestial en Israel, por ende, el infierno fue controlado
totalmente con Satanás y la muerte sin poder alguno perpetuamente.
Es decir, que nuestro Padre celestial no solamente tuvo a su Hijo Jesucristo nacido de la hija virgen de David con la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre expiatoria, que necesitaba bautizarse en el rÃo Jordán por Juan, derrotando asÃ
a Satanás y enemigos de toda vida israelà en la tierra, pero igual, eliminar toda muerte desde el mismo infierno para siempre. Por ello, nuestro Padre celestial tomó control de la puerta del infierno junto con el reino de las tinieblas de Satanás y
la muerte, y asÃ, Él destruir el pecado del mundo entero, cuando su santo nombre fue clavado al madero de Israel antiguo, integrado a las naciones infinitamente, viendo vida eterna nuevamente en su nueva tierra, en el dÃa de resurrección.
Verdaderamente, cuando nuestro Señor Jesucristo fue clavado al madero del Israel antiguo sobre el monte santo de Jerusalén, en Canaán, instantáneamente, salpicó sangre expiatoria y victoriosa sobre Satanás, la muerte y cada infierno debajo de Canaá
n, entonces, cuando nosotros amamos, servimos y alabamos su santo nombre fuego, clavado a la humanidad entera, seguidamente, estamos, levantándolos a ellos del infierno para ver vida nuevamente pronto. Actualmente, Satanás tendrá en el infierno las
naciones pecadoras en contra de nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, por no bautizarse en agua, invocando su santo nombre fuego que quita el pecado instantáneamente, entonces, Él los integró postreramente en el madero del
Israel antiguo, levantándolos al paraÃso nuevamente, cuando alabamos su santo nombre sobre el monte Sion, en Canaán.
A tiempo, nuestro Padre celestial satisface la sed de todos con agua viva de la roca de salvación, que Israel antiguo junto con Moisés bebieron en el desierto del SinaÃ, camino a conquistar el corazón de la tierra, y asÃ, Israel jamás tenga sed en
la eternidad, igualmente con la humanidad entera integrada con ellos en su árbol, plantado por su diestra santa en Canaán. Por eso, Israel antiguo sobre el monte Sion, en Canaán, no solamente está listo para endulzar el Valle de los huesos secos
junto con infiernos del corazón de la tierra, pero igualmente, cada hogar de las familias de las naciones, pero Satanás con sus siervos, los satanistas, está bloqueando victorias poderosas que necesitan enriquecer diariamente cada corazón humano con
salvación perfecta y eterna.
Ciertamente, Satanás no quiere que cada hogar de familia por toda la casa de Israel y de las naciones conozca y reciba estas victorias poderosas en contra de él, la muerte y cada ángel caÃdo del reino de tinieblas, y asÃ, ningún hombre, mujer, niñ
o y niña conozca también, bautizados: cuanto ellos ya han sido enriquecidos con abundantes riquezas escondidas en Canaán en estos dÃas. Actualmente, Satanás junto con sus siervos, los satanistas, está bloqueando estas riquezas abundantes,
escondidas en Canaán, que están allà para vestir a cada hombre, mujer, niño y niña de Israel con riquezas, glorias y honores, primeramente, pero igual, enriquecer a las familias de las naciones, incluyendo aquellos, regresando a vivir nuevamente
pronto, y asÃ, su santo nombre sea finalmente honrado apropiadamente, siempre.
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