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    From IVANIVAN555@aol.com@21:1/5 to All on Fri Oct 26 16:11:25 2018
    Sábado, 27 de Octubre, 2018 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica

    (Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)

    BAUTIZADO: VIVEN TUS HUESOS SECOS CON CARNE SANTA Y SU ESPÍRITU SANTO: ENRIQUECIÉNDOTE:

    A tiempo, nuestro Padre celestial llamó a Moisés al monte Sinaí para vestir sus huesos secos con la carne sagrada y su Espíritu Santo para que lo ame, le sirva y le glorifique a Él en todo Israel, invocando su santo nombre fuego. Ya que, Él estaba
    listo para ungirlo al entregarle su santo nombre fuego como Dios de Abraham, su Hijo Jesucristo como Dios de Isaac y su Espíritu Santo como Dios de Jacobo, instantáneamente, lo comisiono para llevar a Israel por un camino de tres días, para servirle a
    Él sobre el monte santo de Jerusalén, en Canaán, fielmente una eternidad entera.

    Dado que, los cuatrocientos años de cautiverio se cumplían a tiempo para la casa de Israel, por ende, su protección terminaba ya, y Satanás estaba listo moviéndose en contra de ellos con holocaustos, visto que el Padre celestial ya no tenía
    derechos legales para defenderlos como le gustaría siempre, por eso, el lugar más seguro para ellos era el Mar Rojo, bautizándolos. Considerando que, nuestro Padre celestial cumplía con su tiempo de proteger a Israel del mal, entonces Satanás estaba
    listo para hacer lo impensable hacia ellos, porque él tenia que hacer todo lo posible en su poder de tinieblas para terminar con el Juramento a Isaac, que él siempre fallaba de cómo liderar con él, porque lo veía más allá de su entendimiento.

    Por último, nuestro Padre celestial tenia que moverse con Israel, abandonando el cautiverio egipcio y las posibilidades de Satanás y de sus secuaces intentando de destruir a Israel, que eran sus hijos nacidos a través de las generaciones, como su Hijo
    Jesucristo nació del vientre estéril de Sarah como Isaac, por el Espíritu Santo, llevando su corazón amoroso y afligido por sus hijos. Por eso, es que fue importante para nuestro Padre celestial de llevar a Israel al Mar Rojo, para que todos sean
    bautizados en agua, porque ellos habían aprendido a invocar la perfecta santidad de su nombre todopoderoso, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, para que ellos empiecen a servirle a Él por los poderes infalibles del Juramento a Isaac.

    Realmente, Israel necesitaba abandonar el espíritu de error, que es el fruto prohibido, por su Espíritu Santo y la carne pecadora por la carne sagrada, en donde nuestro Padre celestial derramó su corazón santísimo de su nueva tierra con sus cielos
    gloriosos, y así lo conozcan como único Dios y Padre de sus vidas, sirviéndole sólo a Él como sus sacerdotes siempre. Aquí es cuando, todo Israel renovó su amor, servicio y honor hacia nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y su Espíritu
    Santo, porque los cuatrocientos años de protección en el cautiverio egipcio habían terminado, por ende, ellos tenían que empezar nuevamente: renaciendo del bautismo en agua, y así, renacer del Espíritu Santo en su altar del amor prehistórico para
    una eternidad entera.

    Además, nuestro Padre celestial necesitaba a Israel en el desierto del Sinaí, bebiendo primero de las aguas amargas de Marah, porque ellos necesitaban gustar de la amargura de las familias de las naciones antiguas yaciendo en el infierno por no conocer
    su santo nombre fuego, más aun, por no haber tenido un convenio de vida con Él en el cielo. Esta agua amarga de Marah necesitaba endulzarse con el madero del monte santo de Jerusalén, descendiendo hacia ellos en el desierto del Sinaí, como en el
    momento que los israelitas se quejaban ante Moisés de su sed y, entonces, nuestro Padre celestial inmediatamente se acercó a él, llevándolo hacia el árbol que tenia que lazarlo en el Marah, endulzando su agua instantáneamente.

