Pues, esta es la vida que Lucifer junto con sus ángeles caÃdos encontró, rebeldes en contra de nuestro Padre celestial y su santo nombre fuegos, manifestándose en el corazón de la tierra, en donde el pecado murió finalmente junto con Lucifer y sus Ã
¡ngeles caÃdos, y asÃ, Él empezar su nueva tierra de su amor infalible naciendo de su corazón santÃsimo siempre hacia la eternidad. Definitivamente, nuestro Padre celestial necesitaba a Satanás derrotado en su mismo corazón malvado, manifestado
inicialmente en el cielo junto con sus ángeles caÃdos, finalmente terminaron en el corazón de la tierra, como el infierno tormentoso, en donde todos ellos ya han sido condenados para morir allÃ, lanzados postreramente al lago de fuego, como la
segunda muerte, para jamás ver la vida nuevamente para siempre.
Ya que, nuestro Padre celestial le habÃa dado vida a Adán en su perfecta santidad junto con Eva y sus hijos, para que ellos vivan con Él, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo: amando, sirviendo y exaltando su santo nombre fuegos, que necesitaba ser
exaltado por ellos grandemente sobre toda la tierra, eternamente glorioso, porque Lucifer con sus ángeles caÃdos lo habÃan atacado. Efectivamente, este es el nuevo reino de nuestro Padre celestial, que necesitaba empezar con Adán y Eva para que sus
hijos vivan en generaciones futuras: amando, sirviendo y adorando su santo nombre fuegos sobre su altar, destruyendo asà pecados, maldiciones y tinieblas de Satanás, pero igualmente, crear su nuevo reino, naciendo de su corazón santÃsimo, entregando
siempre abundante amor, gozo y alegrÃas a sus hijos.
Verdaderamente, nuestro Padre celestial necesitaba no solamente que Adán y Eva, pero igualmente, sus hijos tomen su santo nombre fuegos sobre su altar del monte Sion, para amarlo, servirlo y adorarlo junto con sus huestes angelicales que siempre le han
servido a Él, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo toda una eternidad, porque ciertamente necesitaba que ellos conquisten nuevas glorias para Él. Ya que, estas son glorias que los ángeles caÃdos fallaron en conquistarlas, porque son glorias que ú
nicamente pueden ser conquistadas por su familia divina, que es su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo junto toda hueste angelical, pero ahora todos los demás, como Adán y Eva junto con sus hijos viviendo en generaciones futuras, eternamente
enriquecidos por la gloria celestial y su vida eterna.
Efectivamente, para que esto sea posible, entonces, nuestro Padre celestial les necesitaba renacidos, abandonando asà la carne pecadora, el fruto prohibido, el espÃritu de error y la muerte por su carne santÃsima y por su EspÃritu Santo, regresando
instantáneamente a su vida eterna del paraÃso—escondida en Canaán, su dulce hogar únicamente para vivir en perfecto amor, adoración, prosperidad y glorias de alegrÃas interminables. Estos son hijos de nuestro Padre celestial, como Adán y Eva
junto contigo y conmigo renacidos en la tierra, bautizándonos, como desde donde con un puñado del polvo, vistió su imagen, su alma viviente y su vida eterna en ti, integrada a nosotros divinamente, cuando salÃamos de Él, y asÃ, todos regresemos a
su gloria angelical sin pecado y enriquecidos eternamente con glorias cananeas.
Definitivamente, este nuevo nacimiento tenÃa que tomar lugar en el corazón de la tierra, que habÃa sido tomado por Lucifer y sus ángeles caÃdos, porque Adán y Eva comieron del fruto prohibido, además, ellos se habÃan revelado en contra de Él, su
Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, por ende, el corazón de la tierra se habÃa tornado en el reino de tinieblas. Verdaderamente, nuestro Padre celestial necesitaba no solamente a israelitas antiguos conduciendo rituales y ceremonias de perfecta
santidad del Juramento a Isaac con el tabernáculo de reunión y su Lugar SantÃsimo por el desierto del SinaÃ, pero igualmente, verlos clavados a postes del infierno con las naciones yaciendo ya sobre ellos con sus pecados cubiertos de sangres de
corderos para ascender juntos a Canaán postreramente.