    Considerando que, nuestro Padre celestial había traído a la casa de Israel bautizado del Mar Rojo, sirviéndole a Él con los poderes del Juramento a Isaac como sus sacerdotes, porque ellos iban a beber de la roca de salvación después de beber las
    aguas endulzadas de Marah, ministrando para todas las familias de las naciones del mundo entero con perfecta salvación. Visto que, después de haber bebido de la roca de salvación, que también nuestro Padre celestial le había mostrado a Moisés, en
    donde encontrarla, así como lo hizo inicialmente con el árbol descendido del monte santo de Jerusalén de Canaán: porque solamente Él conoce en donde encontrar el altar del amor prehistórico, entonces, Israel podía empezar a amarle, servirle y
    glorificarle siempre.

    Aquí es cuando, nuestro Padre celestial estaba listo para continuar alimentándolos de su boca el mañana cotidiano, que ellos necesitaban comer cada día de sus vidas por todo el desierto del Sinaí, porque ellos iban a heredar legítimamente todo lo
    que Él siempre ha poseído en la gloria celestial con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo. Dado que, para que toda la casa de Israel le sirva a Él por medio de su Hijo Jesucristo y por su Espíritu Santo, entonces, ellos necesitaban no
    solamente poseer su santo nombre fuego junto con su Juramento a Isaac, pero igualmente, sus Diez Mandamientos, cumpliéndolos cabalmente, conquistando así todo Canaán y la gloria celestial con perfecta salvación para siempre.

    Anticipando que, el Israel antiguo iba a ascender al monte santo de Jerusalén después de haber endulzado las aguas amargas de Marah, pero igualmente, después beber abundantemente del agua de la roca de salvación para ellos y para las familias de las
    naciones, que iban a endulzar sus vidas finalmente sobre el monte santo de Jerusalén, conquistando así toda la tierra postreramente. Ciertamente que, no solamente cada israelí tenia que bautizarse en agua, obligado, cruzando el Mar Rojo en seco con
    paredes de agua en ambos lados, pero igual, ellos necesitaban beber de las aguas amargas de Marah, representando las familias de las naciones antiguas sufriendo sus pecados en el infierno, por no haber conocido jamás su santo nombre ni su Juramento a
    Isaac.

    Por cierto, una vez que Israel bebió de la roca de salvación, entonces, ellos jamás se quejaron de sed ante Moisés, porque las aguas de la roca fueron abundantes para las almas de sus hijos para jamás tener sed nuevamente, y así, le sirvan a
    nuestro Padre celestial sobre el monte santo de Jerusalén, endulzando así toda alma eterna ascendiendo a él. Sin embargo, antes de entrar a Canaán para ascender al monte santo de Jerusalén como el árbol llevando perpetuamente ante las familias de
    las naciones el santo nombre de nuestro Padre celestial, que tiene poderes del Juramento a Isaac, bendiciendo toda alma de la humanidad entera: entonces, ellos tenían que ser ungidos como sacerdotes de nuestro Padre sobre la tierra perpetuamente.

    Ciertamente, porque las familias israelíes habían bebido inicialmente de las aguas amargas de Marah, endulzadas con el madero descendido del monte santo de Jerusalén, entonces, luego bebieron de la roca de salvación abundantemente: instantáneamente,
    ellos se convirtieron en los hijos de nuestro Padre celestial sobre el monte Sion y su Lugar Santísimo, ministrando sobre todas las naciones antiguas yaciendo en el infierno ya. Esto fue algo que nuestro Padre celestial pudo únicamente hacer con sus
    hijos nacidos del vientre estéril de Sarah como Isaac, por el Espíritu Santo, porque cada vez que nace un bebe en las familias israelíes hasta hoy, entonces, Isaac está regresando con poderes del Espíritu Santo de la nueva tierra, que es el
    Juramento a Isaac hasta que el Mesías regrese nuevamente.

    Dado que, la casa de Israel necesitaba conducir rituales y ceremonias importantes de perfecta santidad por el desierto del Sinaí, emergiendo únicamente del Juramento a Isaac, cubriendo todo pecado cometido por las familias de las naciones antiguas
    mientras vivieron en la tierra sin servir jamás a nuestro Padre celestial ni menos conocieron la necesidad de cubrir sus pecados con sangres expiatorias de corderos. Puesto que, Israel es el sumo sacerdote que las familias de las naciones necesitaban
    conocer y poseer, pero ellos fallaron en tenerlo en todos sus días de vida, porque nuestro Padre celestial no había establecido un convenio de vida con Abraham aun, para que su Hijo Jesucristo nazca como Isaac, y así, él sea su sumo sacerdote para
    toda salvación eterna siempre.

    En otras palabras, después de que nuestro Padre celestial había establecido su convenio con Abraham, comiendo del pan y vino junto con sus 318 hijos adoptados sobre la Mesa del SEÑOR, servida diariamente por su Hijo Jesucristo para mantener a los á
    ngeles siempre santos, entonces, Él pudo tener a su Hijo Jesucristo caminando por el desierto del Sinaí como su sumo sacerdote. Definitivamente, nuestro Padre celestial necesitaba a su Hijo Jesucristo con su santo nombre fuego sobre el desierto del
    Sinaí, porque aquí están las naciones antiguas yaciendo en el infierno, sin haberlo conocido a Él y a su Hijo Jesucristo como su único sumo sacerdote y salvador, llevando continuamente salvación y bendición sobre el monte Sion hacia sus hijos del
    mundo entero para siempre.

    Ciertamente, aunque Israel bebió de las aguas amargas de Marah, endulzadas por el árbol que Moisés tiró en él, entonces, luego Israel bebió también de la roca de salvación para nunca más tener sed nuevamente por todo el desierto del Sinaí y en
    Canaán igual, inmediatamente, fue nuestro Señor Jesucristo conduciendo rituales y ceremonias de santidades perfectas del Juramento, redimiendo todo creyente mundialmente. Considerando que, únicamente es su Hijo Jesucristo conduciendo todo ritual y
    ceremonia de perfecta santidad del Juramento a Isaac, porque él siempre sabe agradar a nuestro Padre celestial y a su Espíritu Santo para salvación de cada hombre, mujer, niño y niña: porque no existe pecado alguno que él no pueda cubrir, salvando
    a sus hermanos y hermanas aun del mismo infierno tormentoso.

    Visto que, únicamente el Padre conoce al Hijo, y el Hijo conoce al Padre, por eso, nuestro Señor Jesucristo les decía a sus discípulos por donde sea que iba por todo Canaán, que solamente él conoce al Padre, y el Padre conoce al Hijo, porque sin é
    l, el Padre siempre fallara en conocer a todo hombre, mujer, niño y niña de las naciones. Por eso, nuestro Padre celestial necesitaba establecer un convenio con Abraham al comer del pan y vino sobre su Mesa Santa, servida por su Hijo Jesucristo a sus
    huestes angelicales por todo el reino angelical, y así, cada ángel se mantendrá siempre perfecto y santo: amando, sirviendo y glorificando su santo nombre fuego sobre el monte santo de Jerusalén toda una eternidad entera.

    Visto que, es únicamente su Hijo Jesucristo que puede realmente mantener a cada ángel perfecto y santo para complacer a nuestro Padre celestial en toda su verdad y su justicia divina cuando alaban, exaltan y glorifican su santo nombre fuego sobre el
    monte santo de Jerusalén, para continuar no solamente bendiciendo la gloria celestial pero igualmente la tierra con toda su humanidad entera. Por eso, nuestro Padre celestial necesitaba a su Hijo Jesucristo nacido del vientre estéril de Sarah como
    Isaac, por el Espíritu Santo, para que él sea enteramente la nación conduciendo rituales y ceremonias de perfecta santidad del Juramento a Isaac, guiando así sin fallar jamás a cada hombre, mujer, niño y niña de regreso a Él en la gloria
    celestial perfectamente justificado perpetuamente.