Y es aquÃ. En donde nuestro Padre celestial junto con Abraham y sus 318 hijos adoptados, comieron de las manos de su Hijo Jesucristo pan y vino, servido diariamente a huestes angelicales, para amar, servir y alabar su santo nombre fuegos, conquistando
nuevas glorias para conquistar el corazón de la tierra finalmente, creada por Él para que sea su dulce hogar siempre contigo y con tus amados. Visto que, nuestro Padre celestial necesitaba establecer su corazón santÃsimo debajo de Canaán, amando
profundamente a sus hijos, empezando con Adán y Eva, pero igualmente, manifestarte a ti su amor fundente junto con tus amados, vecinos y amistades, porque su corazón santÃsimo llenó de su amor infalible por ti, te salva hoy, y asÃ, tú solamente
conozcas su vida, paz y riquezas inagotables siempre.
Realmente, habiendo Abraham vivido unos años con su único hijo Isaac, entonces, nuestro Padre celestial lo llamó al monte Sion, descansando sobre el monte Moriah, ofreciendo a Isaac, como su único amor de su corazón hacia Él en la gloria angelical
junto con su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, finalmente conquistando asà el corazón de la tierra para su nuevo reino venidero. Puesto que, nuestro Padre celestial necesitaba conquistar el corazón de la tierra con la carne sagrada y su sangre
expiatoria, que es su semejanza divina para con Israel, pero igualmente para familias de las naciones yaciendo ya en el infierno tormentoso, muertos en pecado, cuando ellos pudieron haberse bautizado en agua, escapando del pecado, la muerte y el infierno
con perfecta salvación siempre.
Por consiguiente, fue importante para nuestro Padre celestial tener a Abraham sacrificando tres carneros con sus mitades opuestas una a otra junto con dos aves sin cortar, porque Él necesitaba su roca salpicada con la sangre expiatoria de Isaac desde
Canaán sobre cada hijo suyo, renaciendo asà en su nueva tierra repleta de su amor infalible, prosperidad, paz y riquezas interminables por una eternidad entera. Esta es la roca de salvación junto con tres sacrificios con sus mitades opuestas una a
otra junto con dos aves sin cortar, que necesitaban estar a las puertas del infierno, porque nuestro Padre celestial iba a tener a su Hijo Jesucristo naciendo como Isaac nuevamente en Canaán, salpicando su sangre expiatoria, convirtiendo asà el corazó
n de la tierra en su nueva tierra eterna.
Honestamente, fue importante para nuestro Padre celestial tener a hijos de Abraham yaciendo en el Valle de los huesos secos, como puerta al infierno, con su roca de salvación, desplegando tres carneros sacrificados junto con dos aves sin cortar,
asimilando asà a su Cordero escogido con dos testigos clavados a sus maderos: finalmente salpicando su sangre expiatoria victoriosa sobre Satanás, pecados y la muerte eternamente. Por lo tanto, nuestro Padre celestial tenÃa que haber tenido toda la
casa de Israel nacida primeramente lejos de Canaán, porque ellos necesitaban vivir en tierra extranjera, Egipto, recogiendo pecados del mundo entero, y asÃ, Él finalmente conquistar el corazón de la tierra con su carne sagrada y su sangre expiatoria
victoriosa sobre Satanás, pecados, pobreza y la muerte en el bautismo del Mar Rojo.