    Ya que, es únicamente su Hijo Jesucristo junto con el Espíritu Santo que conoce en donde está nuestro Padre celestial en cada alma viviente de sus hijos, ya sea que estén lejos de Él como en el infierno tormentoso ya, o perdidos, creyendo en ídolos
    o en religiones falsas, engañados profundamente, causando así diariamente destrucción a la humanidad entera desde siempre. En otras palabras, es únicamente su Hijo Jesucristo que realmente conoce en donde está la vida eterna en cada hombre, mujer,
    niño y niña, no importando jamás el estado espiritual (o religioso) de ellos, y aunque hayan vivido ya sus vidas pecadoras y descendido al infierno, pero, por el Juramento a Isaac él siempre los encuentra sin fallar jamás: justificándolos, y salvá
    ndolos eternamente.

    Por eso, es que fue importante para cada hombre, mujer, niño y niña renacer del agua y del Espíritu Santo, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, porque es únicamente aquí en donde el alma viviente del
    hombre finalmente puede acceder al altar de Abraham e Isaac, reconocido legalmente como hijo de nuestro Padre celestial eternamente. Considerando que, es únicamente en poderes del Juramento a Isaac, descendiendo del corazón santísimo de nuestro Padre
    celestial sobre el monte santo de Jerusalén, en donde no solamente Israel fue liberado del Valle de los huesos secos, cuando los sacerdotes levitas invocaron su santo nombre clavado al madero junto con su Hijo Jesucristo sangrando mortalmente, pero
    igual, todos nos salvamos: creyendo y bautizados.

    Dado que, es únicamente sobre el monte santo de Jerusalén, en donde nuestro Señor Jesucristo necesitaba ser clavado al madero, que es la carne sagrada nacida del vientre estéril de Sarah como Isaac, por el Espíritu Santo, finalmente levantando a
    Israel del Valle de los huesos secos, porque eran esqueletos, pero, con su carne sagrada clavada a sus huesos, vieron al SEÑOR postreramente. Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba a su unigénito clavado al madero, que es el Israel antiguo del
    cautiverio egipcio de cuatrocientos años, y finalmente bautizado en el Mar Rojo, porque con su bautismo en agua su promesa de amor, protección, bendición, sanidad, riqueza y vida por su grande Gracia, su grande Misericordia, su grande Verdad y su
    grande Justicia Divina renovadas son eternamente.

    Esto es algo que nuestro Padre celestial podía hacer con cada hombre, mujer, niño y niña de todas las familias de las naciones yaciendo ya en el infierno (porque fallaron en conocer su Gracia, su Misericordia, su Verdad y su Justicia Divina, que es
    solamente posible en su Juramento a Isaac sobre el monte santo de Jerusalén, pero, bautizados en agua siempre). Por ello, con el nacimiento de Israel en el cautiverio egipcio, porque ellos necesitaban nacer con el Juramento a Isaac en su nueva tierra y
    con sus cielos gloriosos, en donde Él podía siempre suplirles sus siete años de abundantes riquezas en Egipto para las familias de las naciones, entonces, los israelitas podían abandonar los pecados de todos en el Mar Rojo finalmente.

    Legalmente, Israel nació como su primogénito en su nueva tierra con sus cielos gloriosos, entregándoles así a las familias de Israel y de todas las naciones igualmente riquezas que jamás pensaron que posiblemente existan, porque nuestro Padre
    celestial necesitaba alimentar a Israel como su primogénito en la tierra, así como alimenta a su único Hijo amado como su primogénito del reino angelical. Además, nuestro Padre celestial necesitaba alimentar a Israel y a las familias de las naciones,
    empezando con las familias egipcias, porque Él no solamente necesitaba mantenerlos vivos, pero igualmente, llenos con su asombrosa perfecta santidad que destruye toda mentira, maldición, enfermedad, pobreza, conflictos y hasta la muerte, para que su
    Hijo Jesucristo nacido como Isaac, destruya toda locura malvada de Satanás siempre.

    Visto que, es únicamente por su Hijo Jesucristo que nuestro Padre celestial realmente puede reencontrarse con sus hijos no importando jamás en donde vivan mundialmente, porque Él derramó su corazón santísimo sobre la carne sagrada, los huesos
    inquebrantables, la sangre expiatoria y su misma vida sobre Isaac para encontrarlos en donde sea, en el infierno o engañados en religiones del mundo de hoy. Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba a Israel en el desierto del Sinaí con su Hijo
    Jesucristo, como su Ángel santo, llevando su santo nombre con su misión personal, y esto fue de encontrar a sus hijos en donde estén en el infierno o entre las naciones, para que regresen a Él y a su dulce hogar con su perfecta salvación para
    siempre.

    Además, esto fue algo que únicamente su Hijo Jesucristo podía hacer por nuestro Padre celestial y sólo con los poderes asombrosos del Juramento a Isaac sobre el monte santo de Jerusalén, cuando cada hombre, mujer, niño y niña de todas las familias
    de las naciones, empezando por Israel, renace del agua, invocando la santidad perfecta de su santo nombre fuego sobre sus vidas. Por esta razón, es únicamente por su Hijo Jesucristo que Él puede saber en dónde están sus hijos en todas las familias
    de las naciones, porque él si puede caminar hacia ellos y hasta encontrarlos, bendiciéndolos a todos ellos con el amor infalible de su Padre celestial que siempre ha sentido hacia ellos, y hasta que regresen a su dulce hogar pronto.

    Hoy, únicamente su Hijo Jesucristo conoce en todos tus días en donde está nuestro Padre celestial por ti, para que tú vengas a donde Él puede recibirte como su hijo legítimo, heredando ya su perfección, su santidad, sus riquezas y su misma vida
    eterna, y así, tú siempre conozcas la grandeza de su corazón santísimo hacia ti y hacia los tuyos siempre. Puesto que, su Hijo Jesucristo es la puerta a su nueva tierra y sus cielos gloriosos, bendiciéndote diariamente con lluvias de amor, gracia,
    misericordia, verdad y justicia divina, enriqueciéndote instantáneamente, porque nuestro Padre celestial necesita a las naciones bendecidas igualmente con su perfección, su santidad, sus riquezas y su misma vida eterna, y todo esto hasta que su reino
    venga al mundo finalmente.

    Por eso, nuestro Padre celestial tuvo a su Hijo Jesucristo como su Ángel santo, llevando su santo nombre con Moisés e Israel como sus sumos sacerdotes, ministrando por el desierto del Sinaí los rituales y ceremonias de perfecta santidad que se
    necesitaban sobre el monte santo de Jerusalén, en Canaán, levantando así últimamente su santo nombre sobre la tierra y su humanidad eternamente. Ciertamente, con el Juramento a Isaac, desplegando rituales y ceremonias de perfecta santidad que Israel
    conducía diariamente en el Lugar Santísimo, entonces, fue hecho así por cada hombre, mujer, niño y niña yaciendo en el infierno no solamente para tener el corazón santísimo de nuestro Padre celestial afligido por ellos, pero igualmente, su santo
    nombre glorificado sobre el monte santo de Jerusalén últimamente.

    Soberanamente, nuestro Padre celestial aceptó cada ritual y ceremonia conducida por Israel en el Lugar Santísimo, desplegando así importantes glorias robadas por Satanás, para deshonrarlas en ellos y en todo Israel sufriendo ya la muerte y el
    infierno, sin embargo, con su Hijo Jesucristo trabajando como el Ángel santo, entonces, instantáneamente toda gloria regresó al monte santo de Jerusalén, en Canaán, para siempre. Por cuanto, nuestro Padre celestial necesitaba toda victoria sobre
    Satanás en el monte santo de Jerusalén, porque no solamente su santo nombre seria clavado al madero junto con su Hijo Jesucristo sangrando mortalmente, pero igualmente, Él mismo clavado a ellos: porque Él necesitaba restaurar su imagen sobre sus
    hijos israelíes y de las naciones, y así, ellos tengan su cuerpo perfecto como suyos siempre.