Legalmente, nuestro Padre celestial necesitaba destruir todo pecado no solamente en el bautismo en agua del Mar Rojo, pero igualmente, destruirlo en el corazón de la tierra, porque cada hombre, mujer, niño y niña israelà fue su sacerdote en la carne
sagrada y su sangre expiatoria: expiando, juzgando y perdonando todo pecado por el tabernáculo de reunión y su Lugar SantÃsimo, finalmente para conquistar Canaán. Por cuanto, nuestro Padre celestial le habÃa prometido a Abraham que Canaán es una
tierra especial, como la más hermosa de toda la tierra y, además, fluye leche y miel para que las familias de las naciones coman de su maná para amar, servir y adorar su santo nombre fuegos sobre el monte Sion, conquistando asà nuevas glorias jamás
tocadas por el pecado.
Como resultado, Israel antiguo descendido al Valle de los huesos secos, clavados a los postes del infierno, mordidos por serpientes venenosas, junto con la roca de salvación y sus tres sacrificios y dos aves sin cortar, salpicados con sangre expiatoria
victoriosa sobre la muerte eternamente, haciendo postreramente que renaciesen nuevamente, pero sin pecado para vivir su vida eterna cada dÃa enriquecida en Canaán infinitamente. Entendiendo que, nuestro Padre celestial necesitaba toda la casa de Israel,
clavados a postes del infierno, en donde las familias yacen esperando ser rescatadas: entonces, a los Israelitas descender para descansar sobre postes del infierno fue para ser uno con ellos, como una familia, una sola carne santa, una semilla para ser
plantada en Canaán con salvación eterna para la eternidad venidera.
Oportunamente, las manos de nuestro Padre celestial necesitaban plantar a Israel antiguo junto con las naciones que habÃan venido a ser uno con ellos, mordidos por serpientes venenosas a postes del infierno tormentoso, como una semilla, renaciendo asÃ
en tierra santa de Canaán, como un árbol, la cruz, llevando su santo nombre fuegos con perfecta salvación en contra de todo pecado en toda la tierra. Considerando que, esta es la victoria que nuestro Padre celestial necesitaba para que las familias de
las naciones vean, experimenten, vivan, amen y adoren en sus corazones, porque Israel antiguo junto con su Hijo Jesucristo, clavado a su cruz con serpientes de bronce, entonces, el infierno tormentoso se endulzó sobre el monte Sion, porque el pecado fue
quitado de toda la tierra para siempre.
Sinceramente, toda la casa de Israel habÃa yacido sobre los postes del infierno tormentosos por siglos, porque ellos habÃan conducido rituales y ceremonias de perfecta santidad del Juramento a Isaac, que habÃa expiado, juzgado y perdonado cada pecado,
por ende, ellos entonces podÃan recibir la sangre expiatoria, como la vida eterna de nuestro Padre celestial, para vivir eternamente enriquecidos hacia la eternidad venidera. Apropiadamente, fue la voluntad perfecta de nuestro Padre celestial no
solamente de derrotar a Satanás, pecados, enfermedades, pobreza y muerte junto con ángeles caÃdos y el infierno, pero igualmente, Él necesitaba a Israel junto con familias de las naciones: amando, sirviendo y confiando en Él ciegamente, por fe, y
esto era solamente posible hasta que su Hijo Jesucristo fue clavado a ellos sobre su cruz.
Aquà es cuando. Nuestro Padre celestial declaró no solamente a Israel, pero igualmente a familias de las naciones, que ahora Él conocÃa que ellos confiaban en Él, porque únicamente en la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre
expiatoria de Isaac—Él puede ver que confÃan en Él con su santo nombre fuegos clavado a ellos con perfecta salvación, poderes y riquezas interminables por una eternidad entera. Realmente, esta era la confianza que nuestro Padre celestial necesitaba
ver en Israel antiguo junto con naciones ya clavados sobre postes del infierno tormentoso, y con la confianza de su Hijo Jesucristo que nació con la carne sagrada y la sangre expiatoria, destruyendo mentiras, maldiciones, calumnias, brujerÃas,
enfermedades, pobreza y muerte de Satanás, finalmente clavado a ellos eternamente victorioso sobre el monte Sion, en Canaán.