    Por ello, era importante para nuestro Padre celestial tener a su Hijo Jesucristo como su Ángel santo, llevando su santo nombre fuego por todo el desierto del Sinaí, cuando Israel ministraba en el Lugar Santísimo como sus sumos sacerdotes, derramando
    sangres expiatorias de víctimas sobre los pecados de todas las familias antiguas yaciendo en el infierno ya. Por cuanto, nuestro Padre celestial necesitaba destruir todo pecado que cada hombre, mujer, niño y niña había cometido en contra de Él, su
    Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, porque su Hijo amado iba a nacer del vientre virgen de la hija de David, derramando así sangre expiatoria sobre la tierra, en donde la vida eterna seria vivida humanamente: ¡honrándola y estableciéndola
    perpetuamente!

    Sin embargo, primero nuestro Padre celestial necesitaba llevar a la casa de Israel con su Hijo Jesucristo, como su Ángel santo, llevando su santo nombre fuego en perfecta santidad para derramar toda gota de sangres de corderos sobre los pecados de las
    familias de las naciones yaciendo en el infierno ya, porque Él necesitaba cubrirlos todos completamente y eternamente. Definitivamente, nuestro Padre celestial necesitaba cubrir todo pecado cometido en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu
    Santo de todas las familias de las naciones del pasado, del presente y de futuras generaciones y con muchas sangres expiatorias, como el Mar Rojo en volumen: porque su santo nombre iba a descender sobre el monte santo de Jerusalén, quedándose para
    siempre.

    Por eso, es que cuando su Hijo Jesucristo nació del vientre virgen de la hija de David, por el Espíritu Santo, entonces su sangre Santísima y Purísima fue derramada de mujer virgen a tierra, instantáneamente, su santo nombre fuego descendió aquella
    noche oscurecida, encendido como luz del mundo entero, porque toda salvación estaba más cerca para la humanidad entera, salvando a sus fieles. Evidentemente, antes que este gran evento se desenlace con su Hijo Jesucristo naciendo de la hija de David,
    restaurando su sangre santísima en Israel y en las naciones, entonces, Él tenia que derramar primeramente mucha sangre expiatoria, como en volumen del Mar Rojo por todo el desierto, bautizándolo: porque su Plan Redentor con su Hijo victorioso sobre
    todo pecado venía a Canaán.

    Sin duda, nuestro Padre celestial necesitaba bautizar completamente el desierto del Sinaí con sangres expiatorias de corderos, derramadas por su Hijo Jesucristo, como su Ángel santo, llevando su santo nombre fuego sobre la casa de Israel ministrando
    como sus sumos sacerdotes sobre las familias de las naciones antiguas yaciendo en el infierno, para que finalmente todos conozcan su santo nombre salvador para siempre. Visto que, nuestro Padre celestial necesitaba a cada hombre, mujer, niño y niña de
    las familias de las naciones antiguas bautizadas con sangres expiatorias de corderos, derramadas desde el Lugar Santísimo del tabernáculo por los israelíes como sumos sacerdotes: porque en vida sobre sus tierras, ellos jamás se bautizaron en agua
    para reconciliación, sanidad y salvación ante nuestro Padre en el cielo.

    Por ello, actuando Israel como sumos sacerdotes de nuestro Padre celestial, por el Juramento a Isaac, y con su Hijo Jesucristo, como su Ángel santo, llevando su santo nombre fuego en perfecta santidad por el desierto, entonces, el bautismo en agua de
    todos ellos que fallaron en cumplir en vida, finalmente se cumplió ante nuestro Padre celestial con mucha sangre expiatoria, salvándolos postreramente. Por eso, todo Israel necesitaba bautizarse en el Mar Rojo, porque todos necesitaban abandonar todo
    pecado en el lecho marino de las familias de naciones del pasado, del presente y de futuras generaciones, bautizando así todo el desierto del Sinaí, que representan perfectamente siempre las tierras en donde ellos vivieron sin jamás bautizarse,
    finalmente cumpliendo con toda verdad y justicia divina, perpetuamente.

    Obviamente, sin este bautismo importante de sangres expiatorias de corderos, derramadas por todo el desierto del Sinaí, actuando Israel como sumos sacerdotes de las familias de las naciones, que necesitaban ser representadas ante nuestro Padre en el
    cielo, entonces, hubiese sido imposible para que el Rey Mesías nazca en Canaán, destruyendo todo pecado, maldición, enfermedad, infierno, pobreza y toda muerte para siempre. Ya que, las familias de naciones antiguas yaciendo en el infierno tormentoso
    necesitaban a nuestro Padre celestial, a su Hijo Jesucristo y a su Espíritu Santo, rescatándolos a todos ellos del pecado de haber fallado en tener un convenio de vida con ellos, para que sus pecados les sean perdonados eternamente, y así, toda
    salvación perfecta sea parte de ellos al fin, siempre.

    Por consiguiente, era importante para su Hijo Jesucristo nacer de vientre estéril de Sarah como Isaac, por los poderes del Espíritu Santo, para que Jacobo nazca, como primogénito de nuestro Padre celestial en la nueva tierra, y así, sus hijos nazcan
    con los poderes cotidianos del Juramento a Isaac, destruyendo todo pecado en cautiverio Egipto, en el desierto, y finalmente en Canaán perpetuamente. Efectivamente, con este bautismo de la sangre expiatoria de corderos, actuando los israelitas como
    sumos sacerdotes de nuestro Padre celestial sobre las familias de las naciones antiguas yaciendo ya en el infierno, y sobre sus hijos de generaciones futuras también, entonces, sus tierras fueron bautizadas finalmente, regresando toda bendición como la
    nueva tierra del Juramento a Isaac junto con perfecta salvación para todos.

    Considerando que, cuando nuestro Padre celestial finalmente vea a todo Israel bautizado en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo y su Espíritu Santo, entonces, esto significa que se han tornado todos totalmente santos y perfectos,
    así como Él lo es en la gloria angelical perpetuamente, que Él mismo descenderá eternamente honrado junto con el Israel antiguo a Canaán. Esto nos dice, que nuestro Padre celestial finalmente descenderá con todo Israel antiguo junto con las huestes
    angelicales para vivir finalmente con todos sus hijos: enriquecidos, honrados e infinitamente engrandecidos por el Juramento a Isaac, que finalmente habrá encontrando su lugar eterno sobre la tierra, porque por fin la humanidad entera recibirá su nuevo
    reino de su perfecta voluntad para siempre.

    Observando que, nuestro Padre celestial se va a casar con Israel y con las familias de las naciones bautizadas todas en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, para que el espíritu de error que es el
    fruto prohibido abandone la tierra, recibiendo así el nuevo reino del Espíritu Santo con amor eterno. En adicción, el nuevo reino de la perfecta voluntad de nuestro Padre celestial es un reino de su amor infalible: viviendo ya en cada hombre, mujer,
    niño y niña de Israel y de las familias de las naciones, renacidas del agua y del Espíritu Santo para jamás volver a conocer el pecado, pero únicamente, su corazón amoroso hacia ellos por una eternidad entera.

    Ciertamente, toda la tierra renacerá por los poderes del Espíritu Santo, que es el Juramento a Isaac, que todo Israel ha recibido ya, cuando ellos nacieron inicialmente en la nueva tierra con cielos gloriosos, listo para recibir a nuestro Padre
    celestial y a sus huestes angelicales, quedándose perpetuamente con sus hijos, para gozar de su amor infalible, paz y felicidad inagotable perpetuamente. Ya que, esta es la nueva tierra con cielos gloriosos, en donde únicamente las palabras vivas de
    nuestro Padre celestial reinaran con su amor infalible, gozos, felicidad, reposo Sabatino, riquezas, prosperidad y nuevas glorias jamás vistas por las huestes angelicales, porque pertenecen a sus hijos únicamente en su nueva tierra: en donde Él
    continuara conquistando nuevas glorias para su santo nombre fuego.

    Definitivamente, esta es la nueva tierra con cielos gloriosos, derramando riquezas de amor, paz, prosperidad y felicidad sin fin sobre toda tu vida como ahora mismo, porque con el bautismo en agua y los poderes del Juramento a Isaac operando en ti,
    entonces, tú siempre vencerás lo imposible, ya que su fe personal y divina opera en ti constantemente, y por siempre. Visto que, estos son poderes asombrosos de la fe de nuestro Padre celestial, que tú habrás heredado del Juramento a Isaac, sólo
    sumergido en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, que todos ellos serán parte de ti instantáneamente sin jamás fallarte, no importando jamás lo que suceda contigo y los tuyos en esta vida.

    Por eso, es que nuestro Señor Jesucristo por los valles, pueblos y ciudades de Israel le manifestó a cada uno que le oía, de que ellos también harán las cosas que él había hecho delante de ellos, como sanar los enfermos, levantar a los muertos de
    sus tumbas: porque ellos también harán lo mismo, y aun mayores cosas que estas harán siempre. Porque todo Israel junto con él, nuestro Padre celestial y su Espíritu Santo habían ya derrotado todo pecado con poderes del Juramento a Isaac desde el
    cautiverio egipcio, en el bautismo del Mar Rojo, por el desierto del Sinaí salpicando sangre expiatoria de corderos del Lugar Santísimo y hasta finalmente en Canaán: para que el pecado jamás tenga poder en todo hombre nuevamente.

    Proféticamente, una vez Israel bautizado en agua y ascendiendo al altar de Abraham e Isaac, en donde nuestro Padre celestial finalmente recibe a cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las familias de las naciones, renaciendo milagrosamente de
    su imagen y de su alma viviente, y llena del bautismo del Espíritu Santo, solamente entonces, ellos vivirán sin pecado eternamente. Por eso, nuestro Señor Jesucristo siempre le decía a todo israelí, que ellos tenían poderes ya en ellos mismos, que
    es el Juramento a Isaac de nuestro Padre celestial que creó los cielos y la tierra y con todas sus cosas en ellos, para que ellos destruyan toda obra de Satanás, por donde sea que vayan, porque jamás nada les será imposible.

    Legalmente, nuestro Padre celestial finalmente a recibido no solamente su santo nombre fuego sobre el monte santo de Jerusalén, porque cuando su Hijo Jesucristo nació de la hija de David, entonces su sangre expiatoria con poderes perfectos fue
    restaurada en Israel y en las naciones, para hacer milagros en todos los días de vida humana en la tierra y en el cielo eternamente. Ciertamente, cuando nuestro Padre celestial finalmente recibió su santo nombre fuego sobre el monte santo de Jerusalén,
    en Canaán, entonces, llegó con cada ritual y ceremonia de perfecta santidad del Juramento a Isaac, que los israelitas como sumos sacerdotes de las naciones yaciendo en el infierno condujeron por todo el desierto del Sinaí, para que sus hijos tengan
    postreramente perfecta salvación siempre.

    Estos son rituales y ceremonias muy importantes de perfecta santidad del Juramento a Isaac, que necesitaban ser parte del altar del amor prehistórico de nuestro Padre celestial, por todo ello, cuando los israelitas descendieron al Valle de los huesos
    secos, entonces sus cuerpos se convirtieron en las semillas que la diestra de nuestro Padre celestial plantó en Canaán para siempre. Porque están son las semillas que dieron vida al árbol que nacieron inicialmente del vientre estéril de Sarah, por
    el Espíritu Santo, para convertirse en la nación dorada del Juramento a Isaac en la cautividad egipcia, alimentando a las familias del mundo entero durante los días de hambre con los siete años de abundantes riquezas, finalmente bautizándose en el
    Mar Rojo.


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